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Moniciones para el Miércoles Santo
30 de Marzo, 2007, 23:29
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Moniciones para la Misa |
Ciclo C |
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Semana Santa
Miércoles Santo |
4 de abril de 2007 |
LAS LECTURAS DE HOY
Monición de Entrada
Es la víspera del triduo pascual, la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, y la invitación es a que sigamos en actitud de querer recibir muchas bendiciones de parte del todo misericordioso. Puestos de pie, cantamos mientras recibimos al celebrante.
Monición 1era lectura: Isaías 50, 4-9ª No me tapé el rostro ante ultrajes
En esta lectura, Isaías nos invita a que confiemos en Dios porque él nos dará la fortaleza necesaria para que seamos profetas dondequiera que estemos. Escuchemos con atención esta lectura.
Monición al Evangelio: San Mateo 26, 14-25 El hijo de hombre se va, como esta escrito; pero, ¡ay del que va a entregarlo!
Monición al Evangelio: San Mateo 26, 14-25 El hijo de hombre se va, como esta escrito; pero, ¡ay del que va a entregarlo!
Comienza la Pasión, y Jesús comparte su última cena con sus discípulos antes de ser entregado por Judas. Puestos de pie, nos preparamos para la proclamación del Santo Evangelio.
Oración de los Fieles
- Por todos nosotros para que nunca perdamos la fe en el que todo lo puede, Cristo Jesús. Roguemos al Señor.
- Por los que han perdido su fe para que en esta semana santa puedan encontrarse con el Dios de la misericordia. Roguemos al Señor.
- Por los que sufren para que tú les puedas dar consuelo y así puedan seguir hacia delante. Roguemos al Señor.
- Por el Papa, los obispos y sacerdotes para que siempre sean reflejos de Jesús y estén dispuestos a servir siempre. Roguemos al Señor.
Exhortación final: |
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(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada día, San Pablo, España, 1995, p. 164)
Te glorificamos, Padre, porque en su pasión Cristo
inauguró un mundo nuevo, cuyo signo es su sangre vertida;
éste es el vino nuevo del banquete del reino de Dios.
Jesús no hizo alarde de su categoría divina
ni exigió su derecho a ser tratado como lo que era,
sino que adoptó la condición de servidor de todos,
hasta someterse a la muerte, y una muerte de cruz.
Por todo ello, Padre, glorificaste a tu Hijo
resucitándolo del sepulcro y dándole el nombre más sublime;
de suerte que toda rodilla se doble ante él,
y toda lengua proclame en todas partes:
¡Jesucristo es Señor!, para g1oria de Dios Padre.
Amén |
Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. |
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Moniciones para la Vigilia Pascual
30 de Marzo, 2007, 8:40
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Moniciones para la Misa |
Ciclo C |
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"No está aquí. Ha resucitado"
Vigilia Pascual |
7 de abril de 2007 |
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com |

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Haz para ver las lecturas del día: |
Primera lectura Génesis 1, 1-2, 2
Segunda lectura: Génesis 22, 1-18
Tercera lectura: Éxodo 14,15-15,1
Cuarta lectura (Isaías 54, 5-14)
Quinta lectura: Isaías 55, 1-11
Sexta lectura Baruc 3, 9.15.32,4-4
Séptima lectura Ezequiel 36, 16-28
Primera Lectura: Romanos 6, 3-11
Evangelio Lucas 24, 1-12
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"NO ESTÁ AQUÍ. HA RESUCTIADO". |
LAS LECTURAS DE HOY
(todo lo que está en rojo no es para ser leído en voz alta, es una guía para el monitor)
I.-Lucernario y Pregón Pascual
(Se comienza la Vigilia Pascual fuera de la Iglesia para allí hacer la Liturgia de la Luz).
Muy buenas noches, queridos hermanos y hermanas. La celebración de la Vigilia Pascual es la fiesta más importante del año cristiano. Esta fiesta es grande. Esta noche es especial para la comunidad cristiana. Cristo resucitado, ha vencido a la muerte. Cristo ha pasado de la muerte a la Vida. Es la Pascua del Señor. Pero la Pascua de Cristo es también nuestra pascua. En la muerte de Cristo, nuestra muerte ha sido vencida y en su resurrección hemos resucitado todos.
Esta celebración tiene 4 partes:
1.Rito de la Luz
2.Liturgia de la palabra
3.Liturgia bautismal
4.Liturgia Eucarística
La primera parte de esta ceremonia es la bendición del fuego y procesión con el Cirio Pascual. Cristo triunfante y vencedor es simbolizado en la LUZ que se impone sobre las tinieblas. Y nuestros pequeños cirios simbolizan que queremos prolongar la LUZ y el triunfo de Cristo.
(Invitar a los presentes a pasar al lugar designado para la bendición del fuego. Las luces del templo deben estar apagadas).
II.-Liturgia de la Palabra
Esta segunda parte se llama Liturgia de la Palabra. Con el Pregón Pascual hemos entrado en la noche Santa de la resurrección del Señor. Los primeros cristianos pasaban esta noche en vela, amanecían recordando la historia del pueblo, los acontecimientos que para ellos fueron importantes y la actuación de Dios en ellos.
Primera lectura Génesis 1, 1-2, 2
Esta primera lectura relata el comienzo de la historia de la salvación. Dios crea todas las cosas, incluyendo al hombre y a la mujer, y queda complacido al mirar que todo cuanto ha creado es bueno. Toda la creación le ha sido confiada a la criatura por excelencia, el ser humano, para que se sirva de ella. Es el plan de Dios que el hombre y la mujer, creados a su imagen y semejanza, tengan vida abundante y le sirvan y honren en todo momento. Escuchemos con atención.
(Concluida la lectura, y luego del Salmo correspondiente, nos ponemos de pie mientras el celebrante hace una oración. Terminada la oración nos sentamos.)
Segunda lectura: Génesis 22, 1-18
Dios está presente en la historia de los hombres y las mujeres y los llama. Abraham es un hombre que supo responder a esa llamada de Dios, incluso cuando pensó que Dios le exigía la muerte de su hijo. Pero Dios no quiere muerte, sino vida.
(Concluida la lectura, y luego del Salmo correspondiente, nos ponemos de pie mientras el celebrante hace una oración. Terminada la oración nos sentamos.)
