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Moniciones: Fiesta de la Santísima Trinidad Ciclo B
29 de Mayo, 2012, 16:17
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Moniciones para la Misa
Autor: Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
Tiempo Ordinario
Fiesta de la Santísima Trinidad - Ciclo B
El Dios de nuestro Señor Jesucristo
3 de junio de 2012
Monición de entrada:
La solemnidad de la Trinidad se celebra ya dentro del tiempo ordinario, que reiniciamos en la semana décima. Ha terminado el tiempo de Pascua y Pentecostés fue la última celebración de ese tiempo de gloria. La liturgia de hoy guarda una cierta relación con la festividad anterior, en la que honrábamos al Espíritu Santo. El misterio de la Trinidad es uno de los más hondos de nuestras creencias y una dimensión de Dios que Jesús de Nazaret nos enseñó. Para nosotros, aquí y ahora -y dicho con la mayor sencillez y humildad- el Dios trinitario no es Dios solitario y solo. Es un Dios con familia, surgida de un acto infinito de amor, porque Dios es amor. La festividad de la Trinidad en la Iglesia es antigua, procede del siglo X. Y en 1331 se incluyó en el calendario romano con materiales litúrgicos muy parecidos a los que hoy empleamos. Recibamos al celebrante de la Misa mientras cantamos.
Primera lectura: Dt 4, 32-34.39-40 (El Señor es el único Dios)
El texto del Libro del Deuteronomio que escucharemos hoy como primera lectura confirma que Dios es uno solo, que es único. No hay otro. Moisés se lo enseñó al pueblo elegido. Y nosotros adoramos a un solo Dios que se manifiesta en tres personas. Jesús ha perfeccionado el mensaje de Moisés. Escuchemos.
Segunda lectura: Rom 8, 14-17 (Han recibido un Espíritu de hijos adoptivos)
El breve texto de la Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos contiene una importante definición trinitaria. Nos va a decir Pablo de Tarso que el Espíritu nos hace exclamar ¡Abba, Padre! que es como Jesús llamaba a Dios y nos muestra que somos también hijos y herederos de la gloria.
Tercera lectura: Mt 28, 16-20 (Bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo)
El Evangelio de Mateo nos muestra una de las apariciones en Galilea y las palabras de Jesús constituyen su testamento para todos sus seguidores, no solo para los Apóstoles. Hemos de llevar su palabra hasta los confines del Universo y sabemos que Él, el Señor, estará con nosotros hasta el final de los siglos. Recibamos este mensaje con la aclamación del Aleluya.
Oración Universal
A cada plegaria repitan, por favor:
Dios Uno y Trino, escúchanos
- Padre: protege, cuida y anima al Papa Benedicto XVI. para que continúe guiando a tu pueblo y propagando el mensaje de la Buena Nueva que nos trajo tu Hijo. OREMOS
- Jesús: tú que fuiste como nosotros y conoces nuestras debilidades, ayuda los que dudan, a los que viven inquietos e invítales a llevar tu carga mucho más liviana. OREMOS
- Espíritu Santo: Penetra en el alma de los que desoyeron la voz de Jesús e indícales con la dulzura que te es propia, el camino del Padre. OREMOS.
- Padre: Ilumina a los que dirigen los pueblos de la tierra; haz que velen por la Paz y que lleven la prosperidad a sus naciones. OREMOS.
- Jesús: Te quedaste con nosotros en la Eucaristía, haz que todos aquellos que hoy compartimos tu pan llevemos una vida más acorde a la de discípulos tuyos. OREMOS.
- Espíritu Santo: Conforta a aquellos que están enfermos y a los que les acompañan. Que sea tu fuerza la que les ayude en estos difíciles momentos. OREMOS.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1993, p. 302)
Hoy te proclamamos, Dios-Padre, Dios-Hijo y Dios-Espíritu Santo,
como el único Dios de vida frente a los múltiples ídolos muertos.
Bendito seas, Padre, que por Cristo y Espíritu nos haces hijos
y nos admites en el círculo trinitario de tu amor y tu amistad.
Ahí radica nuestro gozo y esperanza, y la fuerza para el camino.
Concédenos experimentar y vivir nuestra adopción filial,
viviendo según el Espíritu y venciendo las obras de la carne.
Para eso, líbranos de la tiranía de los ídolos de muerte:
dinero, lujuria, soberbia, poder, cuerpo, belleza y placer,
a los que rendimos culto exacto y vasallaje gustoso.
No queremos otro Dios que el de nuestro Señor Jesucristo.
Amén
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En Caminino: Fiesta de la Santísima Trininidad Ciclo B
29 de Mayo, 2012, 16:12
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CAMINO DE FE
3 de Junio de 2012, Santísima Trinidad, ciclo “B”.
Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
- Primera lectura: Dt 4,32-34.39-40: Guarda los mandamientos y tendrás vida.
- Salmo Responsorial: 32: Nosotros esperamos en el Señor.
- Segunda lectura: Rom 8,14-17: Recibieron un espíritu de hijos.
- Evangelio: Mt 28,16-20: Yo estoy siempre con ustedes hasta el fin de los tiempos.
LA TRINIDAD: MEJOR COMUNIDAD
El pueblo judío pensaba que si una persona veía el rostro de Dios, moriría (Ex 33,20). En la manifestación de la zarza ardiendo, Moisés se cubrió el rostro para no ver a Dios (Ex 3,6). Dios iluminaba su rostro sobre los seres humanos, pero nadie podía verlo (Sal 44,4; Num 6,25…). Si Dios no iluminaba su rostro sobre el ser humano, éste estaba perdido (Sal 30,8). Muy pocas personas habían podido ver el rostro de Dios sin morir, entre ellos Jacob, que después tomó el nombre de Israel (Gen 32,31) y Moisés (Ex 34,29ss). Gracias a Moisés, Israel pudo recibir los mandatos de Dios y consolidarse como pueblo elegido.
Según su desarrollo histórico, el ser humano va descubriendo y haciéndose una “imagen” de Dios. En otras palabras, va descubriendo su rostro. Echando una mirada al pasado, podemos descubrir muchos rostros de Dios, que no siempre concuerdan con el rostro que nos reveló Jesús. No pocas veces nos presentan a un dios situado, estático e impasible que no se inmuta con los sufrimientos humanos. A un dios ajedrecista que maneja las fichas como mejor le convenga: que sacrifica al peón para rescatar la reina y defiende siempre al rey. A un dios plastilina que moldeamos a nuestro antojo. A un dios tapa huecos que subsana las deficiencias humanas y que, incluso, es cómplice de nuestras irresponsabilidades. A un dios policía que vigila el orden establecido, sanguinario y con sed de venganza. A un dios titiritero que maneja a su antojo los hilos de la historia. Así mismo, muchas veces creamos nuestros propios dioses: modas, ideologías, líderes, cantantes, artistas, deportistas, etc.
La liturgia de la Iglesia nos presenta hoy a Dios como uno y Trino. No es algo fácil de digerir esto de la Trinidad. Según la leyenda atribuida a San Agustín, sería más fácil guardar toda el agua del mar en un huequito hecho con el dedo, que comprender con nuestra mente el misterio de la Trinidad. Tratar de encerrar en nuestro “pequeño cerebro” todo el misterio de Dios de una vez para siempre, es una empresa, sencillamente, imposible. Después de tanto tiempo de decretado el dogma de la Santísima Trinidad, aún algunos dicen que son devotos de la Trinidad porque es muy milagrosa y otros vienen a “ofrecer misas” a la Virgen de la Trinidad.
