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Moniciones y homilía XVIII domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A
29 de Julio, 2008, 23:57
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Moniciones para a Misa
Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.
Tiempo Ordinario – Ciclo A
XVIII domingo: Lecciones de la paciencia de Dios
3 de agosto de 2008
Monición de entrada
Buenos días, tardes, noches. Las lecturas de hoy nos hacen pensar en las estadísticas y las imágenes patéticas de la realidad de la pobreza y del hambre en el mundo, en que a nosotros nos ha tocado vivir. Vivimos en un mundo donde tres cuartas partes de la población está infraalimentada y una gran parte de la misma es víctima del hambre, las enfermedades y la muerte prematura. La gran masa del mundo y sus riquezas son tan sólo para el 20 por ciento, mientras que el ochenta por ciento se tiene que contentar con las migajas. Pidamos que el Redentor nos sacie, por nuestra participación en esta Eucaristía, con el pan de vida y nos haga más solidarios con todos los que padecen hambre en este mundo.
Primera lectura: Isaías 55, 1-3 (Dios alimenta gratuitamente a su pueblo)
En la primera lectura de hoy el profeta Isaías nos invita a buscar a Dios y a convertirse a Él. Esta invitación está expresada en la invitación a un banquete: agua, vino, leche, buena comida, platos sustanciosos, que nos serán ofrecidos gratuitamente. Lo único necesario para alcanzar esta abundancia de bienes es encaminarse hacia Dios, escuchar su voz y vivir atento a su voluntad.
Segunda lectura: Rom 8, 35.37-39 (Nada podrá apartarnos del amor de Dios)
Lo que ha hecho Jesucristo por la humanidad es expresión de un amor tan fuerte que nada ni podrá deshacerlo, escucharemos un texto de Pablo a los romanos, donde nos ofrece una lista de siete sufrimientos, muy actuales al hombre de hoy, el apóstol asegura que ninguno de ellos es suficientemente fuerte para separarnos del amor de Cristo, entonces: ¿quién podrá separarnos del amor de Cristo?
Tercera lectura: Mateo 14, 13-21 (Multiplicación de so panes y de los peces)
La Eucaristía es el pan de los tiempos mesiánicos. Las comidas de Jesús tienen mucha importancia en el Evangelio. Sus narraciones están llenas de contenido teológico. Eran el signo del pan imperecedero, del pan vivo, del pan que da la vida. Las palabras de Jesús en este texto de san Mateo: “tomó los panes, levantó los ojos al cielo, los bendijo y partiéndolos se los dio a sus discípulos; los discípulos se los dieron a la gente…”, son prácticamente las palabras de la institución de la Eucaristía, con el mandato incluido de llevar este pan, llevar a Cristo y cuanto Cristo significa al mundo entero.
Oración universal
A cada petición contestaremos: “Señor, danos siempre de ese pan”
- Por los que han recibido la misión de anunciar el Evangelio del reino de Dios y de educar en la fe a los creyentes, roguemos al Señor.
- Por todos los que han descubierto lo realmente importante en su vida y por ello han renunciado generosamente a todo lo demás, roguemos al Señor.
- Por los que no se sienten capaces de optar por los bienes del reino de Dios, roguemos al Señor.
- Por todos nosotros, llamados a descubrir el tesoro escondido, la perla de gran valor, y preferir sobre todo el reino de Dios, roguemos al Señor.
Exhortación Final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 162)
Te bendecimos, Dios de los pobres y hambrientos del mundo,
porque Jesús se compadeció de la gente extenuada y famélica,
y repartió en abundancia el pan del reino a los pobres.
El invita también a su mesa eucarística a todos tus hijos,
como hermanos que participan del mismo pan familiar.
Nosotros querernos celebrar dignamente la cena del Señor,
con un corazón abierto al amor y la fraternidad universal,
compartiendo la fe, el pan y la vida con nuestros hermanos,
especialmente con los más pobres de bienes y derechos.
Danos, Señor, hambre del pan de vida que eres tú,
y sáciala definitivamente en el banquete de tu reino.
Amén.
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Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.
Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno. Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.
