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Moniciones para la Epifanía del Señor - Ciclo B
30 de Diciembre, 2008, 9:57
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Moniciones para la Misa
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
Moniciones para la Epifanía del Señor - Ciclo B
Fe adulta y evangelio de la infancia
6 de enero
Monición de entrada:
En esta fiesta de hoy, celebramos la manifestación de Jesús. Es la fiesta de la luz que nos ilumina y de regalos porque hemos recibido el don más precioso: Jesucristo mismo. En esta celebración, unidos a todos los hombres, caminemos como un solo pueblo hacia el reconocimiento de Jesús como el Salvador. Expresemos nuestra alegría cantando con ánimo…
Primera lectura: Is 60, 1-6 (La gloria del Señor amanece sobre ti)
Isaías proclama con gran exaltación la Buena Nueva a las gentes que andaban en la oscuridad. Una luz brilla; la gloria de Dios aparece. Cristo es esta estrella radiante de la mañana que nos guía en la vida. Él vino al mundo para que lleguemos hasta él. Escuchemos esta primera lectura.
Segunda lectura: Ef 3, 2-3a.5-6 (También los gentiles son coherederos)
San Pablo, en la carta a los efesios, nos habla de la gracia que Dios nos ha dado. Por nuestro bautismo somos coherederos y copartícipes de la promesa de Dios. Nosotros sentimos alegría ya que en Cristo somos un pueblo de reyes, pueblo sacerdotal, una asamblea santa.
Tercera lectura: Mt 2, 1-12 (Venimos de Oriente para adora al Rey)
El siguiente relato es muy conocido por todos nosotros. Los magos buscan con plena sinceridad a Cristo para ofrecerle sus riquezas, su fe, su amor y ofrecerse a sí mismos. Estamos invitados a encontrar a Cristo en este Evangelio y en la eucaristía. Antes de la proclamación del Evangelio nos ponemos de pie, para entonar el Aleluya.
Oración universal
1. Por la Iglesia, nuestra madre: para que haga resplandecer ante los pueblos la luz del Evangelio. Roguemos al Señor.
2. Por todos los niños: para que ellos gocen hoy y siempre de un sincero amor familiar. Roguemos al Señor.
3. Por todos nosotros aquí reunidos: para que vivamos abiertos a los signos de los tiempos y respondamos con prontitud a la llamada de Dios y de nuestros hermanos, especialmente los más pobres. Roguemos al Señor.
4. Por nuestro país (se dice el nombre) y todos sus habitantes: para que hoy llegue la luz de Cristo a cada hogar. Roguemos al Señor.
5. Por nuestras comunidades: para que reciban los dones del Señor. Roguemos al Señor.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 244)
Es justo bendecirte y darte gracias, Dios Padre nuestro,
Entre otras muchas, por estas cuatro razones fundamentales:
Porque Cristo, tu Hijo y nuestro hermano, plantó su tienda
En nuestro campamento humano, haciéndonos presente tu rostro;
Porque hoy has revelado a Cristo, para luz de los pueblos,
Tu oferta de salvación universal para todos los hombres;
Porque al manifestarse Jesús en nuestra carne mortal
Nos hace partícipes de su inmortalidad bienaventurada;
Y finalmente porque así has elevado y dignificado tanto
Nuestra naturaleza que nos concedes tu filiación adoptiva.
Por todo ello y por tantos detalles, ¡gracias, Señor!
Amén.
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Especial de Navidad: http://www.scalando.com/Liturgia/navidad.htm
Cadena de oración: http://www.scalando.com/orando.htm
Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno. Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.
“Porque sólo cuando se vea el rostro de Cristo y oiga su voz... se convertirá Internet en un espacio auténticamente humano, puesto que si no hay lugar para Cristo, tampoco hay lugar para el hombre... Que el Señor bendiga a todos los que trabajan con este propósito” (Juan Pablo II).
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Moniciones para II domingo después de Navidad - Ciclo B
30 de Diciembre, 2008, 9:54
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Moniciones para la Misa
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
Moniciones para II domingo después de Navidad - Ciclo B
Abiertos a Dios
Monición de entrada:
Son varias las ideas que enriquecen este día dentro del tiempo litúrgico navideño en que celebramos el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios: Octava de Navidad, circuncisión y nombre de Jesús, maternidad divina de María, jornada mundial de la paz y comienzo del año civil. La liturgia nos presenta hoy a la Madre de Dios e esta fiesta que desde el siglo quinto fue la primera fiesta mariana de la Iglesia. Por su “SI” a la voluntad de Dios, María dio a la luz a la fuente de la gracia. Por lo tanto ella es Madre de Dios y Madre de la Iglesia. Ella es símbolo de la comunidad cristiana, en donde los creyentes, encontramos a Cristo. Expresemos nuestra fe cantando.
Primera lectura: Num 6, 22-27 (Fórmula de bendición sobre el pueblo israelita)
La presencia de Dios en el Antiguo Testamento fue asociada con su Nombre invocada en Bendición. Estamos bendecidos con la presencia de Cristo en nosotros. Escuchemos la bendición de Aarón que se nos presenta en la esta lectura.
Segunda lectura: Gál 4, 4-7 (Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer)
El regalo relato de la Navidad no es simplemente algo sentimental. Dios Padre envió a su Hijo para que podamos ser Hijos de Dios. Cristo nació de María para liberarnos y salvarnos. Escuchemos esta corta lectura en donde San Pablo habla de la Virgen María.
Tercera lectura: Lc 2, 16-21 (A los ocho días le pusieron por nombre Jesús)
En el siguiente texto evangélico vemos cómo María guardaba en su corazón todas las cosas del nacimiento de su Hijo. La Solemnidad de la Maternidad de María, fijada el día primero de enero, está destinada a celebrar la parte que tuvo María en el misterio de la salvación y a exaltar la singular dignidad de que goza la Madre Santa, por la cual merecimos recibir al Autor de la vida. Nos ponemos de pie para cantar el Aleluya antes de escuchar la proclamación del Evangelio.
