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Moniciones IV Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A
24 de Enero, 2011, 19:27
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Nuestras comunidades cristianas están formadas en su mayoría por mujeres y hombres empobrecidos. Hoy la Palabra nos dirá, una vez más, que los humildes y los pobres son los preferidos del corazón de Dios. Él quiere realizar con nosotros un proyecto de vida y de salvación, donde aprendamos a compartir como hermanos todo lo que Él nos ha dado. Por eso, en esta celebración le damos gracias y le pedimos fuerzas para ser fieles a la misión que Él nos ha encomendado.
Primera lectura Sofonías 2, 3;12-13 (Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde)
Sofonías es un profeta que realiza su misión evangelizadora en el reino de Judá, en tiempos del rey Josías (640-609). Hace oír su voz profética hacia el año 630, después de cerca de 60 años que no se oía la voz de los profetas, pues el gran Isaías había terminado su misión hacia el 690 a.C (antes de Cristo). En la siguiente lectura Sofonías invita a los pobres del país a buscar a Yavé, porque Él es el refugio y el defensor de los débiles e indefensos.
Segunda lectura 1 Cor. 1,26-31 (Dios ha escogido lo débil del mundo)
Corinto era una gran ciudad griega en donde había muchos sabios, filósofos y gente importante a los ojos del mundo. Sin embargo, los que formaban la comunidad cristiana de Corinto eran gente sencilla y humilde. Pablo declara que precisamente este es el tipo de persona escogida por Dios para ser los primeros destinatarios y los protagonistas de su mensaje de salvación.
Tercera lectura Mt. 5,1-12 (Dichosos los pobres en el espíritu)
El evangelista Mateo nos presenta las bienaventuranzas como el programa de vida de todo seguidor de Jesús. Estas se presentan como las condiciones fundamentales que debe vivir el discípulo para envolverse en el Proyec¬to de Dios. Quien quiera vivir de acuerdo al programa que nos presenta Jesús tendrá dificultades y problemas, pero tendrá también la fuerza de Dios y la alegría de vivir de acuerdo a su Palabra salvadora. Puestos de pie, entonamos el Aleluya y escuchamos la Buena Nueva.
Oración Universal:
A cada invocación, ustedes responderán: “Gracias, Padre, por llamarnos dichosos”
1. Por toda la Iglesia de Jesús para que asuma con valentía y decisión la opción preferencial por los pobres. Roguemos al Señor. 2. Por todos los pobres que se han convertido en discípulos de Jesús para que puedan vivir alegres en medio de sus luchas y dificultades. Roguemos al Señor. 3. Por los pobres que se aprovechan y oprimen a sus hermanos más pobres, para que cambien de actitud y busquen los caminos del Dios solidario. Roguemos al Señor. 4. Por todas aquellas personas que luchan por la causa de la justicia para que no se desanimen y continúen realizando su trabajo en medio de las dificultades.
Exhortación Final
Gracias, Señor, porque proclamándolos dichosos, asignas el reino de Dios y devuelves la dignidad y la esperanza a todos los que el mundo tiene por últimos e infelices: los pobres y los humildes, los que lloran y los que sufren, los que tienen hambre y sed inagotables de fidelidad a Dios, los misericordiosos que saben perdonar a quienes les ofenden, los que proceden con un corazón limpio, noble y sincero, los que fomentan la paz en torno y desechan la violencia, los que son perseguidos por servir a Dios y al evangelio.
Tú fuiste, Señor Jesús, el primero en realizar tal programa. Tú eres nuestro ejemplo y nuestra fuerza. ¡Bendito seas, Señor! Amén.
Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno. Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.
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Tiempo Ordinario Ciclo A III Domingo
16 de Enero, 2011, 13:45
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Moniciones para a Misa
Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.
Tiempo Ordinario-Ciclo A
III Domingo
Monición de entrada
Como comunidad de hermanos, comprometidos con el Proyecto de Dios, nos reunimos para celebrar nuestra fe. Estamos conscientes que somos llamados a ser una luz en medio de la oscuridad del mundo en que vivimos. Para no dejarnos contaminar con la forma de vivir de aquellos que son defensores del proyecto del mal, basado en la injusticia y en la opresión de los débiles, necesitamos la fuerza del Espíritu de Dios. Por eso escuchamos la Palabra que nos fortalece y nos alimentamos en la mesa de la fraternidad, donde tienen lugar todos aquellos que se esfuerzan cada día por ser testigos creíbles del Dios salvador y liberador.
Primera lectura Is 8,23-9.3 (En la Galilea de los gentiles el pueblo vio una luz)
El texto que leemos a continuación forma parte de un poema que hace referencia probablemente a la campaña militar desarrollada por el rey de Asiria contra Palestina en el año 732 antes de Cristo, cuando deportó un primer grupo de judíos. Estos eran los pobladores del territorio de las tribus de Zabulón y Neptalí, lo que luego pasaría a ser Galilea, la región de Jesús. Isaías anuncia un “día de Yavé” que traerá la liberación a los deportados.
Segunda lectura 1 Cor. 1,10-13.17 (Pónganse de acuerdo y no anden divididos)
Escribiendo a la comunidad de Corinto, Pablo les invita a mantener la unidad en medio de la comunidad cristiana. La comunión de los hermanos sólo será posible si se pone a Jesús en el centro de la vida comunitaria. Ningún predicador o animador comunitario debe ser puesto en el lugar de Jesús, el Maestro, el Hermano.
Tercera lectura Mt. 4,12-23 (Jesús en Galilea. Predicación y primeras vocaciones)
Desde la tierra de Galilea, lugar marginado por muchos judíos se anuncia una luz para todo el pueblo. Desde allí se proclama el mensaje central de Jesús: el Proyecto alternativo del pueblo del Dios Salvador y Liberador (Reino de Dios) que exige un cambio radical de vida. Esa empresa necesita de hombres y mujeres que se comprometan con su realización. Por eso Jesús llama a quienes quiere para que le sigan.
Oración Universal:
A cada invocación, ustedes, responderán: “Padre, escucha nuestra súplica”
Por toda la Iglesia de Jesús, para que crezca la unidad entre todos sus miembros y comunidades, roguemos al Señor.
Por las personas que se sienten en tinieblas, sin sentido, sin esperanza… para que encuentren la luz de Jesús en la vida y en la práctica del amor y de la justicia de los cristianos que les rodean… roguemos al Señor.
Para que redescubramos con ojos nuevos y corazón nuevo lo que significa hoy la buena noticia del Evangelio en este mundo globalizado, cansado y posmoderno, roguemos al Señor.
Para que nosotros, como Jesús, no despreciemos a nadie, y hagamos opción preferencial por los marginados y desatendidos, roguemos al Señor.
Exhortación Final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 117)
Padre nuestro del cielo, hoy nuestra plegaria
se centra en el deseo de Cristo al pedirte ardientemente
la unidad total de cuantos por el ancho mundo creemos en ti.
Solamente tú puedes lograr lo que parece imposible:
que los hermanos esperados nos unamos en una sola Iglesia,
formando un solo rebaño bajo la guía de un solo pastor.
Todos hemos sido bautizados en un mismo Espíritu
para constituir un solo cuerpo, el cuerpo eclesial de Cristo.
Ayúdanos a mantener la unidad de la fe con el vínculo de la paz,
porque una sola es la meta de la esperanza de la vocación
a la que tú nos llamas en Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno. Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.
Comunícate conmigo: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. dvasquezmorales@yahoo.es
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