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El Sacramento de la Reconciliación en la Cuaresma
25 de Febrero, 2009, 21:30
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Mis Reflexiones personales |
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El Sacramento de la Reconciliación en la Cuaresma
Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.
dvasquezmorales@yahoo.es
Jesús ya derrotó el pecado y nos pide que permanezcamos firmes en la fe. Nos aconseja que confiemos fieles a sus mandamientos, la gracia de nuestra redención fluirá hacia nuestro corazón como un río caudaloso.
Esta es la razón por la que el Sacramento de la Reconciliación es tan importante. Toda vez que nos abandonamos en manos de Dios y confesamos nuestros pecados, el Señor nos limpia para que podamos continuar avanzando hacia la “tierra prometida”. El examen de conciencia que sigue más abajo, tiene por objetivo ayudarte a saber si te has mantenido fiel a la llamada del Señor a tener valor y firmeza, o si has preferido buscar tus propios soluciones y por qué.
En un lugar tranquilo y ponte en oración y meditas en estas preguntas que sugerimos a continuación y pídele al Espíritu Santo que te indiques de qué necesita arrepentirte:
Amor a Dios (Marcos 12, 28-30; Juan 14,23-24) ¿Qué estoy haciendo para poner a Dios antes que nada en mi vida? ¿Dedico tiempo en el día para orar en su presencia? ¿Guardo respeto y gratitud a la Iglesia de Dios y sus leyes?
Amor al prójimo (Lucas 10, 25-37; Juan 1312-15) ¿Recuerdo alguna ocasión en la que yo haya atendido o cuidado a las personas que Dios ha puesto en mi vida? ¿Ha habido veces en las que me he resistido a hacer algo para atender a sus necesidades antes que a las mías? ¿Recuerdo alguna ocasión en que yo no haya tratado a alguien con el respeto y la dignidad que merece un hijo de Dios?
Misericordia (Mateo 18, 21-35; Juan 8, 2-11) ¿Hay situaciones en las que se haga difícil perdonar a alguien que me haya ofendido o perjudicado? ¿Hay personas o grupos a quienes o considere inferiores o indignos por su condición social, su raza o su aspecto? ¿Hay ocasiones en las que me cueste aceptar que Dios me perdona y por lo tanto me cueste perdonar a los demás?
Humildad (Marcos 10, 13-16; Filipenses 2, 6-11) ¿Cuán a menudo caigo en cuenta de que los talentos y dones que tengo provienen de Dios? ¿He tratado a las personas con quienes me cruzo regularmente como hijos de Dios, sin fijarme en su condición o posición en la vida? ¿En qué grado confío en el Señor y en su gracia y su poder durante el día?
Generosidad (Marcos 6, 32-24; Lucas 6,38) ¿Con qué facilidad comparto mi tiempo y mis dones con los demás? ¿Soy generoso con las instituciones de caridad que dan refugio y ayuda a los pobres y necesitados? ¿Hasta que punto confío más en el Señor que en los bienes materiales que tengo para sentirme tranquilo y seguro?
Valentía (Josué 1, 7-9; Juan 16,33) ¿Recuerdo situaciones en las que debí haber dicho la verdad con amor y no hice? ¿Estoy haciendo todo lo que puedo para combatir las injusticias y proteger a los no nacidos, los pobres y los indefensos? ¿Ha habido ocasiones recientes en las que no haya perseverado para resolver alguna dificultad?
Trata de contestar estas preguntas y otras que se te ocurran y luego te esperamos en uno de los actos penitenciales de tu parroquia o comunidad.
Para seguir dando la vida por la abundante redención, siguiendo el ideal que soñó san Alfonso María de Ligorio: www.scalando.com/alfonso.htm
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Homilia para el I Domingo del Tiempo de Cuaresma - Ciclo B
23 de Febrero, 2009, 17:32
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Misioneros Redentoristas de la Provincia de San Juan |

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R. Dominicana |
EN CAMINO
Tiempo de Cuaresma, ciclo “B”
1 de febrero de 2009 I Domingo
Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
LECTURAS:
- 1ra lect.: Gen 9, 8-15
- Sal 24
- 2da lect.: 1Pe 3,18-3
- Evangelio: Mc 1,12-15
EL DILUVIO UNIVERSAL
La primera lectura surgió cuando el pueblo vivía exiliado forzosamente en Babilonia entre los años 587 y 538 a.C. El desarraigo de su tierra y la fuerza arrolladora que ejercía la cultura dominante, complementados con la explotación a la que era sometido, amenazaban el idioma, la cultura y la religión o sea la identidad del pueblo como tal.
Como es sabido, el hombre primitivo contemplaba admirado los astros y la madre naturaleza que, con sus bondades, le proporcionaba alegría o, con sus desastres, lo llenaba de temor. Con esta inspiración elaboró mitos cosmogónicos y ético religiosos, y fue estableciendo cánones de conducta que más tarde los estados confesionales les darían carácter de ley político religiosa.
La experiencia religiosa de toda la zona mesopotámica (donde estaban exiliados los judíos, en Babilonia, actual Irak), se basaba en el miedo a los desastres naturales. Los ríos Tigris y Éufrates les proporcionaban grandes bondades para el regadío de sus cultivos, para sus ganados y para el consumo humano; pero, aunque no era una zona muy lluviosa, en ocasiones se daban crecidas y desbordamientos de los ríos que destruían e infundían terror. La bondad y peligrosidad de la naturaleza eran vistas como acciones de los dioses que se podían modificar si la conducta humana se acoplaba o no a su voluntad. ¿Quién determinaba cuál debía ser la conducta humana para agradar a los dioses? He ahí el dilema.
Aquí entramos directamente en el tema del diluvio. El diluvio o cataclismo universal, es mencionado en muchas tradiciones mitológicas y religiosas (india, griega, china, judía, babilónica, etc.). Según estas tradiciones, en otras épocas el mundo había sido destruido por obra de Dios o de los dioses, para purificarlo. La religión oficial del imperio Babilonio con el rey Nabucodonosor II a la cabeza, amenazaba a sus súbditos con un nuevo diluvio universal si no obedecían sus designios, incluidos los sacrificios humanos en honor a los dioses, llevados a cabo en la torre de Babel, lugar donde pretendían estar más cerca del cielo (Gen 11,1-9). Por su parte, los Maestros judíos en la cautividad lucharon contra esa aculturación y, con los mismos medios (mitos, leyendas, etc.), contradijeron la versión oficial para defender su identidad y sus derechos como pueblo.
