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Agosto del 2011

 

Moniciones: XXIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A

Enlace permanente 28 de Agosto, 2011, 19:08

Moniciones para la Misa
Tiempo Ordinario

XXIII Domingo

Autor: P. Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.                                                                     Fuente: www.scalando.com

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

Hazpara ver las lecturas del día

Citás Bíblicas

-          1ra lect.: Ez 33,7-9

-          Sal 94, 1-2.6-9

-          2da lect.: Rom 13,8-10

-          Evangelio: Mt 18,15-20

"La corrección fraterna"

Monición de entrada:

Muy buenas (noches, días, tardes) La liturgia de este Vigésimo Tercer Domingo contempla la recuperación comunitaria del pecador mediante la corrección fraterna.  El pecado es una realidad en la comunidad cristiana; pues no es la Iglesia una asamblea de ángeles, seres impecables, sino de hombres y mujeres que, en medio de limitaciones y flaquezas humanas, caminan unidos como hermanos hacia Dios.

Ahora nos disponemos a celebrar la Eucaristía.  La presencia de Jesús se nos hará aún más fuerte, primero en la palabra que escucharemos y, segundo, en el Pan y el Vino (convertidos en su cuerpo y su sangre) que recibiremos como alimento de vida eterna.

Primera lectura: Ezequiel 33, 7-9 (Si no hablas al malvado te pediré cuenta de su sangre)

Es imprescindible la corrección fraterna como medio de conversión, realidad que nos anticipa el profeta Ezequiel, en esta primera lectura: “Si no hablas al malvado, te pediré cuenta de su sangre”.  Cada cual es responsable de sus actos, pero quien ha recibido de Dios la misión profética tiene la posibilidad y la responsabilidad de advertir a quien comete el mal.

Segunda Lectura: Romanos 13, 8-10 (La Plenitud de la ley es el amor)

Hoy seguimos escuchando, como en los domingos anteriores, las exhortaciones de san Pablo a los romanos.  Escucharemos un corto pasaje donde el apóstol afirma que el amor es la síntesis de la Ley entera.

Tercera Lectura: Mateo. 18, 15-20 (El que quiero venir conmigo, niéguese a sí mismo)

Escucharemos un conocido texto del evangelista Mateo donde Jesús afirma su presencia en medio de los que oran y del grupo que se congrega en su nombre.  Cada vez que nos reunimos los cristianos Jesús está entre nosotros, presencia que ha de transformar nuestras asambleas y comunidades y nuestras vidas.

Oración universal

A cada petición contestaremos: “Señor, transforma me vida con tu presencia

1.      Para que la Iglesia cumpla sin temor la misión, recibida de Cristo, de denunciar el mal, que obstaculiza el desarrollo del reino de Dios en el mundo.  Roguemos al Señor

2.      Para que cuantos ejercen cargos de responsabilidad a todos los niveles en la Iglesia, en la sociedad civil, en la familia, sepan aceptar la crítica constructiva, reconociendo los propios defectos.  Roguemos al Señor

3.      Para que los que critican los defectos de nuestra sociedad sean objetivos en sus apreciaciones, respetuosos y comprensivos con las personas.  Roguemos al Señor

4.      Para que surjan las vocaciones que necesitan la Iglesia y el mundo de hoy.  Roguemos al Señor

5.      Para que aprendamos a amarnos, corrigiéndonos fraternalmente, y así cumplamos la ley nueva de Cristo.  Roguemos al Señor

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Todo el material de esta publicación está libre de restricciones de derechos de autor y puede copiarse, reproducirse o duplicarse sin permiso alguno.  Sólo tiene que hacer una oración por las vocaciones redentoristas del Caribe.

 

Comunícate conmigo: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

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En camino para el XXIII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

Enlace permanente 28 de Agosto, 2011, 19:00

En Camino: Comentando la Palabra
Tiempo Ordinario

IXXIII Domingo

Autor: Neptalí Díaz Villán, C.Ss.R.                                                                         Fuente: www.scalando.com

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

Hazpara ver las lecturas del día

-          1ra lect.: Ez 33,7-9

-          Sal 94, 1-2.6-9

-          2da lect.: Rom 13,8-10

-          Evangelio: Mt 18,15-20

"A nadie le deben nada, más que amor"

¡AMOR! Qué palabra tan grande, tan significativa, tan sublime y tan profunda, pero también tan manipulada. A nombre del amor se engaña, se estafa, se hacen quebrar empresas, se malforman hijos, se pierden batallas… en fin, se malogran vidas. El amor del que habla Pablo, nada tiene que ver con el engaño utilizado para fundamentar actitudes egoístas, pues con mucha frecuencia el egoísmo hace sus estragos con el ropaje del amor. Pablo habla del amor que hace crecer, que genera vida, aunque a veces no sea tan romántico e implique actitudes impopulares. Es popular dejar que los hijos hagan lo que quieran, o como dicen: que sean ellos mismos, auténticos y originales. ¿Originales? ¿Auténticos? ¡Cómo no! Ellos necesitan los espacios necesarios para que descubran el mundo, sus oportunidades y amenazas, para que adquieran responsabilidad y seguridad en el continuo despliegue de sus vidas. Pero eso no equivale a tener con ellos una laxitud que genere indisciplina porque, con el cuento de ser  buena gente, buenos padres, buenos profesores, buenos líderes, podemos hacer mucho daño y malograr muchas vidas.

Cierto que el amor debe ser nuestra única norma, pero se debe tener muy claro de qué amor se trata para no confundirlo con lo que no es. El amor verdadero genera vida y conduce a la plena felicidad. El amor debe manifestarse en la ternura, en el abrazo, en la bienvenida y en la sonrisa sincera, en la lágrima de la despedida y en el beso cálido, pero también en la exigencia, en la disciplina y en la corrección firme cuando sea necesaria. 

Las lecturas de hoy  nos ubican en la vivencia del amor como manifestación de una fe auténtica. Seguir o no el camino de fe propuesto por Jesús es una opción personal, pero la aceptación de dicho camino de fe implica la disposición de vivirlo en comunidad. Cristianismo e intimismo, cristianismo e individualismo se repelen por naturaleza. El camino de fe propuesto por Jesús se realiza en comunidad, en Iglesia, entendida ésta como un organismo vivo compuesto de muchos miembros unidos por el amor. Por esto para quien sigue el camino de Jesús no cabe aquella respuesta de Caín: “¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?”  (Gen 4,9). Según la enseñanza de nuestra fe, sí somos guardas de nuestros hermanos.

La primera lectura de Ezequiel nos presenta la responsabilidad del profeta con respecto a su pueblo. El profeta debe ser el vigilante de sus hermanos, no porque sea un chismoso sino porque debe alertarlos y prevenirlos. Debe permanecer con los oídos bien abiertos y los ojos bien despiertos para escuchar y ver los peligros que acechan a su comunidad. Ezequiel lo vivió durante el exilio de su pueblo en Babilonia, nosotros debemos tenerlo en cuenta durante toda nuestra vida. Como padres, como hermanos, como líderes de una comunidad, como seguidores de Jesús, porque debemos ser corresponsables unos de otros: “si no hablas al malvado, te pediré cuenta de su muerte” (Ez 33,8).

No se trata de imponer a los demás nuestros criterios para que ellos hagan las cosas tal y como nosotros quisiéramos que las hicieran, porque ellos deben descubrir y realizar su propio camino y, además, porque nuestro punto de vista puede ser errado. Por momentos hay que guardar silencio, no se trata de gritar a los cuatro vientos, o de formar un escándalo por el error de una persona. Pero el excesivo silencio nos convierte en cómplices de nefastas consecuencias para las personas, las familias o las comunidades.

Cuando ya han ocurrido los fracasos, cuando ya el joven está en la droga o en el alcoholismo…  cuando ya el marido obsesivo compulsivo mató a su mujer… cuando ya la empresa está quebrada… entonces es cuando muchas personas empiezan a decir: “Yo si sospechaba que algo raro estaba pasando”, “ah, si hubiera hecho”, “si hubiera dicho”, “si hubiera enfrentado la situación…” ¿Pero ya para qué?

Tampoco se trata de murmurar sino de ayudar a tomar conciencia del error. La murmuración destruye, la observación fraterna impulsa, promueve y construye. Para hacer a un hermano una observación fraterna no se necesita ser perfecto, se necesita mucha humildad y un amor profundo por la otra persona, por la familia o la comunidad; un amor que toma el riesgo de hacerse impopular, e inclusive de hacerse odiar. Se necesita hablar con pedagogía, respeto y creatividad,  pero frentera y directamente.

