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Junio del 2008

 

Moniciones para la solemnidad de Pedro y Pablo: 29 de junio

Enlace permanente 24 de Junio, 2008, 14:36

Moniciones para la Misa

Fiestas

Solmnidad de San Pedro y San Pablo

29 de junio

"Miniesterio petrino y ministerio paulino"

Hazpara para ver las lecturas de hoy

-          1ra lect.: Hch 12,1-11

-          Sal 33

-          2da lect.: 2Tm 4,6-8.17-18

-          Evangelio: Mt 16,13-19

 

"Miniesterio petrino y ministerio paulino"

 Entrada:

Buenos noches, sean todos bienvenidos a esta celebración:

Celebramos hoy la fiesta de nuestros santos patrones Pedro y Pablo. Los textos de la liturgia de hoy recogen los buenos momentos de la actividad de estas dos grandes columnas de la Iglesia que se entregaron de manera incondicional para dar a conocer la verdad, incluso hasta llegar a morir por ella.  Son dos gigantes en la fe que se complementan mutuamente y le dan forma a la misión de la Iglesia.  Nosotros necesitamos saber, conocer, en cierto modo experimentar, en la vida de los santos, lo que experimentamos en nuestra vida: nuestra contradicción y la constante compasión del Dios que nos levanta.  Les invito para que se pongan de pie para dar inicio a la Eucaristía de hoy y lo hacemos cantando con alegría.

Primera lectura: Hc 12, 1-11

El texto que a continuación escucharemos nos sitúa al comienzo de la persecución del rey Agripa I contra la comunidad cristiana.  Pedro ha sido liberado de las maquinaciones del rey, gracias a una intervención directa de Dios a favor del apóstol.  Pedro actúa como un autómata ante los mandatos del ángel, que siempre lleva la iniciativa.  Escuchemos atentos este interesante relato.

Segunda lectura: II Tim 4,6-8.17-18

Escucharemos un párrafo de la segunda carta de San Pablo a Timoteo.  El apóstol repasa su vida y nos deja su testimonio: el esfuerzo y entrega de alguien apasionado que se ha entregado sin reserva a la causa del Evangelio.  Las imágenes deportivas que usa (combates, carrera) ayudan a acentuar el gozo por la cercanía de la meta final, pero el premio o la corona los da el Señor, fiel a su palabra y a los dones que ha querido dar a sus criaturas.  Escuchemos atentamente.

Tercera lectura: San Mateo 16, 13-19

En el Evangelio de hoy se le da a Pedro “oficialmente” el título de piedra, roca en la que Jesús va a edificar su Iglesia, aunque ésta tiene un cimiento frágil no se hundirá.  El misterio de la Iglesia, con Pedro a la cabeza, es un misterio de fragilidad sostenido por la mano de Jesús que la cuida y la mantiene en pie.  Por otro lado, Pedro recibe el poder de atar y desatar.  “Tu eres Pedro y te daré las llaves del reino de los cielos.  Nos ponemos de pie y entonamos el Aleluya para escuchar la proclamación del Evangelio.

Oración de los fieles

A cada petición contestaremos: “Bendice, Señor, a tu Iglesia”.

 

1.     Tú que rogaste por Pedro para que no se apagara su fe, da firmeza a la fe de tu Iglesia, roguemos al Señor…

2.     Tú que, después de la resurrección, te apareciste a Simón Pedro y te revelaste a Saulo, ilumina nuestras mentes para que confesemos tu resurrección, roguemos al Señor…

3.     Tú que elegiste al apóstol Pablo para que anunciara tu nombre a los paganos, haz de nosotros verdaderos apóstoles de tu Evangelio, roguemos al Señor…

4.     Tú  que misericordiosamente perdonaste las negaciones de Pedro, perdónanos también nuestras culpas y pecados, roguemos al Señor…

 

Exhortación final:

 

Bendito sea, Dios, Padre nuestro, Dios de los apóstoles,

Por habernos llamado a la fe e tu pueblo la Iglesia,

Que has cimentado sobre Cristo y sobre la palabra y el testimonnio

De los apóstoles, a quienes él elegió como sucesores suyos.

Te alabamos hoy con estos testigos cualificados del evangelio

Y columnas de la Iglesia, que fueron los apóstoles Pedro y Pablo.

Concédenos, Señor, responder a tu elección de amor

Para colamar las esperanzas depositadas en esta hora del mundo,

Para mostrar tu rostro auténtico a nuestros hermanos los hombres,

Para irradiar la luz del evangelio de Cristo en torno nuestro.

Para presentar ante el mundo el rostro joven de tu Iglesia.

Amén

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1993, p. 621) 

Formato para imprimir    Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

 

Cadena de oración: http://www.scalando.com/orando.htm

 

Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno.  Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.

Misioneros Redentoristas de la provincia de San Juan: www.scalando.com

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Homilia para la solemnidad de Pedro y Pablo: 29 de junio

Enlace permanente 24 de Junio, 2008, 14:15

En Camino

Homilía para el Domingo

Solemnidad

San Pedro y san Pablo

29 de Junio de 2008

Autor:  Neptalí Díaz Villán CSsR.                                                                                                     Fuente: www.scalando.com 

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"Miniesterio petrino y ministerio paulino"

Hazpara para ver las lecturas de hoy

-          1ra lect.: Hch 12,1-11

-          Sal 33

-          2da lect.: 2Tm 4,6-8.17-18

-          Evangelio: Mt 16,13-19

 

"Miniesterio petrino y ministerio paulino"

Celebramos, como iglesia, la solemnidad de San Pedro y San Pablo. Dos personajes con grandes diferencias en su forma de ver la totalidad de vida y la misma vivencia de la fe, pero con profundas experiencias con el Dios manifestado en Jesús, su Hijo, el Cristo salvador. Ministerios diferentes, complementarios y necesarios dentro de la Iglesia.

 

Pedro era un rudo pescador sin formación intelectual, casado y  con hijos. Su nombre original era Simón, que en hebreo significa “el que escucha a Dios”. Jesús le puso de sobrenombre Pedro, es decir, piedra.

 

Tanto ayer como hoy encontramos, básicamente, dos formas de ser Pedro, o de ejercer el ministerio petrino. Simón Pedro fue piedra, por una parte, por la terquedad en su manera de pensar y en sus ansias por un mesianismo triunfalista que lo sacara de pobre y lo llevara a probar las mieles del poder. Por esto, cuando Jesús le advirtió que iba a tener problemas con los ancianos y maestros de la Ley, Simón Pedro se convirtió en piedra de tropiezo que quiso hacer desistir a Jesús en su camino hacia Jerusalén. Jesús rechazó fuertemente esta actitud: “¡Quítate de mi vista, Satanás, escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios sino los de los hombres!” (Mt 16,24). En la transfiguración fue  otra vez piedra de tropiezo para Jesús al proponerle que se quedaran en la montaña, en vez de bajar a la llanura y seguir con esa misión peligrosa. Jesús invitó a Pedro y a sus demás compañeros a vencer el miedo y a tener ánimo. (Mt 17,1-8). En la experiencia discipular de las comunidades del Cuarto Evangelista (Evangelio según San Juan), Pedro también es presentado como piedra de tropiezo, cuando se muestra celoso por la cercanía de Jesús con la figura del Discípulo Amado. (Jn 21,20-22).

 

Por otra parte, Simón Pedro es también una piedra viva de la Iglesia fundada sobre Jesús, la Piedra desechada por los arquitectos y convertida en piedra angular (1Pe 2,4-5 / Sal 117). Simón Pedro se convierte en el portavoz de los discípulos al captar el verdadero significado de la actuación de Jesús. De esta manera hace parte de los bienaventurados del Reino, gracias a la profunda experiencia de fe con Jesús que le ha permitido conocerlo y confesarlo.

 

Cuando Simón Pedro se abre a una nueva experiencia, cuando se adhiere profundamente a la Piedra angular que es Jesús, deja de ser piedra de tropiezo y se convierte en piedra viva, en columna fuerte y en el líder legítimo del nuevo pueblo de Dios fundado en Jesús. La proclamación de la fe en Jesús por parte de Pedro es prototipo de discipulado y cimiento capaz de superar todas las fuerzas del mal que abundan en el mundo y amenazan de muerte a nuestra humanidad y al mismo proyecto salvífico de Dios.