Según el relato del Génesis (Cap. 6 al 10 ‘1ra lect.’) Dios, por la maldad del hombre y para purificar la humanidad, envió el diluvio durante cuarenta días y todo ser vivo que existía sobre la tierra murió, exceptuando los que estaban en el arca de Noé. La novedad del relato bíblico consistía en la promesa de Dios de no volver emplear este mecanismo para purificar: “les prometo que las aguas del diluvio no volverán a exterminar la vida; no habrá otro diluvio que arrase la tierra”. Con este contra-cuento se pretendía superar el miedo al diluvio y, por tanto, el miedo a los designios del rey que manipulaba las conciencias y amenazaba las masas con sus engaños y mentiras.
Superada la religión de miedo, hay cabida para un nuevo pacto de Dios con la vida. Superada la religión del miedo, hay cabida para construir pueblo a partir de convicciones profundas, con proyectos concretos que nos animen y nos hagan arriesgar la vida por ideales realizables. Las nubes y su amenaza de lluvia, la magia y el color del arco iris que generaban miedo, fueron convertidos en signos del compromiso de Dios: “Pongo mi arco en las nubes, como señal de mi compromiso con la tierra. Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá el arco iris, y me acordaré del compromiso que tengo con ustedes y con todos los seres vivientes, las aguas no causarán otro diluvio que acabe la vida”.
Y toda esta historia ¿para qué? Para ayudarnos a comprender que hoy estamos invitados a cuestionar los mitos imponentes que embotan nuestra mente; a releer y reinterpretar estos textos sagrados, y a abandonar la religión del miedo. Necesitamos purificar nuestra vida, pero no por miedo al castigo, sino como parte de un proyecto personal y comunitario. Necesitamos purificar el amor, de todo miedo, de toda dependencia esclavizante y de todos los intereses mezquinos, para que desde la libertad y con la gracia de Dios podamos construirlo a plenitud. Necesitamos purificar nuestras costumbres sociales y políticas; dejar el clientelismo, combatir la corrupción y sobre todo la indiferencia y el miedo a quedarnos sin el mísero apoyo de los políticos infectos que manejan la historia a su antojo. Nos queda la tarea de mirar con criticidad las ideologías que dominan nuestro mundo y descubrir caminos para que, desde la fe y en la diversidad, trabajemos por una casa común donde haya vida abundante.
CONVIÉRTANSE Y CREAN EN EL EVANGELIO
En algunas partes del mundo (Venecia, Colonia, Río de Janeiro, Barranquilla, etc.) se vivieron unos días intensos de carnaval. Tiempo para resucitar lo bueno de las deidades “paganas”, que en nuestra Patria Grande (Latinoamérica y el Caribe) heredamos de amerindios y africanos. Tiempo para las diferentes manifestaciones culturales, el esparcimiento, la alegría y la bulla, la danza y el baile. Ambiente para liberarnos de “los malos espíritus” y una oportunidad para satisfacer nuestra necesidad humana de reír.
Algunos lo rechazan tajantemente, otros lo disfrutan sanamente, y otros lo toman como una válvula de escape; una oportunidad para sentirse libres y manifestar lo que se es, así sea ocultándose bajo el anonimato de la máscara y el disfraz, oposición entre lo que se es y la apariencia. Tiempo para olvidar la bochornosa vida cotidiana, y medio para evadir responsabilidades. El carnaval quien lo vive es quien lo goza. Quien lo ignora desconoce la magia, el colorido y la riqueza humana de nuestro mundo mestizo que lucha contra la esclavitud y busca la libertad… Quien lo critica mordazmente deja ver su amargura y quien lo vive irresponsablemente, sufre sus peligrosas consecuencias. Cada uno puede hacer su balance.
Para los cristianos viene ahora un nuevo tiempo: la cuaresma. Como todo en esta vida, sobre la cuaresma también hay diferentes posturas: algunos la rechazan, otros se burlan, a otros le es indiferente y algunos la viven de manera fanática. Aunque puede ser desviada, no es precisamente el tiempo para la flagelación, para llorar sobre la leche derramada, ni para sentirse iguales a los gusanos más asquerosos sobre la tierra, lleno de pecados, miseria y dolor.
Así como podemos disfrutar sanamente del carnaval o de cualquier otro medio lúdico, podemos también aprovechar al máximo esta cuaresma. No serán cuarenta días de tenebroso diluvio, serán cuarenta días de desierto, como lo sugiere el evangelio. Es decir, días para tomar conciencia de nuestra débil naturaleza humana sometida al hambre, la sed y a la constante tentación de volver a la esclavitud, como la vivieron los israelitas en los cuarenta años de desierto, camino a la tierra prometida.
Cuaresma es una oportunidad para la reflexión, es decir, para hacer una flexión hacia dentro, para dirigir una mirada hacia nosotros mismos. Para descubrir nuestra desnudez en lo profundo de nuestras conciencias, núcleo central del ser humano. Para vernos tal como somos, sin máscaras, sin disfraces y sin risas falsas. Para descubrir las alimañas y los ángeles en nuestras vidas. Para encontrarnos con Dios, evaluarnos, conocernos y reconocernos, y escuchar al Señor que nos tiene una Buena Noticia: “el Reino entre nosotros”; y una invitación: “convertirnos y creer”.
Durante este retiro cada uno puede preguntarse: ¿Estoy caminando con Jesús hacia la construcción del Reino? ¿El Reino de Dios hace parte de mi opción fundamental? O, ¿es una palabra más en la múltiple gama de palabras con un significado misterioso, un cuento por el que un loco llamado Jesús dio su vida, pero aún no he entendido por qué?
Conversión implica cambio: cambio de mentalidad, cambio de valores, cambio de paradigmas, cambio de vida. ¿Necesito convertirme? ¿De qué necesito convertirme?
¿Creo en la Buena Noticia del Reino? Es decir, ¿aún por encima de tanta agresión y sufrimiento, de injusticias que causan miseria y muerte, creo que es posible un mundo justo, fraterno e igualitario? Aunque por mi naturaleza limitada caigo muchas veces en egoísmos, envidias y rencores, en fin, en pecado; ¿creo que Dios, por su infinita misericordia, me perdona y conduce mi vida hacia la plenitud? Aunque a veces pareciera que el mal rigiera los caminos de nuestro mundo ¿le creo a Jesús, camino con él y trabajo ayudado de su gracia para que en este mundo reinen la verdad, la alegría y el amor misericordioso, es decir, para que reine Dios?
La Cuaresma no es escape del mundo para rezar porque “el que peca y reza empata”; no es tristeza, llanto y luto. Es reflexión, interiorización, evaluación y encuentro con nosotros mismos y con Dios. Vive la cuaresma y ella te ayudará a vivir mejor.
