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Homilia IV Domingo de Cuaresma - Ciclo A
29 de Febrero, 2008, 15:27
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En Camino
Homilía para el Domingo |

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Tiempo de Cuaresma
IV Domingo |
2 de marzo de 2008 |
Saber elegir
Que un hombre sea galante y buen conquistador, y además, sea poseedor de una gran chequera, no significa que sea un esposo y un padre excelente. Que una mujer llame la atención con sus carnosos labios y su despampanante figura, no significa que sea la ideal para formar un hogar estable y que con ella se construya un matrimonio feliz. Que un candidato para liderar alguna obra pública o privada sea el más destacado por su presencia, sus títulos o su palabrería, no significa que realmente sea un excelente conductor y servidor de dicha causa. Muchos países, ciudades, iglesias o empresas han sufrido los estragos de los buenos candidatos que resultaron ser verdaderos fiascos. No son pocos los matrimonios que han terminado en la papelera porque los cónyuges se dejaron llevar por las apariencias.
El libro de Samuel nos presenta la elección del Rey David para invitarnos a que, cuando debamos elegir, analicemos muy bien las posibilidades y escojamos la mejor de ellas. Saúl era un muchacho distinguido, de buena familia y de una figura muy atrayente. Los ganaderos y demás hebreos influyentes lo apoyaron con la esperanza de que el Rey lograra controlar el avance de los filisteos. Pero una vez llegó al poder, Saúl se encargó de defender sólo a quienes lo habían puesto en el poder y a darse la gran vida, mientras los filisteos avanzaban en su propósito de dominar Israel. Al poco tiempo se convirtió en un tirano que hacía la vida del pueblo más insoportable y los debilitaba ante los extranjeros que pescaban en río revuelto.
Entonces, surgió un líder carismático cuya condición humilde no fue obstáculo para hacer que Saúl terminara de perder el apoyo de los grandes y de todo el pueblo, y que pasara a formar parte del pasado, con un fin muy triste: el suicidio. El relato de Samuel presenta a los siete hermanos de David, todos ellos muy buenos candidatos por su figura, más no por su corazón. Por eso, Dios invita a Samuel a ver más allá: “No te fijes en su apariencia ni en su buena estatura. No es éste el que quiero. Lo importante no lo ven los hombres: ellos ven sólo la apariencia, pero Dios ve el corazón.” Finalmente, apareció David y ese fue el elegido.
Nos corresponde ser muy cuidadosos con nuestras elecciones tanto a nivel personal como comunitario. Tenemos la responsabilidad de ser muy críticos y analíticos porque en este mundo de las apariencias, la imagen está por encima de la esencia y, aunque los humanos tenemos la capacidad de razonar, muchas veces nos dejamos dominar por las pasiones y los impulsos de bajo nivel. Aunque tenemos la capacidad de ir más allá de las apariencias, muchas veces la pereza y la mediocridad nos hacer quedar con una imagen distorsionada y engañadora que esconde la realidad.
De las tinieblas a la luz
Vale la pena recordar que el presente texto del Cuarto Evangelista no es una narración periodística, sino un relato teológico-simbólico. El texto es ciento por ciento cierto, más no literalmente, sino simbólicamente, pues como decía Antoine de Saint Exúperi: “Lo esencial es imperceptible a los ojos”. Aquí lo esencial está en el trasfondo del texto, en lo sucedido a la comunidad cristiana que, por obra de Jesús, pasaba de la oscuridad a la luz y se convertía en protagonista de su propia historia.
Como todos los evangelios, el presente texto fue elaborado por las comunidades cristianas después del acontecimiento pascual (pasión, muerte y resurrección). Una clave de lectura para comprender este texto es tener en cuenta que el ciego no es sólo una persona sino todas aquellas personas que se encontraron con Jesús durante su vida pública y, después de su muerte y resurrección, las que lo experimentaron dentro de la comunidad cristiana. Recordemos que para el Cuarto Evangelista, Jesús y comunidad cristiana se identifican. Lo que le hacen a Jesús se lo hacen a la comunidad: La persecución, los azotes, los insultos, así como las alabanzas y las atenciones. Jesús sufre, ríe y obra en la comunidad.
Este texto sintetiza el proceso salvífico de las personas que se encontraron con Jesús: pobres, enfermos, pecadores, marginados, ignorantes, etc. Personas que nacieron y crecieron en un ambiente hostil que los marginaba y les gritaba a cada rato la poca cosa que eran. No hay pobreza ni ceguera más grande que la ignorancia. Estas personas habían crecido ignorando su dignidad humana, su filiación con Dios y sus grandes posibilidades de crecer como seres humanos. A pesar de que Qohelet y Job habían cuestionado la doctrina de la retribución, los rabinos en el tiempo de Jesús, así como el sistema cultural y religioso de su tiempo, enseñaban que Dios amaba especialmente a quienes les concedía salud, buen nombre, bienes e hijos en abundancia. Los pobres, las estériles, los enfermos y en general los marginados vivían así porque habían cometido pecados, ellos mismos, sus padres, abuelos o tatarabuelos. Además del sufrimiento por su condición social y personal, la religión los tachaba de pecadores despreciados por Dios y despreciables por los hombres. Por eso, los discípulos le preguntaron a Jesús quién había pecado para que ese hombre estuviera así, si él o sus padres.
Efectivamente, hay padecimientos que son consecuencia de algún mal paso que damos los seres humanos. Una persona que sufre un accidente mientras conduce embriagado, otra que le da cáncer por fumar cigarrillo o aquella que echa a perder su hogar a causa del licor, etc. Pero hay muchos dolores que son causados por problemas genéticos, por el medio en el que vive, por situaciones terriblemente adversas en las que crece la persona, por la ausencia de padre o de madre, por la falta de amor, de comprensión y de compañía. Por carencia de formación y educación, por mala alimentación y servicios de salud, por valores tergiversados, etc. El problema del ciego de nacimiento, es decir, el problema de los marginados se había convertido en una marca social, religiosa y cultural que les habían impuesto y que no solamente los hacía sufrir más, sino que los ataba para salir de su problema, porque, si esa situación era un castigo de Dios, ¿quién podría contra eso? Por eso, lo primero que hace Jesús es quitar ese mito maléfico que tacha de pecadores a quienes sufren un mal.
Luego los invitó a ir más allá de la cruda realidad y a ver la vida con la esperanza que da la fe en la acción salvífica de Dios. Muchas veces pronunciamos o escuchamos quiméricas frases tales como: “¿Por qué a mí?” “¿Qué estoy pagando”? “¿Qué hice yo para recibir esto?” “¿Por qué Dios a mí no me escucha?” Más allá del por qué, Jesús ve en esa situación una oportunidad para permitir que Dios transforme radicalmente la vida humana y cambie el llanto en alegría (Jer 31,13). Ante una situación difícil podemos darnos látigo, encerrarnos en el círculo vicioso de la desesperanza y la culpabilidad enfermiza, en la cual no lograremos otra cosa sino hundirnos más. Otra opción es reconocer los errores en los que realmente hemos caído, mejorar y crecer como personas, y abrirnos a la gracia de Dios para que Él manifieste su obra y nos libere de eso que nos hace sufrir.