¡La Trinidad no es una virgen milagrosa! Sin pretender agotar el tema me atrevo a decir que la Trinidad es una manera de expresar la experiencia del Dios de Jesucristo. Él nos mostró a un Dios como un Padre y nos enseñó a llamarlo Abbá. Hizo siempre la voluntad de su Padre y vivió impulsado por la fuerza y el Amor del Espíritu. Con sus palabras y obras nos mostró que él era el Hijo porque fue el continuador del Proyecto del Padre, que es Padre en tanto que da vida.
Antes de ver el misterio de la santísima Trinidad como un dogma incuestionable debemos verlo como una experiencia de salvación. Una fuerza dinámica, transformadora, creadora y recreadora, que nos impulsa a construir familia comunidad de amor, a imagen suya. Esa realidad la vemos reflejada en Jesús de Nazareth, quien formó comunidad con sus amigos y amigas.
El Padre es Padre en tanto que da vida. El hijo es hijo en tanto que recibe la vida del Padre y es capaz de donarla con amor. Y el Espíritu Santo es el Amor que une al Padre y al Hijo. De tal manera que, si somos imagen de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; si somos bautizados, esto es, sumergidos en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, entonces tenemos que estar impregnados de la Trinidad y vivir como tal. O sea, aceptar con humildad la vida del Padre y estar dispuestos a donarla con amor, como lo hizo Jesús.
La palabra padre nos remite necesariamente al tema de la autoridad y los conflictos que nos ayudó a descubrir Freud. Nuestra sociedad vive hoy una profunda crisis de autoridad. Mucha gente rechaza automáticamente todo tipo de autoridad e institución. En las familias muchos padres se quejan por la rebeldía de sus hijos, en parte, porque no se han manejado bien la paternidad y la autoridad.
El Padre que nos reveló Jesús es paternal pero no es paternalista, guía con autoridad pero no es autoritario. En Jesús hubo una buena relación Padre – Hijo. Se sintió escuchado por el Padre y vivió íntimamente unido a Él. Hizo realidad el designio amoroso del Padre sin que eso significara su anulación. No encontramos en Jesús ningún conflicto edípico.
El autoritarismo genera temor, esclavitud y/o rebelión. El laxismo desvía la formación armónica y desboca peligrosamente los impulsos humanos. Los dos son peligrosos y dañinos. Necesitamos en las familias una sana y amorosa dependencia original que nos lleve a una autonomía creadora e impulsadora de vida. Necesitamos fundar familias y comunidades a imagen de la Trinidad. Padres y líderes que sean autoridad sin ser autoritarios, hijos y miembros en general de nuestras comunidades, capaces de vincularse a procesos que nos lleven a vivenciar la Trinidad entre nosotros. Que todos nosotros, como comunidad y como personas, seamos imagen de la Trinidad.
Los judíos temían ver el rostro de Dios porque morirían sin remedio. En Jesús podemos descubrir el rostro misericordioso de Dios, acercarnos a Él con la confianza de un hijo y llamarlo “Abbá”, es decir, Padre (Rom 8,14 – segunda lectura). Esa vivencia debe impulsarnos a mostrar a todo el mundo, el camino de Jesús, de tal manera que todo el que quiera, pueda ser discípulo. Y todo discípulo pueda formar comunidad bautizada (llena, empapada, sumergida) en el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Una comunidad de discípulos que guarde lo fundamental, que no es la multiplicidad de mandatos y prohibiciones de los judíos, sino el mandato de Jesús que es el amor misericordioso capaz de dar la vida por los amigos. Con la plena seguridad de que Jesús está con nosotros hasta el final de los tiempos, es decir, siempre, hasta llegar a la plenitud con Dios.
Oración
Oh Dios, Padre y Madre universal, de todos los pueblos, de todas las culturas, de todo cuanto existe. Te reconocemos como el origen y la meta de nuestra existencia, el misterio infinito que te has ido revelando por medio tantos caminos, de tantas religiones, de tantos hombres y mujeres con sus tradiciones, fiestas, mitos, ritos, símbolos, relatos y de todo lo que expresa, alimenta y hace trascender nuestra vida.
Jesucristo, hermano, amigo, compañero de camino, salvador nuestro. Te damos gracias por revelarnos el rostro más radiante, misericordioso y digno de ser adorado de Dios, Padre y Madre, dador de vida y de plenitud. Gracias a ti, a tu Palabra, a tu testimonio, nos atrevemos a decir Abbá, con confianza de los hijos. Te pedimos que nos ayudes a ser coherentes con nuestra identidad de discípulos tuyos e hijos de Dios, que recibamos la vida abundante y la comuniquemos con generosidad.
Espíritu Santo, amor de complacencia, fuerza que dinamiza nuestra historia y nos conduce a la verdad completa. Nos abrimos totalmente a tu acción salvadora. Llénanos de ti, únenos con el Padre y el Hijo, para seguir el plan de salvación, para ser herederos del Padre y coherederos del Hijo, para trabajar por la justicia del Reino y recoger los frutos prometidos. Bautízanos, sumérgenos en el manantial de agua viva que eres tú, para experimentar con gozo la salvación, para dar testimonio de esta maravillosa realidad y atraer a muchas personas a seguir este camino hasta el final de los tiempos. Amén.
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Moniciones: Solemnidad de PENTECOSTÉS Ciclo B
20 de Mayo, 2012, 1:16
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Tiempo de Pascua – Ciclo B
DOMINGO DE PENTECOSTÉS
Misa del día
27 de mayo del 2012
Monición de entrada:
¡Felicidades hermanos y hermanas, en el Espíritu Santo, en este gran día de Pentecostés. Hoy celebramos el comienzo y el significado de la Iglesia. El mismo Cristo resucitado sopla su Espíritu sobre nosotros, el Espíritu Santo asiste, dirige, anima y conduce a su Iglesia. Es el que nos da vida y fuerza para continuar la misión evangelizadora de Cristo. Como miembro de la Iglesia, expresemos nuestra fe y gozo en el Espíritu, por nuestras voces, cantando con alegría…
Primera lectura: Hc 2, 1-11
La venida del Espíritu Santo en el día de Pentecostés se anuncia en la primera lectura. La variada multitud de los oyentes señala el carácter universal y misionero de la Iglesia naciente y de la alianza del Espíritu. escuchemos hermanos y hermanas.
Segunda lectura: 1 Cor 12, 3-77. 12-13
La segunda lectura habla de la múltiple acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de carisma o dones, de servicios y funciones, pero todos adquieren unidad tanto en su origen, el Espíritu de Dios, como en su actuar. La Iglesia vive por la fuerza del Espíritu Santo.
Tercera lectura: Jn 20, 19-23
El Evangelio quiere señalar que, con la ascensión del Resucitado, la época de Jesús se transforma en el tiempo del Espíritu y sus dones: el don de gozo, paz y reconciliación. Antes de esta proclamación, cantemos con el alegría el Aleluya.
Oración Universal
1. Por la Santa Iglesia de Dios: para que, llena de los dones del Espíritu, sean congregada en la unidad. Roguemos al Señor.
2. Por nuestro Santo Padre el Papa N., por nuestro obispo y por todos los sacerdotes: para que les conceda en abundancia el Espíritu de sabiduría y santidad. Roguemos al Señor.
3. Por todos los que trabajan por la paz y la concordia entre los pueblos: para que logren reunir a los hombres y mujeres en el amor. Roguemos al Señor.
