Scalando : Misioneros Redentoristas

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Marzo del 2010

 

Moniciones para el Domigo de Resurrección - Ciclo C

Enlace permanente 26 de Marzo, 2010, 23:01

Moniciones para a Misa

Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

Tiempo de PASCUA

I Domingo

"No está aquí.  Ha recibido"

Lecturas:

-          1ra lect.: Hch 10,34ª.37-43

-          Sal 117

-          2da lect.: Col 3,1-4

-          Evangelio: Jn 20,1-9

4 de abril de 2010

Monición de entrada

¡FELICIDADES! Hermanos y hermanas, en estas pascuas.  Cristo ha resucitado y vive en medio de nosotros.  Así los apóstoles anunciaron la resurrección de Cristo en el contexto social y religioso del mundo judío y greco-romano; también este mensaje liberador ha de llegar al ser humano y al mundo de hoy.  Puestos de pie, entonamos con alegría el canto seleccionado para empezar la celebración gozosa de hoy.

Primera lectura: Hc 10, 34a. 37-43 (Nosotros somos testigos)

Al escuchar esta primera lectura, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles, podemos deducir que la fe en Cristo resucitado es efectivamente liberadora, porque Jesús salva al ser humano del pecado, que es la fuente de todas las alienaciones y esclavitudes.  Escuchen con atención.

Segunda lectura: Col 3, 1-4 (Busquen los bienes de allá arriba, donde está Dios)

El fundamento de la vida cristiana es la identificación con la pascua, es decir, el paso de la muerte a la vida que se ha producido en Cristo Jesús, muerto y resucitado para nuestra salvación.  Mediante el bautismo hemos sido sepultados con Cristo, y hemos resucitado con Él.  Presten mucha atención a esta exhortación paulina.

Tercera lectura: Jn 20, 1-9 (Cristo había de resucitar de entre los muertos)

La noticia central del mensaje cristiano es que Cristo ha resucitado.  La resurrección de Jesús es el misterio central de nuestra fe y el fundamento principal de nuestra esperanza de liberación total de todo lo que nos oprime.  Entonemos jubilosos el aleluya para escuchar este interesante relato de san Juan; de pie, por favor.

Oración Universal

·         Por la Iglesia; para que, renovándose sin cesar, pueda anunciar al mundo, la vida nueva en Cristo, roguemos al Señor.

·         Por los bautizados en la noche de Pascua, para que, despojados del hombre viejo y revestidos del hombre nuevo, a imagen de Cristo, perseveren en la fe, que han sellado en el bautismo, roguemos al Señor.

·         Por la humanidad que sufre; para que el Señor Jesús, el Viviente, encienda en ella la esperanza de la liberación de todo mal, roguemos al Señor.

·         Por nuestros jóvenes, para que surjan las vocaciones que necesitan nuestro mundo y la Iglesia de hoy, roguemos al Señor.

·         Por nosotros, que celebramos esta Pascua; para que, cuando aparezca Cristo, vida nuestra aparezcamos juntamente con el en la gloria, roguemos al Señor.

  

Exhortación final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada día, San Pablo, España, 1995, p. 173)

Te damos gracias, Padre, por la resurrección de Jesús.

Un río de esperanza inunda nuestra vida desde entonces,

pero una esperanza de liberación total que no defrauda.

Estamos hartos de escuchar el reclamo de las ideologías huecas,

propaganda que no logra sacarnos de la indiferencia y la apatía,

ni al pesimismo de los que abocan la vida del hombre a la nada.

Creemos que Cristo resucitado es el centro de la historia,

La respuesta definitiva al problema del hombre y de la vida,

Porque tú, Padre, lo constituiste Salvador de toda la humanidad.

Ningún otro nos puede salvar y liberar, ¡Bendito seas, Señor!

Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno.  Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.

Comunícate conmigo: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

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¡Predicar el Evangelio de un modo nuevo! Renovada esperanza,, renovados corazones, renovadas estructuras para la misión.

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Moniciones para la Vigilia Pascual Cico C

Enlace permanente 26 de Marzo, 2010, 22:07

Moniciones para a Misa

Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

 

T

riduo Pascual

 

Vigilia Pascual

No está aquí.  Ha recibido

Lecturas:

Primera lectura Génesis 1, 1-2, 2

Segunda lectura: Génesis 22, 1-18

Tercera lectura: Éxodo 14,15-15,1

Cuarta lectura (Isaías 54, 5-14)

Quinta lectura: Isaías 55, 1-11

Sexta lectura Baruc 3, 9.15.32,4-4

Séptima lectura Ezequiel 36, 16-28

Primera Lectura: Romanos 6, 3-11

Evangelio Lucas 24, 1-12

 

3 de abril de 2010

 

Monición de entrada

 

(todo lo que está en rojo no es para ser leído en voz alta, es una guía para el monitor)

I.-Lucernario y Pregón Pascual

(Se comienza la Vigilia Pascual fuera de la Iglesia para allí hacer la Liturgia de la Luz).

Hermanos y hermanas, ¡buenas noches! Nuestra comunidad cristiana se regocija ante la presencia de todos ustedes.

 

El Miércoles de Ceniza parece ya muy lejano. Fue entonces cuando comenzamos a recorrer el largo camino cuaresmal. Juntos hemos vivido días de oración, de penitencia, de privaciones, de reflexión, de vía crucis. Juntos hemos ido preparando la senda que desemboca en esta ocasión gloriosa. Esta es la noche de las noches. La noche por excelencia. A ella se refiere nuestro querido Beato Carlos Manuel Rodríguez cuando nos repetía, con insistencia: “¡Vivimos para esa noche!” Hoy, las tinieblas se desvanecen, la oscuridad queda derrotada, la muerte es vencida de modo definitivo y Cristo se alza victorioso ante su pueblo. Por ello nos reunimos en vigilia de oración a la espera de Cristo Resucitado, para escuchar la Palabra de Dios, para participar en los Sacramentos de la Iglesia, para celebrar con Cristo el banquete pascual.

 

La fiesta que estamos a punto de comenzar no es una celebración cualquiera. Nos encontramos ante la más importante y solemne de todas las fiestas. La liturgia de esta noche santa consiste en cuatro partes claramente definidas.

 

La primera parte, el Lucernario o Liturgia de la Luz, comienza con la bendición del fuego. Luego de encender el cirio pascual, el Lucernario termina con el cántico del pregón pascual.

 

Al Lucernario le sigue la Liturgia de la Palabra con la proclamación de siete lecturas del Antiguo Testamento y dos del Nuevo Testamento.

 

La tercera parte de la celebración es la Liturgia Bautismal en la que serán bautizados nuestros catecúmenos (si los hay) y renovaremos nuestras promesas bautismales. La cuarta parte de la celebración es la Liturgia Eucarística cuando nos acercamos con Jesús Resucitado a la Mesa del Pan que Él mismo sirve para nosotros.

 

Así, hermanos y hermanas, conscientes del momento admirable que vivimos, nos preparamos, nos ponemos de pie para dar inicio a esta noche gloriosa.

 

(Bendición del fuego - Preparación del Cirio Pascual -Procesión y Encendido de velas de la asamblea)


Monición al Pregón Pascual

 

Iluminados con la luz del nuevo fuego pascual, repasaremos la historia de la salvación. Dios, en su infinita misericordia, ha querido que todas sus criaturas lleguen a contemplar su rostro. Esta historia maravillosa comienza con la Creación y alcanza su punto más elevado en la resurrección de Cristo. Como preparación para la Liturgia de la Palabra, gocémonos con el canto del Pregón Pascual que, con su fuerza y su belleza llega a estremecernos a todos.

(Pregón Pascual; Concluido el Pregón Pascual, pedimos a la asamblea que apague sus velas. Cuando el celebrante concluye su monición/oración, invitamos al pueblo a sentarse.)

II.- Liturgia de palabra
Primera lectura (Génesis 1, 1-2, 2)

 

Esta primera lectura relata el comienzo de la historia de la salvación. Dios crea todas las cosas, incluyendo al hombre y a la mujer, y queda complacido al mirar que todo cuanto ha creado es bueno. Toda la creación le ha sido confiada a la criatura por excelencia, el ser humano, para que se sirva de ella. Es el plan de Dios que el hombre y la mujer, creados a su imagen y semejanza, tengan vida abundante y le sirvan y honren en todo momento. Escuchemos con atención.

(Concluida la lectura, y luego del Salmo correspondiente, nos ponemos de pie mientras el celebrante hace una oración. Terminada la oración nos sentamos.)


