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Moniciones para el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor - Ciclo B
31 de Marzo, 2009, 21:43
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Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com |

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Haz para ver las lecturas del día: |
- Procesión: Mc 11, 1-10
- Ira lect. Is 50, 4-7
- Sal 21
- 2da lect.: Fil 2, 6-11
- Evangelio: Mc 14, 1-15,17 |
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"El secreto de la pasión de Cristo" |
5 de abril del 2009
Monición de entrada:
Queridos hermanos en Cristo: empezamos hoy la Semana Santa, esta es una semana solemne en la que queremos vivir con Cristo, su Pasión, Muerte y Resurrección. Hoy recordamos la entrada victoriosa de Cristo en Jerusalén para consumar su misterio Pascual. También leemos la Pasión en donde Cristo, el Siervo, cumple su misión de Servidor, entregando su vida al servicio de todos nosotros. Hoy acompañaremos al Señor, que misteriosamente está presente con nosotros; con las palmas en las manos, con cantos en nuestra boca y una gran alegría en el corazón, recibamos al Mesías pobre y humilde como nuestro Rey y nuestro Salvador.
Primera lectura: Is 50, 4-7 (El siervo paciente del Señor)
El profeta Isaías nos hablará del siervo que se entrega al servicio de todos nosotros. Cristo es el siervo fiel que sufrió para salvarnos. En la lectura se menciona: “El Señor me ha abierto el oído”. Pidamos que Dios nos abra el corazón para recibir el mensaje que Dios quiere comunicarnos en esta primera lectura.
Segunda lectura: Fil 2, 6-11 (Se rebajó a sí mismo; por eso Dios lo exaltó)
El apóstol Pablo nos invita a seguir a Jesús en su Pasión, humillado y despreciado por la gente, le veremos exaltado a la derecha el Padre. Nosotros también debemos humillarnos con Él para que podamos participar en su gloria. Escuchemos.
Tercera lectura: Mc 14, 1-15, 17 (Pasión de nuestro Señor)
En la pasión según san Marcos que es la que se lee en este ciclo litúrgico, vemos que Cristo como el Siervo obediente murió y triunfó sobre los poderes de las tinieblas. Por sus humillaciones y sufrimientos Cristo fue exaltado. Por su muerte tenemos vida. Hermanos, pongamos atención y escuchemos con reverencia este gran mensaje de amor.
Oración universal
A cada invocación ustedes respondan por favor: “Por la Pasión de tu Hijo, escúchanos, Señor”.
1. Por la Santa Iglesia: para que viviendo en la fe el misterio de la Pasión, recoja del árbol de la cruz el fruto de la esperanza. Roguemos al Señor.
2. Por todos aquellos que no creen: para que como el centurión al pie de la cruz , vean en la muerte redentora de Cristo el signo incontrastable de la gloria divina. Roguemos al Señor.
3. Por los inocentes y perseguidos, y por los que se escandalizan a causa de las injusticias: para que no decaiga su certeza pascual de la victoria del bien sobre el mal. Roguemos al Señor.
4. Por los agonizantes: para que sientan junto a ellos la presencia del siervo obediente que, muriendo en la cruz, confió su espíritu a las manos del Padre. Roguemos al Señor.
5. Por todos nosotros: para que aprendamos en la escuela del Señor a vivir cada día en plena adhesión a la voluntad divina y a compartir la enfermedad y el sufrimiento del prójimo. Roguemos al Señor.
6. Por los países en guerra y en conflictos internos: para que reina la paz y la concordia. Roguemos al Señor.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 264)
Bendito seas, Padre, porque, llegada su hora,
Cristo fue el grano de trigo que, al morir, da fruto abundante,
El sol que agoniza en la tarde y resucita en el alba,
El ramo de olivo que supera el invierno inclemente
La luz que vence la sombra, y el amor que derrota el odio.
Créanos, Señor, un corazón nuevo para una alianza nueva,
Y renuévanos por dentro con la fuerza de tu Espíritu Santo,
Para que, convertidos en hijos de la luz, en hijos tuyos,
Vivamos tu ley de amor con un talante alegre y renovado.
Así podrán los demás ver el rostro de Cristo reflejado
En nosotros, y glorificar por siempre tu nombre de Padre. Amén
Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno. Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.
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Los redentoristas son apóstoles de fe robusta, de esperanzas alegre, de ardiente caridad y celo encendido. No presumen de sí y practican la oración constante como hombres apostólicos e hijos genuinos de San Alfonso, siguen gozosamente a Cristo Salvador, participan de su misterio y lo anuncian con la sencillez evangélica de su vida y de su palabra, y por la abnegación de sí mismos se mantienen disponibles para todo lo arduo a fin de llevar a todos la redención la redención Copiosa de Cristo.
(Const # 20)
Los redentoristas son apóstoles de fe robusta, de esperanzas alegre, de ardiente caridad y celo encendido. No presumen de sí y practican la oración constante como hombres apostólicos e hijos genuinos de San Alfonso, siguen gozosamente a Cristo Salvador, participan de su misterio y lo anuncian con la sencillez evangélica de su vida y de su palabra, y por la abnegación de sí mismos se mantienen disponibles para todo lo arduo a fin de llevar a todos la redención la redención Copiosa de Cristo.
(Const # 20)
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Homilia para el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor
31 de Marzo, 2009, 21:27
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En Camino
Homilía para el Domingo |

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Semana Santa |
Domingo de Ramos |
¡Hosanna!
Para cualquier judío, llegar a Jerusalén representaba una inmensa alegría. Eran normales las caravanas de gentes de diferentes regiones que peregrinaban hacia Jerusalén con el fin de celebrar la fiesta de la pascua. Betania era algo así como la última estación a escasos 2.800 metros. Allí solían pasar la noche para madrugar, continuar y llegar por la mañana. Tomaban una ascensión de un kilómetro por la vertiente oriental del monte de los Olivos y luego un rápido descenso hacia la puerta dorada y el templo.
Aquella mañana de Nizán (mes en el que se celebraba la pascua), fue animada, como era común, por oraciones, cánticos y salmos de las caravanas, que manifestaban los deseos de libertad. La Pascua era fundamentalmente la fiesta de la liberación, en memoria de la Pascua (paso) de los israelitas desde Egipto hacia la tierra prometida.
Según la enseñanza de los rabinos, Dios habitaba fundamentalmente en el templo. Todos iban con la esperanza de encontrase con Dios, orar y tomar fuerzas para seguir viviendo. Entre las caravanas, y con toda la emoción por las cosas de su Padre, mezclada con la frustración de ver a su pueblo humillado por tantas fuerzas desintegradoras, iba Jesús con sus discípulos y discípulas. La cercanía del templo, la conmemoración de la pascua y todo su ambiente de fiesta, que hundía sus raíces en lo más profundo del inconciente colectivo del pueblo, hacía despertar las esperanzas des los peregrinos.