Ésa es una tarea nuestra como padres, como líderes de una comunidad, como discípulos de Cristo, como Iglesia profética. Es cierto que como Iglesia, otrora cometimos errores al anatemizar (maldecir, condenar). Los documentos oficiales de hace unos años, sobre todo los de antes del Concilio Vaticano II, estaban llenos de anatemas, pero eso no significa que ahora tengamos que callarnos totalmente. Afortunadamente los documentos de la jerarquía eclesiástica, así como los sermones de predicadores y predicadoras, las clases en colegios y las catequesis en general, han cambiado de lenguaje; ahora son más respetuosas e iluminadoras, pero no pueden ser menos analíticas y proféticas, como manifestaron los obispos reunidos en Puebla: “no reivindicamos ningún privilegio para la Iglesia, respetamos los derechos de todos y la sinceridad de todas las convicciones en pleno respeto a la autonomía de las realidades terrestres. Sin embargo, exigimos para la Iglesia el derecho de dar testimonio de su mensaje y de usar la palabra profética de anuncio y denuncia en sentido evangélico, en la corrección de las imágenes falsas de la sociedad, incompatibles con la visión cristiana” (P 1212-1213).

Antes de hacer la corrección debe haber certeza de que el hermano realmente está cometiendo un grave error. No se trata de molestarle la existencia a las personas, porque como bien decía Sabatino Mayorano: “La gente ya tiene suficientes problemas como para que nosotros le amarguemos más la vida con nuestros moralismos”.

Para corregir fraternalmente a una persona, el evangelio propone la siguiente pedagogía: Primero se llama a solas y se le dirige la observación. Se busca hacer que la persona piense, reflexione y descubra su error para que luego opte por un camino distinto y mejore su vida. Si se logra el objetivo, demos gracias a Dios: “Hemos salvado al hermano”.

Si no se logra el objetivo, la observación será dirigida por parte de dos o tres personas para que quien es objeto de la corrección descubra que no se trata de envidias o de ganas de molestar, sino de verdaderos problemas que pueden malograr su vida, su familia o su comunidad. Si se logra el objetivo, demos gracias a Dios: “Hemos salvado al hermano”.

Si todavía no se logra el objetivo, se debe recurrir a la comunidad para que la persona sienta un peso mayor, reflexione y cambie de actitud. Si se logra el objetivo, demos gracias a Dios: “Hemos salvado al hermano”. Si no se logra el objetivo la comunidad tiene el derecho y él deber de excluirlo. Esto es válido tanto para los amigos, para las empresas, para la Iglesia universal y como para la Iglesia doméstica, o sea la familia.

Vemos cómo a muchas personas se les brindan todas las posibilidades para que mejoren pero no lo hacen. Hay quienes que no quieren trabajar, no quieren estudiar, no aportan, pero exigen todo. Hay personas con vicios graves como la pereza, la infidelidad, la drogadicción o el alcoholismo, y que aún brindándosele todos los medios profesionales, afectivos y todo el apoyo, no ponen de su parte para regenerarse.

Según el Evangelio y la opinión de muchos psicólogos y psiquiatras, a estas personas hay que cerrarles las puertas, excluirlas del círculo de amigos, de la comunidad, de la familia, de la iglesia, para obligarlas a pensar y optar por un camino distinto. Excluirlas no es condenarlas, puede ser el último recurso para que recapaciten, sabiendo que las puertas las encontrarán abiertas si de verdad quieren ser mejores seres humanos.

Si se trata de personas con graves problemas mentales y sin la capacidad suficiente para reflexionar, reconocer sus errores y cambiar, según sea el diagnóstico médico especializado, se debe buscar una clínica psiquiátrica para tratarlas más de cerca y evitarle problemas a la sociedad, porque pueden ser un peligro. Y de estos locos hay muchos sueltos en nuestras calles y tal vez en nuestras casas o comunidades.

Recordemos que todos debemos tener la disposición tanto para hacer una observación fraterna a un hermano nuestro como para que nos la hagan y sigan con nosotros el mismo conducto regular. Todo esto nos debe llevar a formar una iglesia en comunión de Amor, con espacios para celebrar, orar y reconciliar. Espacios en los cuales se desaten las cadenas del pecado y de la muerte que habitan en nosotros, y tengamos la oportunidad de experimentar a Cristo como salvador, que se hace presente cuando dos o más (comunidad) nos reunimos en su nombre.

 

Oración

Padre y Madre Dios de infinita bondad y misericordia, te bendecimos porque nos sentimos profundamente unidos en tu amor y conducidos por tu mano generosa. Te pedimos perdón porque muchas veces nos hemos dejado llevar por el egoísmo y el individualismo. Hemos dañado a los demás, hemos permitido que otros hagan daño y también nos hemos hecho daño a nosotros mismos con nuestra indiferencia. Purifica nuestra vida de toda realidad que nos desintegra personal, comunitaria y socialmente.

Reconocemos que en nuestra historia ha habido desencuentros, roces que nos dejaron molestos… experiencias dolorosas en las cuales hemos sido víctimas de otras personas… tal vez existan dentro nosotros resentimientos, odios, amarguras, deseos de venganza… reconocemos que esas realidades no nos dejan vivir en paz, nos esclavizan, nos atan, detienen nuestro crecimiento… nos abrimos totalmente para que tu Espíritu llegue hasta lo más profundo de nuestros corazones, nos transforme y haga de nosotros personas nuevas, totalmente libres y con disponibilidad para ser gestores de reconciliación, de justicia, de equidad y de paz.

Danos la sabiduría para amar de verdad, para ser corresponsables de nuestra mutua edificación como personas, como familias, como comunidades. Que podamos vivir la experiencia maravillosa del perdón con pedagogía y respeto por la persona y seamos testigos de la vida abundante que tú nos das. Amén.

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Moniciones: XXII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A

Enlace permanente 22 de Agosto, 2011, 10:30

Moniciones para la Misa
Tiempo Ordinario

XXII Domingo

Autor: P. Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.                                                                    Fuente: www.scalando.com

Hazpara ver las lecturas del día

Citás Bíblicas

-         1ra lect.: Jr 20, 7-9

-         Sal 62

-         2da lect.: Rom 12,1-2

-         Evangelio: Mt 18, 15-20

"Ofrézcanse ustedes mismos como sacrificio vivo"

Monición de entrada:

 

Muy buenas (noches, días, tardes).  Hoy el Señor nos invita a celebrar la eucaristía de una manera muy particular. Como antesala, te presenta la palabra que quiere movernos a definir nuestra vida de cristiano. Sin rodeo te pide que lo sigas y cambies tus prioridades, ayudando a tu prójimo, para que te acerques más a lo que Dios quiere de ti. Acepta esta invitación a ser diferente. De pie para recibir al celebrante con el cántico de entrada.
 
 
Primera Lectura: Jeremías 20, 7-9 (La palabra del Señor se volvió oprobio para mí)
 

 Desde muy joven, Jeremías tuvo la encomienda de anunciarle a su pueblo la violencia y destrucción que sufrirían por desobedecer a Dios. Se lamenta por que no le hacen caso y se burlan de él. Su expresión de hoy también aplica a nosotros y nos invita a que actuemos diferentes y aceptemos su mensaje de conversión ante el llamado de Cristo.
 
 
Segunda Lectura: Romanos 12, 1-2 (Ofrézcanse ustedes mismos como sacrificio vivo)
 

 San Pablo, nuevamente, nos ofrece otra alternativa para vivir en Cristo. Es una invitación a realizar algo distinto que nos producirá una renovación a la vida de cristiano que llevamos. Acepta la exhortación del apóstol y empieza a vivir de forma diferente de la mano de Jesús.
 
 
Tercera Lectura: Mateo 18, 15-20 (Si te hace caso ha salvado a tu amigo)
 

 San Mateo, en el evangelio de hoy, nos presenta nuevamente a Jesús; y a Pedro que trata de disuadir a Cristo de la misión del Padre. Jesús, le reprocha su actitud, como una egoísta y humana. Y nos lanza un reto, que lo sigamos, renunciando a nuestras comodidades y placeres para servir al prójimo.
 
 
 
Oración universal
 

 A cada petición contestaremos: “Acepto tu voluntad, Señor”
 
 1. Por la Iglesia, el Papa N, los obispos, presbíteros, y diáconos, religiosos y religiosas, para que lleven el mensaje de salvación a todos los pueblos. Oremos...
 
 2. Por los gobernantes de todas las naciones, para que ellos también sientan el llamado cristiano y actúen con justicia con sus pueblos. Oremos...
 
 3. Por los enfermos, los marginados, los ancianos, para que el Señor toque la fibra interna de nuestro corazón y nos estimule a ayudar a los más necesitados. Oremos...
 
 4. A ti que compartes este momento de recogimiento en el Espíritu, para que escuches el llamado de Cristo y des ese primer paso al frente. Oremos...

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En camino: XXII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

Enlace permanente 22 de Agosto, 2011, 9:23

En Camino: Comentando la Palabra
Tiempo Ordinario

IXXII Domingo

Autor: Neptalí Díaz Villán, C.Ss.R.                                                                         Fuente: www.scalando.com

Hazpara ver las lecturas del día

-         1ra lect.: Jr 20, 7-9

-         Sal 62

-         2da lect.: Rom 12,1-2

-         Evangelio: Mt 18, 15-20

"Cargar con la cruz"

           I

mperativo ético religioso: en el mundo antiguo había “profetas” pagados por el rey, para que le dieran consejos, lo adularan e informaran al pueblo acerca de las maravillas del monarca. Por otro lado aparecían profetas de la desgracia que andaban infundiendo miedo, preconizando catástrofes a granel, a causa de los pecados de los hombres. ¿Dónde ubicamos a los profetas de la tradición bíblica? En ninguno de los anteriores.