 

Con esta actitud Pedro puede participar en la comunidad de la autoridad de Jesús, atar o desatar, tomar decisiones, aceptar o no la entrada al nuevo pueblo de Dios que construye su Reino. Así como el nuevo Pedro, los que proclaman la fe de esta manera reciben la gracia de Dios para ofrecer un asilo seguro a quienes se ven amenazados por las fuerzas que destruyen la vida, y pueden negar el asilo a quienes no aceptan la propuesta salvífica de Jesús o se ponen en contra de ella.

 

Si la autoridad de Pedro se torna fundamentalista, agresiva y condenatoria, se deslegitima y se convierte en piedra de tropiezo. Si se abre a Jesús será una piedra viva en la construcción del nuevo pueblo de Dios.

 

Pablo, al contrario de Pedro, perteneció a una familia de la aristocracia judía de la diáspora y recibió una formación intelectual muy sólida. Nació en Tarso de Cilicia, Asia Menor (Hch 9,11.30; 11,35; 21,39; 22,3). Una ciudad muy grande, para la época, unos 300.000 habitantes. Poseía un puerto muy activo y pasaba por allí el camino romano que unía oriente y occidente. Era también un centro importante de cultura.

 

Como buen judío recibió formación en su casa, en la sinagoga local de Tarso y en la escuela local ligada a la sinagoga. Además, por estar en una ciudad romana tuvo la oportunidad de aprender la filosofía griega difundida por todo el imperio. Recibió estudios de especialización en Jerusalén a los pies de Gamaliel (Hch 22,3; Fil 3,6), el maestro más acreditado en aquel entonces, nieto y discípulo del célebre fariseo y doctor Hillel.

 

Como ciudadano romano, formado para ser rabino y doctor, y para retomar los negocios de su padre, tenía un gran futuro por delante y la posibilidad de una brillante carrera. Fariseo, de la tribu de Benjamín, como él mismo lo confesó (Fil 3), se convirtió en perseguidor de la Iglesia porque estaba convencido, según lo había aprendido, de que ésta era una grave amenaza para el pueblo judío. (Hch 9,1-19; Gal 1,11-24; Fil 3).

 

Pero, en el camino de Damasco descubrió realmente quién era Jesús y su Iglesia, se cayó del caballo en el que montaba con toda arrogancia, y de perseguidor pasó a ser anunciador de la Buena Noticia del Reino de Dios. (Hch 9,1-19). Él mismo confiesa que por amor a Cristo todo lo demás lo considera basura y que lo abandonó todo con el fin de ganar a Cristo (Fil 3,8). “Lo que tenía por ganancia lo tengo ahora por pérdida por amor a Cristo” (Fil 3,7).

 

Esto se comprende aún más cuando sabemos que una vez los judíos aceptaban a Cristo en su vida eran expulsados de la comunidad judía y perdían inmediatamente todos sus derechos. Pablo perdió por lo tanto sus posesiones familiares, sus amistades, su clientela judía y casi hasta pierde la vida (Hch 9,23). Luego, ya convertido al cristianismo, fue enviado como misionero ambulante (Hch 13,2-3), sin domicilio, sin taller, ni clientela fija.

 

Como maestro reconocido pudo haber puesto precio a su enseñanza, pedir ofrenda en las plazas donde enseñaba o instalarse en la casa de algún adinerado como profesor particular de sus hijos, lo cual le hubiera permitido llevar una vida tranquila. Pero Pablo renunció a todo eso y trabajó con sus propias manos (1Cor 4,12), pues no quiso ser un peso para ninguna comunidad (1Tes 2,9; 2Tes 3,7-9; 2Cor 12,13-14). Por eso invitó a otros a que no siguieran el ejemplo de los maestros sino a que a hicieran lo mismo que él hizo (2Tes 3,7-10). El trabajo fue para él, no el reflejo de la condición de esclavos, sino una gran oportunidad para llegar a más personas, para comprender la vida de los pobres y para vivir con más autenticidad el Evangelio: “Empeñen su honra en llevar una vida tranquila, ocupándose de sus propias cosas y trabajando con sus propias manos. Así llevarán una vida honrada a los ojos de los de fuera y no pasarán necesidades” (1Tes 4,11-12).

 

Desde que entró a la comunidad cristiana se destacó por su visión y talante misionero. A tal punto de provocar una de las crisis más profundas que vivió la Iglesia naciente: la entrada de paganos al cristianismo. Al principio sólo se anunciaba el evangelio a los judíos (Hch 11,19). Si un no judío quería entrar a la Iglesia debía hacerse judío y luego convertirse al cristianismo. Pero un grupo de Antioquía, liderado por Pablo y Bernabé, empezaron a anunciar y a aceptar paganos en las comunidades sin exigirles que se circuncidaran, es decir sin exigirles que aceptaran la Ley y las tradiciones judías, y ahí se armó la de Troya. Los cristianos se dividieron en dos: quienes exigían la circuncisión para ser cristianos y quienes pensaban que tal exigencia era una fatiga inútil.

 

Entonces se convocó al primer Concilio de la historia del cristianismo, realizado en Jerusalén. El concilio se declaró a favor de la entrada de los paganos sin imposición de la circuncisión. No obstante el Concilio ya se había manifestado, no todos lo interpretaban de la misma manera, y ahí vino un fuerte conflicto entre Pablo y Pedro.

 

Pedro llegó a visitar a la comunidad de Antioquía. Fiel al espíritu del Concilio, convivía con todos los hermanos, sin distinción alguna entre paganos y judíos (Gal 2,12). Pero en ese momento llegaron, procedentes de Jerusalén, unos judeocristianos tradicionalistas que no se mezclaban con paganos. Por miedo a las críticas de ese grupo Pedro se apartó de los paganos (Gal 2,12), seguido luego por Bernabé y otros judeocristianos, lo cual representó un duro golpe para los cristianos no judíos, pues se consideraron como cristianos de segunda categoría.

 

A Pablo le molestó sobremanera tal actitud de Pedro y le reclamó con fuerza: “Pero cuando vi que no procedían con rectitud, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas en presencia de todos: si tú, siendo judío, vives como gentil y no como judío, ¿cómo fuerzas a los gentiles a judaizar?” (Gal 2,14). “La reacción de Pablo revela la profundidad de la experiencia que tuvo en el camino de Damasco. Fue allá donde él experimentó, por un lado, la propia incapacidad de alcanzar la justicia por la observancia de la Ley; y por otro lado, la misericordia de Dios que lo acogía en gracia y le comunicaba la justicia por la fe en Jesucristo. Reaccionando contra Pedro, Pablo, en cierto modo, estaba defendiendo la experiencia de Dios que tuvo en el camino a Damasco, y sacaba de ella una lección para la vida de toda la Iglesia”[1]

 

No obstante sus diferencias, Pablo nunca desconoció la autoridad de Pedro. Peleó, le reclamó con fuerza su actitud hipócrita (Gal 2,13), pero nunca desconoció que era la autoridad de la Iglesia, ni quiso formar rancha aparte. Muchas veces se refiera a él como Cefas, es decir, cabeza. (Gal 2,9.11.14; 1Cor 1,12; 3,22; 9,5; 15,5).

 

En la Iglesia deben estar bien articulados los ministerios petrino y paulino. El ministerio petrino está representado por el Papa y, junto a él, el Vaticano y los demás obispos de la Iglesia. El ministerio paulino, aunque no exclusivamente, lo vemos en los teólogos de vanguardia, en los misioneros arriesgados que se insertan en la realidad de la gente y su ethos cultural, para anunciar un Evangelio vivo y vivificador, y en todo aquel discípulo que se ha encontrado con Jesús resucitado y se ha convertido en apóstol más allá de sus fronteras personales, sociales y de cualquier frontera que limite su compromiso apostólico.

 

Normalmente, en el ministerio petrino predomina más el punto de vista institucional. El poder, la disciplina y el orden, necesarios en cualquier institución, ocupan aquí un puesto central, pues se trata nada más y nada menos que de un organismo de carácter mundial: la Iglesia Católica. El ministerio petrino exige la obediencia y la adhesión cordial a los postulados del centro.