Cada vez que se acercaban subía más la emoción. A cualquiera se le ocurría gritar: ¡Hosanna! y todo el pueblo respondía: ¡Hosanna! Así como en una fiesta de bodas cualquiera puede gritar: ¡Que vivan los novios! Y todos responden: Que vivan. De pronto, alguien que conocía a Jesús, de manera espontánea clamó con voz fuerte: “¡Viva Jesús. Viva el rey de los judíos!” Y la emoción contagió a la gente que respondió a los gritos. El rumor se corría: “Aquí va el Mesías”. Probablemente los discípulos fueron los más entusiasmados y los que más animaron.
Los evangelistas lo presentan entrando en un borrico, en referencia del profeta Zacarías 9,9: “¡Salta de alegría, hija de Sión! ¡Lanza gritos de júbilo, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey. Es justo y protegido de Dios, sencillo y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino, hijo de asna”.
Jesús no fue recibido con aplausos y ramos en Jerusalén. Allí era un total desconocido. (Cuando lo fueron a detener, Judas tuvo que identificarlo con un beso - Mc 14,43-53). Fue la gente que lo acompañaba quien emocionada batió los ramos que solían llevar a la pascua, tendieron sus capas y gritaron ¡Hosanna! (que significa Yahvé salva). Fue una manifestación espontánea y un grito cargado de esperanza en medio de la crisis y de la humillación. En Jesús vieron reflejado al Mesías esperado, al Hijo de David, que los podía liberar del sometimiento criollo y extranjero.
Hace unos años, la entrada de Jesús a Jerusalén era interpretada por algunos teólogos como un intento por tomarse el poder político. Hoy esta hipótesis está descartada. Otros en el lado opuesto, la llaman entrada triunfal y le acomodan una música celestial entonada por ángeles, dándole un carácter meramente espiritual. “Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”, decía mi abuela.
No fue una toma del poder, eso era contrario al evangelio de Jesús. Además, si hubiera sido un intento de toma, inmediatamente habría intervenido el ejército romano siempre listo para actuar, más en tiempo de pascua cuando se reforzaba la guardia por los “normales” disturbios que se presentaban. Pero tampoco fue la entrada triunfal del rey del cielo que viniera rescatar las almas atrapadas por el diablo y conducirlas al cielo.
Fue una manifestación espontánea y pacífica. Es posible que entre quienes gritaron hubieran algunos guerrilleros celotes, o simpatizantes de estos, pues este era un grupo muy aceptado, sobre todo en Galilea, la tierra de Jesús. Pero no fue una manifestación violenta y menos un intento por tomarse el poder. Fue una manifestación religiosa que integraba la vida entera.
Jesús no fue una persona ingenua que aceptara todo poder. Él no estaba de acuerdo con el centro político romano (Mc 10,42; 12,47), pero no intentó suplantarlo para imponer otro, tal vez con los mismos vicios. ¡Claro que Jesús quería el cambio! y no solo el cambio religioso, sino también el cambio político, económico y social. Soñaba con un mundo nuevo, con una nueva organización que garantizara la justicia y el derecho: lo que él llamó el Reino de Dios. Pero la consecución de ese reino se lograba de manera procesual y pacífica.
Jesús asumió el compromiso del Siervo sufriente (Is 50,4-7 1ra lect.) que enfrenta la injusticia desde la debilidad de su humilde condición humana y confía en que Dios le da la fuerza para trasformar el sistema vigente. Como lo sugiere la carta a los Filipenses (2da lect.), Jesús no buscó la auto exaltación ni la vanagloria sino la transformación de la vida humana desde abajo, desde el servicio, desde el anonadamiento; es decir, desde el despojo de todo lo banal. Desde allí exaltó los valores que conducen a una humanidad renovada y renovadora.
En aquella época no se hablaba del “cuarto poder”, ni existían los imperios de la comunicación que manipulan la información a favor de sus dueños, como ahora. Pero con una destreza muy propia de los “periodistas” vendidos al sistema, la maquinaria que maniobraba los hilos del poder, aprovechó la ignorancia de la gente y su poca capacidad de crítica para venderle la idea de que, ese tal Jesús era un tipo peligroso. Entonces los mismos que lo aclamaron con Hosannas y ramos, y pusieron sus túnicas como alfombra para que pasara el “rey de Israel”, fueron quienes pidieron su muerte. ¡Qué peligro! Con alguna frecuencia personas o sociedades con muchos vacíos y graves desajustes psicológicos o fisiológicos, terminan odiando e incluso pidiendo o propinando la muerte a quienes han jurado “amor eterno”. Que no nos vaya a pasar lo mismo…
Mataron a Jesús… y si no fuera porque Dios le dió la razón, estaríamos recordando a un muerto más en la lista de tantos proscritos por el poder homicida. A un soñador más que sucumbió ante la aplastante realidad que mata el espíritu emancipado. Y esta sería una crónica más de una condena premeditada y de un juicio amañado. Pero no estamos hablando de un fracasado. Estamos hablando de aquel que murió y resucitó, y sigue vivo dándole la razón a los que luchan por la justicia y a los que no aceptan el poder que aplasta al inocente; a los que sueñan con una nueva humanidad y a los que esperan contra toda esperanza (Rom 4,18).
¡Hosanna por esa presencia viva!
Formato para imprimir Comentarios al autor: neptalidv@yahoo.com
Llegó la Cuaresma: www.scalando.com/Cuaresma.htm
Cadena de oración: http://www.scalando.com/orando.htm
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Homilia para el V Domingo del Tiempo de Cuaresma - Ciclo B
24 de Marzo, 2009, 21:34
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En Camino
Homilía para el Domingo |

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Tiempo de Cuaresma |
V Domingo |
LECTURAS:
- 1ra lect.: Jr 31,31-34
- Sal 50
- 2da lect.: Heb 5,7-9
- Evangelio: Jn 12,20-33
El libro de la consolación
Jeremías ejerció su ministerio por un periodo aproximado de 40 años, desde su llamamiento en el decimotercer año del reinado de Josías (626 a.C.) hasta la caída de Jerusalén en el 587 a.C. En esas cuatro décadas profetizó bajo los cinco últimos reyes de Judá: Josías, Joacaz, Joacim, Joaquín y Sedequías. Fue uno de los períodos más cruciales del pueblo.
El imperio dominante era Babilonia. Cuando el rey Joaquín llevaba sólo tres meses de mandato, por iniciativa de su padre incumplió algunos “acuerdos” con los babilonios y no aceptó someterse en todo al poder imperial. Esto desató la ira de Nabucodonosor, rey de Babilonia, quien invadió Jerusalén y la destruyó con todo lo que tenía dentro, incluido el templo, por supuesto. Al verse perdido, Joaquín se entregó y fue encarcelado durante 36 años. Nabucodonosor buscó un lacayo fiel y lo encontró en Sedequías, hijo menor de Josías a quien nombró como rey de Judá.
Un gran número de personas, las más competentes y productivas en sentido económico, fueron desarraigadas de su patria y llevadas a Babilonia. Otras tantas, las menos competentes, las dejaron en Israel.