4. Por los que son víctimas de la debilidad humana, de los extravíos de su propio espíritu o de los errores del mundo: para que el Espíritu del Señor los lleve por las sendas del bien y de la verdad. Roguemos al Señor.
5. Por el pueblo de Dios aquí reunidos, por los fieles de nuestra comunidad (se dice el nombre de la parroquia) y de nuestra diócesis: para que la fuerza del Espíritu nos haga crecer a todos en la fe y en la unidad. Roguemos al Señor.
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En caminino: Solemnidad de PENTECOSTÉS. Ciclo B
20 de Mayo, 2012, 1:09
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CAMINO DE FE
27 de Mayo de 2012, Domingo de Pentecostés, ciclo “B”.
Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
- Primera lectura: Hch 2,1-11: Todos quedaron llenos del Espíritu Santo.
- Salmo Responsorial: 103: Envías tu aliento y repueblas la faz de la tierra.
- Segunda lectura: 1Cor 12,3b-7.12-13: Diversidad de carismas, un solo Espíritu.
- Evangelio: Jn 20,19-23: Reciban el Espíritu Santo.
DESCENDIÓ
Para tener un mejor control del poder, los poderosos han utilizado la estrategia de uniformar a sus súbditos. Aunque el camino de Jesús no nació precisamente con deseos de poder, ha sido utilizado durante mucho tiempo para justificar el unanimismo. Constantino “el Grande” y sus descendientes (siglo IVss), aprovecharon la naciente fe cristiana para unificar el imperio romano. “Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Un solo Dios y Padre” (Ef 4,5-6). El mismo imperio que le había propinado la muerte, se convirtió en su adalid. Vinieron después otros “sacros” imperios que utilizaron la fe, convertida en religión oficial, para uniformar las masas y manipularlas como borregos.
En nuestro suelo, lo primero que hicieron los invasores, (llámense colonizadores, evangelizadores o cualquiera de los eufemismos con los que se nombren), al llegar al “nuevo mundo”, fue catalogar de idolátricos, bárbaros, incivilizados, infra-hombres y otros adjetivos peyorativos, a los legítimos dueños de estas tierras “americanas”. Esto con el fin de justificar ideológicamente la destrucción de su propia identidad cultural y la imposición de una nueva cultura dominante con la religión incluida. Pero la religión era sólo una excusa para dominar en nombre de Dios. El Dios vivo y verdadero que anunció Jesús yacía apabullado bajo los mantos “sagrados”.
Cambian los imperios, los lugares, los protagonistas y los dogmas. Pero en últimas se busca lo mismo: uniformar para dominar. Hoy la religión se llama globalización y mercado libre. Hoy ya no está prohibido dudar de Dios y de sus “legítimos representantes”. Hoy está prohibido cuestionar la autoridad de las universidades que domestican perfectamente a sus neófitos para lograr un mundo globalizado y en manos de unos cuantos pulpos. Hoy está prohibido pensar que otra globalización es posible, que otra organización social, política, religiosa y económica es posible y, en fin, que otra humanidad es posible.
Los que manipulan la globalización nos quieren imponer su unanimismo con una bebida, una comida, un cine, una música, unos héroes, unas ideas y, por supuesto, unos valores de compra y venta. Aquí lo que importa es estar “in” y no “out”, y que vivan la globalización, la neocolonización y la esclavitud disfrazada de lo que está de moda. ¿Qué proponemos?
Hace cerca de 2000 años, unos cuantos hombres y mujeres estaban encerrados y llenos de miedo debido a la persecución desatada por los judíos contra la naciente comunidad cristiana. Como ser cristiano se había convertido en un peligro inminente, les tocó vivir en la clandestinidad. El miedo los hizo caer en una especie de tedio colectivo que los condenaba a morir como comunidades. ¡Eran tiempos difíciles! Todo estaba por hacer, lo único que tenían eran ganas y un mundo de oposición que los arrinconaba, cerraba su imaginación y los entumecía mentalmente.
Pero una fuerza más poderosa burló las trancas de las puertas y desobedeció las prohibiciones de las autoridades, más miedosas todavía; porque si prohibían y perseguían, era porque sentían amenazadas sus seguridades. Hablamos de una fuerza que no se deja encerrar en ningún canon y en ninguna institución. Una fuerza que puede ser tan suave y refrescante como una brisa mañanera, pero que se puede convertir de pronto en un huracán que arranca de bases, las estructuras de las casas y de los edificios. Una fuerza que nadie ha podido patentar porque no puede ser propiedad privada de nadie ya que no se deja encadenar, poseer ni manipular y que, como el viento, sopla donde quiere; oímos su silbido pero no sabemos de dónde viene, ni a dónde va (Jn 3,8). Hablamos del Espíritu Santo. El Ruah (soplo) de Dios, el aliento de vida que ha existido desde siempre y que ahora tenemos la oportunidad de dejar actuar en nuestra vida. Su presencia nos dará la paz, la capacidad para dar un anuncio de vida y para convertirnos en agentes de la reconciliación: “¡Les traigo la paz! Así como el Padre me envió, los envío yo a ustedes”. Enseguida sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados, y a quienes se los retengan, les quedan retenidos”. (Jn 20,21-22).
Según la narración de Lucas (segunda lectura), ocurrió en Pentecostés (cincuenta días) durante la fiesta de la siega cuando los judíos recordaban el pacto de Dios con el pueblo en el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto. Cincuenta días después de la celebración de la pascua de Jesús. El Espíritu Santo hizo que esas comunidades dominadas por el miedo, salieran a comunicar la Buena Noticia. El Espíritu las convirtió en testigos que irían por todas las naciones de la tierra y les hizo hablar en sus propios idiomas y en lenguas diferentes.
Ésto no hace referencia al don de lenguas del que habla Pablo (1Cor 14). Lo que nos quiere decir es que la propuesta cristiana es para todo el mundo, para todas las culturas; es más: para todas las religiones, sin acabarlas. Cambiando la uniformidad por la pluralidad; la confrontación, por el diálogo; y la “guerra santa – cruzada”, por el compartir de experiencias salvíficas que nos hagan crecer a todos. La unidad se debe dar no a pesar de nuestras diferencias sino gracias a la multiplicidad que nos hace más ricos en sentido humano. La ausencia de comunicación respetuosa que reinó durante tanto tiempo entre cristianos y de parte de los cristianos hacia otras confesiones religiosas, llámese cruzadas, inquisición o cristianización, nos muestra que el Espíritu Santo no ha sido tenido en cuenta.
Necesitamos vivir nuestro propio Pentecostés como personas, como familia y como Iglesia. Diversidad no puede equivaler aquí a desorden y anarquía. Se trata de abrirnos a la acción del Espíritu para buscar unidad en la diversidad, para adquirir la capacidad de servicio, perdón, apertura e incursión creativa en un mundo en continua evolución. “Por obra del único Espíritu, todos nosotros, judíos o no judíos, esclavos o libres, al bautizarnos nos hemos unido a ese único Cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber de ese único Espíritu”. (Segunda lectura). Siempre con una postura dialogante ante nuestro pluralismo cultural, político, religioso e ideológico. Necesitamos globalizar el amor, la solidaridad y la esperanza. Vivir y anunciar la Buena Noticia de Jesús resucitado, y de su Espíritu que nos llena de vida.