Formato para imprimir Comentarios al autor: neptalidv@yahoo.com
Llegó la Cuaresma: www.scalando.com/Cuaresma.htm
Cadena de oración: http://www.scalando.com/orando.htm
Comparto contigo este cuento, está muy bueno. Te puede gustar:
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Moniciones para el I Domigo del Tiempo de Cuaresma- Ciclo B
23 de Febrero, 2009, 10:26
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- Cuaresma: "Volvamos nuestros ojos y nuestra vida a Dios"
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Moniciones para la Misa
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
Primer domingo de Cuaresma – Ciclo B
En camino hacia la Pascua
1 de marzo del 2003
Monición de entrada:
La Cuaresma que iniciamos es el camino hacia la plena luz de Pascua, es decir, hacia la renovación de la alianza bautismal con Dios. Para alcanzar esa meta hemos de convertirnos y creer la Buena Noticia. Hoy las lecturas nos dan los grandes temas de Cuaresma para nuestra meditación: el bautismo y la conversión. Como en el día de Noé, Dios hizo con Noé una alianza y también con nosotros. Él siempre es fiel a su palabra. A pesar de que hemos sido bautizados e el Espíritu, tenemos que luchar contra el poder del mal. En la Eucaristía recibimos la gracia para responder a Dios, de pie, por favor, para recibir a los celebrantes de esta misa.
Primera lectura: Gn 9, 8-15 (Pacto de Dios con Noé después del diluvio)
La primera lectura, tomada del libro del Génesis, refiere la alianza de Dios con Noé después del diluvio. Este compromiso de Dios con el ser humano existe todavía porque Dios quiere la salvación de todo el mundo. En el salmo pedimos que seamos fieles a nuestra alianza. Oigamos.
Segunda lectura: 1 Pe 3, 18-22 (Aquello fue un símbolo del bautismo que los salva)
En la segunda lectura, San Pedro nos descubre que el diluvio, en el tiempo de Noé, fue la prefiguración del bautismo cristiano. El bautismo, sacramento del agua, es eficaz por la muerte de Cristo que murió y resucitó por nuestros pecados. Escuchemos.
Tercera lectura: Mc 1, 12-15 (Tentaciones del desierto. Anuncio del Reino y conversión)
En el Evangelio de hoy, el evangelista Marcos nos presenta una corta escena de las tentaciones de Cristo en el desierto, tentaciones de la carne, el poder, el orgullo. Cristo empezó su ministerio diciendo: “Conviértanse y acepten mi Palabra”, “Conviértete y cree en el Evangelio”, nos decía el ministro cuando nos impuso la ceniza el miércoles pasado. Tenemos que creer en Jesús para salvarnos. Pónganse de pie en señal de respeto a la Buena Nueva que escucharemos a continuación.
Oración universal
1. Por la Iglesia, empujada, como Cristo, por el Espíritu, al desierto de la Cuaresma: para que se vea fortalecida en la lucha contra las fuerzas del mal. Roguemos al Señor.
2. Por todos los cristianos: para que esta Cuaresma sea un tiempo de conversión. Roguemos al Señor.
3. Por los difuntos, especialmente los de nuestras familias y nuestra Parroquia (se dice el nombre de la parroquia): para que pronto vean el rostro del Señor. Roguemos al Señor.
4. Por los grupos y las personas interesados en la conservación de la naturaleza y en la preservación del ambiente: para que perseveren en la llamada de atención a la responsabilidad de todos. Roguemos al Señor.
5. Para que reine la paz en la humanidad y entre nosotros. Roguemos al Señor
6. Por cada uno de nosotros aquí reunidos, que queremos entrar en la Cuaresma: para que podamos vivir la experiencia del encuentro con Dios en Cristo, creamos y nos convirtamos sinceramente. Roguemos al Señor.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 252)
Bendito seas, Señor, Dios Padre nuestro, por la oportunidad que nos concedes al comienzo de este camino hacia la pascua. Lo recorremos con Cristo hasta el final. En el pregón inicial del Reino él nos avisa: Conviértanse y crean la buena nueva.
Ayúdanos, Señor, a convertir nuestros corazones Del materialismo consumista, de la religión interesada Y de la tiranía de los ídolos nuestros que nos dominan, Para ir secando el manantial del pecado en nuestra vida.
Así, convertidos al cumplimiento de tu voluntad Y renovados en la fe y promesas de nuestro bautismo, Alcanzaremos los objetivos del ejercicio de la cuaresma.
Amén. Formato para imprimir
Cuaresma a la vista www.scalando.com/Cuaresma.htm
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Mensaje del Papa para la Cuaresma 2009
22 de Febrero, 2009, 22:31
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Misioneros Redentoristas de la Provincia de San Juan |

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Puerto Rico |
 
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Cuaresma 2009 |
Ciclo B |
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"Volvamos nuestros ojos y nuestra vida a Dios" |
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Reflexiones para la Cuaresma | |
"Jesús, después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre" (Mt 4,2)
¡Queridos hermanos y hermanas!
Al comenzar la Cuaresma, un tiempo que constituye un camino de preparación espiritual más intenso, la Liturgia nos vuelve a proponer tres prácticas penitenciales a las que la tradición bíblica cristiana confiere un gran valor —la oración, el ayuno y la limosna— para disponernos a celebrar mejor la Pascua y, de este modo, hacer experiencia del poder de Dios que, como escucharemos en la Vigilia pascual, “ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos” (Pregón pascual). En mi acostumbrado Mensaje cuaresmal, este año deseo detenerme a reflexionar especialmente sobre el valor y el sentido del ayuno. En efecto, la Cuaresma nos recuerda los cuarenta días de ayuno que el Señor vivió en el desierto antes de emprender su misión pública. Leemos en el Evangelio: “Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre” (Mt 4,1-2). Al igual que Moisés antes de recibir las Tablas de la Ley (cfr. Ex 34, 8), o que Elías antes de encontrar al Señor en el monte Horeb (cfr. 1R 19,8), Jesús orando y ayunando se preparó a su misión, cuyo inicio fue un duro enfrentamiento con el tentador.
Podemos preguntarnos qué valor y qué sentido tiene para nosotros, los cristianos, privarnos de algo que en sí mismo sería bueno y útil para nuestro sustento. Las Sagradas Escrituras y toda la tradición cristiana enseñan que el ayuno es una gran ayuda para evitar el pecado y todo lo que induce a él. Por esto, en la historia de la salvación encontramos en más de una ocasión la invitación a ayunar. Ya en las primeras páginas de la Sagrada Escritura el Señor impone al hombre que se abstenga de consumir el fruto prohibido: “De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio” (Gn 2, 16-17). Comentando la orden divina, San Basilio observa que “el ayuno ya existía en el paraíso”, y “la primera orden en este sentido fue dada a Adán”. Por lo tanto, concluye: “El ‘no debes comer’ es, pues, la ley del ayuno y de la abstinencia” (cfr. Sermo de jejunio: PG 31, 163, 98). Puesto que el pecado y sus consecuencias nos oprimen a todos, el ayuno se nos ofrece como un medio para recuperar la amistad con el Señor. Es lo que hizo Esdras antes de su viaje de vuelta desde el exilio a la Tierra Prometida, invitando al pueblo reunido a ayunar “para humillarnos —dijo— delante de nuestro Dios” (8,21). El Todopoderoso escuchó su oración y aseguró su favor y su protección. Lo mismo hicieron los habitantes de Nínive que, sensibles al llamamiento de Jonás a que se arrepintieran, proclamaron, como testimonio de su sinceridad, un ayuno diciendo: “A ver si Dios se arrepiente y se compadece, se aplaca el ardor de su ira y no perecemos” (3,9). También en esa ocasión Dios vio sus obras y les perdonó.