En todo este proceso, el profeta Jeremías fue siempre fiel a su pueblo. No hizo parte de los exiliados sino del resto de Israel que se quedó en Judea. Por enfrentarse a los reyes, fue procesado en varias oportunidades, encarcelado y maltratado. Aunque tuvo contacto constante con el poder, no fue un “lagarto” que buscara quedar bien librado sin que le importara la suerte de su gente, ni un anárquico que sistemáticamente rechazara todo lo que viniera del gobierno. Apoyó a algunos reyes cuando sus políticas buscaban el bienestar del pueblo. Sintió profundamente su dolor y se buscó darle un mensaje de consolación y ánimo, tanto a los que se quedaron como a los exiliados.
Los expatriados vivieron el desarraigo de su tierra, la separación de algunas de sus familias, el sentimiento de abandono y la imposición de una nueva cultura dominante. Muchas personas que en Jerusalén pertenecían a la élite, en Babilonia fueron obreros rasos. Allí su nombre y tradición familiar no contaba; se veía qué sabían y cómo podían explotar su conocimiento para hacer más grande y poderoso el imperio.
Quienes se quedaron en Israel se encontraron sin gente preparada ya que a los más destacados se los habían llevado. Por ese motivo fueron apareciendo nuevos “gallitos” que asumían el poder con muy poca preparación, pocos deseos de servir y muchas ganas de mandar. Esto profundizó más la crisis. Los que se fueron y los que se quedaron se vieron sin templo y sin instituciones que garantizaran su sostenimiento como pueblo. Todo era un completo desorden.
En ese momento la experiencia de Dios no se podía basar en el templo ni en las demás instituciones, porque no existían. La gente conservaba la costumbre de ir a Jerusalén, pero sólo veía ruinas. En Judea quedó el pueblo ignorante; los sacerdotes, letrados y maestros de la ley no estaban. Pero esto, en vez de ser un impedimento para encontrarse con Dios, se convirtió en una oportunidad para experimentarlo de otra manera, más cercano y más asequible.
Jeremías les propuso una nueva alianza grabada no tanto en las tablas de la ley como en el interior mismo de cada ser humano. De esta manera, para encontrarse con Dios no era necesario el templo de piedras sino la persona humana. Para conocerlo ya no eran esenciales los maestros que no estaban, sino abrir la mente y el corazón para recibir el perdón: “Porque todos me conocerán desde el mayor hasta el menor, cuando perdone sus culpas y olvide sus pecados”. (1ra lect. Jer 31,34)
Jeremías como persona nos enseña a ser files a Dios, al pueblo, y a buscar siempre el bien común, a descubrir la voz de Dios que supera nuestras estructuras religiosas, destruidas por los hombres o envejecidas por el tiempo. A estar siempre con la mente y el corazón abiertos para encontrarnos con Dios en la prosperidad o en la adversidad, en compañía o en soledad. Su experiencia nos muestra que para llegar a Dios no es esencial obedecer leyes porque están escritas, sino madurar nuestra conciencia y descubrir ahí su voz que nos cuestiona, nos transforma y nos anima a ser verdaderos hijos. Sin ser anarquistas podemos madurar como seres humanos y actuar, no porque existan leyes prohibitorias ni mandatos externos, sino por convicciones profundas que nos hagan abundar en bienes para todos los seres humanos, y siempre en favor de la vida. En palabras de Pablo Freire: “madurar hacia una concientización que no significa imposición de ninguna ideología, sino simplemente, ayudar a descubrir y a entender los mecanismos internos de la realidad”.
Sentido de la muerte de Jesús
Como sabemos, los evangelios no son una biografía de Jesús, sino una confesión de fe en el Verbo encarnado. Es decir, las comunidades cristianas que creían en Jesús, lo confesaron como su Salvador. Su vida, su muerte y resurrección, fueron salvadoras, así como la presencia de su Espíritu en medio de la comunidad.
A la luz de la resurrección y con la fuerza del Espíritu, las comunidades elaboran el evangelio para animar la vivencia auténtica de la fe. El evangelio de hoy es una interpretación de las comunidades que elaboraron el Cuarto Evangelio (o evangelio según san Juan) sobre la muerte de Jesús. No es la dulcificación de la muerte ni el ocultamiento de toda su realidad existencial, con todo el dolor que produce. Como dijo el poeta Antonio Machado: “un golpe de ataúd, es algo perfectamente serio”.
Jesús vivió el dolor serio y espantoso de la muerte, como bien lo dice la primera lectura: “Con gritos y lágrimas presentó oraciones y súplicas a aquel que podía salvarlo de la muerte”.
La muerte de Jesús no fue un designio de Dios como si se tratara de un Padre sádico que se complace al ver morir a propio su Hijo. Jesús no buscó su muerte; buscó una vida digna, que se hacia posible en el Reino de Dios. Su compromiso por el Reino hizo que quienes manejaban las estructuras que maltrataban la dignidad humana, lo vieran como enemigo y lo condenaran a muerte. No buscó la muerte, pero la asumió como consecuencia de su lucha por la vida y como paso para la victoria final.
La cruz y la muerte, como dijo Leo Boff: “fueron consecuencia de un anuncio cuestionador y de una práctica liberadora. Él no huyó, no dejó de anunciar y atestiguar, aunque esto lo llevara a tener que ser crucificado. Continuó amando a pesar del odio. Asumió la cruz en señal de fidelidad para con Dios y para con los seres humanos”. Por eso la muerte de Jesús genera vida, como el grano de trigo que da fruto cuando cae en tierra y muere. Toda la vida de Jesús fue un constante entregarse, un constante “perder” la vida para ganarla.
Jesús pasó de la simple animalidad cerrada y centrada sobre sí misma, a la humanidad abierta al amor de Dios y a los hermanos. Del mero instinto de autoconservación al amor que entrega la vida. Estamos hablando del centro del mensaje de Jesús: entregar la vida por amor, ser capaz de negarse así mismo, a los intereses personales, no pocas veces egoístas de todo ser humano, para pensar en plural.
Morir, en este sentido, no es solamente el último suspiro. Es toda la vida entregada por causa del Reino, que enfrenta los riesgos del compromiso y que se va desgastando hasta sucumbir en un límite último. Por esto decimos que muerte de Jesús no fue una hecatombe total o un triunfo definitivo del mal; no fue derrota, fue triunfo sobre las fuerzas desintegradoras de la humanidad.