El barro aquí es más que un elemento precario e insignificante para realizar una curación. Detrás de este signo se esconde la historia del pueblo desde sus orígenes, por el empleo que le daban al barro. De barro hizo Dios al ser humano. Durante la esclavitud en Egipto el pueblo duró años haciendo ladrillos, cuya materia prima era el barro. Ya en su tierra cada familia hacía su casa de barro y construían las fortalezas que protegían a las ciudades. De barro se fabricaban tinajas, platos, ollas, cazuelas, lámparas y miles de utensilios. El barro hecho con la tierra y con la saliva de Jesús es un signo de la nueva creación que Dios quiere hacer en cada ser humano y de la nueva humanidad surgida a partir de Jesús.
Cuando el ciego se encontró con Jesús, se dejó tocar por él y se lavó en la piscina, quedó limpio. Esa fue la experiencia vivida por los integrantes de las comunidades cristianas que llevaban el proceso discipular con Jesús. Esos marginados a los cuales Jesús, el enviado del Padre, les abrió los ojos y les hizo ver el derecho que tenían de vivir dignamente como hijos de Dios. Con su vida, con su palabra, con su solidaridad; con la forma como trataba a todas las personas les hizo ver que no eran lo peor del mundo. Que eran sal de la tierra y luz del mundo (Mt 5,13-14). Que Dios había tenido a bien darles el Reino. (Lc 12, 32) Que tenían dentro de sí grandes talentos dados por Dios y que debían ponerlos a producir (Mt 25,14-30). Que el Padre Dios había ocultado estas cosas a los sabios y entendidos para revelárselas a la gente sencilla (Lc 10,21)…
El ciego vivió su experiencia de salvación y se convirtió en testigo de la obra de Dios en él, por medio de Jesús. Los vecinos notaron el cambio y se admiraron. Sin grandes discursos, sólo contando su experiencia con el maestro de Nazaret, este hombre se había convertido en un anunciador de la Buena Noticia. Eso es evangelizar.
Los fariseos se negaban a creer que un hombre sencillo y sin autoridad oficial para enseñar como Jesús, pudiera realizar obras como ésta, peor aún si no guardaba la Ley del Sábado. Sentían que este hombre les movía la banca y ponía en peligro su autoridad religiosa y su influencia social. No alcanzaron a ver en él a un hombre de Dios, a un profeta y, menos, a su enviado y ungido. Vieron en él un peligro que debía ser combatido como fuera y a una llama “perversa” que debía ser apagada de cualquier manera.
Después de mostrar incredulidad ante el acontecimiento, presionaron al ciego para que “desmintiera” el supuesto milagro. Luego lo intentaron hacer con sus padres para “desmintieran” que su hijo había nacido ciego. Sus padres, que no querían meterse en problemas con las autoridades, sólo confirmaron que, en efecto, había nacido ciego, pero que sobre lo demás no tenían ningún conocimiento, por lo cual debían preguntárselo a él ya que era mayor de edad. Ellos conocían la amenaza que había contra aquellos que aceptaran el camino de Jesús: excomunión.
El que antes era un marginado, señalado por todos y que inspiraba lástima, ahora era un hombre totalmente renovado por el Espíritu de Dios que vibraba en él y le hacía ver la vida con nuevos ojos. El que antes era considerado un desgraciado pecador, castigado por la furia de Dios, ahora era un bendecido por el amor y la misericordia del Señor. Del más profundo anonimato de los marginados había pasado a ser el centro de discusión. De la ignorancia, al conocimiento de Dios y de la oscuridad, a la luz, por medio de Jesús. La acción de Dios había hecho su obra en él y lo hacía sentir seguro para enfrentar cualquier situación. Por eso, en el segundo interrogatorio de las autoridades, habló con ellas de tú a tú y se atrevió, incluso, a hacerles comentarios sarcásticos. No era un erudito en las leyes religiosas, (“doctores tiene la santa madre iglesia”, decían nuestros viejos a veces también de manera sarcástica), pero había sido testigo de la obra de Dios en su vida y esa es la más grande autoridad que puede tener un evangelizador. Los fariseos no soportaron tremenda “competencia”, tremenda llama de luz y, por lo tanto, lo expulsaron de la sinagoga, es decir, lo excomulgaron.
La plenitud de la fe llegó para este hombre en el encuentro final con Jesús. Al principio hablaba de él como ese hombre que se llama Jesús (v. 11), luego lo dijo que era un profeta (v. 17) y finalmente lo reconoció como el Salvador y se postró (v. 38), es decir, se convirtió decididamente en su discípulo.
Recordemos de nuevo que éste no es un relato periodístico sino una magnífica elaboración teológica que cuenta la historia de las comunidades cristianas, las cuales fueron testigos de la obra de Dios por medio de Jesús. Obra que transformó totalmente sus vidas, las llenó de gozo y las ayudó a encontrarle un sentido pleno. Por eso seguían sus pasos a pesar de las amenazas. Sin creernos los únicos, nosotros estamos invitados a vivir esta misma experiencia de salvación. Sin fanatismos ni exclusivas, pero con el convencimiento, la alegría y el amor de Dios que obra en nuestra vida y la dignifica totalmente.
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Moniciones
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Moniciones IV Domingo de Cuaresma ciclo A
25 de Febrero, 2008, 11:42
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LAS LECTURAS DE HOY
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Muy buenos (noches, días, tardes)
Ya hemos pasado la mitad de la cuaresma. ¿Qué frutos hemos sacado de ella? ¡Tenemos tiempo todavía! Como bautizados, podemos ver la luz que viene de Dios, pasando la ceguera que nos nubla, y nos hace ir de tropiezo en tropiezo. Busquemos la luz que da sentido a nuestras vidas y no sigamos caminando como ciegos de nacimiento. La conversión, sólo se logra, si uno reconoce que no ve o que la visión está equivocada. Aprovechemos para meditar las lecturas de hoy que nos invitan a buscar una visión nueva, una luz nueva, que Dios nos ofrece por medio de Jesucristo, el Señor. De pie por favor, para recibir al ministro de esta Eucaristía.
Primera lectura I Sam 16, 1b.6-7.10-13 (Samuel unge a David como rey)
El relato de la unción de David, como Rey de Israel, nos recuerda que Jesús, siendo Hijo de Dios, también es hijo de David. Pero David, es escogido por Dios mismo. El envía al profeta Samuel para que lo unja con aceite y así sea reconocido por el pueblo; no a su persona como tal, sino al Espíritu de Dios que ha de manifestarse en el rey David. Escuchemos.
Segunda lectura Ef 5, 8-14 (Caminen como hijos de la luz)
En esta segunda lectura, San Pablo, en su carta a los efesios, nos invita a estar despiertos, para vivir como hijos de la luz, dándonos las herramientas para lograrlo. Meditemos profundamente en la voz de Jesús que nos dice “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue tendrá luz y vida”. Oigamos.
Tercera lectura Jn. 9,1-41 (El ciego de nacimiento)
Para meditar profundamente este Evangelio, debemos observar las reacciones de la gente frente al milagro de sanar a un ciego de nacimiento. ¡Qué prontos somos para juzgar y condenar!: “¿Quién pecó?”. Jesús se manifiesta y se proclama como Hijo de Dios al devolverle la vista a este ciego de nacimiento, y todo, “para la gloria de Dios”. De pie, por favor, para escuchar atentamente el Santo Evangelio.