 

Pero, el ministerio petrino es mucho más que disciplina y orden, no vive para sí mismo sino para la comunidad cristiana y la vida concreta de los discípulos de aquel que da sentido a dicho ministerio, Jesús el Cristo. Por esto, el ministerio petrino debe estar con los ojos bien abiertos a las necesidades reales de un mundo en continua transformación y evolución, y a los desafíos que piden respuesta desde la fe. Respuestas que presuponen la fidelidad a lo genuinamente evangélico y, a su vez, libertad y creatividad, para responder adecuadamente a las necesidades reales de las personas.

 

Asimismo, el ministerio paulino debe tener en cuenta la autoridad y buscar con celo la unidad de la Iglesia, tal como lo quiso Jesús (Jn 17,11.21-26). Si Pedro representa la continuidad, el poder y lo institucional, Pablo representa la ruptura, la creatividad y el coraje para lo nuevo. “La base petrina y la base paulina son igualmente importantes. La sabiduría está en armonizar estas dos energías de tal forma que pueda darse lo nuevo sin amenazar la continuidad, al contrario, enriqueciéndola. Hay momentos en que debe prevalecer la continuidad; hay otros en que debe fortalecerse la novedad”.[2]

El relativismo en todo sentido que tanto ha criticado nuestro papa Benedicto XVI, el vicario de Pedro, el consumismo alienante y deshumanizador en el que viven sujetas muchas personas, y la forma como muchas personas se desvían de lo auténticamente evangélico, nos hace ver la necesidad de ser prevenidos a la hora de hacer rupturas y aceptar los cambios.

En muchas de nuestras diócesis hay un grave déficit de sacerdotes, lo cual crea un vacío que es muy bien aprovechado inmediatamente por otras iglesias. Los apuros por los que pasan muchos pobres de nuestros campos y de los centros urbanos para vivir dignamente debe interrogarnos y movernos para buscar nuevas líneas de acción para acompañar a millones de hermanos nuestros que tratan de seguir el camino de aquel que ofrece vida abundante a quienes crean en él. La situación interna y externa de nuestras Iglesias latinoamericanas, la inconformidad de muchos católicos, la emigración creciente de éstos hacia sectas cristianas de carácter popular y carismático, muchas veces como consecuencia del énfasis institucional que ahoga lo carismático, nos pone a pensar también en la necesidad de hacer más énfasis en la dimensión paulina y el carácter innovador para hacer frente a todo esto.

 

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[1] MESTERS Carlos, Una entrevista con el apóstol Pablo. Colección Biblia 31. Verbo Divino. Quito 2000.

[2] BOF Leonardo, Benedicto XVI y la utopía de Brasil, Columna Semanal, 4 de mayo de 2007. En: www.servicioskoinonia.org

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Homilia XII Domingo del Tiempo Ordinario ciclo A

Enlace permanente 18 de Junio, 2008, 22:12

En Camino

Homilía para el Domingo

Tiempo Ordinario

XII Domingo

22 de Junio de 2008

Autor:  Neptalí Díaz Villán CSsR.                                                                                                     Fuente: www.scalando.com 

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XII Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo - A

Hazpara para ver las lecturas de hoy

-          1ra lect.: Jr 20, 10-13

-          Sal 68

-          2da lect.: Rom 5, 12-15

-          Evangelio: Mt 10, 26-33

 

"Ponerse de parte de Jesucristo"

Para los romanos y sus seguidores en las distintas colonias, la paz consistía en que el pueblo se sometiera a sus designios: pago de impuestos, aculturación, culto a los dioses imperiales dentro de cada religión y la designación de grandes masas de la población a la esclavitud y al servicio militar obligatorio. Todo aquel que se opusiera a sus propósitos era perseguido, castigado con cárcel, con látigo o con la muerte en la cruz.

 

En el otro extremo estaban los grupos rebeldes, los cuales pensaban que era necesario sacar por la fuerza a los romanos para vivir en paz. Éstos formaban bandas dedicadas a matar a los romanos y a sus aliados, exigían colaboración económica para la causa a los comerciantes, artesanos, campesinos o a cualquier otra persona que tuviera capacidad económica. Su disciplina interna era muy exigente, hasta llegar al sometimiento de la misma persona al grupo y a su causa. Como suele suceder con los grupos humanos, con el tiempo estos grupos se dejaron picar por “el bicho” del poder y el absolutismo, y terminaron atacando al mismo pueblo por el cual decían luchar. La paranoia se apoderó de su alma y cualquiera podía ser considerado un espía peligroso. Todo aquel que se atreviera a cuestionar alguno de sus postulados o su lógica religioso-político-militar era considerado un sospechoso de colaborar con el imperio y, por lo tanto, culpable de la situación del pueblo, de las frustraciones como grupo y era declarado blanco de ataque, objetivo militar.

 

Jesús, y posteriormente las comunidades cristianas, se comprometió con lo que llamó el Reino de Dios. Una comunidad humana alternativa, en la cual ninguno se autoproclamaría absoluto ni sometería a otros seres humanos, sino donde Dios fuera el Padre (Abbá) y todos fueran hermanos. Una humanidad en la cual los excluidos, los pobres, los marginados, se convirtieran en protagonistas[1], generadores de justicia y fraternidad, en la que fueran posibles la solidaridad, el respeto y la distribución equitativa de recursos. Esta utopía debía lograrse con el trabajo comunitariamente organizado y con la gracia de Dios, que viene por medio de Jesús (2da lect.).

 

Los fariseos también querían un mundo distinto, un cambio en las estructuras de la sociedad judía, pero creían conseguirlo por medio del cumplimiento estricto de la Ley y de todas las tradiciones de los rabinos. Los romanos querían conservar a toda costa las estructuras, los extremistas celotes, querían el cambio con las armas. Pablo, en la segunda lectura (Rom 5, 12-15), denuncia la falsa creencia de poner el énfasis la ejecución de los deberes cúlticos tales como los ritos, las abluciones, las peregrinaciones, etc., así como en el cumplimiento estricto de la Ley. Sólo por medio de Jesús y su lógica de misericordia y solidaridad se llegará a la justicia y a la paz que busca el ser humano.

 

Por su negativa a aceptar la esclavitud o cualquier absoluto fuera del Reinado de Dios, así como por su no aceptación de la violencia y del fanatismo rebelde, Jesús y las comunidades cristianas fueron perseguidos por unos y otros[2]. Muchos seguidores de Jesús, temerosos de las persecuciones, desistieron y se unieron a los romanos, a los rebeldes, a los tantos grupos que existían en Israel, o sencillamente, pasaron a formar parte de la gente inerme que andaba como ovejas sin pastor, esclavizada y con su dignidad pisoteada.

 

La persecución representaba un peligro visible. Pero había otro tipo de peligro más sutil y peligroso: dejarse llenar de el miedo y preferir una vida sometida a los designios absolutistas de los poderosos; y, sobre todo, dejarse llevar por la ideología del poder, la sed de dinero y prestigio (estas fueron las 3 tentaciones de Jesús en el desierto, Mt 4,1-11). Históricamente, sabemos que las persecuciones no lograron acabar con el cristianismo, pues, como bien decían en la aquella época, la sangre de los mártires era semilla de nuevos cristianos[3]. Pero cada vez que la Iglesia se ha dejado picar por “el bicho” del poder, del dinero o de la fama, hemos experimentado la pérdida de sentido como Iglesia, como seguidores y seguidoras de Jesús; hemos visto cómo esto sí tiene poder para destruir con fuego alma y cuerpo. Pensemos en la Iglesia después de Constantino “el Grande”, pensemos en la Iglesia opulenta, ostentosa y unida a regímenes totalitaristas, perseguidora de todo tipo de oposición, promotora de invasiones (cruzadas) e inquisidora.