Cadena de oración: http://www.scalando.com/orando.htm
EN CAMINO
Tiempo Ordinario, ciclo “A”
3 de agosto de 2008 XVIII Domingo
Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
- 1ra lect.: Is 55,1-3
- Sal 144, 8-9.15-18
- 2da lect.: Rom 8,35.37-39
- Evangelio: Mt 14,13-21
Compartir el pan
Nos encontramos hoy con uno de los relatos evangélicos claves en el proyecto de Jesús redactado en forma de milagro, un género literario muy usado en la época. No todos los relatos bíblicos están en los cuatro evangelistas; algunos se encuentran únicamente en los sinópticos (Mt, Mc y Lc), otros sólo Juan, algunos son propios de cada evangelista y unos pocos relatos están en los cuatro evangelios, entre ellos el relato de Mateo que hoy leemos. Marcos y Mateo lo narran además dos veces cada uno; en total hay 6 narraciones de este mismo acontecimiento. Esto no es casualidad.
Más que un momento puntual en la vida de Jesús, el presente relato abarca toda su vida, su trabajo, el desarrollo de su ministerio público, su dimensión ético social, lo que en filosofía latinoamericana llamamos se llama la praxis histórica.
Jesús buscó un lugar desierto y apartado. A Juan el Bautista lo habían asesinado y no había un buen ambiente para estar a la luz pública; en estos momentos duros de persecución los seres humanos sentimos que ánimos se bajan y es preciso la reflexión y la oración, a fin de llenarnos de la fuerza y la sabiduría de Dios para enfrentar la realidad. La gente, que veía en Jesús una luz de esperanza para sus vidas, lo siguió caminando desde las ciudades. No lo siguieron en carruajes o en caballos, ni siquiera en burro. ¡Se fueron caminando! Se trataba de gente pobre, hambrienta y enferma, no se sabe qué tipo de enfermedad, pero sabemos que la enfermedad representa las fuerzas que no nos permiten vivir en libertad y desarrollarnos con nuestras plenas facultades humanas.
Y dice el texto que Jesús los sanó. Una buena oportunidad para un pantallazo, el escenario perfecto para ganar adeptos vendiendo ilusiones a la gente, como solemos ver cada día tantos oportunistas entre nuestras barriadas.
¡Una imagen vale más que mil palabras! Un pantallazo en tiempo de elecciones vale más que mil razones. No es raro ver a nuestros gobernantes, sobre todo cuando están en campaña, repartir personalmente y ¡claro!, ante las cámaras, bonos de alimentación, becas para estudio de niños pobres, préstamos flexibles para madres cabeza de hogar, dotación para las escuelitas públicas, y otros “regalos”, que lo pudieran hacer los directos encargados de las diferentes dependencias. Así se evitaría tanta aglomeración, confusión y el desplazamiento desde la capital. Pero el impacto en imagen que produce un “Papá Noel” es muy grande, así la alegría dure poco. La escena se repetirá cuando sea necesario otro golpe de opinión. Jesús, dice el texto, actuó movido por la compasión; ese fue el motor que lo impulsó para su predicación y para toda su obra, no actuó para ganar adeptos ni por ovación del respetable público que hoy aplaude y mañana condena.
“Despide la multitud para vayan a las aldeas y compren de comer”, dijeron sus discípulos. Los curas a las sacristías, se le oyó decir hace unos años a un ilustre ministro. A la Iglesia le corresponde lo espiritual y a la gente del mundo lo material pues los sacerdotes son los médicos de las almas, dicen otros despistados. Es más fácil y menos peligroso hablarles de las llamadas verdades eternas: el cielo, el infierno y el purgatorio; de cómo tener unas almas limpias de todo pecado para alcanzar el cielo, y de los dogmas “probados”, seguros e infalibles, que del día a día y nuestro compromiso ético social con la construcción de la historia, donde, como cualquier mortal, nos podemos equivocar y además meter en problemas. Siempre va estar esa tentación de los discípulos: “despide la multitud”, no nos metamos en eso porque puede ser peligroso.
Además, siempre va a estar la tentación monetaria - mercantilista en una sociedad que pretende alcanzarlo todo con dinero: “para que vayan a comprar”. Mucha gente para dar respuesta a las problemas de pobreza, espera un benefactor que ayude a comprar comida para la multitud hambrienta. Mucha gente anhela un estado paternalista que reparta pan, es decir que cubra las necesidades básicas como por arte de magia.