Oración universal
1. Por la Santa Iglesia de Dios: para que al celebrar las fiestas de Navidad, todos sus fieles renazcan a una vida de justicia, de libertad, de amor y de paz. Roguemos al Señor.
2. Por todas las naciones del mundo: para que en este nuevo año reine la paz y la justicia. Roguemos al Señor.
3. Por los hijos y los padres: para que aprendan a escucharse los unos a los otros. Roguemos al Señor.
4. Por todos los que en otros años celebraban con nosotros estas santas fiestas y han partido de este mundo: para que en el Reino eterno contemplen el rostro de Cristo. Roguemos al Señor.
5. Por todos nosotros aquí reunidos: para que seamos fieles a Cristo y a nuestro compromiso cristiano durante este nuevo año. Roguemos al Señor.
Exhortación Final (Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 241)
Señor Dios nuestro, en la desierta soledad de tu presencia
habíamos preguntado por ti, y tu respuesta está a la vista.
En Cristo Jesús, palabra eterna de Dios e lenguaje humano
Respuesta válida también para una segunda pregunta que tenemos:
¿Qué es hombre? ¿Quién soy yo? ¿Cuál es mi destino?
Dentro del río caudaloso de la historia humana
mi vida no es más que una gota, un brevísimo episodio.
Pero tú, Señor, da valor eterno a mi vida, porque desde siempre
pensaste en mí, destinándome a ser hijo tuyo en Cristo Jesús.
Por eso mi corazón estará inquieto hasta que descanse en ti.
¡Gracias, Señor! Manténme abierto a tu presencia y a tu amor.
Amén.
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Moniciones para la Solemnidad de Santa María Madre de Dios - Ciclo B
30 de Diciembre, 2008, 9:45
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Moniciones para la Solemnidad de Santa María Madre de Dios - Ciclo B
Maternidad eclesial de María
Monición de entrada:
Son varias las ideas que enriquecen este día dentro del tiempo litúrgico navideño en que celebramos el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios: Octava de Navidad, circuncisión y nombre de Jesús, maternidad divina de María, jornada mundial de la paz y comienzo del año civil. La liturgia nos presenta hoy a la Madre de Dios e esta fiesta que desde el siglo quinto fue la primera fiesta mariana de la Iglesia. Por su “SI” a la voluntad de Dios, María dio a la luz a la fuente de la gracia. Por lo tanto ella es Madre de Dios y Madre de la Iglesia. Ella es símbolo de la comunidad cristiana, en donde los creyentes, encontramos a Cristo. Expresemos nuestra fe cantando.
Primera lectura: Num 6, 22-27 (Fórmula de bendición sobre el pueblo israelita)
La presencia de Dios en el Antiguo Testamento fue asociada con su Nombre invocada en Bendición. Estamos bendecidos con la presencia de Cristo en nosotros. Escuchemos la bendición de Aarón que se nos presenta en la esta lectura.
Segunda lectura: Gál 4, 4-7 (Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer)
El regalo relato de la Navidad no es simplemente algo sentimental. Dios Padre envió a su Hijo para que podamos ser Hijos de Dios. Cristo nació de María para liberarnos y salvarnos. Escuchemos esta corta lectura en donde San Pablo habla de la Virgen María.
Tercera lectura: Lc 2, 16-21 (A los ocho días le pusieron por nombre Jesús)
En el siguiente texto evangélico vemos cómo María guardaba en su corazón todas las cosas del nacimiento de su Hijo. La Solemnidad de la Maternidad de María, fijada el día primero de enero, está destinada a celebrar la parte que tuvo María en el misterio de la salvación y a exaltar la singular dignidad de que goza la Madre Santa, por la cual merecimos recibir al Autor de la vida. Nos ponemos de pie para cantar el Aleluya antes de escuchar la proclamación del Evangelio.
Oración universal
1. Por la Santa Iglesia de Dios: para que al celebrar las fiestas de Navidad, todos sus fieles renazcan a una vida de justicia, de libertad, de amor y de paz. Roguemos al Señor.
2. Por todas las naciones del mundo: para que en este nuevo año reine la paz y la justicia. Roguemos al Señor.
3. Por los hijos y los padres: para que aprendan a escucharse los unos a los otros. Roguemos al Señor.
4. Por todos los que en otros años celebraban con nosotros estas santas fiestas y han partido de este mundo: para que en el Reino eterno contemplen el rostro de Cristo. Roguemos al Señor.
5. Por todos nosotros aquí reunidos: para que seamos fieles a Cristo y a nuestro compromiso cristiano durante este nuevo año. Roguemos al Señor.
Exhortación Final (Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 238)
En verdad eres digno de toda bendición, Señor Dios Padre,
Porque nos diste como madre a María, la Madre de Jesús.
Ella impulsó el nacimiento de tu pueblo, la Iglesia,
Al soplo potente del Espíritu en la mañana de Pentecostés;
Y en medio de una comunidad de hermanos alentó indesmayable
La difícil esperanza del Reino en el mundo de los hombres.
Derrama hoy, Señor, la fuerza irresistible del Espíritu
Que fecundó a Santa María Virgen y afianzó los primeros pasos
De la Iglesia, para que no mueran en nuestras manos
Las ascuas encendidas de tu Espíritu, sino que reflejemos
El empuje misionero de la primera comunidad cristiana.
Amén.
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Moniciones para la Solemnidad de Santa María Madre de Dios - Ciclo B
25 de Diciembre, 2008, 14:23
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Moniciones para la Misa
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
Moniciones para la Solemnidad de Santa María Madre de Dios - Ciclo B
Maternidad eclesial de María
Monición de entrada:
Son varias las ideas que enriquecen este día dentro del tiempo litúrgico navideño en que celebramos el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios: Octava de Navidad, circuncisión y nombre de Jesús, maternidad divina de María, jornada mundial de la paz y comienzo del año civil. La liturgia nos presenta hoy a la Madre de Dios e esta fiesta que desde el siglo quinto fue la primera fiesta mariana de la Iglesia. Por su “SI” a la voluntad de Dios, María dio a la luz a la fuente de la gracia. Por lo tanto ella es Madre de Dios y Madre de la Iglesia. Ella es símbolo de la comunidad cristiana, en donde los creyentes, encontramos a Cristo. Expresemos nuestra fe cantando.
