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Enero del 2007

 

Homilia para el V Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C

Enlace permanente 29 de Enero, 2007, 13:14

En Camino: Tiempo Ordinario

Homilía para el Domingo

Ciclo C

V Domingo

4 de febrero de 2007

Autor:  Neptalí Díaz Villán CSsR.                                                                                                     Fuente: www.scalando.com 

Hazpara para ver las lecturas de hoy

-          1ra lect.: Jr 1, 4-5.17-19

-          Sal 70

-          2da lect.: 1Cor 12,31 - 13,13

-          Evangelio: Lc 4,21-30

Dios Vs. los reyes

La profecía en Israel nació paralela a la corrupción de los jueces, la acumulación de tierra por parte de los ganaderos y el surgimiento de la monarquía (con el rey Saúl representante de los ganaderos). Los profetas defendían la soberanía única de Dios usurpada por los monarcas, quienes se tomaban la atribución de decir qué era bueno y qué era malo (Gen 3,5), quién debía vivir y quién debía morir. Se adueñaban del pueblo, su tierra, sus hijos y sus hijas (Jue 9,7s / 1Sam 8).

El texto de Isaías que leemos hoy, lo ubicamos en el año 740 a.C., fecha en la que murió el rey Ozías. Isaías, por haber sido un hombre cercano a la cohorte, conoció muy bien todo su movimiento y corrupción interna. El lujo excesivo y el gasto desenfrenado de los “hombres nobles”, mientras el pueblo pasaba necesidades.

El texto de hoy es una protesta contra el absolutismo de los monarcas. Todos los monarcas mueren tarde o temprano y con ellos su ambición, sus pertenencias y todo el poder que acumularon. El poder de Dios es eterno y siempre a favor de la vida. Al caer el rey Ozías, Isaías resalta de nuevo la gloria de Dios: “Vi al Señor en lo alto, sentado en un trono real. Con el ruedo de su mando cubría el piso del templo. Y lo escoltaban unos serafines que alternaban entre sí esta aclamación: “Santo, santo, santo es el Señor Omnipotente; llena está toda la tierra de su gloria.”

El profeta quiere presentar a Dios como el único Señor, el único digno de obediencia y el tres veces santo. El cántico del santo que entonamos en cada eucaristía, es utilizado también por el libro del Apocalipsis para afirmar la victoria de Dios sobre los “señores” de este mundo, que se erigen como absolutos, pero que tienen su fin para gloria de Dios y salvación de la humanidad: “Santo, santo, santo, es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, es y ha de venir”. (Ap.4,8b). “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios, Todopoderoso. Justicia y verdad guían tus pasos, oh rey de las naciones. ¿Quién no dará honor y gloria a tu Nombre, oh Señor? Tú solo eres santo, y todas las naciones vendrán y se postrarán ante ti, porque tus fallos se han dado a conocer”. (Ap 15,3b-4)

Qué bueno que cada vez que cantemos el Santo, en nuestras eucaristías reconozcamos a Dios como el único Señor, y detestemos a todos los señores que quieran adueñarse de lo que le corresponde a Dios y al pueblo. Que afirmemos el “derecho” de Dios y los derechos humanos, que luchemos contra todo tipo de esclavitud y a favor de la libertad para todos.

Vocación y misión

El concilio Vaticano II afirmó el carácter misionero de toda la Iglesia: “La Iglesia entera es misionera, la obra de evangelización es un deber fundamental del pueblo de Dios.” (Decreto Ad gentes, 35: AAS 58). Pablo VI lo confirmó en su exhortación apostólica “Evangelii Nuntiandi”:Nosotros queremos confirmar una vez más que la tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia”; una tarea y misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. (E.N. No 14)

El texto evangélico de hoy es un llamado al discipulado y un envío a la misión dentro de la iglesia. Tanto Lucas en su evangelio, como Pablo en su carta a los Corintios, reconocen la autoridad de Pedro. Lucas presenta a Jesús montado en la barca de Simón Pedro y utilizándolo como medio para llegar a la multitud. Pablo lo llama Cefas que quiere decir cabeza. Según Pablo, Pedro es la cabeza de la Iglesia porque fue el primero en vivir el acontecimiento pascual, o sea la experiencia de la resurrección de Jesús.

La iglesia primitiva palestinense, simbolizada en la barca de Pedro, tenía miedo a salir de su tierra. Lucas quiere animar a su comunidad a arriesgarse y salir para anunciar el evangelio; a remar mar adentro, como dice el texto. Una barca está más segura en el puerto; pero las barcas no se hicieron para los puertos sino para cruzar los mares y llegar a otras orillas, cargadas de buenas nuevas, aun arriesgando su propia seguridad.

Pedro conducía la barca, pero la invitación fue para todos: Echen (en plural) las redes para pescar. Toda la Iglesia debía arriesgarse a la actividad misionera para que muchos seres humanos conozcan el Evangelio y descubran en ellos la salvación de Dios.

Pedro, y con él los líderes de la Iglesia palestinense, dudaban mucho y temían salir a otros sitios. Posiblemente ya lo habían intentado sin tener éxito. En estos casos el pesimismo invade los ánimos de los evangelizadores: “jefe epistata hemos bregado toda la noche y no hemos pescado, pero por tu palabra echaré las redes”. Si creemos en la Palabra de Jesús y nos arriesgamos, como lo hizo Pedro, no obstante las dificultades, seremos testigos de cosas maravillosas.

Es bueno resaltar que junto a la barca de Pedro había otra barca. No era la única. Como Iglesia necesitamos unirnos, pero también podríamos hacerlo con las otras barcas que igualmente siguen a Jesús y se comprometen con el trabajo evangelizador. Es necesaria la unidad, más no el unanimismo. Con las otras barcas, es decir, con las otras Iglesias que buscan y siguen a Jesús con sincero corazón, además del mínimo respeto por la diferencia, podríamos buscar la unidad para convertirnos todos en verdaderos pescadores de hombres, comprometidos con la causa humana. Muchas veces las Iglesias cristianas se han preocupado más por defender instituciones, culturas, gobiernos y demás intereses personales, que no tienen nada que ver con el proyecto de Jesús. Es tarea de todos los cristianos trabajar por las causas más humanas y universales que beneficien a todos, como lo hizo Jesús.

Los nuevos caminos, los mundos desconocidos, los compromisos arriesgados muchas veces nos hacen dar miedo. Vale la pena que hoy escuchemos la misma invitación de Jesús a Pedro y sigamos sus pasos: “`No tengas miedo. De ahora en adelante pescarás hombres.´ Ellos sacaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y siguieron a Jesús.”