El objetivo de los profetas de Yahvé no era hacer temblar la tierra para infundir miedo a las masas ignorantes. No se era profeta de Yahvé por profesión o sueldo, sino por obligación. ¿Por qué? ¿Acaso Dios obliga a alguien? No, pero cuando una persona llega a una profunda madurez de conciencia, en términos puramente humanos o en términos de fe, le es imposible comulgar con la injusticia, ser testigo de la corrupción o de la explotación y quedarse callado. Le es imposible ver caras cabizbajas, tristes y desanimadas, y no anunciar que es posible construir otro mundo con el esfuerzo de todos y la gracia de Dios. Para la persona con sensibilidad humana y, además, con una fe profunda en el Dios de la vida, el profetismo se convierte en un imperativo ético, sin el cual no se puede vivir la fe y, en últimas, no se puede vivir.

Como su ministerio le trajo burlas, maltratos y persecuciones, no sólo por parte del poder sino de su misma gente, Jeremías se quejó ante Dios. Su reclamo llegó casi a la blasfemia: “¡maldito el día en que nací!, ¡el día que me dio a luz mi madre, no sea bendito…!”(20,14).  Él no fue profeta por profesión, no tuvo sueldo por anunciar y denunciar; fue su sensibilidad humana la que le hizo ver la situación y por tanto la necesidad, y fue su conciencia la que no le permitió escapar: “me sedujiste Señor y me dejé seducir, me forzaste y me pudiste. He sido la irrisión cotidiana, todos me remedaban. Pues cada vez que hablo es para gritar: ¡atropello!, y para gritar: ¡expolio!... Yo decía: no volveré a recordarlo, ni hablaré más en su nombre. Pero había en mi corazón algo como fuego ardiente prendido en mis huesos, y aunque yo trabajara por ahogarlo no podía” (20,8-9).

“Amigos, la situación es bastante dura, hay que ser muy claros, si nos quedamos aquí corremos un inminente peligro. Ustedes verán qué hacen, los dejo en libertad, yo, por mi parte no podría en conciencia volver a ejercer la medicina si ahora me voy de aquí” (Médico director de un hospital en África central, ante una epidemia de Ébola – Revista Sin Fronteras)

¿Será que esta experiencia de Jeremías se queda solamente para personajes anómalos, interesados por el bien común, enfermos de un síndrome “rarísimo” que se manifiesta con un fuerte y desesperante dolor en las entrañas ante el sufrimiento ajeno, llamado por los especialistas splagnisomai o sea en castellano: misericordia o compasión? O, ¿será cierto que por el Bautismo todos somos profetas y que por ser seguidores de Jesús nuestros actos humanos deben estar movidos por la misericordia, como lo hizo Él?

 

Tomar la cruz: Que Jesús tuviera la claridad de conciencia mostrada por los evangelistas, es decir que supiera lo que iba a suceder con toda lucidez: pasión, muerte y resurrección, es algo que discuten hoy los exegetas. Lo más posible es que Él no haya tenido esa claridad de lo porvenir.

Se trata con más probabilidad de un texto elaborado por los evangelistas a la luz de la Pascua. Pero pensar que Jesús esperara en Jerusalén todas la puertas abiertas y la mejor disposición por parte de los detentores del poder, sería creerlo tonto. Con toda seguridad, él supo que no iba a ser fácil el encuentro con los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, es decir, el poder religioso y político.

Por naturaleza el que tiene el poder no lo quiere soltar, el que no tiene problemas porque la pasa bien así el mundo se muera de hambre, no quiere que las cosas cambien; o ¿será que los países ricos quieren de verdad que la situación del planeta cambie? La última reunión del G8 nos muestra todo lo contrario. Estos países no tienen la más mínima voluntad política para que se acaben de verdad el hambre, la miseria y la indignidad con la que sobreviven muchos seres humanos. Se reúnen supuestamente para estudiar la forma de cambiar el mundo, pero con estos colosos pasa lo que, según mi abuela, pasa con las gallinas viejas: “cacarean mucho, pero no ponen huevo”.

Así mismo, muchos de nuestros países y regiones están dominados por familias que día a día saquean miserablemente a nuestra gente, aunque tengan el descaro de caminar orondos ante los medios de información y de presentarse ante el público como los honorables concejales, alcaldes, ministros, gobernadores, senadores o presidentes. Como los empresarios exitosos, los presidentes o directores ejecutivos de fundaciones sin ánimo de lucro, creadas con una la facha humanista, pero en el fondo lo que les interesa con ellas es evadir impuestos. Pero en fin, como dijo Einstein: “no podemos enseñarle a un gato a que no cace pájaros”.

Jesús conocía la humanidad. Por eso les dijo a sus discípulos que no la iban a tener fácil en Jerusalén. Sabía que el poder cuando se siente tocado reacciona de manera brutal y se lleva a su paso todo lo que encuentra, como bien lo representa el libro del Apocalipsis (Cap. 12).

Hemos dicho muchas veces que Jesús fue continuador de la Tradición  Deuteronomista y Profética del A.T. Como tal, asumió el compromiso de Jeremías (Primera lectura). El evangelio de hoy presenta a Jesús camino de Jerusalén, consciente del inminente peligro, pero incapaz de ser indiferente ante la deplorable situación que vivía su pueblo, dominado por falsos pastores.

El demagogo (de derecha, izquierda o centro), a diferencia del verdadero líder, con tal de ganar adeptos, resalta sobremanera las cualidades del pueblo, adula a los ciudadanos por su cultura, su inteligencia o su historia. Promete la soluciones a los problemas, el progreso de los pueblos, y hasta redención y vida eterna si el ambiente se lo permite, todo ello sin compromiso alguno.

A Jesús no le interesaron mucho “las encuestas”, la fama o el qué dirán. Él no fue un demagogo, ni engaño a nadie; por el contrario, siempre fue muy claro con sus seguidores y les hizo ver lo que les iba “pierna arriba”. Les dijo que en Jerusalén tendrían serios problemas y que existía la posibilidad de la muerte ya que esa había sido la suerte de muchos profetas. Pero que a pesar de todo debían seguir su marcha como un compromiso con Dios y con sus hermanos. Pedro, como representante de sus discípulos, con la visión de un mesianismo político militar victorioso, sintió miedo y decepción. Todos querían cambiar de status y ya se veían como los ministros del nuevo Rey de Israel.

Jesús, aunque tuvo la tentación del poder (Mt 4,8-11), optó por el servicio. Sí, quería la victoria, pero no la victoria de unos sobre los otros. No pretendió voltear la torta para que otros tomaran el puesto de gobernantes y siguieran con los mismos vicios. Quiso no solo el cambio de las estructuras sociales, sino el cambio de toda la persona, pues no se puede buscar la transformación de las estructuras sociales sin antes transformar las estructuras internas del individuo. Si no superamos los traumas, incoherencias, egoísmos, y demás taras personales, la transformación social se convierte en otra esclavitud y por tanto en una decepción más en nombre de la libertad. ¡Cuántas revoluciones hemos tenido a lo largo de nuestra historia y cuántas decepciones se han llevado las personas y los grupos humanos por cuenta de quienes han prometido la transformación total!

Jesús sabía con seguridad que su propuesta del Reino no iba a calar fácilmente, pues encontraría la oposición, no sólo de los poderes sino de sus mismos discípulos que ya se veían reinando sobre las doce tribus de Israel. Por eso en ese momento a Pedro lo llamó Satanás pues no pensaba como Dios sino como los hombres deseosos de poder, dinero, etc., y a los demás discípulos, que compartían los anhelos de Pedro, los invitó a seguirlo con unas condiciones muy concretas: negarse a sí mismos, que no equivale a negarse como personas, sino a los intereses egoístas y altaneros que habitan en el interior de todo ser humano, cargar con la cruz, es decir, asumir la vida tal como viene, aún con los momentos duros, contando con la posibilidad del fracaso y la muerte, pues así como a la tierra prometida se llegó sólo atravesando un inmenso desierto, a la resurrección se llega sólo cargando la cruz, entregando la vida, poniéndola al servicio. Sin lugar a dudas, esa será la mejor ofrenda para el Señor: nuestros cuerpos como hostias vivas, santas y agradables a Dios (Segunda lectura). Sin lugar a dudas ahí está también nuestra razón de ser como cristianos y como seres humanos, pues “una vida sólo vale la pena si se vive en aras de otros... Una vida encaminada fundamentalmente a la satisfacción de anhelos personales, tarde o temprano conduce a una amarga desilusión”. (A. Einstein). 

Oración

Oh Dios, Padre y Madre de misericordia. Te bendecimos por el  amor, la bondad y la misericordia con las que nos envuelves cada día llenándonos la alegría y las ganas de vivir. Te pedimos que ese mismo amor misericordioso lo comuniquemos en abundancia a nuestros hermanos, especialmente a los más necesitados. Danos la valentía para ejercer un profetismo decidido y generoso, según nuestro contexto vital y las inspiraciones de tu Espíritu.