Primera lectura: Num 6, 22-27 (Fórmula de bendición sobre el pueblo israelita)
La presencia de Dios en el Antiguo Testamento fue asociada con su Nombre invocada en Bendición. Estamos bendecidos con la presencia de Cristo en nosotros. Escuchemos la bendición de Aarón que se nos presenta en la esta lectura.
Segunda lectura: Gál 4, 4-7 (Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer)
El regalo relato de la Navidad no es simplemente algo sentimental. Dios Padre envió a su Hijo para que podamos ser Hijos de Dios. Cristo nació de María para liberarnos y salvarnos. Escuchemos esta corta lectura en donde San Pablo habla de la Virgen María.
Tercera lectura: Lc 2, 16-21 (A los ocho días le pusieron por nombre Jesús)
En el siguiente texto evangélico vemos cómo María guardaba en su corazón todas las cosas del nacimiento de su Hijo. La Solemnidad de la Maternidad de María, fijada el día primero de enero, está destinada a celebrar la parte que tuvo María en el misterio de la salvación y a exaltar la singular dignidad de que goza la Madre Santa, por la cual merecimos recibir al Autor de la vida. Nos ponemos de pie para cantar el Aleluya antes de escuchar la proclamación del Evangelio.
Oración universal
1. Por la Santa Iglesia de Dios: para que al celebrar las fiestas de Navidad, todos sus fieles renazcan a una vida de justicia, de libertad, de amor y de paz. Roguemos al Señor.
2. Por todas las naciones del mundo: para que en este nuevo año reine la paz y la justicia. Roguemos al Señor.
3. Por los hijos y los padres: para que aprendan a escucharse los unos a los otros. Roguemos al Señor.
4. Por todos los que en otros años celebraban con nosotros estas santas fiestas y han partido de este mundo: para que en el Reino eterno contemplen el rostro de Cristo. Roguemos al Señor.
5. Por todos nosotros aquí reunidos: para que seamos fieles a Cristo y a nuestro compromiso cristiano durante este nuevo año. Roguemos al Señor.
Exhortación Final (Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 238)
En verdad eres digno de toda bendición, Señor Dios Padre,
Porque nos diste como madre a María, la Madre de Jesús.
Ella impulsó el nacimiento de tu pueblo, la Iglesia,
Al soplo potente del Espíritu en la mañana de Pentecostés;
Y en medio de una comunidad de hermanos alentó indesmayable
La difícil esperanza del Reino en el mundo de los hombres.
Derrama hoy, Señor, la fuerza irresistible del Espíritu
Que fecundó a Santa María Virgen y afianzó los primeros pasos
De la Iglesia, para que no mueran en nuestras manos
Las ascuas encendidas de tu Espíritu, sino que reflejemos
El empuje misionero de la primera comunidad cristiana.
Amén.
Formato para imprimir
Especial de Navidad: http://www.scalando.com/Liturgia/navidad.htm
Cadena de oración: http://www.scalando.com/orando.htm
Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno. Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.
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¡Feliz Navidad!
25 de Diciembre, 2008, 7:16
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Esta felicitación no quiere ser una más de esas que abarrotarán nuestros apartados de correos y nuestros correos electrónicos durante los próximos días y semanas. Nos llegan tarjetas de felicitación anunciando todo tipo de productos consumista en esta sociedad que nos ha tocado vivir, llena de vanalidades y mentiras, despojando a Jesús y su mensaje.
Una cosa muy distinta es la Navidad, entre tantas publicidades y regalos, entre tanto bullicio a que nos tienen acostumbrados el comercio y la propaganda celebrando la navidad a destiempo. Navidad es el nacimiento del Niño Dios en Belén, anuncio de buenas esperanzas para la humanidad, de promesas cumplidas. Navidad es la celebración del “cumpleaños”, la fiesta de Jesús, no como un Jesús olvidado por el mundo y sometido cada día al martirio de la cruxificción, sino como el Dios vivo, el Dios del amor y del compartir.
Jesús es el mejor regalo de Dios a la humanidad, porque desde aquella noche donde José y María, los ángeles y los pastores, proclamaron la llegada del Mesías con un resonante ¡Gloria a Dios en las Alturas! Todos, José y María, los ángeles y los pastores se reunieron para compartir su alegría en torno al pesebre de Jesús, Dios está con nosotros.
Navidad tiene que ser la mirada caliente de Dios Padre sobre esta tierra baldía; el encuentro más sorprendente y amoroso con el ser humano caído, todavía, y aún más que entonces, ávido de futuro. Dios ha tocado nuestra propia carne. Y a su lado, el pastor y el mago se sienten repletos de vida y de esperanza. Un niño se nos ha dado. Dios en medio de la tierra.
Sólo desde aquí vale todo en Navidad: belenes y villancicos, amigos y encuentros familiares, saludos y felicitaciones. A todos los colaboradores y amigos de la Parroquia Santos Apóstoles Pedro y Pablo, ¡FELIZ NAVIDAD! Y un año 2009 desbordado de muchas cosas buenas y abundantes bendiciones de lo Alto.
Una cosa muy distinta es la Navidad, entre tantas publicidades y regalos, entre tanto bullicio a que nos tienen acostumbrados el comercio y la propaganda celebrando la navidad a destiempo. Navidad es el nacimiento del Niño Dios en Belén, anuncio de buenas esperanzas para la humanidad, de promesas cumplidas. Navidad es la celebración del “cumpleaños”, la fiesta de Jesús, no como un Jesús olvidado por el mundo y sometido cada día al martirio de la cruxificción, sino como el Dios vivo, el Dios del amor y del compartir.