Oración
Espíritu Santo, amor de complacencia, de vida y de alegría; fuente de verdad y de esperanza. Fuerza misteriosa transformadora de personas y comunidades, luz que penetras las almas, fuente del mayor consuelo:
Nos abrimos totalmente para que irrumpas hoy en nuestras estructuras personales, rompas todas las barreras que ponemos para defendernos y para atacar. Ayúdanos a superar complejos, miedos, odios, rencores, egoísmo, agresividad, mezquindad, avaricias, codicia y todo aquello que nos hace llevar una vida mediocre, cerrada, infeliz, sin sentido… Irrumpe en nuestras estructuras familiares, comunitarias, eclesiales. Ayúdanos a superar todas las realidades que a veces nos hacen vivir encerrados y con miedo. Ayúdanos a superar fundamentalismos, exclusivismos, complejos, cansancios, aburrimientos, mediocridad y todo aquello que nos hace perder el sentido de nuestro camino de fe.
Aquí estamos, dóciles a tu acción sutil y potente. Fortalece nuestros pies cansados, ilumina nuestras mentes vacilantes, purifica nuestros corazones, llénanos de sabiduría y amor. Consuélanos en la aflicción, reconfórtanos en nuestra fragilidad, llénanos de tu aliento, de tu luz, de tu paz. Danos la capacidad para superar diferencias que nos destruyen, para cambiar lo que podemos y necesitamos cambiar, para tolerarnos y aceptarnos como somos en un ambiente de justicia, respeto y amor. Que tu acción eficaz fundamente y mantenga en nosotros la unidad y nos haga testigos del Amor de Dios Padre y Madre y de su Hijo Jesucristo, nuestro hermano mayor, que vive y ama por los siglos de los siglos. Amén.
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15 de abril de 2012: Un día para la historia. Los Misioneros Redentoristas dejan la Diócesis de S
19 de Mayo, 2012, 16:31
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Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.
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Hoy, II Domingo de Pascua, dedicado a la Divina Misericordia, el día amaneció triste en San Juan de la Maguana, sólo se habla de la salida de los Misioneros Redentorista.
La cita era a las 11 de la mañana en la Santa Catedral San Juan Bautista, el Obispo de la Diócesis (Mons. José Grullón Estrella) haría el envío de los Misioneros Redentoristas, quienes por 66 años había servido en estas tierras de misión, dejando en la misma un sello y una marca: el carisma alfonsiano.
Cuando las agujas del reloj marcaron las 11:00, dimos inicio a la Eucaristía, presidida por Mons. Grullón y concelebrada por los pp Manuel Rodríguez, Esteban Antonio De la Rosa, Sergio Del Carmen, Felipe Andrews, Ramón Cabrera y Domingo Vásquez Morales (el hermano Máximo De los Santo estuvo presente). Varios hermanos del Clero Diocesano nos acompañaron en tan hermosa celebración.
Una nutrida delegación de parroquianos de las parroquias Santa Lucía y Perpetuo Socorro vino desde Las Matas de Farfán, donde los redentoristas, tenemos una página muy bonita en la historia de salvación de estos pueblos. Una gran multitud se hizo presente desde la Catedral, de las parroquias Espíritu Santo y San Alfonso y otros vinieron de las lomas para expresar su gratitud al Redentor, por los misioneros redentoristas.
Mons. José Grullón, por su parte, agradeció al Señor estos 66 años de la congregación y el regalo de los dos primeros obispos a esta iglesia local
Al final de la misa, P. Manuel (superior provincial) tomó la palabra y dio las gracias al pueblo y a la Diócesis por la acogida que nos han dado y, de manera muy especial, a Mons José, de quien dijo ser un amigo muy querido de los redentoristas, en este momento la asamblea reventó en un gran aplauso.
Varios líderes subieron al altar, para entregarnos una placa a nombre de la diócesis y mons. nos dio la bendición y nos hizo una oración de envío.
Termina la Eucaristía, todos nos fuimos en procesión a la casa de Mons, donde nos esperaba un manjar sustancio: ¡qué buena estaba la comida!. Gracias a todos los que colaboraron en este proyecto.
En San Juan de la Maguana, hay una avenida (circunvalación) que lleva el nombre de Mons. Reilly, y en la parte sur de la misma y frente a la Parroquia San José, la alcaldesa, Hanoi Sánchez, y el Ayuntamiento han construido una estatua en honor a quien fuera el primer obispo de esta porción del pueblo de Dios: Mons. Tomás F. Reilly. Esta estatua fue inaugurada (el mismo día 15) a las 3:00 p.m. En medio de un sol radiante y una tarde muy calurosa.
Monseñor y todos los redentoristas nos hicimos presentes en esta gran celebración, donde el Ayuntamiento nos entregó otra placa de reconocimiento por nuestra gran labor a favor los más pobres de esta región.
Fueron muchas las palabras de elogios y agradecimiento por el trabajo que hemos realizado los redentoristas en estos pueblos. Hubo muchos testimonios por parte de la gente sencilla, fueron muchas las lágrimas que salieron de aquellos que han sido tocados por nuestro carisma.
Tú que terminas de leer estas notas, puedes sentir que el Señor te estás llamando a ser Misionero Redentorista. El te espera por tus cualidades y aspiraciones, por tus motivaciones y posibilidades, por tu manera de plantearte la existencia y tus núcleos de referencia o centros de interés, etc. ¿Te atreve a responder a la llamada del Señor?

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Moniciones: Ascensión del Señor ciclo B
16 de Mayo, 2012, 16:58
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Moniciones para la Misa
Tiempo de Pascua – Ciclo B
Ascensión del Señor
Misión en dos tiempos
20 de mayo del 2012
Monición de entrada:
Hermanos: celebramos hoy la Festividad de la Ascensión del Señor a la gloria del Padre. La Ascensión de Jesús es una manera de expresar la exaltación, y el deseo eficaz de Dios, que lo acontecido en Jesús permanezca, se realice en la Humanidad.
En las lecturas de la Liturgia vemos que Cristo es la cabeza de la Iglesia y su cuerpo en la tierra.
El afirmó su autoridad y mandó a sus seguidores a hacer discípulos del mundo entero. Por medio de la predicación, el ministerio sacramental y la instrucción, la Iglesia ha continuado la obra de Cristo.
En este día de la Ascensión, escuchemos el mandato de Cristo y superemos las vanas discusiones y tendencias, para cumplir con fidelidad la tarea de anunciar el Evangelio. Pidamos al Espíritu de Cristo que nos de fe y fortaleza para ayudar a edificar la Iglesia y con esta súplica empecemos la gran oración de la Iglesia. Por favor, pónganse de pie para recibir a los ministros de esta Eucaristía.
Primera lectura: Hc 1, 1-11 (Jesús se elevó a la vista de ellos)
En esta primera lectura de los Hechos, Lucas nos dice que Jesús ha convivido cuarenta días con sus discípulos, y los ha instruido con una nueva luz sobre el sentido del Reino de Dios. El momento de la Ascensión del Señor al cielo, es la última acción personal de Jesús en el mundo. Promete el Espíritu Santo. Escuchemos.
Segunda lectura: Ef 1, 17-23 (El Padre lo sentó a su derecha en el cielo)
En la carta a los efesios, San Pablo indica como Cristo es dueño, Señor y estará sobre todas las cosas. Nosotros tenemos el Espíritu de Sabiduría para que comprendamos toda la profundidad de la esperanza cristiana y el poder de Jesús para que en su nombre actuemos. Pongamos atención a este mensaje.