Oración Universal:
Monitor: Favor respondan a cada petición: “Cristo, luz de las naciones, ilumina nuestras vidas”
Por el papa, los obispos, y toda la Iglesia: para que siga fiel a su misión de madre y maestra, orando constantemente, especialmente en esta cuaresma. Roguemos al Señor.
Por todos los pueblos de América Latina y el Caribe: para que el Señor ilumine la tarea evangelizadora de la Iglesia y fecunde su misión. Roguemos al Señor.
Por los gobernantes de nuestros pueblos y naciones: para que caminen como hijos de la luz, busquen la verdad y el bien común, comprometiéndose en conseguir la justicia. Roguemos al Señor.
Por los jóvenes, esperanza del mundo actual: para que descubran a Jesucristo y siguiéndolo transformen nuestra sociedad. Roguemos al Señor.
Por todos los enfermos de nuestra comunidad, por los minusválidos, los que carecen del pan de cada día, las mujeres y los niños maltratados: para que podamos ver en ellos la imagen de Cristo. Roguemos al Señor.
Por un aumento en las vocaciones en la Vida Religiosa y Sacerdotal, en toda la Iglesia en particular, para nuestra congregación redentorista. Roguemos al Señor.
Por nosotros aquí presente, celebrando el banquete de la Palabra y la Eucaristía: para que sepamos descubrir que Jesús está con nosotros y nos llama a vivir su amor en plenitud. Roguemos al Señor.
Exhortación Final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 65)
Hoy te bendecimos, Padre, por la luz de nuestro bautismo,
esa luz de la fe en Cristo que iluminó toda nuestra vida.
No permitas que volvamos a ser ciegos que creen ver,
pero no distinguen los colores de tu presencia en el mundo.
Quitas, Señor, las escamas de nuestros ojos en tinieblas.
Ayúdanos a dar el paso definitivo de la incredulidad a la fe,
de nuestra ceguera congénita a la iluminación de Cristo,
de nuestro egoísmo tenebroso a la luz esplendorosa del amor.
Queremos caminar como hijos de la luz, estrenar ojos nuevos,
ver a los demás como hijos tuyos y hermanos nuestros,
y aparecer ante ellos rebosando bondad, justicia y verdad.
Amén.
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Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.
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Jesús, amigo cercano, es fuente de vida
Durante toda su vida Jesús se mostró compasivo con todas aquellas personas que sufrían diferentes dolencias o estaban limitados y limitadas física o mentalmente. Por eso con frecuencia curó a las y los enfermos, abrió los oídos a los sordos, hizo hablar a los mudos... Todo eso lo hizo como parte de su misión salvadora y movido por su corazón sensible y compasivo con el dolor de los hermanos y hermanas.
La familia de Betania formada por Lázaro, Marta y María forman parte de las personas seguidoras y amigas de Jesús. Con ocasión de la muerte de su amigo Lázaro, el Evangelio nos dice que Jesús quería mucho a estas dos mujeres y a su hermano. Al constatar la muerte de su amigo Lázaro, se le vio llorar. Los judíos comentaban: "¡Cuánto lo quería!"(Jn 11,36).
El Proyecto de Dios, Proyecto de vida y de justicia, es para siempre. Dios quiere que sus hijos e hijas vivan felices para siempre. Por eso quiere que esa vida feliz comience hoy y aquí, cada día. Esa vida feliz tendrá su plenitud sólo en la otra vida, cuando podamos sentarnos todos en la mesa común del Padre, en la mesa de los hermanos.
Al realizar la resurrección de Lázaro, Jesús mostró el mayor signo que podía presentar ante los judíos. Ya no sólo sanaba a los enfermos y devolvía la vista a los ciegos, sino que devolvía la vida a los muertos. Así demuestra el poder que Dios tiene sobre la muerte. Fue precisamente a partir de la resurrección de Lázaro cuando los judíos decidieron matar a Jesús, porque se daban cuenta que era un hecho tan grande y tan patente que no lo podían explicar humanamente y que no lo podían esconder (Jn 11,45-52).
Como creyentes tenemos el reto de convertirnos en defensores de la vida, porque somos seguidores de un Dios de vida y no de muerte. En medio de las situaciones más difíciles, en medio de tantas situaciones de muerte como podemos vivir como fruto de nuestro pecado personal y del pecado social y estructural, hay lugar para la esperanza, para crear nuevas alternativas, para seguir trabajando por la causa del Proyecto del pueblo del Dios liberador, llamado por Jesús, según la mentalidad de su tiempo, “Reino de Dios”, porque El es quien nos acompaña y nos da fuerzas para ser testigos de su Vida inmortal.
Como seguidores de Jesús se nos pide tener un corazón compasivo como el de Jesús. La compasión por el otro es el punto de partida para la realización de hechos y acciones concretas de solidaridad en favor de aquellas personas que necesitan nuestra mano amiga. La compasión es uno de los frutos principales del Espíritu que nos hace vivir como verdaderos seres humanos, mientras que la insensibilidad ante la situación de los hermanos es uno de los frutos de la carne, que convierte a las personas en una bestia.
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Moniciones III Domingo de Cuaresma ciclo A
18 de Febrero, 2008, 9:22
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LAS LECTURAS DE HOY
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En este tercer domingo de Cuaresma las lecturas nos invitan a fijar nuestros ojos y nuestra vida en Dios, quien es la fuente de la vida. En este mundo tan materializado, hemos perdido el conocimiento auténtico de Dios. Hoy nosotros, como el pueblo de Israel, seguimos sedientos de Dios. Busquemos la Roca que nos salva, entrando en su presencia, para fortalecernos cada vez más en la gracia recibida en nuestro bautismo. De pie por favor, para recibir al celebrante de esta Eucaristía con el canto de entrada…
Primera lectura Ex 17, 3—7 (Danos agua para beber)
Dios nunca nos abandona ante nuestras necesidades. En esta lectura vemos que el pueblo de Israel es probado en el desierto. Ante sus quejas, Dios se hace presente, como salvador de ellos, haciendo brotar agua de la roca, por medio de Moisés. Presten mucha atención.
Segunda lectura Rom 5, 1-2. 5-8 (El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu que nos ha sido dado)
San Pablo nos aclara magistralmente lo que es la salvación en Cristo. Al incorporarnos a Cristo, vemos que efectivamente podemos superar el pecado. Dios ha dejado constancia de su amor por nosotros, entregando su Hijo único, ya que por Cristo hemos sido llamados a este plan divino de salvación. Escuchemos.
Tercera lectura Jn. 4,5-42 (Un surtidor de agua que salta hasta vida eterna)
Este Evangelio es de una riqueza incalculable; puede alimentar nuestra oración por muchos días. Dios se hace el encontradizo, en el momento y hora menos esperado. Jesús es quien inicia el diálogo con la Samaritana. El parte de lo sencillo y cotidiano: “Dame de deber”. Luego hace ver cuánto vale la samaritana, mujer despreciada por sus pecados y por ser de Samaría. De aquel encuentro, la mujer pecadora y despreciada sale como discípula de Jesús. La pregunta para nosotros hoy es: ¿quieres dejar hoy tu cántaro junto a Jesús e ir a proclamar que El es el Mesías y Salvador? Escuchemos.
