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Moniciones Solemnidad de la Santisima Trinidad
28 de Mayo, 2007, 9:28
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LAS LECTURAS DE HOY
Monición de Entrada
Hoy estamos celebrando la fiesta de la Santísima Trinidad. Como bautizados, hemos sido llamados a participar de este amor íntimo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Se nos ha dado la Trinidad como modelo de la comunidad. Nuestras vidas deben reflejar el amor de Dios, su paz y su unidad. Invoquemos el nombre del Señor, pidiéndole que forme con nosotros una comunidad de fe. Expresemos nuestro gozo en la unidad parroquial, con nuestras voces cantando el himno de entrada. De pie, por favor.
Primera lectura: Prov 8, 22-31 (La sabiduría existe antes del mundo)
Esta primera lectura, tomada del libro de los proverbios, habla de la eterna sabiduría de Dios creador. Esta sabiduría de Dios alcanza su plenitud en Cristo Jesús, sabiduría y palabra del Padre. También la Iglesia ve en ella la personificación del Espíritu Santo. Escuchemos.
Segunda lectura: Rom 5, 1-5 (Caminamos hacia Dios por Cristo y el Espíritu)
San Pablo, en su carta a los romanos, nos dice que las tres personas de la Trinidad trabajan para nuestra justificación. Estamos en paz con Dios Padre por medio de Jesucristo y compartimos el amor del Padre porque el Hijo ha derramado el Espíritu Santo sobre nosotros. En las tribulaciones tenemos esa ayuda permanente. Pongan atención.
Tercera lectura: Jn 16, 12-15 (Todo lo que tiene el Padre es mío: el Espíritu recibirá de mí lo que les irá comunicando)
Jesús nos promete el envío del Espíritu Santo. Los discípulos y nosotros tenemos la misma misión de Cristo: atraer a todos al Padre y hacer que le conozcan. El Espíritu Santo cumplirá esta tarea en nosotros. Antes de escuchar esta Buena Noticia, cantemos el aleluya. Todos de pie.
Oración Universal
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Por la Iglesia, para que siempre crezca como comunidad de amor. Roguemos al Señor.
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Por los que están de vacaciones, para que refresquen su mente y su cuerpo. Roguemos al Señor.
-
Por todos los que nos ayudan en cualquier forma: carteros, policías, taxistas, comerciantes, choferes, cajeros, farmacéuticos, empleados públicos, bomberos, secretarias, para que su trabajo sean de amor, y servicio y no sólo un deber. Roguemos al Señor.
-
Por todos los matrimonios, para que sus vidas reflejen más claramente el tierno amor que Cristo tiene a su iglesia. Roguemos al Señor.
-
Por nosotros, congregados en comunidad, para que compartamos esta hermandad con los demás. Roguemos al Señor.
Exhortación final: |
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(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 498)
Dios todo poderoso y eterno, uno y trino, tres veces santo,
¿cómo nos atreveríamos a pronunciar tu nombre sublime
y llamarte Dios-Padre, Dios-Hijo y Dios-Espíritu Sant,.
si Jesucristo, el Hijo de Dios, no nos lo hubiera revelado?
Gracias, Padre, por el amor que en Cristo nos manifestaste;
y gracias también, porque abriendo el círculo trinitario,
nos admites en tu familia como hijos de adopción por Cristo
y por el Espíritu que nos impulsa a llamarte con verdad: ¡Padre!
Haz, Señor, que guiados por tu Espíritu, nos conduzcamos
como hijos tuyos que viven gozosos la conciencia de serlo,
y con nuestra vida te demos culto y alabanza por siempre.
Amén. |
Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. |
   
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Homilia Solemnidad de la Santisima Trinidad
28 de Mayo, 2007, 9:25
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En Camino
Homilía para el Domingo |

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Tiempo Ordinario
Solemnidad de la Santísima Trinidad |
3 de junio de 2007 |
Toda religión crea una imagen de Dios, imagen que a su vez se convierte en paradigma de vida para quien la practica. Afirmar que Dios es uno y trino, comunidad perfecta, familia auténtica, Padre, Hijo y Espíritu Santo, es también una invitación a construir comunidades a imagen de la Trinidad.
Cuenta una leyenda que Agustín, obispo de Hipona (hoy Túnez), muy preocupado por entender el misterio de la Trinidad, caminaba sólo y pensativo por la playa. De repente vio a un niño que acurrucado hacía con su dedo un hueco en la arena.
- ¿Hey niño qué haces? preguntó Agustín.