Libera nuestros corazones del miedo, la avaricia, la mentira y todo tipo de obstáculos para seguir el camino de Jesús y su proyecto de salvación. Que seamos capaces de renunciar a todo tipo de codicia y a pretender construir nuestra vida impulsados solamente por anhelos individualistas y egoístas. Que la gracia de tu Espíritu nos de un corazón fuerte y generoso capaz de amar, de vivir en libertad y de trabajar por una humanidad incluyente y con oportunidades. Amén.

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mperativo ético religioso: en el mundo antiguo había “profetas” pagados por el rey, para que le dieran consejos, lo adularan e informaran al pueblo acerca de las maravillas del monarca. Por otro lado aparecían profetas de la desgracia que andaban infundiendo miedo, preconizando catástrofes a granel, a causa de los pecados de los hombres. ¿Dónde ubicamos a los profetas de la tradición bíblica? En ninguno de los anteriores.

El objetivo de los profetas de Yahvé no era hacer temblar la tierra para infundir miedo a las masas ignorantes. No se era profeta de Yahvé por profesión o sueldo, sino por obligación. ¿Por qué? ¿Acaso Dios obliga a alguien? No, pero cuando una persona llega a una profunda madurez de conciencia, en términos puramente humanos o en términos de fe, le es imposible comulgar con la injusticia, ser testigo de la corrupción o de la explotación y quedarse callado. Le es imposible ver caras cabizbajas, tristes y desanimadas, y no anunciar que es posible construir otro mundo con el esfuerzo de todos y la gracia de Dios. Para la persona con sensibilidad humana y, además, con una fe profunda en el Dios de la vida, el profetismo se convierte en un imperativo ético, sin el cual no se puede vivir la fe y, en últimas, no se puede vivir.

Como su ministerio le trajo burlas, maltratos y persecuciones, no sólo por parte del poder sino de su misma gente, Jeremías se quejó ante Dios. Su reclamo llegó casi a la blasfemia: “¡maldito el día en que nací!, ¡el día que me dio a luz mi madre, no sea bendito…!”(20,14).  Él no fue profeta por profesión, no tuvo sueldo por anunciar y denunciar; fue su sensibilidad humana la que le hizo ver la situación y por tanto la necesidad, y fue su conciencia la que no le permitió escapar: “me sedujiste Señor y me dejé seducir, me forzaste y me pudiste. He sido la irrisión cotidiana, todos me remedaban. Pues cada vez que hablo es para gritar: ¡atropello!, y para gritar: ¡expolio!... Yo decía: no volveré a recordarlo, ni hablaré más en su nombre. Pero había en mi corazón algo como fuego ardiente prendido en mis huesos, y aunque yo trabajara por ahogarlo no podía” (20,8-9).

“Amigos, la situación es bastante dura, hay que ser muy claros, si nos quedamos aquí corremos un inminente peligro. Ustedes verán qué hacen, los dejo en libertad, yo, por mi parte no podría en conciencia volver a ejercer la medicina si ahora me voy de aquí” (Médico director de un hospital en África central, ante una epidemia de Ébola – Revista Sin Fronteras)

¿Será que esta experiencia de Jeremías se queda solamente para personajes anómalos, interesados por el bien común, enfermos de un síndrome “rarísimo” que se manifiesta con un fuerte y desesperante dolor en las entrañas ante el sufrimiento ajeno, llamado por los especialistas splagnisomai o sea en castellano: misericordia o compasión? O, ¿será cierto que por el Bautismo todos somos profetas y que por ser seguidores de Jesús nuestros actos humanos deben estar movidos por la misericordia, como lo hizo Él?

 

Tomar la cruz: Que Jesús tuviera la claridad de conciencia mostrada por los evangelistas, es decir que supiera lo que iba a suceder con toda lucidez: pasión, muerte y resurrección, es algo que discuten hoy los exegetas. Lo más posible es que Él no haya tenido esa claridad de lo porvenir.

Se trata con más probabilidad de un texto elaborado por los evangelistas a la luz de la Pascua. Pero pensar que Jesús esperara en Jerusalén todas la puertas abiertas y la mejor disposición por parte de los detentores del poder, sería creerlo tonto. Con toda seguridad, él supo que no iba a ser fácil el encuentro con los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, es decir, el poder religioso y político.

Por naturaleza el que tiene el poder no lo quiere soltar, el que no tiene problemas porque la pasa bien así el mundo se muera de hambre, no quiere que las cosas cambien; o ¿será que los países ricos quieren de verdad que la situación del planeta cambie? La última reunión del G8 nos muestra todo lo contrario. Estos países no tienen la más mínima voluntad política para que se acaben de verdad el hambre, la miseria y la indignidad con la que sobreviven muchos seres humanos. Se reúnen supuestamente para estudiar la forma de cambiar el mundo, pero con estos colosos pasa lo que, según mi abuela, pasa con las gallinas viejas: “cacarean mucho, pero no ponen huevo”.

Así mismo, muchos de nuestros países y regiones están dominados por familias que día a día saquean miserablemente a nuestra gente, aunque tengan el descaro de caminar orondos ante los medios de información y de presentarse ante el público como los honorables concejales, alcaldes, ministros, gobernadores, senadores o presidentes. Como los empresarios exitosos, los presidentes o directores ejecutivos de fundaciones sin ánimo de lucro, creadas con una la facha humanista, pero en el fondo lo que les interesa con ellas es evadir impuestos. Pero en fin, como dijo Einstein: “no podemos enseñarle a un gato a que no cace pájaros”.

Jesús conocía la humanidad. Por eso les dijo a sus discípulos que no la iban a tener fácil en Jerusalén. Sabía que el poder cuando se siente tocado reacciona de manera brutal y se lleva a su paso todo lo que encuentra, como bien lo representa el libro del Apocalipsis (Cap. 12).

Hemos dicho muchas veces que Jesús fue continuador de la Tradición  Deuteronomista y Profética del A.T. Como tal, asumió el compromiso de Jeremías (Primera lectura). El evangelio de hoy presenta a Jesús camino de Jerusalén, consciente del inminente peligro, pero incapaz de ser indiferente ante la deplorable situación que vivía su pueblo, dominado por falsos pastores.

El demagogo (de derecha, izquierda o centro), a diferencia del verdadero líder, con tal de ganar adeptos, resalta sobremanera las cualidades del pueblo, adula a los ciudadanos por su cultura, su inteligencia o su historia. Promete la soluciones a los problemas, el progreso de los pueblos, y hasta redención y vida eterna si el ambiente se lo permite, todo ello sin compromiso alguno.

A Jesús no le interesaron mucho “las encuestas”, la fama o el qué dirán. Él no fue un demagogo, ni engaño a nadie; por el contrario, siempre fue muy claro con sus seguidores y les hizo ver lo que les iba “pierna arriba”. Les dijo que en Jerusalén tendrían serios problemas y que existía la posibilidad de la muerte ya que esa había sido la suerte de muchos profetas. Pero que a pesar de todo debían seguir su marcha como un compromiso con Dios y con sus hermanos. Pedro, como representante de sus discípulos, con la visión de un mesianismo político militar victorioso, sintió miedo y decepción. Todos querían cambiar de status y ya se veían como los ministros del nuevo Rey de Israel.

Jesús, aunque tuvo la tentación del poder (Mt 4,8-11), optó por el servicio. Sí, quería la victoria, pero no la victoria de unos sobre los otros. No pretendió voltear la torta para que otros tomaran el puesto de gobernantes y siguieran con los mismos vicios. Quiso no solo el cambio de las estructuras sociales, sino el cambio de toda la persona, pues no se puede buscar la transformación de las estructuras sociales sin antes transformar las estructuras internas del individuo. Si no superamos los traumas, incoherencias, egoísmos, y demás taras personales, la transformación social se convierte en otra esclavitud y por tanto en una decepción más en nombre de la libertad. ¡Cuántas revoluciones hemos tenido a lo largo de nuestra historia y cuántas decepciones se han llevado las personas y los grupos humanos por cuenta de quienes han prometido la transformación total!

Jesús sabía con seguridad que su propuesta del Reino no iba a calar fácilmente, pues encontraría la oposición, no sólo de los poderes sino de sus mismos discípulos que ya se veían reinando sobre las doce tribus de Israel. Por eso en ese momento a Pedro lo llamó Satanás pues no pensaba como Dios sino como los hombres deseosos de poder, dinero, etc., y a los demás discípulos, que compartían los anhelos de Pedro, los invitó a seguirlo con unas condiciones muy concretas: negarse a sí mismos, que no equivale a negarse como personas, sino a los intereses egoístas y altaneros que habitan en el interior de todo ser humano, cargar con la cruz, es decir, asumir la vida tal como viene, aún con los momentos duros, contando con la posibilidad del fracaso y la muerte, pues así como a la tierra prometida se llegó sólo atravesando un inmenso desierto, a la resurrección se llega sólo cargando la cruz, entregando la vida, poniéndola al servicio. Sin lugar a dudas, esa será la mejor ofrenda para el Señor: nuestros cuerpos como hostias vivas, santas y agradables a Dios (Segunda lectura). Sin lugar a dudas ahí está también nuestra razón de ser como cristianos y como seres humanos, pues “una vida sólo vale la pena si se vive en aras de otros... Una vida encaminada fundamentalmente a la satisfacción de anhelos personales, tarde o temprano conduce a una amarga desilusión”. (A. Einstein). 