Segunda lectura (Génesis 22, 1-18)

 

Dios quiere para sí un pueblo que realmente crea en Él. Abrahán, por sus actitudes, demostró tener esa fe que Dios espera de nosotros. Abran bien el oído para escuchar este mensaje.

(Concluida la lectura, y luego del Salmo correspondiente, nos ponemos de pie mientras el celebrante hace una oración. Terminada la oración nos sentamos.



Tercera lectura (Ex 14, 15-31, 15,1)

 

Israel, el pueblo escogido por Dios, cayó preso bajo el régimen de los egipcios. Muchos años de esclavitud sufrieron los israelitas oprimidos por el yugo de Egipto. Pero, Dios, que es siempre fiel a sus promesas, interviene personalmente en la liberación de su pueblo. Muchas esclavitudes sufrimos hoy día quienes formamos parte del pueblo de Dios. Pero, por la resurrección de Cristo vemos a Dios obrando en nuestro beneficio y conduciéndonos de la esclavitud de la muerte a la libertad de la Vida Eterna. Escuchemos con oído atento.
 

(Concluida la lectura, y luego del Salmo correspondiente, nos ponemos de pie mientras el celebrante hace una oración. Terminada la oración nos sentamos.)

 

Cuarta lectura (Is 55, 1-11)

 

El profeta Isaías nos habla a continuación de las riquezas de la salvación. Dios tiene en sus manos todos los bienes y los pone a disposición de su pueblo. “Quien tenga necesidad que venga a mí”, dice el Señor por boca de su profeta. Dios promete sellar con su pueblo una alianza eterna y la palabra de su boca no regresará a Él sin haber sido cumplida. Escuchemos con toda atención.

 

(Concluida la lectura, y luego del Salmo correspondiente, nos ponemos de pie mientras el celebrante hace una oración. Terminada la oración nos sentamos.)

 

Quinta lectura (Is 55, 1-11)

 

Isaías en su profecía nos ofrece su palabra y de parte de Dios la alianza perpetua. Dios se acerca al ser humano por medio de su palabra que anuncia la salvación y madura y transforma al ser humano. Presten mucha atención.

 

Sexta lectura (Bar 3, 9.15.32,4-4)

 

Usando como instrumento al profeta Baruc, Dios invita nuevamente al pueblo de Israel, y también nos invita a nosotros hoy a dejar el pecado y a seguir lo que le agrada a Él. Escuchemos.

 

Séptima lectura (EZ 36, 16-28)

 

El pueblo de Israel en el exilio se aleja de Dios, se torna desobediente y comienza a practicar la idolatría. La conducta del pueblo desacreditaba el buen nombre de Dios. Nuestra conducta y actitudes también pueden hacer que el mundo pregunte: “¿No son estos, acaso, los que se hacen llamar hijos de Dios?” Pero Dios no renuncia a su plan salvífico y nos redime, no por nuestros propios méritos, sino por su inmensa misericordia y por su amor sin límites. Escuchemos con corazón bien dispuesto.

 

(Concluida la lectura, y luego del Salmo correspondiente, nos ponemos de pie mientras el celebrante hace una oración. Terminada esta oración se encienden las velas del altar y se canta el Gloria. Luego el celebrante procede a la Oración Colecta. Terminada la oración nos sentamos)


Eístola (Romanos 6, 3-11)

 

Nos recuerda San Pablo que, por el Bautismo, hemos sido incorporados a Cristo y participamos de su misterio pascual. Cristo muere en la cruz y con ello propicia nuestra muerte al pecado. Cristo resucita y su resurrección es alegría para todos ya que, por su Victoria, tenemos Vida. Escuchemos gozosos, pues el triunfo de Cristo es nuestro propio triunfo.

 

(Luego de la Epístola se canta el Salmo.)

 

Antes del Aleluya

Pongámonos de pie (se hace una breve pausa). Después el silencio vigilante de la semanas de Cuaresma, cantamos hoy de nuevo el canto de alegría, el aleluya.  Es el solemne anuncio de la Resurrección.  “No está aquí ha resucitado”.

 

Evangelio (Lc 24, 1-12)

 

Las mujeres, algunas de ellas son mencionadas con sus nombres propios, se convierten en las primeras aunciadoras de la resurrección de Jesús, Pedro tiene que ir a comprobar lo que las mujeres les han hecho saber.

 

(Proclamación del Evangelio y homilía. Después de la homilía se encienden las velas
de toda la asamblea.)

 

III.- Liturgia bautismal

(Liturgia Bautismal (si hay). Renovación de las Promesas Bautismales y aspersión con agua bendita. Luego de la aspersión se le pide a la asamblea que apaguen sus velas.)

 

Oración Universal



A cada petición responderemos: Cristo Resucitado, escucha nuestra oración

 

Por la Iglesia y sus pastores: para que, confiados en el Espíritu Santo y a la luz de la Palabra del Señor, sean testimonio del amor de Cristo. Roguemos al Señor.

Por los líderes de las naciones: para que, poniendo a un lado las diferencias e intereses personales, trabajen por la paz, la unidad y la justicia. Roguemos al Señor.

Por los deambulantes y los hermanos caídos en las garras del vicio: para que encuentren en nosotros el trato amable y solidario que necesitan y merecen. Roguemos al Señor.

Por las madres solteras y las víctimas de la violencia doméstica: para que, fortalecidas con la acción del Espíritu puedan llevar a sus familias a buen puerto. Roguemos al Señor.

Por los niños y jóvenes de nuestra comunidad: para que, con la ayuda de sus mayores, puedan abrir sus corazones a Jesús y hallen en Cristo Resucitado la respuesta a sus inquietudes. Roguemos al Señor.

Por las víctimas del maltrato infantil: para que estemos alertas a sus circunstancias y atendamos con prontitud y eficiencia sus necesidades particulares. Roguemos al Señor.

Por los pobres y abandonados: para que veamos en ellos el rostro del Cristo que sufre y asumamos, de una vez y por todas, nuestra responsabilidad fraternal. Roguemos al Señor.

Por los afectados por el desempleo y el subempleo: para que encuentren, con la ayuda de sus hermanos, el trabajo digno que les permita satisfacer sus necesidades. Roguemos al Señor.

Por todos los que ofrecen servicios profesionales: para que, iluminados con la luz del evangelio y fortalecidos por Cristo Resucitado, puedan realizar sus funciones con respeto, honestidad y sensibilidad. Roguemos al Señor.

Por toda nuestra parroquia N.: para que, animada por el misterio pascual que celebramos, se comprometa seriamente a ser luz y sal en todos nuestros ambientes. Roguemos al Señor. 

 

IV.-Liturgia de la Eucaristía

Con la Eucaristía llegamos al momento culminante, el más importante de la celebración de esta noche.  Glorifiquemos y demos gracias al Padre porque en Cristo resucitado nos abre el camino de la vida.

 

  

Exhortación final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada día, San Pablo, España, 1995, p. 173)

 

Te damos gracias, Padre, Señor de la vida,

porque Cristo resucitó hoy del sepulcro. ¡Aleluya!

Él es el lucero matinal que no conocerá ocaso.

 

Ésta es la noche venturosa que une cielo y tierra,

cuando la muerte fue vencida por la vida.

Ésta es la noche en que por todo el universo

los que confesamos nuestra fe en Cristo resucitado

somos liberados del pecado y restituidos a la gracia.

 

¡Feliz culpa que nos mereció tal Redentor!

Éste es el día en que actuó el Señor, ¡aleluya!,

sea nuestra alegría y nuestro gozo, ¡aleluya!

Amén.

 

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Moniciones para el Viernes Santo Ciclo C

Enlace permanente 25 de Marzo, 2010, 1:45

Moniciones para a Misa

Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

 

Tiempo de Cuaresma

 

Viernes Santo

Pasión y cruz de Cristo

Lecturas:

Is 52, 13-53.12: Fue traspasado por nuestras rebeliones; 

He 4,14-16; 5-7: Se convirtió en causa de salvación;

Jn 18, 1-19: 42: Pasión de nuestro Señor Jesucristo.

 

2 de abril de 2010

 

Monición de entrada

 

Esta tarde estamos reunidos para celebrar la muerte victoriosa de Cristo en la cruz.  Contemplemos y meditemos en Jesús: el Cordero sacrificado por nuestra liberación.  La muerte de Cristo fue la causa de que nuestra muerte fuera vencida.

Jesús, el Señor, muere en la cruz.  Y nosotros estamos aquí movidos por la fe, por la admiración, por el agradecimiento, por el amor.  Porque su Sangre, su Cruz, son la fuente de nuestra vida, la luz de nuestro camino, la fuerza que nos transforma.