Tercera lectura: Mc 16, 15-20 (Ascendió a cielo y se sentó a la derecha de Dios)
El texto evangélico que escucharemos hoy pone de relieve la misión evangelizadora de la Iglesia y de los cristianos, así como los signos de liberación que según Jesús deben acompañar la palabra. Nos ponemos de pie para entonar el Aleluya.
Oración Universal
1. Por la Santa Iglesia de Dios: para que confiese que el Señor reina en los cielos y no se vea prisionera de los bienes de la tierra. Roguemos al Señor.
2. Por los que gobiernan las naciones, especialmente la nuestra: para que Dios les conceda ejercerlo con justicia y espíritu de servicio, y a nosotros nos haga sumisos a sus justas disposiciones. Roguemos al Señor.
3. Por los fieles que sufren en este mundo: para que el Señor les acorte la prueba y sean consolados y fortalecidos por la virtud del Espíritu Santo. Roguemos al Señor.
4. Por nuestra parroquia (se dice el nombre): para que espere sin desfallecer la venida del reino y viva siempre en la unidad de la Iglesia. Roguemos al Señor.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 293)
Te bendecimos, Padre, con toda la fuerza de nuestro espíritu
por la glorificación de tu Hijo y nuestro hermano, Cristo Jesús.
Él no se ha ido para desentenderse de este mundo, sino que
como cabeza nuestra, nos precede en la gloria eterna de tu reino.
Gracias también, Padre, porque Jesús nos confía su misión
y quiere utilizar nuestra inteligencia y nuestro corazón,
nuestras manos, nuestros labios, nuestros pies, nuestro tiempo,
al servicio de su buena nueva de salvación y de su amor al hombre.
No permitas, Señor, que nos cerremos en la comodidad,
en la apatía, en el egoísmo, en la falta de fe en definitiva.
Llénanos de la fuerza del Espíritu, y cuenta con nosotros.
Amén.
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Beato Pedro Donders, treinta años después de su beatificación
Una llamada de respaldo internacional a su canonización
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Moniciones: VII Domingo de Pascua. Ciclo B
16 de Mayo, 2012, 16:55
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Moniciones para la Misa
Tiempo de Pascua – Ciclo B
VII Domingo
Amor para vencer el odio del mundo
20 de mayo del 2012
Monición de entrada:
Buenas noches (días) queridos hermanos en Cristo resucitado. La nueva vida pascual fruto del amor que Dios nos tiene, es posible para todo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios. Con esa fe seremos capaces de transformarlo todo, dentro de nosotros y en nuestro entorno. Hemos de probar, ensayar y gustar esta nueva vida pascual convirtiendo el corazón a los bienes de arriba, aunque sin descuidar de los hermanos, del mundo y del mundo, de pie por favor, para entonar el canto de entrada.
Primera lectura: Hc 1, 15-17. 20-26 (Asociaron a un testigo de Cristo Resucitado)
Los apóstoles no eran los mismos antes de la resurrección del Señor y después de pentecostés. Antes tímidos y ambiciosos; después, después audaces y serviciales. Escuchemos con atención esta lectura.
Segunda lectura: I Jn 4, 11-16 (Quien permanece en el amor permanece en Dios)
Nosotros debemos amarnos unos a otros, nos dirá san Juan, en la segunda lectura de hoy. De esto es capaz solamente quien experimenta y ensaya esa nueva vida pascual que Dios nos regala en Jesús y por su Espíritu. Escuchen con atención este mensaje de san Juan.
Tercera lectura: Jn 17, 11-19 (Padre, que sean uno como nosotros)
Escucharemos a continuación la segunda sección de “oración sacerdotal de Jesús, veremos al Maestro intercediendo por sus amigos ante el Padre antes de ausentarse. Padre santo, guárdanos en tu nombre, para que seamos uno, como tú eres uno con tu Hijo, Jesús, y el Espíritu Santo. Antes de escuchar este mensaje de unión y amor, cantemos con júbilo el Aleluya. De pie, por favor.
Oración Universal
1. Asiste a la Iglesia, a la que encomendaste la misión de proseguir el anuncio del Evangelio, hasta que vuelvas…
2. Inspira a los que gobiernan las naciones sentimientos de paz y de justicia, tú que estás por encima de todo principado, potestad y dominación…
3. Consuela a los que sufren en este valle de dolor, para que se sientan confortados con la eficacia de tu fuerza poderosa…
4. Ilumina los ojos de nuestro corazón, para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama, y la riqueza de gloria que nos das en herencia…
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 296)
Hoy nos dirigimos a ti, Padre, con la oración de Cristo
en la despedida de los suyos, sentado a la mesa de la cena:
Padre santo, guárdanos en tu nombre, para que seamos uno,
como tú eres uno con tu Hijo, Jesús, y el Espíritu Santo.
Concédenos tener nuestra alegría cumplida en Cristo,
superando el odio del mundo en la fidelidad a tu palabra.
Como Jesús, tampoco nosotros somos del mundo enemigo de Dios:
guárdanos del mal y santifícanos en la verdad por tu Espíritu.
Padre, que nuestra vida glorifique tu nombre ante los demás.
manténnos siempre en contacto con Jesús y en diálogo contigo,
para que vivamos responsablemente nuestra condición filial.
Amén.
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En Camino: Ascensión del Señor - Ciclo B
16 de Mayo, 2012, 16:49
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CAMINO DE FE
20 de Mayo de 2012, ascensión del Señor, ciclo “B”.
Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
- Primera lectura: Hech 1,1-11: ¿Qué hacen ahí parados mirando al cielo?
- Salmo Responsorial: 46,2-3.6-9: Batan palmas, aclamen a Dios con gritos de júbilo.
- Segunda lectura: Ef 1,17-23: Cristo es la plenitud de todas las cosas.
- Evangelio: Mc 16,15-20: Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio.
ASCENDIÓ
Como parte de su naturaleza animal, el ser humano se ha unido al mundo de la competencia. Ser competente es no solamente un elogio, sino un requisito para “sobrevivir” en nuestro mundo. Alcanzar el éxito se ha convertido para muchos en su sueño número uno. Y no podemos decir que esa sea una actitud negativa, ¡todo lo contrario! Necesitamos en nuestros pueblos, tanto en la parte pública como en la privada, personas competentes y de éxito que lideren procesos eficientes, y con sentido social. Personas seguras, valientes, efectivas y, en lo posible, con calidad total.
El problema se crea cuando se trata de un éxito individualista, puesto como valor supremo por encima de valores humanos como la honestidad, la solidaridad y la justicia. Cuando se entrega todo, inclusive la integridad de la persona humana; cuando se utilizan las personas como medios para alcanzar el éxito, llámese económico, intelectual, deportivo, laboral, de farándula o de cualquier otro tipo. Cuando sobresalir se convierte en una obsesión que obliga a la persona a sacrificarlo todo: los amigos, la familia, la vida: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si se pierde a sí mismo?” (Mt 16,26). Ese éxito genera caos y es una corona lograda con el dolor ajeno que se alimenta con la sangre y el sudor de los inocentes, o a costa del sacrificio humano de la misma persona “de éxito”.
Encontramos personas “de éxito” que aunque estén rodeadas de gente, se sienten solas y amargadas y necesitan una inyección de heroína, una aspiración de cocaína, un cachito de marihuana, o cualquier otro distractor, para ocultar su profundo vacío existencial y para ponerle color a su eterno blanco y negro. De esto no se han escapado ni los mismos personajes que han querido alcanzar el “éxito espiritual”. Cuántos santos y santas hubo que, por alcanzar el modelo de santidad que presentaban en el momento, dejaron de disfrutar la vida, negándose a ser plenamente humanos. ¡Éso no es cristiano!