Tercera lectura: Éxodo 14,15-15,
La historia del pueblo Israel está marcada por un hecho fundamental, un hecho que será su Pascua: el recuerdo del paso de la esclavitud a la libertad. Escucharemos ahora ese relato lleno de maravilla y de gozo. El nacimiento de un pueblo que empieza a ser libre y que reconoce que eso es obra de Dios.
(Concluida la lectura, y luego del Salmo correspondiente, nos ponemos de pie mientras el celebrante hace una oración. Terminada la oración nos sentamos.)
Cuarta lectura (Isaías 54, 5-14)
El profeta Isaías nos habla a continuación de las riquezas de la salvación. Dios tiene en sus manos todos los bienes y los pone a disposición de su pueblo. “Quien tenga necesidad que venga a mí”, dice el Señor por boca de su profeta. Dios promete sellar con su pueblo una alianza eterna y la palabra de su boca no regresará a Él sin haber sido cumplida. Escuchemos con toda atención.
(Concluida la lectura, y luego del Salmo correspondiente, nos ponemos de pie mientras el celebrante hace una oración. Terminada la oración nos sentamos.)
Quinta lectura: Isaías 55, 1-11
El profeta Isaías nos ofrece su palabra y de parte de Dios la alianza perpetua. Dios se acerca al hombre por su palabra que anuncia la salvación y también madura y transforma al hombre. Pongamos atención a este mensaje de amor.
(Concluida la lectura, y luego del Salmo correspondiente, nos ponemos de pie mientras el celebrante hace una oración. Terminada la oración nos sentamos.)
Sexta lectura Baruc 3, 9.15.32,4-4
Usando como instrumento al profeta Baruc, Dios invita nuevamente al pueblo de Israel, y también nos invita a nosotros hoy, a dejar el pecado y a seguir lo que le agrada a Él. Escuchemos.
(Concluida la lectura, y luego del Salmo correspondiente, nos ponemos de pie mientras el celebrante hace una oración. Terminada la oración nos sentamos.)
Séptima lectura Ezequiel 36, 16-28
El pueblo de Israel en el exilio se aleja de Dios, se torna desobediente y comienza a practicar la idolatría. La conducta del pueblo desacreditaba el buen nombre de Dios. Nuestra conducta y actitudes también pueden hacer que el mundo pregunte: “¿No son estos, acaso, los que se hacen llamar hijos de Dios?” Pero Dios no renuncia a su plan salvífico y nos redime, no por nuestros propios méritos, sino por su inmensa misericordia y por su amor sin límites. Escuchemos con corazón bien dispuesto.
(Concluida la lectura, y luego del Salmo correspondiente, nos ponemos de pie mientras el celebrante hace una oración. Terminada esta oración se encienden los cirios del altar y se canta el Gloria. Luego el celebrante procede a la Oración Colecta. Terminada la oración nos sentamos).
Gloria
En el silencio de esta noche, estamos recordando la constante y siempre renovada acción de Dios para dar la vida al hombre. Por eso, y antes de escuchar las lecturas de la Nueva Alianza, cantamos el himno de alabanza a Dios. La gloria de Dios es la vida del hombre: Gloria a Dios.
Primera Lectura: Romanos 6, 3-11
Hemos escuchado las lecturas, historia antigua, también hemos escuchado la voz del profeta. Para nosotros la comunicación de vida iniciada en la aurora de la historia y trabajada en el curso de los siglos, se realiza como nunca en Jesucristo. En Jesucristo y en nosotros.
Antes del Aleluya
Pongámonos de pie (se hace una breve pausa). Después el silencio vigilante de la semanas de Cuaresma, cantamos hoy de nuevo el canto de alegría, el aleluya. Es el solemne anuncio de la Resurrección. “No está aquí ha resucitado”.
Evangelio Lucas 24, 1-12
Las mujeres, algunas de ellas recordadas por nombres propios, se convierten en las primeras mensajeras de la resurrección de Jesús. Cristo ha resucitado ¡Aleluya! ¡Aleluya!. “Este es el día que hizo el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo”.
III.-Liturgia del Bautismo
Queridos hermanos y hermanas: hemos escuchado la Palabra de Dios que nos anuncia la vida nueva de Jesús. Ahora, esta vida nueva se nos hará signo cercano. El agua del Bautismo será ahora el centro de nuestra reunión, el agua que nos sumerge en la vida nueva que nos hace hijos de Dios.
Oración Universal:
Después de cada invocación todos respondan, por favor: Cristo resucitado, escucha nuestra oración.
1. Para que llegue a todos los hombres la vida nueva de Jesucristo, la vida nueva que es paz, justicia y amor verdadero. Oremos.
2. Para que la Iglesia, todos nosotros, sepamos comunicar a las mujeres y a los hombres, jóvenes y mayores, la luz renovada del Evangelio. Oremos.
3. Por todos los que en este tiempo de Pascua reciben la gracia del Bautismo, de la Confirmación y de la Primera comunión, que encuentren en nosotros ejemplo de vida evangélica. Oremos.
4. Por los que en este país, y en todo el mundo, comparten el dolor de la pasión de Jesús, que encuentren compañía y ayuda eficaz. Oremos.
5. Finalmente, oremos por todos los que estamos aquí en esta noche, reunidos para celebrar la Resurrección del Señor y renovar nuestra fe bautismal, para que aquellos que creemos sea vida renovada en nosotros. Oremos.
IV.-Liturgia de la Eucaristía
Con la Eucaristía llegamos al momento culminante, el más importante de la celebración de esta noche. Glorifiquemos y demos gracias al Padre porque en Cristo resucitado nos abre el camino de la vida.
Exhortación final: |
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(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada día, San Pablo, España, 1995, p. 173)
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Moniciones para el Viernes Santo
30 de Marzo, 2007, 8:27
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Moniciones para la Misa |
Ciclo C |
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Semana Santa
Viernes Santo |
6 de abril de 2007 |
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com |

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Haz para ver las lecturas del día: |
Is 52, 13-53.12: Fue traspasado por nuestras rebeliones;
He 4,14-16; 5-7: Se convirtió en causa de salvación;
Jn 18, 1-19: 42: Pasión de nuestro Señor Jesucristo. |
PASIÓN Y CRUZ DE CRISTO |
LAS LECTURAS DE HOY
Monición de Entrada
Esta tarde estamos reunidos para celebrar la muerte victoriosa de Cristo en la cruz. Contemplemos y meditemos en Jesús: el Cordero sacrificado por nuestra liberación. La muerte de Cristo fue la causa de que nuestra muerte fuera vencida.
