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Homilia para el Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo B
29 de Enero, 2009, 11:50
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EN CAMINO
Tiempo Ordinario, ciclo “B”
1 de febrero de 2009 IV Domingo
Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
LECTURAS:
- 1ra lect.: Dt 18,15-20
- Sal 94
- 2da lect.: 1 Cor 7,32-35
- Evangelio: Mc 1,21-28
Jesús el liberador
La literatura bíblica refleja varias lineas ideológicas, así como diversas experiencias de Dios. En el Pentateuco (cinco primeros libros de la Biblia) tenemos tres líneas ideológicas que testimoniaron la experiencia de Dios: Sacerdotal (P), Yavista (J) y Deuteronomista (D).
La Deuteronomista (1ra lect.) pone el énfasis no tanto en el cumplimiento de la Ley de manera minuciosa y casi escrupulosa, como lo hacían muchos rabinos, sino en la Ley como un don para hacer que en las relaciones humanas reinen la justicia y la buena convivencia.
¿Por qué Dios prometió un profeta? ¿Por qué no le dijo a Moisés todo de una vez? ¿Acaso se le olvidó algo? Para la escuela deuteronomista, la que escribió el libro del Deuteronomio, la palabra de Dios no es estática sino dinámica. Recordemos que Deuteronomio significa segunda Ley (Deutero = posterior y Nomos = Ley). Para esta escuela religiosa Dios sigue hablando por medio de los signos de los tiempos y se hace necesario renovar el mensaje sin tergiversarlo. Dinamizar la experiencia de Dios, sin traicionarla: “A quien no escuche las palabras que él pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Pero el profeta que se atreva a decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o habla en nombre de otros dioses, será reo de muerte”.
El Deuteronomio fue uno de los textos que más influyó en Jesús. Él lo citó en varias oportunidades y se hizo continuador de su manera de interpretar la Ley. Aunque Jesús no fue un maestro autorizado por la academia, tuvo la sagacidad de interpretar acertadamente la Ley y la Palabra en general. No se limitó a repetir al pie de la letra los preceptos y a aplicarlos sin ningún discernimiento como lo hacían los maestros. Supo comprender que lo esencial era la salvación del ser humano, liberarlo de todas sus esclavitudes, de sus taras y de todo aquello que le impedía vivir a plenitud.
¿De qué libera Jesús en este evangelio? Primero, del miedo a la Ley, de la interpretación simplista y mediocre, anquilosada y traicionera como lo hacían los maestros oficiales. Por eso la gente que lo escuchaba comprendía que la suya era una nueva forma de enseñar: con autoridad, con fundamentos sólidos, con un profundo deseo de liberar al ser humano, y sin algún tipo de interés mezquino, sin nada que ocultar, sin aspiraciones proselitistas, ni engaños frustrantes.
Jesús nos liberó de la visión del Dios rígido, legislador implacable y nos mostró al papá bueno y misericordioso, con una palabra esperanzadora, siempre dinámica y actualizada. Con el hermoso testimonio de Jesús y con los cambios que vive nuestro mundo contemporáneo, podemos decir con Juan Arias: “Se puede decir, sin escandalizar a nadie, que cada época, cada generación, cada nueva revolución histórica, cada nuevo escenario mundial, cada toma de conciencia del mundo y de su devenir necesitan un nuevo Dios, de una nueva forma de concebirlo. Dios en la vida de los hombres es, de alguna manera, como el arte, como la literatura o la música, como todo lo fundamentalmente humano. Por eso cada época tiene su música y su Dios y sus demonios. Lo que no cambia es una cierta insistencia del hombre en la búsqueda de una dimensión que, de alguna forma, lo trascienda en cualquiera de sus actividades, desde la artística a la religiosa, ante la amenaza de vulgaridad de lo sin sentido, que le impide seguir soñando”. Nos corresponde hacer hoy ese discernimiento a la luz del evangelio y analizando nuestro propio devenir histórico.
¿De qué otra cosa nos libera Jesús? Jesús libera al ser humano de los espíritus malignos. ¿Qué es esto? Los demonios o espíritus inmundos no son seres raros que vejan y golpean a las personas; son situaciones internas o externas que desintegran al ser humano. Pueden ser enfermedades físicas, emocionales, espirituales, sicológicas y familiares, corrientes ideológicas o problemas sociales. Pueden ser experiencias traumáticas, recuerdos y/o vivencias de la infancia o de algún otro momento de la historia personal, que enturbian la manera de pensar y sentir, y aunque la persona quiera escapar de ello, no puede; no es capaz de confiar y de vivir la vida con esperanza, porque se grabó en ella una profunda desconfianza y un miedo profundo.
En el relato que hoy leemos cuando Jesús estuvo cerca del hombre endemoniado, los malos espíritus no pudieron ocultarse. El camino de Jesús tiene que ayudarnos a identificar los malos espíritus que habitan y dañan la vida personal o social. Con la presencia de Jesús los malos espíritus tienen que salir de su escondite. Ante Jesús, los malos espíritus se dividen; se hace visible lo que es impuro y lo que no puede subsistir ante Dios. Jesús tuvo y sigue teniendo autoridad. Sus Palabras y sus obras producen efecto salvífico en el ser humano.
Hoy tenemos la oportunidad de vivir esta nueva experiencia de salvación. Nos corresponde abrirnos confiadamente al amor misericordioso del Padre manifestado en Jesús y exorcizar los espíritus malignos, es decir, trabajar para eliminar todo aquello que nos impide vivir a plenitud como personas y como sociedad. Nos corresponde evaluar nuestra vida religiosa para evitar todo anacronismo inmovilizador, así como todo libertinaje desbocado. Nos corresponde comunicar nuestra experiencia de salvación para que mucha gente, que vive esclava de los “malos espíritus”, sea testigo del amor de Dios y viva a plenitud su libertad.
Formato para imprimir Comentarios al autor: neptalidv@yahoo.com
Cadena de oración: http://www.scalando.com/orando.htm
Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno. Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.
