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Mayo del 2010

 

Moniciones para la Santifísima Trinidad Ciclo C

Enlace permanente 26 de Mayo, 2010, 14:38

Tiempo Ordinario, ciclo “C”

 

Santísima Trinidad

El el círculo trinitario

Lecturas:

-         1ra lect.: Prov 8,22-31

-         Sal 8

-         2da lect.: Rom 5,1-5

-         Evangelio: Jn 16,12-15

30 mayo de m de 2010

 

Monición de entrada

 

Hoy estamos celebrando la fiesta de la Santísima Trinidad. Como bautizados, hemos sido llamados a participar de este amor íntimo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Se nos ha dado la Trinidad como modelo de la comunidad. Nuestras vidas deben reflejar el amor de Dios, su paz y su unidad. Invoquemos el nombre del Señor, pidiéndole que forme con nosotros una comunidad de fe. Expresemos nuestro gozo en la unidad parroquial, con nuestras voces cantando el himno de entrada. De pie, por favor.

Primera lectura: Prov 8, 22-31 (La sabiduría existe antes del mundo)

Esta primera lectura, tomada del libro de los proverbios, habla de la eterna sabiduría de Dios creador. Esta sabiduría de Dios alcanza su plenitud en Cristo Jesús, sabiduría y palabra del Padre. También la Iglesia ve en ella la personificación del Espíritu Santo. Escuchemos.

Segunda lectura: Rom 5, 1-5 (Caminamos hacia Dios por Cristo y el Espíritu)

San Pablo, en su carta a los romanos, nos dice que las tres personas de la Trinidad trabajan para nuestra justificación. Estamos en paz con Dios Padre por medio de Jesucristo y compartimos el amor del Padre porque el Hijo ha derramado el Espíritu Santo sobre nosotros. En las tribulaciones tenemos esa ayuda permanente. Pongan atención.

Tercera lectura: Jn 16, 12-15 (Todo lo que tiene el Padre es mío: el Espíritu recibirá de mí lo que les irá comunicando)

Jesús nos promete el envío del  Espíritu Santo. Los discípulos y nosotros tenemos la misma misión de Cristo: atraer a todos al Padre y hacer que le conozcan. El Espíritu Santo cumplirá esta tarea en nosotros. Antes de escuchar esta Buena Noticia, cantemos el aleluya. Todos de pie.

Oración Universal

  1. Por la Iglesia, para que siempre crezca como comunidad de amor. Roguemos al Señor.

  2. Por los que están de vacaciones, para que refresquen  su mente y su cuerpo. Roguemos al Señor.

  3. Por todos los que nos ayudan en cualquier forma: carteros, policías, taxistas, comerciantes, choferes, cajeros, farmacéuticos, empleados públicos, bomberos, secretarias, para que su trabajo sean de amor, y servicio y no sólo un deber. Roguemos al Señor.

  4. Por todos los matrimonios, para que sus vidas reflejen más claramente el tierno amor que Cristo tiene a su iglesia. Roguemos al Señor.

  5. Por nosotros, congregados en comunidad, para que compartamos esta hermandad con los demás. Roguemos al Señor

  

Exhortación final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 498)

 

Dios todo poderoso y eterno, uno y trino, tres veces santo,

¿cómo nos atreveríamos a pronunciar tu nombre sublime

y llamarte Dios-Padre, Dios-Hijo y Dios-Espíritu Sant,.

si Jesucristo, el Hijo de Dios, no nos lo hubiera revelado?

 

Gracias, Padre, por el amor que en Cristo nos manifestaste;

y gracias también, porque abriendo el círculo trinitario,

nos admites en tu familia como hijos de adopción por Cristo

y por el Espíritu que nos impulsa a llamarte con verdad: ¡Padre!

 

Haz, Señor, que guiados por tu Espíritu, nos conduzcamos

como hijos tuyos que viven gozosos la conciencia de serlo,

y con nuestra vida te demos culto y alabanza por siempre.

 

Amén.

 

Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno.  Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.

 

Comunícate conmigo: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

Para imprimir

¡Predicar el Evangelio de un modo nuevo! Renovada esperanza,, renovados corazones, renovadas estructuras para la misión.

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Homilia para la Santísima Trinidad Ciclo C

Enlace permanente 26 de Mayo, 2010, 13:43

EN CAMINO

Tiempo Ordinario, ciclo “C”

 

Santísima Trinidad

La acción del Espíritu

Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R.                            Fuente: www.scalando.com

 

-         1ra lect.: Prov 8,22-31

-         Sal 8

-         2da lect.: Rom 5,1-5

-         Evangelio: Jn 16,12-15

 

30  mayo de m de 2010

Toda religión crea una imagen de Dios, imagen que a su vez se convierte en paradigma de vida para quien la practica. Afirmar que Dios es uno y trino, comunidad perfecta, familia auténtica, Padre, Hijo y Espíritu Santo, es también una invitación a construir comunidades a imagen de la Trinidad.

 

Cuenta una leyenda que Agustín, obispo de Hipona (hoy Túnez), muy preocupado por entender el misterio de la Trinidad, caminaba sólo y pensativo por la playa. De repente vio a un niño que acurrucado hacía con su dedo un hueco en la arena.

- ¿Hey niño qué haces? preguntó Agustín.

- Hago un hueco en la arena. Le respondió el niño sin poner mayor atención.

- ¿Y para qué?

- Para meter toda el agua del mar.

- Eso es sencillamente imposible, agregó Agustín.

- ¡Sí, claro, como tan imposible es que tu comprendas con tu pequeño cerebro el gran misterio de la Trinidad! replicó el niño.

 

Durante la historia del cristianismo muchos se han “roto el cerebro” infructuosamente, tratando de entender la Trinidad. Pero más que entender racionalmente este misterio es preciso vivirlo día a día. Pues la Trinidad más que una doctrina es un misterio salvador que posteriormente fue sistematizado con términos de la filosofía griega.