Ante la propuesta evasiva y monetario - mercantilista de los discípulos, Jesús les propuso: “denles ustedes de comer”. Teniendo en cuenta todo el texto, no es una propuesta asistencialista, es la invitación a dar respuesta a las necesidades reales. De ninguna manera se propone tomar las dos espadas: el poder religioso y el poder político, como se interpretó erradamente en los llamados imperios “sacros” durante el oscurantismo medieval.
Como discípulos no podemos evadir las necesidades reales de la gente. Como discípulos no se nos es lícito hacer caso omiso al clamor de los pobres. Como discípulos y discípulas tenemos la responsabilidad ante Dios y ante la humanidad, de generar alternativas para el mejoramiento de nuestra calidad de vida sin ningún “abra cadabra”, pues en el mundo hay los recursos suficientes pero falta organizarnos. Cinco panes y dos peces es lo que se necesita, siete es el lo perfecto. Y esa potencia, esa cantidad de comida estaba dentro de la gente, pero no la habían descubierto, porque no se habían organizado para trabajar juntos, porque se había acumulado tacañamente o porque tenían miedo de ponerla al servicio de la comunidad.
¡No se trata de dar limosnas! Una moneda por amor a Dios, suelen decir los mendigos para manipular las conciencias. Y al dar la moneda, el “benefactor” se siente justificado, a veces sin darse cuenta de que ese acto de caridad ayuda aumentar la mendicidad. Se trata de darlo todo, pero no sólo en términos monetarios. Es la vida misma: nuestras manos, nuestra mente y nuestro espíritu; nuestras cualidades, nuestros trabajos realizados como un apostolado para el Reino, nuestras familias como células básicas para la construcción del nuevo mundo, nuestro espacio para descansar, orar y compartir con los seres queridos, y en todo, nuestra solidaridad para dar, no de lo que nos sobra, sino de lo que hace parte de nuestra mesa.
¡Jesús mandó que la gente se recostara en la hierba! Así comían las personas libres, según la tradición romana, porque los esclavos debían comer de pie. Cuando todo lo que tenemos lo ponemos al servicio del Reino y desarrollamos libremente proyectos de producción, bendecidos por Dios y compartidos solidariamente, alcanza para todos y sobra. Doce canastos representa todo el pueblo, las doce tribus.
Si amamos con el mismo amor que nos amó Cristo y vivimos según como él lo hizo, seremos capaces de desarrollar proyectos para enfrentar las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada, etc., y en todo, salir victoriosos, gracias a aquel que nos ha amado. (Rom 8,35.37-39 – 2da lect.)
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Cadena de oración: http://www.scalando.com/orando.htm
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Monciones para el XVII Domingo del Tiempo Ordinario A
23 de Julio, 2008, 9:55
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Moniciones para a Misa
Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.
Tiempo Ordinario – Ciclo A
XVI domingo: Lecciones de la paciencia de Dios
27 de julio de 2008
Monición de entrada
Buenos días, tardes, noches. La invitación del Señor a disfrutar de la oportunidad de gozar de su reino nos la reafirma hoy. Miremos dónde estamos y decidamos a dónde queremos ir; la decisión es de cada un y la Iglesia te ofrece los instrumentos para que seas parte de ese reino. El Señor te ama y te invita a la conversión, no lo dejes para después, puede ser tarde. Escuchemos las lecturas de hoy que te ayudarán a tomar o a reafirmar la mejor decisión de tu vida. De pie para recibir al celebrante con el cántico de entrada.
Primera lectura: I Re 3, 5.7-12 (Salomón pide a Dios Sabiduría)
Hoy el Señor te enfrenta a un reto. Tienes una encomienda que realizar y puedes intentarlo solo o reconocer la necesidad de acudir por ayuda. Decides que es más importante: tus logros personales o el cumplimiento de la tarea, pensando en el bienestar de los demás. Te invito a que escuches con atención la lectura y consideres si harías como Salomón.