¿Dios se glorifica con la muerte de Jesús? SÍ. Pero no porque necesite ver sangre para calmar su ira. No porque el sacrificio del hijo sea el único capaz de calmar la enorme ira de Dios causada por el pecado de los hombres, como muchas veces se ha interpretado y aún se sigue interpretando en algunas sectores de la Iglesia. ¡Dios no envió a su hijo para que lo mataran! ¿Acaso creemos en un Dios sádico? Dios envió a su hijo al mundo para dar testimonio de la verdad, para llevarnos a la verdadera vida en el amor, para que fuéramos capaces de amar y servir, y de construir nuevas relaciones entre personas y grupos. Dios se glorifica en la muerte de Jesús porque su muerte fue consecuencia lógica de su entrega por una humanidad libre y digna, porque no renunció a la verdad a pesar de correr peligro y porque fue fiel a su proyecto de salvación en defensa de los más pobres. Jesús glorificó al Padre con su muerte porque amó hasta el final, porque aún en la más cruel humillación no dejó de amar y de comprender a los seres humanos, que sin superar su animalidad no sabían lo que hacían: “perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34). Jesús glorificó a Dios porque vivió como vivió y murió como murió, por su fidelidad, por su entrega, por su amor.
Para el Antiguo Testamento, a quien colgaban de un madero lo consideraban maldito (Dt 21,22-23). Jesús crucificado era un maldito, pero en verdad era un bendito. Era un derrotado por el poder, pero en el fondo él lo derrotó en su propio interior. Era un perdedor, pero en el fondo era un ganador porque le ganó la batalla a la mentira, porque vivió plenamente su condición de hijo. Era una miseria, pero en verdad, nos mostró lo significaba la verdadera dignidad humana.
¿Dónde está Pilatos tu poder? ¿Dónde quedó Anás tu “dignidad” sacerdotal? ¿Dónde está muerte tu victoria? ¿Dónde está muerte tu aguijón? Aparentemente lo vencieron, pero fue él quien venció porque vivió sin codiciar, amó sin reservas y murió sin odiar. Padeció la muerte que únicamente daban a los esclavos, pero ¿acaso ha existido sobre la faz de la tierra un hombre tan libre como él?
“¡Padre, glorifica tu nombre”. Entonces se oyó una voz del cielo: “Ya lo he glorificado, y lo volveré a glorificar”.
Formato para imprimir Comentarios al autor: neptalidv@yahoo.com
Llegó la Cuaresma: www.scalando.com/Cuaresma.htm
Cadena de oración: http://www.scalando.com/orando.htm
El lagarto es un reptil que sabe camuflarse según el medio para no ser atacado y sobrevivir. El lagarto político se viste del color del que está en el poder para favorecer sus intereses. Son muy abundantes en nuestro medio estos especímenes. Decía Adorno: “La disposición a ponerse de parte del poder y a inclinarse, como norma, ante el más fuerte constituye la idiosincrasia típica de los torturadores” (ADORNO Theodor, Conferencia propalada por la Radio de Hesse el 18 de abril de 1996; se publicó en Zum Bildungsbegrif des Gegenwart, Francfort, 1967. pág 111 y sig.)
La realización de esta propuesta la podemos ver palpable en una mamá que renuncia a retener a su hijo para que continúe su vida y en un hijo que renuncia a retener sólo para si mismo a su mamá viuda o separada para que reconstruya su vida en pareja. En un amigo que renuncia a un paseo por ir a cuidar a su amigo que está en una clínica y un trabajador que prefiere perder su empleo antes de apoyar causas deshonestas… Muchos ejemplos podríamos citar. Todas y todos estamos invitadas e invitados a pasar del mero instinto animal al amor donativo, a ser personas capaces de servir, de renunciar a nuestros deseos meramente personales y de entregar hasta nuestra propia vida por amor.

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Moniciones para el V Domigo del Tiempo de Cuaresma- Ciclo B
24 de Marzo, 2009, 14:56
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Martes 24 de Marzo del 2009 Misioneros Redentoristas
Provincia de San San, Puerto Rico y la República Dominicana
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Moniciones para la Misa
Quinto domingo de Cuaresma - Ciclo B
Llega la hora de Jesús
5 de abril del 2009
Monición de entrada:
A tan sólo siete días de la Semana Santa, los cristianos nos encontramos cara a cara con el misterio de la cruz. Cristo Jesús llegada la hora de su glorificación, al morir como el grano de trigo que cae en tierra, da el fruto de la nueva alianza en su sangre para el perdón de los pecados, como profetizó Jeremías y por la penosa obediencia de su Pasión, una vez constituido Señor, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en Él. Como el grano de trigo, la muerte de Cristo será el principio de la vida. La Eucaristía nos da la fortaleza que necesitamos para morir al pecado y a nosotros mismos. Nos ponemos de pie para recibir a los ministros de esta celebración eucarística.
Primera lectura: Jr 31, 31-34 (Haré una alianza nueva y no recordaré el pecado)
En esta lectura el profeta Jeremías resume toda la experiencia de su vida íntima y toda la enseñanza de la historia. Dios promete a su pueblo una nueva alianza escrita en el mismo corazón del hombre. La ley de su vida será su propia conciencia. Escuchemos este pasaje del Antiguo Testamento en que se menciona el Nuevo Testamento.
Segunda lectura: Hb 5, 7-9 (Por su obediencia, Cristo es salvación nuestra)
La segunda lectura, tomada de la carta a los hebreos, el autor subraya la condición humana de Cristo. Aunque Él es Sacerdote, el Mediador de la Nueva Alianza, Él se sometió a la voluntad de Dios hasta padecer y morir.
Tercera lectura: Jn 12, 20-33 (Si el grano de trigo muere, da mucho fruto)
Ha llegado la “hora” de que sea glorificado el Hijo del hombre, dice Él de sí mismo. En el Evangelio de Juan la glorificación de Cristo significa su pasión muerte y resurrección, que Él mismo nos explicará. La breve parábola del grano de trigo se centra en la fecundidad del mismo: “Si no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere da mucho fruto”. De pie, por favor, para escuchar este gran mensaje de entrega.
Oración universal
1. Por la Iglesia, nuevo pueblo de Dios: para que sea fermento de un mundo mejor y transmita esperanza a todos. Roguemos al Señor.
2. Por todos los cristianos: para que en estos días de Cuaresma expresemos nuestra sincera conversión en el sacramento de la reconciliación. Roguemos al Señor.
3. La imagen de Jesús crucificado evoca a los que dan la vida, e incluso la pierden, por amor a los demás: para que sean, como Cristo, el grano de trigo que cae en la tierra para dar mucho fruto. Roguemos al Señor.
4. La imagen de Jesús crucificado evoca también a tantos condenados a muerte lenta: para que puedan descubrir a Cristo en el amor de los creyentes y se sientan fortalecidos en la prueba. Roguemos al Señor.
5. La imagen de Jesús crucificado nos anuncia sobre todo, la victoria definitiva sobre la muerte: para que comprendamos que sólo el que entrega su vida como servicio, a imitación de Cristo, la guarda para siempre. Roguemos al Señor.
6. Por nuestro mundo atormentado por la guerra, para que cesen, de una vez y por todas, la guerra y el odio. Roguemos al Señor.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 264)
Bendito seas, Padre, porque, llegada su hora,
Cristo fue el grano de trigo que, al morir, da fruto abundante,
El sol que agoniza en la tarde y resucita en el alba,
El ramo de olivo que supera el invierno inclemente
La luz que vence la sombra, y el amor que derrota el odio.