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Moniciones V Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C

Enlace permanente 29 de Enero, 2007, 12:05

Moniciones para la Misa

Ciclo C

Tiempo Ordinario

V Domingo

4 de febrero de 2007

Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.                                                                       Fuente: www.scalando.com 

Hazpara ver las lecturas del día:

-          1ra lect.: Is 6, 1-8

-          Sal 137

-          2da lect.: 1 Cor 15, 1-11

-          Evangelio: Lc 5, 1-11

Vocación al seguimiento de Cristo

Monición de entrada

La liturgia del domingo pasado nos refería la vocación del Profeta Jeremías. Las lecturas de esta celebración, quinto domingo del tiempo ordinario, nos presentan otra vocación y sus respuestas generosas a la invitación de Dios. La Iglesia necesita que cada uno de nosotros cumpla el compromiso de su vocación cristiana y seamos testigos fieles de Dios ante los hombres. Celebremos con profundo recogimiento y alegría el día del Señor. Pónganse de pie para que recibamos, cantando con entusiasmo, a los ministros de esta celebración.

Primera lectura: Isaías 6, 1-2a.3-8 (Vocación del profeta Isaías)

La misión de Isaías no será fácil porque deberá profetizar la ruina de Israel y Judá en castigo a sus infidelidades. Dios purifica los labios del profeta para que pueda cumplir su misión. Escuchemos con atención.

Segunda lectura: I Corintios 15, 1-11 (Evangelio de Pablo,          que recuerda su vocación)

San Pablo, que se considera indigno y pecador, pero no ha defraudado la gracia que le ha sido concedida, explica cuál ha sido el contenido de su predicación. Que esta lectura ilumine nuestro diario actuar para no defraudar la gracia que Cristo nos da. Presten atención.

Tercera lectura: Lc. 5, 1-11 (Vocación de los cuatro primeros discípulos de Jesús)

La lectura del Evangelio de San Lucas nos refiere una pesca milagrosa.  Pedro se confiesa pecador. En cambio el Señor llama a Pedro y a sus amigos para hacerlos pescadores de hombres. No importa lo que haya sido nuestra vida pasada, el Señor perdona y olvida. Pero exige una conversión auténtica. Nos quiere ahora santos a su servicio. De pie, por favor; cantemos el Aleluya, para luego escuchar la Buena Nueva.

Oración Universal:

Por la Iglesia, santa y pecadora, purificada por el Espíritu de Dios y necesitada siempre de conversión, roguemos al Señor.

Por los que admiran Jesús de Nazaret y no han descubierto en Él al Dios santo y misericordioso, que trasciende a todos y está cercano a nosotros, roguemos al Señor.

Por los que trabajan, como los discípulos, pescando en el lago durante la noche: en la industria, en la tecnología, en los hospitales, en los servicios públicos, roguemos al Señor.

Por nuestros hijos, para que como los discípulos, sepan descubrir a Jesús, lo sigan y lo anuncien con valentía, roguemos al Señor.

Por nosotros, aquí reunidos; para que, acogiendo en nuestro corazón el Evangelio de Cristo, sintamos su fuerza liberadora, roguemos al Señor

Exhortación final:

Jesús

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 512)

Es justo bendecirte, Padre, porque, como a los apóstoles,

Cristo nos llamó por nuestro nombre a su seguimiento por la fe.

Por el bautismo tú nos has incorporado al cuerpo de Cristo

y nos has hecho templos del Espíritu y miembros de tu Iglesia.

¡Gracias, Señor! Es hermosa nuestra vocación cristiana,

pero es también vocación totalizante: en cuerpo y alma.

Ilumínanos, Señor, con el Espíritu de tu verdad,

para que entendamos qué es ser discípulo auténtico de Jesús.

Y haznos fuertes para testimoniar los valores del evangelio

en medio de un mundo que prefiere el desamor y  la mentira.

Así demostraremos que te pertenecemos para siempre. 

Amén. 

Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

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Homilia para el IV Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C

Enlace permanente 22 de Enero, 2007, 22:21

En Camino: Tiempo Ordinario

Homilía para el Domingo

Ciclo C

IV Domingo

28 de enero de 2007

Autor:  Neptalí Díaz Villán CSsR.                                                                                                     Fuente: www.scalando.com 

Hazpara para ver las lecturas de hoy

-          1ra lect.: Jr 1, 4-5.17-19

-          Sal 70

-          2da lect.: 1Cor 12,31 - 13,13

-          Evangelio: Lc 4,21-30

La Ley de Dios

La supremacía del verdadero Amor

El cántico del amor lo ubicamos dentro de la disertación sobre la situación de la Iglesia de Cortino, su problemática interna y los carismas dentro de ella.

En el capítulo 11, Pablo hace un fuerte llamado de atención por las eucaristías mal celebradas, no tanto porque no cumplieran las normas litúrgicas, que en aquella época no existían, sino porque se quedaban en ritos vacíos que no transformaban la vida personal y comunitaria de los participantes: “Mientras unos pasan hambre, otros se emborrachan” (1Cor 11,21). Luego invita a celebrar dignamente la eucaristía, compartiendo en igualdad y fraternidad.

En el capítulo 12 (texto que reflexionamos hace 15 días) está la discusión acerca de la diversidad de carismas: profecía, predicación, servicio, etc. Pablo invita a poner todos los carismas al servicio de la comunidad, para formar el cuerpo de Cristo, que es la iglesia, y vivir en armonía.

En cuanto al capítulo 13, vemos claramente que fue elaborado por un Pablo maduro y lleno de Dios, quien, después de haber vivido mucho, descubrió lo fundamental en la vida: el amor. Los antiguos identifica tres tipos de amor: Eros, Filía y Ágape. Aquí se habla no tanto del eros, que es un amor más pasional y de atracción, ni del filía que es el amor de familia, sino del amor ágape que es más fraternal, donativo y universal.

Primero menciona unos carismas que no son nada si falta el amor. Profecía, predicación, servicio, conocimiento, etc., adquieren sentido en la medida en que se hacen con amor y lo pierden si carecen de éste. Vale la pena que hoy analicemos si hacemos las cosas con amor. Si nuestro trabajo, nuestro servicio y nuestras relaciones interpersonales en general, están hechas con amor o hacemos las cosas por costumbre o porque nos toca.

Luego enumera quince características del amor cristiano, siete planteadas de forma positiva y ocho de forma negativa. Podríamos analizar cada característica y compararla con nuestra manera de amar. Porque cuando hablamos de la supremacía del amor, casi todos estamos de acuerdo en lo fundamental que es el amor para realizar plenamente nuestra vida y ser felices. Pero a la hora de amar, muchas veces confundimos amor con aquello que realmente no lo es. Hoy la palabra amor está tan desprestigiada como la palabra democracia. Con la excusa del amor se engaña, se manipula, se malcrían hijos, se arruinan vidas.

Cada característica mencionada por Pablo, podemos convertirla en pregunta. Por ejemplo: El amor no es envidioso. ¿Hemos sentido envidia hacia las personas que decimos amar? El amor no hace alardes ni se envanece. ¿Decimos amar a alguien más por su carro y sus bolsillos que por su humanidad? ¿Nos hemos creído superiores a las personas que amamos o hemos tratado de llamar su atención con alguna extravagancia farandulera? El amor no actúa con bajeza. ¿Hemos actuado con  bajeza, con mentiras, con engaños, con malos deseos, con las personas que decimos amar? Podemos hacer lo mismo con las demás características: no busca su propio interés, no se irrita, no es rencoroso, no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo soporta, todo lo sufre; cree sin límites, espera sin límites.