 

Aunque en la Biblia no hay una doctrina elaborada sobre la Trinidad, sí encontramos la experiencia de vida. El Padre da vida y toma la iniciativa de enviar a su hijo para salvar a la humanidad. El Hijo recibe la vida del Padre y se encarna en el seno de María por gracia del Espíritu Santo. El Hijo asume la realización histórica de la obra salvadora del Padre y se entrega totalmente para hacer realidad el Reino. El Hijo es asesinado por defender la Causa del Padre y el Padre lo resucita avalando así toda su obra. El Espíritu que condujo e hizo posible la encarnación y que acompañó toda la obra del Hijo, fue enviado a la comunidad de discípulos para que formaran el cuerpo de Cristo, de manera que ellos continuaran con su obra salvadora y se configuraran en imágenes vivas de la Trinidad.

 

Pablo en la segunda lectura describió precisamente esa maravillosa experiencia trinitaria: “Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justificación, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo (v.1)... y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha dado (v.5)”. Esa experiencia Trinitaria nos ayuda a reordenar nuestra vida, a reconciliarnos con Dios, con nosotros mismos y con nuestro entorno vital. Nos anima a vivir en esperanza, a superar la tribulación y a transformar el presente.

 

Aunque no tengamos todo perfectamente claro, lo más importante es que nos abramos a la acción de Dios Uno y Trino (Uno - que impulsa a la unidad y Trino - en medio de la diversidad). ¿Cómo podremos vivir esa experiencia trinitaria en el día a día? Dando vida como el Padre, el dador de vida por excelencia. Recibiendo vida del Padre y entregándola a la humanidad, como lo hizo el Hijo. Siendo corresponsables de la obra redentora e instrumentos de unidad como el Espíritu Santo.

 

Imprimir                              Comentarios al autor: neptalidv@yahoo.com

 

Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno.  Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.

 

¡Predicar el Evangelio de un modo nuevo! Renovada esperanza,, renovados corazones, renovadas estructuras para la misión.

Leer el comentario del Evangelio por
San Alfonso Maria de Liguorio (1696-1787), obispo y doctor de la Iglesia

«Dar su vida en rescate por todos»

     Un Dios que sirve, que barre la casa, que se entrega a trabajos duros - uno sólo de estos pensamientos, ¡cómo debería ser suficiente para llenarnos de amor! Cuando el Salvador se puso a predicar su Evangelio, se hizo «el servidor de todos», declarando él mismo que «no había venido a ser servido sino a servir». Es como si hubiera dicho que quería ser el servidor de todos los hombres. Y al final de su vida no se contentó, dice san Bernardo, «con haber tomado la condición de siervo para ponerse al servicio de los hombres; ha querido escoger el aspecto de siervo indigno para ser maltratado y sufrir la pena que teníamos merecida por nuestros pecados».

     He aquí que el Señor, siervo obediente a todos, se somete a la sentencia de Pilato, por injusta que fuera, y se entrega a los verdugos... Así es, que Dios nos ha amado tanto que, por amor a nosotros, ha querido obedecer como un esclavo hasta la muerte y morir de una muerte dolorosa e infame: el suplicio de la cruz (Flp 2,8).

     Ahora bien, en todos estos acontecimientos, obedecía no como Dios, sino como hombre, de quien había asumido la condición de esclavo. Tal santo se entregó como esclavo para rescatar a un pobre, y con ello, por este acto heroico de caridad, se atrajo la admiración del mundo. Pero, ¿qué es esta caridad comparada con la del Redentor? Siendo Dios, queriendo rescatarnos de la esclavitud del diablo y de la muerte que nos era debida, él mismo se hace esclavo, se deja atar y clavar en la cruz. «Para que el siervo llegue a ser amo, dice san Agustín, Dios ha querido hacerse siervo».

«Dar su vida en rescate por todos»

     Un Dios que sirve, que barre la casa, que se entrega a trabajos duros - uno sólo de estos pensamientos, ¡cómo debería ser suficiente para llenarnos de amor! Cuando el Salvador se puso a predicar su Evangelio, se hizo «el servidor de todos», declarando él mismo que «no había venido a ser servido sino a servir». Es como si hubiera dicho que quería ser el servidor de todos los hombres. Y al final de su vida no se contentó, dice san Bernardo, «con haber tomado la condición de siervo para ponerse al servicio de los hombres; ha querido escoger el aspecto de siervo indigno para ser maltratado y sufrir la pena que teníamos merecida por nuestros pecados».

     He aquí que el Señor, siervo obediente a todos, se somete a la sentencia de Pilato, por injusta que fuera, y se entrega a los verdugos... Así es, que Dios nos ha amado tanto que, por amor a nosotros, ha querido obedecer como un esclavo hasta la muerte y morir de una muerte dolorosa e infame: el suplicio de la cruz (Flp 2,8).

     Ahora bien, en todos estos acontecimientos, obedecía no como Dios, sino como hombre, de quien había asumido la condición de esclavo. Tal santo se entregó como esclavo para rescatar a un pobre, y con ello, por este acto heroico de caridad, se atrajo la admiración del mundo. Pero, ¿qué es esta caridad comparada con la del Redentor? Siendo Dios, queriendo rescatarnos de la esclavitud del diablo y de la muerte que nos era debida, él mismo se hace esclavo, se deja atar y clavar en la cruz. «Para que el siervo llegue a ser amo, dice san Agustín, Dios ha querido hacerse siervo».

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Los sacerdotes que abusaron de mí

Enlace permanente 21 de Mayo, 2010, 1:39

Los sacerdotes que abusaron de mí
Cuidémonos gravemente de tratar con ellos
Autor: R.P. Gustavo Caro | Fuente: arciprestazgodelinares.blogspot

Cuando era muy niño, sin tener conciencia, sin libertad, sin poderme defender, uno de ellos me hizo hijo de Dios, heredero de la Vida Eterna, Templo del Espíritu Santo y miembro de la Iglesia, nunca podré perdonarle haberme hecho tanto bien.