- Hago un hueco en la arena. Le respondió el niño sin poner mayor atención.
- ¿Y para qué?
- Para meter toda el agua del mar.
- Eso es sencillamente imposible, agregó Agustín.
- ¡Sí, claro, como tan imposible es que tu comprendas con tu pequeño cerebro el gran misterio de la Trinidad! replicó el niño.
Durante la historia del cristianismo muchos se han “roto el cerebro” infructuosamente, tratando de entender la Trinidad. Pero más que entender racionalmente este misterio es preciso vivirlo día a día. Pues la Trinidad más que una doctrina es un misterio salvador que posteriormente fue sistematizado con términos de la filosofía griega.
Aunque en la Biblia no hay una doctrina elaborada sobre la Trinidad, sí encontramos la experiencia de vida. El Padre da vida y toma la iniciativa de enviar a su hijo para salvar a la humanidad. El Hijo recibe la vida del Padre y se encarna en el seno de María por gracia del Espíritu Santo. El Hijo asume la realización histórica de la obra salvadora del Padre y se entrega totalmente para hacer realidad el Reino. El Hijo es asesinado por defender la Causa del Padre y el Padre lo resucita avalando así toda su obra. El Espíritu que condujo e hizo posible la encarnación y que acompañó toda la obra del Hijo, fue enviado a la comunidad de discípulos para que formaran el cuerpo de Cristo, de manera que ellos continuaran con su obra salvadora y se configuraran en imágenes vivas de la Trinidad.
Pablo en la segunda lectura describió precisamente esa maravillosa experiencia trinitaria: “Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justificación, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo (v.1)... y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha dado (v.5)”. Esa experiencia Trinitaria nos ayuda a reordenar nuestra vida, a reconciliarnos con Dios, con nosotros mismos y con nuestro entorno vital. Nos anima a vivir en esperanza, a superar la tribulación y a transformar el presente.
Aunque no tengamos todo perfectamente claro, lo más importante es que nos abramos a la acción de Dios Uno y Trino (Uno - que impulsa a la unidad y Trino - en medio de la diversidad). ¿Cómo podremos vivir esa experiencia trinitaria en el día a día? Dando vida como el Padre, el dador de vida por excelencia. Recibiendo vida del Padre y entregándola a la humanidad, como lo hizo el Hijo. Siendo corresponsables de la obra redentora e instrumentos de unidad como el Espíritu Santo.

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Moniciones Domingo de Pentecostes
22 de Mayo, 2007, 14:37
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Misioneros Redentoristas de la Provincia de San Juan |

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Puerto Rico |
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com |

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Haz para ver las lecturas del día: |
- 1ra lect.: Hch: 2, 1-11
- Sal 103
- 2da lect.: 1 Cor 12, 3-7.12-13
- Evangelio: Jn 20, 19-23 |
¿Qué hora es?
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Domingo de Pentecostés: El Espíritu en acción |
LAS LECTURAS DE HOY
Monición de Entrada
Felicidades, hermanos, en el Espíritu Santo. En este gran día de Pentecostés, celebramos el comienzo y el significado de la Iglesia; celebramos el Aniversario del glorioso nacimiento de nuestra Iglesia. El mismo Cristo Resucitado sopla su Espíritu sobre nosotros, asiste, dirige, anima y conduce a su Iglesia. Él es el que nos da vida y fuerza para continuar la misión de Cristo. Como miembros de la Iglesia, expresemos muestra de gozo en el Espíritu, con nuestras voces, cantando el himno de entrada. De pie, por favor.
Primera lectura: Hc 2, 1-11 (Llenos del Espíritu Santo comenzaron a hablar)
La venida del Espíritu Santo en el día de Pentecostés se anuncia en la primera lectura. La variada multitud de los oyentes señala el carácter universal y misionero de la Iglesia naciente y de la alianza del Espíritu. Escuchemos.
Segunda lectura: I Cor 12, 3b-7.12-13 (Bautizados en un mismo Espíritu)
La segunda lectura habla de la múltiple acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de carismas, o dones, de servicios y de funciones, pero todos adquieren unidad tanto en su origen, como en su actuar. La Iglesia vive por la fuerza del Espíritu Santo. Escuchen a san Pablo en su primera carta a los corintios.
Tercera lectura: Jn 20, 19-23 (Don del Espíritu para la misión)
Reciban el Espíritu Santo. Fue la primera experiencia con que se encontró la Iglesia. El Espíritu se halla presente y opera en ella. El don del espíritu se comunica como poder contra el pecado. De pie, por favor, para escuchar la Buena Nueva, pero antes entonemos el Aleluya.