Jesús, el Señor, muere en la cruz. Y nosotros estamos aquí movidos por la fe, por la admiración, por el agradecimiento, por el amor. Porque su Sangre, su Cruz, son la fuente de nuestra vida, la luz de nuestro camino, la fuerza que nos transforma.
La celebración de hoy no es la Eucaristía, la Iglesia no celebra la misa en este día. La liturgia de hoy tiene cuatro partes: lectura de la Palabra de Dios, oración de los fieles, veneración de la Cruz y la distribución de la Sagrada Eucaristía reservada anoche.
Comencemos hoy nuestra celebración en silencio. Después nos arrodillaremos orando ante Jesús desde lo más profundo de nuestro corazón.
Primera lectura: Is 52,13-53,12 (Fue traspasado por nuestras rebeliones)
Este poema del profeta Isaías describe la pasión salvadora y gloriosa del siervo del Señor. Sobre él cayeron los pecados de todos los seres humanos. Para nosotros estas profecías, escritas muchos años antes de Cristo, nos hablan de Jesús el Cristo. Escuchemos.
Segunda lectura: Hb 4, 14-16; 5, 7-9 (Se Convirtió en causa de salvación)
Cristo, que nos señaló y nos abrió el camino hacia la salvación, pasó por todos los sufrimientos y debilidades humanas, menos el pecado. Cristo, es el sumo Sacerdote, con Dios y entre nosotros. Escuchemos con atención.
Tercera lectura: Jn 18, 19-22 (Pasión de nuestro Señor Jesucristo)
Escucharemos el relato de la Pasión según san Juan, ésta es una continuación de la última cena y del discurso de despedida. Un tema predominante en es el de la “hora” de Jesús. Pongan atención a esta gran lección de generosidad.
Introducción a la oración universal:
Hoy, ante Jesús que da la vida por la humanidad entera, nuestra oración debe ser más intensa, para que a todos llegue la vida que nace de la cruz. Unámonos, pues, ahora, en oración para que el fruto de la salvación alcanzada por Cristo en la cruz llegue a todos.
(El presidente inicia desde el Misal o el Libro de la Sede la Oración Universal, especial para hoy).
De entre las oraciones que se proponen en el Misal, el sacerdote puede escoger aquellas se acomodan mejor a las condiciones del lugar, pero de tal modo que se mantenga el orden de las intenciones que se propone para la oración universal.
Introducción antes de la veneración de la Cruz:
Para los cristianos, la cruz es el instrumento elegido por Cristo para nuestra salvación. Es el signo del amigo que entrega su vida por aquel que ama. Desde la Cruz Cristo es proclamado Redentor y Salvador.
Recibamos ahora, en medio de nuestra asamblea, la cruz de Jesucristo. En él está nuestra salvación, nuestra vida y nuestra resurrección. Dispongámonos a adorar a nuestro Salvador, porque él ha muerto para darnos vida. Todos nos iremos acercando a venerar la Cruz. Luego tendremos la Sagrada Comunión para aquellos que están debidamente preparados. La Eucaristía que ayer celebrábamos nos alimenta también hoy, mientras esperamos compartir, mañana por la noche, la Eucaristía de la Pascua.
Exhortación final: |
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(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada día, San Pablo, España, 1995, p. 171)
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Moniciones para el Jueves Santo
30 de Marzo, 2007, 7:06
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Moniciones para la Misa |
Ciclo C |
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Semana Santa
Jueves Santo |
5 de abril de 2007 |
LAS LECTURAS DE HOY
Monición de Entrada
Buenas noches, queridos hermanos: con la Misa vespertina de hoy damos comienzo al sagrado Triduo Pascual. En el Triduo Pascual celebramos, como Iglesia, los grandes misterios de nuestra salvación: el viernes de Cristo muerto, el sábado de Cristo sepultado y el domingo de Cristo resucitado. Estos días no son un simple recuerdo, en ellos se hace presente y se realiza el misterio de la Pascua: el paso del Señor de este mundo al Padre. Que todos saquemos muchos frutos de estas celebraciones y nos unamos en íntima comunión con Cristo. Como signo de gratitud por estos dones, todos unidos entonemos el canto de entrada.
Primera lectura: Ex 12, 1-8, 11-14 (La cena pascual judía)
Los israelitas hacían cada año la Cena de Pascua con la que conmemoraban su liberación de Egipto. Es la misma Última Cena que Cristo, como buen israelita, realiza con sus discípulos, inaugurando para todos una nueva liberación del egoísmo y del mal que a todos tantas veces nos domina.
Segunda lectura: I Cor 11, 23-26 (La cena del Señor)
Esta segunda lectura nos recuerda la tradición en la Iglesia de la Cena del Señor. La Eucaristía es el Sacramento de la unión y del servicio a los demás. Pongamos atención.
Tercera lectura: Jn 13, 1-15 (El lavatorio de los pies)
Jesús lava los pies de sus discípulos, una tarea que era propia de esclavos. Con este gesto inesperado, hace visible la actitud de rebajamiento y de servicio que caracteriza su presencia en la comunidad. Entonemos la aclamación, para luego escuchar este conmovedor mensaje.
Monición antes del lavatorio de los pies
En estos momentos, queridos hermanos, damos inicio al lavatorio de los pies. El celebrante, imitando el gesto de Jesús lavará los pies a doce personas de nuestra comunidad. Con este gesto Jesús nos enseñó que tenemos que amarnos los uno a los otros. La expresión máxima de amor es el servicio desinteresado y generoso a los demás.
Oración Universal
A cada invocación ustedes respondan por favor: Señor, ayúdanos a servir a los demás
1. Por el Obispo y los sacerdotes de nuestra Iglesia diocesana: para que vivan su sacerdocio como servicio incansable, especialmente a los más pobres y lo vivan en donación sin límites a Cristo, presente en sus hermanos. Oremos al Señor.
2. Por todo el pueblo cristiano: para que en ti, que lavas los pies a los apóstoles, y en la mesa pascual partes el pan y ofreces el cáliz, sepa reconocer los grandes signos de tu realeza y de tu amor. Oremos al Señor.
3. Por los cristianos divididos: para que este memorial de la santa Cena haga resonar en su espíritu la ardiente llamada a la unidad que hiciste en tu oración sacerdotal al Padre. Oremos al Señor.