Segunda lectura: Rom 8, 28-30 (Dios nos predestinó a ser imagen de su Hijo)
En esta lectura san Pablo nos dice que Dios cumple siempre su promesa. Todos hemos sido llamados, pero unos responden de una manera y otros de otra ¿Cómo has respondido tu a ese llamado? ¿Dónde está Cristo en esa respuesta tuya? Pon tu oído y tu corazón en el mensaje de san Pablo para que reafirmes tu amor al Señor
Mateo: 13, 44-52 (Parábolas del tesoro, de la perla y de la red)
San Mateo nos trae nuevamente otra parábola sobre el reino de los cielos. Si verdaderamente crees y amas al Señor no tendrás reparo en desprenderte de lo que sea necesario para tener y gozar de ese reino que te ofrece Cristo. El mensaje es un aliciente para los que viven conforme a las enseñanzas del Evangelio y una invitación a la conversión para los que están de espalda al Señor.
Oraciones universarl:
“Venga a nosotros tu Reino, Señor”
- Por la Iglesia, su jerarquía para que, siembre la semilla del Evangelio en terreno fértil, que dé frutos en abundancia. Roguemos al Señor…
- Que los gobernantes de las grandes naciones decidan ayudar a las naciones más pobres, sin esperar nada a cambio. Roguemos al Señor…
- Por los enfermos, los pobres, los marginados, los reambulantes, para que ellos también encuentren un Felipe que les explique el Evangelio. Roguemos al Señor…
- Por el núcleo familiar, para que la Palabra de Dios sea parte esencial en la formación de los hijos y guías en la conducta de los padres. Roguemos al Señor…
- Por nuestros jóvenes, para que en el torbellino tecnológico de hoy haya siempre un oasis de paz en el conocimiento de las Escrituras. Roguemos al Señor…
- por una aumento de vocaciones en la vida religiosa y sacerdotal. Roguemos al Señor…
Exhortación Final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 159)
Llenos del gozo que el Espíritu infunde en nuestro corazón,
te bendecimos, Señor Jesús, por descubrirnos en tu Evangelio,
en tu persona, en toda tu vida y en tu amor hacia nosotros,
el tesoro escondido y la perla fina del reino de Dios,
por el que vale la pena arriesgarlo todo sabia y generosamente.
Bendito seas también porque nos hablaste del reino
con parábolas y signos de liberación que unen el anuncio
del reino de Dios con la salvación y la felicidad del hombre.
Haz, Señor, que la buena nueva del tesoro de tu reino
transforme nuestras vidas pequeñas a la medida de tu proyecto,
y alcanzaremos de tu amor todo lo demás por añadidura.
Amén.
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Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.
Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno. Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.
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EN CAMINO
Tiempo Ordinario, ciclo “A”
27 de julio de 2008 XVII Domingo
Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
- 1ra lect.: 1 Re 3,5.7-12
- Sal 118,57.72.76-77.127-130
- 2da lect.: Rom 8,28-30
- Evangelio: Mt 13,44-52
Las paráboas del Reino III
Bien dice el Concilio Vaticano II que los textos bíblicos deben ser leídos teniendo en cuenta la revelación completa. A primera vista, la primera lectura nos muestra a Salomón como un rey paradigmático que, ante el ofrecimiento de Dios, pidió sabiduría para gobernar a su pueblo, en vez de riqueza, larga vida o la muerte de sus enemigos. Hasta ahí todo bien, el papel aguanta todo.
Pero en la práctica Salomón fue otro más en la cuenta de los reyes que aprovecharon su poder para esclavizar, explotar y llevar una vida a sus anchas, sin importarle la miseria de su pueblo. Después de acabar con sus enemigos, para pagar los favores recibidos y asegurar la fidelidad a su reinado, nombró a sus compinches en los más altos cargos del gobierno: a Azarías, hijo de Sadoc, lo nombró como sacerdote; Elijoref y Ajías, hijos de Sisa, fueron sus secretarios; Josafat hijo de Ajilud, el canciller… y una lista larga de altas “dignidades” (1Re 4,1ss). Estos “servidores públicos” eran los encargados de proporcionarle al rey y a todos los convidados, lo necesario para la mesa: 30 cargas de flor de harina y 60 de harina cada día, 10 bueyes cebados y 20 de pasto, 100 cabezas de ganado menor, aparte de los ciervos, gacelas, gamos y aves cebadas. 4.000 establos de caballos para sus carros y 12.000 caballos. Y ¡claro! Un buen harén de mujeres para “calmar sus nervios”.