Por si acaso, quiero aclarar que cuando Pablo habla del amor que todo lo soporta y todo lo sufre, no tiene en absoluto nada que ver con soportar a un ogro que maltrata y hace sufrir a la persona que dice amar. “Por qué te quiero te aporrio”, repiten algunos despistados. ¡No señor! Porque que te quiero te respeto, te apoyo, te acompaño, te trato bien. Eso de maltratar a las personas que decimos amar es un grave desorden psiquiátrico que necesita urgentemente un tratamiento.

Cuando se habla de soportar y sufrir, se refiere a las pruebas que tiene la vida, a las dificultades por las que pueden pasar las personas. Si realmente hay amor tenemos que estar en los momentos alegres y también en los difíciles. Cuando hay dinero hay muchos amigos. ¡Pero falsos amigos! La verdadera amistad soporta la prueba.

Finalmente, se reafirma la eternidad del amor. ¡Todo pasará! Empezando por las cosas superfluas: el lujo, la ostentación, los honores. Pasarán aún los carismas valiosos: la profecía, la sabiduría, el conocimiento. Hasta la fe y la esperanza, cuando estemos frente a Dios, no serán necesarias. Quedará únicamente el amor.

El verdadero profeta y el demagogo milagrero

Ante la inestabilidad política de los emperadores romanos más corruptos, sus asesores aconsejaron la política del “pan y circo” (comida y diversión), para tener contenta a la plebe. Con algo de pan y mucho circo, mucha distracción y espectáculo, cuanto más alienante y degradante mejor; el pueblo se mantenía tranquilo y los “nobles” podían seguir con su lujo insultante, mientras los esclavos, quienes no tenían derechos, llevaban la peor parte. Como servidores, como gladiadores, como guerreros o sencillamente, como carne para las fieras, con el fin de divertir a los ciudadanos romanos.

Esa política logró calmar en parte los ánimos del pueblo romano, pero después se convirtió en un arma en contra de ellos mismos, pues el pueblo lo único que quería era pan y circo. El imperio se debilitó y se hizo presa fácil de los pueblos vecinos, que en repetidas ocasiones lo invadieron. “Nuestros vicios son la mejor arma de los bárbaros”, dijo después un ilustre asesor.

Un pueblo analfabeto o mediocremente formado, no se interesa más que por el pan y el circo. Le da pereza analizar las propuestas serias y comprometerse con procesos integrales, y es amante de líderes mediáticos, populistas y demagogos. Cualquier parecido con nuestra realidad latinoamericana, no es pura coincidencia. A nuestros pueblos también les gusta la política del “pan y circo”. Claro que a nosotros en vez de pan nos dan pata. ¡Pero eso sí!, ¡circo, mucho circo! Campeonatos de fútbol o de otro “deporte” durante todo el año. Fiestas y reinados de lo que usted quiera.

Los noticieros de televisión ahora están llenos de colas y bolas (farándula y deportes). No pueden faltar unas presentadoras tan lindas como huecas a quienes se les llena la boca de babas cuando dicen que son “periodistas de la farándula.” Para completar, algunas iglesias han caído en la tentación del espectáculo milagrero y del cura o pastor farandulero.[1] ¡Mejor dicho! ¡Que viva el circo, la mediocridad y el engaño!

Hoy continuamos con el texto evangélico de hace ocho días, en el cual Jesús presenta su proyecto de vida a sus paisanos en la sinagoga de Nazareth. Cuando terminó la lectura programática del profeta Isaías y dijo que esa lectura se cumplía (en él), todos aprobaban y se admiraban de las palabras que salían de sus labios.

Sus paisanos esperaban algún signo milagroso, que demostrara gran poder para darle su apoyo. Pero se encontraron con un hombre que no gustaba del espectáculo milagrero. Con un profeta cuyo proyecto pedía compromiso, trabajo y esfuerzo por parte de todos. Ellos querían un milagro, Jesús les pidió trabajar con él. Ellos querían las cosas rápidas, su propuesta necesitaba la paciencia del labrador que hace su trabajo y espera que el tiempo haga crecer y producir la semilla. Lástima que ese tipo de propuestas no sean, por lo general, bien recibidas.

Los verdaderos profetas son muchas veces despreciados. Porque el verdadero profeta no se deja acaparar ni presionar para satisfacer a un auditorio interesado sólo en el espectáculo o en intereses individuales, aunque sean los de su propia familia o pueblo. ¡Y Jesús no cedió! Se mantuvo siempre fiel a sus convicciones; prefirió el desprecio de la gente, a engañarla con algún “signo milagroso”. Fue entonces cuando lo vieron con otros ojos y pasó a ser el pobre vecino, el hijo de José, que todos conocían y no era mayor cosa, pues era como ellos.

Una mezcla de baja autoestima, envidia, ignorancia y pesimismo colectivos, trajo como resultado un veneno mortal que por poco mata a Jesús antes de cumplir su misión en este mundo. Muchas veces los evangelios lo presentan en confrontación con las autoridades. En este texto el enfrentamiento fue con el pueblo, con la gente que lo vio crecer. Con los pobres que no comprendieron su propuesta y menospreciaron sus propios brazos para trabajar y cambiar el rumbo de la historia. Tuvieron miedo al cambio  y prefirieron lo malo conocido que bueno por conocer.

Cuando un orador alaba al auditorio por sus múltiples virtudes, por su gente y por los paisajes ensoñadores en donde viven; por su gloriosa historia, sus héroes y sus valientes luchadores, se gana los aplausos del respetable público y posiblemente su apoyo. Pero cuando un orador se atreve a hacer una crítica a su auditorio, cuando hace memoria de sus errores en el pasado y del poco aprecio por los profetas, entonces con mucha frecuencia el orador es rechiflado.

A todos nos gusta que nos alaben y nos molesta que nos critiquen. Pero es necesario recibir con humildad tanto las alabanzas por nuestros aciertos, como las críticas por nuestros desaciertos. Es necesario reconocer el trabajo de la gente, valorarlo y estimularlo, y hacer una crítica seria y constructiva, cuando sea necesario, aunque no nos miren bien.

Nadie es profeta en su tierra, les dijo Jesús, y les recordó las historias de Elías y Eliseo, profetas despreciados en su tierra que ejercieron su ministerio con los extranjeros.

El pueblo no aguantó la crítica. Prefirieron arremeter contra aquel que amorosamente la hacía buscando el bienestar de todos, que cambiar sus mediocres e inestables conductas. La cosa se fue al extremo. Unos minutos antes mostraban su admiración y aprobación por lo que decía, ávidos de milagros y signos prodigiosos que solucionaran sus problemas, por arte de magia. Luego, llenos de rabia y de frustración, quisieron matarlo. Al final de su vida, los mismos que gritaron, “viva el rey de los judíos”, unos días después gritaron: “¡crucifícale, crucifícale!”. Pero esta vez, Jesús se abrió camino y se alejó, para anunciar su evangelio en otra parte, pues el profeta es libre y no se debe a la presión de la gente sino a la Palabra de Dios y a su fuerza liberadora.