Oración

Oh Dios, Padre y Madre de misericordia. Te bendecimos por el  amor, la bondad y la misericordia con las que nos envuelves cada día llenándonos la alegría y las ganas de vivir. Te pedimos que ese mismo amor misericordioso lo comuniquemos en abundancia a nuestros hermanos, especialmente a los más necesitados. Danos la valentía para ejercer un profetismo decidido y generoso, según nuestro contexto vital y las inspiraciones de tu Espíritu.

Libera nuestros corazones del miedo, la avaricia, la mentira y todo tipo de obstáculos para seguir el camino de Jesús y su proyecto de salvación. Que seamos capaces de renunciar a todo tipo de codicia y a pretender construir nuestra vida impulsados solamente por anhelos individualistas y egoístas. Que la gracia de tu Espíritu nos de un corazón fuerte y generoso capaz de amar, de vivir en libertad y de trabajar por una humanidad incluyente y con oportunidades. Amén.

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Moniciones: XXI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A

Enlace permanente 14 de Agosto, 2011, 20:11

Moniciones para la Misa
Tiempo Ordinario

XXI Domingo

Autor: P. Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.                                                                       Fuente: www.scalando.com

XXI Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

Hazpara ver las lecturas del día

Citás Bíblicas

-         1ra lect.: Is 22, 19-23

-         Sal 137, 1-6

-         2da lect.: Rom 11, 33-36

-         Evangelio: Mt 16, 13-20

"Las preguntas de Jesús"

Monición de entrada:

Muy buenas (noches, días, tardes) Nos encontramos en el Vigésimo Primer Domingo del tiempo ordinario del ciclo A.  Nos hemos reunido en nombre del Jesús que nos congrega para orar y celebrar la Eucaristía.  Estamos aquí porque Dios mismo nos llama y conduce nuestros pasos hacia él y si hemos llegado hasta aquí es porque queremos una vez más reafirmar nuestra fe en Jesús, el Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios vivo.

Isaías 22, 19-23 (Colgaré de su hombro la llave del palacio de David)

Escucharemos un pasaje del libro del profeta Isaías.  Éste se lee por el simbolismo de las llaves, como ilustración de los poderes que Jesús confía a Pedro, como fundamento de la Iglesia, en respuesta a la confesión de fe que Pedro ha sido el primero en formular, tal como nos contará el Evangelio.

Romanos: 11, 33-36 (El origen, guía y meta del universo)

Hoy seguimos escuchando fragmentos de la carta a los romanos.  San Pablo expresa su admiración ante la inmensidad de la riqueza, la sabiduría y el conocimiento de Dios.  Más que admiración, estas palabras buscan reafirmar que la salvación es un don gratuito de Dios.  Que nos llega por medio de Cristo Jesús, y de manera extraordinaria, sorprendente e inesperada.


Mateo: 15, 21-28 (Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo)

Jesús hoy nos sorprende con una clara y directa pregunta: ¿quién dicen que soy yoPedro tomó la palabra y en nombre de todos dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”.  Luego de esa profesión de fe, Pedro es objeto de una promesa formal por parte de Jesús: “Tú eres Pedro, y sobre esa piedra edificaré mi Iglesia”.  Te daré las llaves del reino de los cielos.  Esto significa la autoridad y el gobierno de la casa, con poder para atar y desatar.

Oración universal
A cada petición contestaremos: “Señor, creo, pero aumenta mi fe”

  1. Por el Papa, sucesor de Pedro, que ha recibido de Cristo la misión de guardar la unidad de la Iglesia y confirmar en la fe a sus hermanos, oremos

  2. Por los que legislan, gobiernan y juzgan en la sociedad, investidos de poderes, para mejor servir a sus pueblos, oremos

  3. Por los que admiran a Jesús de Nazaret, como hombre excepcional, y no han recibido el don de la fe en Cristo, el Hijo de Dios vivo, oremos

  4. Por las naciones de nuestro continente, para que haya paz y bienestar para todos los que aquí vivimos y justicia y libertad para todos los pueblos de la tierra, oremos

  5. Por el próximo Sínodo Ordinario de los Obispos, que se celebrará en Roma en el mes de octubre, para que ayude a fortalecer la fe en Jesús, oremos

  6. Por nosotros, por nuestros familiares y amigos, por nuestros vecinos y compañeros de trabajo, para que como Pedro profesemos la fe en Jesucristo, oremos

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En camino: XXI Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

Enlace permanente 14 de Agosto, 2011, 19:24

En Camino: Comentando la Palabra
Tiempo Ordinario

IXXI Domingo

Autor: Neptalí Díaz Villán, C.Ss.R.                                                                         Fuente: www.scalando.com

XXI Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

Hazpara ver las lecturas del día

-         1ra lect.: Is 22, 19-23

-         Sal 137, 1-6

-         2da lect.: Rom 11, 33-36

-         Evangelio: Mt 16, 13-20

"El profeta Isaías"

Isaías a diferencia de muchos profetas, no fue de familia pobre; nació y creció en una familia “noble”, hizo parte de la cohorte y del palacio real, donde tuvo la oportunidad de participar en reuniones y banquetes oficiales. ¿Qué le pasó a Isaías? Comprendió, como dijo A. Camus: “ que en este mundo hay plagas y víctimas y que hay que negarse tanto como le sea a uno posible, estar del lado de las plagas… que uno no puede ponerse del lado de los que hacen la historia sino al servicio de los que la padecen” (La Peste).  Eso fue lo que hizo, y por eso se convirtió en un problema para los “servidores públicos”, porque les recriminó la ostentación en la que vivían mientras el pueblo pasaba necesidades. Por esto el rey Ajaz lo expulsó del Palacio.

El oráculo de Isaías que hoy compartimos posiblemente pertenezca al tiempo de la primera deportación a manos de los babilonios ocurrida en el año 497 a.C.
Recordemos que en esa primera deportación fueron exiliados los miembros más prestantes de la sociedad y llevados a las ciudades y campos de la antigua Mesopotamia. La silla del rey en ese momento estaba vacía, razón por la cual Sobná estaba a cargo de la administración.

Sobná tenía las llaves, pero no era el Rey. Sin embargo en ausencia del rey ostentó la banda real y supo utilizar muy bien el puesto para sus mezquinos intereses. Isaías que conocía muy bien estas “joyitas reales”, denunció sus arbitrariedades, la corrupción existente en las instituciones monárquicas y la decadencia en la que había caído la cohorte.

Para Isaías es claro que tarde o temprano terminará todo poder sostenido a base de explotación y miseria para la gente a quienes les violan sus derechos. Su puesto lo ocupará una persona capaz de servir. SOS: ¿Dónde está ese servidor? Necesitamos convertirnos en servidores y saber elegir a nuestros líderes para que esto no se quede en un sueño quimérico.

 

Jesús el Cristo

En continuidad con el evangelio de hace 15 días, este texto fue elaborado a la luz del Acontecimiento Pascual. Es decir, digámoslo claramente, este texto no es histórico: ni Pedro proclamó en presencia del Jesús histórico que era el Mesías, ni el Jesús histórico  fundó la Iglesia y muchos menos nombró a Pedro como monarca de una nueva dinastía. ¿Entonces todo esto es mentira? No ¡de ninguna manera! Es cierto, pero no como muchas veces se ha interpretado pues el texto manifiesta la experiencia de fe de las comunidades primitivas. Así como Jesús descubrió poco a poco su ser y qué hacer, también sus amigos y amigas, discípulos y discípulas, en la experiencia comunitaria, fueron descubriendo quién era Jesús.

El relato fue elaborado por las comunidades cristianas para manifestar su fe en Jesús el Cristo (Mesías). Para confesar que la Iglesia estaba inspirada en Jesús y fundada sobre Él, la piedra despreciada por los arquitectos, convertida en piedra angular. Y que el liderazgo eclesial debía estar íntimamente unido a la confesión de fe en Jesús y la disponibilidad para continuar su proyecto salvador.

Esta palabra no puede ser utilizada para legitimar estructuras y regímenes de poder de cualquier tipo: civil, religioso, etc. Es contrario al espíritu del Evangelio utilizarlo para legitimar el monopolio del poder. Lo que vemos es una iluminación para encontrar el sentido de la autoridad, según la propuesta del Evangelio.

Cuando niños, y aún se hace así en algunas partes, nos enseñaron que Jesús era la segunda persona de la Santísima Trinidad, que participaba de la misma naturaleza de Dios, que se encarnó por obra del Espíritu Santo… en fin, y nos aprendimos de memoria y nos “creímos” todo el credo sin saber qué significaba. ¡Yo no digo que lo anterior sea mentira, ni más faltaba…!  