En el Nuevo Testamento, Jesús indica la razón profunda del ayuno, estigmatizando la actitud de los fariseos, que observaban escrupulosamente las prescripciones que imponía la ley, pero su corazón estaba lejos de Dios. El verdadero ayuno, repite en otra ocasión el divino Maestro, consiste más bien en cumplir la voluntad del Padre celestial, que “ve en lo secreto y te recompensará” (Mt 6,18). Él mismo nos da ejemplo al responder a Satanás, al término de los 40 días pasados en el desierto, que “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4). El verdadero ayuno, por consiguiente, tiene como finalidad comer el “alimento verdadero”, que es hacer la voluntad del Padre (cfr. Jn 4,34). Si, por lo tanto, Adán desobedeció la orden del Señor de “no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal”, con el ayuno el creyente desea someterse humildemente a Dios, confiando en su bondad y misericordia.
La práctica del ayuno está muy presente en la primera comunidad cristiana (cfr. Hch 13,3; 14,22; 27,21; 2Co 6,5). También los Padres de la Iglesia hablan de la fuerza del ayuno, capaz de frenar el pecado, reprimir los deseos del “viejo Adán” y abrir en el corazón del creyente el camino hacia Dios. El ayuno es, además, una práctica recurrente y recomendada por los santos de todas las épocas. Escribe San Pedro Crisólogo: “El ayuno es el alma de la oración, y la misericordia es la vida del ayuno. Por tanto, quien ora, que ayune; quien ayuna, que se compadezca; que preste oídos a quien le suplica aquel que, al suplicar, desea que se le oiga, pues Dios presta oído a quien no cierra los suyos al que le súplica” (Sermo 43: PL 52, 320, 332).
En nuestros días, parece que la práctica del ayuno ha perdido un poco su valor espiritual y ha adquirido más bien, en una cultura marcada por la búsqueda del bienestar material, el valor de una medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo. Está claro que ayunar es bueno para el bienestar físico, pero para los creyentes es, en primer lugar, una “terapia” para curar todo lo que les impide conformarse a la voluntad de Dios. En la Constitución apostólica Pænitemini de 1966, el Siervo de Dios Pablo VI identificaba la necesidad de colocar el ayuno en el contexto de la llamada a todo cristiano a no “vivir para sí mismo, sino para aquél que lo amó y se entregó por él y a vivir también para los hermanos” (cfr. Cap. I). La Cuaresma podría ser una buena ocasión para retomar las normas contenidas en la citada Constitución apostólica, valorizando el significado auténtico y perenne de esta antigua práctica penitencial, que puede ayudarnos a mortificar nuestro egoísmo y a abrir el corazón al amor de Dios y del prójimo, primer y sumo mandamiento de la nueva ley y compendio de todo el Evangelio (cfr. Mt 22,34-40).
La práctica fiel del ayuno contribuye, además, a dar unidad a la persona, cuerpo y alma, ayudándola a evitar el pecado y a acrecer la intimidad con el Señor. San Agustín, que conocía bien sus propias inclinaciones negativas y las definía “retorcidísima y enredadísima complicación de nudos” (Confesiones, II, 10.18), en su tratado La utilidad del ayuno, escribía: “Yo sufro, es verdad, para que Él me perdone; yo me castigo para que Él me socorra, para que yo sea agradable a sus ojos, para gustar su dulzura” (Sermo 400, 3, 3: PL 40, 708). Privarse del alimento material que nutre el cuerpo facilita una disposición interior a escuchar a Cristo y a nutrirse de su palabra de salvación. Con el ayuno y la oración Le permitimos que venga a saciar el hambre más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios.
Al mismo tiempo, el ayuno nos ayuda a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos. En su Primera carta San Juan nos pone en guardia: “Si alguno que posee bienes del mundo, ve a su hermano que está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?” (3,17). Ayunar por voluntad propia nos ayuda a cultivar el estilo del Buen Samaritano, que se inclina y socorre al hermano que sufre (cfr. Enc. Deus caritas est, 15). Al escoger libremente privarnos de algo para ayudar a los demás, demostramos concretamente que el prójimo que pasa dificultades no nos es extraño. Precisamente para mantener viva esta actitud de acogida y atención hacia los hermanos, animo a las parroquias y demás comunidades a intensificar durante la Cuaresma la práctica del ayuno personal y comunitario, cuidando asimismo la escucha de la Palabra de Dios, la oración y la limosna. Este fue, desde el principio, el estilo de la comunidad cristiana, en la que se hacían colectas especiales (cfr. 2Co 8-9; Rm 15, 25-27), y se invitaba a los fieles a dar a los pobres lo que, gracias al ayuno, se había recogido (cfr. Didascalia Ap., V, 20,18). También hoy hay que redescubrir esta práctica y promoverla, especialmente durante el tiempo litúrgico cuaresmal.
Lo que he dicho muestra con gran claridad que el ayuno representa una práctica ascética importante, un arma espiritual para luchar contra cualquier posible apego desordenado a nosotros mismos. Privarnos por voluntad propia del placer del alimento y de otros bienes materiales, ayuda al discípulo de Cristo a controlar los apetitos de la naturaleza debilitada por el pecado original, cuyos efectos negativos afectan a toda la personalidad humana. Oportunamente, un antiguo himno litúrgico cuaresmal exhorta: “Utamur ergo parcius, / verbis, cibis et potibus, / somno, iocis et arctius / perstemus in custodia – Usemos de manera más sobria las palabras, los alimentos y bebidas, el sueño y los juegos, y permanezcamos vigilantes, con mayor atención”.
Queridos hermanos y hermanas, bien mirado el ayuno tiene como último fin ayudarnos a cada uno de nosotros, como escribía el Siervo de Dios el Papa Juan Pablo II, a hacer don total de uno mismo a Dios (cfr. Enc. Veritatis Splendor, 21). Por lo tanto, que en cada familia y comunidad cristiana se valore la Cuaresma para alejar todo lo que distrae el espíritu y para intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo. Pienso, especialmente, en un mayor empeño en la oración, en la lectio divina, en el Sacramento de la Reconciliación y en la activa participación en la Eucaristía, sobre todo en la Santa Misa dominical. Con esta disposición interior entremos en el clima penitencial de la Cuaresma. Que nos acompañe la Beata Virgen María, Causa nostræ laetitiæ, y nos sostenga en el esfuerzo por liberar nuestro corazón de la esclavitud del pecado para que se convierta cada vez más en “tabernáculo viviente de Dios”. Con este deseo, asegurando mis oraciones para que cada creyente y cada comunidad eclesial recorra un provechoso itinerario cuaresmal, les imparto de corazón a todos la Bendición Apostólica.