¡Qué paradojas las de nosotros los discípulos de Jesús! Hoy celebramos el ascenso, el éxito, la coronación gloriosa de un “hombre fracasado”. ¡Sí! Porque a juzgar por la historia, Jesús fue un “hombre fracasado”: dedicó toda su vida a luchar por la utopía de un reino que “no logró”. Organizó su movimiento con un grupo de amigos (de lo más bajo que había) para vivir unos valores distintos a los de la sociedad esclavista reinante en su tiempo. A cambio de los valores esclavistas propuso el amor, la justicia, la fraternidad, la acogida, el trabajo comunitario, libre y liberador, para formar un nuevo pueblo. Sanó los corazones heridos, curó a los enfermos, para todos tuvo una palabra de aliento y de comprensión. A nadie rechazó, a nadie juzgó ni condenó; a todos amó y ayudó, con todos se mostró misericordioso. Pero ¿dónde quedó todo eso? Ante la persecución, uno que compartía su pan lo traicionó, otro lo negó, y los demás huyeron. La multitud que lo quería hacer rey después de la repartición de los panes, y los incontables enfermos que curó no aparecieron en ese momento. Las personas de todas las edades que escucharon sus parábolas, las que se rieron con sus cuentos y admiraron sus enseñanzas, brillaron por su ausencia. La turbamulta que lo aclamó a la entrada de Jerusalén se volvió contra él y pidió su muerte. Finalmente, las fuerzas oscuras triunfaron y terminaron derrotándolo: lo apresaron, lo procesaron, lo condenaron a muerte y lo asesinaron en la cruz; sufrió el peor de los castigos de la época, la irrisión más grande. Sólo su mamá y otras mujeres (que no contaban para la época) lo acompañaron hasta el último momento.
Si medimos su vida con la vara efectista que pide resultados cuantificables, sobre todo en términos monetarios, tendríamos que aceptar que Jesús fracasó. Pero si vamos un poco más allá y miramos las cosas desde los valores que engrandecen nuestra humanidad, desde lo que nos hace más humanos y dignos, descubriremos con gozo que ese “fracasado” nos mostró cómo ser plenamente humanos, verdaderamente libres y auténticamente felices. Que por medio de ese “fracasado” Dios le habló a la humanidad, y que tal como él asumió la vida de principio a fin, debemos asumirla todos para hacer parte de la salvación. Que Dios se puso de parte de ese “fracasado”, lo resucitó y avaló su obra. Que “fracasar” con ese “fracasado” es triunfar de verdad, porque quien pierde la vida por él y por su evangelio la gana (Mt 16,25), porque la “necedad” de ese “fracasado” es verdadera sabiduría y la sabiduría de este mundo es necedad delante de Dios (1Cor 3,19).
Celebrar la ascensión del “fracasado” Jesús, constituido Señor y Mesías, implica negarse a pensar que el egoísmo, la mentira, las esclavitudes y todos los males que nos vejan, tienen la última palabra. Celebrar la ascensión implica comprender que el verdadero éxito, el verdadero triunfo, la verdadera felicidad la encontramos cuando vivimos como Él, porque es una felicidad que no excluye, que no maltrata, que integra y genera vida a su alrededor. Celebrar la ascensión de Jesús implica, a su vez, comprometerse a continuar su obra y asumir el envío misionero de anunciar la Buena Noticia a toda la humanidad. Sin que haya personas excluidas dentro del pueblo, ni pueblos excluidos, porque la Buena Nueva es para todos.
Sintámonos enviados todos los que tratamos de seguir su camino. ¡No estamos solos! Aquel que nos envía no nos encomienda una labor para luego abandonarnos. No será fácil, porque el que se atreve a cuestionar este mundo y a pensar diferente, el que se atreve a rebelarse contra la muerte y sus representantes en este mundo, ésta lo buscará para acabar con él. Pero estemos seguros de que todo el poder que desplegó Dios al resucitar a Cristo de entre los muertos y darle asiento a su derecha, lo desplegará en favor nuestro, si seguimos sus pasos (segunda lectura). Nos corresponde mirar al cielo para no perder de vista la utopía, pero sin dejar de mirar al suelo porque aquí y ahora debemos hacerla realidad.
Con el poder de Dios seremos capaces de continuar la obra de Jesús, aún por realizar. Con su fuerza podremos arrojar los “démones” (demonios, fuerzas de la naturaleza) que desintegran la vida, y mantenernos siempre firmes a pesar de las serpientes venenosas que no faltan en todo camino. Con el poder de Dios seremos capaces de anunciar un mensaje cuestionador y una propuesta de amor incluyente. Con el poder de Dios seremos capaces de pasar toda nuestra vida haciendo el bien y curando tantas enfermedades que maltratan nuestra humanidad.
Oración
Oh Dios, misterio infinito, fuerza liberadora, fuente de vida, de alegría y de plenitud. Nos refugiamos en ti como hijos muy amados, totalmente confiados en tu misericordia, seguros en tu regazo paternal y maternal. Gracias por regalarnos en Jesús la prueba máxima de tu amor y el testimonio de que sí se puede ser plenamente humanos y totalmente libres delante de ti y del prójimo.
Te pedimos que nos des la sabiduría para asumir nuestra vida tal como la asumió Jesús. Para buscar como personas y comunidad un crecimiento integral, un desarrollo sostenible que nos realice como seres humanos y nos haga vivir en armonía en esta casa común, con todos los seres humanos, con todos los seres vivos, con todo cuanto existe. Abrimos nuestra mente y nuestro corazón para que la misma fuerza, el mismo poder, la misma riqueza y la misma luz que desplegaste al resucitar a Jesucristo de entre los muertos, nos siga acompañando para continuar su obra salvadora. De manera que combatamos todo tipo de males que amenazan la vida, y seamos instrumentos de salud, alegría y felicidad. Testigos firmes de Jesucristo salvador. Amén.
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En caminino: VII Domingo de Pascua. Ciclo B
16 de Mayo, 2012, 16:43
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CAMINO DE FE
7mo Domingo de Pascua, ciclo “B”.
Para los países donde no se traslada Pentecostés
- 1ra lect.: Hch 1,15-17.20-26
- Sal 103 (102)
- 2da lect.: 1Jn 4,11-16
- Evangelio: Jn 17,11-19
Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
Resignificación de una elección
No siempre los textos bíblicos muestran de manera fehaciente el camino que se ha de seguir para ser fieles al Espíritu de Dios, Padre dador de vida y de plenitud. Hay algunos relatos con experiencias poco aleccionadoras, o mejor, con lecciones no convencionales, que vale la pena discernirlas, reevaluarlas y reaprender cosas nuevas en este camino de fe, que ha de ser siempre dinámico.
El relato de los Hechos que compartimos en la primera lectura presenta la elección de Matías como reemplazo de Judas.
Había 120 personas, entre las cuales estaban los 11 apóstoles, María la madre de Jesús y sus hermanos, y otros discípulos y discípulas. El acontecimiento ocurre después de la ascensión y antes de Pentecostés, o sea, la venida del Espíritu Santo. El texto deja entrever que no había uniformidad en el pensamiento y en la manera de entender, vivir y continuar el camino de fe. No obstante estaban reunidos “con un mismo propósito” (epi to autó). Eso es valioso, porque más allá de las diferencias, es preciso buscar la unidad, tal como dice el Evangelio: “Que sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti; que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn 17,21). Pero esa unidad ha de darse en lo fundamental y la tentación de buscar la uniformidad absoluta siempre será peligrosa.