4. Por los hombres prisioneros del placer y de la violencia y por todos los invitados ausentes del banquete de la fraternidad: para que se den cuenta de que has orado sobre todo por ellos y te has ofrecido al Padre como cordero inocente y manso. Oremos al Señor.
5. Por todos nosotros, que compartimos el pan del cielo en la mesa eucarística: para que estemos dispuestos a compartir los valores y los bienes de este mundo con los que tienen hambre y sed de justicia y de misericordia. Oremos al Señor.
Monición después de la oración final
El sacerdote y los ministros del altar se preparan para llevar en procesión el Santísimo Sacramento al altar de reserva (se hace una pausa). En estos momentos los ministros van quitando los ornamentos y velas del altar en el presbiterio. Jesús también fue despojado de sus vestiduras, cumpliéndose la profecía: “se repartieron entre sí mis vestidos y echaron a suerte mi túnica".
Comenzamos ahora un tiempo sagrado de profunda oración y reflexión sobre los acontecimientos que llevaron a los líderes del pueblo y los romanos a la decisión de crucificar a Jesús.
Recepsión de los Santos Óleos
Exhortación final: |
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(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada día, San Pablo, España, 1995, p. 169)
Te bendecimos, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
con todos los creyentes y los pobres de todo el mundo,
porque el cuerpo de Cristo es el pan que nos fortalece
y su sangre es el vino de la fiesta pascual que nos reúne.
Te glorificamos, Dios nuestro, al partir el pan
y te damos gracias cuando alzamos nuestra copa,
porque son el cuerpo y la sangre de tu Hijo amado.
Gracias a él son posibles el cielo y la tierra nuevos,
el amor, la paz y la fraternidad entre los hombres.
Concédenos tu Espíritu para seguir creyendo y amando
porque ése es tu mandato y nuestro empeño para siempre.
Amén |
Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. |
  
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Moniciones para el Martes Santo
29 de Marzo, 2007, 23:04
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Moniciones para la Misa |
Ciclo C |
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Semana Santa
Martes Santo |
3 de abril de 2007 |
LAS LECTURAS DE HOY
Monición de Entrada
Las lecturas nos invitan a que seamos mensajeros de la palabra de Dios, que el nos esta llamando para que le sirvamos, proclamemos que el esta vivo en cada uno de nosotros y demos siempre gracias. Puestos de pie, cantamos, mientras recibimos al celebrante.
Monición 1era lectura: Isaías 49, 1-6 Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra
Isaías a través de esta lectura nos quiere decir que Dios, nos elige a cada uno de nosotros desde el vientre de nuestra madre para un propósito dentro de su plan divino, esta de nosotros responder. Escuchemos con atención esta lectura.
Monición al Evangelio: San Juan 13, 21-33. 36-38 Uno de ustedes me va a entregar… No cantara el gallo antes que me hayas negado tres veces
Jesús se entrega libremente porque nos amaba, ya el sabia por lo que pasaría pero lo hizo porque siempre quiso hacer la voluntad de su padre y porque quería redimirnos. Puestos de pie, cantamos, mientras recibimos al celebrante.
Oración de los Fieles
- Por cada uno de nosotros para que seamos proclamadotes del mensaje de Dios dondequiera que nos encontremos. Roguemos al Señor.
- Para que nunca neguemos su existencia y defendamos nuestra fe siempre puesta en el Señor. Roguemos al Señor.
- Para que más personas busquen de Dios y se entreguen a él por completo. Roguemos al Señor.
- Por las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa para que mas personas escuchen la voz de Dios y se entreguen a su servicio y al servicio de los demás. Roguemos al Señor.
Exhortación final: |
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(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada día, San Pablo, España, 1995, p. 162)
Hoy te alabamos, Padre, y acatamos tus designios
porque se acerca la hora final de Cristo en su pasión,
la hora del cáliz en Getsernaní, la gloria de su cruz.
Se echa encima la noche tenebrosa de la traición.
Jesús se entrega; el amor es traicionado y negado.
Concédenos, Señor, responder a tu amor fielmente,
a pesar de nuestra innata y manifiesta debilidad.
Queremos demostrar con nuestra vida que el amor es amado,
porque si grande es nuestro pecado, mayor es tu bondad.
Haz brillar pronto sobre nosotros el día de tu gloria,
la pascua esplendorosa de la nueva alianza en Cristo.
Amén |
Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. |
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Moniciones para el Lunes Santo
29 de Marzo, 2007, 23:00
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Ciclo C |
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Semana Santa
Lunes Santo |
2 de abril de 2007 |
LAS LECTURAS DE HOY
Monición de Entrada
Hoy iniciamos la semana y las lecturas nos van acercando más a ese momento en donde Jesús va a morir por cada uno de nosotros. Dios nos ha regalado una alianza y es que envió ha su único hijo para que nosotros creamos en él y para que seamos salvados de todo mal. Puestos de pie, cantamos, mientras recibimos al celebrante.
Monición 1era lectura: Isaías 42, 1-7 No gritara, no voceará por las calles
El profeta Isaías hace en esta lectura una descripción de un Dios poderoso y misericordioso, el nos cuenta que Dios le ha parecido bien salvarnos, dándonos lo mejor que tiene: su hijo, Jesús. Escuchemos con atención este mensaje.
Monición al Evangelio: San Juan 12, 1-11 Déjala; lo tenia guardado para el día de mi sepultura
San Juan nos recuerda en este evangelio que Jesús sello una alianza firme y eterna de salvación con nosotros como regalo de Dios, y nos invita ha dar de lo mejor de nosotros como lo hizo su madre Maria. Puestos de pie, nos preparamos para la proclamación del Santo Evangelio.
Oración de los Fieles
- Por cada uno de nosotros para que en esta semana santa podamos dar lo mejor de nosotros ayudando a los demás. Roguemos al Señor.
- Para que siempre recordemos el sacrificio que hizo Jesús en la cruz por cada uno de nosotros. Roguemos al Señor.
- Por todos los que salen de misiones en esta semana para que tú los bendigas y les des fortaleza. Roguemos al Señor.
- Por los jóvenes para que busquen de Jesucristo que es nuestro único amigo y redentor. Roguemos al Señor.
Exhortación final: |
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(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada día, San Pablo, España, 1995, p. 160)
Hoy te bendecimos, Padre, por muchos motivos;
Porque Cristo es tu servidor fiel y compasivo,
que no vino a quebrar la caña cascada ni a apagar
la mecha que todavía humea, sino a liberar al oprimido;
porque él es el grano de trigo que muere en el surco
en siembra fecunda que da mucho fruto para ti;
porque él estableció tu Reino no por la fuerza,
sino por la humillación, la afrenta y la cruz.