La celebración de hoy no es la Eucaristía, la Iglesia no celebra la misa en este día.  La liturgia de hoy tiene cuatro partes: lectura de la Palabra de Dios, oración de los fieles, veneración de la Cruz y la distribución de la Sagrada Eucaristía reservada anoche.

Comencemos hoy nuestra celebración en silencio.  Después nos arrodillaremos orando ante Jesús desde lo más profundo de nuestro corazón.

 

Primera lectura: Is 52,13-53,12 (Fue traspasado por nuestras rebeliones)

 

Este poema del  profeta Isaías describe la pasión salvadora y gloriosa del siervo del Señor.  Sobre él cayeron los pecados de todos los seres humanos.  Para nosotros estas profecías, escritas muchos años antes de Cristo, nos hablan de Jesús el Cristo.  Escuchemos.

 

Segunda lectura: Hb 4, 14-16; 5, 7-9 (Se Convirtió en causa de salvación)

 

Cristo, que nos señaló y nos abrió el camino hacia la salvación, pasó por todos los sufrimientos y debilidades humanas, menos el pecado.  Cristo, es el sumo Sacerdote, con Dios y entre nosotros. Escuchemos con atención.

 

Tercera lectura: Jn 18, 19-22 (Pasión de nuestro Señor Jesucristo)

 

Escucharemos el relato de la Pasión según san Juan, ésta es una continuación de la última cena y del discurso de despedida.  Un tema predominante en es el de la “hora” de Jesús.  Pongan atención a esta gran lección de generosidad.

 

Introducción a la oración universal:

 

Hoy, ante Jesús que da la vida por la humanidad entera, nuestra oración debe ser más intensa, para que a todos llegue la vida que nace de la cruz.  Unámonos, pues, ahora, en oración para que el fruto de  la salvación alcanzada por Cristo en la cruz llegue a todos.

 

(El presidente inicia desde el Misal o el Libro de la Sede la Oración Universal, especial para hoy).

De entre las oraciones que se proponen en el Misal, el sacerdote puede escoger aquellas se acomodan mejor a las condiciones del lugar, pero de tal modo que se mantenga el orden de las intenciones que se propone para la oración universal.

 

Introducción antes de la veneración de la Cruz:

 

Para los cristianos, la cruz es el instrumento elegido por Cristo para nuestra salvación.  Es el signo del amigo que entrega su vida por aquel que ama.  Desde la Cruz Cristo es proclamado  Redentor y Salvador.

Recibamos ahora, en medio de nuestra asamblea, la cruz de Jesucristo.  En él está nuestra salvación, nuestra vida y nuestra resurrección.  Dispongámonos a adorar a nuestro Salvador, porque él ha muerto para darnos vida.  Todos nos iremos acercando a venerar la Cruz.  Luego tendremos la Sagrada Comunión para aquellos que están debidamente preparados.  La Eucaristía que ayer celebrábamos nos alimenta también hoy, mientras esperamos compartir, mañana por la noche, la Eucaristía de la Pascua. 

 

  

Exhortación final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada día, San Pablo, España, 1995, p. 171)

 

¡Victoria! ¡Tú reinarás! ¡Oh cruz, tú nos salvarás!

El Verbo en ti clavado, muriendo nos rescató;

De ti, madero santo, nos viene la redención.

 

Extiende por el mundo tu reino de salvación;

Oh cruz fecunda de vida y bendición.

 

Impere sobre el odio tu reino de caridad:

Alcancen las naciones el gozo de la unidad.

 

Aumenta en nuestras almas tu reino de santidad;

El río de la gracia apague la iniquidad;

 

La gloria por los siglos a Cristo libertador;

Su cruz nos lleve al cielo, la tierra de promisión.

(E. Malvido-D. Julián)

Amén.

 

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Moniciones para el Triduo Pascual Ciclo C

Enlace permanente 25 de Marzo, 2010, 1:30

Moniciones para a Misa

Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

 

Triduo Pascual

 

Jueves Santo

LA CENA DEL SEÑOR

Lecturas:

Éx 12, 1-8.11-14: La cena pascual judía.

Sal 115

1Cor 11, 23-26: La cena del Señor.

Jn 13, 1-15: El lavatorio de los pies.

 

1 de abril de 2010

 

Monición de entrada

 

Buenas noches, queridos hermanos: con la Misa vespertina de hoy damos comienzo al sagrado Triduo Pascual.  En el Triduo Pascual celebramos, como Iglesia, los grandes misterios de nuestra salvación: el viernes de Cristo muerto, el sábado de Cristo sepultado y el domingo de Cristo resucitado.  Estos días no son un simple recuerdo, en ellos se hace presente y se realiza el misterio de la Pascua: el paso del Señor de este mundo al Padre.  Que todos saquemos muchos frutos de estas celebraciones y nos unamos en íntima comunión con Cristo.  Como signo de gratitud por estos dones, todos unidos entonemos el canto de entrada.

 

Primera lectura: Ex 12, 1-8, 11-14 (La cena pascual judía)

 

Los israelitas hacían cada año la Cena de Pascua con la que conmemoraban su liberación de Egipto.  Es la misma Última Cena que Cristo, como buen israelita, realiza con sus discípulos, inaugurando para todos una nueva liberación del egoísmo y del mal que a todos tantas veces nos domina.

 

Segunda lectura: I Cor 11, 23-26 (La cena del Señor)

 

Esta segunda lectura nos recuerda la tradición en la Iglesia  de la Cena del Señor.  La Eucaristía es el Sacramento de la unión  y del servicio a los demás.  Pongamos atención.

 

Tercera lectura: Jn 13, 1-15 (El lavatorio de los pies)

 

Jesús lava los pies de sus discípulos, una tarea que era propia de esclavos.  Con este gesto inesperado, hace visible la actitud de rebajamiento y de servicio que caracteriza su presencia en la comunidad.  Entonemos la aclamación, para luego escuchar este conmovedor mensaje.

 

Monición antes del lavatorio de los pies

En estos momentos, queridos hermanos, damos inicio al lavatorio de los pies.  El celebrante, imitando el gesto de Jesús lavará los pies a doce personas de nuestra comunidad.  Con este gesto Jesús nos enseñó que tenemos que amarnos los uno a los otros.  La expresión máxima de amor es el servicio desinteresado y generoso a los demás.

 

Oración Universal

 

A cada invocación ustedes respondan por favor: Señor, ayúdanos a servir a los demás

 

1.      Por el Obispo y los sacerdotes de nuestra Iglesia diocesana: para que vivan su sacerdocio como servicio incansable, especialmente a los más pobres y lo vivan en donación sin límites a Cristo, presente en sus hermanos. Oremos al Señor.

 

2.      Por todo el pueblo cristiano: para que en ti, que lavas los pies a los apóstoles, y en la mesa pascual partes el pan y ofreces el cáliz, sepa reconocer los grandes signos de  tu realeza y de tu amor. Oremos al Señor.

 

3.      Por los cristianos divididos: para que este memorial de la santa Cena haga resonar en su espíritu la ardiente llamada a la unidad que hiciste en tu oración sacerdotal al Padre. Oremos al Señor.

 

4.      Por los hombres prisioneros del placer y de la violencia y por todos los invitados ausentes del banquete de la fraternidad: para que se den cuenta de que has orado sobre todo por ellos y te has ofrecido al Padre como cordero inocente y manso. Oremos al Señor.

 

5.      Por todos nosotros, que compartimos el pan del cielo en la mesa eucarística: para que estemos dispuestos a compartir los valores y los bienes de este mundo con los que tienen hambre y sed de justicia y de misericordia. Oremos al Señor.

 

Monición después de la oración final

El sacerdote y los ministros del altar se preparan para llevar en procesión el Santísimo Sacramento al altar de reserva (se hace una pausa).  En estos momentos los ministros van quitando los ornamentos y velas del altar  en el presbiterio.  Jesús también fue despojado de sus vestiduras, cumpliéndose la profecía: “se repartieron entre sí mis vestidos y echaron a suerte mi túnica".

Comenzamos ahora un tiempo sagrado de profunda oración y reflexión sobre los acontecimientos que llevaron a los líderes del pueblo y los romanos a la decisión de crucificar a Jesús.

 

  

Exhortación final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada día, San Pablo, España, 1995, p. 169)

 

Te bendecimos, Padre de nuestro Señor Jesucristo,

con todos los creyentes y los pobres de todo el mundo,

porque el cuerpo de Cristo es el pan que nos fortalece

y su sangre es el vino de la fiesta pascual que nos reúne.

 

Te glorificamos, Dios nuestro, al partir el pan

y te damos gracias cuando alzamos nuestra copa,

porque son el cuerpo y la sangre de tu Hijo amado.