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Moniciones para el IV Domigo del Tiempo Ordinario- Ciclo B
26 de Enero, 2009, 9:09
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Moniciones para la Misa
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
Moniciones para el IV Domingo Ordinario - Ciclo B
La autoridad que viene del carisma
1 de febrero de 2009
Monición de entrada:
Buenas noches, días, tardes, hermanos en Cristo. Hoy día oímos hablar de los profetas modernos y del mensaje que comunican. Aunque en el Antiguo Testamento Moisés fue el más grande mediador entre Israel y Dios, existía ya la promesa de un profeta aún mayor. Todos sabemos que Jesús es el Enviado de Dios; sus enseñanzas tienen el sostén de la autoridad, el amor y la verdad. Obedezcamos la Palabra de Dios a la vez que celebramos esta liturgia dominical. Nos ponemos de pie para recibir a los ministros de esta celebración.
Primera lectura: Dt 18, 15-20 (Suscitaré un profeta de entre sus hermanos)
La primera lectura de hoy tomada del libro del Deuteronomio, nos explica que el profeta es el mensajero de la Palabra de Dios. Es un mediador entre Dios y su pueblo. Moisés fue el gran profeta hasta la venida de Cristo, como leeremos en el Evangelio. Escuchemos.
Segunda lectura: 1 Cor 7, 32-35 (El célibe se preocupa de los asuntos del Señor)
El Apóstol Pablo, en su carta a los corintios, continúa hablando sobre la virginidad con referencia a la vocación religiosa. Según él, la virginidad es un don de Dios, un carisma dado por motivos apostólicos. Pongan atención a este importante mensaje.
Tercera lectura: Mc 1, 21-28 (Jesús les enseñaba con autoridad)
El evangelista Marcos nos asegura que Jesús es el más grande expositor de la Palabra de Dios. El enseña con autoridad propia y no vicaria o delegada, de modo que hasta los demonios tienen que admitir su santidad y el poder de su palabra. Las palabras de Jesús los sorprendió a todos. Abramos nuestro corazón a esta Palabra. Cantemos el Aleluya. De pie, por favor.
Oración universal
1. Por los obispos, nuestros sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas: para que tengan la valentía de predicar el Evangelio en tiempos buenos y difíciles. Roguemos al Señor.
2. Por los padres de familia: para que a través de su autoridad en el hogar, se dediquen más a amar y ser amados que a crear un ambiente de temor. Roguemos al Señor.
3. Por los enfermos y cuantos no han podido venir a nuestra celebración, especialmente los de nuestra parroquia: para que presentes en espíritu, obtengan los bienes de Dios y usen este tiempo para crecer en el amor de Dios. Roguemos al Señor.
4. Por un aumento en las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal: para que tengamos buenos discípulos y misioneros que lleven la Buena Nueva a los más pobres. Roguemos al Señor.
5. Por todos nosotros presentes aquí: para que cada día la Palabra de Dios sea algo real en nuestra vida. Roguemos al Señor.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 317)
Te bendecimos, Padre, porque Cristo Jesús, tu Hijo,
Basó su autoridad en el carisma y no en la fuerza del poder,
En el servicio liberador y no en la opresión de los demás.
En él nos mostraste que es posible ser hombres libres,
Desposeídos del pecado, señores de nuestro destino,
Hermanos de los demás y solidarios de todo el que sufre.
Ayúdanos a continuar su misión liberadora del hombre actual,
Poseído por los demonios del tener, acaparar y consumir,
Del egoísmo y la soberbia, la insolidaridad y el desamor.
Así el anuncio de tu reino llenará de luz nuestro mundo
Y viviremos en plenitud, libertad y esperanza segura.
Así sea
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Profesión de Votos Temporales Profesión de Votos Temporales
El pas ado día 8 de enero, los redentoristas, nos dimos cita en la comunidad de El Factor, en Nagua (República Dominica, para ser testigos de la profesión de votos temporales de dos jóvenes redentoristas
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El pas ado día 8 de enero, los redentoristas, nos dimos cita en la comunidad de El Factor, en Nagua (República Dominica, para ser testigos de la profesión de votos temporales de dos jóvenes redentoristas
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Homilia el III Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo B
18 de Enero, 2009, 19:11
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EN CAMINO
Tiempo Ordinario, ciclo “B”
25 de enero de 2009 III Domingo
Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
LECTURAS:
- 1ra lect.: Jon 3,1-5.10
- Sal 24
- 2da lect.: 1 Cor 7,29-31
- Evangelio: Mc 1,14-20
Tire y afloje
Nínive era una antigua ciudad situada en las orillas del río Tigris, capital del Imperio asirio en el apogeo de su poder (c. 705-612 a.C.), hoy norte de Irak. De dicha capital imperial no sobreviven ni los cimientos, como suele ocurrir con todos los pedestales humanos.
En todo el mundo antiguo, cada pueblo tenía su dios o sus dioses. Nínive era conocida principalmente como centro religioso, donde se le rendía culto a la Diosa Istar a la cual le atribuían poderes curativos. Su estatua era muy conocida y tenía devotos que la adoraban incluso en Egipto. Se la representaba con una espada, arco y una funda con flechas, pues la veían como la diosa de la caza y la guerra. También era vista como la gran madre, la diosa de la fertilidad y la reina del firmamento, la representaban desnuda y con pechos prominentes, o como una madre con un niño junto a su pecho. Como diosa del amor traía la destrucción a muchos de sus amantes, el más notable de ellos su consorte Dumuzi.
Uno de los motivos, o una de las excusas para hacer la guerra entre los pueblos durante la historia humana, ha sido la religión o los dioses. La guerra entre pueblos era vista en cierta manera, como guerra entre dioses. Se pensaba que el pueblo vencedor tenía un dios más poderoso; con esa mentalidad al Dios de Israel se le llamaba Yahvé Dios Shebaot, o sea Dios de los ejércitos.
Israel estaba convencido de que su Dios era el más poderoso. Por eso cuando perdían una batalla o una guerra, lo veían como castigo de Dios por el mal comportamiento: “Ahora nos rechazas y avergüenzas; ya no sales, Señor, con nuestras tropas, nos haces dar la espalda al enemigo y nos saquean aquellos que nos odian…” (Sal 44). Istar, una de las diosas de los babilonios y de los asirios, según la mentalidad de la época era rival del Dios de Israel, pues los dos pueblos eran enemigos. Se trataba nada más y nada menos que del pueblo invasor que acabó con el templo de Jerusalén, arrasó con las ciudades y mantuvo a los israelitas deportados durante 50 años (587 – 538 a.C.)