Oración Universal:
Monitor: Respondan, por favor: “Señor, dame de esa agua para no tener más sed”
Por el Papa y toda la iglesia: para que escuchando la palabra de Dios, nos abramos a ella y la transmitamos sin temor ni egoísmo. Roguemos al Señor.
Por todos los gobernantes del mundo: para que no endurezcan sus corazones ante la miseria y los pecados sociales, sino que busquen caminos de desarrollo y valores cristianos. Roguemos al Señor.
Por todas las familias divididas que viven situaciones difíciles, mujeres y niños maltratados: para que Jesús sacie su sed de felicidad y bienestar. Roguemos al Señor.
Por todos los padres y madres: para que dediquen suficiente tiempo y amor a sus hijos en vez de llenarlos de cosas materiales. Roguemos al Señor.
Por un aumento en las vocaciones en la Vida Religiosa y Sacerdotal, en toda la Iglesia en particular, para nuestra congregación redentorista. Roguemos al Señor.
Por todos nosotros, aquí presente: para que vivamos el gozo de nuestra salvación con un corazón agradecido, siempre dispuestos a servir a nuestros hermanos más necesitados. Roguemos al Señor.
Exhortación Final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 62)
¿Cómo podríamos silenciar nuestro canto de alabanza,
Señor, Dios de misericordia, cuando oímos de labios de Jesús
la revelación sublime de tu nombre, que es don, amor y vida?
Cristo nos da el agua viva que calma nuestra sed para siempre
y se convierte dentro de nosotros en surtidor de vida eterna.
¡Gracias, Padre, porque el río de tu amor no conoce el estiaje!
Pero nuestra sed es infinita. Una sed de vida en plenitud,
de felicidad profunda que no defraude, de liberación total,
de pan y cariño, de verdad y dignidad, de amor y esperanza,
de fraternidad y justicia, de solidaridad y derechos humanos.
¿Dónde sino en ti, Señor, encontraremos agua para tanta sed?
Amén.
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Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.
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Está cerca la Cuaresma: http://www.scalando.com/Cuaresma/cicloA.htm
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El compromiso de cambio que nos exige la fe
Jesús es el agua viva, el Salvador del mundo
Jesús iba cansado por el camino que iba de Jerusalén a Galilea, pasando por el centro del país y atravesando la zona de Samaría. Generalmente los judíos de Galilea preferían hacer el camino por el valle del Jordán, que aunque era más largo, era más seguro, ya que los judíos y los samaritanos eran enemigos por motivos religiosos y políticos. Pero Jesús se decidió a atravesar la región de Samaría y al pasar por allí le pide un poco de agua, del pozo de Jacob, a una mujer samaritana. Jacob había sido el padre de los jefes de familia de las 12 tribus de Israel. Por eso, todos los descendientes de Jacob tenían derecho a beber del agua del aquel pozo. En un primer momento la samaritana no acoge bien a Jesús, pero después establecen una conversación que lleva a la mujer de Samaría a descubrir quién es Jesús y a pedirle de beber el agua verdadera.
La samaritana hace un proceso hasta descubrir quién es Jesús. De forastero y judío enemigo, descubre al hombre que la desconcierta, al profeta de Dios y finalmente llega a reconocerlo como Mesías. Por esto, la samaritana es un modelo de vida cristiana, de lo que nos debe pasar en el proceso de descubrir quién es Jesús: ir gradualmente conociéndolo hasta descubrirlo como el Salvador que da sentido a nuestras vidas y a nuestras luchas cotidianas.
La imagen de Jesús como verdadera agua viva es muy interesante. De hecho el agua es un elemento indispensable para vivir. Dicen los especialistas del área de la medicina, que nuestro cuerpo está constituido por un 60% de agua. Sin agua los seres humanos no tenemos vida, no crecen las plantas, ni pueden vivir los animales. De tal manera que cuando se dice que Jesús es la fuente de agua viva, se quiere decir simplemente que Jesús es quien nos da la verdadera vida.
Nuestras comunidades descubren que necesitan del agua viva que es Jesús. Esa agua viva la descubrimos en su Palabra salvadora que descubrimos en la vida cotidiana y en las Sagradas Escrituras. Su Palabra es como un vaso de agua refrescante en los meses más calurosos del año. Sólo esa agua nos calma la sed de justicia y de amor que tenemos. Por ello debemos dedicarnos a escuchar la Palabra y hacerla realidad en nuestro ambiente.
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Homilía III domingo de Cuaresma, ciclo A
18 de Febrero, 2008, 9:06
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En Camino
Homilía para el Domingo |

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Tiempo de Cuaresma
III Domingo |
24 de febrero de 2008 |
Entre otros derechos fundamentales, los seres humanos tenemos derecho a un nombre propio, a un apellido y a una nacionalidad, y a afiliarnos a una comundiad religiosa o ideológica. Para una vida sana es necesario la identidad con nosotros mismos, con nuestra familia, con nuestro país, así como con nuestro grupo religioso o ideológico. Es necesario trabajar para crecer como personas y para hacer crecer el entorno vital en cual nos desarrollamos.
Si a una persona le falta identidad y amor propio, se descuidará a sí misma y vivirá con profundos complejos de inferioridad, lo cual le impedirá desarrollarse como tal. Esto lo puede llevar a desinteresarse por tener una interacción sana con los demás seres humanos y, por el contrario, puede convertirse en un antisocial que atente contra el bien común y busque, simplemente, sobrevivir en esta selva de cemento que amenaza contantemente su vida.
Si una persona crece con sus necesidades totalmente resueltas y rodeada de servidores que lo hacen sentir como un dios, creerá que pertenece a una raza superior y que, por lo tanto, tiene derechos por encima del común de los mortales. Si un ser humano es adoctrinado con la convicción de que pertenece a un grupo selecto de personas puras por excelencia y carece de sentido crítico, puede caer fácilmente en un fundamentalismo peligroso y con una ceguera que no le permitirá ver que otros seres humanos tienen derecho a vivir de manera diferente.
Es necesario el amor propio y la valoración individual como un ser dotado de facultades, proyectos, derechos y deberes. Pero la supravaloración del ego y el desprecio de los demás crea personas egoístas y peligrosas para la sociedad, e infelices en su interior. Es necesaria la identidad cultural, ideológica y/o religiosa. Pero cualquier tipo de fundamentalismo es destructor. Es necesario un sano sentido de pertenencia y referencia a una región o a un país, es decir, una buena identidad regional o nacional. Pero los regionalismos y los nacionalismos, combinados además con ideologías segregacionistas y exclusivistas, son tremendamente peligrosas y han causado grandes desastres a nuestra humanidad.
Después de tantos golpes que ha recibido la humanidad por culpa de los fundamentalismos, y aún en medio de tantas falencias, se están dando pasos para hacer respetar los derechos humanos y para promover el desarrollo de los pueblos. Terminada la Segunda Guerra Mundial nació la ONU y detrás de ella vinieron otras organizaciones internacionales. El diálogo interreligioso se viene dando como un fruto de la toma de conciencia por parte de algunos miembros de las diferentes religiones, las cuales han sido utilizas muchas veces para justificar guerras, o como escudo perverso de muchas conquistas, colonizaciones y destrucción de la vida. Algunas iglesias cristianas, que en este tema también tenemos rabo de paja, hemos formado grupos ecuménicos, en los cuales buscamos unirnos en lo fundamental del evangelio de Jesús y respetar las diferencias. Disfrutar del generoso y añejo vino donado por Jesús, respetando la copa en la que cada cual lo quiera tomar.