 

De toda esa historia oscura que no podemos negar, nuestro fallecido papa Juan Pablo II   pidió perdón a la humanidad. Pero no nos quedemos ahí. Pensemos también en nuestro mundo actual y definamos nuestro compromiso con la humanidad de nuestro tiempo. Afortunadamente, hay en nuestra Iglesia y muchas Iglesias cristianas, testigos fieles de Jesús que se ponen de parte del excluido para construir el Reino. Nosotros ¿de parte de quien estamos? ¿Qué Iglesia queremos construir hoy?  En tiempos de crisis económica, política, religiosa e ideológica como los que vivimos en la actualidad, en esta época de cambio de paradigmas y de megatendencias que dejan sin piso muchas de nuestras fortalezas y pretender reorientar la vida humana, suele haber mucho campo para el miedo. ¿Dónde nos vamos a ubicar? ¿Al lado de quien nos hacemos para salir bien librados?  ¿Nos unimos a la ideología dominante, aplastante y excluyente, preocupada por acumular y acumular, para consumir y consumir, sin importar que con ello se genere miseria para tantas personas? Estamos invitados a ponernos de parte de Jesús y su Proyecto: “si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo”.

 

Muchos esposos se preguntan: ¿Hasta cuándo nos durará la pasión y el amor que hoy nos profesamos? ¿Será que algún día ya no nos soportemos, nos aburra esta misma pareja o sencillamente nos fijemos en alguien distinto? Muchos padres de familia sienten miedo ante el reto de educar a sus hijos, y otros sufren amargamente al ser testigos inermes de la forma como sus hijos se van por caminos equivocados que los conducen a la infelicidad. Muchos trabajadores son despedidos de las empresas porque éstas necesariamente tienen que salir de ellos para hacerlas viables y rentables ante un mundo de voraz competencia. Muchos profesionales entran en la lógica de la competencia, de la eficiencia en los resultados, de la perfección y la calidad total en el producto para asegurar su empleo y una buena remuneración, pero se olvidan de cosas tan necesarias como la familia, los hijos, el descanso, la espiritualidad y la alegría de vivir.

 

Vale la pena hacer un alto en el camino y detenernos para pensar ¿Qué tipo de familia queremos construir? ¿Cuál es la opción fundamental en mi vida? ¿Qué ideologías, caminos, tentaciones pueden envolver mi vida, mi familia, mi grupo humano, mi Iglesia y conducirlas a la perdición, al tedio existencial que nos hace infelices? En otras palabras, ¿cuáles son esas cosas que tienen capacidad para matar el alma y conducir el cuerpo a la gehena? Es necesario que estemos alerta ente estas continuas amenazas para nuestra vida personal, familiar y comunitaria, pero no tengamos miedo.

 

Problemas, crisis, persecuciones y amenazas son normales en la vida humana. La tentación de desviarnos de camino la tenemos cada día. Estemos alertas, pero no tengamos miedo porque Jesús está con nosotros. Necesitamos estar continuamente en su presencia y dejarnos conducir por su gracia. Orar con la confianza del salmista (Sal 68) que en medio del destierro espera el día en que Dios haga retornar a los cautivos. Orar con la confianza de Jeremías, pues con nosotros está el Señor, “indomable guerrero” y en sus manos ponemos “nuestra causa”, que debe ser la misma causa de Jesús.

 

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[1] “Bienaventurados los pobres en el Espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos” (Mt 5,3)

[2]A Jesús, decepcionado por no tomarse el poder violentamente, lo traicionó un rebelde celota (Judas) y lo ejecutó el imperio en la cruz.

[3] “Felices de ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias…”(Mt 5,11)

¿Te gistaría ser misionero redentorista? para llevar la Buena Nueva a los pobres y más abandonados: www.scalando.com

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Moniciones XII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

Enlace permanente 18 de Junio, 2008, 21:55

Moniciones para la Misa

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Tiempo Ordinario

XII Domingo

22 de junio de 2008

Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.                                                                       Fuente: www.scalando.com 

XII Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo - A

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-          1ra lect.: Jr 20, 10-13

-          Sal 68

-          2da lect.: Rom 5, 12-15

-          Evangelio: Mt 10, 26-33

 

"Cristianos valientes"

Lecturas de hoy

Lecturas de hoy

Monición de entrada:

Buenas noches, días, tardes:

Hoy es un día muy especial, nos congregamos para la celebración eucarística, donde el Señor nos invita a no temer, reconocerlo como nuestro Salvador y Él te premiará ante su Padre en reino celestial.  La Iglesia nos pide que seamos forjadores de hombres y mujeres de bien, donde tú seas el modelo a seguir.

 

Primera lectura: Jr 20, 10-13: “Libró la vida del pobre de manos de los impíos”

El profeta Jeremías siente el temor de perder su vida porque anuncia el castigo de Dios a los que hacen lo que no le agrada.  Nosotros no estamos exentos de esa sentencia. Volvamos nuestros ojos al Señor y sigamos su camino para que, al igual que al profeta, Dios salve nuestra vida.

 

Segunda lectura: Romanos 5, 12-15: “El don no se puede comparar con la caída”

San Pablo, en su carta a los romanos, trae a nuestra atención un hecho muy conocido de todos: nos habla del pecado original y su efecto sobre la humanidad, pero igualmente nos presenta a Jesús como redentor del mundo.  Por Adán vino el pecado, la desobediencia y la muerte.  Por Cristo, la justificación, la obediencia y la vida.  Cristo venció el pecado y nos ofrece la vida eterna. 

 

Tercera lectura: San Mateo 10, 26-33: “No tengan miedo a los que matan el cuerpo”

Hemos escuchado muchas veces que el Señor protege a los que le profesan; así mismo castiga a los que le niegan.  Hoy san Mateo te invita a tomar partido y te dice cuáles son las consecuencias de estar en un lado o de otro.

 

Para la Oración Universal:

A cada invocación respondemos, por favor: “Señor, En ti confío”.

 

Por los cristianos que tienen miedo de dar testimonio de su fe en sus ambientes, roguemos al Señor…

Por los que cometen toda clase de violencias contra los que no piensan como ellos, roguemos al Señor…

Por los que sufren por cualquier causa, víctimas del odio, de la incomprensión, roguemos al Señor…

Por los presbíteros de nuestra comunidad, para que el Señor obre en ellos y sean ejemplo para nosotros en el fortalecimiento de la familia y en el amor de Cristo, roguemos al Señor…

Por nuestros jóvenes, para que reconozcan en nosotros las personas que están  siempre prestas ayudarlos a salir hacia delante.

Por cada uno de nosotros, para que el Señor perdone nuestras faltas y derrame sobre todos su amor infinito, roguemos al Señor…

 

Exhortación Final

 

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 144)

 

Dios Padre nuestro, hoy reconocemos

humildemente ante ti que múltiples temores,

recelos y dudas nos asaltan: miedo a la vida,

miedo a nuestro destino, miedo al ridículo,

miedo a confesar abiertamente nuestra fe ante la gente.

Pero Jesús nos dice:

No tengan miedo a nada ni a nadie;

su suerte es la mía, y yo estoy siempre con ustedes.

Ante la presión ambiental haznos fuertes, Señor,

para que no claudiquemos en nuestras convicciones y creencias.

Danos valor y audacia para ser testigos del reino de Dios,

y amor generoso para acompañar a nuestros hermanos,

los hombres, en la difícil conquista del sentido de la vida.

 

Amén.

 

Formato para imprimir

 

Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno.  Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.

Cadena de oración: http://www.scalando.com/orando.htm

¿Te gustaría ser misioneros redentoristas? Para llevar la Buena Nueva a los más pobres y abandonados: www.scalando.com

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Moniciones XII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

Enlace permanente 18 de Junio, 2008, 21:55

Moniciones para la Misa

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Tiempo Ordinario

XII Domingo

22 de junio de 2008

Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.                                                                       Fuente: www.scalando.com 

XII Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo - A

Hazpara ver las lecturas del día:

-          1ra lect.: Jr 20, 10-13

-          Sal 68

-          2da lect.: Rom 5, 12-15

-          Evangelio: Mt 10, 26-33

 

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Lecturas de hoy

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Buenas noches, días, tardes:

Hoy es un día muy especial, nos congregamos para la celebración eucarística, donde el Señor nos invita a no temer, reconocerlo como nuestro Salvador y Él te premiará ante su Padre en reino celestial.  La Iglesia nos pide que seamos forjadores de hombres y mujeres de bien, donde tú seas el modelo a seguir.