¿Por qué el Dios de Israel le pidió a Jonás que predicara en Nínive, si era un pueblo enemigo que no creía en Él? Detrás de este relato había todo un movimiento profético que proponía compartir la experiencia religiosa y construir la paz con otros pueblos. Unos judíos, con mentalidad nacionalista y cerrados a otros pueblos, querían mantener la fe en el Dios de Israel como una posesión nacional, siempre en actitud de lucha, mientras que otros, más abiertos, proponían abrir el mensaje salvífico a toda la gente, incluso a los enemigos.
Después del “tire y afloje” entre Jonás y Dios (véase aquí las dos corrientes ideológicas mencionadas) Jonás terminó anunciando el mensaje del Dios de Israel en Nínive. Su mensaje fue muy seco, nada esperanzador y, se podía decir, un poco mediocre; nada poético, como nos acostumbraron otros profetas. Su mensaje fue: “Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida”. Y este pueblo pagano tuvo una actitud de conversión digna de admirar. Con un hombre que aceptó profetizar en Nínive a regañadientes y con un mensaje tan parco, la gente cambió de vida.
Curiosamente el texto de Jonás nos trae también una visión de Dios diferente y hasta un poco peligrosa, como cualquier visión de Dios cuando no se sabe manejar. En contacto con Dios, el ser humano elabora una imagen de Dios y la transmite por medio de palabras, esculturas y por medio de todos los elementos culturales de un pueblo. En el mundo antiguo cuando lo natural era la monarquía, se hablaba del Dios rey, del Señor de los ejércitos, del poderoso defensor.
Frente a una imagen del Dios impasible, el Señor soberano que todo lo ve y todo lo sostiene, que nunca cambia y siempre permanece, Jonás nos mostró un Dios que cambia. ¿Dios cambia de parecer? ¿Será que Dios se equivoca y se arrepiente? Esto puede ser utilizado para manipular la religión y para hacer decir a Dios lo que no dice cuando “nos conviene”. Aunque también puede ayudarnos a renovar sanamente la fe y nuestras estructuras. Cualquier experiencia y cualquier imagen de Dios no pueden ser definitivas y absolutizadas, pues Dios es un misterio más grande que cualquier canon, cualquier definición y que todas las imágenes antropomórficas, por medio de las cuales lo han representado en todo el mundo y durante toda la historia humana.
Priorizar
¿Qué estaría pensando Pablo cuando escribió el texto que hoy leemos de la carta a los Corintios? ¿Acaso es una pócima para insensibilizar al ser humano y hacerlo olvidar de las realidades de la tierra: sufrimiento, alegría, dolor placer, sueños e ilusiones? ¿Acaso es una invitación a vivir sólo en torno a la otra vida y a olvidarnos de esta? ¿Estaba Pablo en ese momento esperando la parusía? Yo prefiero pensar que Pablo no invita a una vida flemática, espiritualista casi antihumana, sino a saber priorizar el Reino por encima de todo. Con el Reino de Dios todas las realidades adquieren un sentido nuevo. Comprar, vender, casarse, tener hijos, inclusive “quedarse” célibe, sufrir y llorar; las frustraciones dolorosas, los proyectos no realizados y los conflictos permanentes. Todo adquiere un sentido y puede verse en cada situación, una oportunidad para construir el Reino donde todos tengamos cabida y la salvación abunde eternamente.
El Kairós
¡Llegó el Reino! ¿Cuál Reino? ¿Cómo es ese Reino? ¿Qué podemos hacer? El Reino es un concepto antiguo, correspondiente a un mundo dominado social y políticamente por reinados y monarquías absolutas. Los evangelistas tomaron los códigos de su época. Hablar de reinado en aquel tiempo era hablar de la organización social imperante. Recordemos que la estructura tribal había sido derrotada por los ganaderos en tiempo de Saul, primer rey de Israel, y continuando con David, Salomón y toda su descendencia.
En tiempo de Jesús el pueblo padecía el reinado absolutista de Herodes Antipa, hijo de Herodes el Grande, los dos ambiciosos y sanguinarios, capaces de lo que fuera para mantener su poder. Fieles al gran emperador romano, Augusto y Tiberio respectivamente. El pueblo era poseedor de una rica memoria histórica. No podía olvidar los reinados opresores desde la monarquía egipcia y las ciudades estado cananeas, pasando por los imperios regionales que los acosaban, así como los reyes propios de Israel que desde Saúl no habían hecho otra cosa diferente a aprovecharse del pueblo. Tenían muy reciente la gran frustración sufrida debido a que los asmoneos que asumieron el poder después de ganar la guerra contra los invasores seleusidas, dejaron despertar el pequeño rey absolutista que habita en todo ser humano y se convirtieron en tiranos más, que los mismos invasores. (135 – 75 a.C.)
Hablar de rey y de reinados aunque era lo normal, causaba muchos recelos. El mismo Jesús huyó cuando quisieron proclamarlo rey (Jn 6,15). Nunca habló de sí mismo como rey, sino del reinado de Dios. Que nadie distinto a Dios se proclamara absoluto y que nadie utilizara su nombre como instrumento para adquirir y mantener el poder. “Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos” (Mc 9,35). El reinado de Dios excluía necesariamente todo tipo de absolutismo, de tiranía y de explotación. El reinado de Dios garantizaba la hermandad entre los seres humanos, la justicia, el derecho y la exclusión de la violencia. La anulación del nacionalismo fundamentalista, la xenofobia y las fronteras, para facilitar una fraternidad universal. Un sueño inalcanzable, una ilusión delirante para algunos, la razón de nuestra lucha, la meta que esperamos y el sentido de nuestra vida, para los que creemos en Jesús el Cristo.