 

Gracias a él son posibles el cielo y la tierra nuevos,

el amor, la paz y la fraternidad entre los hombres.

 

Concédenos tu Espíritu para seguir creyendo y amando

 porque ése es tu mandato y nuestro empeño para siempre.

Amén.

 

Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno.  Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.

 

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Recepción de los Santos Óleos

Enlace permanente 25 de Marzo, 2010, 1:30

Moniciones para a Misa

Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

 

Triduo Pascual

 

Recepción de los Santos Óleos

Estos Óleos producen efectos abundantes, producen la gracia

 

1 de abril de 2010

 

Jueves Santo: Misa de la Cena del Señor

 

En estos momentos, antes de traer las ofrendas del pan y el vino, que se transformarán el Cuerpo y la Sangre de Cristo, haremos entrega a nuestro párroco de los santos Óleos, es decir los aceites que fueron bendecidos y consagrados por el obispo de nuestra Diócesis, Mons. N.

 

ENCARGADOS DE ENTREGAR LOS ÓLEOS:

(Se hace al traer las ofrendas)

 

Reverendo Padre, hemos visto la obra maravillosa de Dios al participar en la Misa Crismal.  El señor Obispo nos entregó estos Óleos para que nosotros se los diéramos a usted y ellos nos sigan transmitiendo la vida de Dios.

 

Párroco: Si, hermanos, estos Óleos producen efectos abundantes, producen la gracia.

 

Recepción del óleo de los enfermos.  Presentamos el óleo de los enfermos.  Este Óleo se utilizará para ungir a los enfermos y estos obtendrán alivio a sus dolores, se perdonan sus pecados y se fortalece su fe.

 

Sacerdote: Señor Dios, Padre de todo consuelo, que has querido sanar las dolencias de los enfermos por medio de su Hijo, escucha con amor la oración de esta comunidad parroquial.  Te damos gracias porque por la bendición de nuestro Obispo has derramado tu Espíritu Santo sobre este óleo, enriqueciéndolo con tu propia bendición.  Oye nuestra súplica para que cuántos sean ungidos con él sientan en cuerpo y alma tu divina protección y experimenten alivio en su cuerpo y alma.

 

Pueblo: Con gozo recibimos este óleo Santo en nombre de Jesucristo, nuestro Señor.  Amén.

 

Recepción del óleo de los Catecúmenos.  El óleo de los catecúmenos se utilizará para ungir a los niños y a los adultos en el Bautismo, que le impregnará de la fuerza de Dios para vencer el mal que hay en nosotros.

 

Sacerdote: Señor, fuerza y defensa de tu pueblo, que has hecho del aceite símbolo de vigor, te damos gracias al recibir en nuestra parroquia este Óleo de los catecúmenos.  Concede a cuantos sean ungidos con él en el Bautismo vivir fieles a tu Hijo,  gozar de la alegría y libertad de los hijos de Dios.

 

Pueblo: Con gozo recibimos este Óleo, dando gracias por Jesucristo, nuestro Señor.

 

Recepción del Santo Crisma.  El Santo Crisma se utilizará para ungir al bautizado y así señalarlo verdadero hijo de Dios que le confiera la capacidad espiritual de vivir la gracia sacramental.  También para ungir al neo sacerdote y para consagrar un altar.  Este Óleo está compuesto de aceite de oliva y lleva además un bálsamo especial que le da buen olor, el que nosotros hemos de repartir con nuestro buen vivir.

 

Sacerdote: Señor Dios, fuente de vida y autor de los sacramentos, al recibir el Santo Crisma para nuestra parroquia, te damos gracias por la unción que nos configura con Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey, y nos capacita para rendirte un culto agradable a tus ojos.  Oye nuestra oración  y concédenos que tu Iglesia crezca en santidad y en el servicio a la verdad.

 

Pueblo: Con gozo recibimos el Santo Crisma, dando gracias por Jesucristo, nuestro Señor. 

 

Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno.  Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.

 

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Moniciones para el Domingo de Ramos Cico C

Enlace permanente 25 de Marzo, 2010, 1:13

Moniciones para a Misa

Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

 

Tiempo de Cuaresma

 

Domingo de Ramos

A pesar de su condición divina

Lecturas:

-       Procesión: Lc 19,28-40

-       1ra lect.: Is 50,4-7

-       Sal 21

-       2da lect.: Flp 2,6-11

-       Evangelio: Lc 22,14-23-56

28 de marzo de 2010

 

Monición de entrada

 

Buenas noches (días, tarde).  Queridos hermanos en Cristo: nos estamos acercando a la gran fiesta de la Pascua, y por eso la Iglesia reflexiona en el gran amor que Dios nos tiene.  El amó al mundo hasta el extremo de entregar a su Hijo Único, con el fin que todos nos salváramos.  Respondamos con fe, con entrega y oración al celebrar este gran acto de amor, la Eucaristía: sacrificio y banquete.  De pie, por favor, para recibir al celebrante y los ministros con el canto de entrada.

 

Primera lectura: II Cron 36, 14-16. 19-23 (La ira y la misericordia de Dios)

 

La primera lectura está tomada del segundo libro de las Crónicas, este libro fue escrito después del destierro de los judíos.  Los israelitas habían sido infieles a Dios y a su alianza y no había escuchado a los profetas.  Por eso perdieron su templo y su patria y se convirtieron en esclavos.  Pero Dios es misericordioso; y después de 70 años regresaron a Israel y construyeron un templo símbolo de la presencia de Dios.  Escuchemos.

 

Segunda lectura: Ef 2, 4-10 (Por pura gracia están salvados)

 

San Pablo nos habla sobre nuestra salvación.  El amor de Dios es tan grande que por él estamos vivos con Cristo y muertos al pecado. Esta fe es un don de Dios.  Nuestra respuesta debe ser de conversión muy profunda.

 

Tercera lectura: Jn 3, 14-21 (Dios mandó a su hijo para que el mundo se salve)

 

San Juan nos presenta a Cristo como el Mediador entre Dios y los seres humanos.  El salvó al mundo muriendo en la cruz para resucitar después.  Los que creemos en Cristo tendremos con Él la vida eterna.  Escuchemos este gran mensaje de fe y esperanza.

 

Oración universal

 

1.  Por la Iglesia, especialmente, nuestra comunidad parroquial, en su avance por el desierto de la Cuaresma hacia la luz  de la Pascua. Roguemos al Señor.

 

2.  Por nuestra juventud: para que descubra y responda a su misión en la Iglesia. Roguemos al Señor.

 

3.  Seguimos orando insistentemente al Señor, para que cesen las guerras, el odio y la violencia y rene la PAZ en el mundo entero. Roguemos al Señor.

 

4.  Por los que se están preparando para recibir el Sacramento del Bautismo, su padres y padrinos, para que sean fortalecidos diariamente y puedan cumplir sus compromisos bautismales.  Roguemos al Señor.

 

5.  Por los que se alejan de la luz de Cristo a causa del mal ejemplo de sus hermanos cristianos. Roguemos al Señor.

 

6.  Por cada uno de nosotros, que fijando nuestros ojos en Cristo, luz del mundo, y queremos realizar la verdad con nuestras obras, hechas según Dios. Roguemos al Señor.

 

  

Exhortación final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra Cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 463)

 

Gloria a ti, Señor Jesús, el servidor paciente del  Padre,

porque con tu cruz gloriosa inauguras un amor sin fronteras.

Nadie te quita la vida, sino que tú la entregas voluntariamente

por nosotros y por nuestra salvación. ¡Misterio de amor!

No queremos lavarnos las manos ni ser menos espectadores

en el drama de tu pasión.  Reconocemos nuestra culpa y pecado.

 

Tus enemigos creyeron acallar tu voz para siempre,

pero la semilla de tu palabra germina en el corazón del que ama

y del que vive contigo el espíritu de las bienaventuranzas.

Concédenos seguirte incondicionalmente, mientras anunciamos

tu muerte y proclamamos tu resurrección.  ¡Ven, Señor Jesús!

.

 

Amén.