Créanos, Señor, un corazón nuevo para una alianza nueva,
Y renuévanos por dentro con la fuerza de tu Espíritu Santo,
Para que, convertidos en hijos de la luz, en hijos tuyos,
Vivamos tu ley de amor con un talante alegre y renovado.
Así podrán los demás ver el rostro de Cristo reflejado
En nosotros, y glorificar por siempre tu nombre de Padre. Amén
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Moniciones para la Anunciación del Señor
23 de Marzo, 2009, 17:58
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Moniciones para la Misa
Anunciación del Señor
Dios es optimista
25 de marzo
Entrada:
Buenas noches, (días, tardes). La Iglesia celebra la solemnidad de la Anunciación del Señor, esta es una fiesta conjunta de de Cristo y de la Virgen: del Verbo que se hace hijo de María, y de la Virgen que se convierte en Madre de Dios. A partir del siglo VII (séptimo) se comenzó a celebrar con especial solemnidad el misterio de la Anunciación el 25 de marzo, nueve meses antes de la Navidad. Esta celebración nos deja muy claro una cosa: Dios es nuestro Dios y nosotros somos para siempre su pueblo. Puestos de pie, nos disponemos a dar inicio a nuestra eucaristía.
Primera lectura: Is 7, 10-14 (La Virgen está encinta)
Dios da espontáneamente una señal: nos promete el nacimiento de un niño, que será como un signo viviente de la presencia salvadora del Señor en medio de su pueblo. presten mucha atención a este pasaje.
Segunda lectura: Hb 10, 4-10 (Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad)
El Señor quiere obediencia, no sacrificios y Cristo realiza de manera eminente este reclamo de obediencia. Precisamente en virtud de esta ofrenda de obediencia, nosotros “hemos sido santificados”. Escuchemos.
Tercera lectura: Lc 1, 26-28 (Concebirás y darás a luz un hijo)
Hay que poner mucha atención a la página evangélica que a continuación se leerá. Vamos a fijar nuestra atención en la llamada de Dios y la respuesta de María. “Hágase en mí según tu palabra”. Este hágase de María hace eso a la disponibilidad de Cristo mismo al entrar en el mundo. Escuchemos la Buena Nueva de hoy.
Oración Universal
- Para que, por intercesión de María, la humanidad entera contemple en Cristo la encarnación de la misericordia y fidelidad de Dios. Roguemos al Señor…
- Para que, por la mediación de María, bendita entre las mujeres, todos los seres humanos reconozcan en Cristo la imagen del hombre nuevo. Roguemos al Señor…
- Para que, por la intercesión de la Virgen María, Preparada para ser digna morada del “Dios-con-nosotros”, los creyentes en Cristo sepamos encontrarle y servirle en nuestros prójimos. Roguemos al Señor…
- Para que, a imagen de la santísima Virgen María, esposa del Espíritu Santo, la Iglesia, fecundada por el poder del mismo Espíritu, dé a luz a Cristo para el mundo. Roguemos al Señor…
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 615)
Sabíamos, Señor, que eres bueno y que nos quiere bien;
Pero hoy lo demuestras palpablemente, una vez más, a tu estilo:
¿Quién daría un céntimo por nosotros, tan ruines y ruidosos?
Pero tú rompes todos los moldes y todos los cálculos;
Tú amas al hombre, hasta hacerte uno más entre nosotros.
Gracias, Señor, porque elegiste a María de Nazaret
Como la Madre de Jesús, tu Hijo. Al celebrar su encarnación,
Concédenos renovar nuestra vieja y mezquina mentalidad
Para revestirnos de la nueva condición humana a tu imagen,
La condición de hijos tuyos y hermanos de los hombres. Amén
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Dos redentoristas asesinados en Colombia
17 de Marzo, 2009, 19:42
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Dos Redentoristas asesinados en Colombia
Dos cohermanos Redentoristas fueron asesinados ayer, lunes, 16 de marzo, en Colombia. Son los Padres Jesús Ariel Jiménez Soto (46) y Gabriel Fernando Montoya Tamayo (41), de la Provincia de Bogotá que habían sido destinados a la comunidad de La Pascua en el Vicariato Apostólico de Puerto Carreño. El móvil de los asesinatos parece haber sido el robo.
También hemos sabido que Mons. Ramón Mantilla Duarte (83), obispo emérito de Ipiales, Colombia, y de la misma Provincia de Bogotá, ha fallecido a consecuencia de un cáncer pulmonar.
Les pedimos un recuerdo y una plegaria, por favor, por estos queridos cohermanos, por sus familiares y por la Provincia de Bogotá.
Desde Padre Generale al Superior Provincial de Bogotá:
Querido Padre Provincial:
Con inmensa tristeza hemos aprendido de la muerte violenta de los Padres Ariel Jiménez y Gabriel Montoya. En nombre de la Congregación, quisiera ofrecer nuestro más sincero pésame a los cohermanos de la Provincia de Bogotá, especialmente a ellos que sirven en el Vicariato de Vichada. Nuestra simpatía se extiende también a los parientes y amigos de los Padres.
En pocos minutos los miembros la comunidad de la Curia General nos reunimos para celebrar la Eucaristía. Vamos a pedir a Jesucristo, el Primero Misionero, que transforme el duelo de los redentoristas de Colombia en esperanza y un compromiso siempre más profundo para con los abandonados pobres.
Compartimos también el dolor de la Provincia luego la muerte de Monseñor Ramón Mantilla. Que el Buen Pastor lo reciba en su gloria.
Un hermano en Cristo Redentor,
José Tobin, C.Ss.R.
Querido Padre Provincial:
Con inmensa tristeza hemos aprendido de la muerte violenta de los Padres Ariel Jiménez y Gabriel Montoya. En nombre de la Congregación, quisiera ofrecer nuestro más sincero pésame a los cohermanos de la Provincia de Bogotá, especialmente a ellos que sirven en el Vicariato de Vichada. Nuestra simpatía se extiende también a los parientes y amigos de los Padres.
En pocos minutos los miembros la comunidad de la Curia General nos reunimos para celebrar la Eucaristía. Vamos a pedir a Jesucristo, el Primero Misionero, que transforme el duelo de los redentoristas de Colombia en esperanza y un compromiso siempre más profundo para con los abandonados pobres.
Compartimos también el dolor de la Provincia luego la muerte de Monseñor Ramón Mantilla. Que el Buen Pastor lo reciba en su gloria.
Un hermano en Cristo Redentor,
José Tobin, C.Ss.R.