Según el mensaje de Jesús, para hacer realidad ese Reinado con nuevos valores incluyentes, participativos y realizadores, necesitamos una actitud constante: la conversión. Del latín convertio – onis, acción o efecto de convertir. Implica cambio, transformación, dinamicidad. Como cuando una persona va por un camino equivocado, reconoce su error, encuentra el verdadero, cambia de rumbo y lo asume con todas sus fuerzas. El reinado de Dios es una oferta que viene de la voluntad salvífica del Padre para la humanidad y que sólo es posible realizar con nuestro aporte. Es fruto de la gracia y del trabajo humano.
Conversión no significa necesariamente cambiar de religión y aceptar racionalmente todos los dogmas; es estar dispuesto a hacer del Reino nuestra opción fundamental alrededor de la cual gire toda nuestra vida. “Lo que Jesús intentaba despertar era la aceptación creyente y confiada de su proclamación del reino de Dios, para congregar a los hombres bajo este reino y moverlos a un nuevo comportamiento”. “Conversión significa: mudar el modo de pensar y actuar en el sentido de Dios, por lo tanto, revolucionarse interiormente... convertirse no consiste en ejercicios piadosos, sino en un nuevo modo de existir frente a Dios y ante la novedad anunciada por Jesús”. “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Nueva”.
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Moniciones para el III Domigo del Tiempo Ordinario- Ciclo B
18 de Enero, 2009, 19:11
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Moniciones para la Misa
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
Moniciones para el III Domingo Ordinario - Ciclo B
Conversión para la mayoría cristiana de edad
25 de enero de 2008
Monición de entrada:
En el Evangelio de hoy hay dos partes bien diferenciadas: 1ra un resumen de la predicación inaugural de Jesús en Galilea. 2da narración de las cuatro primeras vocaciones de discípulos por parte de Jesús. Pescadores todos, que inmediata e incondicionalmente dejan todo, familia y redes para responder a la invitación de Jesús. A cada uno de nosotros Dios nos llama, una y otra vez, a la conversión, al arrepentimiento, y nos invita a vivir más completamente con Cristo. Abrámonos al amor de Dios y pidámosle que tengamos la fortaleza y el valor de cambiar lo que debe cambiarse en nuestra vida. De pie por favor, para recibir a los ministros de la Eucaristía.
Primera lectura: Jonás 3, 1-5.10 (Los ninivitas se convirtieron de su mala vida)
La narración legendaria de la primera lectura tomada del libro del profeta Jonás, nos enseña dos cosas importantes: revela la naturaleza universal de la misericordia de Dios y demuestra los efectos de la verdadera conversión. Jonás se nos presenta hoy como un prototipo de Cristo en su predicación del Reino. Escuchemos.
Segunda lectura: 1 Cor 7, 29-31 (La escena de este mundo se termina)
San Pablo mientras nos aconseja sobre la virginidad y el matrimonio, nos recuerda que hemos sido llamados a una nueva manera de vivir y a una nueva jerarquía de valores. Mientras vivamos en este mundo imperfecto debemos tratar de vivir totalmente para Dios.
Tercera lectura: Mc 1, 14-20 (Conviértanse y crean el Evangelio)
Jesús empieza el anuncio de la Buena Nueva afirmando que el Reino de Dios está cerca. Nuestra respuesta debe ser convertirnos y creer en el evangelio. La llamada de los discípulos ilustra claramente lo que quiere decir arrepentirse y creer: significa estar vinculados a Jesús. Como anuncio de este Evangelio, cantemos jubilosamente el Aleluya. De pie por, favor.
Oración universal
1. Por Iglesia Universal: para que siempre predique la Buena Nueva a todo el mundo, pero especialmente a los más pobres y abandonados. Roguemos al Señor.
2. Por los misioneros: para que generosamente partan de sus patrias hacia los lugares donde Dios los llama. Roguemos al Señor.
3. Por los difuntos especialmente nuestros familiares y los de nuestra parroquia: para que pronto vean el rostro del Señor. Roguemos al Señor.
4. Por nuestros jóvenes, para que sepan responder con generosidad al amor misericordioso de Dios que los llama a la vida religiosa y sacerdotal. Roguemos al Señor.
5. Por cada uno de nosotros: para que nunca dudemos de la misericordia y el amor de Dios. Roguemos al Señor.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 313)
Bendito seas, Señor Jesús, porque hoy nos invitas
a optar contigo por la espléndida aventura del reino de Dios,
Éste es el camino más rápido y directo para la plenitud
como personas y para una fecunda mayoría de edad cristiana.
Haz que tu amor desbordante y el momento decisivo que vivimos
nos motiven para crecer más y más como personas y cristianos.
Conviértenos, Señor, a los valores perennes de tu reino:
verdad y vida, santidad y gracia, justicia, amor y paz,
Y concédenos el espíritu joven del Evangelio para amar más,
para empezar la vida cada mañana, para hacer efectiva la plegaria
incombustible del padrenuestro: Venga a nosotros tu reino.
Amén
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- 21 de enero:
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Fiesta de Nuestra Señora de la Altagracia
Protectora de la República Dominicana
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Homilia para el II Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo B
11 de Enero, 2009, 18:03
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EN CAMINO
Tiempo Ordinario, ciclo “B”
18 de enero de 2009 II Domingo: Bautismo del Señor
Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
LECTURAS:
- 1ra lect.: 1 Sam 3,3b-10.19
- Sal 39 (40)
- 2da lect.: 1Cor 6,13c-15a.17-20
- Evangelio: Jn 1,35-42
LA VOCACIÓN
Etimológicamente viene del latín vocatio – onis (acción de llamar). De manera general se utiliza cuando una persona se siente llamada por algo o por alguien a realizar un proyecto. Desde nuestra parte religiosa, es la llamada que Dios hace al ser humano para seguir sus caminos y construir una historia con él.