 

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Moniciones para el V Domigo del Tiempo de Cuaresma- Ciclo C

Enlace permanente 15 de Marzo, 2010, 21:39

 

 

Misioneros Redentoristas de la Provincia de San Juan

R. Dominicana

Puerto Rico

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Moniciones para la Misa

Ciclo C

Tiempo de Cuaresma

V Domingo

Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.                                                                       Fuente: www.scalando.com 

Moniciones para a Misa

 

Tiempo de Cuaresma

 

V Domingo

Un perdón que regenera

Lecturas:

-          1ra lect.: Is 43,16-21

-          Sal 125

-          2da lect.: Filp 3,8-14

-          Evangelio: Jn 8,1-11

 

21 de marzo de 2010

 

Monición de entrada

 

Este V Domingo de Cuaresma nos lleva hasta la etapa de aquellos hombres inspirados por el Espíritu que prepararon la venida de Nuestro Señor Jesucristo: los profetas.  El Señor actuó a favor de su pueblo mediante el signo del agua, como lo hace ahora en el Bautismo.  Nos toca a nosotros vivir esta última oportunidad para purificarnos mediante la Penitencia para beber el agua que da la Vida. Puestos de pies, entonamos el canto para recibir a los ministros de esta celebración.

 

Primera lectura: Isaías (Miren que realizo algo nuevo; ya está brotando)

 

 

Vamos a escuchar un breve cargamento del libro del profeta Isaías, donde se explica el retorno de Babilonia a Jerusalén como un nuevo éxodo.  El texto asegura que Dios abre un camino en el desierto, para que Israel pueda atravesarlo con facilidad y con seguridad.  Escuchemos.

 

Segunda lectura: Filipenses (Todo lo estimo pérdida comparado con Cristo)

 

Presten mucha atención a este corto pasaje de carta de san Pablo a los filipenses.  El autor subraya con fuerza el valor incomparable que tiene para él el conocimiento de Jesucristo.  En comparación con Cristo, cualquier otra cosa, por importante que parezca, resulta superflua, e incluso negativa.  Oigamos.

 

Tercera lectura: Juan 8, 1-11 (El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra)

 

Un día por la mañana, al amanecer, estaba Jesús en el templo y mientras hablaba se le presentó una desagradable sorpresa, según la describe la bella pluma del evangelista San Juan. Los letrados y fariseos le trajeron una mujer sorprendida en flagrante adulterio.  “La ley establece que mujeres como estas deben morir ‘apedreadas’.  ¿Tu que dices?”.  “...El que no tenga pecado lance la primera piedra”.  La respuesta de Jesús fue una sorpresa para ellos.  Unos tras otros se fueron retirando, comenzando por los más viejos.  Se quedaron sólo Jesús y la acusada.  Jesús le dice ‘Mujer’ ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?  Yo tampoco te condeno.  Vete y en adelante no vuelvas a pecar”.  De pie, por favor, para escuchar al Señor.

 

Oración Universal:

 

  1. Para que la Iglesia sea a los ojos del mundo signo de esperanza, acogiendo a todos, animando, consolando, roguemos al Señor.

  2. Para que nuestra sociedad, injusta e hipócrita, que busca lo que la escandaliza y fomenta lo que luego condena, asuma su culpa y procure el remedio, roguemos al Señor.

  3. Para que los delincuentes y marginados encuentren en todos la ayuda la ayuda fraterna para salir de su postración, roguemos al Señor.

  4. Para que nuestros adolescentes y jóvenes pueden descubrir la llamada de Dios a la vida religiosa y sacerdotal, roguemos al Señor.

  5. Para que no nos creamos sin pecado y no nos erijamos en jueces de los demás, como acusadores de la mujer adúltera, y aprendamos de Cristo a ser comprensivos, roguemos al Señor.

 

  

Exhortación final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra Cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 460)

 

Es justo bendecirte, Padre, porque en Jesús de Nazaret

dejaste al descubierto la hipocresía que nos corroe por dentro.

¡Pobre mujer adúltera! Todos la señalaban con el dedo, todos,

pero Jesús la perdonó y le devolvió su dignidad perdida.

Qué lección para nosotros, fiscales aficionados y baratos,

que denunciamos y encasillamos fácilmente a los demás.

Tú, en cambio, brindas siempre una segunda oportunidad.

 

Ante ti, Señor, todos somos imperfectos y pecadores;

reconocerlo es nuestra salvación, la única salida airosa.

Rehabilitados por tu perdón como personas e hijos tuyos,

estamos alegres y te damos gracias por siempre, Señor.

.

 

Amén.

 

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Homilía para el V Domigo del Tiempo de Cuaresma- Ciclo C

Enlace permanente 15 de Marzo, 2010, 21:05

 

 

Misioneros Redetoristas/Provincia de San Juan

R. Dominicana

Puerto Rico

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En Camino

Homilía para el Domingo

Ciclo C

Tiempo de Cuaresma

V Domingo

Autor:  Neptalí Díaz Villán CSsR.                                                                                                     Fuente: www.scalando.com 

EN CAMINO

Tiempo de Cuaresma, ciclo “C”

 

V Domingo

“Fin del oprobio”

21 de marzo de 2010

 

-       1ra lect.: Is 43,16-21

-       Sal 125

-       2da lect.: Filp 3,8-14

-       Evangelio: Jn 8,1-11

 

Recordar lo antiguo

Una tendencia que no deja crecer a las personas o a las instituciones, es hacer siempre lo mismo porque eso ha funcionado así por mucho tiempo. ¿Para qué cambiar las estructuras de la Iglesia si han funcionado por tantos años? ¿Para qué cambiar las estrategias en la pastoral, si las hemos mantenido por tanto tiempo? ¿Para qué cambiar los equipos de una fábrica, la diagramación de una revista, el estilo de un noticiero, la programación de un canal o algo tan sencillo como la decoración de un apartamento, si con esa fórmula han funcionado bien las cosas? ¿Para qué cambiar la pedagogía, la política, la teología… en fin… para qué nos complicamos tanto?

El primer domingo de cuaresma hablábamos de la memoria histórica y su importancia en nuestra vida de fe, tanto a nivel personal como colectivo. Como un complemento de esta reflexión, el profeta Isaías en el texto que hoy leemos, invita a sus lectores a no quedarse en el pasado.

Es muy importante hacer memoria de los acontecimientos históricos, pero no para quedarnos ahí, ni para vivir de ellos, como quien añora el pasado por aquello de que  “todo tiempo pasado fue mejor.”

El profeta se refiere específicamente a los acontecimientos del Éxodo que deben ser recordados, no para quedarse en el pasado sino para hacer otro éxodo de salvación. Porque recordarlos simplemente como unos datos históricos y seguir en lo mismo, es una tontería. Dios se sigue manifestando en nuestra historia y es preciso descubrir su presencia entre nosotros para dejar atrás algunas realidades negativas, otras buenas que podrían ser superadas y para abrirnos a una nueva experiencia con Él.

Muchas personas tras una pérdida se quedan ahí ancladas y no logran superar el dolor. Se acabó el matrimonio, se acabó la empresa, se fueron los años, se murió el ser querido, cambio de época, época de cambios… y muchos se quedan lamentándose por la leche derramada y, tal vez, culpando a los demás por sus desgracias y terminan llevando una vida mediocre y amargada.

Por supuesto que necesitamos recordar para aprender las lecciones de la historia, sabia maestra. Pero no podemos quedarnos recordando lo antiguo y lamentándonos de lo bueno que vivíamos antes. Por supuesto que necesitamos evaluar por qué tuvimos fracasos, ruinas, muertes y demás pérdidas, pero necesitamos una actitud mental de avanzada. La vida continúa y necesitamos seguir escribiendo nuestra historia de salvación en medio de las cosas que nos incomodan, sabiendo que contamos con el Dios de la vida que hace brotar agua del desierto: “No se queden recordando lo antiguo, no piensen en cosas del pasado, ahora que voy a hacer algo nuevo; ya se vislumbra, ¿no lo perciben? Voy a abrir un camino en el desierto, y ríos que lo rieguen.” (Is 43,18-19).

 

Yo tampoco te condeno

A la religión, así como a todo lo que atañe al ser humano, no la podemos desligar de las realidades propias de su tiempo. Es claro que la Ley de Dios buscaba la construcción de un pueblo armonioso, digno, libre y justo, ante Dios y ante los demás seres humanos. Pero no podemos aplicar la Ley de manera irracional, sin tener en cuenta las reales necesidades del ser humano de hoy y los aportes de las ciencias modernas. No podemos desconocer que la Ley fue promulgada para una cultura antigua, patriarcal y androcéntrica (centrada en el varón), muy diferente a la nuestra. Hace casi dos mil años, Jesús encontró algunos elementos que necesitaban replantearse para seguir fieles a Dios, que se gloría en la salvación del ser humano. Nos corresponde a nosotros hacer nuestro propio discernimiento.

Para el tema que nos interesa hoy, la Ley mandaba apedrear a la mujer que no llegara virgen al matrimonio (Dt 22,13ss), pero con respecto al varón no tenía prescripción alguna. El marido podía tener relaciones sexuales con todas las mujeres que quisiera; el problema era cuando las tenía con una mujer casada, pues se consideraba una deshonra para el marido de esa mujer. Si se descubría este delito los dos debían morir (Dt 20,10ss. 22,22). El énfasis no lo ponían en la dignidad de la mujer, sino en la afrenta contra su marido.