Jesús es el mejor regalo de Dios a la humanidad, porque desde aquella noche donde José y María, los ángeles y los pastores, proclamaron la llegada del Mesías con un resonante ¡Gloria a Dios en las Alturas! Todos, José y María, los ángeles y los pastores se reunieron para compartir su alegría en torno al pesebre de Jesús, Dios está con nosotros.
Navidad tiene que ser la mirada caliente de Dios Padre sobre esta tierra baldía; el encuentro más sorprendente y amoroso con el ser humano caído, todavía, y aún más que entonces, ávido de futuro. Dios ha tocado nuestra propia carne. Y a su lado, el pastor y el mago se sienten repletos de vida y de esperanza. Un niño se nos ha dado. Dios en medio de la tierra.
Sólo desde aquí vale todo en Navidad: belenes y villancicos, amigos y encuentros familiares, saludos y felicitaciones. A todos los colaboradores y amigos de la Parroquia Santos Apóstoles Pedro y Pablo, ¡FELIZ NAVIDAD! Y un año 2009 desbordado de muchas cosas buenas y abundantes bendiciones de lo Alto.
Hagamos de nuestro corazón el Pesebre
donde nazca el niño Jesús
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Homilia para la Sagrada Familia - Ciclo B
22 de Diciembre, 2008, 21:23
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EN CAMINO
Tiempo de Adviento, ciclo “B”
28 de diciembre de 2008 Sagrada Familia
Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
LECTURAS:
- 1ra lect.: Ecl 3,2-6. 12-14
- Sal 127
- 2da lect.: Col 3,12-21
- Evangelio: Lc 2,22-40
FAMILIA
¿Puede la familia de Nazareth ser ejemplo para las familias de hoy? Cuando, desconociendo el evangelio, vemos la familia de Nazareth a través de las gafas prestadas por las escuelas filosóficas con visiones sesgadas del ser humano, dudo mucho que sea un ejemplo para nuestras familias.
Digo esto porque durante los primeros siglos del cristianismo, y ante las críticas displicentes por parte del mundo intelectual, algunos cristianos: Clemente de Alejandría, Gregorio Nacianceno, Dionisio Areopagita, Orígenes, más tarde San Agustín, etc., se dieron a la tarea de buscar un fundamento filosófico a la fe; para esto se echó mano de la filosofía griega.
Con el peso filosófico mucha gente reticente abrazó la fe, pues se presentó al cristianismo como una religión que prometía tomarse el mundo accidental y por lo tanto valía la pena unirse a ella.
Los misterios órficos, así como la filosofía de Plotino, Platón, Maniqueo, Aristóteles y otros pensadores griegos, se acomodaron de tal manera a la ya constituida religión cristiana, que el evangelio pasó a un segundo plano, siempre leído e interpretado a través de los códigos filosóficos a los cuales tenían acceso los clérigos, casta que surgió cubierta de un aureola de santidad para darle más solemnidad a la religión.
A estos padres de la Iglesia no hay duda que debemos una gran admiración y respeto, pues entregaron su vida por Cristo con toda diligencia. Pero también la Iglesia, como un organismo vivo, debe renovarse teniendo en cuenta los signos de los tiempos y a la luz del evangelio. Según la filosofía griega cristianizada, lo fundamental en el ser humano era el alma; el cuerpo, una cárcel de la que era preciso liberarse. La materia y todo lo terreno, eran vistos como algo negativo que perturbaba la mente y condenaba el alma. El trabajo del hombre era mantener el alma pura, incontaminada de la materia, buscando siempre volver al jardín de los dioses, Zeus para los griegos, el Paraíso del cual estaba desterrado a causa del pecado de Adán, según la interpretación cristiana.
Partiendo de esta ideología se le acomodó a la familia de Nazareth un halo de beatitudes celestiales, que la alejaban del mundo: José su padre, adoptivo por supuesto, fue además casto. María su madre tenía que ser inmaculada, es decir, sin ninguna clase de pecado y por supuesto, virgen antes, durante y después del parto. ¡Claro! Porque se trataba del niño Dios y Él no podía vivir en una familia cualquiera, contaminada con las cosas mundanas.
No sé si una familia tan desencarnada y con tantas cosas superficiales que no pertenecen al núcleo de la fe, pueda ser un testimonio para hoy. Pero cuando nos acercamos más al evangelio y descubrimos la vida sencilla de estos personajes normales, creo que podemos contemplar con gozo la grandeza del Dios que nos salva, manifestado en la familia de Nazareth.
En el evangelio de hoy se nos presenta a la familia de Jesús viviendo la cotidianidad de cualquier familia judía de su tiempo. Lucas 2,22s la muestra cumpliendo con la purificación exigida en la ley de Moisés (Lev 12,1s). Se trata de una familia pobre. El evangelista no le acomodó grandes y pomposas celebraciones, con sacrificios de novillos cebados al mejor estilo de los acomodados de la época. Si se trataba de la Sagrada Familia, podría decir una dama distinguida de aquel entonces: “¡Por favor! Si es el hijo de Dios, el salvador del mundo, qué cursi se ven esas dos tórtolas y los dos pichones”. Pues eso fue lo que ofrecieron; lo permitido por la ley para las familias más sencillas (según Lev 12,8).
Visto desde un romanticismo bucólico, podríamos expresar ante esta escena: “¡Qué linda la familia de Nazareth llevando dos tortolitas y dos pichoncitos ante el altar de Dios! Imagínense la santidad con la que esta familia iría al templo, ¡que hermoso!” Pero si analizamos el contexto no parece muy sencillo, pues eso significa que hacían parte de la gran masa de pobres que vivía en Israel, aunque la familia de Jesús no era de las más pobres ya que José tenía trabajo y de ahí derivaba su sustento.
Pasaron trabajos, llevaron una vida austera, pero eso no significa que en el interior de la familia existiera violencia, maltratos, injusticias, abandono, infidelidad y todo ese tipo de conflictos que viven muchas de nuestras familias. En esta familia, no obstante las limitaciones y las espadas de dolor de las que habla el evangelio, se cumplía la Ley y por lo tanto vivían la alianza con Dios; participaban en el culto y solucionaban cariñosamente sus impaces.