Otro, insistió en mis años tiernos, en inculcarme violentando mi voluntad, el respeto por el Nombre de Dios, la necesidad absoluta de la oración diaria, la obediencia y la reverencia a mis padres, el amor por mi Patria y me enseñó la utopía de no mentir, no robar, no hablar mal de otros, perdonar y todas esas cosas que nos hacen tan mojigatos y ridículos....

Otro apareció aludiendo que el Espíritu Santo, debía venir a completar la obra comenzada en el Bautismo, que me harían falta sus dones y sus frutos, que ya era hora de que viniera en mi ayuda Aquél que me haría defender la Fe, como un soldado ¡Qué osadía hablar en términos tan bélicos!, hizo en esa época que cuidara mi alma de las del mundo, que fuera noble, leal y honesto...

Otro abusó dándome libros para leer, no le bastaban sus consejos, que hacían poner la mirada en la eternidad y vivir como extraños aquí en la tierra, ¿Quién sacará ahora de mi cabeza el Evangelio?; ¿Las glorias de María?; ¿La Imitación de Cristo?; ¿Las Confesiones?; ¿Las Moradas?, etc., ¿Quién será capaz de curarme de todos esos tesoros que me marcaron para siempre?.

Otro abusó de mi ignorancia enseñándome cosas que no sabía, otro no hablaba pero su vida virtuosa me inclinaba cada vez más a imitarlo. Hubo algunos que se aprovecharon de mí en momentos inesperados y me corrigieron, me alentaron y hasta oraron por mí.

Otros, cuando yo ya estaba en un círculo del cual no podía salir, se empecinaron con mi naturaleza caída y me incitaron a recibir a Jesucristo en su Cuerpo y Sangre, para resistir a los embates del enemigo, para fortalecer mi flaqueza y santificarme cada día más. Aunque para aquél que lea esta denuncia, le parezca que esto ya es demasiado y que más bien no se puede hacer, les digo que los abusos siguieron en aumento y todo pasó a mayores, cada vez que conocía a un sacerdote, se aprovechaba de mí con renovados métodos, reliquias, estampas, agua bendita, rosarios, bendiciones y oraciones de todo tipo, armaban una cárcel de tremendos beneficios que llegaron al límite de lo soportable.

Quiero dejar claro esta injusticia llena de perversidad y que atiendan a mi reclamo en esta denuncia, porque sé que algunos de ellos me estará esperando para seguir con esta iniquidad, sentado en un confesonario o a lado de mi cama cuando esté moribundo y aunque desaparezca seguirán abusando con sufragios por mi alma y súplicas de misericordia.

Quiero que se sumen a mi voz todos aquéllos que han sido víctimas de estos atropellos y se han sentido ultrajados por estas personas, pues sé que a otros los han unido en matrimonio, a otros le descubrieron su vocación, a otros hasta llegaron a ayudarlos materialmente o guardaron con llave en su corazón para siempre secretos tremendos de sus miserias humanas.

Cuidémonos gravemente de tratar con ellos, no les demos nuestros datos, no los miremos a los ojos, no les consultemos absolutamente nada, no sigamos ninguno de sus pasos, pues corremos el riesgo un día de caer en sus trampas y salvarnos eternamente.

 

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Moniciones para la Solemnidad de Pentecostés Ciclo C

Enlace permanente 20 de Mayo, 2010, 10:28

Rep. Dominicana

Puerto Rico

Misioneros Redntoristas

Provincia de San Juan 

Moniciones para a Misa

Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

 

Tiempo de PASCUA

 

Solemnidad de Pentecostés

El Espíritu Santo en Acción

Lecturas:

-          1ra lect.: Hch: 2, 1-11

-          Sal 103

-          2da lect.: 1 Cor 12, 3-7.12-13

-          Evangelio: Jn 20, 19-23

23 mayo de m de 2010

 

Monición de entrada

 

Felicidades, hermanos, en el Espíritu Santo. En este gran día de Pentecostés, celebramos el comienzo y el significado de la Iglesia; celebramos el  Aniversario del glorioso nacimiento de nuestra Iglesia. El mismo Cristo Resucitado sopla su Espíritu sobre nosotros, asiste, dirige, anima y conduce a su Iglesia. Él es el que nos da vida y fuerza para continuar la misión de Cristo. Como miembros de la Iglesia, expresemos muestra de gozo en el Espíritu, con nuestras voces, cantando el himno de entrada. De pie,  por favor.

Primera lectura: Hc 2, 1-11 (Llenos del Espíritu Santo comenzaron a hablar)

La venida del Espíritu Santo en el día de Pentecostés se anuncia en la primera lectura. La variada multitud de los oyentes señala el carácter universal y misionero de la Iglesia naciente y de la alianza del Espíritu. Escuchemos.

Segunda lectura: I Cor 12, 3b-7.12-13 (Bautizados en un mismo Espíritu)

La segunda lectura habla de la múltiple acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de carismas, o dones, de servicios y de funciones, pero todos adquieren unidad tanto en su origen, como en su actuar. La Iglesia vive por la fuerza del Espíritu Santo.  Escuchen a san Pablo en su primera carta a los corintios.

Tercera lectura: Jn 20, 19-23 (Don del Espíritu para la misión)

Reciban el Espíritu Santo.  Fue la primera experiencia con que se encontró la Iglesia.  El Espíritu se halla presente y opera en ella.  El don del espíritu se comunica como poder contra el pecado. De pie, por favor, para escuchar la Buena Nueva, pero antes entonemos el Aleluya.

Oración Universal

Por nuestra Iglesia, para que siempre sea fiel a la misión recibida de Cristo. Roguemos al Señor.

 

Por todos los cristianos, para que trabajemos por la unidad y la paz entre todos. Roguemos al Señor.