Al acercarnos al Cuarto Evangelista (Evangelio según San Juan) es necesario precisar su carácter especialmente simbólico. El carácter simbólico del Cuarto Evangelista reemplaza casi en su totalidad al carácter histórico. Este evangelio es el más simbólico y el menos histórico de todos. El texto que hoy leemos no es una crónica de los acontecimientos tal y como sucedieron, sino que es una hermosa composición teológico-simbólica, con un mensaje muy profundo para las comunidades cristianas.
Judíos y samaritanos a pesar de sus raíces comunes y de su cercanía territorial, y por el mal manejo de sus diferencias culturales y religiosas, tuvieron tantos problemas que se convirtieron en enemigos acérrimos. Los samaritanos tenían la misma religión judía, pero mezclada con tradiciones religiosas de otros pueblos con los cuales compartieron el mismo territorio durante la deportación en Babilonia. Por haberse mezclado con “paganos”, los samaritanos fueron considerados herejes y expulsados del pueblo judío en la reforma de Esdras y Nehemías. Por todo eso, la palabra samaritano se había convertido entre los judíos en una ofensa de gran calibre. Los samaritanos, por su parte, se consideraban a sí mismos como los legítimos continuadores de la fe de Israel y tachaban a lo judíos de cismáticos.
En el presente relato, el judío Jesús se acerca a la mujer samaritana, no con la prepotencia de quien se cree poseedor de la verdad, sino con la calidad humana de quien se ha liberado de todos los prejuicios, regionalismos y fundamentalismos. Con una pedagogía exquisita, se presenta como una persona humilde, necesitada y sedienta. Aunque la mujer está a la defensiva, Jesús poco a poco rompe el hielo y crea un espacio para que la mujer se abra y le permita entrar en su mundo.
Los grupos religiosos o ideológicos opositores entre sí, tienen puntos claves que salen a relucir en sus discusiones. Los izquierdistas tratan de politiqueros burócratas y de rancios aristócratas a los derechistas, y estos, a su vez, les dicen populistas, bufones y engañadores a los de izquierda. En las discusiones entre protestantes y católicos casi siempre brotan temas tales como la virginidad de María, la autoridad del Papa, los ídolos, la oración por los difuntos, etc. Para pelear siempre habrá temas. Entre cristianos, judíos, musulmanes, budistas, sintoístas, hinduístas, etc., las diferencias se hacen aún más grandes. Hay personas que acceden muy complacidos al diálogo con otras iglesias cristianas, pero cuando se habla de otras religiones dicen inmediatamente que con ellos no tienen nada de qué hablar.
Jesús no cae en la trampa de discutir cuál es el verdadero lugar de culto, si Jerusalén o Garizín. En otras palabras, no discute cuál es la verdadera y cuál, la falsa religión, ni cae en el falaz argumento de desprestigiar las demás para enaltecer la propia. Tampoco funda una nueva religión o iglesia alguna. (Es bueno tener bien presente que históricamente Jesús no fundó la Iglesia sino que ésta se fundó en Él después de la experiencia pascual y sólo tiene validez, si sigue fiel al espíritu con el cual Él enfrentó su contexto vital). Jesús no invalida alguna religión, pero sí las relativiza e invita a ir más allá, pues los nuevos adoradores lo harán, no necesariamente en Garizín o en Jerusalén, en X o Y religión, sino en espíritu y en verdad (v. 23).
La propuesta de Jesús es, fundamentalmente, una nueva forma de relacionarnos con Dios y con los hermanos, más allá de las leyes, los preceptos, las prohibiciones y los templos de cada religión. “Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo según el Espíritu y la verdad.” (v. 24b). Y al Espíritu no lo podemos encerrar en cuatro paredes, porque como dijo Jesús en el encuentro con Nicodemo: “El viento (pneuma en griego, que es lo mismo que espíritu) sopla aquí y allá y tú oyes su silbido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con el que ha nacido del Espíritu” (Jn 3,8). Adorar a Dios en espíritu y en verdad supone romper las fronteras, superar todo tipo de exclusivismo y fanatismo, encarnado en casi todas las religiones. Adorar a Dios en espíritu y en verdad exije ir más allá de las estructuras asfixiantes que las religiones crean con el tiempo y renovar cada día la experiencia religiosa, según los cambios culturales que vive el ser humano.
Las religiones y las iglesias son válidas no porque tengan una línea ininterrumpida de consagraciones. Ninguna religión y ninguna Iglesia, si quiere ser de verdad un instrumento de salvación para los seres humanos, puede apropiarse de la plenitud de la revelación y mostrarse como la poseedora del esplendor de la verdad. Las religiones y las iglesias no son absolutas. Son válidas en la medida en que ofrezcan un espacio para que las personas nos encontremos con el Dios de la Vida y para establecer mejores relaciones entre los seres humanos.
Durante la época preindustrial y estática, en la cual los pueblos giraban en torno a narraciones mítico simbólicas que obligaban a aceptar leyes, dogmas y estilos de vida, y bloqueaban cualquier otra alternativa, las religiones de cada pueblo se erigían como absolutas. Nuestra sociedad postmoderna ha vivido revoluciones industriales y se ha rebelado contra la cultura estática y su oposición a las alternativas. Se ha desencantado, incluso, de las promesas mesiánicas de la diosa razón y se ha visto muchas veces sin esperanza y a merced de los mercaderes pseodoreligiosos que prometen éxito, felicidad, salvación y vida plena.
No podemos vivir el camino de Jesús con las estructuras jerarquizadas, monopolizadas y estáticas propias de la sociedad preindustrial y agraria. “En las nuevas condiciones culturales la religión es únicamente un camino; y el camino es un proceso que consiste en aprender a conocer y sentir más allá de nuestra condición de depredadores. Superar esa condición nuestra de superpredadores de todas las especies vivientes es aprender a ser luz vibrante frente a la maravilla que nos rodea; es aprender a ser calor que se transforma en luz frente al esplendor de la realidad.
Por eso sería mucho mejor anunciar el hermoso testimonio de Jesús y su camino de salvación no con los mismos términos excluyentes y con ideologías fundamentalistas como lo hicieron muchos de nuestros antepasados. Ellos fueron muy intrépidos y entregados al Reino de Dios, pero hoy tenemos otra realidad, otras exigencias y otras oportunidades para comunicar el mismo Espíritu. La Iglesia en la cual seguimos el camino de Jesús no puede autoproclamarse como único instrumento universal de salvación, sino ofrecer un espacio de vida y de encuentro con el Dios vivo en Espíritu y en Verdad. “Porque esos son los adoradores que quiere el Padre. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo según el Espíritu y la verdad.” (v.24)
Nuestra fidelidad a Dios no puede medirse en la aceptación irracional a un credo, a unos cánones estáticos y, menos, a instituciones premodernas que se niegan a abandonar la comodidad que les representa su estructura jerárquica piramidal. Nuestra fidelidad a Dios tiene que medirse según el espíritu y la verdad, según la obras de amor, justicia, solidaridad, responsabilidad ética y social que se nos exige en nuestra propia humanidad. Nuestra evaluación como Iglesia de Cristo no ha de medirse exclusivamente por, si cumplimos o no cumplimos con los mandatos del centro, sino especialmente por, si ayudamos a que las personas descubran el sentido de su vida y el camino de su propia realización y felicidad.