Todo ello anticipa la primavera de la pascua
y nos evoca la fragancia pascual de nuestro bautismo,
Por todo esto y mucho más, ¡gracias, Señor!
Amén |
Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. |
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Moniciones para el Domingo de Ramos - Ciclo C
26 de Marzo, 2007, 21:44
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Moniciones para la Misa |
Ciclo C |
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Semana Santa
Domingo de Ramos en la Pasión del Señor |
6 de abril de 2007 |
Monición de entrada
Queridos hermanos en Cristo: empezamos hoy la Semana Santa. Esta es una semana solemne en la que queremos vivir con Cristo, su Pasión, Muerte y Resurrección. Hoy conmemoramos la entrada victoriosa de Cristo en Jerusalén para consumar su misterio Pascual. También leemos la Pasión en donde Cristo, el Siervo, cumple su misión de Servidor, entregando su vida al servicio de todos nosotros. Hoy acompañaremos al Señor, que misteriosamente está presente con nosotros, con las palmas en las manos, con cantos en nuestra boca y una gran alegría en el corazón; recibamos al Mesías pobre y humilde como nuestro Rey y nuestro Salvador.
Primera lectura: Is 50, 4-7 (El Siervo paciente del Señor)
El profeta Isaías nos hablará del siervo que se entrega al servicio de todos nosotros. Cristo es el siervo fiel que sufrió para salvarnos. En la lectura se menciona: “El Señor me ha abierto el oído”. Pidamos que Dios nos abra el corazón para recibir el mensaje que Él quiere comunicarnos en esta primera lectura.
Segunda lectura: Filipenses 2, 6-11 (Se rebajó a sí mismo; por eso Dios lo exaltó)
El apóstol Pablo nos invita a seguir a Jesús en su Pasión, humillado y despreciado por la gente; le veremos exaltado a la derecha el Padre. Nosotros también debemos humillarnos con Él para que podamos participar en su gloria. Escuchemos.
Tercera lectura: Lucas 22, 14-23, 56 (Pasión de nuestro Señor)
La lectura de la pasión del Señor tan sobrecogedora y elocuente por sí misma que se impone el silencio para meditarla y vivirla en la fe y en el amor. Hermanos, pongamos atención y escuchemos con reverencia este gran mensaje de amor que san Lucas nos narra.
Oración Universal
A cada invocación ustedes respondan por favor: Por la Pasión de tu Hijo, escúchanos, Señor.
1. Por la Santa Iglesia: para que viviendo en la fe el misterio de la Pasión, recoja del árbol de la cruz el fruto de la esperanza. Roguemos al Señor.
2. Por todos aquellos que no creen: para que como el centurión al pie de la cruz, vean en la muerte redentora de Cristo el signo irresistible de la gloria divina. Roguemos al Señor.
3. Por los inocentes y perseguidos, y por los que se escandalizan a causa de las injusticias: para que no decaiga su certeza pascual de la victoria del bien sobre el mal. Roguemos al Señor.
4. Por los agonizantes: para que sientan junto a ellos la presencia del siervo obediente que, muriendo en la cruz, confió su espíritu en las manos del Padre. Roguemos al Señor.
5. Por los jóvenes, para que sepan responder con generosidad a la llamada del Señor a la vida religiosa y sacerdotal. Roguemos al Señor.
6. Por todos nosotros: para que aprendamos en la escuela del Señor a vivir cada día en plena adhesión a la voluntad divina y a compartir la enfermedad y el sufrimiento del prójimo. Roguemos al Señor.
7. Por los países en guerra y en conflictos internos: para que reina la paz y la concordia. Roguemos al Señor.
Exhortación final: |
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(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 463)
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Homilía para el Domingo de Ramos - Ciclo C
26 de Marzo, 2007, 21:31
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En Camino
Homilía para el Domingo |
Ciclo C |
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Semana Santa
Domingo de Ramos en la Pasión del Señor |
1 de abril de 2007 |
Autor: Neptalí Díaz Villán CSsR. Fuente: www.scalando.com |

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- Procesión: Lc 19,28-40
- 1ra lect.: Is 50,4-7
- Sal 21
- 2da lect.: Flp 2,6-11
- Evangelio: Lc 22,14-23-56 |
La grandeza de Jesús |
Cuando los monarcas de la antigüedad hacían sus campañas expansionistas y lograban dominar una ciudad con la fuerza de su poderoso ejército, podían entrar triunfantes a tomar posesión. En este acto solemne, no podía faltar una gran calle de honor con sus respectivos trompetistas para rendirle homenaje a la grandeza del nuevo monarca, quien entraba caminando sobre una imponente alfombra roja que simbolizaba el poder. Mientras caminaba el distinguido personaje, caían sobre su humanidad divinizada, miles de pétalos de flores, lanzadas muy sensualmente por hermosas doncellas, todas ellas dispuestas a satisfacer las apetencias del nuevo señor. (Aunque algunos monarcas preferían amanecer en los brazos de un cuerpo peludo y fornido).
Hoy celebramos la entrada de Jesús a Jerusalén para la celebración de la pascua. Fiesta popularmente conocida como el Domingo de Ramos o entrada triunfal de Jesús a la Ciudad Santa. Aunque más que una entrada triunfal fue una entrada profética y una manifestación pacífica, que brotó de los ánimos de los creyentes que reafirmaron su fe en el Dios que salva, y le dieron a Jesús un voto de confianza, pues descubrían en él a un ungido por Dios, a diferencia de la jauría de mastines que gobernaba la ciudad, que de santa no tenía nada.
A diferencia de los grandes monarcas que doblegaban a los pueblos y entraban triunfantes a tomar posesión de las ciudades, Jesús no doblegó a nadie. Su entrada no fue triunfal; fue una manifestación profética. Su grandeza no se demostró en los imponentes vestidos que no vistió, ni en las trompetas que no lo acompañaron en su entrada a Jerusalén. Su dignidad no se demostró en el poderoso caballo que no montó, ni en las lujosas alfombras que no cubrieron el piso porque sencillamente no existieron para él. Su nobleza no fue ratificada por la lluvia de flores aromáticas que no lanzaron las sensuales doncellas que no estuvieron presentes en su entrada, por los coros que no cantaron y menos por el poderoso ejército que nunca formó para tomarse el poder que nunca quiso, porque él vino no para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate de muchos (Mc 10,42-45; Mt 20,25-28; Lc 22,25-27).