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Homilia para el IV Domingo del Tiempo de Cuaresma - Ciclo B
16 de Marzo, 2009, 21:46
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En Camino
Homilía para el Domingo |

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Tiempo de Cuaresma |
IV Domingo |
- 1ra lect.: 2Cro 36,14-16.19-23
- Sal 136
- 2da lect.: Ef 2,4-10
- Evangelio: Jn 3,14-21
Luz – tinieblas
La comunidad creyente, desde y para la cual se escribe el Cuarto Evangelio (Evangelio según San Juan), vivió desde sus orígenes en un ambiente de conflicto. Al principio el conflicto era con las autoridades judías que no aceptaron a Jesús y, por el contrario, lo persiguieron hasta matarlo apoyados por Roma. En un segundo momento vivió el conflicto con el imperio romano y, ya en la etapa final de la redacción del evangelio, con algunos miembros de las comunidades cristianas que desvirtuaban el camino de Jesús. En este ambiente de conflicto se resaltan elementos contrarios tales como: luz - tinieblas, creer – no crecer, vida – muerte, verdad – mentira.
El objetivo del evangelio es que los interlocutores crean en Jesús como el Mesías y que creyendo tengan vida en abundancia. Jesús es presentado como el camino, la verdad y la vida. Su vida es un proyecto para ser creído, vivido y confesado, celebrado, evaluado y anunciado. Creer en sentido evangélico no es la aceptación intelectual de una verdad, es la realización de la vida enteramente de cara a Dios y al ser humano, a plena luz del día, sincera y honestamente.
Nicodemo era un senador judío. Hacía parte del Concejo de Ancianos, Sanedrín o Sinedrio. Era una figura representativa y distinguida. Representaba la oficialidad del mundo judío que ponía el énfasis en el cumplimiento estricto de la Ley y en la participación del culto. Jesús, antítesis de la rígida estructura, presentó otra forma de vivir la experiencia de Dios.
La estructura religiosa judía era elitista y excluyente. Dejaba por fuera a todo aquel que no comulgara totalmente con las prescripciones de rabinos y sacerdotes. Publicanos, pecadores y prostitutas, así como la gran masa de pobres, considerados malditos por no conocer la ley, quedaban por fuera de la “salvación”. La propuesta de Jesús integraba a todo el mundo. Según el evangelio de Jesús, Dios no excluye ni condena a nadie: “Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él tenga vida eterna y nadie perezca. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo sino para que se salve por medio de él”.
La estructura religiosa judía y los maestros que la sostenían y vivían de ella, tenían pocas razones para buscar un cambio y muchas para conservar las cosas tal como estaban. Ante la estructura religiosa judía, el Evangelio propone la dinámica del Hijo del hombre “levantado”. Levantado en la cruz como signo de lucha por vivir dignamente, recogiendo la memoria de la serpiente que Moisés levantó en el desierto, camino hacia la tierra prometida. Levantado de la muerte, vencedor de la oscuridad, vivo, resucitado y resucitador. Levantado por Dios y sentado a la derecha del Padre. Jesús es la luz que vence la oscuridad y la voz que se levanta para clamar la libertad, la mano que perdona y que ama.
A la luz de Jesús podemos analizar nuestra vida hoy. Jesús debe ser como un espejo en el que podamos mirarnos, auto analizarnos y descubrirnos, con nuestros aciertos y desaciertos. La luz de Jesús nos ayudará a ver nuestra realidad para contemplarla y admirarla, y a su vez para revisarla y cambiarla. La luz de Jesús nos ayudará a descubrir el pecado que hay en nosotros y el camino hacia la renovación. Como dijo Pablo: “Dios rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando muertos por los pecados nos ha hecho vivir por Cristo”. (Ef 2,4-5 – 1ra lect.).
En este campo la actitud que amenaza gravemente al ser humano es la obstinación en el mal. O sea, cuando pudiendo seguir la luz, “elegimos” la oscuridad.
- “Conócete a ti mismo”, le dice Mafalda a Felipito.
- “Conócete a ti mismo, conócete a ti mismo… No… mejor no lo hago… ¿Qué tal que no me guste a mi mismo?” (QUINO)
No es fácil pasar de la oscuridad a la luz. No es fácil reconocer que nos equivocamos, que nos falta madurar y que no amamos con pureza, que guardamos intereses egoístas y que muchas veces actuamos movidos por resentimientos. Pero si nos dejamos iluminar por la luz de Jesús, seremos testigos del amor misericordioso de Dios. Porque Dios es Dios en tanto que ama y por su misericordia nos salva.
Nosotros seremos verdaderos seguidores de Jesús cuando nos dejemos salvar y amemos como él nos amó. La salvación, siguiendo la segunda lectura, no es fruto del esfuerzo humano sino de la gracia; no es solo cultivo espiritual, es don de Dios. Pero es necesario abrir nuestra vida a la luz, aceptarla y preferirla. Aunque la salvación es un regalo de Dios y nadie se salva porque haga más o haga menos, las obras manifiestan si mi fe es verdadera o falsa. Una fe verdadera hace personas más honestas, misericordiosas y justas. Personas que optan por la vida, la luz y la verdad.
“La perdición consiste en que la luz vino al mundo y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas” (Jn 3,19). ¿Le tenemos miedo a la luz? ¿Tenemos miedo a enfrentar la verdad? La luz nos permitirá vernos tal como somos, la verdad nos hará libres. ¿Preferimos las tinieblas a la luz? Es el tiempo de pasar de las tinieblas a la luz, de la infrahumanidad vacía, codiciosa, opresora e injusta, a la humanidad llena de vida, solidaridad y alegría, justa, fraterna, libre y liberadora. ¡Optemos!
Formato para imprimir Comentarios al autor: neptalidv@yahoo.com
Llegó la Cuaresma: www.scalando.com/Cuaresma.htm
Cadena de oración: http://www.scalando.com/orando.htm
Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno. Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.

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Moniciones para el IV Domigo del Tiempo de Cuaresma- Ciclo B
16 de Marzo, 2009, 8:39
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Moniciones para la Misa
Cuarto domingo de Cuaresma - Ciclo B
22 de marzo del 2003
Monición de entrada:
Buenas noches (días, tarde). Queridos hermanos en Cristo: nos estamos acercando a la gran fiesta de la Pascua, y por eso la Iglesia reflexiona en el gran amor que Dios nos tiene. El amó al mundo hasta el extremo de entregar a su Hijo Único, con el fin que todos nos salváramos. Respondamos con fe, con entrega y oración al celebrar este gran acto de amor, la Eucaristía: sacrificio y banquete. De pie, por favor, para recibir al celebrante y los ministros con el canto de entrada.
Primera lectura: II Cron 36, 14-16. 19-23 (La ira y la misericordia de Dios)
La primera lectura está tomada del segundo libro de las Crónicas, este libro fue escrito después del destierro de los judíos. Los israelitas habían sido infieles a Dios y a su alianza y no había escuchado a los profetas. Por eso perdieron su templo y su patria y se convirtieron en esclavos. Pero Dios es misericordioso; y después de 70 años regresaron a Israel y construyeron un templo símbolo de la presencia de Dios. Escuchemos.
Segunda lectura: Ef 2, 4-10 (Por pura gracia están salvados)
San Pablo nos habla sobre nuestra salvación. El amor de Dios es tan grande que por él estamos vivos con Cristo y muertos al pecado. Esta fe es un don de Dios. Nuestra respuesta debe ser de conversión muy profunda.