Oración Universal
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Por nuestra Iglesia, para que siempre sea fiel a la misión recibida de Cristo. Roguemos al Señor.
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Por todos los cristianos, para que trabajemos por la unidad y la paz entre todos. Roguemos al Señor.
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Para que los Cristianos respondamos a las necesidades de los enfermos, de los marginados, de los desempleados y abandonados. Roguemos al Señor.
-
Por los difuntos para que pronto gocen de la presencia del Espíritu Santo. Roguemos al Señor.
-
Por todos nosotros, para que el Espíritu Santo nos llene con su gracia y paz, y nos una como una sola familia. Roguemos al Señor.
Exhortación final: |
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(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 495)
Hoy te bendecimos, Padre, porque todos hemos sido bautizados
En Cristo y en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo,
En el que la diversidad de sus miembros no rompa la unidad.
Gracias, Señor, por la riqueza de carismas en tu Iglesia
Mediante las diversas vocaciones al seguimiento de Cristo:
En la vida apostólica, la teología, la catequesis, la enseñanza,
La educación de niños y jóvenes, la atención a los marginados,
La asistencia a los pobres, enfermos y ancianos abandonados.
En todos ellos se manifiesta tu Espíritu para el bien común.
¡Oh Espíritu divino, repuebla la faz de la tierra y renueva
Entre nosotros los prodigios de un nuevo Pentecostés!
Amén. |
Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. |
   
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Homilía Domingo de Pentecostés
22 de Mayo, 2007, 14:01
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En Camino
Homilía para el Domingo |

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La cincuentena Pascual
Solemnidad de Pentecostés |
27 de mayo de 2007 |
Autor: Neptalí Díaz Villán CSsR. Fuente: www.scalando.com
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Haz para para ver las lecturas de hoy |
- 1ra lect.: Hch: 2, 1-11
- Sal 103
- 2da lect.: 1 Cor 12, 3-7.12-13
- Evangelio: Jn 20, 19-23 |
¿Qué hora es?
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La acción del Espíritu |
La diversidad de ambientes donde vive el ser humano es determinante para su desarrollo. La latitud y altitud, el terreno llano, quebrado, montañoso, desértico, húmedo, seco, costero, etc., hacen que el lenguaje, las costumbres, la concepción y vivencia de lo sagrado, su experiencia con lo trascendente y su cultura en general, adquieran matices propios. Son muy distintos los seres humanos de la sierra, del llano, de la costa, del campo o de la ciudad. A nivel mundial se notan más las diferencias entre los pueblos orientales y los occidentales. Entre asiáticos, europeos, latinos, africanos y nativos de nuestras tierras americanas.
En el relato de la torre de Babel (Gn 11,1-9) la diversidad de lenguas fue causa de división. Los seres humanos no lograron entenderse y se dispersaron; allí el Espíritu Santo fue el gran ausente. Durante la cristiandad se impuso el cristianismo a la fuerza y quedaron prohibidas otras manifestaciones religiosas, así como diversas formas de vivir el cristianismo. Constantino y sus compinches, con la complicidad de algunos líderes cristianos confundieron unidad con unanimismo, y organizaron la Iglesia respondiendo a sus bajos instintos de poder, con claros signos de intolerancia: allí el Espíritu Santo fue el gran ausente. Durante la evangelización en nuestras tierras, o mejor, durante la cristianización de nuestros pueblos, se arrasó con la cultura, con las costumbres, con la religiosidad y por lo tanto con la dignidad de los nativos. Según la mentalidad de los conquistadores y misioneros, los nativos eran unos indios incivilizados e infieles, a quienes había que civilizar y cristianizar: allí también el Espíritu Santo fue el gran ausente.
En el relato que nos presenta hoy los Hechos de los Apóstoles, con la acción del Espíritu Santo se logró la comunicación en diferentes lenguas. La acción del Espíritu en la vida de las personas y de las comunidades, mueve a la comunicación en el Amor; a cambiar desde dentro, no como imposición. Aquí la persona no tiene que renunciar a su desarrollo personal. Aquí cada pueblo conserva su idioma, su religiosidad y su identidad cultural. El evangelio llega a cada cultura y a cada persona, no para imponerse sino para proponer un camino que posibilita nuevas relaciones interpersonales y nuevas relaciones con la trascendencia. Por eso es Buena Noticia.