Vaticano, 11 de diciembre de 2008
BENEDICTUS PP. XVI
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Encuentros para vivir mejor la Cuaresma
19 de Febrero, 2009, 9:54
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Cuaresma 2009 |
Ciclo B |
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"Volvamos nuestros ojos y nuestra vida a Dios" |
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Les hago llegar estos Encuentros Bíblicos para ayudarles a reflexionar en familia y / o con sus vecinos durante este tiempo de cuaresma. Estas reflexiones no son para ser leídas a nivel personal sino en comunidad para construir y fortalecer la familia y la comunidad cristiana. Son un medio para vivir mejor la cuaresma 2009. Pueden ayudarnos en tiempo de misión.
Les exhorto, por tanto, escoger un día fijo en la semana e invitar a algunos de sus vecinos. Recuerde que estos Encuentros son meramente un medio para encontrarse y dialogar. Aún más importante que su contenido, el encuentro, el diálogo y la oración entre ustedes es lo que va a hacer la diferencia.
Es clave, para que se pueda dar un buen compartir, que todos/as tengan una palabra. Nadie es “maestro”; todos/as aprendemos unos de los otros. Aprendemos de los niños, de los jóvenes y de los mayores. ¡Escuchémonos unos a otros! La actitud de escucha nos ayudará a crecer.
He tratado de seguir la temática del evangelio de cada domingo de cuaresma del ciclo B. De esta manera, el Encuentro nos ayudará en las reflexiones del fin de semana. Vivamos esta Cuaresma 2009 de una manera especial.
Si este folleto te es útil, déjame saber. Tu evaluación del mismo es importante para mí.
¡Qué Dios les bendiga siempre y María del Perpetuo Socorro les proteja!
(Estos Encuentros se pueden usar en familia y / o con vecinos. La idea
es compartir y hacer la reflexión en comunidad.)

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Primer Encuentro: “Las Tentaciones, Jesús y Nosotros”
Segundo Encuentro: “La Transfiguración. . . La Cruz aparece en el horizonte”
Tercer encuentro “Jesús se enfrenta a sus enemigos en el templo”
Cuarto encuentro: “La Malicia de las Autoridades Religiosas - Jesús No Pide Permiso Para Actuar”
Quinto Encuentro: “Obediente hasta la muerte y muerte en Cruz”
Sexto encuentro: Pasión y muerte de Jesús: “Realmente este hombre es Hijo de Dios
Séptimo encuentro: la Resurrección de Jesús –“Él está en medio de nosotros”
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Homilia para el VII Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo B
16 de Febrero, 2009, 18:58
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EN CAMINO
Tiempo Ordinario, ciclo “B”
22 de febrero de 2009 VII Domingo
Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
LECTURAS:
- 1ra lect.: Is 43,18-19.21-22.24b-25
- Sal 140
- 2da lect.: 2Cor 1,18-22
- Evangelio: Mc 2,1-12
LA CASA
La casa representa la cercanía familiar y la intimidad del hogar (del latín fogar, fuego, calor). Aunque algunas veces nuestras casas se convierten en hoteles, donde habitan unas cuantas soledades que viven su propio mundo y sufren su propio drama, normalmente en casa nos sentimos seguros y dueños de nosotros mismos. En casa manejamos nuestro espacio y nuestro tiempo; podemos recibir a nuestros amigos, compartir una comida y escuchar una canción, leer un poema, contar una historia y tomar una copa de vino. En casa, bajo el mismo techo, vivimos con los nuestros más cercanos: pareja, hijos, hermanos, padres, u otras personas, a las que amamos, con las cuales, reímos y cantamos, peleamos, sufrimos y lloramos, jugamos, crecemos y resolvemos los problemas juntos.
Antes de que el rey David centralizara el culto, se llevara el Arca de la Alianza para Jerusalén y nombrara a Sadoq como sumo sacerdote para tener en sus manos el poder político y religioso de Israel, el culto se hacía primordialmente en las casas. El proyecto de Israel fue el proyecto de la casa, es decir, el proyecto familiar. Totalmente distinto al proyecto del palacio impuesto por el imperio Egipcio y las ciudades estado Cananeas. Israel empezó como pueblo, agrupando familias: la familia de Abrahan, la familia de Isaac, la Familia de Jacob, etc., que se unieron para construir una historia distinta, un proyecto alternativo: la confederación de tribus; el proyecto de la casa.
Jesús predicó algunas veces en las sinagogas y muy pocas veces en el templo, a donde básicamente fue a protestar contra la corrupción oficial. Casi siempre lo encontramos en las plazas, en la playa, en los caminos y por supuesto: en la casa. Hizo de la casa de Cafarnaum, en la costa noroeste del Mar de Galilea o Lago de Tiberíades, un lugar de encuentro, de amistad, de intimidad y de acogida, donde mostró el rostro misericordioso de Dios.
No sabemos con certeza de quién era esa casa. Algunos suponen que era de su propiedad (Mt 4,13; Mc 2,1ss; 9,33) otros, que era de su amigo Simón, o de alguna otra persona que se la había prestado. Lo que sí vemos con claridad es que la casa estaba puesta al servicio de la causa. Allí se reunían para enseñar, para celebrar, para curar a la gente y descansar después de largas jornadas. Fuera ajena, de alguna familia o del mismo Jesús no es lo más importante, sino el hecho de que prestara un servicio comunitario.
El evangelio de hoy nos presenta a Jesús en casa. Había mucha gente que agrupada escuchaba su predicación. Había también un hombre paralítico que como tal, no podía valerse por sí mismo; iba donde lo llevaran. Más que un hombre es el mismo hombre, o sea la humanidad caída que, dominada por tantos males, no puede vivir en libertad debido a las fuerzas que la aplastan. Cuatro hombres querían propiciar el encuentro con Jesús, pero no podían a causa del gentío. Preguntémonos cuándo el gentío y el bullicio de la gente, las distracciones de nuestra sociedad, las ideologías y la influencia de los medios de comunicación (convertidos a veces en medios de distracción o de distorsión), nos impiden encontrarnos con los de nuestra casa y con Jesús.