 

Para que los Cristianos respondamos a las necesidades de los enfermos, de los marginados, de los desempleados y abandonados. Roguemos al Señor.

 

Por los difuntos para que pronto gocen de la presencia del Espíritu Santo. Roguemos al Señor.

 

Por todos nosotros, para que el Espíritu Santo nos llene con su gracia y paz, y nos una como una sola familia. Roguemos al Señor.

  

Exhortación final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 495)

 

Hoy te bendecimos, Padre, porque todos hemos sido bautizados

En Cristo y en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo,

En el que la diversidad de sus miembros no rompa la unidad.

 

Gracias, Señor, por la riqueza de carismas en tu Iglesia

Mediante las diversas vocaciones al seguimiento de Cristo:

En la vida apostólica, la teología, la catequesis, la enseñanza,

La educación de niños y jóvenes, la atención a los marginados,

La asistencia a los pobres, enfermos y ancianos abandonados.

En todos ellos se manifiesta tu Espíritu para el bien común.

 

¡Oh Espíritu divino, repuebla la faz de la tierra y  renueva

Entre nosotros los prodigios de un nuevo Pentecostés!

 

Amén.

 

Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno.  Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.

 

Comunícate conmigo: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

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¡Predicar el Evangelio de un modo nuevo! Renovada esperanza,, renovados corazones, renovadas estructuras para la misión.

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Homilia para la Solemnidad de Pentecostés Ciclo C

Enlace permanente 19 de Mayo, 2010, 23:17

Rep. Dominicana

Puerto Rico

Misioneros Redntoristas

Provincia de San Juan 

EN CAMINO

Tiempo de PASCUA, ciclo “C”

 

Solemnidad de Pencotstés

La acción del Espíritu

Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R.                            Fuente: www.scalando.com

 

-          1ra lect.: Hch: 2, 1-11

-          Sal 103

-          2da lect.: 1 Cor 12, 3-7.12-13

-          Evangelio: Jn 20, 19-23

 

23  mayo de m de 2010

La diversidad de ambientes donde vive el ser humano es determinante para su desarrollo. La latitud y altitud, el terreno llano, quebrado, montañoso, desértico, húmedo, seco, costero, etc., hacen que el lenguaje, las costumbres, la concepción y vivencia de lo sagrado, su experiencia con lo trascendente y su cultura en general, adquieran matices propios. Son muy distintos los seres humanos de la sierra, del llano, de la costa, del campo o de la ciudad. A nivel mundial se notan más las diferencias entre los pueblos orientales y los occidentales. Entre asiáticos, europeos, latinos, africanos y nativos de nuestras tierras americanas.

En el relato de la torre de Babel (Gn 11,1-9) la diversidad de lenguas fue causa de división. Los seres humanos no lograron entenderse y se dispersaron; allí el Espíritu Santo fue el gran ausente. Durante la cristiandad[1] se impuso el cristianismo a la fuerza y quedaron prohibidas otras manifestaciones religiosas, así como diversas formas de vivir el cristianismo. Constantino y sus compinches, con la complicidad de algunos líderes cristianos confundieron unidad con unanimismo, y organizaron la Iglesia respondiendo a sus bajos instintos de poder, con claros signos de intolerancia: allí el Espíritu Santo fue el gran ausente. Durante la evangelización en nuestras tierras, o mejor, durante la cristianización de nuestros pueblos, se arrasó con la cultura, con las costumbres, con la religiosidad y por lo tanto con la dignidad de los nativos. Según la mentalidad de los conquistadores y misioneros, los nativos eran unos indios incivilizados e infieles, a quienes había que civilizar y  cristianizar: allí también el Espíritu Santo fue el gran ausente.

En el relato que nos presenta hoy los Hechos de los Apóstoles, con la acción del Espíritu Santo se logró la comunicación en diferentes lenguas.[2] La acción del Espíritu en la vida de las personas y de las comunidades, mueve a la comunicación en el Amor; a cambiar desde dentro, no como imposición. Aquí la persona no tiene que renunciar a su desarrollo personal. Aquí cada pueblo conserva su idioma, su religiosidad y su identidad cultural. El evangelio llega a cada cultura y a cada persona, no para imponerse sino para proponer un camino que posibilita nuevas relaciones interpersonales y nuevas relaciones con la trascendencia. Por eso es Buena Noticia.

Hay cosas que como cristianos nunca podremos tolerar: la injusticia, la corrupción, el engaño, la explotación, la esclavitud, etc., vengan de donde vengan. Pero hay otros elementos que son parte de la cultura de los pueblos: el llamado ethos cultural. Hay elementos que son propios de cada persona: el llamado ethos personal. El Ethos personal y el Ethos cultural en vez de contradecir la experiencia con Jesucristo, se convierten en el espacio donde el evangelio se desarrolla y salva al ser humano. De esta manera tenemos nuevas experiencias enriquecedoras para otros que quieran aceptar la Buena Nueva. “El cuerpo humano es uno solo, aunque tenga muchos miembros; y los miembros, a pesar de ser muchos, forman todos un solo cuerpo. Pues bien, eso es lo que sucede con Cristo. Porque, por obra del único Espíritu, todos nosotros, judíos o no judíos, esclavos o libres, al bautizarnos nos hemos unido a ese único Cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber de ese único Espíritu” (lect - 1Cor 12,12-13).

Abramos hoy toda nuestra vida a la acción del Espíritu para que nos haga testigos de la resurrección y nos libere del miedo; para que salgamos del encerramiento existencial en el que a veces vivimos y nos abramos a una relación nueva y renovadora con Dios y con los hermanos.

[1]  La cristiandad es el conjunto de pueblos cristianizados, es decir hechos cristianos no tanto por convicción sino por presión o por conveniencia con el estado. Este fenómeno se dio después de Constantino cuando el cristianismo se unió al poder y dejó de anunciarse la propuesta de Jesús como Buena Nueva y se convirtió en la religión oficial del imperio. Todo el mundo debía ser cristiano para darle cohesión al imperio; por eso a la Iglesia se le llamó Católica, es decir universal.