Durante mucho tiempo en una Iglesia jerarquizada y clericalizada, la vocación era referida al clero (papa, obispos, cardenales, sacerdotes y diáconos) y a religiosos y religiosas con votos de castidad, pobreza y obediencia. Según esta concepción, los clérigos eran quienes recibían el llamado especial del Señor, los escogidos y sacados del mundo en el que vivía el común de la gente. Dios constituía y ungía de manera especial a sus obispos y sacerdotes para orientar al pueblo ignorante que debía obedecer todas las enseñanzas del clero. Se decía de una persona que tenía vocación porque Dios la llamaba para ser sacerdote, monje o monja, para vivir la perfecta caridad con la práctica de los santos votos. Pastoral vocacional era el trabajo que desempeñaban algunos clérigos, monjes y monjas, con el fin de animar a los jóvenes a entrar a una diócesis o a una comunidad religiosa y vivir entregados al servicio del Señor. De esta manera vivirían la perfecta caridad que sólo es posible alejándose del mundo. Recuerdo que cuando estudiaba en el seminario muchos de mis compañeros se retiraron o fueron retirados porque “no tenían vocación”.
Afortunadamente, con la constante y casi terca insistencia de algunos teólogos como nuestro entrañable padre Bernard Häring, la Iglesia jerárquica aceptó que Dios llamaba a todo ser humano. Cada persona discernía el llamado y trabajaba por el Reino según sus carismas. A partir del Concilio Vaticano II (especialmente con la constitución Gaudium Et Spes numerales 3, 10-12, 19, 21, 25, 32, 63) se fue cambiando el sentido. Aunque 25 años después del Concilio algunos todavía lo toman en el sentido tradicional, hoy sabemos que todos los seres humanos somos amados y llamados por Dios para ser piedras vivas de esta edificación.
El llamado ocurre en la conciencia de la persona. Samuel (1ra lect.) sintió un llamado. No era una voz clara, pero con la ayuda del sacerdote Elí pudo discernir y descubrir que era el llamado de Dios. Siguió sus pasos, se dejó transformar por él, creció como persona y se convirtió en mensajero de Dios para el ser humano.
Descubrir nuestra propia vocación es algo definitivo para todos, porque se trata del sentido de nuestra vida. ¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Cuál es la razón de mi existencia? ¿Hay algo tan grande por lo cual valga la pena vivir y entregar todas mis energías? ¿Hay algo por lo cual valga la pena incluso morir? Jesús encontró el sentido de su vida, vivió y murió por ello. Contemplando nuestro mundo, los signos de los tiempos y nuestro propio ser, nos daremos cuenta que necesitamos hallar nuestro papel en la historia y el sentido de nuestra vida. “Habla Señor, que tu siervo escucha”. ¿A qué nos llama hoy el Señor? ¿Cuál es mi vocación?
EL SEGUIMIENTO DE JESÚS
Para el Nuevo Testamento la llamada es fundamentalmente para seguir a Jesús, el Cordero de Dios. El Cordero en la cultura judía era el signo más importante para rendir culto; indispensable en la celebración de la cena pascual. Las comunidades cristianas, en este caso la comunidad del Cuarto Evangelio que elaboró el texto de hoy, proclamó a Jesús como el Cordero de Dios. Esto para decir que la mejor forma de dar culto a Dios es escuchar el llamado de Jesús, seguir sus pasos, luchar por su causa y estar dispuestos a morir tal como él lo hizo, sabiendo que nuestra meta es la vida.
Según el relato de hoy, Juan Bautista reconoció y señaló a Jesús como el Cordero de Dios. Los discípulos del bautista creyeron en la palabra de Juan, dieron el paso hacia Jesús y lo siguieron.
¿Qué buscan?, les preguntó Jesús. Esa misma pregunta nos la hace hoy el Señor. ¿Qué buscamos? ¿Qué nos anima, qué nos entristece, cuál es nuestra lucha, cual nuestra razón de ser?
¿Dónde moras? Es decir, ¿cual es tu casa, quién eres tú y cual es tu proyecto, tu camino? ¿Qué ofreces y qué pides? Se trata de conocer a Jesús. Conocer, en sentido griego, era tener una idea racional, un concepto, de algo o de alguien. En sentido semita (donde nació la Biblia) era tener un contacto personal. Desde la cultura semita se conoce el árbol no tanto porque se estudien en un libro sus características físicas, sino porque lo tocamos, descansamos bajo su sombra y comemos de sus frutos (Mt 7,16ss).
“Vengan a ver”. Jesús fue de cultura semita, por eso no les hizo una exposición para convencerlos de que su proyecto tenía validez. Él sencillamente los invitó a ver personalmente dónde vivía, a compartir y a descubrir si valía la pena entregar su vida por su Causa.
“Fueron, vieron y se quedaron”. Para creer realmente en Jesús necesitamos vivir este proceso. Solamente cuando nos encontremos con Él en nuestra propia carne y espíritu, cuando experimentemos su obra en nuestra naturaleza, nos quedaremos en su camino. Entonces confesaremos con pleno convencimiento con Andrés: “Hemos encontrado al Mesías”.
GLORIFICAR A DIOS CON EL CUERPO
Corinto era una ciudad de la antigua Grecia. Su historia data desde el año 2000 a.C. Estar situada entre dos mares (golfo de Corinto hacia el norte y mar Egeo o mar Mediterráneo hacia el sur) le ayudó a desarrollar la actividad comercial. Desde antaño tuvo un papel muy importante en el juego del poder: Se unió con Esparta en la guerra del Peloponeso para luchar contra Atenas (431-404 a.C.) y se enfrentó luego a sus amigos espartanos (395-386 a.C.). Fue ocupada por los macedonios bajo el mando de Filipo II en el 338 a.C. y para defenderse se unió a la Liga Aquea en el 224 a.C. cuando mantuvo su estabilidad hasta que en el 146 a.C. el ejército romano la destruyó.
Por su calidad de puerto seguía teniendo una notable importancia comercial. Por eso Julio César la reconstruyó hacia el 44 a.C. y Corinto volvió a florecer convirtiéndose en la capital de la provincia romana de Acaya y en el centro comercial más importante del archipiélago griego, encrucijada de culturas y razas, a mitad de camino entre Oriente y Occidente.