Hay cosas que como cristianos nunca podremos tolerar: la injusticia, la corrupción, el engaño, la explotación, la esclavitud, etc., vengan de donde vengan. Pero hay otros elementos que son parte de la cultura de los pueblos: el llamado ethos cultural. Hay elementos que son propios de cada persona: el llamado ethos personal. El Ethos personal y el Ethos cultural en vez de contradecir la experiencia con Jesucristo, se convierten en el espacio donde el evangelio se desarrolla y salva al ser humano. De esta manera tenemos nuevas experiencias enriquecedoras para otros que quieran aceptar la Buena Nueva. “El cuerpo humano es uno solo, aunque tenga muchos miembros; y los miembros, a pesar de ser muchos, forman todos un solo cuerpo. Pues bien, eso es lo que sucede con Cristo. Porque, por obra del único Espíritu, todos nosotros, judíos o no judíos, esclavos o libres, al bautizarnos nos hemos unido a ese único Cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber de ese único Espíritu” (lect - 1Cor 12,12-13). Abramos hoy toda nuestra vida a la acción del Espíritu para que nos haga testigos de la resurrección y nos libere del miedo; para que salgamos del encerramiento existencial en el que a veces vivimos y nos abramos a una relación nueva y renovadora con Dios y con los hermanos.
La cristiandad es el conjunto de pueblos cristianizados, es decir hechos cristianos no tanto por convicción sino por presión o por conveniencia con el estado. Este fenómeno se dio después de Constantino cuando el cristianismo se unió al poder y dejó de anunciarse la propuesta de Jesús como Buena Nueva y se convirtió en la religión oficial del imperio. Todo el mundo debía ser cristiano para darle cohesión al imperio; por eso a la Iglesia se le llamó Católica, es decir universal.
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Homilia VII Domingo de Pascua Cico C (Ascensión del Señor)
16 de Mayo, 2007, 11:23
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En Camino
Homilía para el Domingo |

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La cincuentena Pascual
VII Domingo: Ascensión del Señor |
20 de mayo de 2007 |
Autor: Neptalí Díaz Villán CSsR. Fuente: www.scalando.com |

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Haz para para ver las lecturas de hoy |
- 1ra lect.: Hch 1, 1-11
- Sal 46
- 2da lect.: Ap Ef 1, 17-23
- Evangelio: Lc 24, 46-53 |
¿Qué hora es?
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Ascensión del Señor |
Ascensión
El Evangelio de Lucas y los Hechos de los apóstoles son una sola obra dedicada a un tal Teófilo, que significa amado o amigo de Dios. A los ilustres Teófilos de ayer y de hoy fue dedicada la obra Lucana (Evangelio y Hechos), o sea a quienes experimentan el amor de Dios; a todos nosotros si seguimos a Jesús, somos sus amigos y experimentamos el amor del Padre que se reveló de manera especial en la vida, muerte y resurrección del hombre de Nazaret.
Resurrección y ascensión son un mismo acontecimiento que Lucas separó pedagógicamente, para dar una enseñanza a la comunidad. Según el relato lucano hay un espacio de cuarenta días entre la resurrección y la ascensión. El número cuarenta hace referencia simbólica a los cuarenta años que pasó el pueblo de Israel en el desierto, camino a la tierra prometida. Cuarenta es el tiempo necesario para que una comunidad cristiana realice un proceso de consolidación del proyecto de Jesús, con el cual construya y/o reconstruya su historia con la fuerza de Dios. Una historia que no termina con la muerte, sino que se abr a la trascendencia y se prolonga por los siglos de los siglos.
Sobre este tema existen todavía dos tendencias reduccionistas. La primera limita al ser humano sólo al más allá del cielo, y descuida esta vida que es la única que tenemos entre manos. La segunda niega la trascendencia y se dedica exclusivamente al más acá, porque según esta visión, con su muerte el ser humano sucumbe totalmente como ser individual. Esta última postura es promulgada por el ateismo en sus distintas “presentaciones”.