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Homilia II Domingo de Cuaresma - Ciclo A
13 de Febrero, 2008, 23:50
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En Camino
Homilía para el Domingo |

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Tiempo de Cuaresma
II Domingo |
17 de febrero de 2008 |
Las aseguradoras están haciendo su agosto en este tiempo. Hoy hay seguro para todo: para el carro, la casa, la empresa, la salud o la educación. Los hay para todo tipo de riesgos y para cada parte del cuerpo. Esto se ha convertido, muchas veces, en una excentricidad más de los famosos para llamar la atención de sus incautos admiradores, o una forma de cotizarse en el mercado laboral. Hay modelos que aseguran sus lindos ojos, sus voluptuosas colas, o sus pechos abundantes. Futbolistas que aseguran sus piernas, boxeadores que aseguran sus puños y golfistas que aseguran sus brazos. Aquí vemos también el afán natural del ser humano de buscar seguridad en un mundo que lo amenaza continuamente.
Es cierto que necesitamos ser prudentes como serpientes, pero a veces esa prudencia llevada al extremo, se convierte en un miedo que nos hace anquilosar y no nos deja ver la vida más allá de nuestro patio. Miedo a la novedad, miedo a lo desconocido, miedo a quedarnos sin seguridades. Miedo que nos obliga a aceptar situaciones personales o comunitarias que denigran nuestra humanidad. Podríamos citar varios ejemplos: Hay mujeres que sobreviven en “jaulas de oro” en la cuales las tienen sus esposos machistas que no las dejan tener amigos o salir solas ni a la esquina. Y a pesar de su infelicidad ellas temen separarse, perder el nivel de vida y enfrentarse a un mundo laboral al que no están acostumbradas. Hay personas que se quedan solteras toda su vida no tanto porque tengan vocación para vivir solas sino porque, sencillamente, le tienen miedo al compromiso. Hay personas que trabajan en alguna empresa pública o privada y son testigos de injusticias, discriminaciones o corrupción y temen denunciar por no perder su trabajo. Muchas personas se quejan de la situación social o política de sus pueblos, pero no son capaces de mover un dedo para que la situación cambie
En el fragmento del libro del Génesis que hoy leemos, Dios le propone un nuevo camino a Abrahám: salir de su tierra, es decir, abandonar su familia y su tradición (lo cual representaba su seguridad), para hacer de él una gran nación; un nuevo pueblo totalmente diferente. Es así como en medio de la sofocante vida de las Ciudades Estado Cananeas, surge un pueblo alternativo. Desde la fe podemos decir que Dios no estaba conforme con el estilo de vida de esas ciudades y quiso formar un pueblo con otras características. En las antiguas Ciudades Estado Cananeas, en Ur y en la tierra de los Caldeos, se tenía una organización social excluyente. Un sistema monárquico y esclavista dependiente del imperio egipcio. Dios invitó a Abrahám a salir de ese esquema mental y de esa realidad que aplastaba la dignidad de muchos seres humanos, para realizar un proyecto distinto. Un pueblo en el cual todas las familias, no sólo la imperial, tuvieran la bendición de Dios y la posibilidad de vivir dignamente.
Hay situaciones en las cuales es imposible pretender la transformación de una estructura personal, institucional o social, y tratar de cambiarla por la fuerza sería perder el tiempo, o lo que es peor, sería una especie de suicidio. En estos casos no hay más remedio que salir de esa tierra, cortar totalmente con esa persona, con ese grupo o con esa sociedad, y buscar otras oportunidades. Los profetas fueron enviados por Dios a reclamarle a los reyes y a los demás hombres poderosos de Israel por todo el atropello con los pobres y desvalidos. Pero en este caso, Dios no envió a Abrahán a hablar con los reyezuelos para pedirles o exigirles el respeto por las personas. Hubiera sido como gastar pólvora en gallinazos. Lo llamó a salir de su tierra y a ir tras la utopía de un nuevo pueblo.
Abrahán comprendió que Dios se le manifestaba en su vida y latía en su corazón inquieto. Que su inconformismo con su mundo, su sed de justicia y su anhelo de una vida más digna para los seres humanos se traducía en una invitación a construir un pueblo distinto. Que su amor por la humandiad, su esperanza firme y su fe en ese ser que experimentaba vivo en su corazón, se convertían en una promesa certera de formar de él una gran nación. Abrahán aceptó el reto y se puso en camino.
¿Cuál es nuestra reacción ante nuestro mundo, con sus luces y sus sombras, sus bondades y maldades, frente a la discriminación, injusticia y maltrato a la vida de muchos hermanos nuestros? ¿Estamos atentos a los signos de Dios? ¿Escuchamos su voz y seguimos sus pasos? ¿Vivimos nosotros un camino de fe con Dios y nos comprometemos con la construcción de una humanidad nueva, digna morada del Espíritu Santo?
Se transfiguró
Cuando sus discípulos llegaron a la convicción de que estaban con el Mesías, hubo entre ellos un gran entusiasmo. Esa buena noticia la esperaban desde hacía mucho tiempo. Como tenían la idea de un Mesías guerrero y triunfador que expulsara a los romanos, purificara el templo y a todas la instituciones judías e impusiera un nuevo orden estatal, sus discípulos ya soñaban con un buen puesto en esa nueva organización. Pero cuando el Maestro les dio a entender que su estrategia no comprendía la utilización de las armas sino la fuerza de la Palabra; que Él no buscaría el poder sino el servicio y que no iba a sacar a los romanos ni a tomarse el poder, porque no había venido a ser servido sino a servir, se apoderó de ellos una gran confusión. La decepción más grande la sufrieron cuando, además de pedirles que se convirtieran en servidores los unos de los otros, les dijo que los problemas iban a ser demasiado grandes. Que no iba a ser fácil la instauración del Reinado de Dios y que el Hijo del hombre corría un riesgo inminente, por los intereses que tocaba. Que las persecuciones no se harían esperar, así como un posible proceso en su contra y una condena a muerte. Y les puso la condición de que si querían seguirlo debían tomar la cruz de cada día e ir tras él. Cualquier ser humano, con cinco dedos de frente, sabe que cuando se tocan los intereses de los “hombres importantes” de una sociedad, estos reaccionan defendiendo sus privilegios y hacen lo que sea para mantenerlos. Eso ha sucedido y sigue sucediendo también en nuestros pueblos latinoamericanos.
Ante tremendo panorama muchos discípulos lo dejaron porque vieron la cosa muy peligrosa y porque el supuesto Mesías no prometía la dicha que ellos esperaban. Otros discípulos siguieron su camino con Él a pesar de los ánimos caídos y sin comprender muy bien las cosas. Cuando el Maestro fue asesinado por “hombres importantes”, sus discípulos no habían comprendido muy bien todo lo sucedido. Fue la experiencia pascual, o sea, la resurrección de Cristo, la victoria definitiva sobre las fuerzas diabólicas, la que le dio sentido a su lucha, a su entrega y hasta a su muerte ignominiosa en el patíbulo de la cruz.