Mirémonos a nosotros mismos como pueblo. ¿Nos molestan la crítica? ¿Qué líderes nos gustan? ¿Qué esperamos de Jesús? ¿Será que con nuestra manera de ser hemos hecho alejar a Jesús? o, ¿realmente lo acogemos con gozo en nuestro corazón y estamos dispuestos a trabajar con él?

[1] No critico la incursión de las iglesias cristianas en los mas media, sino la mediocridad de algunos líderes religiosos y, sobre todo, la forma como utilizan la fe y la inocencia de la gente, para su propio beneficio y el de los dueños de estos medios masivos.

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Moniciones IV Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C

Enlace permanente 22 de Enero, 2007, 22:15

La devoción a María                                                                                             La devoción a María

Moniciones para la Misa

Ciclo C

Tiempo Ordinario

IV Domingo

28 de enero de 2007

Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.                                                                       Fuente: www.scalando.com 

Hazpara ver las lecturas del día:

-          1ra lect.: Jr 1, 4-5.17-19

-          Sal 70

-          2da lect.: 1Cor 12,31 - 13,13

-          Evangelio: Lc 4,21-30

La Ley de Dios

Monición de entrada

Este es  el cuarto domingo del año litúrgico. La primera lectura nos presenta la vocación del profeta Jeremías, quien no fue bien recibido por su pueblo. Cristo, el gran profeta del Nuevo Testamento, fue también rechazado por su propia gente. San Pablo nos dirá que, en medio de este mundo hostil, tenemos que practicar una virtud esencial, la caridad. De pie para recibir la procesión con el cántico de entrada.

Primera lectura: Jer 1, 4-5.17-19 (Te nombré profeta de los gentiles)

La primera lectura nos habla de la vocación de un gran profeta: Jeremías. Su misión: "elegido para que diga todo cuanto Dios le mande proclamar". Su actitud interna: "no debe desmayar ante los grandes de la tierra". Sus pruebas: las persecuciones. Su esperanza: "no podrán contigo, pues Yo, contigo estoy". ¿Realizamos así nuestra misión cristiana en el diario vivir? Escuchemos.

Segunda lectura: I Corintios 12, 31-13,13 (Jerarquía de los carismas.  Himno a la caridad)

En su primera carta a los corintios, San Pablo compone un himno sublime al amor. Lo describe como paciente, servicial, desinteresado, excusándolo todo, creyéndolo todo, esperándolo todo y que perdurará por siempre. El amor es un don del Espíritu Santo. Así debe ser nuestra caridad. Escuchemos.

Tercera lectura: Lc. 4, 21-30 (Jesús no es enviado sólo a los judíos)

Como Jeremías, en la primera lectura, Cristo no es bien recibido en su propia tierra. Llenos de ira arrojaron a Cristo fuera de la ciudad. Cristo continuó su misión hasta el final. Se necesita valor, fuerza, gracia y auténtico compromiso para seguir al Señor. Escuchemos, con mucha atención, pero antes cantemos el Aleluya.

Oración Universal:

  1. Por los que han recibido la misión de anunciar al Evangelio: para que lo anuncien sin temor, denunciando el pecado, llamando a la esperanza, consolando, iluminado, roguemos al Señor.
  2. Por los que cumplen la ardua tarea de educar a los demás: para que enseñen con autoridad, con coherencia: con la palabra y el testimonio de vida, roguemos al Señor.
  3. Por aquellos a quienes les cuesta reconocer la palabra de Dios en la envoltura de la palabra humana: para que sepan aceptarla con fe y humildad, roguemos al Señor.
  4. Por nuestros jóvenes: para que, escuchando la palabra de Dios, descubran la alegría de seguir a Cristo Redentor en la vida religiosa y sacerdotal, roguemos al Señor.
  5. Por nosotros: para que no rechacemos la palabra de Dios que nos interpela, incluso cuando contradice nuestra manera de pensar y de vivir, roguemos al Señor.

Exhortación final:

Jesús

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 512)

Hoy, Señor, nuestra plegaria es de humilde conversión.

Porque hemos confinado tu palabra a la medida estrecha

de nuestra rutina y cálculos mezquinos, ¡Señor, ten piedad!

Porque has venido a nuestra comunidad y te hemos rechazado

silenciando la voz de tus profetas, ¡Cristo, ten piedad!

Porque te hemos encerrado en nombres vacíos de significado,

sin dejarnos interpelar por tu Espíritu, ¡Señor, ten piedad!

Oh, Señor, Dios nuestro, sorprendente en tus venidas,

no permitas que apaguemos tu Espíritu dentro de nosotros.

Convierte nuestros corazones a tu amor y al de los hermanos,

y manténnos siempre despiertos en la alabanza de tu nombre.

Amén. 

Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

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Moniciones para el III Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo C

Enlace permanente 15 de Enero, 2007, 13:27

Moniciones para a Misa

Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

 

Tiempo Ordinario – Ciclo C

 

Tercer Domingo: Buena Noticia para los pobres

21 de enero de 2007

Fiesta de Nuestra Señora de la Altagracias, Protectora de la República Dominciana

Monición de entrada:

Hoy celebramos el tercer domingo del año litúrgico. En las lecturas escucharemos la eficacia y autoridad que la Palabra de Dios tiene. La misma Palabra aceptada y obedecida por un grupo de gente, los consagró como el Pueblo escogido. Más tarde, Cristo, al predicar la Buena Nueva nos anuncia que Él es aquella Palabra de Dios encarnada. De pie, por favor, para empezar nuestra celebración cantando con alegría.

Primera lectura: Neh. 8,2-4ª,15-6. 8-10 (Esdras lee el libro de la ley al pueblo)

A Dios nadie lo ha visto. Él manifiesta su voluntad por la ley escrita en el corazón de los seres hermanos y por medio de los profetas inspirados. El pueblo, congregado en torno a Esdras, escucha con veneración la lectura del libro sagrado. Escuchemos.

Segunda lectura: I Corintios 12, 12-30 (Son el cuerpo de Cristo y cada uno es un miembro)

En su primera carta a los Corintios, San Pablo usa el ejemplo del cuerpo humano para explicar el gran misterio del Cuerpo Místico de Cristo. Todos nosotros somos distintos, pero formamos una comunidad y la cabeza de todo es Cristo.  Presten mucha atención, por favor.

Tercera lectura: Lc. 1,1-4; 4, 14-21 (En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos)

 

La escena que nos cuenta hoy san Lucas tiene lugar al comienzo del ministerio de Jesús de Nazaret. Cristo leyó la parte bíblica que explica su propia misión como Mesías anunciado. Él es la Palabra de Dios encarnada. Escuchemos con mucha atención.