La primera tendencia se ha convertido en una falla histórica de la Iglesia Católica, sobre todo después del constantinismo. Durante mucho tiempo la “evangelización” se limitó a conquistar almas para el cielo. Los sacramentos, las predicciones, los ejercicios espirituales, las canciones, las publicaciones, ¡todo!, se hacía con el fin de salvar almas del infierno y conducirlas al cielo. Por esa misma razón, a los presbíteros se les empezó a llamar curas, porque su labor era curar almas y salvarlas para la otra vida. Por ese mismo motivo la gran mayoría de las intenciones de las eucaristías son por los difuntos. Un gran número de oraciones del Misal Romano hacen un énfasis casi obsesivo en la vida eterna. Durante muchos años, la Iglesia se dedicó a orar por los muertos y descuidó a los vivos. Y como la Iglesia fue la institución con más influencia ideológica y política, durante muchos años países católicos como Italia y España, fueron los más atrasados de toda Europa. Esa misma influencia la recibimos los países Latinoamericanos. Los resultados los tenemos a la vista.
Los cuarenta días de Jesús con sus discípulos antes de la ascensión y los cuarenta años del pueblo de Israel en el desierto, camino a la tierra prometida, son una figura que invita a caminar con fe y a hacer algo bueno por la vida. A trabajar por una humanidad digna, justa, libre e incluyente; en otras palabras: a construir la historia.
El reclamo de los personajes fue muy claro: “Galileos, ¿qué hacen ahí parados mirando para el cielo?” Si también nosotros hemos reducido nuestra vida cristiana a pensar únicamente en el más allá y a orar sólo por los muertos, hoy este reclamo nos cae perfectamente. ¿Qué hacemos parados mirando al cielo? ¿Qué hemos hecho por nuestro pueblo? o, como le preguntó Dios a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Tendremos nosotros también el descaro de responder como él: “¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?”
¡Claro que para el cristiano no todo es historia, trabajo, lucha, estructuras y demás realidades humanas! Nosotros también guardamos la esperanza de una vida más allá de la muerte y más allá de la historia humana, como continuidad de ésta que empezamos a construir desde ahora.
La vida cristiana no es ni sólo más allá, ni sólo más acá. El cristiano piensa en un cielo que hay que construir desde aquí, desde ahora y cada día, mediante el amor, el trabajo y el servicio a los demás; cielo que se abre a la plenitud de los tiempos con la gracia y el poder de Dios y de su Cristo resucitado, vencedor de la muerte. Con la gracia y el poder de Dios y de su Cristo estamos invitados a construir la historia y a abrirnos a la trascendencia. La victoria de Jesucristo es garantía de vida; su gracia en medio de nosotros es fuerza para luchar. Él mismo es camino verdad, vida y plenitud. “Vencida la muerte, los hijos de Dios resucitarán en Cristo, y lo que se había sembrado débil y corruptible se vestirá de incorrupción (Cfr. 1Cor 15,42 y 53); y permaneciendo la caridad y sus frutos (Cfr. 1Cor 13,8; 3,14), toda la creación, que Dios hizo por el hombre, se verá libre de la esclavitud de la vanidad (Cfr. Rom 8, 19-21). Aunque se nos amonesta que de nada sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde a sí mismo (Cfr. Lc 9,25), sin embargo, la esperanza de la tierra nueva no debe debilitar, al contrario, debe excitar la solicitud por explorar esta tierra, en la que crece el cuerpo de la nueva humanidad, que ya presenta las esbozadas líneas de lo que será el siglo futuro”
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Moniciones VIII Domingo de Pascua Ciclo C
15 de Mayo, 2007, 9:54
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Moniciones para la Misa |
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La cincuentena Pascual |
Asensión del Señor |
20 de mayo de 2007 | |
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com |

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Haz para ver las lecturas del día: |
- 1ra lect.: Hch 15,1-2.22-29
- Sal 66
- 2da lect.: Ap 21,10-14. 22-23
- Evangelio: Jn 14,23-29 |
¿Qué hora es?
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VII Domingo: Cristo glorificado es el Hombre nuevo |
LAS LECTURAS DE HOY
Monición de Entrada
Hoy estamos celebrando la solemnidad de la Ascensión del Señor. En las lecturas de hoy veremos que Cristo es la cabeza de la Iglesia. Él afirmó su autoridad y envió a sus seguidores a hacer discípulos y misioneros suyos en el mundo entero, para que nuestros pueblos en Él tengan vida. Pidamos al Espíritu de Cristo que nos de fe y fortaleza para ayudar a edificar la Iglesia. Con esta súplica empecemos nuestra celebración. De pie, por favor, para entonar el canto que dará inicio a nuestra Eucaristía de hoy.