El Evangelio de la transfiguración es una elaboracion teológica realizada a la luz de la experiencia pascual. Una historia leída y escrita con el lente de la fe en Jesús resucitado. Es una mirada hacia atrás con unos ojos nuevos que permiten comprender el sentido de la lucha, de la entrega, de la persecución y de la muerte, porque la victoria ya estaba dada por Dios.
Esa relectura de la historia permitió comprender que Jesús no había sido un rebelde sin causa. Que su causa era la misma causa de Moisés y Elías. Que los anhelos de libertad que habían animado a Moisés para liderar a su pueblo en el camino hacia la libertad, se encarnaban de manera más viva en Jesús, y que su autoridad para comunicar la Ley en el monte Sinaí, ahora la tenía Jesús para comunicar una nueva Ley. El celo por Dios y por la defensa del los pobres que habían animado a Elías, precursor de los profetas, y a todo el movimiento profético de Israel, tomaban vida en Jesús y su proyecto del Reinado de Dios.
En otras palabras, que Éxodo-Ley (Moisés) y los profetas (Elías), se sintetizaban en la persona de Jesús y que Él hundía sus raíces en toda la tradición del Primer Testamento, se alimentaba de él y continuaba la obra salvadora del Dios de Israel. Que con su vida, palabra y obra, Jesús llevaba a plenitud la obra del Padre y por eso el Padre Dios lo reconocía como su Hijo muy amado e invitaba a todos a escucharlo, como otrora había invitado a escuchar y a seguir sus preceptos. (Dt 4).
Ante los peligros, tenemos la tendencia a desistir y abandonar nuestos anhelos de libertad. Ante la magnitud del compromiso que implica seguir el camino de Jesús, tenemos el riesgo de espiritualizar la fe, quitarle el aguijón al evangelio y convertirlo en un somnífero peligroso.
En medio del duro trabajo por el Reino es necesario hacer un alto en el camino, sacar un espacio para la meditación, para la oración y para llenarnos del Espíritu del Señor que se ha revelado en la historia. En otras palabras, necesitamos subir a la montaña. Pero, ¡cuidado con la tentación de hacer tres tiendas! Cuidado con convertir la fe sólo en rezos y con vivir una fe espiritualista que invita a contemplar a un Dios desencarnado.
La auténtica oración cristiana no nos aleja de la realidad sino que nos da la gracia para enfrentarla y transformarla. Ojalá en nuestra oración siempre escuchemos la invitación que Jesús hizo a sus discípulos: “levántense, no tengan miedo”. Levantémonos, no tengamos miedo. Llenémonos de la gracia de Dios y bajemos del monte (oración) a la llanura (realidad) para continuar la lucha hasta el final. Las tinieblas y la muerte ya están vencidas de antemano en Aquel que murió y resucitó para darnos nueva vida.
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14 de febrero: día de la amistad
11 de Febrero, 2008, 23:34
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14 de febrero: día de la amistad
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Moniciones II Domingo de Cuaresma ciclo A
11 de Febrero, 2008, 22:54
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LAS LECTURAS DE HOY
Monición de entrada
Muy buenos (días – tardes – noches). Este segundo Domingo de Cuaresma, nos sugiere que en la vida sólo es posible la transformación, si tenemos presente la meta a la que queremos llegar. Pidamos al Señor en esta Eucaristía, que nos conceda el privilegio de que Jesús, sea nuestra meta y que podamos ser obedientes como El. Así como Abraham fue llamado, nosotros también hemos sido llamados a la vida y a la luz, que resplandece en Cristo transfigurado.
De pie, por favor, para recibir al celebrante de esta Eucaristía con el canto de entrada...
Primera lectura Gén 12, 1—4a (Vocación de Abrahán, padre del pueblo de Dios)
Abraham fue llamado a ser padre del pueblo de Dios y padre de la fe. Partir de su propia tierra, su patria, y su familia, fue abandonar la seguridad y la comodidad que estaba acostumbrado. Dios lo llama, él sabe que no tiene que dar un paso al vacío, sino a la plenitud de Dios. El Señor lo hace bendición para todos los pueblos de la tierra. Escuchemos:
Segunda lectura II Tim 1, 18b-10 (Vocación cristina a la santidad)
En esta segunda carta a Timoteo, San Pablo nos comunica, que hemos sido llamados a trabajar por el Evangelio: con tesón y sin dejarnos desanimar, por los sufrimientos o vicisitudes que se nos puedan presentar. Dios nos da gratuitamente la salvación, por medio de nuestro Redentor Jesucristo, quien vino a resplandecer la vida y la inmortalidad. Escuchemos atentamente:
Tercera lectura Mt. 17,1-9 (Transfiguración del Señor)
Nos podemos preguntar: ¿que relación podemos encontrar entre la vocación de Abraham y la transfiguración del Señor? Nosotros, el pueblo de Dios, hemos sido llamados por El a una vocación que nos debe llevar a ser iluminados por Jesús. Al transfigurarse Jesús, los apóstoles contemplaron su divinidad. Te has preguntado: ¿a qué vocación has sido llamado por Dios? ¿Estás dispuesto a obedecer y ser fiel a este llamado? Les invito para que se pongan de pie para que escuchemos con atención la Buena Noticia de hoy.
Oración Universal:
A cada invocación respondan, por favor: “Que la luz de Jesús transforme nuestras vidas”
Por el Papa, los obispos, sacerdotes los diáconos, para que anuncien el Evangelio y por medio de la luz de Cristo, nos transformemos a vivir la caridad, la fraternidad y las buenas obras. Roguemos al Señor.
Por los gobernantes de las naciones del mundo, para que dejen sus ambiciones egoístas y usen su poder y fuerza para garantizar paz y justicia entre los hombres. Roguemos al Señor.
Por los niños y los jóvenes, para que la luz de Cristo les ilumine y encuentren su vocación de católicos prácticos, en la vida religiosa o sacerdotal. Roguemos al Señor.
Por todos nosotros, los aquí presentes: para que podamos centrarnos en el tema de esta Cuaresma y así vivamos este tiempo de gracia con más entusiasmo y dedicación. Roguemos al Señor.
Por todos nuestros enfermos y ancianos: para que nuestras oraciones y nuestras visitas a ellos les ayude a vivir mejor esta Cuaresma. Roguemos al Señor.
Exhortación Final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 59)
Dios de nuestros padres, te bendecimos agradecidos
porque el mensaje de la transfiguración de Jesús, tu Hijo,
anticipa su gloria luminosa de pascua de resurrección.
Tal esperanza alienta nuestra vida errante, especialmente
cuando ésta presenta el lado hiriente de la cruz con Cristo,
cuando nos cercan la oscuridad y la duda, el temor y la fatiga.
Entonces Jesús, como a los apóstoles en el Tabor, nos dice:
Levántense, no teman; yo estoy con ustedes en el camino,
y en la raya del horizonte despierta ya la aurora pascual.
Haz, señor, que cumplamos la condición de la fe que nos pides,
escuchando a Jesús y siguiendo sus huellas con alegría.
Amén.
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Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.