Pedro, o tal vez Lucas, el autor de los Hechos, quiere primero justificar la elección. Para esto se vale de dos salmos que lanzan maldiciones contra los malvados: El Salmo 109,8: “Que sus días sean pocos y su empleo lo ocupe otro”. Y el Salmo 69,26-27: “Que su campamento quede desierto y nadie habite sus tiendas porque persiguen al que tú heriste y cuentan las heridas del que laceraste”. Pero hace una combinación de los dos salmos, los acomoda y queda así: “Quede su morada despoblada sin que nadie la habite, y que su puesto lo ocupe otro”. (v.20). Sobre la muerte de Judas Mateo dice que se ahorcó (Mt 27,3-10), aquí Pedro dice que de despeñó (cayendo de cabeza, como muere el impío según el libro de la Sabiduría 4,19) en el mismo campo que había comprado con las monedas, fruto de la traición. De manera que los textos aquí son empleados, más que para iluminar, para justificar una opción ya hecha.
Luego Pedro pone las condiciones que debe tener el candidato para sustituir a Judas:
1. Debe ser un varón. El relato dice textualmente: “uno de los varones (androon) que anduvieron con nosotros”. De esta manera Pedro excluye a las mujeres que estaban en la asamblea.
2. Debe ser uno de los discípulos que estuvieron con Jesús desde el bautismo de Juan, hasta el día de la ascensión. Con esto se excluye, hacia atrás, a los llamados hermanos de Jesús (entre ellos Santiago) que estaba presente en la asamblea y que no fueron discípulos de primera hora, por el contrario, al comienzo no creyeron en él. Excluye también hacia adelante, a todos los que después tendrán una experiencia con el resucitado, como Esteban o Pablo.
Con esas condiciones la asamblea presentó a dos personas: José, llamado Barsabás, por sobrenombres Justo y Matías. Primero oraron y luego echaron suertes, que cayó sobre Matías. ¿Dejamos las cosas así o las pensamos un poquito más? ¿Aceptamos esas condiciones de Pedro como voluntad de Dios o las discernimos a la luz de una fe crítica?
Según el relato de Lucas 24,49 y Hch 1,4 Jesús les había encargado que no salieran de Jerusalén, sino que permanecieran quietos a la espera del Espíritu Santo. ¿Cuál era el afán de Pedro de elegir antes de Pentecostés? Aquí actúa al margen de la “agenda” marcada por Jesús que no es otra cosa que esperar y guardar al Espíritu Santo.
Algunos para justificar la actitud de Pedro dicen que la elección se hizo porque para recibir el Espíritu Santo debían estar constituidos los 12, que representan la restauración de las 12 tribus, el legítimo Israel. Pero Jesús, que había elegido a los 12, ¿por qué no sugirió siquiera que sustituyeran a Judas? Además, quienes recibieron el Espíritu Santo fueron los 120, no exclusivamente los 12, o el Colegio Apostólico, como popularmente se ha difundido. Y entre los 120 estaban María, la Madre de Jesús, otras mujeres, los hermanos de Jesús y otros discípulos y discípulas. Otros afirman que la elección se hizo para reconstruir la autoridad de los apóstoles dañada por la traición de Judas, uno de los 12. Aquí el énfasis estaría más en la autoridad que en lo carismático.
Una lectura acrítica y tal vez fundamentalista de los textos podría decirnos que esa era la voluntad de Dios y que esa sigue siendo su voluntad porque fue así desde el principio. Pero vale la pena leer entre líneas las naturales aspiraciones humanas de poder y domino, el sutil, pero muy influyente deseo de sobresalir y mantener el control que hay entre los apóstoles y cómo se acomodan ciertas condiciones para posibilitar esos anhelos.
Pedro saca de taquito a las discípulas quienes estuvieron con Jesús desde Galilea, se mostraron más fieles y arriesgadas en el proceso de condenación y su posterior asesinato en la cruz, y fueron de las primeras testigos de la resurrección. Se excluyeron así mismo futuros discípulos, testigos de la resurrección como Pablo de Tarso. Lucas se cuida en no darle a Pablo el título de Apóstol, cosa que Pablo defiende con vehemencia en varias de sus cartas y llega además a llamar a una mujer como apóstol: “Saludos a Andrónico y Junia, mis parientes y compañeros de prisión, que descuellan entre los apóstoles y que llegaron a Cristo antes que yo” (Rom 16,7).
¿Estamos seguros que eso es voluntad de Dios per saecula saeculorum, o simplemente obedece a afán personal y a lo sumo a un criterio de aquel tiempo que hoy debe ser reevaluado?
El hecho de que llamemos santos, pilares de la Iglesia, apóstoles y otros títulos muy importantes y merecidos además, nos significa que estos personajes hayan estado totalmente ajenos a intereses particulares, que son parte de nuestra naturaleza humana y que muchas veces prevalecen en nuestros procesos eclesiales. A nuestros líderes, maestros, padres, madres, etc., hay que quererlos, valorarlos, apoyarlos en sus justas proporciones, sin llegar a idealizarlos, desconociendo su naturaleza humana.
Nuestra historia como Iglesia está llena de testimonios bellísimos sobre la forma como se ha dejado actuar el Espíritu y cómo éste ha suscitado vida abundante. También es preciso reconocer las pujas por el poder y el dominio dentro de nuestra Iglesia o cómo se ha utilizado ésta simplemente como un medio para legitimar regímenes, posturas ideológicas o un statu quo.
Este tipo de cosas se siguen viendo en nuestras familias, en nuestras comunidades, grandes o pequeñas, en las elecciones a dedo y en las tímidas señales de democracia que hay en nuestra iglesia universal.
No falta quien o quienes, para favorecer sus intereses, no necesariamente malos, pero sí personales y tal vez egoístas, manipulen las decisiones desconociendo “la agenda” de Jesús y adelantándose al Espíritu Santo. Acudiendo más al azar que a un verdadero discernimiento, inclusión y espíritu democrático, sabiendo que la democracia tampoco está libre de manipulaciones tal como lo vemos en nuestros procesos civiles con lamentables resultados para nuestros pueblos.
Somos humanos, muy humanos. Nadie puede abrogarse para sí ni para alguien en particular la infalibilidad. En medio de todo nos corresponde ver las cosas con claridad, descubrir los signos maravillosos del Espíritu, así como los signos en los cuales prevalecen los intereses personales. En medio de todo nuestra Iglesia avanza, por algo decía San Agustín: la Iglesia es santa y pecadora. Pecadora porque está manejada por humanos, y santa porque la acción del Espíritu la sigue asistiendo si, en vez de adelantarnos con nuestros intereses personales, le abrimos el espacio y lo dejamos actuar en toda su potencia. En medio de toda esta realidad es necesario unirnos en lo fundamental, en la búsqueda de la justicia del Reino, en el trabajo por una humanidad nueva.