Tercera lectura: Jn 3, 14-21 (Dios mandó a su hijo para que el mundo se salve)
San Juan nos presenta a Cristo como el Mediador entre Dios y los seres humanos. El salvó al mundo muriendo en la cruz para resucitar después. Los que creemos en Cristo tendremos con Él la vida eterna. Escuchemos este gran mensaje de fe y esperanza.
Oración universal
1. Por la Iglesia, especialmente, nuestra comunidad parroquial, en su avance por el desierto de la Cuaresma hacia la luz de la Pascua. Roguemos al Señor.
2. Por nuestra juventud: para que descubra y responda a su misión en la Iglesia. Roguemos al Señor.
3. Seguimos orando insistentemente al Señor, para que cesen las guerras, el odio y la violencia y rene la PAZ en el mundo entero. Roguemos al Señor.
4. Por los que se están preparando para recibir el Sacramento del Bautismo, su padres y padrinos, para que sean fortalecidos diariamente y puedan cumplir sus compromisos bautismales. Roguemos al Señor.
5. Por los que se alejan de la luz de Cristo a causa del mal ejemplo de sus hermanos cristianos. Roguemos al Señor.
6. Por cada uno de nosotros, que fijando nuestros ojos en Cristo, luz del mundo, y queremos realizar la verdad con nuestras obras, hechas según Dios. Roguemos al Señor.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 261)
Hoy nuestro corazón salta de gozo, Dios Padre nuestro,
Al sabernos amados por ti con un amor que nos hace hijos tuyos.
La prueba que verifica tan gozosa noticia es Jesús, tu Hijo,
Y desde ahora nuestro hermano mayor y amigo para siempre.
Él no vino para condenar sino para salvar al hombre
Que tú amas con amor y con loca ternura de padre.
Haz que sepamos corresponderte como hijos tuyos bien nacidos.
Gracias, Señor, porque tú no eres un dios frío y lejano,
Controlador impávido de la máquina del cosmos, sino padre
Que nos amas, siempre desvelado por tu criatura el hombre.
El secreto del mundo y de nuestra existencia humana
Está fundado en el latir de tu corazón que ama. ¡Gracias, Señor!
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Homilia para el III Domingo del Tiempo de Cuaresma - Ciclo B
9 de Marzo, 2009, 22:56
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En Camino
Homilía para el Domingo |

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Tiempo de Cuaresma |
III Domingo |
EN CAMINO
Tiempo de Cuaresma, ciclo “B”
15 de febrero de 2009 III Domingo
LECTURAS:
- 1ra lect.: Éx 20,1-17
- Sal 19
- 2da lect.: 1Cor 1,22-25
- Evangelio: Jn 2,13-25
EL DECÁLOGO
“Las armas os dieron la independencia, las leyes os darán la libertad” (Francisco de Paula Santander, llamado el hombre de las leyes). Dentro del grupo de Hapirú y Shasú (mercenarios, cabreros, campesinos, esclavos, etc) que se agruparon en las montañas de Judea, el más paradigmático fue el liderado por Moisés y Aarón, que llegaba huyendo de la esclavitud en Egipto. Su testimonio de lucha para escapar y para pasar por un inmenso y peligroso desierto, lo convirtió en un ejemplo a seguir.
En las montañas de Judea estaban alejados de las ciudades estado cananeas y del poderoso imperio Egipcio, pero allí mismo aparecían nuevos amos que intentaban tomarse el poder. Por eso se dieron muchos conflictos entre ellos. Aunque no estaban bajo el dominio de algún imperio, todavía no se podían considerar pueblo propiamente dicho, hasta que se organizaran con una ley que garantizara la justicia y el derecho para todos, y funcionara debidamente.
Poner de acuerdo a estos grupos tan diferentes y siempre dispuestos a defenderse de los demás, no debió ser tarea fácil. Sin duda allí la mano de Dios tuvo que actuar.
Todo gobierno en el mundo antiguo actuaba en nombre de los dioses. Israel no fue la excepción; por eso la Ley se promulgó en nombre del Dios en el cual ellos creían. Los dioses representaban la identidad de un pueblo. Encerraban su historia, sus costumbres, su concepción de mundo, y demarcaban su proyecto.
El decálogo quiso ser la hoja de ruta para garantizar que el pueblo en formación viviera independiente de los demás pueblos que intentaban esclavizarlo (los ídolos), y construyera la libertad. El decálogo quiso garantizar un orden generador de libertad y bienestar para todos, empezando por reconocer y seguir el nombre de Dios y por respetar a los demás seres humanos.
El Decálogo no es la novedad cristiana, pero sin lugar a dudas es un gran testimonio de organización a partir de una experiencia profunda con el Dios que salva, y sigue teniendo validez ética-moral, aunque sabemos que para nosotros los cristianos nuestra máxima ley es Cristo, y más que la ley escrita debemos descubrir el espíritu de la ley, reinterpretarla a la luz del evangelio y de los acontecimientos, y vivir lo más honestamente posible de cara a Dios y de cara al ser humano.
LA TOMA
El Cuarto Evangelio (Juan) nos presenta el relato de la purificación del templo al principio del ministerio público de Jesús, para darle realce a tal acontecimiento y para presentar con Jesús, el nacimiento de una nueva forma de vivir la experiencia religiosa. Recordemos que el evangelio de Juan es el menos histórico y el más simbólico de todos los evangelios.
El templo era el centro de las instituciones y el vano orgullo del pueblo dada la fastuosidad de su construcción. Quería ser el símbolo de la unidad nacional, de la gloria y del poder de Dios. Pero se había convertido en un centro de corrupción y en un elemento justificador de la explotación a la gente.
Todos en Israel tenían algo que ver con el templo. Desde los 21 años cada persona debía pagar el tributo al templo, aún aquellos judíos de la diáspora, o sea los que vivían fuera de Palestina en diferentes partes del imperio romano, los cuales canalizaban grandes cantidades de dinero. El templo se había convertido en un gran negocio, en una especie de banco antiguo con gran poder. Debido a que la moneda imperial se consideraba sacrílega y con ella no se podía pagar el “sagrado” tributo, el templo imprimía su propia moneda para el cambio, trabajo que unos comisionistas hacían con buenos dividendos para ellos.
Había sacrificios de primera, de segunda y de tercera. Los principales sacrificios se hacían con toros y ovejas. Algo a lo cual no todos podían acceder debido a los costos. El toro era el símbolo del poder, de los hacendados y ganaderos que habían impuesto al primer rey de la historia del pueblo (Saúl) y seguían dominando y excluyendo a los empobrecidos por ellos mismos. Los más pobres mandaban ofrecer su sacrificio con palomas.
Todo judío llegaba a Jerusalén con una profunda fe y con la esperanza de encontrarse con Dios. Jerusalén era la ciudad Santa, donde estaba el Santo templo del Altísimo atendido por los santos sacerdotes y levitas. El lugar donde se hacían los santos sacrificios y donde se pagaba el sagrado tributo. El lugar del encuentro con Dios.