Algo no estaba bien y necesitaba ser replanteado. Por una parte la Ley estaba claramente a favor del varón, y por otra maximizaba la falta sexual, a tal punto de ocultar otras faltas más graves y perjudiciales para el ser humano.

El evangelio que hoy leemos nos presenta la escena de una mujer sorprendida en adulterio. Quienes la acusaban y querían matarla por ese pecado, no se preguntaron las circunstancias del hecho. No les interesó saber cómo la trataba el marido, qué insatisfacción, vacío afectivo o desajuste emocional podría tener ella. Simplemente fue sorprendida en el mismo acto de tener relaciones sexuales ilícitas y por lo tanto debía morir.

¡Claro! ¡Un pecado mortal!, ¡una abominación!, podría decir alguien. Pero, sin pretender ocultar la frustración y el conflicto que vienen tras una sexualidad desordenada, muchas veces se exagera cuando se juzgan y se castigan severamente las faltas sexuales, mientras se dejan pasar muchas actitudes que denigran más la dignidad humana.

Muchas personas se sienten puras porque no cometen “delitos” sexuales, pero viven llenas de envidia, codicia, injusticia, ambición, y explotación. ¿De verdad podríamos decir que son puras por no cometer “delitos” sexuales, aún si son usurpadores del bien ajeno, cómplices de injusticias e indiferentes ante el sufrimiento humano?

Un gran número de personas maneja la siguiente relación:

-       Malos pensamientos = Pensamientos sexuales.

-       Malos deseos = Deseos sexuales

-       Deseos impuros = Deseos sexuales.

-       Una pecadora pública = una prostituta.

-       Dos personas pecaron = Dos personas tuvieron relaciones sexuales.

-       Sexo = Pecado. ¡Que horror!

 

Esto no se da sólo en el común de la gente. Esa tendencia va impulsada por la misma enseñanza de la Iglesia jerárquica. Según el Código de Derecho Canónico, una de las faltas más graves que puede cometer un sacerdote, por la cual queda excomulgado latae sententiae (en el mismo instante), excomunión que sólo puede levantar la Santa Sede, es absolver a su cómplice (Cánones No 977 y 1378). ¿Cómplice de algún acto injusto, deshonesto o corrupto, que daña a algún pueblo a algún ser humano en particular? ¡No! ¡Cómplice de delitos sexuales! ¿O sea cómplice de alguna violación sexual? ¡No! Lo que quiere decir es que si un ministro ordenado, acepta en confesión y le da la absolución a una persona con la cual haya tenido relaciones sexuales, queda excomulgado en el mismo instante que realiza ese acto “execrable”. Pero si el ministro apoya a algún poderoso explotador, se hace cómplice de esa injusticia y legitima actos de barbarie, eso les resulta menos grave que tener relaciones sexuales y absolver a su cómplice de semejante “abominación”. ¿Si el ministro ultrajó a una persona en confesión y la condenó porque incumplía algún mandamiento? Está mal, pero no es tan grave como lo otro. ¿Y si se trata de un ministro injusto, codicioso, invadido por su afán de lucro? Pues está muy mal, pero no es tan grave para excomulgarlo. ¡Así estamos!

Veamos otro ejemplo. Según la exhortación apostólica de Juan Pablo II, Familiaris Consortio, las parejas separadas no pueden volver a casarse si quieren seguir participando de la eucaristía. En el caso de que estas personas separadas hayan formado una nueva pareja, deben dejarla para que puedan comulgar. Si ya formaron una segunda familia y no quieran separarse por el bien de los hijos, se les permitiría participar de la comunión, con una condición: no tener relaciones sexuales. Pueden vivir bajo el mismo techo, formar a sus hijos, hacer vida social, ¡todo!, menos tener relaciones sexuales. Deben vivir en perfecta continencia, como hermanitos.[1] Arguyen los altos jerarcas, todos varones solteros,  que si se admitiera en la comunión a estas parejas, se contradijera objetivamente la unión entre Cristo y la Iglesia, se escandalizaría gravemente a las demás parejas y se correría el riesgo de que tras ellas se fueran otras parejas siguiendo el mismo camino.

Claro que una sexualidad desordenada trae muchas frustraciones, pero es preciso tomar conciencia de que hoy como ayer, se sigue maximizando el castigo a los “delitos sexuales” y se olvidan otras faltas que hacen mucho daño a las personas y a los pueblos.

En el caso del evangelio de hoy, quienes acudieron a Jesús no lo hicieron para consultarlo, ni para aprender algo de su nuevo camino para encontrar a Dios y su forma de aplicar la Ley. Para los acusadores todo estaba muy claro: la mujer debía morir porque había pecado gravemente. La mujer y Jesús no interesaban para ellos. Sólo querían aliviar con la violencia sus deseos reprimidos, esconder sus propias falencias, mostrarse puros, y ponerle una trampa al hombre de Nazareth para tener de qué acusarlo. Si él aprobaba la muerte, se contradecía a sí mismo y su lenguaje de misericordia. Si la desaprobaba se ponía en contra de toda una institución poderosa y lo podían acusar de complicidad. Jaque mate: con cualquier respuesta perdía.

Él se inclinó y empezó a escribir en el suelo. No se sabe exactamente qué significa ese signo, aunque los escrituristas prefieren suponer que el evangelio quiere manifestar una actitud desinteresada por parte de Jesús, ya que él vino a dar vida y no a juzgar ni a condenar (Jn 3,16-17; 10,10).

Jesús no discutió la veracidad de la acusación y fue más allá. Supo descubrir la bajeza humana de quienes se creían santos y con autoridad para dar muerte a una pecadora, motivados por el falso afán de hacer justicia. Supo revisar la Ley de Dios que podía y debía ser actualizada.

“¡El que no tenga pecado, que le tire la primera piedra!” dijo, y se volvió a inclinar para escribir en el suelo. Estas palabras de Jesús no pueden ser una excusa para no corregir a nuestros hijos, alumnos o hermanos, ni menos para quitar todo tipo de acción judicial contra los delincuentes reales, cuando lo ameriten las circunstancias. Eso hay que hacerlo, sin decir que los encargados de corregir las conductas personales o sociales, tengan que ser santos, aunque no deben comportarse como dioses, dueños del bien y del mal (Gen 3,1ss).

Se fueron todos y quedó Jesús sólo con la mujer, que seguía allí delante. De esta manera los acusadores se convirtieron en acusados. Muy valientes para descubrir y combatir los pecados de los demás, pero cobardes e incapaces de descubrir y enfrentar los propios.

A la mujer le habló como Él mejor sabía hacerlo: con misericordia. La importancia que le negó a los acusadores, se la dio a la mujer, pues ella necesitaba una palabra certera para la ocasión. No la condenó como persona, pero tampoco la felicitó por su falta. Creyó en ella y en su capacidad de conversión y la invitó a no volver a pecar. Entonces se incorporó y le preguntó: ‘Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te condenó?’ Ella respondió: ‘Nadie, Señor’. Jesús le dijo: ‘Pues tampoco yo te condeno. Vete, y de ahora en adelante no peques más’.”

Revisemos nuestra vida a la luz de esta palabra. ¿Cómo reaccionamos ante las fallas de las demás personas y cómo lo hacemos ante las nuestras? ¿He sentido el índice de alguna persona o institución que me acusa y la misericordia de Dios que no me condena pero me invita a la conversión? ¿Cómo va mi camino de conversión?

 

Oración

Señor Jesús te damos gracias por tu voz firme y serena, siempre a favor de la vida, de la dignidad de las personas, especialmente de los menos favorecidos por el sistema. Te damos gracias por tu testimonio de auténtico amor misericordioso que ataca el mal y defiende a la persona y a su propia felicidad.

Delante de ti reconocemos que, sintiéndolos libres de pecado, algunas veces hemos juzgado a los demás. Delante de ti reconocemos que necesitamos purificar  muchas cosas de nuestra vida. Danos un corazón generoso para mirar los errores de los demás y comprenderlos, un corazón puro para amar con libertad, un corazón fuerte e incorruptible para asumir la vida con entereza.

Ayúdanos a estar atentos para no caer en las actitudes bajas y deshonestas de quienes pretenden mostrarse puros al acusar y condenar a los demás. Ayúdanos a enfrentar y superar nuestra propia fragilidad e impureza humana. Danos la fuerza de tu espíritu para vivir, pensar, sentir y hablar como tú, siempre a favor de la vida, de la auténtica libertad y felicidad.