¿Con ese harén a su servicio y los banquetes de cada día, qué tiempo le iba a quedar para hacer un buen gobierno y además para escribir? Pero para eso son los asesores de imagen, diríamos en nuestro tiempo. Las escuelas de la sabiduría creadas por él y puestas a sus órdenes se encargaron de presentar al rey como un gran sabio atribuyéndole dichos, proverbios, aforismos, consejos e historietas, como la de las mujeres que peleaban por sus hijos, traída de la tradición hindú.
Salomón con su reinado monárquico y sus estructuras económicas, políticas, militares y religiosas que estableció para manejar los hilos del poder, no tienen nada que ver con la propuesta del Reino que presentó y enseñó Jesús con sus palabras, pero sobre todo con su práctica de justicia y fraternidad. El reinado salomónico, para el seguidor de Jesús, debe ser descartado, pues suplanta a Dios y niega al ser humano.
Para nosotros lo único absoluto debe ser el Reinado de Dios, tal como nos lo sugieren las dos primeras parábolas de hoy. Jesús acudió a dos figuras comunes para la época: el tesoro en el campo, y la perla.
El pueblo de Israel ha vivido casi toda su vida en medio de las guerras. Su posición estratégica entre Mesopotamia y Egipto, dos antiguos imperios regionales, la hacían muy apetecida para el dominio comercial y militar. Otras veces fueron los seléucidas, los helenos o las mismas disputas por el poder entre ellos mismos. Por tal motivo muchas veces la gente se veía obligada a esconder los tesoros más valiosos en la tierra. Las perlas por su parte, eran pescadas por buceadores en el golfo pérsico, en el mar rojo o en el océano índico, para ser montadas como adorno en los collares. Su valor era muy alto.
Cuando el seguidor de Jesús descubre y comprende la grandeza que encierra la propuesta del Reino debe invertir todo lo que tiene para construirlo, teniendo en cuenta que el Reino no es la negación de su vida, sino la afirmación más completa de su dignidad, la plenitud de su existencia en relación con Dios y con los hermanos. Cuando descubrimos los estragos que en la humanidad han ocasionado, la codicia, la ambición, el ansia de poder y demás ídolos, tenemos que cuidarnos en no caer en esa tentación. Y cuando comprendemos el valor de la justicia, la fraternidad, la solidaridad, el servicio y los demás valores del Reino, entonces necesariamente tenemos que arriesgarnos a dedicar todas nuestras fuerzas, para hacer parte de los Bienaventurados del Reino de Dios.
Esta es una propuesta exigente; sin embargo el énfasis no está tanto en la renuncia o en la heroicidad del luchador como en la alegría que representa el Reino, como la alegría del que encuentra el tesoro escondido en el campo que venden todo con la ilusión de conseguir eso más valioso. ¡Lleno de alegría! “Cuando una gran alegría, que supera toda medida, embarga a un hombre, lo arrastra, abarca lo más íntimo, subyuga el sentido. Todo palidece ante el brillo de lo encontrado. Ningún precio parece demasiado elevado. La insensible entrega de lo más precioso se convierte en algo puramente obvio. No es la entrega de los dos hombres de la parábola lo decisivo, sino el motivo de la decisión: el ser subyugados por la grandeza del hallazgo. Así ocurre con el reino de Dios. La Buena Nueva de su llegada subyuga, proporciona una gran alegría, dirige toda la vida a la plenitud de la comunidad con Dios, efectúa la entrega más apasionada”.
Lo más valioso no es la entrega misma sino el motivo de la entrega: El Reino. Esa gran alegría de sabernos amados por Dios, partícipes de su Reino, es la que nos hace capaces de amar como el Señor (Lc 22,27/Mc 10,45/Jn 13,15), con un amor que da sin buscar protagonismos (Mt 6,12), sin acumular tesoros en la tierra, pues somos capaces de compartir (Mt 6,19-21/Lc 12,23) y de servir (Mc 10,35-45). “Dormía y soñaba que la vida era alegría. Desperté y vi que la vida era servicio. Serví y vi que el servicio era alegría” (Rabindranath Tagore).