Oración Universal:

  1. Por los que han recibido en la Iglesia el encargo de la palabra de Dios; los exegetas, que la interpretan: los teólogos, que profundizan su sentido; los pastores y los catequistas, que la anuncian; para que sepan actualizarla, iluminando la vida de los oyentes, roguemos al Señor.

  2. Por los que escuchan la Palabra de Dios; para que sean capaces de descubrir al que es la Buena Noticia para los pobres, la luz para los ciegos, la libertad para los oprimidos, roguemos al Señor.

  3. Por los profesionales de la palabra; para que alumbren la verdad, inciten al bien, sensibilicen para la belleza, roguemos al Señor.

  4. Por nuestros jóvenes; para que escuchen la Palabra de Dios y respondan con generosidad a su llamada a la vida religiosa y sacerdotal, roguemos al Señor.

  5. Por nosotros, aquí reunidos; para que tomemos en serio la palabra de Dios, sepamos escucharla, celebrarla y realizarla en nuestra vida, roguemos al Señor.

Exhortación Final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 509)

Te damos gracias, Padre, porque hoy se cumple la Escritura

que nos habla de salvación y esperanza en Cristo Jesús, tu Hijo.

Él es tu palabra que nos revela tu nombre, tu amor y tu rostro.

Él es tu ungido, enviado para dar la buena noticia a los pobres,

para restituir a los explotados y oprimidos la dignidad,

para inaugurar el tiempo de gracia y bendición de nuestro Dios.

 

Queremos, Señor, sumarnos a esa misión liberadora de Jesús,

restaurando con amor a su imagen primera la figura del hombre,

nuestro hermano, deformada y envejecida por tantas esclavitudes.

Ayúdanos en este empeño con la fuerza de tu Espíritu y concédenos

que nuestro momento fugaz madure en frutos de eternidad.

 

Amén.

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Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

 

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Homilia para el III Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo C

Enlace permanente 15 de Enero, 2007, 13:23

EN CAMINO

Tempo Ordinario, ciclo “C”

 

21 de enero de 2007, Tercer Domingo

Fiesta de Nuestra Señora de la Altagracias, Protectora de la República Dominciana

 

Autor: Por, Alfredo Niño Ortega C.Ss.R                                 Fuente: www.scalando.com

 

1ra lect.: Neh 8,2-4ª.5-6.8-10

Sal 19(18),8-10.15

2da lect.: 1Cor 12,12-30

Evangelio: Lc1,1-4.4,14-21

La ley de Dios

A finales del siglo V a.C., a los judíos que vivían el exilio de Babilonia se les permitió volver a su tierra, gracias a los buenos oficios de los líderes judíos, quienes lograron el acuerdo con Ciro, rey de Persia, que había sometido Babilonia. Tomaron el camino hacia Israel llenos de alegría y cargados de ilusiones y esperanzas; pero encontraron un país en ruinas.

 

Animados por sus líderes político – religiosos, empezaron a transformar esa realidad. Trabajaron fuerte para reconstruir el templo, las murallas de la ciudad, las casas, los cultivos, etc. Se enfrentaron a los judíos que no fueron al exilio y habían empezado la reconstrucción por sus propias manos, así como con otros pueblos que ocuparon los territorios despoblados. Se enfrentaron a la envidia y la hostilidad de algunos vecinos y a todo el desorden que se generó con la llegada de los antiguos habitantes, quienes reclamaban el derecho sobre los bienes y sobre todo el sistema político – religioso.

 

En medio de todo ese desorden necesitaban una norma de vida que facilitara la convivencia pacífica y la reconstrucción de ciudades y campos, así como del tejido social. Esdras era un líder que había llegado con los exiliados y era respetado por todos, en su calidad de sacerdote y maestro. Él fue quien se encargó de proclamar en nombre de Dios, la normatividad necesaria para ese momento histórico: La Santa ley de Dios (qué aún hoy, es la constitución política del estado de Israel).

 

La Ley de Dios busca facilitar la realización de su Proyecto para el pueblo. Pretende generar el espacio necesario para vivir en libertad e implantar la justicia y el derecho de todos. Promueve la verdad, el respeto a la dignidad humana, la solidaridad de las personas que la integran y la prevalencia del interés general. La Ley de Dios es una normatividad dinámica, actualizada y actualizable, pero no manipulable. Una ley es de Dios cuando busca el bien común, defiende la vida, la verdad y la realización plena del ser humano y de todos los seres humanos.

 

Teófilo

A Teófilo, del griego Theos (Dios) y Filos (amor o amigo), o sea, el amado de Dios o el amigo de Dios, dedicó Lucas el Evangelio. ¿Quién fue Teófilo? Es posible que haya sido alguna figura conocida como Tito Flavio Clemente, sobrino del emperador Vespasiano, según lo dice B. H. Streeter, (en The Four Gospels, 1924, pp. 534ss). Por el título de excelentísimo (Lc 1,3), puede que se trate de alguien que ocupara alguna posición oficial, o tal vez se trate de algún título de cortesía. Es posible que se trate de algún personaje ilustre de la sociedad romana que había adquirido alguna información acerca del cristianismo, a quien Lucas decidió proporcionarle un relato más organizado y fidedigno. Como el cristianismo empezaba a ser mal visto por el imperio, tal vez se trate de algún romano sobre el cual Lucas buscara ejercer influencia y ganarlo para la causa del Evangelio.

 

Algunos biblistas piensan que tal vez se trate de un pseudónimo para indicar al lector cristiano en general. Algo así como el “discípulo amado” del Cuarto evangelio, o Evangelio de Juan, que se refiere a la comunidad que escribió ese evangelio: La comunidad del Discípulo Amado. Sea un personaje real o un pseudónimo, hoy el Evangelio es para todos. Todos los Teófilos, es decir, los amados de Dios, estamos invitados a leer, escuchar, meditar, orar y caminar animados por el testimonio de Lucas.

El proyecto de Jesús

Habría muchas razones para ser ateo. Muchas maldades hacemos los seres humanos en el nombre de Dios, dignas de optar por el ateísmo. Pero cuando leemos un texto bíblico como el que leemos hoy en Lucas, seguro tendremos muy buenas razonas para creer en el Dios de Jesucristo.

 

Hablamos del Espíritu como una energía que fortalece, mueve, da sentido, empuja y arrastra hacia algo. Podemos hablar del espíritu del mal y de espíritus malignos que arrastran la vida del ser humano hacia la maldad, la destrucción, la muerte y, finalmente, hacia la frustración total de su existencia. Hablamos también del Espíritu de Dios como una fuerza que impulsa a la plenitud de su vida, a la bienaventuranza eterna.

 

Hoy leemos en el Evangelio de Lucas, la lectura del profeta Isaías por parte de Jesús y su opción profética por la causa de los pobres con la fuerza del Espíritu del Señor. Fue el Espíritu del Señor quien lo acompañó y lo fortaleció, durante todo su ministerio. Fue el Espíritu del Señor quien lo animó para optar por la causa de Dios. Para tomar como bandera de su vida el compromiso de los profetas de Israel que reclamaban la justicia y el derecho de los pobres. Él permitió que el Espíritu del Señor lo cubriera, lo inundara totalmente y condujera su vida.