En todo momento, particularmente en los difíciles, qué bueno tener y ser buenos amigos. Que bueno estar siempre dispuestos a dar lo mejor, a apoyar en todo, a hacer todo lo posible para que los problemas se solucionen y para propiciar el encuentro con aquel que tiene la capacidad para levantarnos de nuestras postraciones. Como personas somos limitados pero tenemos la gran oportunidad de conducirnos hacia Jesús, que puede transformar nuestra vida y hacer de nosotros personas nuevas, libres y seguras. Estos cuatro amigos del paralítico, hicieron todo lo posible, hasta desbaratar el techo de la casa, para llevarlo hacia Jesús. La curación se dio en este caso no solo por la fe del paralítico sino también por la de sus amigos. ¿Qué clase de amigos somos? ¿Qué clase de amigos tenemos?
Al anunciar el perdón de Dios para el paralítico, excluido por considerarlo pecador, Jesús liberó al hombre de su culpa, le quitó un peso psicológico y lo reintegró a la comunidad. Lo aceptó como hermano y le dio la oportunidad de levantarse. Pero aquí surgió un problema delicado porque estaba pisando muchos callos. Si este hombre de Galilea, sin autorización oficial, anunciaba el perdón de los pecados, sin ritos de purificación, sin tributos y dejando a un lado la pomposa y engañadora liturgia oficial, entonces estaba tumbando por la base las estructuras sobre las cuales se sostenía la religión judía. Además, les quitaba un negocio muy jugoso para los sacerdotes, levitas, escribas, doctores de la Ley y toda esa burocracia ‘sagrada’, que había convertido el templo en una cueva de bandidos, la fe en un mecanismo de exclusión y en una escalera para alcanzar títulos honoríficos, con los cuales pretendían llenar su vacío existencial y su bajeza humana. Ellos tuvieron ‘razones suficientes’ para perseguirlo hasta la muerte: “Poderoso caballero es Don Dinero” (Francisco de Quevedo y Villegas).
A pesar de lo peligroso para su seguridad, Jesús siguió adelante con su ministerio en defensa de la vida, especialmente de los excluidos, y ayudó a aquel hombre a descubrir su dignidad y el lugar donde debía estar. Le comunicó la gracia y el amor de Dios que lo reconstruía como ser humano y lo reconocía como hijo. Le brindó la confianza, la seguridad para levantarse y la alegría de vivir. ¿Y saben a dónde lo envió? A su casa. A sentir el calor del “fogar” y el amor de la familia, a construir el proyecto del Padre. El proyecto de la casa, el proyecto familiar.
¿Sobre qué base está sostenida nuestra fe? ¿Qué cuestionamientos haría Jesús de Nazaret a nuestras estructuras religiosas si viniera hoy? ¿Estamos construyendo el Proyecto de la Casa (familiar, cercano e incluyente) o el Proyecto del Palacio (imperial, lejano y excluyente)?¿Nuestras Iglesias se parecen a las frías sinagogas y al templo de Jerusalén convertido en cueva de bandidos o se parecen a la casa de Jesús, en la cual recibía a todo aquel que lo buscaba con sinceridad? ¿Nuestras familias, iglesias y comunidades, en medio de sus limitaciones humanas, son realmente un espacio que posibilita el encuentro con Jesús, la vida en el espíritu y la comunicación del amor?
Formato para imprimir Comentarios al autor: neptalidv@yahoo.com
Llegó la Cuaresma: www.scalando.com/Cuaresma.htm
Cadena de oración: http://www.scalando.com/orando.htm
Comparto contigo este cuento, está muy bueno. Te puede gustar: http://www.scalando.com/Cuentos/damian_y_la_frutilla.htm
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Año Paulino
Apóstol san Pablo, maestro de los gentiles, ayúdanos a vivir de fe, a salvarnos por sla esperanza y a que reine en nosotros el amor. Aquí hay más info
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Moniciones para el viernes y sábado después de ceniza
16 de Febrero, 2009, 9:43
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Moniciones para la Misa
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
Viernes después de Ceniza
El ayuno que Dios quiere
27 de febrero de 2009
Monición de entrada:
¿Cuál es ayuno que tu quieres, Señor? El ayuno que yo quiero es éste: abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libre a los oprimidos, romper todos los cepos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que va desnudo y no cerrarte a tu propia carne. Entonces nacerá una luz como la aurora. Con este ayuno en mente nos disponemos para empezar nuestra liturgia de hoy.
Primera lectura: Is 58, 1-9a (El ayuno que Dios quiere)
La primera lectura de hoy nos presenta una violenta denuncia del formalismo religioso que no que no compromete al hombre, a pesar de las prácticas cultuales y piadosas. Escuchen atentamente para saber cuál es ayuno que Dios quiere.
Segunda lectura: Mt 9, 14-15 (Ayunarán cuando se lleven al novio)
La penitencia cuaresmal y ordinaria que Dios nos pide es, según las orientaciones de la palabra bíblica de hoy, compartir lo nuestro con los hermanos, especialmente los más pobres. De pie, por favor para escuchar la Buena Nueva de hoy.
Oración universal
1. Para que la Iglesia muestre a todos con sus obras e instituciones la misericordia con que Dios nos trata. Roguemos al Señor.
2. Para que los adeptos a todas las religiones de la tierra no caigan en la tentación de guardar sin más las formas externas. Roguemos al Señor.
3. Para que cuantos tienen autoridad sobre los demás sientan que están a su servicio, para el bien y la libertad. Roguemos al Señor.
4. Para que todos nosotros comprendamos el sentido y la exigencia del ayuno cuaresmal y de toda práctica religiosa. Roguemos al Señor.
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Moniciones para la Misa
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Sáado después de Ceniza
El Dios de la misericordia
28 de febrero de 2009
Monición de entrada:
El Señor continúa llamándonos hoy a nosotros. Me llama a mí personalmente. Yo quiero mejorar en esta cuaresma, quiero saltar lastre para seguir al Señor con absoluta disponibilidad y alegría. Cantemos para dar inicio a esta liturgia.
Primera lectura: Is 58, 9b-14 (Partir el pan con el hambriento)
Hoy continuamos, en la primera lectura, el mismo tema de la de ayer, con la que forma una unidad. El profeta acentúa la observancia sincera del sábado, sin hipocresía ni intereses bastardos. Hay detrás del texto una afirmación de la dimensión social de la auténtica religión que agrada al Señor.
Segunda lectura: Lc 5, 27-32 (Vocación de Mateo, el publicano)
El texto evangélico de hoy contrapone la actitud de Jesús, que en la persona del publicano Leví –el futuro apóstol Mateo- llama a los pecadores a la conversión, y la actitud discriminatoria y autosuficiente de los fariseos y letrados. De pie, por favor para escuchar la Buena Nueva de hoy.
Oración universal
5. Para que el Papa, los obispos, sacerdotes y diáconos sean luz para cuantos de alguna manera se benefician du su ministerio. Roguemos al Señor.