La dignidad de Jesús estuvo en sí mismo, en su grandeza y calidad humana, y en la profunda y muy peculiar experiencia de Dios, su Padre. Su más grande legado fue Él mismo y su manera de vivir ante Dios y ante los demás seres humanos. Como dijo Guirarde Giulo: “Entonces a quien nos pregunte lo que Cristo ha dado de nuevo a nuestra vida, no tenemos finalmente sino una respuesta: Cristo. Su aporte más verdadero y más transformador no es lo que ha dado sino lo que Él es, con el Padre y con el Espíritu Santo. Su novedad no está en los dones que ofrece sino en el amor por el cual Él se ha entregado”.
Por esa misma línea, Pablo, en su carta a los filipenses (Fil 2,1-11) invitó a dicha comunidad a vivir en el amor, a no hacer nada por rivalidad ni por vanagloria, sino a practicar la humildad y a apreciar los valores de los demás, aún más que los propios. A evitar los intereses mezquinos y a buscar el bien común, impulsados por los mismos sentimientos que tuvo Cristo, cuya grandeza consistió en lo que él llamó el anonadamiento, es decir, en el abajamiento: “Siendo de condición divina, no se aferró a su igualdad con Dios; al contrario, se anonadó a sí mismo y tomó la condición de esclavo. Hombre igual a todos y con las apariencias de un hombre cualquiera, se humilló haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz.”
Su grandeza estuvo en la humildad con la que siempre vivió y en la forma como permitió que por medio de su Palabra y de su obra, Dios manifestara su amor misericordioso a toda la humanidad. Cuando habló no lo hizo para ser alabado, ni para imponer su sabiduría, sino que para iluminar el camino de las personas. En su vida no encontramos actitudes mezquinas, egoístas ni altaneras, y jamás se le ocurrió buscar los primeros puestos, ni su acomodo desconociendo el bien común.
No dio fórmulas mágicas ni consejos a granel, sin bajarse de su estrado y sin conocer la realidad de cada persona, como hacen algunos consejeros espirituales, más con un afán de protagonismo que con un deseo sincero para que las otras persona encuentren su propio camino de realización. No vio la miseria humana desde la ventanilla de un carruaje que nunca tuvo. Vivió como uno de tantos, como un hombre cualquiera, con una gran diferencia: lo hizo todo con la grandeza de quien sabe amar de verdad, hasta dar su vida por la causa de una humanidad nueva, libre, justa y feliz.
Sin duda podemos aplicarle el cántico del Siervo de Yahvé que nos presenta el profeta Isaías (1ra lect). Él estuvo siempre atento a la voz de Dios manifestada por medio del pueblo necesitado. No le dio la espalda a las injusticias ni al dolor humano para evitar problemas, sino que les puso el rostro y enfrentó la situación con decisión, pero sin violencia. Le metió el hombro al trabajo por el Reino y ofreció siempre una voz de aliento al abatido, aunque pusiera en riesgo sus propias seguridades personales.
Ese trabajo comprometido tuvo un desenlace violento porque la baja humanidad actúa siempre de manera cruel y sin piedad, con quien se atreve a superarla y construir algo mejor. Su trabajo comprometido lo hizo sudar gotas de sangre como lo afirma Lucas en la Pasión que leemos este año. Lo llevó a asumir la cruz, no porque la buscara sino porque era una consecuencia lógica de su compromiso con la vida y un camino necesario para llegar a la victoria final.
Despojémonos de nuestras capas y de todo lo que nos ofrece falsas seguridades. Abramos un ancho espacio para que el hombre profeta de Nazareth, entre en nuestra vida. Caminemos tras él y asumamos como propios su causa y su compromiso por la vida.
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Moniciones para el V Domingo de Cuaresma Ciclo C
19 de Marzo, 2007, 22:21
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Moniciones para la Misa |
Ciclo C |
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Tiempo de Cuaresma
V Domingo |
25 de marzo de 2007 |
Monición de entrada
Este V Domingo de Cuaresma nos lleva hasta la etapa de aquellos hombres inspirados por el Espíritu que prepararon la venida de Nuestro Señor Jesucristo: los profetas. El Señor actuó a favor de su pueblo mediante el signo del agua, como lo hace ahora en el Bautismo. Nos toca a nosotros vivir esta última oportunidad para purificarnos mediante la Penitencia para beber el agua que da la Vida. Puestos de pies, entonamos el canto para recibir a los ministros de esta celebración.
Primera lectura: Isaías (Miren que realizo algo nuevo; ya está brotando)
Vamos a escuchar un breve cargamento del libro del profeta Isaías, donde se explica el retorno de Babilonia a Jerusalén como un nuevo éxodo. El texto asegura que Dios abre un camino en el desierto, para que Israel pueda atravesarlo con facilidad y con seguridad. Escuchemos.
Segunda lectura: Filipenses (Todo lo estimo pérdida comparado con Cristo)
Presten mucha atención a este corto pasaje de carta de san Pablo a los filipenses. El autor subraya con fuerza el valor incomparable que tiene para él el conocimiento de Jesucristo. En comparación con Cristo, cualquier otra cosa, por importante que parezca, resulta superflua, e incluso negativa. Oigamos.
Tercera lectura: Juan 8, 1-11 (El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra)
Un día por la mañana, al amanecer, estaba Jesús en el templo y mientras hablaba se le presentó una desagradable sorpresa, según la describe la bella pluma del evangelista San Juan. Los letrados y fariseos le trajeron una mujer sorprendida en flagrante adulterio. “La ley establece que mujeres como estas deben morir ‘apedreadas’. ¿Tu que dices?”. “...El que no tenga pecado lance la primera piedra”. La respuesta de Jesús fue una sorpresa para ellos. Unos tras otros se fueron retirando, comenzando por los más viejos. Se quedaron sólo Jesús y la acusada. Jesús le dice ‘Mujer’ ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado? Yo tampoco te condeno. Vete y en adelante no vuelvas a pecar”. De pie, por favor, para escuchar al Señor.
Oración Universal:
- Para que la Iglesia sea a los ojos del mundo signo de esperanza, acogiendo a todos, animando, consolando, roguemos al Señor.