 

Todos los seres humanos tenemos sueños e ideales para realizar en nuestra vida. Casi todos referentes a lo personal: estudio, éxito profesional, económico y afectivo, viajes, goce, etc. ¡Y no es que eso esté mal! Es natural que todos queramos bienestar. Son admirables las personas que logran salir del fango y alcanzar el éxito a fuerza de trabajo inteligente, metódicamente organizado, con fe y amor por la vida.

 

Jesús pudo ser una persona de éxito y obtener los logros personales nunca antes vistos. Pero hizo una opción distinta: la causa de los pobres, de los cautivos, de los ciegos, de los oprimidos… en fin, la causa de Dios. “El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ungió. Él me envió a llevar una buena noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y dar vista a los ciegos; a dar libertad a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor.”

 

En este texto Jesús nos presenta su proyecto vital, rescatar la humanidad caída a causa de tantas realidades que la oprimen: pobreza, esclavitud, enfermedades, ignorancia, maltrato, injusticias, etc.

 

Como Iglesia, cuerpo de Cristo (2dal lect.), comunidad de discípulos y discípulas de Jesús, tenemos que asumir su Proyecto y hacerlo vida en nosotros. Llamarse cristiano y hacerse sordo al clamor de los pobres, llamarse cristiano y no asumir El Proyecto de Jesús, es una gran mentira, sería mejor ser un ateo comprometido con la causa humana y no un cristiano mediocre que ignora o traiciona la causa de Jesús.

 

El cristiano debe asumir la misión de Jesús, así como Jesús asumió la misión de los profetas. Ser cristiano es vivir y luchar por la causa de Jesús. Es proclamar la Buena Noticia, especialmente a quienes están cansados de recibir malas noticias. El cristiano no puede ser ciego, sordo y mudo, es decir, indiferente ante la problemática de tantos seres humanos que sobreviven día a día.

 

El cristiano es una persona poseída por el Espíritu del Señor y comprometida con la causa humana. Vive con la mirada puesta en Dios, con el corazón en los hermanos y con los pies sobre la tierra. El cristiano no es tanto el que hace “obras de caridad”, sino el que dedica su vida a la búsqueda eficiente de un nuevo orden que permita a todos vivir a plenitud. La espiritualidad cristiana debe impulsar procesos para rescatar la humanidad arrastrada por el mal. Una espiritualidad desencarnada de la realidad, una espiritualidad que sólo se preocupa de “lo espiritual” y olvida la realidad humana concreta, es un espiritualismo barato que falsea a Jesús y engaña a los creyentes incautos. 

 

¿Podemos decir hoy como Jesús: hoy se cumplen en nosotros estas palabras que acabamos de oír? ¿Me siento ungido por el Señor? ¿Siento que el Espíritu del Señor está sobre mí, y me envía a anunciar la Buena Noticia? ¿Estamos, como Iglesia, comprometidos a anunciar la Buena Noticia a pobres, ciegos, enfermos y encarcelados?

 

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Homilia para el II Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo C

Enlace permanente 9 de Enero, 2007, 23:27

EN CAMINO

Tempo Ordinario, ciclo “C”

 

14 de enero de 2007, Segundo Domingo

 

Autor: Por, Alfredo Niño Ortega C.Ss.R                                 Fuente: www.scalando.com

 

-          1ra lect.: Is 62,1-5

-          Sal 96(95),1-3.7-8ª.9-10ac

-          2da lect.: 1Cor 12,4-11

-          Evangelio: Jn 2,1-11

 

Fiesta de bodas

Escribió Juan Arias en su famoso libro “El dios en quien no creo”: “No creo y nunca creeré en el Dios que ponga luz roja a las alegrías humanas… en el Dios que no acepte una silla en nuestras fiestas humanas… en el Dios que para hacernos felices nos ofreciera una felicidad divorciada de nuestra naturaleza humana…” 

 

Hago referencia a las palabras de este periodista y escritor español porque muchas veces nos han presentado a un Dios que gusta más de la amargura de los frustrados que de la sonrisa de los felices. Muchas veces cuando se habla de las cosas de Dios, se hace referencia a rezos, templos, cofradías y archicofradías, procesiones, peregrinaciones, etc., que sin demeritarlas, no podemos decir que sean la única forma de unirnos con Dios.

 

La teología tradicional nos enseñó a diferenciar entre las “cosas del mundo” y “las cosas de Dios”, con una interpretación muy errada del concepto “mundo” en el Nuevo Testamento. La alegría, el baile, la música “profana” (así se solía llamar a las canciones con un ritmo alegre y con una letra que no hablara de Dios), la economía, la sociedad, la producción y el trabajo en general, eran consideradas como las cosas del mundo. Todo lo que tuviera relación con el templo y con las actividades litúrgicas de la Iglesia eran consideradas, como las cosas de Dios. De esta manera había historia sagrada e historia profana, música sacra y música profana, personas consagradas (monjes, monjas, sacerdotes, obispos, papa) y personas del mundo (el resto de los mortales); lugares sagrados (templo, capilla, oratorio, convento) y lugares profanos (calle, plaza, casas, y el resto de lugares no sagrados).

 

Hoy el Evangelio nos presenta a Jesús, no precisamente en el templo sino en una fiesta. Tomando asiento en una de nuestras fiestas humanas más significativas: las bodas. Es bueno aclarar que este evangelio es una creación literaria de la comunidad del Discípulo Amado que pretende mostrar no tanto un momento fortuito de la vida de Jesús sino su manera de vivir ante Dios y ante los seres humanos.

 

No creo que Jesús haya sido un invitado aguafiestas que se sentara, verde de la envidia, en un rincón de la casa a criticar a todo el mundo para esconder su propia frustración. A la música por mundana, al baile por estrambótico y a las fiestas en general por ser caldo de cultivo para el pecado. Creo más bien que participó con plena libertad de la música, del baile, de la comida y de los cuentos, que por cierto le gustaban bastante, según lo muestran los evangelios. Por algo los mojigatos de la época lo acusaron de ser comilón y bebedor, amigo de publicanos y pecadores (Lc 7,34).

 

¿María, Jesús y sus discípulos en las bodas de Caná, estaban en las cosas de Dios o en las cosas del mundo? Ese tipo de diferenciación no cabe aquí. Jesús nos revela su obra salvadora en la vida cotidiana, en el día a día y en todo lo que compete a los humanos. Dios se revela en medio de las cosas humanas; se hizo carne y puso su tienda entre nosotros.