Para aquel tiempo su población estaba compuesta por doscientos mil hombres libres y cuatrocientos mil esclavos. Tenía ocho kms de recinto amurallado, veintitrés templos, cinco supermercados, una plaza central y dos teatros, uno de ellos con capacidad para veintidós mil espectadores. En Corinto se daban cita los vicios típicos de los grandes puertos. La ociosidad de los marineros y la afluencia de turistas llegados de todas partes, la habían convertido en una ciudad con un eterno carnaval, algo así como una especie de capital de Las Vegas del Mundo Mediterráneo. “Vivir como un corintio” era sinónimo de depravación; “corintia”, era el término universalmente empleado para designar a las prostitutas. Con frecuencia se oía la invitación: “vamos a corintiar”. Ya sabrán de qué se trata.
En Corinto, con una población muy heterogénea (griegos, romanos, judíos y orientales) se veneraban todos los dioses del Panteón griego. Sobre todos ellos sobresalía Afrodita, cuyo templo estaba asistido por mil prostitutas sagradas. Hacia el año 50 de nuestra era llegó Pablo en una de sus jornadas evangelizadoras, fundó una comunidad cristiana y permaneció por un periodo de dieciocho meses como animador.
Conocer la complejidad del contexto sociohistórico nos ayuda a descubrir por qué la comunidad cristiana de Corinto, era una de las más conflictivas y el por qué del texto que hoy leemos (2da lect.). Los corintios que aceptaron el evangelio, querían seguir con su vida licenciosa. Pero es claro que los impulsos humanos, entre ellos los sexuales, cuando los liberamos indiscriminadamente nos esclavizan y no nos dejan ver otras realidades humanas. De esta manera nos condenan a llevar una sexualidad mediocre y una vida meramente animal.
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Al lado opuesto en la historia del cristianismo, encontramos a San Agustín. Con el respeto que se merece como padre de Iglesia, después de llevar una vida en que el corinteo fue el pan de cada día, se pasó al otro bando y, apoyado por la antropología platónica, introdujo en la Iglesia el desprecio por el cuerpo y todo lo terreno. En adelante ser cristiano implicaba fundamentalmente despreciar el cuerpo para salvar el alma. La sexualidad fue concebida como algo totalmente negativo, un mal necesario justificado únicamente para reproducir la especie. “Si hubiera otra forma de reproducir la especie habría que buscarla”, decía nuestro Padre Agustín. Los hombres y mujeres castos se pusieron de moda y se canonizó todo tipo de represiones. Para ser santo o santa se tenía que ser virgen. Ser puro significaba no tener apetitos sexuales. Los ministros de Dios debían ser célibes y reprimir santamente todo apetito carnal. El látigo, el cilicio, las hierbas amargas, los ayunos y la observancia regular de todas las normas de órdenes y congregaciones religiosas, se convirtieron en camino seguro para llegar a Dios.
Hasta bien entrada la modernidad la Iglesia vivió bajo esta consigna. Todos los textos bíblicos fueron leídos e interpretados a través del lente dualista y misógino de los teólogos medievales que condenaban el goce del cuerpo, promovían y canonizaban personajes reprimidos poniéndolos como paradigma de vida.
La humanidad no aguantó más. Sucedió algo así como con los Agujeros Negros, de los que habló el astrónomo alemán Karl Schwarzschild en 1916, que van atrayendo y condensando gran cantidad de energía (implosión) hasta que en algún momento se saturan y explotan (explosión). En los años 60 y 70 se dio el bun de la sexualidad, vino la píldora anticonceptiva, se popularizó la marihuana, las nuevas tendencias de la música y el mundo de la moda. El cine, la radio y la televisión, aprovecharon los impulsos sexuales innatos en el ser humano para hacer comercio. Vuelve y juega.
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Nuestro mundo repite hoy la misma la experiencia de Corinto. Como respuesta a estos excesos muchos continúan con la visión dualista platónico agustiniana (cuerpo malo – reprimido y maltratado - , alma buena – amada y salvada). Frente a estas dos tendencias extremas Pablo, en su carta a los Corintios, nos puede iluminar. El desenfreno sexual destruye: “El cuerpo no es para fornicar, sino para servir al Señor…”. El retraimiento, la represión y el desprecio por todo lo corpóreo, destruye igualmente: “El cuerpo es templo del Espíritu Santo, que han recibido de Dios y habita en ustedes…”. Para Glorificar a Dios con el cuerpo hay que tener cuidado con el desenfreno y la represión, dos extremos igualmente dañinos. Necesitamos integrar armónicamente nuestras dimensiones, de tal manera que a través de nuestros cuerpos comuniquemos vida, amor, plenitud y por tanto glorifiquemos a Dios.
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Una de las oraciones de alguna Novena de Navidad, elaborada aún con esa mentalidad, dice: “… suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en su pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno…”
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Moniciones para el II Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo B
11 de Enero, 2009, 18:03
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Moniciones para la Misa
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
Moniciones para el II Domingo Ordinario - Ciclo B
Para una moral Cristiana del cuerpo
18 de enero de 2008
Monición de entrada:
La respuesta vocacional a Dios que nos llama personalmente por nuestro nombre propio centra la primera lectura de hoy con el sencillo relato de la llamada del profeta Samuel, así como el Evangelio que, a su vez refiere la vocación de los primeros discípulos de Jesús de Nazaret. Dios nos habla de varias maneras. El Bautismo nos capacita para escuchar la llamada de Cristo y en respuesta a esta llamada dar testimonio de El. Nuestra actitud deber ser como la de Samuel: “Habla, Señor; tu siervo escucha”. Escuchemos cuidadosamente la palabra de Dios que viene a nosotros en esta celebración eucarística y respondamos generosamente. De pie, por favor, para recibir a los ministros de esta celebración, mientras cantamos:
Primera lectura: 1 Sam 3b, 3-10.19 (Habla, Señor, que tu siervo Samuel te escucha)
La primera lectura nos presenta la vocación del joven Samuel, el último juez de Israel. Samuel oye la llamada de Dios y responde así: “Aquí estoy”. Como profeta que es Samuel aprende a escuchar y a atesorar la palabra de Dios. Nosotros también tenemos el privilegio de oír la Palabra de Dios. Abramos nuestros corazones a esa Palabra.