- Para que nuestra sociedad, injusta e hipócrita, que busca lo que la escandaliza y fomenta lo que luego condena, asuma su culpa y procure el remedio, roguemos al Señor.
- Para que los delincuentes y marginados encuentren en todos la ayuda la ayuda fraterna para salir de su postración, roguemos al Señor.
- Para que nuestros adolescentes y jóvenes pueden descubrir la llamada de Dios a la vida religiosa y sacerdotal, roguemos al Señor.
- Para que no nos creamos sin pecado y no nos erijamos en jueces de los demás, como acusadores de la mujer adúltera, y aprendamos de Cristo a ser comprensivos, roguemos al Señor.
Exhortación final: |
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(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 460)
Es justo bendecirte, Padre, porque en Jesús de Nazaret
dejaste al descubierto la hipocresía que nos corroe por dentro.
¡Pobre mujer adúltera! Todos la señalaban con el dedo, todos,
pero Jesús la perdonó y le devolvió su dignidad perdida.
Qué lección para nosotros, fiscales aficionados y baratos,
que denunciamos y encasillamos fácilmente a los demás.
Tú, en cambio, brindas siempre una segunda oportunidad.
Ante ti, Señor, todos somos imperfectos y pecadores;
reconocerlo es nuestra salvación, la única salida airosa.
Rehabilitados por tu perdón como personas e hijos tuyos,
estamos alegres y te damos gracias por siempre, Señor.
Amén. |
Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. |
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Homilia para el V Domingo de Cuaresma
19 de Marzo, 2007, 22:18
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En Camino
Homilía para el Domingo |
Ciclo C |
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Tiempo de Cuaresma
V Domingo |
25 de marzo de 2007 |
Autor: Neptalí Díaz Villán CSsR. Fuente: www.scalando.com |

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Haz para para ver las lecturas de hoy |
- 1ra lect.: Is 43,16-21
- Sal 125
- 2da lect.: Filp 3,8-14
- Evangelio: Jn 8,1-11 |
Recordar lo antiguo |
Una tendencia que no deja crecer a las personas o a las instituciones es hacer siempre lo mismo porque eso es ha funcionado así por mucho tiempo. ¿Para qué cambiar las estructuras de la Iglesia si han funcionado por tantos años? ¿Para qué cambiar las estrategias en la pastoral, si nos hemos mantenido siempre? ¿Para qué cambiar los equipos de una fábrica, la diagramación de una revista, el estilo de un noticiero, la programación de un canal o algo tan sencillo como la decoración de un apartamento, si con esa fórmula han funcionado bien las cosas? ¿Para qué cambiar la pedagogía, la política, la teología… en fin… para qué nos complicamos tanto?
El primer domingo de cuaresma hablábamos de la memoria histórica y su importancia en nuestra vida de fe tanto a nivel personal como colectivo. Como un complemento de esta reflexión, el profeta Isaías en el texto que hoy leemos, invita a sus lectores a no quedarse en el pasado.
Es muy importante hacer memoria de los acontecimientos históricos, pero no para quedarnos ahí, ni para vivir de ellos, como quien añora el pasado por aquello de que “todo tiempo pasado fue mejor.”
El profeta se refiera específicamente a los acontecimientos del Éxodo que deben ser recordados, no para quedarse en el pasado sino para hacer otro éxodo de salvación. Porque recordarlos simplemente como unos datos históricos y seguir en lo mismo es una tontería. Dios se sigue manifestando en nuestra historia y es preciso descubrir su presencia entre nosotros, para dejar atrás algunas realidades negativas, otras buenas que podrían ser superadas y abrirnos a una nueva experiencia con Él. “No se queden recordando lo antiguo, no piensen en cosas del pasado, ahora que voy a hacer algo nuevo; ya se vislumbra, ¿no lo perciben? Voy a abrir un camino en el desierto, y ríos que lo rieguen.” (Is 43,18-19)
Yo tampoco te condeno
A la religión, así como a todo lo que atañe al ser humano, no la podemos desligar de las realidades propias de su tiempo. Es claro que la Ley de Dios buscaba la construcción de un pueblo armonioso, digno, libre y justo, ante Dios y ante los demás seres humanos. Pero no podemos aplicar la Ley de manera irracional, sin tener en cuenta, las reales necesidades del ser humano de hoy y los aportes de las ciencias modernas. No podemos desconocer que fue promulgada en una cultura antigua, patriarcal y androcéntrica (centrada en el varón), muy diferente a la nuestra. Hace casi dos mil años, Jesús encontró algunos elementos que necesitaban replantearse para seguir fieles a Dios, que se gloría en la salvación del ser humano.
Para el tema que nos interesa hoy, la Ley mandaba apedrear a la mujer que no llegara virgen al matrimonio (Dt 22,13ss), pero con respecto al varón no tenía prescripción alguna. El marido podía tener relaciones sexuales con todas las mujeres que quisiera; el problema era cuando las tenía con una mujer casada, pues se consideraba una deshonra para el marido de esa mujer. Si se descubría este delito los dos debían morir (Dt 20,10ss. 22,22). El énfasis no lo ponían en la dignidad de la mujer, sino en la afrenta contra su marido.
Algo no estaba bien y necesita ser replanteado. Por una parte Ley se está claramente a favor del varón, y por otra, se maximiza la falta sexual a tal punto de ocultar con esa actitud, otras faltas más graves y perjudiciales para el ser humano.
El evangelio que hoy leemos nos presenta la escena de una mujer sorprendida en adulterio. Quienes la acusaban y querían matarla por ese pecado, no se preguntaron las circunstancias del hecho. No les interesó saber cómo la trataba el marido, qué insatisfacción, vacío afectivo o desajuste emocional podría tener ella. Simplemente fue sorprendida en el mismo acto de tener relaciones sexuales ilícitas y por lo tanto debía morir.
¡Claro! ¡Un pecado mortal!, ¡una abominación!, podría decir alguien. Pero, sin pretender ocultar la frustración y el conflicto que vienen tras una sexualidad desordenada, muchas veces se exagera cuando se juzgan y se castigan severamente las faltas sexuales, mientras se dejan pasar muchas actitudes que denigran más la dignidad humana.
Muchas personas se sienten puras porque no cometen “delitos” sexuales, pero viven llenas de envidia, codicia, injusticia, ambición, y explotación. ¿De verdad podríamos decir que son puras por no cometer delitos sexuales, aún si son insolidarizas, indiferentes e inmisericordes antes el sufrimiento humano?