Jesús llegó sin duda con esta idea. Como sabemos, él era de Nazareth, a varios días de camino, que recorrían los creyentes con fe y con ánimo de encontrarse con el Señor. Pero todas sus esperanzas fueron frustradas al conocer la cruda realidad, la gran traición a la gente y a Dios. “El celo por tu casa me devora, los insultos que te hacen recaen sobre mí” (Sal 69,10). Sabiendo como era Jesús, su reacción no podía ser otra que manifestarse y denunciar, tomándose el templo pacíficamente. No se trató de una acción espontánea y a luz de la rabia. Fue un acto reflexionado y bien planeado, que contó con el apoyo de sus discípulos.
La acción se cumplió en el atrio del templo, en el llamado atrio de los gentiles, donde se daba todo el comercio. Fue un mal día para los empleados oficiales y rebuscadores que se ganaban la vida vendiendo una palomita para el sacrificio, algo de comer o de tomar para satisfacer las necesidades primarias o algún producto para llevar de recuerdo. Pero la toma no fue tanto contra los pequeños vendedores que se ganaban la vida rebuscándose unas monedas para comer, sino contra toda la estructura económica e ideológica que sostenía semejante monstruo con piel de oveja.
Si era el templo de Dios debía mostrar su rostro misericordioso y generar libertad, pero lo habían convertido en un elemento de opresión y de engaño. Si era la casa del Padre debería continuar con el proyecto salvador de Dios, debía ser un lugar de encuentro y de acceso libre, donde el pueblo sintiera la presencia de Dios que camina con él en las luchas de cada día. Pero las autoridades lo tenían secuestrado y extorsionaban al pueblo; lo habían aislado y convertido en amenaza mortal, en instrumento que fundamentaba el orden discriminatorio y en el medio perfecto para acrecentar las arcas de los comerciantes y de los principales sacerdotes. Además, por orden del imperio, se ofrecían sacrificios por el bienestar del emperador romano. Estaba convertido en una cueva de bandidos, de asaltantes bien organizados, con licencia para robar; en un templo de adoración a Mamón (término con el que designaban el dinero mal habido).
La manifestación de Jesús y sus acompañantes provocó una parálisis en las actividades del templo. Algunos estudiosos ven aquí una toma armada del poder al estilo celota (guerrilleros de la época). Pero Jesús no actuó de forma violenta; si hubiera sido violenta habrían intervenido los soldados romanos, pero no fue así. Fue una manifestación pacífica, de rechazo a la opresión, que permitió desenmascarar la estructura excluyente y marginadora del centro judío, que había retenido para sí la alianza y el acceso a ella.
¿Quería Jesús acabar con el templo? ¿O quería que el templo fuera un medio para salvar al pueblo? Sobre esto hay opiniones encontradas. Lo que si es claro es la toma del templo buscaba rechazar toda forma de esclavitud y la justificación de la opresión en nombre de Dios, para mostrar a un Dios cercano que acompaña al pueblo en sus procesos de salvación. Toda institución religiosa cristiana, toda acción, toda estructura y todo proyecto, debe generar vida. De lo contrario pierde sentido y entonces es mejor acabarlo y construir algo nuevo.
En la redacción final del evangelio, esto es muy claro. El templo ya no era lugar de encuentro con Dios. Cuarenta y seis años habían durado construyéndolo y restaurándolo, y no habían terminado. Jugando con los números podríamos decir que era la perfección de la imperfección. Una falacia escondida bajo un manto sagrado.
Las autoridades que le reclamaron a Jesús, mantenían semejante mentira, mientras destruían el templo vivo, el ser humano, como hicieron con él. Pero a partir de esa experiencia extrema y dolorosa surgió algo nuevo. “Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré”. (Es una clara alusión a la muerte y resurrección de Jesús). Tres significa el tiempo en que Dios actúa y lo nuevo que surge a partir de la experiencia con Jesús.
Nos corresponde hoy revisar si estamos siendo fieles al Espíritu del Señor. Nos corresponde estar muy vigilantes, como dice el evangelio, porque en no pocas ocasiones los templos se convierten en cuevas de bandidos y los lobos se visten con pieles de ovejas. Nos corresponde estar vigilantes porque nuestra debilidad humana nos puede hacer utilizar el camino de Jesús, como excusa para satisfacer mezquinos intereses latentes en el interior de todo ser humano, y que en cualquier momento se pueden manifestar.
Señor: Tú que tienes palabras de vida eterna y penetras el interior de cada uno, arranca de nuestros corazones todo interés mezquino y egoísta. No permitas que con nuestro apoyo ideológico o con nuestra indiferencia, nos convirtamos en legitimadores de la insultante concentración de riqueza de nuestro mundo que condena a la marginalidad a tantos seres humanos. Ayúdanos a ser justos y veraces. Ayúdanos a estar vigilantes ante cualquier desviación de tu proyecto y confiados en tu gracia salvadora que supera nuestras limitaciones humanas. Ayúdanos a construir iglesias renovadas con tu amor misericordioso, templos vivos donde sobreabunde la gracia y familias gestoras de un nuevo mundo donde podamos sonreír.
Pero no podemos “enchozarnos” en la montaña, tenemos que bajar a la llanura y enfrentar el mundo cara a cara, así nos dé un poco de miedo. Una cierta seguridad es razonable, pero si se convierte en valor absoluto y obsesivo caemos en el aislamiento sedentario. Nos llenaremos de pavor por los cambios y de odio a lo nuevo, y nos dará miedo enfrentar las realidades personales, familiares y sociales.
Creer en Dios no es evasión de la vida por dura que esté. Jesús debe ser motivo de una profunda alegría, unida a una estimulante y militante esperanza. Qué bueno experimentar a Dios en la montaña pero también, qué bueno es bajar a la llanura y enfrentar las realidades humanas, con la fuerza de Dios. Subamos a la montaña y descendamos a la llanura, siempre con Jesús, el Hijo muy amado, a quien debemos escuchar y seguir.
Formato para imprimir Comentarios al autor: neptalidv@yahoo.com
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Fiesta de san Clemente María Hofbauer
8 de Marzo, 2009, 23:56
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15 de marzo
Los Risioeros Redentoristas celebramos la fiesta de san Clemente María Hofbauer
Nació en Tasswitz. Moravia, el 26 de diciembre de 1751, último de los doce hijos de Pablo Hofbauer (Dvoràk) y de María Steer. Fue bautizado con el nombre de Juan. El padre era carnicero y murió en 1757. La familia se encontró en circunstancias tales que Juan frecuentó muy poco la escuela en sus años juveniles. Fue como sirviente al monasterio premonstratense de Bruk donde desempeñó el oficio de panadero. Encontró tiempo para hacer los estudios de sacerdote.
Durante algún tiempo vivió como eremita, primero en Austria y después, con el permiso del obispo de Tivoli, junto a la capilla de Quintilio. Aquí fue donde cambió su nombre por el de Clemente. Siga leyendo... http://www.scalando.com/clemente.htm
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