[2]  Esto no equivale al llamado don de lenguas del que hablan tanto los grupos pentecostales, tanto católicos como protestantes. Ese don de lenguas no es más que un producto de la alteración de la conciencia que hace emitir sonidos desconocidos e inflar el ego.

 

Para imprimir                               Comentarios al autor: neptalidv@yahoo.com

 

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Moniciones para la Solemnidad de Pentecostés Ciclo C

Enlace permanente 19 de Mayo, 2010, 23:17

Rep. Dominicana

Puerto Rico

Misioneros Redntoristas

Provincia de San Juan 

Moniciones para a Misa

Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

 

Tiempo de PASCUA

 

Solemnidad de Pentecostés

El Espíritu Santo en Acción

Lecturas:

-          1ra lect.: Hch: 2, 1-11

-          Sal 103

-          2da lect.: 1 Cor 12, 3-7.12-13

-          Evangelio: Jn 20, 19-23

23 mayo de m de 2010

 

Monición de entrada

 

Felicidades, hermanos, en el Espíritu Santo. En este gran día de Pentecostés, celebramos el comienzo y el significado de la Iglesia; celebramos el  Aniversario del glorioso nacimiento de nuestra Iglesia. El mismo Cristo Resucitado sopla su Espíritu sobre nosotros, asiste, dirige, anima y conduce a su Iglesia. Él es el que nos da vida y fuerza para continuar la misión de Cristo. Como miembros de la Iglesia, expresemos muestra de gozo en el Espíritu, con nuestras voces, cantando el himno de entrada. De pie,  por favor.

Primera lectura: Hc 2, 1-11 (Llenos del Espíritu Santo comenzaron a hablar)

La venida del Espíritu Santo en el día de Pentecostés se anuncia en la primera lectura. La variada multitud de los oyentes señala el carácter universal y misionero de la Iglesia naciente y de la alianza del Espíritu. Escuchemos.

Segunda lectura: I Cor 12, 3b-7.12-13 (Bautizados en un mismo Espíritu)

La segunda lectura habla de la múltiple acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de carismas, o dones, de servicios y de funciones, pero todos adquieren unidad tanto en su origen, como en su actuar. La Iglesia vive por la fuerza del Espíritu Santo.  Escuchen a san Pablo en su primera carta a los corintios.

Tercera lectura: Jn 20, 19-23 (Don del Espíritu para la misión)

Reciban el Espíritu Santo.  Fue la primera experiencia con que se encontró la Iglesia.  El Espíritu se halla presente y opera en ella.  El don del espíritu se comunica como poder contra el pecado. De pie, por favor, para escuchar la Buena Nueva, pero antes entonemos el Aleluya.

Oración Universal

Por nuestra Iglesia, para que siempre sea fiel a la misión recibida de Cristo. Roguemos al Señor.

 

Por todos los cristianos, para que trabajemos por la unidad y la paz entre todos. Roguemos al Señor.

 

Para que los Cristianos respondamos a las necesidades de los enfermos, de los marginados, de los desempleados y abandonados. Roguemos al Señor.

 

Por los difuntos para que pronto gocen de la presencia del Espíritu Santo. Roguemos al Señor.

 

Por todos nosotros, para que el Espíritu Santo nos llene con su gracia y paz, y nos una como una sola familia. Roguemos al Señor.

  

Exhortación final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 495)

 

Hoy te bendecimos, Padre, porque todos hemos sido bautizados

En Cristo y en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo,

En el que la diversidad de sus miembros no rompa la unidad.

 

Gracias, Señor, por la riqueza de carismas en tu Iglesia

Mediante las diversas vocaciones al seguimiento de Cristo:

En la vida apostólica, la teología, la catequesis, la enseñanza,

La educación de niños y jóvenes, la atención a los marginados,

La asistencia a los pobres, enfermos y ancianos abandonados.

En todos ellos se manifiesta tu Espíritu para el bien común.

 

¡Oh Espíritu divino, repuebla la faz de la tierra y  renueva

Entre nosotros los prodigios de un nuevo Pentecostés!

 

Amén.

 

Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno.  Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.

 

Comunícate conmigo: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

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Moniciones para la Ascensión del Señor Ciclo C

Enlace permanente 3 de Mayo, 2010, 23:44

Moniciones para a Misa

Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

 

Tiempo de PASCUA

 

Ascensión del Señor

Cristo glorificado es el Hombre nuevo

Lecturas:

-          1ra lect.: Hch 1, 1-11

-          Sal 46

-          2da lect.: Ap Ef 1, 17-23

-          Evangelio: Lc 24, 46-53

16 mayo de m de 2010

 

Monición de entrada

 

Hoy estamos celebrando la solemnidad de la  Ascensión del Señor. En las lecturas de hoy veremos que Cristo es la cabeza de la Iglesia. Él afirmó su autoridad y envió a sus seguidores a hacer discípulos y misioneros suyos en el mundo entero, para que nuestros pueblos en Él tengan vida.  Pidamos al Espíritu de Cristo que nos de fe y fortaleza para ayudar a edificar la Iglesia. Con esta súplica empecemos nuestra celebración. De pie, por favor, para entonar el canto que dará inicio a nuestra Eucaristía de hoy.

Primera lectura: Hc 1, 1-11 (Jesús se elevó a la vista de ellos)

En esta lectura, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles, Lucas nos dice que Jesús ha  convivido 40 días con sus discípulos, y los ha instruido con una nueva luz sobre el sentido del Reino de Dios. El momento de la Ascensión del Señor al cielo es la última acción personal de Jesús en el mundo. Él nos promete el Espíritu Santo. Escuchemos.