 

Primera lectura: Jr 20, 10-13: “Libró la vida del pobre de manos de los impíos”

El profeta Jeremías siente el temor de perder su vida porque anuncia el castigo de Dios a los que hacen lo que no le agrada.  Nosotros no estamos exentos de esa sentencia. Volvamos nuestros ojos al Señor y sigamos su camino para que, al igual que al profeta, Dios salve nuestra vida.

 

Segunda lectura: Romanos 5, 12-15: “El don no se puede comparar con la caída”

San Pablo, en su carta a los romanos, trae a nuestra atención un hecho muy conocido de todos: nos habla del pecado original y su efecto sobre la humanidad, pero igualmente nos presenta a Jesús como redentor del mundo.  Por Adán vino el pecado, la desobediencia y la muerte.  Por Cristo, la justificación, la obediencia y la vida.  Cristo venció el pecado y nos ofrece la vida eterna. 

 

Tercera lectura: San Mateo 10, 26-33: “No tengan miedo a los que matan el cuerpo”

Hemos escuchado muchas veces que el Señor protege a los que le profesan; así mismo castiga a los que le niegan.  Hoy san Mateo te invita a tomar partido y te dice cuáles son las consecuencias de estar en un lado o de otro.

 

Para la Oración Universal:

A cada invocación respondemos, por favor: “Señor, En ti confío”.

 

Por los cristianos que tienen miedo de dar testimonio de su fe en sus ambientes, roguemos al Señor…

Por los que cometen toda clase de violencias contra los que no piensan como ellos, roguemos al Señor…

Por los que sufren por cualquier causa, víctimas del odio, de la incomprensión, roguemos al Señor…

Por los presbíteros de nuestra comunidad, para que el Señor obre en ellos y sean ejemplo para nosotros en el fortalecimiento de la familia y en el amor de Cristo, roguemos al Señor…

Por nuestros jóvenes, para que reconozcan en nosotros las personas que están  siempre prestas ayudarlos a salir hacia delante.

Por cada uno de nosotros, para que el Señor perdone nuestras faltas y derrame sobre todos su amor infinito, roguemos al Señor…

 

Exhortación Final

 

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 144)

 

Dios Padre nuestro, hoy reconocemos

humildemente ante ti que múltiples temores,

recelos y dudas nos asaltan: miedo a la vida,

miedo a nuestro destino, miedo al ridículo,

miedo a confesar abiertamente nuestra fe ante la gente.

Pero Jesús nos dice:

No tengan miedo a nada ni a nadie;

su suerte es la mía, y yo estoy siempre con ustedes.

Ante la presión ambiental haznos fuertes, Señor,

para que no claudiquemos en nuestras convicciones y creencias.

Danos valor y audacia para ser testigos del reino de Dios,

y amor generoso para acompañar a nuestros hermanos,

los hombres, en la difícil conquista del sentido de la vida.

 

Amén.

 

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Moniciones XII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

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XII Domingo

22 de junio de 2008

Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.                                                                       Fuente: www.scalando.com 

XII Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo - A

Hazpara ver las lecturas del día:

-          1ra lect.: Jr 20, 10-13

-          Sal 68

-          2da lect.: Rom 5, 12-15

-          Evangelio: Mt 10, 26-33

 

"Cristianos valientes"

Lecturas de hoy

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Buenas noches, días, tardes:

Hoy es un día muy especial, nos congregamos para la celebración eucarística, donde el Señor nos invita a no temer, reconocerlo como nuestro Salvador y Él te premiará ante su Padre en reino celestial.  La Iglesia nos pide que seamos forjadores de hombres y mujeres de bien, donde tú seas el modelo a seguir.

 

Primera lectura: Jr 20, 10-13: “Libró la vida del pobre de manos de los impíos”

El profeta Jeremías siente el temor de perder su vida porque anuncia el castigo de Dios a los que hacen lo que no le agrada.  Nosotros no estamos exentos de esa sentencia. Volvamos nuestros ojos al Señor y sigamos su camino para que, al igual que al profeta, Dios salve nuestra vida.

 

Segunda lectura: Romanos 5, 12-15: “El don no se puede comparar con la caída”

San Pablo, en su carta a los romanos, trae a nuestra atención un hecho muy conocido de todos: nos habla del pecado original y su efecto sobre la humanidad, pero igualmente nos presenta a Jesús como redentor del mundo.  Por Adán vino el pecado, la desobediencia y la muerte.  Por Cristo, la justificación, la obediencia y la vida.  Cristo venció el pecado y nos ofrece la vida eterna. 

 

Tercera lectura: San Mateo 10, 26-33: “No tengan miedo a los que matan el cuerpo”

Hemos escuchado muchas veces que el Señor protege a los que le profesan; así mismo castiga a los que le niegan.  Hoy san Mateo te invita a tomar partido y te dice cuáles son las consecuencias de estar en un lado o de otro.

 

Para la Oración Universal:

A cada invocación respondemos, por favor: “Señor, En ti confío”.

 

Por los cristianos que tienen miedo de dar testimonio de su fe en sus ambientes, roguemos al Señor…

Por los que cometen toda clase de violencias contra los que no piensan como ellos, roguemos al Señor…

Por los que sufren por cualquier causa, víctimas del odio, de la incomprensión, roguemos al Señor…

Por los presbíteros de nuestra comunidad, para que el Señor obre en ellos y sean ejemplo para nosotros en el fortalecimiento de la familia y en el amor de Cristo, roguemos al Señor…

Por nuestros jóvenes, para que reconozcan en nosotros las personas que están  siempre prestas ayudarlos a salir hacia delante.

Por cada uno de nosotros, para que el Señor perdone nuestras faltas y derrame sobre todos su amor infinito, roguemos al Señor…

 

Exhortación Final

 

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 144)

 

Dios Padre nuestro, hoy reconocemos

humildemente ante ti que múltiples temores,

recelos y dudas nos asaltan: miedo a la vida,

miedo a nuestro destino, miedo al ridículo,

miedo a confesar abiertamente nuestra fe ante la gente.

Pero Jesús nos dice:

No tengan miedo a nada ni a nadie;

su suerte es la mía, y yo estoy siempre con ustedes.

Ante la presión ambiental haznos fuertes, Señor,

para que no claudiquemos en nuestras convicciones y creencias.

Danos valor y audacia para ser testigos del reino de Dios,

y amor generoso para acompañar a nuestros hermanos,

los hombres, en la difícil conquista del sentido de la vida.

 

Amén.

 

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Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno.  Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.

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Moniciones XI Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

Enlace permanente 11 de Junio, 2008, 23:39

Moniciones para la Misa

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Tiempo Ordinario

XI Domingo

15 de junio de 2008

Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.                                                                       Fuente: www.scalando.com 

XI Domingo del Tiempo Ordanario Ciclo A

Hazpara ver las lecturas del día:

-          1ra lect.: Ex 19, 2-6

-          Sal 99

-          2da lect.: Rom 5, 6-11

-          Evangelio: Mt 9, 36-10,8

 

"Primera misión de los Doce"

Lecturas de hoy

Lecturas de hoy

Monición de entrada:

Buenas noches, días, tardes:

Ya desde el Antiguo Testamento, Dios había escogido a su pueblo y lo había levantado sobre alas de Águila.   Presten atención a la segunda lectura de hoy.  Jesucristo en el Evangelio escoge a doce y los envía por el mundo entero a proclamar el reinado de Dios.  Los envía con un poder gratuito y que ellos han de ejercer gratuitamente.  En la segunda lectura de este décimo primer domingo del tiempo ordinario, san Pablo da la gran prueba de amor que Dios nos ha dado cuando éramos pecadores.

 

Primera lectura: Éxodo 19, 2-6ª: “Serán para mí un reino de sacerdotes, nación santa”

 

Escucharemos un texto del libro del Éxodo, nos trae la alianza entre Yavé e Israel.   En la alianza Dios aparece como el superior y el Pueblo como el siervo.  La alianza consiste en hacer de ese pueblo “propiedad escogida” de Dios entre todos los pueblos. De aquí surge un pueblo “consagrado”, lo que quiere decir separado y dedicado para Dios.