Ayúdanos a superar los fracasos, las pérdidas y los dolores de nuestra vida. Que nos quedemos recordando obsesivamente las heridas del pasado, porque tú tienes la capacidad de hacer en nosotros nuevas todas las cosas, de reeditar nuestra historia y hacer de ella una historia de salvación con un sentido nuevo y un final feliz. Creemos en ti y en la vida que nos comunicas del Padre. Creemos en ti y en la acción de tu Espíritu que nos conduce a la verdad plena. Creemos en ti, en tu Palabra de Vida eterna, en tu amor, en tu presencia vida, dadora de alegría y de plenitud. Amén.

 

Formato para imprimir Comentarios al autor: neptalidv@yahoo.com

 

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¡Predicar el Evangelio de un modo nuevo! Renovada esperanza,, renovados corazones, renovadas estructuras para la misión.



[1] La Iglesia, fundándose en la Sagrada Escritura, reafirma su praxis de no admitir en la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez… podrán hacerlo cuando varón y mujer no pueden realmente separarse, pero se obligan a vivir en perfecta continencia; es decir, a abstenerse de aquellos actos reservados a los casados, y aún cuando no exista peligro de escándalo” (Exhortación Apostólica de Juan Pablo II, Familiaris Consortio No. 84)

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Moniciones para el IV Domigo del Tiempo de Cuaresma- Ciclo C

Enlace permanente 7 de Marzo, 2010, 20:59

Misioneros Redentoristas de la Provincia de San Juan

República Dominicana  y Puerto Rico

 

                  
Domingo 07 de Marzo del 2010

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Así ha quedado la imagen de Cristo crucificado, roto, entre escombros de le iglesia y parroquia de San Gerardo

 
 

"Predicar el Evangilio de un modo nuevo-Renovada esperanza, renovados corazones, y renovadas estructuras para la misón"

Moniciones para a Misa

Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

 

Tiempo de Cuaresma

 

IV Domingo

Así es Dios: un Padre Misericordioso

Lecturas:

-          1ra lect.: Jos 5, 9-12

-          Sal 33

-          2da lect.: 2Cor 5, 17-21

-          Evangelio: Lc 15, 1-3.11-32

14 de marzo de 2010

 

Monición de entrada

 

Todos podemos mejorar, cambiar de mentalidad, que nuestro estilo de vida sea cada vez más parecido al de Cristo Jesús, esto ha de reflejarse en nuestra relación con Dios, en nuestra apertura a los demás; en el compromiso y en la seriedad en nuestro camino.  Todos estamos llamados a colaborar a que también los demás -familiares, amigos y compañeros de trabajo- se sientan llamados a renovarse y vivir la Pascua en profundidad.

 

Primera lectura: Josué 5, 9ª.10-12(Celebraron la pascua al entrar en la tierra prometida)

 

 

Hoy leeremos como primera lectura, tomada del libro de Josué, la primera Pascua que celebró el pueblo de Israel ya en la tierra prometida.  Escuchen atentos, hermanos.

 

Segunda lectura: II Corintios 5, 17-21 (Dios nos reconcilió consigo por medio de Cristo)

 

Con mucha frecuencia san Pablo usa, en sus escritos, el término: novedad, para referirse a la situación de la humanidad después de Cristo.  Así, vemos por ejemplo, la nueva creación, la nueva humanidad, el hombre nuevo, el mundo nuevo… Según el apóstol, en Cristo se produce un cambio radical en la historia que podemos considerar realmente un nuevo inicio.  Presten mucha atención.

 

Tercera lectura: Lucas 15, 1-3.11-32 (Parábola del Padre de la misericordia)

 

Vamos a escuchar una de las páginas más interesante de la literatura bíblica; conocida como: la parábola del hijo pródigo.  Este texto nos presenta la actitud misericordiosa de Dios, que no quiere la muerte de los que se han alejado de Él, sino que desea y espera su retorno.  Otro elemento, nos menos importe, de esta narración es la alegría.  El padre invita a todos a celebrarlo con una gran fiesta.  De pie, por favor, para escuchar a Jesús.

 

Oración Universal:

 

Por la Iglesia, que ha recibido de Cristo la misión de reconciliar; para que, en medio de las tensiones y las actividades agresivas, sea fermento de unidad y de paz, roguemos al Señor.

Por nuestro mundo, dividido por el odio, la guerra, la segregación; en ricos y pobres, dominadores y dominados, vencedores y vencidos; para que sea posible la paz, fruto de la justicia y del amor fraterno, roguemos al Señor.

Por los que se indignan, como el hijo mayor de la parábola, contra los que perdonan y son perdonados; para que depongan su actitud intransigente y sepan comprender, roguemos al Señor.

Por nosotros, pecadores, que queremos hacer nuestra la actitud de conversión del hijo menor de la parábola y acogernos a la misericordia y al perdón de Dios; para que valoremos el sacramento de la penitencia y nos preparemos para celebrar nuestra reconciliación con Cristo, roguemos al Señor.

 

  

Exhortación final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra Cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 457)

 

Te bendecimos, Dios Padre, porque Jesucristo, tu Hijo,

fue conocido y acusado como “el que acoge a los pecadores”.

En la parábola del hijo pródigo nos dejó l mejor y más exacta

radiografía de tu corazón de padre que ama y perdona siempre.

 

Bendito, seas Señor, porque eres un Dios reconciliador

y no nos tratas como merecen nuestros continuos desdenes,

sino que corres a nuestro encuentro y, como al hijo pródigo,

nos colma de amor, besos, ternura, regalos, pan y eucaristía.

 

Hoy queremos desandar el camino para descansar al fin

en tus brazos, dejándonos querer por ti; así rehabilitados,

podremos sentarnos a tu mesa con todos los hermanos

.

 

Amén.

 

Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno.  Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.

 

Comunícate conmigo: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

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¡Predicar el Evangelio de un modo nuevo! Renovada esperanza,, renovados corazones, renovadas estructuras para la misión.

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Homilia para ei IV Domingo de Cuaresma Ciclo C

Enlace permanente 7 de Marzo, 2010, 20:59

Misioneros Redentoristas de la Provincia de San Juan

República Dominicana  y Puerto Rico

 

                  
Domingo 07 de Marzo del 2010

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Así ha quedado la imagen de Cristo crucificado, roto, entre escombros de le iglesia y parroquia de San Gerardo

 
 

"Predicar el Evangilio de un modo nuevo-Renovada esperanza, renovados corazones, y renovadas estructuras para la misón"

EN CAMINO

Tiempo de Cuaresma, ciclo “C”

 

IV Domingo

“Fin del oprobio”

7 de marzo de 2010

Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R.                            Fuente: www.scalando.com

 

-       1ra lect.: Jos 5, 9-12

-       Sal 33

-       2da lect.: 2Cor 5, 17-21

-       Evangelio: Lc 15, 1-3.11-32

 

La pascua empezó con una comida y terminó con otra. La primera (Ex 12) marcó el inicio de un largo y peligroso recorrido por el desierto. Llevaba consigo el riesgo, la firme esperanza y la audaz decisión de liberarse de la esclavitud y encontrar algo mejor para vivir: una tierra que manara leche miel. Fue un duro camino que duró cuarenta años, tiempo que no es cronológico sino simbólico. Cuarenta es un número global que enmarca lo necesario para que un proyecto madure, se consolide y se puedan lograr buenos resultados. Pasaron por muchos problemas: hambre, sed, cansancio, muertes, protestas contra Moisés y hasta deseos de volver a Egipto, donde por lo menos tenían comida y bebida, aunque fueran esclavos. Mucha gente murió, entre ellos su líder Moisés; pero por fin llegaron.

La segunda comida (Josué 5) fue un cierre con broche de oro al largo recorrido por el desierto y la inauguración de la nueva vida. Marcó el fin del oprobio de Egipto y el inicio de la libertad. Atrás quedaron Egipto y el maná, o sea la esclavitud y el desierto como camino de peregrinación.

Llegaba una nueva etapa con nuevos retos. Habían alcanzado la independencia; ahora debían constituirse como pueblo libre y ser fieles a la alianza con el Dios que los había acompañado durante todo el camino y borrado el oprobio de Egipto. En la Pascua que celebrarían cada año, debían hacer memoria de todos los acontecimientos salvíficos de Dios a favor de su pueblo. Debían comprometerse con Dios y con sus hermanos, a vivir en continua alerta, pues podrían aparecer en cualquier momento otros faraones con deseos de esclavizar, otros verdugos dispuestos a maltratar y hombres débiles, presa fácil de los mezquinos intereses de los explotadores. La fidelidad a la alianza implicaba la lucha constante contra todo tipo esclavitud, y el firme compromiso de trabajar la tierra para que manara leche y miel y para que todos tuvieran derecho a deleitar sus frutos.