Segunda lectura: Ef. 1, 17-23 (El Padre lo sentó a su derecha en el cielo)

San Pablo, escribiéndoles a los efesios, indica que Cristo es dueño y Señor y estará sobre todas las cosas. Nosotros tenemos el Espíritu de Sabiduría para que comprendamos toda la profundidad de la esperanza cristiana y el poder de Jesús, para que en su nombre actuemos. Pongan mucha atención a este mensaje.

Tercera lectura: Lc 24, 46-53 (Mientras los bendecía, iba subiendo al cielo)

Cristo nos invita a continuar su misión en todo el mundo. Por el poder del Espíritu Santo somos también sus testigos. Cristo sube al cielo para que los Apóstoles inicien la obra de predicación. De pie, por favor, para escuchar la Buena Nueva, pero antes entonemos el Aleluya.

Oración Universal

  1. Por la Santa Madre Iglesia de Dios, para que sea fiel a su misión de comunicar el Evangelio a todo el mundo. Roguemos al Señor.

  2. Por nuestra parroquia N______________________________, para que espere sin desfallecer la venida del reino y viva siempre en la unidad  de la Iglesia. Roguemos al Señor.

  3. Por los que gobiernan las naciones, para que conduzcan a los pueblos con justicia y con espíritu de servicio. Roguemos al Señor.

  4. Para que surjan vocaciones sacerdotales y religiosas dentro de nuestra diócesis y nuestra congregación del Santísimo Redentor. Roguemos al Señor.

  5. Por nosotros los aquí presentes, para que vivamos profundamente esta fiesta de alegría. Roguemos al Señor.

  

Exhortación final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 489)

 

Dios Padre nuestro, hoy se llena de júbilo nuestro corazón

por la glorificación de Cristo Jesús.  Él es el hombre nuevo;

y en su exaltación gloriosa es dignificada la naturaleza humana.

Por todo ello alabanza a ti, y gozo y esperanza para tus hijos:

Donde está Él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar nosotros.

 

Ilumina los ojos de nuestro corazón para que comprendamos

cuál es la esperanza a la que nos llama en Cristo resucitado

y cuál la riqueza de la gloria que tú das a tus elegidos.

 

Mientras tanto, queremos cumplir la tarea que Él confió:

anunciar a todos la buena nueva de tu amor de tu salvación.

Danos la luz y la fuerza de tu Espíritu para esta misión.

 

Amén.

 

Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno.  Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.

 

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Moniciones para el VI Domingo de Pascua - Ciclo C

Enlace permanente 3 de Mayo, 2010, 23:40

Moniciones para a Misa

Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

 

Tiempo de PASCUA

 

VI  Domingo

Dios hace comunidad con el hombre

Lecturas:

-         1ra lect.: Hch 15,1-2.22-29

-         Sal 66

-         2da lect.: Ap 21,10-14. 22-23

-         Evangelio: Jn 14,23-29

 

9 mayo de m de 2010

 

Monición de entrada

 

Hermanos en Cristo, muy buenos días, (tardes, noches). Estamos celebrando el sexto domingo de Pascua. La liturgia de hoy es una anticipación de la fiesta de Pentecostés. Somos una comunidad reunida en el Espíritu Santo para celebrar los sagrados misterios. Es en la comunidad donde se encuentra el Señor. Recibamos la procesión de entrada mientras cantamos.

Primera lectura: Hc 15, 1-2. 22-29 (Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros)

Escuchemos el relato de lo que se ha llamado el Primer Concilio de la Iglesia en Jerusalén. Había diferentes opiniones. Hubo discusiones fuertes. Al final, "de acuerdo con toda la Iglesia" tomaron una decisión conforme el Espíritu Santo se lo inspiraba. Pongan atención.

Segunda lectura: Ap. 21, 10-10.22-23 (Me enseño la ciudad que bajaba del cielo)

En su visión del Nuevo Cielo, san Juan contempló algo maravilloso. No había templo porque el templo es el Cordero. La luz que ilumina la ciudad es la gloria de Dios y del Cordero. Escuchemos.

Tercera lectura: Jn 14, 23-29 (El Espíritu Santo les irá recordando todo)

En este pasaje evangélico, Jesús nos habla de su intimidad personal. El Padre y Cristo habitan en el que ama a Cristo. El Espíritu Santo va a ser el agente que interprete la Palabra de Dios, pero no aisladamente, si no en comunidad. De pie, por favor, para escuchar la Buena Nueva, pero antes entonemos el Aleluya.

Oración Universal

  • Para que la renovación diaria de la Iglesia continúe dando nueva vida al Pueblo de Dios. Roguemos al Señor.

  • Para que todos los cristianos aceptemos y vivamos los dones que el Espíritu Santo nos ha regalado. Roguemos al Señor.

  • Para que la próxima fiesta de la Ascensión afirme en nosotros la fe en la presencia de Cristo en la comunidad. Roguemos al Señor.

  • Para que busquemos más los intereses de nuestra comunidad que nuestros egoísmos. Roguemos al Señor.

  • Por todos nosotros y nuestras vivencias del amor de Dios, para que nos dé ojos para ver lo bueno que hay en los que nos rodean. Roguemos al Señor.

  

Exhortación final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 486)

 

Te bendecimos y te damos gracias, dios uno y trino,

porque haces comunión y moras personalmente en los que te aman.

Tú que eres amor y la fuente inagotable del mismo,

haz que guardemos los mandatos de Cristo para mantenernos

en su amistad mediante el amor y la  obediencia de la fe.

 

Gracias también porque Cristo, selló con su sangre

una nueva alianza en el Espíritu, anulando las viejas mediaciones

e inaugurando una nueva religión en espíritu y en verdad.

Desde entonces él es nuestra paz y bendición definitivas.

 

Colma, Señor, nuestra larga espera y hambre de ti

y haz de nosotros tu lugar de morada para siempre.

 

Amén.