 

Segunda lectura: Romanos 5, 6-11: “Reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo”

 

En esta ocasión San Pablo les escribe a los romanos.  El Apóstol insiste en algo que para él se ha convertido en una obsesión: la gratuidad de la fe.  La certeza del hecho salvador de Cristo da validez a la fe para gloriarnos en Dios, gracias a Jesucristo, Señor de todos y nos abre caminos nuevos.

 

Tercera lectura: San Mateo 9, 36-10, 8-: Llamó a sus doce discípulos y los envío”

 

Escucharemos un texto del Evangelio según San Mateo, que es considerado por algunos estudiosos de la Biblia como un manual del misionero.  Veremos a Jesús convocando a un puñado de hombres para constituirlos heraldos o portavoces del reino que él anuncia.  Llamó a los doce y les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos y curar las enfermedades y dolencias.  La respuesta nuestra tiene que ser esta: “desde” Dios y “para” Dios.

 

Para Universal:

A cada invocación respondemos, por favor: “Señor, que seamos dóciles a tu voz”.

 

  • Por la iglesia, enviada por Cristo al mundo con autoridad para convocar, para expulsar el espíritu del mal y curar toda enfermedad y dolencia, roguemos al Señor

  • Por la multitud incontable de los desamparados, desatendidos, víctimas de nuestra sociedad egoísta, roguemos al Señor

  • Por los gobernantes, responsables de proteger al débil contra el fuerte, roguemos al Señor

  • Por nosotros, aquí reunidos, que hemos escuchado “gratis han recibido, denlo gratis”, roguemos al Señor

  • Por todos aquellos que se dedican a la formación de los adolescentes y jóvenes, para que vivan vocacionalmente su misión y puedan transmitirles los verdaderos valores humanos y cristianos y puedan vivir su vida en clave de llamada y de entrega generosa, roguemos al Señor

 

Exhortación Final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 141)

 

Te bendecimos, Padre, Dios de los apóstoles  y profeta,

por Jesucristo, tu primer enviado en misión de paz y amor,

para anunciar a los pobres la buena nueva de liberación,

para curar a los enfermos y cosechar la mies abundante.

 

Cristo Jesús delegó su misión a los suyos, a nosotros;

Desde entonces evangelizar es la dicha y misión de la Iglesia.

Jesús nos quiere disponibles, con la libertad de la pobreza,

Para compartir con los demás lo que tú mismo nos regalas.

 

Libéranos, Señor, de tanto bagaje y peso inútil

Que nos instalan y entorpecen para el anuncio del reino de Dios,

Para que no perdamos el ritmo andante de la misión.

 

Amén.

 

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Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno.  Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.

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Homilia XI Domingo del Tiempo Ordinario ciclo A

Enlace permanente 11 de Junio, 2008, 23:17

En Camino

Homilía para el Domingo

Tiempo Ordinario

XI Domingo

15 de Junio de 2008

Autor:  Neptalí Díaz Villán CSsR.                                                                                                     Fuente: www.scalando.com 

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XI Domingo del Tiempo Ordanario Ciclo A

Hazpara para ver las lecturas de hoy

-          1ra lect.: Ex 19, 2-6

-          Sal 99

-          2da lect.: Rom 5, 6-11

-          Evangelio: Mt 9, 36-10,8

 

"Obreros para la vida"

La experiencia con lo sagrado que tuvo el pueblo de Israel, nos muestra a un Dios que se identificó siempre con la causa de un pueblo libre, próspero y en paz, cuyo hilo conductor debía ser la justicia y el derecho, en alianza con Él.

 

No hizo alianza con el poderoso imperio egipcio sino que escuchó el clamor de los esclavos y los condujo a la libertad, simbolizada en la figura de la tierra prometida, una tierra que mana leche y miel. La tierra para el pueblo es algo muy sagrado porque le pertenece a Dios; por tal motivo no se puede convertir en un instrumento para dominar y someter a otros. Debe ser para habitarla, cuidarla y cultivarla comunitariamente de manera que los frutos se recojan y sean compartirlos con los demás para nadie pase necesidades.

 

Esta utopía se vivió en el pueblo de Israel durante el tiempo de los jueces, hasta que, por una parte éstos últimos se corrompieron y por otra, algunas personas empezaron a acumular tierras y a despojar a sus vecinos de las suyas para pastar sus ganados. Entonces se impuso la monarquía y la lucha por el poder; se debilitaron internamente y fueron presa fácil de las invasiones, las deportaciones y las colonizaciones.

 

El sacerdote, es decir, el que ofrece el sacrificio, es un personaje central en la estructura organizativa de cualquier religión. Todo el pueblo de Israel debía ser sacerdotal, es decir, todos, cada uno de los miembros del pueblo ofrecían sus vidas como sacrificio a Dios; su manera de vivir en justicia, misericordia y santidad debía ser el principal sacrificio a Yahvé. Pero ese pueblo que quiso ser reino de sacerdotes, nación santa y rebaño de Dios, en el tiempo de Jesús estaba sumido en una profunda crisis en todo sentido.

 

El evangelio nos representa la situación del pueblo: extenuado y abandonado, como ovejas que no tienen pastor. El empobrecimiento, la esclavitud, el sometimiento y la persecución a muerte a todo tipo de resistencia o inconformismo eran el pan de cada día.

Los líderes sociales, religiosos, políticos, ideológicos, intelectuales, etc., es decir los pastores de que debían conducir al rebaño por buenos pastos, en su gran mayoría estaban amañados con el poder romano que les permitía tener ciertos privilegios, sin importar la suerte de pueblo. Lo que abundaban eran los falsos pastores que se comportaban como tiranos con sus mismos hermanos. Lo mismo sucedió en los campos de concentración nazi, donde los judíos que el ejército nombraba como capataces, eran más tiranos con sus paisanos que los mismos nazistas. Lo mismo sucede en muchos de nuestros países donde muchos connacionales hacen alianzas con extranjeros para tumbar el país. Basta dar una mirada a muchos contratos en los que nuestros pueblos han terminado perdiendo y pagando los malos negocios hechos por “nuestros líderes”, faltos pastores que mantienen su status a expensas de la miseria de muchos, de todo el pueblo, especialmente de muchos hermanos nuestros que viven cansados y agobiados, como ovejas sin pastor.

 

Jesús de Nazareth que perteneció al pueblo-pueblo, que experimentó la dura realidad y vivió en carne propia lo que significó pasar aprietos y humillaciones, no fue ajeno al dolor de la gente. Toda su vida fue movida por la compasión es decir, por el dolor más profundo de su ser ante el dolor el dolor del otro.

 

Él no le jugó al paradigma del hombre próspero, exitoso y feliz, cuyo dios confort no le permite sentir con el que sufre; ni fue un oportunista que aprovechara el dolor de la gente para ganar popularidad prometiendo soluciones mágicas. Su amor por la humanidad no fue un amor romántico sino un amor compasivo que lo llevó a reaccionar ante la humanidad caída que sufría y penaba el duro caminar hacia un rumbo desconocido.

 

Aunque conocía y sufría por dicha realidad espinosa, Jesús no fue un profeta de la desgracia o un ave de mal agüero que anunciara la calamidad, la catástrofe o el castigo de Dios por los pecados de la humanidad. Esa realidad dura que producía dolor, la vio como una finca con abundante cosecha, pero con pocos obreros comprometidos con la recolección. Como un buen judío con una religiosidad profunda, Jesús entendió que el dueño de la tierra, de la vida, la mies era Dios, así que había que pedir al dueño de la mies que enviara obreros a su mies.

 

Jesús no se sintió dueño de la mies, se sintió obrero, y llamó a doce discípulos para ser también obreros como él, e invitó a orar a Dios, el dueño de la mies, para que enviara más obreros a recogerla.

 

Doce es un número simbólico que representa la restauración del pueblo, el proyecto utópico de las 12 tribus de Israel. Jesús retoma y continúa el proyecto salvífico de Dios con el pueblo esclavizado en Egipto, al que condujo, como las águilas levanta a sus pichones (Ex 19,2-6ª), a la tierra prometida. A esos discípulos los envía (apóstol significa enviado), para curar y restaurar la salud física, psicológica y espiritual, para devolver la esperanza y las ganas de vivir a un pueblo sumido en la desesperanza.