Cuando infortunadamente vemos cómo muchas familias por exceso o por defecto, son el semillero de corruptos, delincuentes, antisociales “de ruana o de corbata”, que destruyen la humanidad, se nos muestra hoy el testimonio de la sencilla familia donde Jesús “fue creciendo, robusteciéndose y llenándose de sabiduría y la gracia de Dios lo acompañaba” (Lc 2,40).
La familia de Nazareth fue el espacio propicio para que Jesús se formara integralmente. Su familia le ofreció la posibilidad de crecer, robustecerse y llenarse de la sabiduría de Dios. ¿Nuestras familias nos ofrecen esto? ¿Estamos formando hijos capaces de amar y servir generosamente, alegres y con fe en la vida? ¿Somos felices en nuestra familia, aunque a veces no haya sino un par de tórtolas y dos pichones para ofrecerle a Dios? En medio de nuestras limitaciones económicas, ¿estamos dispuestos a dar algo? Recordemos que nadie es tan pobre que no pueda dar, ni tan rico, que no necesite recibir. Con nuestro testimonio como padres y como hijos de familia, ¿despertamos la esperanza de liberación en nuestros pueblos, tal como la despertó la familia de Jesús ante Simeón y Ana? ¿Cómo familias somos levadura en la gran masa, generadores de una nueva humanidad y los constructores de vida?
Formato para imprimir Comentarios al autor: neptalidv@yahoo.com
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Moniciones para la Sagrada Familia - Ciclo B
22 de Diciembre, 2008, 8:40
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Moniciones para la Misa
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
Moniciones para la Sagrada Familia - Ciclo B
Amor y Familia
Monición de entrada:
La fiesta de la Sagrada Familia, durante esta preciosa temporada navideña, es una magnifica oportunidad para la revisión y autocrítica de nuestra vida en familia. Celebramos el misterio de Cristo Jesús, Palabra de Dios, que al encarnase en la gran familia humana siguió el cause normal de todo ser humano: la familia. Nació y creció en el seno de una familia concreta, humilde y trabajadora; y allí se fue realizando como persona en el lento aprendizaje de la vida y de las cosas. Las lecturas nos describen las características que debe tener toda familia cristiana. El Evangelio relata la Presentación de Jesús en el Templo y sus primeros años en Nazaret. El milagro de la Navidad nos asegura que también nosotros somos miembros de la familia humana, que Dios enriquece ilimitadamente nuestra vida diaria cuando la vivimos con amor. Como miembros de la gran familia de Dios, recibamos a los ministros de esta celebración, cantando con entusiasmo.
Primera lectura: Eclo 3, 3-7.14-17ª (El que teme al Señor honra a sus padres)
Esta primera lectura, tomada del libro del Eclesiástico, nos presenta un comentario sobre el cuarto mandamiento de Dios. Se subraya el agradecimiento humano y religioso que los hijos deben tener para con sus padres y los efectos religiosos y humanos para los que honran sus padres. Escuchemos bien esta lectura que tiene un mensaje para todos nosotros.
Segunda lectura: Col 3, 12-21 (La vida de familia vivida en el Señor)
Como a pueblo de Dios, San Pablo exhorta a la sociedad familiar a que viva según estos criterios: “la misericordia en entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión, el amor y la paz de Cristo”. El mismo Cristo nos dio ejemplo y, también la gracia para practicar estas virtudes en nuestra familia. Pongamos atención a esta carta.
Tercera lectura: Lc 2, 22-40 (Toma al niño y a su madre, y huye a Egipto)
Tomado del Evangelio de la infancia de Jesús según Lucas, leemos hoy la Presentación del Señor en el templo. Más allá del cumplimiento de la Ley: presentación del primogénito varón al Señor para su rescate y purificación de la madre a los cuarenta días del parto. En este hecho hay una proclamación mesiánica de Jesús por parte del anciano Simeón y de la profetisa Ana. Ellos descubren en el Niño la presencia de la Salvación. Antes de escuchar este pasaje del Evangelio, nos ponemos de pie para entonar el Aleluya.
Oración universal
1. Por todas las iglesias: para que ayuden a sus familiares a crecer en el amor de Dios y entre ellos mismos. Roguemos al Señor.
2. Por nuestras familias: para que asuman gozosa y testimonialmente los deberes y derechos de esa vocación y carisma dentro del “santuario doméstico de la Iglesia” que es la familia cristiana. Roguemos al Señor.
3. Por los que viven en familias separadas o enfrentan situaciones de conflicto: para que experimenten sanación y reconciliación. Roguemos al Señor.
4. Por todas y cada una de las familias de nuestra parroquia (se menciona el nombre de la parroquia): para que vivan en paz y progresen en el amor y den a los demás testimonio de caridad cristiana. Roguemos al Señor.
5. Por los jóvenes de nuestras comunidades para surjan las vocaciones que necesitan la Iglesia y el mundo de hoy. Roguemos al Señor.
6. Por los difuntos, especialmente los de nuestras familias: para que pronto gocen en la presencia del Padre. Roguemos al Señor.
Exhortación Final (Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 235)
Dios Padre de todos, que te defines como Amor
Y que quisiste que tu hijo, Cristo Jesús, creciera al calor
Del amor familiar al lado de María su madre y de san José,
Bendice con tu espíritu a nuestras familias cristianas,
Que en medio de cansancios y esperanzas, dudas y alegrías,
Gozos y temores, ilusiones y desencantos, caminan hacia ti.
Haz, Señor, que crezca siempre más y más el amor mutuo
De los esposos y de los padres e hijos entre sí.
Consolida la unión de quienes llamaste al matrimonio
Y la familia, y haz que nuestros hogares reflejen fielmente
Las virtudes domésticas de la Familia de Nazaret.
Amén.