Segunda lectura: 1 Cor 6, 23-15.17-20 (Miembros de Cristo y templo del Espíritu)
San Pablo escribiéndole a los corintios viene a recordarnos que nosotros somos miembros del Cuerpo de Cristo y templos del Espíritu Santo. Debemos respetar nuestro cuerpo porque éste, al igual que el de Cristo, resucitará y será glorificado.
Tercera lectura: Jn 1, 35-42 (Vieron donde vivía y se quedaron con Jesús aquel día)
La narración evangélica de hoy se abre con el testimonio que Juan el Bautista da sobre Jesús delante de dos sus discípulos, Andrés y Juan. Ellos escuchan y responden; buscan y siguen; dan testimonio de haber encontrado ya, personalmente, a alguien y al fin escogen quedarse con Jesús a quien su maestro llama “Cordero de Dios”. Como bienvenida a Cristo en el Evangelio, entonemos el Aleluya que significa Alaben a Yavé”.
Oración universal
1. Por los líderes de las Iglesias: para que den testimonio por medio de su propia vida de que Cristo está vivo. Roguemos al Señor.
2. Por los pueblos ricos: para que compartan y sean solidarios con los que tienen menos. Roguemos al Señor.
3. Por nuestra juventud: para que sepan responder con generosidad a la llamada de Cristo y lo sigan. Roguemos al Señor.
4. Por nosotros reunidos en el Señor: para que sepamos escucharlo, especialmente cuando nos habla por medio de nuestros semejantes. Roguemos al Señor.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 310)
Te damos gracias, Dios Padre, porque, como a los apóstoles,
Cristo no ha llamado por nuestro nombre a su fiel seguimiento.
Por el bautismo tú nos has hecho miembros del cuerpo de Cristo
Y templo vivo del Espíritu Santo para alabanza de tu gloria.
Es vocación hermosa nuestra vocación cristiana. ¡Gracias, Señor!
Pero es también vocación totalizante: en cuerpo y alma.
Guíanos, Señor, mediante el Espíritu de tu verdad,
Para que entendamos qué es ser discípulo auténtico de Jesús.
Y haznos fuertes para testimoniar los valores del espíritu
En el mundo que nos rodea, ahíto de cuerpo y ayuno de alma.
Así demostraremos que te pertenecemos para siempre.
Amén
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I Domingo: Bautismo del Señor
5 de Enero, 2009, 7:57
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EN CAMINO
Tiempo Ordinario, ciclo “B”
11 de enero de 2009 I Domingo: Bautismo del Señor
Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
LECTURAS:
- 1ra lect.: Is 42,1-4.6-7
- Sal 29(28)
- 2da lect.: Hch 10,34-38
- Evangelio: Mc 1,7-11
JESÚS, EL HIJO MUY AMADO
“Graduarse” en la escuela del Bautista, fue para Jesús el punto de partida para su ministerio. Podríamos decir que allí terminó su formación pre-ministerial, ya que fue después del bautismo cuando Jesús inició su vida pública. (Vale esto también, para recordar que en el trabajo evangelizador, además de fe y entrega por la obra del Señor, se necesita una formación sólida en distintas disciplinas).
Los evangelistas presentan al Bautista en el desierto y en el río Jordán, aludiendo a Elías, el precursor de los profetas (2Re 1,6-7). Con una vida muy austera, propia de los verdaderos profetas, vestido con un manto hecho de piel de camello, y alimentado con langostas y miel silvestre. Muy ubicado en su historia; con una madurez humana digna de admirar y una humildad tal, que le permitió reconocer en Jesús, algo más grande que él, indigno de desatarle las sandalias.
El Bautista no compitió con Jesús, comprendió que los dos eran parte del gran proyecto de salvación para el ser humano y no desperdició su vida creyéndose el protagonista central. (No pensó, como piensan algunos personajes de nuestro panorama mundial con delirios mesiánicos, que son el ombligo del mundo, que con ellos empieza la historia y sin ellos estaríamos perdidos). Supo cuándo actuar y cuándo retirarse para darle campo a otro, sin esa competencia desleal que se ve en nuestro mundo y algunas veces también en nuestras comunidades cristianas, animadas por deseos de sobresalir por encima de los demás.
Reconocer en Jesús a alguien más grande que él no lo llevó a infravalorar lo propio. Supo que su bautismo tenía sentido porque era de conversión, pero el de Jesús iba más allá porque era del Espíritu Santo. (El Evangelio de Mateo – 28,19 – complementa y dice que es en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, tal como lo tenemos ahora en la Iglesia).
Desde Nazaret fue Jesús en busca del Bautista. Hizo fila entre los que buscaban el perdón de los pecados, un alivio a sus dolores y salidas para sus muchos problemas. El nazareno hizo parte de los que estaban ansiosos por la liberación de su pueblo, con la esperanza de un Mesías que los salvara de todo tipo de esclavitud. La escuela del Bautista y su bautismo fueron las pinceladas finales en la formación de Jesús, para descubrir que tenía una misión especial en el mundo. El bautismo no es punto de llegada, como muchos en la actualidad lo ven, llevando una religiosidad mediocre, cumplidora y conformista; el bautismo es punto de partida para todo un camino con un compromiso a realizar.
En el bautismo de Jesús se hizo presente el Espíritu que lo acompañó toda su vida y fue el móvil de todos sus actos. Allí el Padre lo declaró su Hijo muy amado en el que se complacía.
Jesús fue un Hijo que experimentó el amor. El Amor del Padre Dios manifestado primero en sus padres y luego de todas las personas con las que creció y compartió su vida, le permitió como dice Lucas, crecer en sabiduría y en gracia delante de Dios y de los hombres (Lc 2,52). El amor es más importante de lo que nosotros pensamos. La falta de afecto sobre todo en las primeras facetas del ser humano, trae consecuencias desastrosas para el ser humano. Muchas personas viven llenas de frustraciones, odios, rencores, etc., por su fría formación o en el extremo, porque durante sus primeros años de vida sufrieron y agresividad.
John Watson, un reconocido investigador del siglo pasado, aseguraba que el afecto paternal debía ser dosificado para no maleducar a los hijos: “nunca los abrace ni los bese y tampoco los deje sentar en su regazo”. Hoy sabemos que eso no es cierto y que, por el contrario, por la frialdad en las relaciones familiares muchas personas cargan una pesada cruz que no les permite desarrollarse plenamente.