 

El reduccionismo ritualista en el que muchas veces hemos caído los cristianos, nos ha llevado a limitar esta invitación de Jesús a orar por la vocaciones sacerdotes y misioneras para que prediquen y celebren misa. ¿Pensamos nosotros que ser obreros de la mies es tarea sólo de los curas y de las monjas, o, aceptamos la invitación de ser obreros de la mies?

 

Hoy, como ayer, hay personas que sólo buscan ser prósperos y exitosos para tener una gran capacidad de consumo, según lo exigen los paradigmas actuales. Hoy reina, como dice Jon Sobrino, “el individualismo como forma suprema de ser, y el éxito como verificación última del sentido de la vida, mientras la fraternidad, la compasión y el servicio son vistos como productos culturales secundarios, tolerados, pero no promovidos”. ¿Busco solamente alcanzar un éxito individual o me comprometo como discípulo a continuar con el proyecto salvífico de Jesús, a darles la mano a aquellas personas que viven como ovejas sin pastor, sin amor propio, sin sus derechos y sin un rumbo para sus vidas?

 

Jesús llamó a los quiso y no precisamente a los más preparados, capaces, audaces e inteligentes. A Simón, que en hebreo significa “el que escucha a Dios”, de sobrenombre Pedro, es decir, piedra, por la terquedad en sus asuntos y en sus ansias por un mesianismo triunfalista que lo sacara de pobre. A Andrés, hermano de Simón y pescador como el anterior. A los hermanos Santiago y Juan, hijos del viejo Zebedeo, denominados “boanerges”, es decir hijos del trueno, por la forma violenta como reaccionaban muchas veces. (Cuando un pueblo de samaritano no quisieron recibir a Jesús porque iba de paso para Jerusalén, estos persojes le sugirieron a Jesús pedir que cayeran rayos del cielo para destruir este pueblo  (Lc 9,51-55) )

 

Mateo era recaudador de impuestos, es decir, colaboracionista con el poder romano. Como veíamos hace ocho días, odiado y despreciado por todos, y considerado social y religiosamente al mismo nivel que los ladrones, los pecadores, los leprosos y las prostitutas. De Andrés, Felipe, Bartolomé, Tomás, Santiago Alfeo, Tadeo, y Simón el fanático, sabemos casi nada. Judas, el último de la lista es muy famoso por haber sido el traidor.

 

Hoy, como ayer, Jesús nos sigue invitando a ser obreros de la mies, hay mucho por hacer, que nadie se quede por fuera, todos somos convocados, con los distintos carismas, en distintas áreas, pero en últimas, todos para ser obreros de la mies del Señor. ¿Quién da un paso al frente?

 

Nota: menos mal que Jesús aclaró: “lo que recibieron gratis denlo gratis”. Que no resulte ahora algún vivaracho patentando el evangelio y adueñándose de él. No lo digo por hablar, les muestro algunos ejemplos:

 

Genetic Technologies Ltd., de Australia, patentó nada menos que el ADN no codificado de todos los seres vivos, incluyendo los humanos.

La empresa holandesa Soil & Crop Improvement, negoció una propiedad conjunta de teff (milenaria gramínea parecida al trigo) con el gobierno de Etiopía y la registró como propiedad intelectual suya.

Monsanto consiguió patentar en Europa una variedad de trigo tradicional de la India. La inconcebible patente, contra la que luchan varias entidades, reconoce a Monsanto derechos de autor sobre la harina, la masa y hasta las galletas fabricadas con este peculiar y arcaico trigo.

Yang Menjung, industrial chino, registró como invento suyo un viejo producto reducido a partículas diminutas. El avivato ha patentado 466 hierbas o mezclas de la medicina tradicional de su país mediante el simple expediente de pulverizarlas.

El gobierno de Estados Unidos, promueve la explotación comercial de la biodiversidad aún en parques naturales y liderara la concesión de patentes de seres vivos.

Y por último: El Instituto Mexicano de Propiedad Industrial, permitió que la Virgen de Guadalupe se convirtiera en marca registrada. Durante diez años, las imágenes de la patrona de México son derecho exclusivo de una compañía china. (tomado de Daniel Samper, en El Tiempo, Junio 30 de 2004)

 

OJO: “lo que recibieron gratis denlo gratis”.

 

Formato para imprimir Comentarios al autor: neptalidv@yahoo.com

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Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno.  Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.

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Moniciones X Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

Enlace permanente 4 de Junio, 2008, 8:20

Moniciones para la Misa

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Tiempo Ordinario

X Domingo

8 de junio de 2008

Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.                                                                       Fuente: www.scalando.com 

X Domingo Tiempo Ordinario Ciclo A

Hazpara ver las lecturas del día:

-          1ra lect.: Os 6,3-6

-          Sal 49,1.8.12-15

-          2da lect.: Rom 4,18-25

-          Evangelio: Mt 9,9-13

 

"La reigión que agrada a Dios"

Lecturas de hoy

Lecturas de hoy

Monición de entrada

Buenas noches, días, tardes:

Nos reunimos en el nombre del Señor un domingo más para celebrar la Eucaristía; Nos reunimos porque Dios mismo nos convoca y conduce nuestros pasos hacia él.  Estamos aquí también porque queremos reafirmar nuestra fe en Cristo Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios vivo.


Oseas 6, 3b-6 (Quiero misericordia y no sacrificios)

 

La página inicial de la tercera parte del libro del profeta Isaías ofrece una visión profundamente universalista.  Los extranjeros son invitados a formar parte de la comunidad del pueblo de Dios.  Presten mucha atención a este texto que vamos a escuchar porque expresa qué es lo que Dios espera del hombre que tiene que estar al frente de su pueblo.


Romanos: 4,18-25 (Abrahán creyó contra toda esperanza)

 

San Pablo, en su carta a los romanos, se dirige a los cristianos de origen pagano y se presenta a sí mismo como apóstol de los paganos, pero precisamente para decirle que no se desentiende de la tarea misionera entre los judíos y desea ardientemente que éstos acepten el Evangelio de Jesús.


Mateo 9, 9-13 (No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores

 

¿Cuáles son las condiciones para pertenecer al nuevo pueblo de Dios?  Tal pertenencia, viene a decirnos san Mateo en el pasaje evangélico de hoy, no se basa en la sangre o la raza, la nación o la cultura, el sexo o la situación social, sino que la única condición requerida y que no resulta discriminatoria, es la fe en Cristo Redentor, Hijo de Dios.

 


Oración Universal


A cada petición contestaremos: “Señor, concédenos lo que con fe te pedimos”

 

1.      Para que siempre estemos abiertos a realizar acciones de solidaridad sin hacer diferencias de personas. Oremos…

2.      Para que sepamos mostrarnos compasivos y misericordiosos con todas aquellas personas que sufren enfermedad o pobreza. Oremos…

3.      Por todas las personas que están comprometidas con la misión evangelizadora para que sepan comprometerse con la causa de la justicia y velar por los derechos de los demás. Oremos…

4.      Para que de nuestros jóvenes surjan las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal que necesitan la Iglesia y el mundo de hoy. Oremos…

 

Exhortación Final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 139)

 

Bendito seas, Padre, porque en llamada a Mateo por Jesús

Diste pruebas de creer en el hombre, a pesar de todo;

Y, a su vez, Cristo permitió que los puritanos lo acusaran

De ser amigo de los pecadores.  Eso nos alienta y consuela.

Nosotros encasillamos fácil y estrechamente a los demás,

Pero tú brindas siempre una segunda oportunidad de conversión.

 

Hoy nos invitas a cada uno de nosotros a dar los frutos

De una religión completa y auténtica, la religión que te agrada.

Haz, Señor, que sepamos ofrecerte el culto de toda nuestra vida,

Y concédenos un puesto en tu mesa al lado de Cristo.

 

Amén.