La propuesta es para todos, pero no todos alcanzan a comprender la grandeza del Reino. Hay personas que no quieren aceptarlo o no comprenden este lenguaje y prefieren seguir otro camino. Así como la red se lanza al lago y pesca todo tipo de peces, pero los peces de “mala calidad” o los que no han alcanzado un buen tamaño se sueltan en el mar, estas personas han de dejarse libres para que cuando llegue su tiempo, acepten la propuesta de Jesús, si quieren.
El Reino no se le debe imponer a nadie, pues dejaría de ser Buena Noticia. El Reino debe ser aceptado libremente para que genere alegría plena. Si hay personas que todavía no quieren comprometerse con el Reino, no tenemos derecho a juzgarlos. Quienes queramos responder a esta exigente, pero alegre sorpresa, debemos invertir todo cuanto somos y tenemos en la realización de este plan salvífico de Dios para nosotros.
De esta manera reproduciremos, como dice Pablo (Rm 8,28-30 – 2da lect), los rasgos de Jesús, el primogénito de los Bienaventurados del Reino de Dios. La mejor muestra de que de verdad somos fieles seguidores y anunciadores del Reino, la mejor manera para “convencer” a los indecisos de que vale la pena seguir a Jesús y apostarlo todo por Él, es la alegría con que vivimos nosotros, es el gozo y la sonrisa en nuestros labios que nos precede en cada momento de nuestra vida. “Un santo triste, es un triste santo” (Santa Teresa de Ávila).
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Homilia XVI Domingo del Tiempo Ordinario ciclo A
17 de Julio, 2008, 22:32
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En Camino
Homilía para el Domingo |

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Tiempo Ordinario
XVI Domingo |
20 de Julio de 2008 |
Jesús no definió conceptualmente el Reino. Él fue el más vivo testimonio de la soberanía de Dios en la vida de un ser humano. Esto lo manifestó al forma como se relacionaba con el Padre Dios, con los demás y las cosas. Él dejó que Dios fuera Dios en su humanidad y Dios se manifestó en el hombre Jesús sin lesionarlo interiormente. A partir de su propia vivencia invitó a construir ese Reinado de Dios (o Reino de los cielos, como prefiera llamarlo Mateo) y, según la mentalidad oriental, no dio una explicación racional sino que lo comparó con vivencias o cosas al alcance de la gente, para hacerlo comprensible y para invitar a que todos lo hicieran realidad en su propio entorno vital.
Empecemos con la primera parábola: El trigo y la cizaña. Nos hemos acostumbrado a identificar cuáles son los buenos y los malos de la película tanto en el filme como en la vida real. Y ¡claro! nos ponemos siempre del lado de los buenos. Si el malo mata es un asesino, si el bueno mata es un héroe. Al bueno lo asesinan, al malo le dan de baja. Normalmente nos creemos los buenos de la película y nos mostramos implacables contra el mal. Y cuando se trata de hacer biografías, los escritores quitan todo lo que resulte desconcertante, para presentar una figura digna de imitar: un héroe nacional, un santo religioso, un empresario exitoso o un militar entregado a la patria.
La lista de los que se han creído buenos y puros en la historia es larga; así como largo y ancho es el daño que se ha hecho con la consigna de desterrar el mal de la tierra, porque fácilmente se pasa al fanatismo, traducido en intolerancias mesiánicas y totalitarismos camuflados en la observancia de la ley civil o religiosa. Buenos se creyeron los fariseos, saduceos, sacerdotes y demás autoridades que mataron a un peligroso reo llamado Jesús. Buena se creyó la iglesia cuando impulsó la recuperación de los lugres sagrados que habían usurpado los impíos infieles (o sea las cruzadas). Y siguió interpretando el papel de buena cuando se dio a la persecución y hasta la muerte de “pensadores equivocados”, brujas, escritores impíos y demás individuos malos (o sea la inquisición). Bueno se creyó y se sigue creyendo Bush II, que con la bendición de su dios, se sintió con autoridad para combatir el llamado eje del mal o cualquier tipo de terrorismo y enviar tropas para tomar el control de extensos territorios, así tuviera que masacrar a gente inerme. Todo para saciar su sed de poder (¡perdón!, para desterrar el mal de la tierra y acabar con las armas que tenía Husein).