6. Para que los que ejercen algún poder sobre los demás destierren lejos de sí toda forma de opresión, de amenaza, de injusticia. Roguemos al Señor.
7. Para que los que disfrutan de bienes de la tierra sepan compartir con los que padecen hambre o necesidad. Roguemos al Señor.
8. Para que todos nosotros sepamos reconstruir y levantar las débiles esperanzas de nuestros hermanos y nunca las aplastemos con dureza de corazón. Roguemos al Señor.
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Para vivir la Cuaresma
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Moniciones para el miércoles de ceniza y jueves después de ceniza
16 de Febrero, 2009, 9:43
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Moniciones para la Misa
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
Miércoles de Ceniza
En camino hacia la Pascua
25 de febrero de 2009
Monición de entrada:
Hermanos en Cristo. Hoy las Iglesias cristianas comienzan el gran tiempo de gracia: CUARESMA. El tiempo de Cuaresma nos invita a renovar nuestro compromiso bautismal por medio de la oración más profunda, penitencia individual y social, ayuno y arrepentimiento por nuestros pecados. Tiempo que nos prepara para la gran fiesta: la Pascua. Con espíritu humilde, empecemos nuestra liturgia cantando el himno de entrada.
Primera lectura: Joel 2, 12-18 (Conviértanse al Señor, su Dios)
En la primera lectura que escucharemos hoy, el profeta Joel nos hace una intensa llamada a la conversión. Es un movimiento de retorno al Dios creador y Salvador por medio de la oración, el ayuno y los actos de penitencia. Escuchemos.
Segunda lectura: 2 Cor 5, 20-6,2 (Ahora es tiempo de gracia y salvación)
En el siguiente texto, San Pablo nos ofrece algunos pensamientos muy profundos. Cristo no cometió pecado, pero por nosotros cargó con todos los pecados de la humanidad y nos invita a la reconciliación: “Déjense iluminar por Dios”. También él dice que “Ahora es el tiempo de gracia. Pongan atención.
Tercera lectura: Mt 6,16.16-18 (Limosna, oración y ayuno)
El Evangelio de hoy trae el tema de la verdadera religiosidad, el nuevo espíritu que debe animar al cristiano. Cristo nos insiste e la interioridad de espíritu cuando practicamos ayuno, oración y damos limosna. Pongamos atención a este pasaje de la montaña.
Oración Universal
1. Por la Iglesia; para, escuchando la palabra de Dios y perseverando en la oración, llegue a celebrar con sinceridad la Pascua. Roguemos al Señor.
2. Por los que sufren hambre; para que nuestro ayuno de este día les procure el alimento necesario. Roguemos al Señor.
3. Por los que viven sin fe; para que abran su corazón al don de la fe. Roguemos al Señor.
4. Por nosotros, que hemos recibido la ceniza; para que tomemos en serio la oración, la limosna y el ayuno, comprendiendo su sentido, y no echemos en saco roto la gracia de Dios. Roguemos al Señor.
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Jueves después de Ceniza
El secreto de la Cuaresma
26 de febrero de 2009
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¿Cuál es el secreto de la Cuaresma? Este: perder la vida para ganarla, como Cristo, en plena solidaridad con él. Ayer decíamos que hemos comenzado el camino hacia la Pascua. Hoy nos dice el Maestro que para alcanzar esa meta con él debemos renunciar a algo, más todavía, renunciar a nosotros mismos. Dispongamos nuestro espíritu y nuestro corazón para dar inicio a esta celebración.
Primera lectura: Dt 30, 15-20 (Elegir entre bendición y maldición)
La primera lectura de hoy está tomada del tercer discurso que el Deuteronomio pone en boca de Moisés. Dos caminos totalmente diferentes e incompatibles se presentan ante Israel: vida o muerte, bendición o maldición. Presten mucha atención, nos toca a nosotros hacer la elección.
Segunda lectura: Lc 9, 22-25 (El que pierda su vida por mí, la ganará)
En el Evangelio que pronto vamos a escuchar, Cristo viene a decir a sus discípulos que ser cristiano tiene un alto precio, porque no es un titulo honoris causa. Escuchen bien para descubrir las condiciones.
Oración universal
1. Para que la Iglesia sea como el árbol plantado al borde de la acequia, que da fruto en su sazón. Roguemos al Señor.
2. Para que todos los seres humanos comprendan que sólo salva su vida el que sabe entregarla generosamente por Dios y por los demás. Roguemos al Señor.
3. Para que los que ejercen poder o autoridad sobre las personas y los pueblos, ante los conflictos, opten siempre por las soluciones que llevan a una vida humana en condiciones dignas. Roguemos al Señor.
4. Para que surjan las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal y tengamos buenos discípulos y misioneros. Roguemos al Señor.
5. Para que nosotros también nos decidamos a seguir a Cristo, cargando con la cruz de cada día. Roguemos al Señor.
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Moniciones para el VII Domigo del Tiempo Ordinario- Ciclo B
15 de Febrero, 2009, 22:14
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Moniciones para la Misa
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
Moniciones para el VII Domingo Ordinario - Ciclo B
Tus pecados quedan perdonados.
22 de febrero de 2009
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Toda la palabra de Dios es creadora, pero congratula de una manera especial que el Señor al crear todo lo haga nuevo. Él siempre transforma y hace renacer. Cuando optamos por seguir a Cristo desde la fe, enseguida aparece la idea que esta fe no es una ilusión que se desvanece, ni un entusiasmo momentáneo. Es un sí desde lo profundo del corazón. Es el reconocimiento de ese poder sanador de Cristo, que quita el pecado del mundo. Es tomar conciencia que Él ha entregado su Cuerpo y su Sangre por la remisión de nuestros pecados. Por eso es un momento importante para dar un salto, ponernos en pie, y como el paralítico, dar gloria a Dios por todo lo que hace por nosotros. Puestos de pie, recibiremos a los ministros de esta eucaristía cantando con alegría.
Primera lectura: Is 43, 18-19.21-22.24b-25 (Por mi cuenta borraba tu crímenes)
La profecía de Isaías, que conforma nuestra primera lectura de hoy, es un mensaje de esperanza sobre la generosidad de Dios, que se adelanta incluso a los sentimientos nobles de los hombres de buena voluntad. También, como no, al arrepentimiento de los pecadores, poniéndoles en línea a recuperar su amistad. Texto interesante este del Capítulo 43 del Profeta Isaías que vamos a escuchar a continuación y que debemos meditar en nuestro interior. Pongan atención.