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Moniciones para la Navidad del Señor - Ciclo B
21 de Diciembre, 2008, 19:52
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Moniciones para la Misa
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
Moniciones para la Navidad del Señor - Ciclo B
25 de diciembre
Misa de media noche
Monición de entrada:
¡Felices Pascuas de Navidad! Estamos reunidos en el Señor en esta Noche Buena. Las tinieblas afuera pueden simbolizar la vida sin Cristo. Pero nuestra Iglesia ahora brillante y festiva, nos recuerda que Cristo ES LA LUZ y está con nosotros. Que esta noche de gracia traiga la Paz y la Alegría a todos los pueblos del mundo, especialmente al nuestro. Recibamos a los ministros de esta gran liturgia entonando con alegría el canto de entrada.
Primera lectura: Is 9, 1-3. 5-6 (Un hijo se nos ha dado)
El profeta Isaías nos viene a hablar sobre los tiempos de tinieblas, de miedo y de opresión. Pero vino un gran cambio por el nacimiento de un niño. Que como luz en la noche iluminó como ninguna otra luz. Esta luz es Cristo, el Principio de Paz, nuestro Salvador. Escuchemos con atención, hermanos.
Segunda lectura: Tito 2, 11-14(Apareció la gloria de Dios para todos los hombres)
Cristo se encarnó en el mundo para ser el mediador entre Dios y los hombres. El gran Apóstol Pablo nos exhorta a cooperar con las gracias del Señor hasta el retorno del gran Dios y Señor nuestro. Prestemos atención a este mensaje.
Tercera lectura: Lc 2, 1-14 (Hoy les ha nacido un Salvador)
Esta tercera lectura es una narración maravillosa, por su sencillez. La grandeza del Imperio Romano termina en un pesebre. Los ángeles anuncian la Buena Nueva a los pastores, los pobres. Cristo, el Hijo de María, es la gloria del Padre. Nos ponemos de pie, pero antes de escuchar esta Buena Nueva, alabamos al Señor con el Aleluya.
Oración universal
1. Por la Iglesia Universal y nuestra Iglesia local, para que sea luz del mundo y signo del amor de Cristo. Roguemos al Señor.
2. Por los obispos, sacerdotes, diáconos, religiosas, religiosos y los líderes de las comunidades: para que ellos anuncien la Buena Nueva con el ejemplo de sus vidas. Roguemos al Señor.
3. Por los que gobiernan las naciones, de panera particular, los nuestros: para que ellos se esfuercen en traer a su pueblo el mensaje de justicia y de paz. Roguemos al Señor.
4. Por los que sufren enfermedad, hambre y abandono: para que sean socorridos y encuentren consuelo en el Misterio del Nacimiento de Cristo. Roguemos al Señor.
5. Por las familias de nuestras comunidades: para que aprendan a recibir a Cristo, acogiéndolo en los pobres. Roguemos al Señor.
Exhortación Final (Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 232)
Sabíamos, Señor que eres bueno y que nos quiere bien;
Pero hoy lo demuestras palpablemente, una vez más, a tu estilo:
Con un optimismo a toda prueba y una entrega sin reservas.
¿Quién daría un céntimo por nosotros, tan ruines y ruidosos?
Pero tú rompes todos los moldes y todos los cálculos;
Tú amas al hombre hasta hacerte uno más entre nosotros.
¡Gracias, Señor Jesús! Has venido a tu casa, y queremos
Recibirte como tú lo mereces. Al celebrar tu nacimiento,
Concédenos renovar nuestra vieja y mezquina mentalidad
Para revestirnos de la nueva condición humana a tu imagen,
La condición de hijos de Dios y hermanos de los hombres.
Amén.
Misa del día
Monición de entrada:
¡Felices Pascuas de Navidad! Hoy celebramos la Navidad: La fiesta del Nacimiento de Jesús. La Palabra de Dios se hizo ser humano y vino a vivir con nosotros, para acompañarnos en el camino de la vida.
El Evangelio no es para el cielo, sino para el mundo, y aquí debe ser proclamado con las palabras y el testimonio. La encarnación nos obliga a transformar, iluminar y tratar de regenerar nuestra realidad. La Palabra de Dios se hizo ser humano y vino a vivir con nosotros. Escuchémosla con todas las exigencias que ella comporta de frente al mundo en que vivimos. Empecemos esta celebración cantando con alegría.
Primera lectura: Is 52, 7-10 (Toda la tierra vera la victoria de nuestro Dios)
El mensaje del profeta Isaías describe la realeza de Dios que viene a nosotros, encarnada hoy en el Niño Jesús. Los pastores la contemplan y proclaman un evangelio de paz, de felicidad y de salvación: porque NUESTRO DIOS REINA. Dichosos los que proclaman la paz y la felicidad, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Escuchemos.
Segunda lectura: Hb 1, 1-6 (Dios nos ha hablado por su Hijo)
El texto que a continuación escucharemos, tomado del escrito a los hebreos, el autor nos dice que Dios e su infinito amor habló con nosotros por medio de su Hijo, palabra definitiva de Dios. Cristo es la Palabra o Revelación del Padre. El es la verdad y el camino hacia el Padre.
Tercera lectura: Jn 1, 1-18 (La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros)
La lectura evangélica de hoy es un himno a la Palabra que existía en el Padre desde el principio. La Palabra de Dios se hizo ser humano como nosotros, para traer luz y vida a todo el mundo. Y a los que le recibieron y creyeron en su nombre les fue dado el ser hijos de Dios. Les invito para que se pongan de pie, para escuchar con atención este bello mensaje, pero primero cantemos el Aleluya.
Oración universal
1. Por la Iglesia extendida por todo el mundo: para que llena de gozo celebre la presencia de Dios entre nosotros. Roguemos al Señor.
2. Por nuestro pueblo y sus habitantes, por todos los pueblos, ciudades y naciones: para que abunde en ellos la hospitalidad, la justicia, la libertad y la prosperidad. Roguemos al Señor.
3. Por todas las familias: para que estos días de fiestas de navideñas sean ocasión de reconciliación y de paz. Roguemos al Señor.
4. Por los que participamos de esta celebración: para que al celebrar el nacimiento de Cristo podamos renacer a una vida nueva de justicia y de santidad. Roguemos al Señor.