Pero, ¿estamos seguros de que al pedir fuego destructor para los malos, no nos quemamos nosotros mismos? ¡Cuidado! porque el trigo y la cizaña están en el interior de cada persona. Dentro de todos nosotros Dios sembró el trigo y tenemos la capacidad para amar, servir y construir el Reino. Pero también a lo largo de nuestra historia comunitaria o personal, el enemigo sembró la cizaña y por lo tanto también dentro de nosotros habitan la codicia, los miedos, los odios, los rencores y demás antivalores que nos destruyen.
No porque tengamos cizaña dentro, porque seamos imperfectos y cometamos errores, nuestra vida deja de tener sentido. Como nos dice el libro de la Sabiduría (12,13.16-19 – 1ra lect), Dios muestra su poder no tanto en la destrucción de los malos, sino en la misericordia, el perdón y la indulgencia. La cizaña que tenemos dentro hay que quemarla en el fuego; el fuego en el mundo antiguo representaba la fuerza que dinamiza, transforma y purifica, es decir, toda nuestra vida tiene que ser purificada. El cambio es un poco doloroso, nos cuesta un poco dejar envidias, rencores, egoísmos, codicias, malas costumbres, etc., y convertirnos en personas capaces de perdonar, amar y servir; pero se puede lograr con el fuego del amor de Dios que nos purifica y, como dice la 2da lectura (Rm 8,26-27), con el Espíritu que viene en ayuda de nuestra debilidad. De tal manera que lo bueno que hay en nosotros, el trigo, lo almacenemos para compartirlo generosamente. Esta es una palabra cargada de la dulce esperanza (1ra lect.). Necesitamos aceptarnos tal como somos y tener mucha serenidad para que al descubrir la cizaña en nosotros, evitemos la desesperanza y continuemos hasta la siega.
Segunda y tercera parábolas: El grano de mostaza y La levadura en la masa. Con los insignificantes para este mundo, Dios construye el Reino: necesitamos saber apreciar el don de Dios en las cosas pequeñas, como el grano de mostaza, pues el Reino de Dios se empieza a construir desde abajo y se necesita la paciencia del labrador para que la semilla germine, nazca, crezca y dé fruto. La mostaza no es un gran árbol cuyas raíces chupen de los demás árboles del bosque hasta dejarlos desnutridos (Dan 4). Es un arbusto que convive con otros árboles y permite que los pájaros hagan sus nidos en sus ramas para apoyar y cuidar sus críos.
La levadura tiene la magia de hacer fermentar, crecer y darle forma a la masa. Un poquito de levadura es suficiente para logarlo. De la misma manera, necesitamos transformar nuestra propia historia desde abajo, desde lo pequeño, desde los pobres, desde las bases.
Gracias a Dios hay mucha gente construyendo el Reino, aunque no se haga mucha bulla; he visto con mis propios ojos muchos testimonios:
Una madre soltera de la periferia, al ver cómo los niños de sus vecinos quedaban a la deriva aprendiendo mañas, mientras sus padres salían a trabajar, se convirtió en madre comunitaria. “Son como mis hijos”, me dijo mientas le daba un beso a una niña que se acercó para quejarse porque otro niño le hizo muecas.
Un campesino de una vereda, en medio de las críticas, incomprensiones de la gente y hasta de los reclamos de su esposa, porque gasta mucho tiempo fuera de la finca, ha liderado proyectos de electrificación, carreteable, mingas o trabajo comunitario en beneficio de todos, con desarrollo sostenible, apoyado por diferentes instituciones públicas y privadas.
Un desplazado por la violencia que durante el día vende limones junto a un semáforo para ganar su sustento y el de su familia, por la noche vuelve a su asentamiento y reúne la gente para dialogar, orar y no dejar apagar la vela de la esperanza.