En el común de la gente a veces se maneja la siguiente relación:
Malos pensamientos = Pensamientos sexuales.
Malos deseos = Deseos sexuales
Deseos impuros = Deseos sexuales.
Una pecadora pública = una prostituta.
Dos personas pecaron = Dos personas tuvieron relaciones sexuales.
Sexo = Pecado. ¡Que horror!
Esto no se da sólo en el común de la gente. Esa tendencia va impulsada por la misma enseñanza de la Iglesia jerárquica. Según el Código de Derecho Canónico, una de las faltas más graves que puede cometer un sacerdote, por la cual queda excomulgado latae sententiae (en el mismo instante), excomunión que sólo puede levantar la Santa Sede, es absolver a su cómplice (Cánones No 977 y 1378). ¿Cómplice de algún acto injusto, deshonesto o corrupto que daña a algún pueblo a algún ser humano en particular? ¡No! ¡Cómplice de delitos sexuales! ¿O sea cómplice de alguna violación sexual? ¡No! Esto quiere decir que si un ministro ordenado acepta en confesión y le da la absolución a una persona con la cual haya tenido relaciones sexuales, queda excomulgado en el mismo instante que realiza ese acto “execrable”. Pero si el ministro apoya a algún poderoso explotador, se hace cómplice de esa injusticia y legitima actos de barbarie, no es tan grave como tener relaciones sexuales y absolver a su cómplice de semejante “abominación”. ¿Si el ministro ultrajó a una persona en confesión y la condenó porque incumplía algún mandamiento? Está mal, pero no es tan grave como lo otro. ¿Y si se trata de un ministro injusto, codicioso, invadido por su afán de lucro? Pues está muy mal, pero no es tan grave para excomulgarlo. ¡Así estamos!
Veamos otro ejemplo. Según la exhortación apostólica de Juan Pablo II, Familiaris Consortio, las parejas separadas no pueden volver a casarse si quieren seguir participando de la eucaristía. En el caso de que estas personas separadas hayan formado una nueva pareja, deben dejarla para que puedan comulgar. Si ya formaron una segunda familia y no quieran separarse por el bien de los hijos, se les permitiría participar de la comunión, con una condición: no tener relaciones sexuales. Pueden vivir bajo el mismo techo, formar a sus hijos, hacer vida social, ¡todo!, menos tener relaciones sexuales. Deben vivir en perfecta continencia. Vivir como hermanitos. Arguyen los altos jerarcas, todos varones solteros, que si se admitiera en la comunión a estas parejas, se contradijera objetivamente la unión entre Cristo y la Iglesia, se causaría un grave escándalo a las demás parejas y se correría el riesgo de que tras ellas se vayan otras parejas por el mismo camino. Como ya se dijo, sin pretender ocultar la frustración y el conflicto que vienen tras una sexualidad desordenada, hoy como ayer, se sigue maximizando el castigo a los “delitos sexuales” y se olvidan otras faltas que hacen mucho daño a las personas y a los pueblos.
En el caso del evangelio de hoy, quienes acudieron a Jesús no lo hicieron para consultarlo, ni para aprender algo de su nuevo camino para encontrar a Dios y su forma de aplicar la Ley. Para los acusadores todo estaba muy claro: la mujer debía morir porque había pecado gravemente. La mujer y Jesús no interesaban para ellos. Sólo querían aliviar con la violencia sus deseos reprimidos, esconder sus propias falencias y mostrarse puros, y ponerle una trampa al hombre de Nazareth, para tener de qué acusarlo. Si él aprobaba la muerte, se contradecía así mismo y su lenguaje de misericordia. Si la desaprobaba, se ponía en contra de toda una institución poderosa y lo podían acusar de complicidad. Jaque mate: con cualquier respuesta perdía.
Él se inclinó y empezó a escribir en el suelo. No se sabe exactamente qué significa ese signo, aunque los escrituristas prefieren suponer que el evangelio quiere manifestar una actitud desinteresada por parte de Jesús, ya que él vino a dar vida y no a juzgar ni a condenar (Jn 3,16-17; 10,10).
Jesús no discutió la veracidad de la acusación y fue más allá. Supo descubrir la bajeza humana de quienes se creían santos y con autoridad para dar muerte a una pecadora, motivados por un falso afán hacer justicia. Supo revisar la Ley de Dios que podía y debía ser actualizada.
“¡El que no tenga pecado, que le tire la primera piedra!” dijo, y se volvió a inclinar para escribir en el suelo. Estas palabras de Jesús no pueden ser una excusa para no corregir a nuestros hijos, alumnos o hermanos, ni menos para quitar todo tipo de acción judicial contra los delincuentes reales, cuando lo ameriten las circunstancias. Eso hay que hacerlo, sin decir que los encargados de corregir las conductas personales o sociales tengan que ser santos, aunque no deben comportarse como dioses, dueños del bien y del mal (Gen 3,1ss).
Se fueron todos y quedó Jesús solo, con la mujer, que seguía allí delante. De esta manera los acusadores se convirtieron en acusados. Muy valientes para descubrir y combatir los pecados de los demás, pero cobardes e incapaces de descubrir y enfrentar los propios.
A la mujer le habló como Él mejor sabía hacerlo: con misericordia. La importancia que le negó a los acusadores, se la dio a la mujer, pues ella necesitaba una palabra certera para la ocasión. No la condenó como persona, pero tampoco la felicitó por su falta. Creyó en ella y en su capacidad de conversión y la invitó a no volver a pecar. “Entonces se incorporó y le preguntó: `Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te condenó?´ Ella respondió: `Nadie, Señor´. Jesús le dijo: `Pues tampoco yo te condeno. Vete, y de ahora en adelante no peques más´.”
Revisemos nuestra vida a la luz de esta palabra. ¿Cómo reaccionamos ante las fallas de las demás personas y cómo lo hacemos ante las nuestras? ¿He sentido el índice de alguna persona o institución que me acusa y la misericordia de Dios que, no me condena, pero me invita a la conversión? ¿Cómo va mi camino de conversión?

“La Iglesia, fundándose en la Sagrada Escritura, reafirma su praxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez… podrán hacerlo cuando varón y mujer no pueden realmente separarse, pero se obligan a vivir en perfecta continencia; es decir, a abstenerse de aquellos actos reservados a los casados, y aún cuando no exista peligro de escándalo” (Exhortación Apostólica de Juan Pablo II, Familiaris Consortio No. 84)
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