Primera lectura: Hc 1, 1-11 (Jesús se elevó a la vista de ellos)
En esta lectura, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles, Lucas nos dice que Jesús ha convivido 40 días con sus discípulos, y los ha instruido con una nueva luz sobre el sentido del Reino de Dios. El momento de la Ascensión del Señor al cielo es la última acción personal de Jesús en el mundo. Él nos promete el Espíritu Santo. Escuchemos.
Segunda lectura: Ef. 1, 17-23 (El Padre lo sentó a su derecha en el cielo)
San Pablo, escribiéndoles a los efesios, indica que Cristo es dueño y Señor y estará sobre todas las cosas. Nosotros tenemos el Espíritu de Sabiduría para que comprendamos toda la profundidad de la esperanza cristiana y el poder de Jesús, para que en su nombre actuemos. Pongan mucha atención a este mensaje.
Tercera lectura: Lc 24, 46-53 (Mientras los bendecía, iba subiendo al cielo)
Cristo nos invita a continuar su misión en todo el mundo. Por el poder del Espíritu Santo somos también sus testigos. Cristo sube al cielo para que los Apóstoles inicien la obra de predicación. De pie, por favor, para escuchar la Buena Nueva, pero antes entonemos el Aleluya.
Oración Universal
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Por la Santa Madre Iglesia de Dios, para que sea fiel a su misión de comunicar el Evangelio a todo el mundo. Roguemos al Señor.
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Por nuestra parroquia N______________________________, para que espere sin desfallecer la venida del reino y viva siempre en la unidad de la Iglesia. Roguemos al Señor.
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Por los que gobiernan las naciones, para que conduzcan a los pueblos con justicia y con espíritu de servicio. Roguemos al Señor.
-
Para que surjan vocaciones sacerdotales y religiosas dentro de nuestra diócesis y nuestra congregación del Santísimo Redentor. Roguemos al Señor.
-
Por nosotros los aquí presentes, para que vivamos profundamente esta fiesta de alegría. Roguemos al Señor.
Exhortación final: |
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(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 489)
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Moniciones VI Domingo de Pascua Ciclo C
7 de Mayo, 2007, 21:51
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Moniciones para la Misa |

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La cincuentena Pascual
VI Domingo |
13 de mayo de 2007 |
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com |

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Haz para ver las lecturas del día: |
- 1ra lect.: Hch 15,1-2.22-29
- Sal 66
- 2da lect.: Ap 21,10-14. 22-23
- Evangelio: Jn 14,23-29 |
¿Qué hora es?
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VI Domingo: Dios hace comunidad con el hombre |
LAS LECTURAS DE HOY
Monición de Entrada
Hermanos en Cristo, muy buenos días, (tardes, noches). Estamos celebrando el sexto domingo de Pascua. La liturgia de hoy es una anticipación de la fiesta de Pentecostés. Somos una comunidad reunida en el Espíritu Santo para celebrar los sagrados misterios. Es en la comunidad donde se encuentra el Señor. Recibamos la procesión de entrada mientras cantamos.
Primera lectura: Hc 15, 1-2. 22-29 (Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros)
Escuchemos el relato de lo que se ha llamado el Primer Concilio de la Iglesia en Jerusalén. Había diferentes opiniones. Hubo discusiones fuertes. Al final, "de acuerdo con toda la Iglesia" tomaron una decisión conforme el Espíritu Santo se lo inspiraba. Pongan atención.
Segunda lectura: Ap. 21, 10-10.22-23 (Me enseño la ciudad que bajaba del cielo)
En su visión del Nuevo Cielo, san Juan contempló algo maravilloso. No había templo porque el templo es el Cordero. La luz que ilumina la ciudad es la gloria de Dios y del Cordero. Escuchemos.
Tercera lectura: Jn 14, 23-29 (El Espíritu Santo les irá recordando todo)
En este pasaje evangélico, Jesús nos habla de su intimidad personal. El Padre y Cristo habitan en el que ama a Cristo. El Espíritu Santo va a ser el agente que interprete la Palabra de Dios, pero no aisladamente, si no en comunidad. De pie, por favor, para escuchar la Buena Nueva, pero antes entonemos el Aleluya.
Oración Universal
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Para que la renovación diaria de la Iglesia continúe dando nueva vida al Pueblo de Dios. Roguemos al Señor.
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Para que todos los cristianos aceptemos y vivamos los dones que el Espíritu Santo nos ha regalado. Roguemos al Señor.
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Para que la próxima fiesta de la Ascensión afirme en nosotros la fe en la presencia de Cristo en la comunidad. Roguemos al Señor.