El conocimiento de Jesús con sus amigos y amigas fue inductivo. De pronto, un día apareció por Cafarnaum, camino a la escuela del Bautista, un muchacho de rostro moreno, tostado por el sol, cabello largo y barba rala, que contaba cuentos, se reía y tomaba vino en la taberna como todos. No era nada del otro mundo, era un campesino artesano de Nazareth que calzaba sus sandalias cosidas por varias partes y sus ropas remendadas; pero sintieron que era agradable estar con él: sus palabras, su amistad, su compañía les hacía experimentar algo diferente; despertaba en ellos la esperanza, la alegría y la dignidad pisoteada por la cruda realidad.

Con él descubrieron que los zarrapastrosos pescadores trabajadores de Zebedeo, olorosos a pescado, que Mateo el perro publicano cobrador de impuestos, así como las putas que todos despreciaban y señalaban, auque con frecuencia utilizaran sus “servicios”, todos y todas, hombres y mujeres, eran personas hijas de Dios, con las que valía la pena “perder” el tiempo: contarles un cuento, escuchar los suyos, compartir una sopa de pescado, participar en una boda, tomar parte en sus fiestas y trabajar juntos. Así que se hicieron amigos, buscaron otros que no le hacían juego a la indiferencia homicida, roedora de conciencias y se metieron en “la locura” de construir el Reino de Dios.

Descubrieron en él un hombre que denunciaba enfrentándose a la plaga que tenía el poder en sus manos y anunciaba el Reino para todos, continuando así el ministerio de Isaías y todo el movimiento profético de Israel. La gente descubrió en él un profeta y era cierto, pero les faltaba algo más. No sabemos con certeza si cuando lo asesinaron había comprendido con claridad su misión mesiánica o sencillamente murió como profeta (sobre esto los especialistas no se han puesto de acuerdo). Sabemos que sus discípulos se entusiasmaron con él pero cuando lo mataron vieron sumergidas todas sus esperanzas.

Fue la Pascua (Resurrección) la que les hizo experimentar, como dice Pablo (Rom 11,33-36 – 2da let.) el abismo de generosidad, sabiduría y conocimiento de Dios, sus insondables decisiones e irrastreables caminos. La Pascua les dio a conocer que ese hombre sencillo, amigo de todos, defensor de la vida, luchador por el Reino, vencido por el poder corrupto, pero resucitado por Dios, era el Mesías (El Cristo). La Pascua les hizo comprender que no era el Mesías que esperaban: triunfalista, nacionalista y prepotente, sino una persona al servicio de las más profundas y universales causas humanas. La Pascua les hizo comprender que, así como lo hizo el Señor y Mesías, los discípulos y discípulas debían continuar la construcción del Reino con la convicción de que ni el poder del infierno impediría que algún día podamos ver una humanidad nueva, regida por valores distintos.

La Pascua les hizo comprender que los líderes en la Iglesia (Pedro), sólo pueden tener las llaves del Reino después de confesar a Jesús como Mesías y ponerse al servicio de la comunidad como él lo hizo. Así que el día que sean investidos hay que darles no tanto un anillo de oro fino con incrustaciones de esmeraldas para ostentar, ni un gran sillón desde dónde dar órdenes, sino una toalla y una jofaina para lavar los pies a sus hermanos.

 

Oración

Señor Jesús, te damos gracias por tu testimonio de amor, de entrega, de generosidad. Por haberlo entregado todo al servicio de una nueva humanidad. Te reconocemos como el Mesías, el salvador, el camino, la verdad y la vida.

Reconocemos que muchas veces tenemos imágenes equivocadas de ti. Cuántos libros, cuántas canciones, cuántas películas, a veces hasta muy piadosas o muy taquilleras, desdibujan el auténtico Jesús que nos revela el amor del Padre.

Te pedimos que la gracia de tu Espíritu nos ayude a descubrir quién eres y cómo puedes actuar y salvar nuestra existencia. Te pedimos que nos des la gracia de reconocerte presente en cada momento de nuestra vida. Que la gracia de tu Espíritu nos ayude a experimentar el abismo de generosidad, sabiduría y providencia del Padre y Madre Dios.

Te entregamos a quienes ejercen autoridad en las comunidades, en los grupos, en las familias, en los pueblos, en la Iglesia. Que la gracia de tu Espíritu los ilumine especialmente para que sean coherentes con ese hermoso ministerio del liderazgo, del pastoreo. Para que sepan aprovechar la autoridad para hacer crecer, para cuidar, para acompañar, nunca para manipular, para maltratar, para enriquecerse… Dales la sabiduría para que sepan cerrar y abrir la puerta cuando es propio, siempre para cuidar y hacer crecer la comunidad.

Confiamos en tus manos nuestras familias y comunidades, nuestros proyectos personales y colectivos. Confiamos en ti, en tu compañía, en la fuerza de Espíritu… Amén.

 

Comentarios al autor: neptalidv@yahoo.com

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Asunción de la Virgen María

Enlace permanente 14 de Agosto, 2011, 1:07

Moniciones para a Misa

Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.

Asunción de la Virgen María

María, la primera salvada por la Pascua de Jesús"

Monición de entrada:

Muy buenas (noches, días, tardes) Hoy es la fiesta de Cristo Jesús.  El Resucitado, tal como nos lo presenta san Pablo, es la cumbre de la salvación y la historia, el contenido principal de nuestra fe y de nuestra fiesta durante todo el año.  Hoy es también la fiesta de la Virgen María, la Madre, la primera salvada por la Pascua de Jesús.  Ella es la “primera cristiana”; supo abrirse totalmente a Dios, lo alabó con su Magnificat y le fue radicalmente dócil a su vida.  Te invito para te que pongas de pie, mientras cantamos para iniciar esta celebración.

Primera lectura: Ap 11,19; 12,1-6.10 (Visión de la mujer y el dragón)

El texto del Apocalipsis constituye un tejido de referencias bíblicas.  El Autor quiere mostrarnos que Dios ha actuado a lo largo de la historia a favor de su pueblo y nos deja entender que así lo seguirá haciendo.  Con este mensaje se intenta fortalecer la fe y la esperanza de aquellos creyentes que viven en una situación de dificultades y de persecución.  Abran sus oídos para escuchar este mensaje.

Segunda lectura: I Cor 15, 2-26 (Cristo resucitado como primicia, después todos)

El elemento central de nuestra fe, tal como fue formulado y anunciado por las primeras comunidades, es la muerte y resurrección de Cristo.  En su primera carta a los Corintios, san Pablo ha recordado ese “Evangelio” que él mismo recibió y transmitió.  Luego nos presenta una densa reflexión sobre la realidad de la resurrección de Cristo, sin la cual el cristianismo no tendría sentido.  Presten mucha atención a este mensaje del apóstol.

Tercera lectura: Lc 1,39-56 (Visitación y canto de María)

San Lucas nos presenta a continuación el cántico de María, el Magnificat, que asume un buen grupo de textos y expresiones veterotestamentarios, de manera especial el cántico de Ana, la madre Samuel.  El himno en su totalidad gira en torno a una tesis típica de la mentalidad bíblica que nos dice que Dios no permanece indiferente ante el triunfo de los ricos y poderosos sobre los pobres y los humildes, sino que interviene para favorecer al indefenso.  De pie, para cantar el Aleluya, para luego escuchar la Buena Nueva.

Oración Universal

A cada petición responderemos diciendo: “Que tu Santa Madre, Señor interceda por nosotros”

1.      Por la Iglesia que peregrina en este mundo con la esperanza de la gloria que un día se nos descubrirá; en comunión con María, Madre de la Iglesia, Roguemos al Señor.

2.   Por la unión de las Iglesias divididas por el pecado; en comunión con María, madre de todos los creyentes en Cristo, Roguemos al Señor.

3.   Por los enfermos, los moribundos, y por todos los que se encuentran en cualquier necesidad; en comunión con María, salud de los enfermos y consuelo de los afligidos Roguemos al Señor.

4.   Por nosotros que nos disponemos a celebrar la liturgia de la mesa eucarística, anuncio del banquete del reino eterno; en comunión con María, intercesora nuestra ante su Hijo Jesús Roguemos al Señor.

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Moniciones: XX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A

Enlace permanente 8 de Agosto, 2011, 21:48

Moniciones para la Misa
Tiempo Ordinario

XX Domingo

Autor: P. Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.                                                                     Fuente: www.scalando.com

XX Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

Hazpara ver las lecturas del día

Citás Bíblicas

-         1ra lect.: Is 56,1.6-7

-         Sal 66,2-3.5-6.8

-         2da lect.: Rom 11,13-15.29-32

-         Evangelio: Mt 15, 21-28

"Mujer, ¡qué grande es tu fe!"

Monición de entrada:

Muy buenas (noches, días, tardes)  Buenos días, tardes, noches.  Nos reunimos en el nombre del Señor un domingo más para celebrar la Eucaristía; Nos reunimos porque Dios mismo nos convoca y conduce nuestros pasos hacia él. Estamos aquí también porque queremos reafirmar nuestra fe en Cristo Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
 
 
 
Primera lectura: Is 56,1.6-7 (A los extranjeros los traeré a mi monte santo)
 

 La página inicial de la tercera parte del libro del profeta Isaías ofrece una visión profundamente universalista. Los extranjeros son invitados a formar parte de la comunidad del pueblo de Dios. Presten mucha atención a este texto que vamos a escuchar porque expresa qué es lo que Dios espera del hombre que tiene que estar al frente de su pueblo.
 