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Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

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Homilia X Domingo del Tiempo Ordinario ciclo A

Enlace permanente 4 de Junio, 2008, 8:01

En Camino

Homilía para el Domingo

Tiempo Ordinario

X Domingo

8 de Junio de 2008

Autor:  Neptalí Díaz Villán CSsR.                                                                                                     Fuente: www.scalando.com 

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X Domingo Tiempo Ordinario Ciclo A

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-          1ra lect.: Os 6,3-6

-          Sal 49,1.8.12-15

-          2da lect.: Rom 4,18-25

-          Evangelio: Mt 9,9-13

 

"Misericordia"

A la entrada de cada pueblo o ciudad se hacían los recaudadores de impuetos. El imperio romano vendía el puesto por determinado monto según el movimiento comercial. El recuadador se esforzaba, primero por cubrir el monto para cumplirle al imperio y segundo para llenar sus bolsillos, pues lo que recogiera de ahí en adelante era para él. La vida de los recaudadores era de una holgura económica bastante notoria y escandalosa frente a la miseria de tanta gente a la que le quitaban lo poco que tenían. Eran unos personajes que con razón se habían ganado el odio de todo el pueblo; cuando pasaban por las calles les gritaban improperios y los escupían. No eran aceptados en las sinagogas, nadie podía visitarlos o aceptabar que pisaran las puertas de su casa so pena de quedar impuros. Lo único que los mantenía era su ancia de dinero y las fuerzas de la ocupación, los soldados romanos, que intervenían de inmediato en caso de algún desorden o protesta.

 

La escena que contemplamos en el evangelio de hoy nos presenta a Mateo o Leví, uno de los tantos publicanos o recuaudadres de impuestos que tenía Israel. Estaba sentado, es decir, acomodado, instalado, tranquilo y conforme con su puesto. Jesús, que anunció la Buena Noticia a los pobres, no excluyó a este recaudador inriquecido a espensas de la miseria de la gente. Para él también era la invitación, para él también era el Reino. “Sígueme”, le dijo. Mateo se levantó y lo siguió, es decir, se desinstaló, se incomodó, abandonó su puesto, su lógica colaboraconista con el imperio y traicionera con su pueblo y acogió el camino de Jesús. Ahí podemos afirmar que hubo un verdadero proceso de conversión porque cambió totalmente su vida, gracias a la acción misericordiosa de Jesús, el rostro humano de Dios.

 

Lo que no lograron los fariseos con su lógica de exclusión y condena, lo logró Jesús con su amistad, con su apertura mental y espiritual, con su actitud generosa al invitarlo a su seguimiento y al compartir su mesa con él. Jesús creyó en la bondad y en el inmenso anhelo de amor y felicidad que se escondían en este hombre egoísta, desgraciado e infeliz, odioado y despreciado por todos. Mateo por su parte supo aprovechar esa preciosa oportunidad brotada del corazón generoso de Jesús, e inmediatamente lo abandonó todo y lo siguió. De Mateo no se resalta que fuera publicano o recaudador de impuestos. Se resalta su chispa para descubrir en ese momento la gran oportundad para cambiar su vida y su desición para hacerlo inmediatamente y dejar atrás todo lo que le impedía seguir al maestro y ser hermano de los demás.

 

Los miembros de la comunidad de los puros, es decir, los fariseos[1], criticaron la acogida generosa de Jesús a los publicanos y pecadores. Aquel que aceptaba a un publicano era declarado traidor y enemigo del pueblo judío. Los alimentos comprados por el recuadador tenían una procedencia muy sucia, porque eran fruto de la explotación y la miseria de muchos pobres. Y Jesús se había ensuciado totalemente al sentarse a comer con ese “perro publicano” y al invitarlo a formar parte de su grupo discipular.

 

Pero Jesús no se unió a sus prácticas injustas ni buscó fovores de ellos. Se hizo su amigo, para que se sintiera aceptadas como personas y para invitarlos a la conversión. Una pedagogía totalemente distinta: menos rígida y muy escandalosa para la ortodoxia fariea, pero más efectiva.

 

No tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos, no tienen necesidad de conversión los justos, sino los pecadores. ¿Acaso los fariseos eran totalmente sanos y santos? ¿Hay alguien que se atreva hoy a tirar la primera piedra? Bajo el ropaje de puros con el que se cobijaan los fariseos, se escondía el orgullo religioso, una misericordia vaporosa (como la que describe Oseas) y un ritualismo vacío. En el fondo nadie es puro totalmente, nadie en esta vida puede decir, que ha llegado a la madurez total de la fe y que no necesita convertirse. Quien niegue su debilidad humana, su falla, su pecado, se cierra al perdón de Dios. No es que Dios prefiera a los que cometen muchos pecados, es que creerse santo es una mentira, creer que sólos somos capaces sin la ayuda del Espíritu es un engaño.

 

El fariseo de ayer y de hoy no encuentra pecado en sí mismo, porque cumple los códigos religiosos: normas, ritos, tradiciones, etc. Pecador, para el fariseo, es sinónimo de rompimiento de los códigos religiosos. A él no le interesa tanto la relación con las demás personas sino la propia imagen de sentirse cumplidor y la apariencia exterior. En el fondo el fariseo no necesita del perdón de nadie: se basta él para justificarse a sí mismo o el esfuerzo de su voluntad para que, de nuevo, la norma, la idea, la práctica le salve.[2] El fariseo siente que pertenece a una especie de casta pura, totalmente distinta al común de los mortales. Si nuestra vivencia básica es la de deudores o la de vulnerables  a las caidas, a la infidelidad, al pecado, a la corrupción, nos sentimos cercanos a la mayoría de la humandiad y necesitados de Dios. El fariseo no cree que es deudor de nadie y se cree poseedor de muchos bienes espirituales. Cosifica a Dios y la expeirneica de fe y se pretende apropiarse de ella.

 

El fariseo no deja de mencionar a Dios y cree que está en sus caminos, pero en el fondo es cuando está realmente más lejos de Él. Es fiel a su oración y se ufana de hacerlo, pero en ésta se impone la fórmula al sentimiento, lo formal a lo verdadero, es más rezador que orante. La oración no se vive como una experiencia de fe de un ser humano fragil que necesita de Dios para ser mejor ser humano y fiel imagen de su creador, sino una contemplación de sí mismo: “gracias por ser como soy…. Porque que no soy como los demás…” El fariseo cae en la tan arcaica y actual tentación de pretender ser como dioses (Gen 3,4). Su ego será su Dios.[3]

 

Revisemos nuestra fe. Mateo era marginado por pecador. Hoy existen también marginados: protitutas, desplazados, homosexuales, portadores del VIH, negros, indígenas, etc. Misericordia quiero y no sacrificios, afirmó Jesús haciendo alusión al profeta Oseas (1ra lect. – Os 6,3-6). Jesús no está en contra del culto, sino del culto vacío. No está en contra de la búsqueda de la pureza[4], sino de la mera pureza ritual y mentirosa. No está en contra de lo estético y lo poético[5], sino de las solemnidades frías, elitistas y excluyentes. No está en contra de la religión como tal, sino de aquella religión cuyo misticismo hierático pasa por alto al ser humano y el amor entre hermanos, pues el encuentro con Dios pasa necesariamente por el encuentro con el hermano. Si el compromiso con una vida digna y justa está ausente de los signos sacramentales, estos se convierten en gestos vacíos, en ritualismo engañador, escudo para proteger la mediocridad humana y la complicidad con la injusticia.

 

Nuestros ritos y signos sacramentales son verdadero culto a Dios si lo conocemos en lo profundo de nuestra humanidad y nos convertimos en personas compasivos y misericordiosos. ¿Qué tipo de fe tenemos? ¿Tenemos algo de fariseísmo? ¿Tenemos la actitud decidida de Mateo para levantarnos y abandonar todos lo que nos ata a una vida egoísta y vacía de sentido, y para ser auténticos discípulos?

 

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[1] Fariseo significa puro.

[2] MOLLA Darío, Acompañar la tentación. Barcelona 2007. 10.

[3] MOLLA Darío, Acompañar la tentación. Barcelona 2007. 10.

[4] En el discurso de la Bienaventuranzas dijo: Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios (Mt 5,:::)

[5] El profeta Amós es muy poético y Jesús lo cita.

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