Si en algún momento está en nuestras manos la elección, la toma de decisiones o la dirección, es necesario, como en todo, hacer prevalecer el carisma sobre el poder, la acción del Espíritu sobre la viveza de quienes defienden más sus intereses personales o grupales. En todo, es preciso hacer prevalecer el auténtico amor sobre cualquier otra cosa. Porque puede ser que seamos muy fieles a las tradiciones, a las directrices oficiales, pero si estamos lejos del amor de Dios y a los hermanos, nuestro camino de fe quedaría vacío de sentido. “A Dios nunca lo ha visto nadie; si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. Reconocemos que está con nosotros y nosotros con él porque nos ha hecho participar de su Espíritu” (1Jn 4,12-13 – 2da lect.)
Estamos en el mundo, no podemos pretender que vivamos totalmente alejados de realidades humanas. Pero es necesario distinguirnos, tratar al máximo de regir nuestra vida por criterios evangélicos. Que la Palabra comunicada por Jesús y la acción del Espíritu dirijan siempre nuestra vida, para que nuestro triunfo no sea sobre los demás sino con los demás, no sea contra los hermanos sino con los hermanos y siempre a favor de la vida. Para que nuestra alegría no esté motivada por victorias egoístas y fracasos ajenos, sino que sea una auténtica alegría, manifestación de que se está realizando el plan de Dios en nuestras vidas: “… les digno esto mientras estoy en el mundo para que mi alegría está con ellos y así su alegría sea completa. Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió, porque no son del mundo, igual que yo no soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los libres del maligno…” (Jn 17,13-16).
Oración
Jesús, hermano, amigo, compañero de camino. Gracias por tu acción eficaz a favor nuestro, porque siempre defendiste y sigues defendiendo nuestra causa. Gracias por tu testimonio de verdad, de amor, de unidad profunda con el Padre y su proyecto salvador.
Te pedimos perdón porque a veces prevalecen entre nosotros criterios poco evangélicos. Porque nos desviamos de tu proyecto, del amor primero, dela justicia, de la verdad, de la vida. Perdón porque a veces, como personas o como institución, con nuestras palabras, con nuestras obras, con nuestras opciones, con nuestras decisiones, con nuestros criterios… nos convertimos en anti testimonio, en motivo de escándalo, de dolor…
Te pedimos que nos inundes con la fuerza de tu Espíritu. Reconocemos que tenemos intereses personales, queremos tener éxito, estar bien, ser amados y reconocidos, eso es humano. Pero te pedimos que, con la fuerza espiritual que tú nos das, tengamos la capacidad de buscar primero el bien común, la fidelidad al Evangelio, la justicia del Reino, con la certeza de que lo demás vendrá por añadidura. Que la gracia de tu Espíritu nos de la sabiduría para discernir con criterios evangélicos nuestras decisiones, nuestras elecciones, nuestras opciones y todo lo que pensamos y hacemos. Amén.
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RICHARD Pablo, El Movimiento de Jesús después de la resurrección y antes de la Iglesia. Verbo Divino, Colección Biblia No 71 3ra Ed. Quito, 2001. Pag – 33-36.
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Moniciones: VI Domingo de Pascua. Ciclo B
8 de Mayo, 2012, 1:15
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Moniciones para la Misa
La Cincuentena Pascual
SEXTO DOMINGO DE PASCUA - Ciclo B
Quien no ama no conoce a Dios
13 de mayo del 2012
Monición de entrada:
Buenas noches (días) queridos hermanos en Cristo resucitado. Todavía estamos celebrando los 50 días de Pascua, días de gozo y paz porque hemos sido redimidos en Cristo Jesús. Según vimos el domingo pasado, la comunión vital del discípulo con Cristo, para ser fecunda requiere la permanencia en Jesús. El Evangelio y la segunda lectura de hoy responden a la pregunta: ¿cómo permanecer unidos a Cristo para dar frutos? Permaneciendo en su amor, es decir, cumpliendo los mandamientos y siendo signo vivo y concreto de ese amor. Porque amar es conocer a Dios que es Amor, como lo demostró Él dándonos a su Hijo único, Jesucristo. Como comunidad de creyentes que somos, celebremos este acto de amor, de pie por favor, para entonar el canto de entrada.
Primera lectura: Hc 10, 25-26. 34-35. 44-48 (Don del Espíritu a no judíos)
En esta lectura San Pedro proclama que la salvación es para todos. El Espíritu Santo vino sobre todos los oyentes: judíos y paganos, y por tanto, confirma que Dios no hace distinción. Escuchemos como desde este momento la Iglesia abrió sus puertas a personas de toda raza, cultura y condición. Escuchemos con atención esta lectura.
Segunda lectura: I Jn 4, 7-10 (Quien no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor)
Seguimos escuchando la primera carta de Juan, el cual nos sigue aclarando su tema de amor. Dios nos manifestó su amor, ante todo al enviarnos a su Hijo; es éste un acto concreto y supremo de servicio al ser humano. Escuchemos bien los criterios de amor que el evangelista nos da.
Tercera lectura: Jn 15, 9-17 (Nadie ama más que el que da la vida por sus amigos)
Permanecer en el amor a Jesús, amar a los hermanos y hacerlo con el sacrificio de la propia vida son las ideas claves del texto que vamos a escuchar a continuación. Antes de escuchar este mensaje de unión y amor, cantemos con júbilo el Aleluya. De pie, por favor.
Oración Universal
1. Para que el Señor Jesús, resucitado para ser salvador de los seres humanos, conceda a su Iglesia hacer cada vez más creíble el mensaje de esperanza que le viene de la Pascua. Oremos.
2. Para que el Señor Jesús, resucitado para ser salvador de los seres humanos, venga en ayuda de todos los que trabajan en favor de la paz, para que sean en nuestro mundo testigos del amor de Dios. Oremos.
3. Para que el Señor Jesús, resucitado para ser salvador de los seres humanos, venga a socorrer a quienes dudan y no aciertan ya a creer, y fortalezca en su fe a cuantos, en virtud del bautismo, son testigos de la vida nueva. Oremos.
4. Para que el Señor Jesús, resucitado para ser salvador de los seres humanos, ayude a nuestros jóvenes a responder con generosidad a la llamada del Señor a entregar su vida al servicio de los demás. Oremos.
5. Para que el Señor Jesús, resucitado para ser salvador de los seres humanos, ayude a nuestras comunidades reunidas en esta celebración, confirme su solidaridad y haga crecer la calidad evangélica de nuestras vidas. Oremos.
6. Para que el Señor Jesús, resucitado para ser salvador de los seres humanos, de fortaleza a nuestras madres, este y todos los días del año, y puedan seguir dando vida a sus hijos e hijas. Oremos.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 290)
Gracias, Señor Jesús, porque gratuitamente nos admites
como amigos tuyos que conocen tus secretos y cumplen
tus mandatos con alegría, superando así la relación amo/siervo.
Tú nos elegiste y nos destinaste para que demos fruto duradero
y para que alegría esté en nosotros y llegue a su plenitud.
El camino para este gozo completo es amar como tú nos amas,
porque sólo devolviendo a los demás el amor con que Dios nos quiere,
es decir, dando vida y alegría, éstas se poseen y se aumentan.
Danos, Señor, una buena dosis de amor y gozo en el Espíritu.
Estamos necesitándolos desesperadamente, para permanecer unidos
a Jesús y dar fruto abundante de fe, paz y alegría.
Amén.
En algunos países celebran el día de las madres este 2do domingo de mayo, si es tu caso: ¡FELICIDADES!
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Compartimos contigo este impactante testimonio de una pareja de msioneros:
http://www.scalando.com/Testimonios/Matrimonio-Misionero-Redentorista-misionando-en-La-Republica-Dominicana.htm
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