 

El agua y las tinajas que los judíos utilizaban para los ritos de purificación, representan la religiosidad judía basada en el estricto cumplimiento de la ley religiosa, en la práctica de los ritos de purificación y en la exagerada insistencia entre lo puro y lo impuro, lo sacro y lo profano, el justo (cumplidor de la ley) y el pecador. Esa era una religiosidad fría y aburrida que mostraba a un Dios lejano y carente de humanidad, imagen y semejanza de los líderes religiosos judíos de su tiempo. Jesús mandó llenar de agua las tinajas de piedra, las bendijo y las convirtió en un generoso vino para festejar la Nueva Alianza con Dios. Esa es la propuesta de Jesús. Una vida religiosa alegre, plenamente humana, capaz de compartir todas las realidades humanas con libertad y sin el miedo infundado de caer en pecado por reírse o saltar de gozo.

 

El texto termina con estas palabras: “Esta fue la primera obra reveladora de Jesús. Con ella manifestó su gloria en Caná de Galilea, y sus discípulos creyeron en él.” La obra reveladora de Jesús es la nueva propuesta para vivir ante Dios y ante los seres humanos, como en un banquete de bodas. Con la misma alegría, ilusión, amor y entrega de los esposos.

 

Con esa primera obra reveladora manifestó su íntima relación con Dios: su gloria. Mostró que la gloria de Dios es la felicidad del ser humano. Que Dios se gloría no tanto con los ritos de purificación y toda la parafernalia religiosa judía, sino con una humanidad alegre, festiva y sonriente. Esa es la misma temática que maneja Isaías en la primera lectura cuando anuncia el desposorio del Dios con su pueblo: “La alegría que encuentra un marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo”.

 

Él objetivo de los autores del Evangelio de Juan fue que sus lectores creyeran en Jesús. Creer en Jesús no es la aceptación de los dogmas desde la razón, sino el camino con Él hasta conocerlo y aceptarlo como Mesías y Salvador. Cuando los discípulos caminaron con Jesús, conocieron su obra y vieron la gloria de Dios en él, entonces le creyeron. Se convencieron de que ese era el camino para la salvación y que Él era enviado y el ungido de Dios.

 

¿Somos de verdad discípulos de Jesús? ¿En nuestro camino con Él, hemos visto su gloria? ¿Realmente creemos en Él? ¿Vemos hoy la obra reveladora de Dios en nuestra vida? ¿Es nuestra vida religiosa y nuestra vida en general, un encuentro gozoso con Dios y con los hermanos? ¿Compartimos con los demás un generoso vino que alegra el corazón y hace amorosos a los serenes humanos o repartimos el vinagre de nuestra propia amargura y amargamos la vida de los demás? ¿Nos preocupamos de los demás cuando se les acaba el vino, y tratamos acompañarlos hasta que vean transformada el agua en vino, como lo hizo María? ¿Nuestras celebraciones son encuentros gozosos con Dios y con los hermanos? ¿Imaginamos a María como una mujer solitaria y ensimismada en sus oraciones o creemos que se integró libremente a la alegría de la boda, como lo hizo Jesús?

 

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Moniciones para el II Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C

Enlace permanente 8 de Enero, 2007, 22:58

Moniciones para a Misa

Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

Tiempo Ordinario – Ciclo C

II Domingo: La devoción a María

14 de enero de 2007

Beato Pedro Donders, misionero redentorista

Monición de entrada:

La intercesión e María, la madre del Señor, adelanta la “hora” de Jesús, la realización del milagro.  En el cuarto evangelio María es mencionada al principio y al fin: en Caná y al pie de la cruz.  Dos momentos glorificación de Jesús: el primero y el último.  La maternidad divina de María es la explicación cumplida de su vida y misión; es su razón de ser, su condicionamiento previo y posterior: concepción inmaculada y asunción gloriosa, pasando por su virginidad y su participación en los episodios de la infancia, vida apostólica, pasión, muerte y resurrección de Jesús, así como en la prolongación de éste en la vida de la Iglesia por el Espíritu.  Empecemos esta celebración cantando, de pie, por favor.

Primera lectura: Isaías 62, 1-5 (El marido se alegrará con su esposa)

En esta primera lectura escucharemos, del profeta Isaías, un gozoso anuncio de la salvación de Dios.  De la misma manera que una pareja de enamorados se aman y están alegres por tenerse el uno al otro, así Dios ama a su pueblo.  Presten mucha atención, por favor.

Segunda lectura: I Corintios 12, 4-11 (Un mismo y único Espíritu reparte los carismas)

Durante algunos domingos, hasta la Cuaresma, estaremos leyendo en la segunda lecturas trozos de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios, donde Pablo nos presenta aspectos básicos de lo que es ser cristiano y de lo que es la comunidad. Hoy nos hablará de la diversidad de dones y carismas que hemos recibido y que provienen de un solo Espíritu.  Escuchemos.

Tercera lectura: Juan 2, 1-12 (En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos)

La escena evangélica de hoy se sitúa en una boda celebrada en Caná de Galilea.  Según san Juan, el milagro de las bodas de Caná es el primero de los que realizó Jesús.  “Así manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en Él”.  Ésta es la intención primera y última del relato.  Continuamos así las “manifestaciones” de Jesús como mesías e hijo de Dios: Epifanía, Bautismo, y hoy Caná.  Escucharemos esta buena noticia, pero antes, entonemos el Aleluya, de pie, por favor.

Oración Universal:

  1. Por la Iglesia; para que atienda solícita a las necesidades de todos y preste su voz suplicante a los que pueden hablar, roguemos al Señor.

  2.  Por la unión de las iglesias; para que los sarmientos separados sean injertados en al vid que es Cristo, roguemos al Señor.

  3. Por los enfermos y todos los que sufren; para que el vino del amor fraterno endulce su amargura y mitigue su dolor, roguemos al Señor.

  4. por los esposos; para que no se vuelva agrio el vino de su amo, roguemos al Señor.

  5. Por los jóvenes, especialmente los de nuestra comunidad y parroquia; para que sepan responder a la llamada del Señor a la vida religiosa y sacerdotal, roguemos al Señor.

  6. Por nosotros, invitados a la mesa del Señor; para que sepamos ofrecer a todos el vino del consuelo y la alegría, roguemos al Señor.

Exhortación Final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 506)

En verdad eres digno de toda bendición, Dios Padre,

porque nos diste como madre a María, la Madre de Jesús.

Hoy la vemos a su lado en funciones de intercesión maternal,

como acostumbra, preocupada siempre del bien de los demás.

Ese vino de la boda, que ella consigue, es anticipo festivo

el banquete de la eucaristía a la comunidad del reino de Dios.

Tú, Señor, que nos diste a María como modelo de creyente,

ejemplo perfecto de discípula de Jesús, madre de la Iglesia

e imagen esplendorosa de ésta misma en su plenitud final,

concédenos caminar con ella, alegres en el seguimiento de Cristo,

y respondiendo fielmente a nuestra vocación cristiana.

Amén.