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Para que busquemos más los intereses de nuestra comunidad que nuestros egoísmos. Roguemos al Señor.
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Por todos nosotros y nuestras vivencias del amor de Dios, para que nos dé ojos para ver lo bueno que hay en los que nos rodean. Roguemos al Señor.
Exhortación final: |
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(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 486)
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Homilia VI Domingo de Pascua Ciclo C
7 de Mayo, 2007, 21:42
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En Camino
Homilía para el Domingo |

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La cincuentena Pascual
VI Domingo |
13 de mayo de 2007 |
Autor: Neptalí Díaz Villán CSsR. Fuente: www.scalando.com |

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Haz para para ver las lecturas de hoy |
- 1ra lect.: Hch 15,1-2.22-29
- Sal 66
- 2da lect.: Ap 21,10-14. 22-23
- Evangelio: Jn 14,23-29 |
¿Qué hora es?
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Unidad no equivale a uniformidad |
(1ra lect.: Hch 15,1-2.22-29): Es cierto que la unidad es algo absolutamente necesario para la vida cristiana. En la conocida oración de Jesús por sus discípulos antes de morir dice: “Padre, que todos sean uno como tu y yo somos uno” (Jn 17,21). Pero la unidad no equivale a uniformidad. En la comunidad de Antioquía algunos judeocristianos llegados de Judea a dicha ciudad querían exigirles a los cristianos no judíos que debían circuncidarse. Esto provocó una gran controversia en la comunidad e hizo que Pablo y Bernabé fueran Jerusalén a consultar con los demás apóstoles y presbíteros. Sobre este tema giró lo que se conoce como el Primer Concilio de la historia cristiana: el Concilio de Jerusalén.
De una manera sabia la Iglesia reunida en Jerusalén orientó las demás comunidades y decidió no pedir más cargas que las indispensables. Hay elementos muy propios de la vida cristiana: al amor, el servicio, la búsqueda de la justicia, el seguimiento a Jesús y su causa, etc. Hay otros elementos que son propios de una cultura y no pertenecen a lo central en el evangelio. Hay, por lo tanto, distintas formas de expresar y celebrar la fe en el mismo Jesús vivo y resucitado.
Circuncidarse significaba aceptar toda la ley judía y asumir su cultura, su pensamiento, su manera de vivir, su liturgia, todo. Con esta decisión del Concilio de Jerusalén quedaba muy claro que no es necesario ser judío para ser cristiano.
Infortunadamente, la lección no fue muy aprendida por muchos líderes de la Iglesia que durante la historia han querido romanizar el cristianismo. Si en aquella época los judeocristianos quisieron obligar a los antioquenos a ser judíos para ser cristianos, después algunos de la Iglesia de Roma quisieron obligar a todos a ser romanos para ser cristianos. Hay muchas experiencias tristes como la prohibición de los ritos chinos y malabares por parte de propaganda Fide, que prácticamente acabaron con los esfuerzos de los misioneros jesuitas en tierras asiáticas.
Es cierto que se debe mantener un orden en las celebraciones. Es cierto que se presentan algunos abusos en la liturgia al improvisar la celebración o se presentan descuidos en la misma. Es cierto que vivimos en un mundo convulsionado y debemos defender la fe. Pero también es cierto que hoy muchos cristianos de Roma nos quieren seguir imponiendo la cultura centroeuropea para nuestras celebraciones de fe. Es cierto que el Vaticano y su combo están pendientes de cualquier voz disidente para callarla a baculazos. Bien decía Simón Bolívar que para los europeos lo que pensaban ellos era válido para todo el mundo, mientras que nuestros pensamientos y costumbres les parecían absolutamente execrables. Y aún es más cierto que tenemos la responsabilidad de buscar la unidad, pero sin renunciar al derecho a ser críticos, a pensar diferente y a buscar mejores destinos para nuestra Iglesia inserta en esta realidad latinoamericana. Ojalá nuestros hermanos de Roma comprendieran que aquí la gente tiene demasiadas cargas encima para que ellos vengan a imponerles otras con su intransigencia y fundamentalismo cultural, ideológico y religioso. Ojalá nosotros busquemos vivir unidos en el amor de Cristo y cada vez que surjan discordias tratemos de ponernos de acuerdo aún en medio de nuestras diferencias.