 
 
Segunda lectura: Romanos 11,13-15.29-32 (Dones y llamada irrevocables de Dios)
 

 San Pablo, en su carta a los romanos, se dirige a los cristianos de origen pagano y se presenta a sí mismo como apóstol de los paganos, pero precisamente para decirle que no se desentiende de la tarea misionera entre los judíos y desea ardientemente que éstos acepten el Evangelio de Jesús.
 
 
 
Tercera lectura: Mateo 15,21-28. (Mujer, ¡qué grande es tu fe!
 

 ¿Cuáles son las condiciones para pertenecer al nuevo pueblo de Dios? Tal pertenencia, viene a decirnos san Mateo en el pasaje evangélico de hoy, no se basa en la sangre o la raza, la nación o la cultura, el sexo o la situación social, sino que la única condición requerida y que no resulta discriminatoria, es la fe en Cristo Redentor, Hijo de Dios.
 
 
 
Oración universal
 

 A cada petición contestaremos: “Señor, concédenos lo que con fe te pedimos”
 
 1. Para que siempre estemos abiertos a realizar acciones de solidaridad sin hacer diferencias de personas. Oremos...
 
 2. Para que sepamos mostrarnos compasivos y misericordiosos con todas aquellas personas que sufren enfermedad o pobreza. Oremos...
 
 3. Por todas las personas que están comprometidas con la misión evangelizadora para que sepan comprometerse con la causa de la justicia y velar por los derechos de los demás. Oremos...
 
 4. Para que de nuestros jóvenes surjan las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal que necesitan la Iglesia y el mundo de hoy. Oremos...

 

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En camino: XX Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

Enlace permanente 8 de Agosto, 2011, 21:21

En Camino: Comentando la Palabra
Tiempo Ordinario

                 IXX Domingo

Autor: Neptalí Díaz Villán, C.Ss.R.                                  Fuente: www.scalando.com

XX Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

Hazpara ver las lecturas del día

-         1ra lect.: Is 56,1.6-7

-         Sal 66,2-3.5-6.8

-         2da lect.: Rom 11,13-15.29-32

-         Evangelio: Mt 15, 21-28

"Apertura"

Isaías: La multiplicidad ideológica que tiene la literatura bíblica es un testimonio de tolerancia. Es interesante ver cómo dentro de un mismo libro, que para nosotros como creyentes es Palabra de Dios, se encuentran distintas concepciones sobre la vida, la sabiduría, el placer, el dolor, el estado, e incluso sobre el mismo Dios. Tenemos muchos testimonios al respecto: Las tres manos literarias que escribieron el Pentateuco[1] (Sacerdotal, Yavista y Deuteronomista), manejan cada una su experiencia de Dios, su concepción de la historia, sus tradiciones, sus ritos, etc. Aunque son distintas, las tres se encuentran en un mismo libro y se complementan. Encontramos libros como La Sabiduría, El Eclesiástico y Los Proverbios, que exaltan y promueven la sabiduría, el trabajo, la familia, la fe, las tradiciones, etc., e invitan a confiar en Dios que retribuye con bendiciones al que le es fiel. Pero encontramos otros libros como El Eclesiastés y gran parte de Job, que todo lo cuestionan y ponen en entredicho lo que tanto resaltan los otros libros sapienciales.

Al volver del exilio en Babilonia después de 49 años, todos en Israel querían reconstruir el país. Pero no todos buscaban la reconstrucción de misma manera. Unos cuantos entre los cuales estaban Esdras y Nehemías (libro canónico del A.T.), lo hacían centrados en las instituciones, (templo, palacio-monarca, ejército), en la rigidez de la ley y en la pureza de la raza.  Otros, de línea profética como Zacarías y los discípulos de Isaías (lo que llamamos el Tercer Isaías, 1ra lect.), le apostaron a una reconstrucción basada en valores pluralistas, universales y ecuménicos, donde lo fundamental no fueran los ritos o las construcciones majestuosas, sino guardar el derecho y practicar la justicia. Estas dos ideologías se dieron en su momento y fueron consignadas por las Sagradas Escrituras.

Históricamente se impuso el nacionalismo extremo de Esdras y Nehemías: se construyó el templo, se expulsó de la comunidad judía a los samaritanos por considerarlos herejes, y se tomaron otras medidas excluyentes que algunos líderes y gran parte del pueblo aprobaron en su momento.[2]

Mucha agua ha corrido bajo el puente desde aquella época tanto en el plano mundial como en el interior de nuestra Iglesia, en la cual ha dominado la corriente centralista. Aunque hoy soplan vientos oscurantistas en muchas partes del mundo, la profecía de Isaías sigue viva como propuesta para construir un mundo y una Iglesia abierta, comprometida con el derecho y la justicia. Una Iglesia en la cual los “extranjeros”[3] tengan cabida porque Dios acepta sobre el altar sus holocaustos y sacrificios, pues la casa del Señor es casa de oración para todos los pueblos.

 

Jesús: El texto evangélico que leemos hoy es muy polémico. Los especialistas no se ponen de acuerdo sobre su historicidad. Algunos afirman que este relato es una creación de los evangelistas para explicar la necesidad de apertura en que se veían las comunidades primitivas. Otros, por el contrario, dicen este texto surgió a partir de un acontecimiento vivido por el mismo Jesús histórico de carne y hueso.

Cabría preguntarnos ¿por qué este relato sólo está en los evangelios de Marcos y Mateo y no en Lucas si es de la misma tradición sinóptica? Es poco probable que Lucas no lo haya conocido. Tal vez lo haya omitido para no escandalizar mostrando a un Jesús en actitud ofensiva hacia una persona, sabiendo que el Tercer Evangelista (Lucas) hace un énfasis especial en los sentimientos de misericordia practicados el Maestro de Nazaret. Sea histórico o no, ahí está y nos trae un mensaje que vale la pena conocer y asimilar como discípulos.

Vayamos al grano. A Jesús, gústenos o no, tenemos que ubicarlo dentro de la cultura judía, él fue un hombre judío. El presente relato nos lo presenta fuera de su tierra: en Tiro y Sidón, a la frontera con el norte de Palestina, lo que hoy es el Líbano. Una mujer extranjera, rompiendo la cortesía, la delicadeza y el respeto con los que una mujer debía acercarse a los varones, especialmente a los varones que no eran de su familia, se dirigió a Jesús para exponerle la situación de su hija en la espera de alguna acción favorable.

Pero Jesús reaccionó como lo hubiera hecho cualquier judío: al principio no respondió, y ante la sugerencia de los discípulos, descartó darle ayuda porque su misión era con los pobres de su pueblo y esta mujer era una extranjera. Pero la mujer insistió, porque una madre hace lo que sea para favorecer a sus hijos: “Señor, ayúdame”.

Y aquí viene lo más escandaloso: “No está bien echar a los perros (perrillos) el pan de los hijos”. Algunos para suavizar la ofensa hacen la diferencia entre perritos (los de la casa) y perros (los de la calle). Jesús hubiera dicho perrillos y no perros. Y es cierto que la palabra griega kunarion, utilizada en el texto, literalmente traduce perrillos, pero, como dicen John Meier, Burkill y otros biblistas, no podemos ver este término como gota de suavizante o pincelada de humor, ya que las fórmulas diminutivas son típicas del griego popular (koiné), lengua utilizada para escribir el Nuevo Testamento, y no significan disminución en la fuerza de las palabras.  Así que desatender a alguien porque sea perro o perrillo, no deja de ser un desplante ofensivo.

Aquí en primera medida no se resalta la actitud del judío Jesús que actuó con la prepotencia y el orgullo propio de muchos de sus paisanos, sino la fe inquebrantable de esta sencilla mujer extrajera, pobre y necesitada, capaz de insistir, de saltarse todas las normas de urbanidad e inclusive, capaz de humillarse por amor a su hija: “tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos”.

Y aquí aflora una actitud muchas veces desconocida en Jesús, porque nos hemos acostumbrado a ver más la parte divina a tal punto de esconder su humanidad. Se trata de la conversión. La sabiduría de Jesús fue aprendida procesualmente. Cuando nació no era poseedor de conocimientos claros y distintos. Lucas en el los relatos de la infancia escribió que el niño fue creciendo en sabiduría y en gracia delante de Dios y de los hombres (2,40.52). Él vivió inserto en una cultura con sus aciertos y desaciertos. En este fragmento del Evangelio lo que tenemos que aprender no es la forma como él insulto a una persona que no era de su raza, sino su grandeza humana para aceptar el error y su capacidad de conversión, movido por una mujer sencilla que lo sacudió con la fuerza de su fe inquebrantable y el amor por su hija: “Mujer ¡qué grande es tu fe!: que se cumpla lo que deseas”.