Exhortación Final (Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 232)
Sabíamos, Señor que eres bueno y que nos quiere bien;
Pero hoy lo demuestras palpablemente, una vez más, a tu estilo:
Con un optimismo a toda prueba y una entrega sin reservas.
¿Quién daría un céntimo por nosotros, tan ruines y ruidosos?
Pero tú rompes todos los moldes y todos los cálculos;
Tú amas al hombre hasta hacerte uno más entre nosotros.
¡Gracias, Señor Jesús! Has venido a tu casa, y queremos
Recibirte como tú lo mereces. Al celebrar tu nacimiento,
Concédenos renovar nuestra vieja y mezquina mentalidad
Para revestirnos de la nueva condición humana a tu imagen,
La condición de hijos de Dios y hermanos de los homres.
Amén.
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Especial de Navidad: http://www.scalando.com/Liturgia/navidad.htm
Cadena de oración: http://www.scalando.com/orando.htm
Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno. Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.
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Moniciones para el Caurto Domingo de Adviento del Ciclo B
17 de Diciembre, 2008, 8:09
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Moniciones para la Misa
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
Moniciones para el Cuarto Domingo de Adviento - Ciclo B
“Hágase en mí según tu palabra”
Monición de entrada:
Buenas noches (días, tardes) hermanos en Cristo. Entramos ya al cuarto o último domingo de Adviento. La esperanza, por tanto, se realiza en el “SI” de la Virgen en la Anunciación. Celebremos con alegría el misterio de Dios que se nos revelará en la Liturgia de la Palabra y en la acción eucarística de hoy. De pie, por favor, para comenzar la celebración de estos misterios, con el canto de entrada.
Primera lectura: 2 Sam 7, 1-5. 8b-11.16 (El reino de David durará por siempre)
Esta lectura tomada del segundo libro de Samuel, el Rey David expresa su deseo de construir una casa para Dios. Dios, sin embargo, rechaza la oferta. Promete a David una descendencia real y duradera, de la cual vendrá el Salvador. Los descendientes de David serán la casa en que Dios viva y El mismo la edificará. Escuchemos.
Segunda lectura: Rom 16-27 (Revelación del misterio de salvación)
La segunda lectura que escucharemos a continuación nos presenta la Revelación del misterio de Jesucristo, manifestado en las Escrituras. Este misterio es el plan divino de salvación universal, manifestado ahora en la Encarnación del Hijo de Dios. Jesús es la sabiduría de Dios revelada y en Él damos gloria a Dios.
Tercera lectura: Mc 13, 33-37 (Anuncio del ángel a María)
Nuestra preparación y espera gozosa de Adviento no está completa sin María, la Madre de Dios. El Evangelio de san Lucas nos presenta a la Virgen en la Anunciación. Con sencillez y humildad María dijo: “SI” a Dios. Desde este momento el Verbo se encarna en nuestra humanidad; Jesucristo es el Hijo de David, pero también nuestro Hermano. Nos ponemos de pie, para escuchar esta Buena Nueva, pero antes entonemos el Aleluya.
Oración Universal:
1. Por el Papa, los obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas y todos los ministros de la Iglesia, para que siempre nos celebren los misterios de Dios contenidos en las Sagradas Escrituras. Roguemos al Señor.
2. Por nuestras, familias para que den importancia al diálogo, a la concordia y al apoyo mutuo entre sus miembros. Roguemos al Señor.
3. Por los grupos sociales y políticos, para que, lejos de buscar sus propios intereses tengan el sentido y el coraje del bien común. Roguemos al Señor.
4. Por nuestro país, especialmente nuestro pueblo, para que estos días sean de paz, de tranquilidad y preparación espiritual. Roguemos al Señor.
5. Por todos nosotros reunidos aquí alrededor del altar, para que a ejemplo de María contestemos sí a las llamadas diarias que Dios nos hace y sepamos hacer realidad en nuestras vidas los contenidos de nuestra fe. Roguemos al Señor.
Exhortación Final (Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 224)
En este tercer domingo de adviento queremos, Señor, practicar las consignas que nos da tu apóstol Pablo: Estén siempre alegres y no dejen morir en sus manos las ascuas incandescentes del Espíritu de Cristo, que es alma y fuego, luz y amor, llama y vida, gozo y paz.
Gracias, Señor Jesús. Hoy tenemos motivos de alegría: Tú estás viniendo, ya llegas, ya estás en medio de nosotros. Con el Bautista podemos decir: mi alegría está colmada; es preciso que Cristo crezca y que nosotros disminuyamos. Haznos testigos tuyos entre nuestros hermanos los hombres para que no seas tú el desconocido de nuestro mundo.
Amén.
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Homilia para el Cuarto Domingo de Adviento - Ciclo B
17 de Diciembre, 2008, 8:04
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EN CAMINO
Tiempo de Adviento, ciclo “B”
21 de diciembre de 2008 IV Domingo
Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
LECTURAS:
- 1ra lect.: 2Sam 7,1-5.8b-12.14.16
- Sal 88, 2-5.27-29
- 2da lect.: Rom 16,25-27
- Evangelio: Lc 1,26-38
DAVID EL REY, MARÍA LA LLENA DE GRACIA
El “santo” rey David fue un hombre sagaz, que se la jugó toda por conseguir el poder. Perteneció primero a un grupo de mercenarios que prestaban sus servicios al mejor postor, hasta que logró meterse en el ejército de Saúl, primer rey de Israel. Fue un guerrero fiel y utilizó muy bien su cualidad de persuasión para hacerse amigo del rey y casarse con su hija Mikol (1Sam 18,19s).
Por las rivalidades con Saúl empezó a ser perseguido y tuvo que huir al desierto donde cuidó el ganado de los adinerados de su tiempo. Como llegó Saúl a su escondrijo, tuvo que huir y refugiarse donde los filisteos (1Sam. 22). Se hizo amigo de los filisteos y aprendió de ellos la estrategia militar. Los Filisteos, sin David, atacaron a Saúl, lo vencieron y Saúl, dominado por la frustración se suicidó. Le tocaba el turno a David, quien atacó a los amanesitas, los venció, repartió el botín entre los Filisteos y la tribu de Judá (en Israel) para ganar terreno con ellos y mostrarse bondadoso, mientras que a los filisteos les dijo que había atacado a Judá, para ganar más su confianza.