Un estudio publicado en la revista Proceedings of the national academies encontró que en los primeros años de vida el contacto de los bebes con sus padres es vital para su desarrollo afectivo posterior y carecer de él trae consecuencia muy negativas. Esto no quiere decir que en una persona maltratada o con una infancia dolorosa, todo esté perdido. Estas personas pueden recibir tratamiento y recuperarse, aunque el tiempo perdido nunca se pueda recuperar.
Jesús fue antes que todo, el Hijo muy Amado. La vivencia del amor fue lo que le permitió a Jesús adquirir su capacidad de Amar, de perdonar, de sanar, de reclamar y de enfrentar la injusticia, de construir comunidad de discípulos y discípulas con una única norma suprema: el amor. En toda la vida y obra de Jesús, en su compromiso con el ser humano, especialmente con los pobres y excluidos de la sociedad transparentó el amor de Dios. Todo fue motivado por el Espíritu Santo que es el amor de complacencia.
Jesús, y ahora la ciencia lo confirma, nos ayuda a reconocer que el mejor estímulo, la mejor medicina y el mejor impulso para vivir es el amor. Que el mejor sentimiento por el que vale la pena luchar y entregarse, es el amor. Que sin amor nada somos y con amor todo se puede aún cosas inalcanzables para la razón, porque como dijo Anthony de Saint Exupery: “el corazón tiene razones que la razón no alcanza”.
Nosotros tenemos la oportunidad de abrirnos al amor de Dios manifestado en las personas y en la intimidad con Él. No dejemos pasar la oportunidad para brindar amor a nuestros hijos, a nuestros familiares, a los hermanos en la fe y a toda la humanidad. Dejémonos amar y demos amor, que en últimas ahí encontraremos el sentido de la vida. Si el amor es el motor de toda nuestra vida lo demás vendrá como consecuencia de ello. Entonces agradaremos al Padre tal como lo hizo Jesús, el Hijo muy amado en el que el Padre Dios encuentra toda su complacencia, porque “Dios es amor” (1 Jn 4,8).
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Domingo después de Epifanía – I Domingo Ordinario - Ciclo B
5 de Enero, 2009, 7:57
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Moniciones para la Misa
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
Domingo después de Epifanía – I Domingo Ordinario - Ciclo B
El Bautismo, Sacramento del Espíritu
Monición de entrada:
Hermanos en Cristo Jesús, hoy estamos celebrando la fiesta del bautismo del Señor en el Río Jordán por Juan Bautista y con esta fiesta terminamos el tiempo de la Navidad. Jesús en su Bautismo, se manifiesta como el Elegido, el Ungido con toda la fuerza del Espíritu, para anunciar un bautismo en el que el pecado sea realmente erradicado de la sociedad y del individuo. En el Bautismo de Jesús se realiza la manifestación de su misión y su tarea en el mundo, predica el Reino de su Padre y sana a los enfermos. Nosotros por nuestro bautismo estamos llamados a continuar la misión de Cristo en medio de la sociedad.
Primera lectura: Is 42, 1-4. 6-7 (Miren a mi Siervo a quien prefiero)
El siguiente texto del profeta Isaías nos describe los rasgos y el programa de acción del Siervo elegido del Señor: manso, paciente, fiel y tenaz en la obra de la justicia; él es alianza de un pueblo, luz de las naciones, y liberador de cuantos sufren. La liturgia de hoy aplica este texto a Cristo, para definir su persona y su misión. Escuchemos.
Segunda lectura: Hc 10, 34-38 (Dios ungió a Jesús con la fuerza del Espíritu)
La segunda lectura es tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles. El apóstol Pedro, en los inicios de la Iglesia, testimonia a Jesús de Nazaret como el Ungido de Dios con la fuerza del Espíritu Santo y resume su acción mesiánica al decir: “Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. Pongamos atención.
Tercera lectura: Mc 1. 6b-11 (Tú eres mi Hijo amado, mi preferido)
Las dos lecturas anteriores hablaron sobre el Siervo de Dios, ungido por el Espíritu Santo. Juan conoce personalmente a Jesús, quien se ha colocado en la fila de los pecadores, y se resiste a bautizarlo; Juan lo identifica como el Cordero de Dios. La presencia del Espíritu Santo consagró a Jesús como Mesías y Siervo con el poder para predicar, curar y fundar el Reino de Dios. Les invito para que se pongan de pie para que cantamos el Aleluya.
Oración universal
1. Por la Iglesia, extendida por el mundo: para que nunca desfallezca en su misión de predicar y bautizar en todas las partes del mundo. Roguemos al Señor.
2. Por el Papa N., nuestro obispo N. y los demás obispos: para que Dios los visite con su gracia, los ilumine y les dé fuerzas. Roguemos al Señor.
3. Por los padres de familias: para que como los primeros educadores en la fe, den buen ejemplo a sus hijos. Roguemos al Señor.
4. Por todos los que estamos reunidos en el Señor: para que Dios nos conceda perseverar en la fe, y creer siempre en el amor. Roguemos al Señor.
5. Por el progreso espiritual y material de todos los pueblos: para que todos tengan escuelas, hogar y el pan de cada día. Roguemos al Señor.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 247)
Padre nuestro, en este día en que celebramos
El bautismo de Jesús y nuestro propio bautismo en el Espíritu,
Te pedimos el coraje que nos es indispensable para confesar
a Cristo como Señor de nuestras vidas, para ser cristianos,
para poder rezar el padrenuestro y abrirnos al amor fraterno,
para ser miembros conscientes y adultos de tu pueblo, la Iglesia
a fin de que el mundo vea el testimonio de nuestra fe y conducta,
para derretir nuestro hielo y llenar nuestro vacío interior,
para vencer el pecado con la fuerza de tu amor en el corazón,
para vivir, en fin, la moral cristiana con talantes de hijos tuyos
y como Ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús.
Amén
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Especial de Navidad: http://www.scalando.com/Liturgia/navidad.htm
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