Un médico prefirió perder su cómodo empleo en vez de ahogar la voz de la conciencia y de la ética médica. La Empresa Prestadora de Salud (que debería llamarse mejor Empresa Traficante de la Salud – E.T.S.) para la que trabajaba no le renovó el contrato, por negarse, entre otras cosas, a dar diagnósticos falsos para evitar gastos o sanciones y a mandar los medicamentos genéricos más baratos sin importarle si era o no era lo que necesitaba el paciente…
Somos seguidores y seguidoras de Jesús en tanto que construyamos el Reino donde estemos, con nuestro trigo y aún con nuestra cizaña, como el granito de mostaza y la levadura en la masa.
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Monciones para el XVI Domingo del Tiempo Ordinario A
17 de Julio, 2008, 6:20
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Lecturas de hoy Lecturas de hoy
Monición de entrada
Buenos días, tardes, noches. (Ssean todos bienvenidos a la celebración de la Eucaristía de nuestra comunidad de ___________________________)
Las lecturas de este domingo nos quieren hacer una seria advertencia sobre la manera de nosotros afrontar nuestra participación en el mundo. Una manera espontánea es la de dividir a la humanidad en dos grandes bandos: los malos y los buenos. Jesús viene a instaurar el reinado de Dios, no como un juez que separa a los malos de los buenos: no excluye a nadie, todos son convocados, todos pueden entrar en él.
Que el Señor Jesús, que nos ha convocado hoy para celebrar la Eucaristía, nos abra los oídos para que podamos escuchar y comprender el mensaje de paciencia y de amor que Él nos trae en su Palabra.
Primera lectura: Sabiduría 12,13.16-19: “En el pecado das lugar al arrepentimiento”
En estos domingos Jesús viene hablándonos en parábolas para explicarnos el Reino de Dios y para hablarnos de la bondad de Dios, presten mucha atención para que escuchemos cómo un sabio del Antiguo Testamento nos habla de esa bondad.
Segunda lectura: Romanos 8, 26-27: “El Espíritu intercede por nosotros”
Escucharemos ahora un fragmento de la carta de san Pablo a los romanos, el apóstol nos hablará del Espíritu de Dios que actúa en nosotros.
Tercera lectura: San Mateo 13, 24-43: “Parábola de la cizaña en el trigo”
Mientras la gente dormía, se coló el enemigo y, por poco echa a perder la cosecha. El domingo pasado escuchábamos la parábola del sembrador, hoy meditaremos la parábola de la cizaña. El tema de fondo es la cuestión de la coexistencia en la historia y en nuestra comunidad: los que hacen el bien y los que hacen el mal. El Evangelio nos muestra que el juicio no debe anticiparse, porque corresponde al único juez, quien lo lleva a cabo al final de los tiempos.
Oración Universal
A cada petición contestaremos: “Atiende, Señor, nuestras súplicas”.
1. Por el Papa N., los obispos, los presbíteros, por todos los que tienen alguna responsabilidad en la Iglesia, oremos…
2. Por los gobernantes de todas las naciones, responsables principales de la promoción cultural, del desarrollo económico y de una más jsuta distribución de la riqueza, oremos…
3. Por los que han tenido que dejar su tierra y su patria y han ido a otros países buscando una mejoría y una vida digna, oremos…
4. Por los enfermos de nuestra comunidad, por los ancianos que se sienten abandonados, oremos…
5. Por cada uno de nosotros los aquí reunidos en esta Eucaristía para alimentarnos de la Palabra y del Cuerpo y la Sangre del Señor, para que podamos fortalecer a los más débiles, oremos…
6. Por un aumento en la vocación en la vida religiosa y sacerdotal, oremos…
Exhortación Final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 156)
Bendito seas, Señor, Dios paciente y misericordioso,
porqu “tu soberanía universal te hace perdonar a todos.
Siendo soberano poderoso, juzgas con moderación y nos gobiernas
Con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres.
Obrando así enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano,
Y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado,
Das lugar al arrepentimiento” y gratificas tu perdón de Padre.
Haz, Señor que sepamos asumir nuestras propias limitaciones
Y las de nuestros hermanos, como tú nos aceptas a todos.
Y, puesto que tu reino nos necestia como servidores invulnerables
Al desaliento, ayúdanos con la fuerza de tu Espíritu.
Amén.
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Preguntas, comentarios y agradecimiento a: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.
Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno. Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.
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