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Homilia para la Ascensión del Señor Ciclo C

Enlace permanente 3 de Mayo, 2010, 23:36

EN CAMINO

Tiempo de PASCUA, ciclo “C”

 

Ascensión

Ascensión del Señor

Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R.                            Fuente: www.scalando.com

 

-          1ra lect.: Hch 1, 1-11

-          Sal 46

-          2da lect.: Ap Ef 1, 17-23

-          Evangelio: Lc 24, 46-53

 

16  mayo de m de 2010

 

Ascensión[1]

El Evangelio de Lucas y los Hechos de los apóstoles son una sola obra dedicada a un tal Teófilo, que significa amado o amigo de Dios. A los ilustres Teófilos de ayer y de hoy fue dedicada la obra Lucana (Evangelio y Hechos), o sea a quienes experimentan el amor de Dios; a todos nosotros si seguimos a Jesús, somos sus amigos y experimentamos el amor del Padre que se reveló de manera especial en la vida, muerte y resurrección del hombre de Nazaret.

Resurrección y ascensión son un mismo acontecimiento que Lucas separó pedagógicamente, para dar una enseñanza a la comunidad. Según el relato lucano hay un espacio de cuarenta días entre la resurrección y la ascensión. El número cuarenta hace referencia simbólica a los cuarenta años que pasó el pueblo de Israel en el desierto, camino a la tierra prometida. Cuarenta es el tiempo necesario para que una comunidad cristiana realice un proceso de consolidación del proyecto de Jesús, con el cual construya y/o reconstruya su historia con la fuerza de Dios. Una historia que no termina con la muerte, sino que se abr a la trascendencia y se prolonga por los siglos de los siglos.

Sobre este tema existen todavía dos tendencias reduccionistas. La primera limita al ser humano sólo al más allá del cielo, y descuida esta vida que es la única que tenemos entre manos. La segunda niega la trascendencia y se dedica exclusivamente al más acá, porque según esta visión, con su muerte el ser humano sucumbe totalmente como ser individual. Esta última postura es promulgada por el ateismo en sus distintas “presentaciones”.

La primera tendencia se ha convertido en una falla histórica de la Iglesia Católica, sobre todo después del constantinismo[2]. Durante mucho tiempo la “evangelización” se limitó a conquistar almas para el cielo. Los sacramentos, las predicciones, los ejercicios espirituales, las canciones, las publicaciones, ¡todo!, se hacía con el fin de salvar almas del infierno y conducirlas al cielo. Por esa misma razón, a los presbíteros se les empezó a llamar curas, porque su labor era curar almas y salvarlas para la otra vida. Por ese mismo motivo la gran mayoría de las intenciones de las eucaristías son por los difuntos. Un gran número de oraciones del Misal Romano hacen un énfasis casi obsesivo en la vida eterna. Durante muchos años, la Iglesia se dedicó a orar por los muertos y descuidó a los vivos. Y como la Iglesia fue la institución con más influencia ideológica y política, durante muchos años países católicos como Italia y España, fueron los más atrasados de toda Europa. Esa misma influencia la recibimos los países Latinoamericanos. Los resultados los tenemos a la vista.

Los cuarenta días de Jesús con sus discípulos antes de la ascensión y los cuarenta años del pueblo de Israel en el desierto, camino a la tierra prometida, son una figura que invita a caminar con fe y a hacer algo bueno por la vida. A trabajar por una humanidad digna, justa, libre e incluyente; en otras palabras: a construir la historia.

El reclamo de los personajes fue muy claro: “Galileos, ¿qué hacen ahí parados mirando para el cielo?” Si también nosotros hemos reducido nuestra vida cristiana a pensar únicamente en el más allá y a orar sólo por los muertos, hoy este reclamo nos cae perfectamente. ¿Qué hacemos parados mirando al cielo? ¿Qué hemos hecho por nuestro pueblo? o, como le preguntó Dios a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Tendremos nosotros también el descaro de responder como él: “¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?”

¡Claro que para el cristiano no todo es historia, trabajo, lucha, estructuras y demás realidades humanas! Nosotros también guardamos la esperanza de una vida más allá de la muerte y más allá de la historia humana, como continuidad de ésta que empezamos a construir desde ahora.

La vida cristiana no es ni sólo más allá, ni sólo más acá. El cristiano piensa en un cielo que hay que construir desde aquí, desde ahora y cada día, mediante el amor, el trabajo y el servicio a los demás; cielo que se abre a la plenitud de los tiempos con la gracia y el poder de Dios y de su Cristo resucitado, vencedor de la muerte. Con la gracia y el poder de Dios y de su Cristo estamos invitados a construir la historia y a abrirnos a la trascendencia. La victoria de Jesucristo es garantía de vida; su gracia en medio de nosotros es fuerza para luchar. Él mismo es camino verdad, vida y plenitud. “Vencida la muerte, los hijos de Dios resucitarán en Cristo, y lo que se había sembrado débil y corruptible se vestirá de incorrupción (Cfr. 1Cor 15,42 y 53); y permaneciendo la caridad y sus frutos (Cfr. 1Cor 13,8; 3,14), toda la creación, que Dios hizo por el hombre, se verá libre de la esclavitud de la vanidad (Cfr. Rom 8, 19-21). Aunque se nos amonesta que de nada sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde a sí mismo (Cfr. Lc 9,25), sin embargo, la esperanza de la tierra nueva no debe debilitar, al contrario, debe excitar la solicitud por explorar esta tierra, en la que crece el cuerpo de la nueva humanidad, que ya presenta las esbozadas líneas de lo que será el siglo futuro”[3]

[1] Para mayor amplitud sobre el tema se pueden ver las reflexiones de los demás ciclos litúrgicos sobre la ascensión del Señor.

[2] Se conoce como constantinismo al fenómeno histórico dado a partir de Constantino y sus seguidores, quienes organizaron y utilizaron la Iglesia para sus intereses, con el beneplácito de gran parte de sus líderes.