El proyecto tribal, 12 tribus - 12 apóstoles (Ap 21,10-14. 22-23): La figura de los doce apóstoles hace referencia simbólica a las doce tribus de Israel, el Proyecto de Yahvé. Un proyecto que nació como alternativa al proyecto monárquico del palacio imperial de las ciudades estado cananeas. Las doce tribus eran una organización del tejido social que buscaba la práctica de la justicia y el derecho para todos. Los doce apóstoles no son un número cuantitativo sino simbólico. Pudieron ser menos o más. Lo importante es el signo, que impulsaba a retomar el proyecto liberador de Yahvé: la vivencia de la justicia y el derecho para todos los hijos de Dios. En la mentalidad judía el ijo es el continuador del proyecto del Padre. Jesús es hijo de Dios en cuanto que continuó su Proyecto Salvador para la humanidad. Nosotros somos hijos de Dios, hermanos y discípulos de Jesús si retomamos su proyecto de salvación y lo hacemos realidad entre nosotros con la fuerza de su Espíritu.
La ciudad Santa, el nuevo lugar donde habita Dios (Ap 21,10-14. 22-23; Jn 14,23-29). En el Apocalipsis, la Nueva Jerusalén es un mito, un símbolo para designar el pueblo de Dios o la comunidad cristiana organizada con relaciones sociales humanizadas. La ciudad Santa, la nueva Jerusalén es la comunidad que ha trascendido la muerte, el caos y las tinieblas, más no la corporeidad ni la historia. Es el nuevo mundo creado por Dios en el cual hay corporeidad y relaciones sociales, pero sin la injusticia, sin la opresión y sin la muerte que dominan en un mundo alejado de Dios y su proyecto de salvación.
Esta ciudad desciende desde el cielo; es decir, que fue edificada por Dios e implantada por Él en la tierra y en la historia, con el aporte de sus seguidores. En contraposición con Babilonia, símbolo de la perversión, de la opresión y de la prostitución idolátrica, es decir, del imperio que corrompe a todos los reyes de la tierra y se alimenta con la sangre de los pueblos, la nueva ciudad es la novia que se arregla para recibir al esposo: el Cordero.
La nueva Jerusalén es la morada de Dios entre los hombres. Esta experiencia humana y divina trajo consigo un giro inmenso en la religiosidad antigua y es todavía paradigma de fe. Esto quiere decir que Dios ya no habita en el cielo o en el santuario, sino en la nueva sociedad trascendente, creada por Él e implantada en la tierra. Con la muerte de Jesús el velo del templo se rasgó (Mt 27,51). Dijo Jesús a la Samaritana: “llega la hora en que ustedes adorarán al Padre pero ya no en este cerro ni en Jerusalén… los verdaderos adoradores adorarán en Espíritu y en verdad” (Jn 4,21.24).
El autor es muy claro en afirmar que en esa ciudad no había santuario (Ap. 21,22). La religiosidad del antiguo Israel hablaba de lugares sagrados: la ciudad de Jerusalén o el pozo de Jacob. Del lugar especialmente sagrado: el Templo. Del lugar más sagrado: el Santa Santorun, donde supuestamente se guardaba el Arca de la Alianza y a donde sólo podía entrar el personaje más sagrado: el Sumo Sacerdote, y en el tiempo más sagrado: en la Pascua. Con esta nueva experiencia todas las distinciones desaparecen. La distinción entre lo santo y lo profano, entre el sacerdote y el laico, entre el judío y el gentil, entre el hombre y la mujer, inclusive entre el cristiano y el no cristiano. Ahora todas la ciudad son santas, todos son sacerdotes, todos ven a Dios, porque Él ha creado de nuevo todas las cosas.
Hoy tenemos la oportunidad de permitir que a nuestras familias, a nuestras comunidades venga del cielo la nueva Jerusalén, la ciudad Santa. Hoy tenemos la gran oportunidad de ser morada de Dios: “El que me ama guardará mis palabras; y mi Padre lo amará, y vendremos a él y habitaremos con él. (Jn 14,23)
La paz de Jesús (Jn 14,27-29): Jesús ofreció su paz pero fue muy claro: no como la da el mundo. El mundo romano también hablaba de paz, la llamada Pax Romana, que consistía en la pacificación del imperio con la fuerza de las armas, el establecimiento del orden esclavista. Definitivamente, esa no fue la paz de Jesús. Hay que tener cuidado en no confundir la paz de Jesús con la Pax Romana. Que no se acobarde nuestro corazón, que la presencia viva de Jesús en Espíritu y en Verdad nos conduzca a una paz verdadera, fruto de su presencia viva y vivificante; fruto de la justicia y el derecho para todos los seres humanos.
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