De esta manera, la profecía universalista de Isaías que había quedado rezagada durante más de 400 años, por “obra y gracia” de Esdras y Nehemías, fue retomada por Jesús y su movimiento. Los triunfos en esta vida siempre serán relativos. Muchas propuestas, caminos, ideas, experiencias o proyectos que ayer fueron despreciados o perseguidos, en cualquier momento alguien los retoma y las desarrolla. Como dijo Jorge Luís Borges: “La derrota tiene una dignidad, que la escandalosa victoria no merece”. Pablo y Bernabé hicieron lo propio cuando salieron de Palestina y se abrieron camino para anunciar la Buena Noticia del Reino más allá de las fronteras judías (2da lect.).

Finalmente, perdonémosle a Jesús este “descache”, agradezcámosle a Mateo por no ocultarnos este pasaje de su vida, y aprendamos del hermoso testimonio de esta mujer y de la capacidad de cambio de Jesús. Pensemos si existen situaciones, ideas, costumbres, paradigmas, etc., presentes en nuestro interior, en nuestra Iglesia, en nuestras familias, culturas y pueblos, que los consideramos casi como intocables y que tal veces necesiten ser reevaluados.

Pensemos qué necesitamos replantear a nivel personal para purificar nuestras relaciones interpersonales de manera que sean más armónicas y satisfactorias. Pensemos qué necesitamos cambiar a nivel comunitario y eclesial para que como Iglesia seamos más fieles al Evangelio y a nuestro compromiso de trabajar por el derecho a una vida digna, por la justicia y la salvación de las personas y de los pueblos.

Pensemos en la forma como valoramos a quienes viven distingo a nosotros. Desde la perspectiva de fe, religión, costumbres, opciones afectivas, ideológicas, políticas, etc. Revisemos si dentro de nosotros también se ven actitudes fanáticas, segregacionistas, racistas, homofóbicas, que desdicen de la misericordia propuesta por Jesús. Necesitamos urgentemente mantener una mente abierta para aprender de los acontecimientos de la historia, de la realidad que nos envuelve y nos apremia. Necesitamos aprender de las lecciones que nos dan las personas desde sus posturas ideológicas, su status social, sus vivencias, sus pensamientos, sus sentimientos, con sus aciertos y desaciertos, con su fe con su esperanza, con esa inspiración de la conciencia que los impulsa a defender y a dignificar la vida.

A veces pasamos de largo frente a grandes enseñanzas que nos da la gente sencilla. Infravaloramos sus palabras, sus historias, su testimonio, su sabiduría. Desconocemos que en medio del pueblo, de su día a día, de su lucha por sobrevivir, en medio del caos en el que muchas veces están insertos porque les tocó, el Espíritu aletea, como en el principio de la creación. Vale la pena que de vez en cuando nos detengamos a ver los signos de Dios.

Los discípulos de Isaías comprendieron que nacionalismo era peligroso. Que era necesario superarse como pueblo empezando desde el interior del pueblo. Superando los clasismos, los segregacionimos y apostándolo a una reconstrucción desde una apertura universalista, integradora y comunitaria, que sirviera de inspiración para todos los pueblos, sin sentirse superior a ellos. Jesús se dejó cuestionar por esta mujer humilde y aprendió la lección. Pablo pasó de ser un fariseo perseguidor de la Iglesia a un ser apóstol de Jesús que extendió la Iglesia más allá de las fronteras. Para hacer más universal la propuesta evangélica se enfrentó incluso con quienes pretendían que para ser cristianos debían primero hacerse judíos.

¿Cómo actuamos nosotros hoy en nuestra propia realidad teniendo en cuenta lo que hoy reflexionamos?

“Respeten el derecho, practiquen la justicia, pues ya está para llegar mi salvación, y va a revelarse mi justicia… Yo conduciré hasta mi monte santo, para llenarlos de alegría en mi casa de oración, a los extranjeros que se adhieran a mí… Porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos”.  (Is 56,1.6-7).

 

Oración

Oh Padre y Madre de misericordia, misterio infinito de verdad y de amor, que te has revelado a todos los pueblos para comunicarnos vida en abundancia. Gracias por todos los dones maravillosos que nos has prodigado a manos llenas por tantos medios, religiones, mediadores, experiencias de fe, de entrega, de generosidad y de amor. Nosotros te damos gracias especialmente por Jesús a quien reconocemos como Hijo tuyo y el hermano mayor de nuestra familia. Te bendecimos por el impulso nuevo que cada día él nos da para seguir construyéndonos como auténticos seres humanos en completa filiación contigo y fraternidad con nuestro prójimo.

Danos la fuerza de tu Espíritu para que haga desaparecer entre nosotros todo tipo de fanatismos, exclusivismos, racismos, segregacionismos y demás males que nos separaran y nos destruyen. Danos la gracia que nos impulse a trabajar unidos, a valorarnos como pueblo sin despreciar a los demás, a superarnos y crecer integral y sosteniblemente, sin destruir y explotar al otro.

Ayúdanos a vencer la injusticia, la intolerancia, el egoísmo, la avaricia y todo tipo de maldad que habita en cada ser humano. Danos el optimismo, la fe, la esperanza y la fuerza para luchar juntos por una humanidad nueva en la cual todos tengamos la posibilidad de disfrutar de las cosas bellas que tiene la vida. Que la alegría de la salvación inunde nuestra vida y nos haga sentir hijos en plenitud. Amén.

 

Comentarios al autor: neptalidv@yahoo.com

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[1] A los cinco primeros libros de la Biblia se le llama Pentateuco.

[2] Cabe recordar que desde ese momento vino el conflicto entre samaritanos y judíos que en tiempo de Jesús era muy notorio.

[3] Los extranjeros eran los no judíos o paganos, que los judíos radicales llamaban perros. Hoy podríamos decir, los no católicos, que siguen al Señor desde otras barcas, los que no comulgan con toda nuestra doctrina, a quienes llamamos herejes. Los no cristianos, tal vez los que no profesan ninguna religión e incluso los que se declaran ateos, pero su holocausto es la continua entrega de sus vidas a la causa de una humanidad  más justa y equitativa.

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Moniciones: XIX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A

Enlace permanente 1 de Agosto, 2011, 12:46

Moniciones para la Misa
Tiempo Ordinario

XIX Domingo

Autor: P. Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com

XIX Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

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Citás Bíblicas

- 1ra lect.: I Re 19,9,11-13

- Sal 84

- 2da lect.: Rom 9, 1-5

- Evangelio: Mt 14,22-33

"Fe a la intemperie"

Monición de entrada:

Muy buenas (noches, días, tardes) Nos reunimos porque tenemos fe en el Proyecto de Dios, que ha sido anunciado y realizado por Cristo Jesús, con su palabra y sus acciones. Celebramos la presencia del Espíritu de Dios que sale a encontrarnos en medio de nuestra comunidad, que nos guía y acompaña en el camino del amor y la justicia. Por tal razón, nos sentimos alegres y celebramos la Eucaristía como comunidad de fe.


Primera lectura: 1 Re 19, 9ª.11-13a (Elías se encuentra con Dios en el monte Horeb)

¿Dónde encontrar a Dios?  La escena de Elías en el Horeb, nos viene a recordar que la presencia de Dios en la historia es habitualmente discreta, suave, casi imperceptible.  Dios no es una fuerza impetuosa que se imponga al ser humano, es un susuro, una voz que es necesario distinguir y acoger en silencio.


Segunda lectura: Rom 9,1-5 (Quisiera ser proscritos por el bien de mis hermanos)

San Pablo era un buen judío, que amaba mucho a su pueblo.  En la lectura que escucharemos a continuación, de la carta a los romanos, Pablo nos muestra su tristeza, pena y dolor, porque el pueblo ha tomado un camino equivocado.  El apóstol manifiesta su deseo de que algún día puedan llegar a descubrir el Evangelio.


Tercera lectura: Mateo 14, 22-23 (Mándame ir hacia ti caminando sobre el agua)

La Buena Noticia de hoy es continuación del domingo pasado, según Mateo, los discípulos parece que se quedan solos, conduciendo una barca, sacudida por las olas contrarias.  Pero no es así.  Aquí se cumple la promesa de Jesús: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20).  Jesús camina sobre el agua, está con los suyos dándoles ánimo, sigue a su lado, para que puedan comprender con qué seguridad pueden fiarse de la valentía que les comunica.

Oración universal


A cada petición contestaremos: “Señor, ven caminar a nuestro lado”

Por la Iglesia, que en los días del Concilio volvió a las fuentes, como Elías al Sinaí; para que prosiga con ánimo el camino emprendido.  Roguemos al Señor…

Por el pueblo judío –por él nos vino Cristo Jesús.; para que llegue a reconocer en Jesús de Nazaret al Hijo de Dios Salvador.  Roguemos al Señor…

Por los que tienen miedo, los que vacilan su fe; por nosotros mismos; para que recobremos la confianza en Jesús, Señor de la Iglesia, que camina sobre oleaje.  Roguemos al Señor…

Por nosotros y nuestra comunidad; para que celebremos con gran fervor este año dedicado a la Eucaristía.  Roguemos al Señor… 

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