 

Un Padre con entrañas de Madre

Cuando a Albino Luciani, conocido en su tiempo como el papa de la sonrisa, Juan Pablo I, se le ocurrió decir que Dios era Padre y Madre, algunas personas defensoras de la pulcritud e inerrancia de la religión, mostraron su preocupación. El temido cardenal Joseph Auer Ratzinger, hoy papa Benedicto XVI, dijo muy ofuscado a los medios de comunicación que ni siquiera el papa tenía derecho a cambiarle de sexo a Dios.

Hay que reconocer que la cultura patriarcal en la cual nació y se desarrolló nuestra fe judeocristiana, nos ha dejado un gran vacío afectivo en cuanto a la figura de la deidad femenina, que tienen otras religiones.[1] Las ciencias modernas han descubierto que todo ser humano tiene dentro de sí las dimensiones masculina y femenina; desconocer esa realidad no es saludable. Si por fe afirmamos que somos imagen y semejanza de Dios, no podemos desconocer su dimensión femenina.

Cuando O`gdon Ondo Andeme llegó a Bogotá como exiliado político, procedente de Guinea Ecuatorial, un país centroafricano con muchos conflictos, magna herencia que los europeos han dejado por todo el mundo, no había visto ni escuchado a Michel Jackson, el famoso cantante de Pop. De pronto vio en la televisión un video musical en el cual Michel Jackson bailaba y cantaba. A O`gdon le llamó la atención la forma de bailar del cantante “blanco” y le dijo a su compañero de exilio, con quien compartía el cuarto: “Mira, ese cantante es un blanco con sangre de negro; ¡es que ese estilo de bailar y cantar es propio de los negros…!”

Al contemplar la hermosísima parábola de hoy, descubrimos que el Padre misericordioso, tiene unos sentimientos profundamente maternales. Podríamos decir que es un Padre con entrañas de Madre.

Por algo el conocido pintor Rembrandt, dibujó en su famosa obra, “El regreso del hijo pródigo”, uno de los brazos del Padre con características de mujer. Ahí la humanidad del hijo pródigo y en él la humanidad entera que vuelve a casa, se ve cubierta por un brazo paternal y otro maternal: los brazos de Dios Padre-Madre, como dijo nuestro desaparecido Papa Juan Pablo I.

Puede ser que no nos cuadre mucho la idea de un Dios con rostro femenino, pero nuestra gente lo maneja sin darse cuenta. “En el imaginario cultural popular, el referencial de una antigua diosa, tanto más poderosa cuanto más próxima las personas sufrientes e injusticiadas, posibilita constantes resignificaciones de la cultura y de la religión, y alimenta la actuación en la historia. Sea invocando a Pacha Mama, Iemanjá o ala Virgen María, es cada vez más, una divina misericordia la que desmonta el sexismo prepotente y afirma una relación de amor con Dios. En las representaciones de Nuestra Señora, Morenita, India o Negra, se expresa la gran Madre de la Compasión, íntimamente próxima y protectora, a cuyo poder las personas excluidas tienen pleno acceso.”[2]

Qué alegría saber que creemos en una Divinidad que es Padre y Madre de misericordia y que en esa Divinidad nosotros, sus hijos e hijas, podemos integrar a nuestras vidas tanto la dimensión masculina como la femenina, y desarrollarnos de manera armoniosa como seres humanos. Además de la confianza absoluta que nos motiva a retornar alegremente a la casa de Padre y Madre Dios, esta realidad tiene que hacernos replantear muchas estructuras actuales en diferentes campos de nuestro camino de fe…

Tres maneras de ser

Tenemos la posibilidad de ser como hijo menor, como hijo mayor o como Padre Madre de misericordia. Como hijos menores podemos minusvalorar el gran amor de Dios, abandonar su casa, sus caminos y su proyecto, y derrochar irresponsablemente lo que Él nos ha dado, exponiéndonos de esta manera a recibir una gran frustración, como consecuencia de nuestros actos irresponsables. Vale la pena preguntarnos cuántas veces hemos actuado como el hijo menor y cuántas frustraciones hemos tenido. Vale la pena en esta cuaresma tomar una decisión inteligente: volver a la casa de Padre Madre, con la absoluta certeza de encontrar acogida y con un profundo deseo de transformarnos a su imagen.

Como hijos mayores corremos el riesgo de ser muy cumplidores de todas las “órdenes” de Padre Madre, pero no tanto con el amor agradecido de un hijo que se siente amado, ni con la alegría de hacer realidad la voluntad salvífica de Dios, sino con la mezquindad de quien sólo busca su propio interés y trabaja para lograr sus vanas pretensiones. Podemos desconocer nuestra limitación humana, creernos buenos por seguir estrictamente todos los preceptos y dogmas de una institución, y con el derecho de juzgar a quienes consideramos malos e indignos de retornar a la casa de Dios. Pero esconder tras ese socarrón halo de santidad, la amargura de un malogrado impulso de hacer lo mismo por el miedo al castigo, y por no perder una vana pureza religiosa que esconde en el fondo la más sutil y frustrante infelicidad.

Del hijo menor sabemos que retornó y disfrutó de la fiesta; no sabemos si después se integró completamente a las actividades de la casa. Del hijo mayor no sabemos si al fin decidió entrar o prefirió hacer caso a su vanidad religiosa, autoexcluyéndose definitivamente del gran banquete del Reino que es para todos. La respuesta la tenemos nosotros, como comunidad creyente…

De alguna manera, en algún momento de nuestras vidas, actuamos como el hijo menor y en otros momentos lo hacemos como el mayor. ¿Cuándo, cómo, dónde, con quiénes y en qué circunstancias hemos actuado así? Vale la pena evaluar seriamente nuestra vida de fe. Nos estamos jugando la participación en el gran banquete del Reino.

Finalmente, ojalá avancemos y maduremos como seres humanos para llegar a ser verdaderas imágenes de Dios Padre y Madre con entrañas de misericordia.

 

Oración

Padre y Madre de misericordia, bondad infinita, fuente inagotable del amor, de la alegría y de la perpetua felicidad. En ti nos refugiamos en este día con la absoluta certeza de sentirnos acogidos, amados, perdonados y, en tus grandes manos, conducidos irreversiblemente a la plenitud de nuestra vida.

Reconocemos que muchas veces hemos actuado con mezquindad y hemos desoído tu voz que grita desde los profundo de nuestros corazones. Muchas veces hemos actuado con el orgullo, la prepotencia y la autosuficiencia del hijo mayor. Muchas veces hemos actuado con el irrespeto y la irresponsabilidad del hijo menor. Hemos sido egoístas, altaneros, envidiosos, indiferentes al dolor humano… y víctimas de nuestros propios errores, caídas y equivocaciones.

Hoy te pedimos que limpies nuestras almas, nuestros cuerpos, nuestro espíritu, nuestros sentimientos y pensamientos, todo nuestro ser. Queremos ser auténticos hijos tuyos y manifestar la grandeza de tu amor misericordioso con nuestras obras y con nuestras palabras. Queremos que arranques de nosotros el oprobio de Egipto, la esclavitud a la que muchas veces nos lleva nuestra frágil humanidad, presa del pecado.

Queremos dejar atrás todo lo que nos esclaviza y ser, en Cristo, nuevas creaturas. Queremos experimentar que todo lo antiguo, toda nuestra condición de esclavitud ha sido superada y que todo ahora es nuevo en tu amor misericordioso manifestado plenamente en Jesucristo. Todo lo antiguo ha pasado, en Cristo somos nuevas criaturas. Abrimos toda nuestra vida para que tú tomes posesión de ella, para que nos reconcilies internamente, sanes nuestras heridas y nos des la plenitud de paz y del perdón. Amén.

 

Formato para imprimir Comentarios al autor: neptalidv@yahoo.com

 

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[1] Aunque podríamos tener la salvedad en el Espíritu, ya que Espíritu, ruah, en hebreo, es femenino, en griego es neutro - Pneuma – y en castellano es masculino. Por otra parte, de alguna manera ese vacío lo han llenado también las múltiples devociones a María Santísima que, aunque oficialmente no se le rinde latría, al pueblo no le importan mucho los términos teológicos y la ortodoxia en la fe, sino expresar sus afectos humanos a la divinidad.

[2] DOMEZI María Cecilia, Otra democracia con igualdad de género. En: Agenda Latinoamericana 2007, Verbo Divino, Bogotá 2006. Pag. 90

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