[3] CONCILIO VATICANO II, Constitución Gaudium Et Spes. No. 39

 

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Homilia el VI Domingo de Pascua - Ciclo C

Enlace permanente 3 de Mayo, 2010, 23:31

EN CAMINO

Tiempo de PASCUA, ciclo “C”

 

V Domingo

Cielo nuevo y tierra nueva

Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R.                            Fuente: www.scalando.com

 

-         1ra lect.: Hch 14,20-26

-         Sal 144

-         2da lect.: Ap 21,1-5a

-         Evangelio: Jn 13,31-35

 

2 mayo de m de 2010

 

Las lecturas de hoy nos dejan ver la utopía de un mundo mejor: los cielos nuevos y la tierra nueva (Ap 21,1-5a). La fuerza que debe dinamizar la construcción de ese nuevo mundo: El Amor (Jn 13,31-35). Y anuncio de esa nueva forma de vivir como Buena Nueva abierta para todos los pueblos. Anuncio realizado por medio de Pablo y Bernabé; anuncio lleno de dificultades pero también de muchas satisfacciones tanto para los destinatarios como para los evangelizadores (Hch 14,20-26).

 

Empecemos con la propuesta del Apocalipsis: "El Apocalipsis debe ser entendido en el contexto histórico en el cual nació: Asia Menor- finales del siglo primero -, debe ser interpretado con el Espíritu con el cual fue escrito: el enfrentamiento económico, político, cultural, social y religioso del pueblo de Dios y de la comunidad cristiana con el imperio Romano y las fuerzas sobrenaturales del mal"[1].

 

La situación interna y el contexto socio-histórico de las personas que hacían parte de las primeras comunidades cristianas, su experiencia de fe con Jesús muerto y resucitado, las llevó a una procesual toma de conciencia de la necesidad de hacer algo por ellos mismos y por los demás seres humanos. A superar todas las taras personales que impiden al ser humano vivir en plena libertad y lo sumergen en un mundo de oscuridad, muerte e infelicidad: egoísmo, codicia, envidia, rencores, vanidad, miedos, inseguridades, etc. A superar un mundo dominado por la injusticia, la dominación, la sangre y la muerte, producto de la acción criminal del imperio romano. A esa nueva realidad que querían formar a nivel personal y comunitario le dieron el nombre de cielos nuevos y tierra nueva. 

 

No es música celestial. Es fuerza creadora y recreadora de Dios que impulsa a formar otro mundo que se hace posible con la apertura a la gracia de Dios y con el trabajo humano. Un mundo donde el mar (signo del mal y de la muerte) y sus consecuencias: luto, llanto, dolor, desesperación, frustración e infelicidad, ya no exista.

 

 

“La tierra y el cielo son nuevos y Jerusalén es nueva, porque en ellos la vida triunfa sobre la muerte, el orden sobre el caos y la luz sobre las tinieblas; la compasión triunfa sobre todo llanto, clamor y dolor; ya no hay maldición alguna. Lo que aquí se trasciende no es la materialidad o corporeidad, sino la muerte, el caos, las tinieblas, el sufrimiento, la maldición; sigue habiendo cielo, tierra, ciudad; sigue habiendo historia, pero ahora sin muerte y sin maldición.”[2]

 

Jesús, con su vida, con su palabra y su obra y con el amor con el cual hizo nuevas todas las cosas, empezó a hacer realidad un mundo sostenido con otros valores. La construcción de los cielos nuevos y la tierra nueva debe empezar desde el interior de cada persona. Ese mundo nuevo no se construye con la violencia de las armas, ni puede ser impulsado por deseos de poder o aparecer. Ese proyecto integral no puede ser animado por el desquite amargo ni el afán de lucro porque así el final no podría ser otro que el fracaso. 

 

Ese mundo sólo es posible construirlo con la fuerza del Amor. Pero no con cualquier amor, porque en la humanidad todos hablamos del amor, pero cada uno lo entiende a su manera.  Y no cualquier cosa es amor. Muchas veces el egoísmo y la avaricia se visten con un ropaje perfecto que aparenta ser amor, pero no lo son. Es el amor al estilo de Jesús. Lo nuevo no es que se hable del amor porque desde tiempos inmemoriales se habla del amor. Lo nuevo es el amor al estilo de Jesús. La sinceridad, el servicio, la cercanía, la entrega y la donación total con las cuales Jesús manifestó su amor a sus amigos y a toda la humanidad.

 

El amor al estilo de Jesús es el único que puede hacer que la nueva Jerusalén baje del cielo y se instale en la tierra. Por eso la invitación del Evangelio es muy concreta: “les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros como yo los he amado.”

 

El fragmento de los Hechos de los Apóstoles que leemos hoy narra el trabajo concreto de Pablo y Bernabé a favor de la construcción del Reino en distintas partes del mundo no judío. Por algo a Pablo se le llama “el Apóstol de los gentiles”. Aquí vemos una dinámica concreta para hacer posibles los cielos nuevos y la tierra nueva. Todo grupo humano necesita organizarse, las comunidades cristianas también. Todo grupo humano necesita líderes, las comunidades cristianas también. Aquí vemos cómo Pablo y Bernabé, animados con la oración y la fuerza del Espíritu Santo, establecieron una estructura organizativa que llevara la continuidad de la obra empezada por ellos.

 

Nos corresponde hoy tomar conciencia de nuestra situación interna y de nuestro contexto social. Nos corresponde como creyentes construir los cielos nuevos y la tierra nueva con la fuerza del amor al estilo de Jesús. ¿A qué más me siento invitado con esta Palabra?

 

[1] RICHARD Pablo, Apocalipsis, reconstrucción de la esperanza, Colección Biblia 65, Verbo Divino, Quito, 1999. 11

[2] RICHARD Pablo, Apocalipsis, reconstrucción de la esperanza, Colección Biblia 65, Verbo Divino, Quito, 1999. 222.

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                              Comentarios al autor: neptalidv@yahoo.com

 

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