Segunda lectura: 1I Cor 1,18-22 (Jesús no fue sí y no, sino siempre sí)
Comenzamos hoy la lectura de la Segunda Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios y que estaremos leyendo hasta el domingo catorce de este tiempo ordinario, después, incluso, de la interrupción que la liturgia hace de este tiempo con la llegada de la Cuaresma. Esta carta, toda ella, es un ejercicio de sinceridad total por parte de Pablo y una de las más llamativas de las escritas por el Apóstol de los Gentiles. Escuchen con atención este mensaje.
Tercera lectura: Mc 2,1-12 El Hijo del hombre puede perdonar pecados)
San Marcos, en el Evangelio, nos narra el último de los milagros de Jesús de los que hemos ido escuchando en los domingos anteriores y que es una formidable catequesis bautismal para todos aquellos que deseaban acercarse al seguimiento de Jesús. Lo importante de la curación del paralítico es su salvación integral que beneficia a alma y cuerpo y por la cual sus males físicos y sus pecados desaparecen. Y eso hemos de tenerlo en cuenta nosotros, aquí y ahora: la medicina que nos ofrece Jesús en la Eucaristía nos sana del todo. Tengámoslo en cuenta. De pie para entonar el aleluya, antes de escuchar la Buena Nueva.
Oración universal
A cada invocación ustedes contestarán: SEÑOR, APAGA LA SED DE TU PUEBLO
1.- Por el Papa, los obispos y sacerdotes, para que sigan mostrando al mundo la novedad del mensaje de Amor que nos trajo Jesucristo. OREMOS.
2. - Por los enfermos, los desplazados, los que viven en soledad, para que sientan que la Iglesia los acoge y acompaña en su sufrimiento. OREMOS.
3.- Por la paz en todos los países, ciudades, familias y personas de la tierra. OREMOS.
4...- Por todos los que trabajan en las parroquias y movimientos cristianos, para que tengan la misma actitud de servicio que tuvo Jesús en su vida. OREMOS.
5.- Por todos los cristianos que dejaron este mundo, acógelos, Padre, en tu morada eterna. OREMOS.
6.- Por los que celebramos esta eucaristía, para que al compartir tu mesa nos sintamos más unidos a Cristo y a los hermanos. OREMOS.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 325)
Hoy te bendice nuestro corazón, Dios del perdón y del amor,
Porque en Cristo y por la Iglesia nos reconcilias contigo.
Estábamos rotos por el pecado y doblados por el peso de la culpa,
Pero tú alientas a los que paraliza y atenaza el egoísmo estéril,
La mezquindad y el error, la desesperanza y el desamor.
Gracias, Señor, porque, aunque traicionamos muchas veces
Nuestro bautismo, tú no nos rechazas para siempre sino que
Nos invitas a levantarnos y caminar al ritmo de tu amor de Padre.
Reconcílianos, Señor, contigo y con los hermanos;
Haznos sentir el gozo y la alegría de tu perdón que regenera,
Y concédenos un puesto en la ancha mesa de tu fiesta.
Amén.
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Damián y la frutilla
15 de Febrero, 2009, 22:14
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Era el día del cumpleaños de Damián, y, por la tarde, sus compañeros del colegio y algunos chicos del barrio iban a ir a su casa. La mamá, había trabajado durante muchos días, organizando jugos con premios y regalos para todos los invitados. Ella misma había fabricado unos recuerdos con la silueta de un animalito y un imán para colocar en la nevera (en algunos pueblos dicen heladera). También había armado unas guirnaldas de múltiples colores y un cartel de bienvenida para colocar en la puerta.
Damián se encargó de escribir, una por una, las invitaciones para sus amigos, con la mejor letra que le salía.
Además acompañó a su mamá al supermercado para comprar papas fritas, salchichas y panes, jugos y refrescos. Y no se olvidaron de los elementos necesarios para hacer un exquisito bizcocho (torta dicen por otros lados) de chocolate, dulce de leche y frutillas
Los otros miembros de la familia inflaron los globos y adornaron la casa.
La noche anterior a la fiesta, la mamá hizo el bizcocho. Preparó la masa y se quedó cerquita del horno hasta que estuvo a punto.
La decoración la dejó para hacerla al día siguiente, por la mañana. Mientras sus hijos dormían, batió la crema, rellenó el bizcochuelo con dulce de leche y la cubrió de crema y frutillas. ¡Estaba espectacular! Cuando Damián se despertó, no lo podía creer. ¡Era el bizcocho más lindo que había visto! ¡Qué frutillas!
La mamá, al observar su rostro, le dijo:
-¡Ojo!, Damián, no vayas a meter el dedo en la crema del bizcocho. Tiene que quedar así hasta la hora de tu cumpleaños.
-¿Ni un poquito? Mira, mamá, mira, por ese costado sobra un poco de crema y esa frutilla parece que sobra. ¿No?
No, Damián, por favor no toques nada. Aguántate para que después puedas soplar las velitas, y saquemos la foto con el bizcocho en buen estado.
Inmediatamente la puso sobre la mesa, cerca de la ventana para que se mantuviera fresca y Damián se fue a jugar al patio. Eso sí, de vez en cuando se acercaba para mirar. A veces, la mano parece que se le movía sola hasta la frutilla que, según él, sobraba en un costado.
Después del almuerzo se puso a ver un programa de televisión para esperar la hora de la fiesta. Pero no dejaba de pensar en esa frutilla.
En un momento dado, no aguantó más
El aroma que llegaba hasta su nariz parecía que lo arrastraba hasta e bizcocho. Y fue la cocina.
Parado a un costado de la mesa, no pudo impedir que su mano se estirara hasta agarrar la frutilla que lo “llamaba y le decía ¡Cómeme!, ¿no ves que estoy de más? Nadie se va a dar cuenta”.
Damián no pudo resistir la tentación y se comió esa frutilla junto con una buena porción de crema.
Más tarde, fueron llegando sus compañeros, hicieron los juegos, cantaron y se divirtieron hasta que llegó la hora de soplar las velitas. Damián estaba preocupado. Sin embargo, nadie podría notar su travesura. Él era el único que no podía disfrutar del cumpleaños pensando en lo que había hecho.
-¡Damián! Levántate, tienes que lavarte la cara y vestirte. Ya están por llegar tus amigos.
Damián se había quedado dormido mirando televisión. Se levantó como un resorte y fue corriendo hasta la cocina para ver el bizcocho. La frutilla estaba en su lugar. ¡Todo había sido un sueño!
¿A qué llamamos tentación?
¿Cuáles son las tentaciones más habituales que tenemos?
¿Cómo se puede evitar caer en las tentaciones?
¿Qué valores de nuestra personalidad podemos anteponer frente a las tentaciones?
¿Pedimos ayuda (a los amigos, familiares, docentes) cuando tenemos tentación o preferimos encontrarnos en la idea que solos podemos superarla?
(Tomado de: María Inés Casalá-Juan Carlos Pisano, Cuentos rápidos para trabar valores, Ed. San Pablo, Argentina, 2004)
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