Cuando aprendió lo que tenía que aprender de los filisteos los traicionó: Se enfrentó a ellos, asaltó sus ciudades vecinas y se fue al desierto donde se entregó al rey Akis (1Sam 27). Luego se marchó a Ebrón, se hizo consagrar Rey (2Sam 2) y mandó eliminar a Isbal y a Acner, para que las tribus del norte quedaran solas y así se despejar el camino hacia la toma del poder en todo Israel. Poco tiempo después, con las tribus del norte sin líderes, conquistó Jerusalén y quedó como nuevo Rey de Israel.
Al principio no tenía la fe en Yahvé Dios de Israel, pero la adoptó como una estrategia política e impuso a Jerusalén como centro de culto para tener el control de lo religioso y manejarlo a su conveniencia, con la ayuda del Sumo Sacerdote Melquisedec quien al principio tampoco era Yavista. Después nombró a Sadoc como Sumo Sacerdote y mandó traer el Arca de la Alianza que antes del centralismo impuesto por David, iba de tribu en tribu y de tienda en tienda. Con el Arca de la Alianza en Jerusalén esta ciudad se convirtió en marco de referencia político-religioso.
Como para los reyes las grandes construcciones siempre han sido una forma de mostrarse poderosos, piadosos o benefactores, y así trascender en el tiempo, quiso construir el templo pero no lo logró debido a la fuerte resistencia por parte de los defensores de la fe abierta, sencilla y participativa.
Para consolidar su poder y evitar todo tipo de insurrección eliminó a todos sus opositores. Luego invadió, dominó y el impuso tributo a algunos pueblos vecinos, entre ellos los moabitas, de donde, según el libro de Rut, era su abuela. A sangre y fuego logró un poder absoluto y un buen nivel de vida para Israel, al que después, con la propaganda política real, no le importó el proyecto liberador de Yahvé sino sólo su propio estómago a expensas de la explotación a los pueblos vecinos.
No obstante con la ayuda de los historiadores reales que lavaron su imagen, quedó como un rey bueno: el conocido “santo” Rey David. El pueblo siempre recordaba el reinado próspero y el bienestar que representó; por eso sus esperanzas estaban puestas en un Nuevo David. La primera lectura (2Sam 7) plasma los deseos del pueblo porque vuelva al trono un rey davídico: No porque esa “joyita” realmente represente un paradigma de persona entregada a la construcción del proyecto de Yahvé, sino por el esplendor que mostró su reinado.
Contrasta con David la figura de María, la llena de gracia. Aquí sí es cierto que Dios no ve las apariencias sino que mira la calidad de la persona. No se fijó en una mujer de las altas esferas de la sociedad romana, pulcramente vestida y con todas las comodidades: de la cama a la mesa, al gimnasio, a las piscinas, a los baños, los masajes, las comidas, la etiqueta, los manjares, el circo y los versos que elaboraban para matar el tiempo. No fue de las mujeres que se alimentaban de lo que robaban en las colonias, ni de las residentes en las lujosas mansiones, con muchos esclavos a su servicio; con muchas riquezas, pero tan pobres humanamente que lo único que tenían era dinero para el hedonismo individualista, y poder para extraer la riqueza aplastando la dignidad humana.
La figura de María contrasta igualmente con la de Zacarías, sacerdote de Jerusalén, por tanto con reconocimiento socio religioso. (Lc 1,5-23). Dice Lucas que este anciano sacerdote no había podido tener hijos porque Isabel era estéril. Zacarías debía ser un testimonio de fe y esperanza, pero cuando el mensajero de Dios le anunció que a pesar de su ancianidad y la de Isabel, tendría un hijo, no le creyó.
El contexto de María fue muy difícil. En un pueblo patriarcal y androcéntrico (centrado en el varón), María era una mujer. En un pueblo que valoraba más la ancianidad, María era joven. En un pueblo, que como toda la humanidad, valoraba por encima de todo el dinero y la posición social, María era una mujer pobre, de la periferia. Pero Dios se “escapó” del templo donde intentó secuestrarlo el rey David y donde querían mantenerlo los simoniacos jerarcas de Jerusalén y se fue a un pueblo "insignificante” al norte de Palestina, en la llamada región Galilea de los gentiles, al encuentro de María tres veces marginada: por mujer, por pobre y por joven, pero con un alma grande, bendita entre las mujeres y entre toda la humanidad. Esta mujer, María (que significa la bien amada de Dios), la llena de gracia, “cautivó” a Dios con su sencillez y calidad humana.
Y Él, que no impone nada a nadie, en su infinita misericordia y respeto por la libertad humana, la invitó a formar parte de su plan realizador para el ser humano, sin el cual no podría lograrlo, pues como dijo S. Agustín: “Dios que te creó sin ti, no podrá salvarte sin tu ayuda”. Dios creyó en ella y le reveló el plan en el cual su trabajo sería definitivo; ella, después de pensarlo muy bien y aclarar las cosas, creyó en Dios y aceptó su plan, declarándose su sierva, como así lo hizo hasta el final.
Dios quiso tomar forma humana en la humanidad de esta mujer, y en su vientre puro se fue gestando el Emmanuel (Dios con nosotros), el creador de la nueva humanidad, el Nuevo Adán, el hombre de quien nos vino la salvación pues en él se manifestó de manera plena la misericordia de Dios.
“Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: Mi amor es para siempre y mi lealtad, más firme que los cielos” (Sal 88). Gracias Señor por el hermoso testimonio de María y por su entrega generosa a tu plan de salvación. Con y ella y como ella, queremos decirte Sí hasta el final.
Formato para imprimir Comentarios al autor: neptalidv@yahoo.com
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