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Moniciones para la Epifanía y el Bautismo del Señor . Ciclo C

Enlace permanente 3 de Enero, 2007, 10:02

Moniciones para a Misa

Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

 

Tiempo de Navidad

 

Epifanía del Señor – Ciclo C

6 de enero de 2007

 

Monición de entrada:

 

En esta fiesta de hoy, celebramos la manifestación de Jesús. Es la fiesta de la luz que nos ilumina y de regalos porque hemos recibido el don más precioso: Jesucristo mismo. En esta celebración, unidos a todos los hombres, caminemos como un solo pueblo hacia el reconocimiento de Jesús como el Salvador. Expresemos nuestra alegría cantando con ánimo…


Primera lectura: Is 60, 1-6 (La gloria del Señor amanece sobre ti)

Isaías proclama con gran exaltación la Buena Nueva a las gentes que andaban en la oscuridad. Una luz brilla; la gloria de Dios aparece. Cristo es esta estrella radiante de la mañana que nos guía en la vida. Él vino al mundo para que lleguemos hasta él. Escuchemos esta primera lectura.

Segunda lectura: Ef 3, 2-3a.5-6 (También los gentiles son coherederos)

San Pablo, en la carta a los efesios, nos habla de la gracia que Dios nos ha dado. Por nuestro bautismo somos coherederos y copartícipes de la promesa de Dios. Nosotros sentimos alegría ya que en Cristo somos un pueblo de reyes, pueblo sacerdotal, una asamblea santa.

Tercera lectura: Mt 2, 1-12 (Venimos de Oriente para adorar al Rey)

El siguiente relato es muy conocido por todos nosotros. Los magos buscan con plena sinceridad a Cristo para ofrecerle sus riquezas, su fe, su amor y ofrecerse a sí mismos. Estamos invitados a encontrar a Cristo en este Evangelio y en la eucaristía. Antes de la proclamación del Evangelio nos ponemos de pie para entonar el Aleluya.


Oraciones de los fieles

1. Por la Iglesia, nuestra madre: para que haga resplandecer ante los pueblos la luz del Evangelio. Roguemos al Señor.

2. Por todos los niños: para que ellos gocen hoy y siempre de un sincero amor familiar. Roguemos al Señor.

3. Por todos nosotros aquí reunidos: para que vivamos abiertos a los signos de los tiempos y respondamos con prontitud a la llamada de Dios y de nuestros hermanos, especialmente los más pobres. Roguemos al Señor.

4. Por nuestro país (se dice el nombre) y todos sus habitantes: para que hoy llegue la luz de Cristo a cada hogar. Roguemos al Señor.

5. Por nuestras comunidades: para que reciban los dones del Señor. Roguemos al Señor.

 

Exhortación Final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 440)

 

Bendito seas, Señor Dios, Padre de todos los hombres,

porque tu amor salvador no tiene fronteras de raza ni lengua.

Hoy alcanza a todos los pueblos tu salvación por Cristo.

Él ha dejado su obra y evangelio en nuestras manos,

como ascuas encendidas para prender fuego a la tierra.

Pero nosotros somos luz que se esconde y sal desvirtuada.

 

Perdona nuestra cobardía y comodidad que todo lo malogra,

y llénanos de la fuerza, valentía y audacia de tu Espíritu

para poder manifestar hoy tu rostro a nuestros hermanos

que preguntan por ti en la desierta soledad de tu ausencia.

Así te manifestamos presente hoy entre los hombres.

 

Amén.

 

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¡Feliz Navidad!:http://www.scalando.com/Moralia/Feliz%20Navidad.htm

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Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

 

Tiempo de Navidad

 

Bautismo del Señor – Ciclo C

7 de enero de 2007

 

Monición de entrada:

 

Hermanos en Cristo, hoy celebramos el Bautismo de Jesús en el río Jordán y con esta fiesta terminamos el gran tiempo navideño. Al salir Jesús del agua, el Padre proclama que Jesús es su Hijo muy amado y el Espíritu Santo se posa sobre Él. Luego de esto, Jesús empieza su misión tal y como la vamos a ver en las dos primeras lecturas. Nosotros también, en virtud de nuestro Bautismo, estamos llamados a continuar la misión de Cristo en el mundo de hoy. Demos gracias a Dios y comencemos cantando con entusiasmo el cántico de entrada.

 

Primera lectura: Isaías 42, 1-4. 6-7 (Miren mi siervo, a quien sostengo)

 

Esta lectura, tomada del libro de Isaías, es el primer cántico del siervo del Señor. Este siervo está llamado por Dios y formado por Él para traer la justicia a las naciones. Él es humilde, pero lleno de fortaleza; es el preferido de Dios y ungido por el Espíritu Santo.  Escuchemos.

 

Segunda lectura: Hechos 10, 34-38 (Dios ungió a Jesús con la fuerza del Espíritu)

 

La segunda lectura es del libro de los hechos de los apóstoles.  Ella resume la enseñanza fundamental sobre Cristo, quien fue bautizado y ungido  por Dios con la fuerza del Espíritu. Por eso tuvo el poder de proclamar el reino de Dios y de curar a los enfermos, porque Dios estaba con Él.  Escuchemos atentamente.

 

Tercera lectura: Lucas 3, 15-16.21-22 (Bautismo de Jesús)

 

El relato del Bautismo de Cristo está tomado del Evangelio según san Lucas. La escena del bautismo de Jesús culmina en una manifestación maravillosa. Se abre el cielo, desciende sobre Jesús el Espíritu Santo, se oye la voz del Padre que anuncia la afiliación divina de Jesús y su complacencia en su Hijo. Padre, Hijo y Espíritu Santo se manifiestan.  Antes de escuchar este relato, cantemos el aleluya.  De pie, por favor.

 

Oración Universal:

  1. Para que todos los bautizados en Cristo, amados y elegidos de Dios, ungidos por el Espíritu Santo, pasemos, como Cristo, haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal, roguemos al Señor.

  2. Para que los padres cristianos, al presentar a sus hijos para el bautismo, sean conscientes de su responsabilidad de transmitirles la vivencia de su fe, roguemos al Señor.

  3. Para que cuantos se sienten oprimidos y habitan en las tinieblas abran las puertas a Cristo, luz de las naciones, roguemos al Señor.

  4. Para que nuestros trabajos, quehaceres, obligaciones, cargos, imitemos a Cristo, que no vino a ser servido sino a servir, roguemos al Señor.

 

 

Exhortación Final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 443)

 

Hoy te bendecimos a boca llena, Señor Dios nuestro,

porque en el bautismo de Jesús realizaste signos visibles

que anunciaban el nuevo bautismo en el agua y Espíritu,

e hiciste descender tu voz desde el cielo para que el mundo

creyese que tu Palabra, Cristo Jesús, habitaba entre nosotros.

Así lo ungiste con el Espíritu como Mesías elegido

y enviado a anunciar la salvación a los pobres.  ¡Gracias!

 

Gracias, Señor, también por nuestro propio bautismo

que nos incorpora a Cristo, a su muerte al pecado y

a su resurrección a la vida nueva que de ti recibimos

por medio de Jesús, tu hijo y nuestro hermano mayor.

 

Amén.

 

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Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

 

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