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El compromiso de cambio que nos exige la fe
Pablo, en su carta a Timoteo, invita a su discípulo y colaborador a tomar parte en los duros trabajos del Evangelio. Pablo tiene razón cuando habla de la dureza del trabajo evangelizador, puesto que él mismo había experimentado las consecuencias que se derivan del anuncio evangélico. De hecho, cuando escribe a Timoteo, lo hace desde la cárcel.
Por medio del Evangelio Dios nos llama a una vida santa y por medio de Jesucristo, de su vida, de su Palabra de amor, de su muerte y resurrección nos dio la verdadera vida, nos salvó.
La fe es la que opera en nosotros y nosotras esa “transfiguración”, ese cambio de vida. Por ella la vida cotidiana, muchas veces rutinaria y aburrida se llena de sentido, cuando somos capaces de vivir la fe como compromiso de solidaridad con la causa de los hermanos y hermanas más débiles y abandonados.
Nuestras comunidades cristianas deben estar comprometidas con el anuncio del Evangelio como Proyecto de vida. Jesús nos ha dado la verdadera vida y nos invita a ser defensores y defensoras de la vida allí donde ésta esté amenazada. La situación de nuestro país, de nuestro Caribe, de nuestra América Latina, en la que hay tantos atentados en contra de la vida, por la violencia, la injusticia, la pobreza, la corrupción... es un llamado urgente a comprometernos con la creación de mejores condiciones de vida. Es esto consiste el compromiso de llevar una vida digna como seguidores y seguidoras de Jesucristo.
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Moniciones I Domingo de Cuaresma ciclo A
4 de Febrero, 2008, 8:27
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LAS LECTURAS DE HOY
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Hace pocos días, con el Miércoles de Ceniza, hemos comenzado el tiempo de Cuaresma, tiempo de preparación para la celebración de la pascua de Jesús, tiempo también de conversión y solidaridad. Por ello las lecturas que escucharemos hoy nos dirán cómo desde el principio de la creación el Dios creador y liberador tuvo un plan de salvación y de felicidad para hombres y mujeres. Pero el ser humano pecó y prefirió vivir al margen del Dios salvador y tuvo que pagar las consecuencias de haber asumido tal actitud. Que esta celebración nos fortalezca para que seamos capaces de reconocer nuestro pecado personal y social y fortalecernos en contra de las tentaciones que quieren alejarnos de los caminos del Dios vivo.
Primera lectura Gén 2, 79-9;3,1-7 (Creación y pecado de los primeros padres)
El texto del libro del Génesis que leemos a continuación nos narra cómo el Dios creador formó al hombre y a la mujer. Al crearlos los puso en un jardín para que vivieran felices. Sin embargo, engañados por la serpiente pecaron. Al caer en la tentación rompieron el plan de felicidad que Dios tenía para ellos y tuvieron que pagar las consecuencias de tal actuación.
Segunda lectura Rom 5, 12-19 (Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia)
En la lectura que escucharemos a continuación, San Pablo hace una comparación entre Adán, el ser humano pecador y Jesucristo, el ser humano santo. Por medio del pecado de Adán todos nos constituimos en pecadores, pero por medio de Jesucristo hemos sido salvados. Y se realizó así porque Dios tiene un plan de salvación al que están llamados a participar todas las personas que se abren a su Palabra salvadora y liberadora.
Tercera lectura Mt. 4,1-1 (Jesús ayuna durante cuarenta días y es tentado)
Después de su bautismo, y antes de iniciar su vida pública, Jesús es conducido por el Espíritu al desierto para prepararse para su misión. En esa ocasión es tentado por el diablo sobre las tentaciones más frecuentes del ser humano: el poder, la vida fácil, el sensacionalismo y el afán desmedido de posesiones y riquezas. Jesús sabe rechazar cada una de las tentaciones y es fiel al Proyecto y a la misión que se le ha encomendado en medio de su pueblo.
Oración Universal:
A cada petición, ustedes responderán: “Padre, ponnos con tu Hijo”
1. Para que la Iglesia confíe siempre y por encima de todo, en la Palabra de Dios y en su fuerza liberadora. Roguemos al Señor...
2. Para que hagamos caso a las voces que nos llaman a buscar una sociedad más justa y un ser humano más fraterno. Roguemos...
3. Para que, frente al individualismo y el egoísmo, nosotros pongamos el valor de la solidaridad entre las personas. Roguemos...
4. Para que seamos conscientes de que Dios está siempre a nuestro lado, aunque a veces no lo parezca, en la tentación y en las dificultades. Roguemos...
Exhortación Final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 56)
Te bendecimos, Dios Padre, por el ejemplo de Cristo
en el paisaje prepascual de la cuaresma que empezamos.
Orando y ayunando en la soledad sonora del desierto,
nos muestra que nuestro páramo inhóspito puede florecer
en frutos de madurez y afirmación de nuestra identidad cristiana,
en oración y equilibrio, en optimismo y fuerza de lo Alto.
Te pedimos, Señor, aguante para superar las tentaciones
que nos rondan constantemente al paso de los días.
Líbranos, sobre todo, de los ídolos que quieren avasallarnos
borrando tu imagen del horizonte de nuestra vida,
y haz que avancemos sin cesar en el camino hacia la pascua.
Amén.
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Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.
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Resistir ante la tentación del poder
El diablo ofrece a Jesús el poder sobre “todos los reinos del mundo” (Mt 4,8). A cambio del poder Jesús tendrá que rendir homenaje a quien tiene el proyecto contrario al del Dios defensor de la vida. Tentación también de la comunidad cristiana: entender su poder de servicio como un poder de dominación. Frente a eso Jesús nos recuerda, hoy también, que sólo a Dios y a los hermanos y hermanas hay que servir (Mt 4,10).
La búsqueda desenfrenada del poder, aún la originada en la buena intención, conduce a los seres humanos por caminos extraviados. Ningún fin puede justificar la maldad de los medios que utilizan los que tienen poder en este mundo. El texto de las tentaciones debe ser leído teniendo presente las actitudes adoptadas frente al poder por los seres humanos, los de la época de Jesús primeramente, pero también los de la nuestra.
La realización de la justicia del Proyecto liberador del Dios salvador y liberador exige una metodología en consonancia con dicha justicia. Un medio distinto al adecuado es la propuesta del Tentador para Jesús y para toda vida cristiana.
Por ello, la tentación de Jesús es una advertencia que todos y todas debemos tener en cuenta. Típica de un momento posterior de su actuación, ha sido, con toda probabilidad, anticipada a un momento inmediatamente posterior al bautismo, en orden a subrayar las exigencias que tienen las y los nuevos bautizados de contar con las dificultades que les acechan en su nueva vida.
La comunidad cristiana debe tener la suficiente lucidez para rechazar la tentación del poder demoníaco con el recurso a la Escritura, lugar donde puede encontrar luz para conocer la voluntad divina y la fuerza para asumirla con una actitud decidida.
Nosotros y nosotras, como persona y como comunidad, somos tentados y tentadas con frecuencia con las mismas tentaciones que recibió Jesús: dinero, fama, poder. Necesitamos revestirnos de la fuerza de su Espíritu, para saber como él, renunciar a toda identificación con los poderes que ponen e imponen al dinero en el lugar del Dios salvador y liberador.
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