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Moniciones: I Domingo de Cuaresma Ciclo C
13 de Febrero, 2013, 11:37
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Moniciones para a Misa
Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.
Tiempo de Cuaresma
I Domingo
"Fidelidad em la prueba"
Lecturas:
- 1ra lect.: Dt 26,4-10
- Sal 90
- 2da lect.: Rom 10,8-13
- Evangelio: Lc 4,1-13
17 de febrero de 2013
Monición de entrada
La Cuaresma parece resonar como una trompeta, como un gran despertador que se escucha en todo el mundo: para que despertemos, para que cambiemos nuestra vida, para que nos convirtamos a los caminos de Dios. Es un largo camino de purificación y de preparación, para poder participar dignamente en la plenitud del don transformador de la Pascua. Presten atención a los textos bíblicos de hoy; están aptos para ayudarnos a captar el sentido y la orientación de ese camino.
Primera lectura: Deuteronomio 26, 4-10 (Profesión de fe al ofrecer las primicias)
Esta breve lectura, tomada del Deuteronomio, contiene una hermosa profesión de fe. Las características principales de este "credo" es que la fe de los israelitas no se expresa con conceptos, sino por medio del reconocimiento de la acción de Dios en la historia. Escuchen atentos.
Segunda lectura: Romanos 10, 8-13 (Profesión de fe del que cree en Jesucristo)
Escribiéndole a los romanos, también san Pablo hace una profesión de fe, en esta ocasión con más motivo todavía, porque Dios nos ha mostrado su cercanía enviándonos a Cristo. Éste es el camino ofrecido generosamente para salvarse. Presten mucha atención a este pasaje.
Tercera lectura: Lucas 1-13 (Tentaciones de Jesús en el desierto)
San Lucas expresa en forma de narración el proceso interior de Jesús en tres tentaciones representativas. El relato de las tentaciones presenta a Jesús como el que quiere enfrentar al mal, personificado en el texto en la figura del diablo. Les pido que se pongan de pie para que escuchemos la Buena Noticia de hoy.
Oración Universal:
- Por la Iglesia; para que fortalecida con el pan de la palabra de Dios, no caiga en la tentación de confiar en poderes y medios extraños a su misión en el mundo, roguemos al Señor.
- Por los grupos catecumenales y por todos los creyentes que toman en serio la catequesis de adultos; para que crezcan y maduren en la fe, roguemos al Señor.
- Por los pueblos subdesarrollados, incapaces, por carencias de medios, de solucionar sus graves problemas; para que encuentren la ayuda fraterna de los países más desarrollados, roguemos al Señor.
- Por nosotros, aquí reunidos, que hemos escuchado "no sólo de pan vive el hombre"; para que se nos despierte el hambre de la palabra de Dios, roguemos al Señor.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra Cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 448)
Gracias, Padre, porque el ejemplo de Cristo en el desierto
es un estímulo para vencer con él nuestra innata debilidad.
Gracias también porque poseemos ya las primicias de tu Espíritu.
Pero gemimos en nuestro interior anhelando nuestro rescate
del mal que quiere dominarnos con la perenne tentación
del consumismo, la religión interesada y los ídolos modernos.
Danos fuerza, Señor, para vencer esta atmósfera de pecado,
para serte fieles con Cristo en las pruebas de la vida diaria,
para renovar siempre y cada día nuestra opción bautismal,
para emprender en esta cuaresma el camino hacia la pascua.
No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.
Amén.
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En camino: I Domingo de Cuaresma Ciclo C
13 de Febrero, 2013, 11:29
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EN CAMINO
Tiempo de Cuaresma, ciclo “C”
I Domingo
Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
- 1ra lect.: Jr 1, 4-5.17-19
- Sal 70
- 2da lect.: 1Cor 12,31 - 13,13
- Evangelio: Lc 4,21-30
Memoria histórica
El texto del Deuteronomio que hoy leemos es uno de los credos más antiguos del pueblo de Israel. Lo más posible es que corresponda a la época exílica o post-exílica. Es decir, durante o después del tiempo cuando el pueblo de Israel estuvo extraditado en Babilonia (586 – 537 a.C.). Lo llamamos credo porque es una confesión de fe acerca de la acción salvífica de Dios en la historia humana.
Una persona o un pueblo que desconoce su historia es como un árbol sin raíces o un edificio sin bases. Está abocado a repetir los mismos errores del pasado, a despreciar la lucha de su ascendencia y a sucumbir, víctima de su propia mediocridad. Una de las características del hombre post-moderno, es precisamente su poco interés por la historia y por todo aquello que implique esfuerzo y sacrificio. El hombre post-moderno prefiere las cosas prácticas, fáciles y rápidas.
El ser humano olvida con mucha facilidad, sobre todo cuando ha pasado de la miseria a la abundancia. Muchos pueblos que hace unos años vivían en la miseria y hoy hacen parte del primer mundo, como España e Italia, se olvidaron de su historia y hoy miran con desdén a los pueblos latinoamericanos. Precisamente a quienes acogieron a muchos de sus connacionales que huían de la guerra o del hambre, y buscaban mejor destino en estos lados.
Algunas personas pobres que lograron por algún medio cierto status y capacidad económica, son quienes más desprecian y explotan a sus hermanos. Algunos padres de familia que pasaron una niñez difícil, y tuvieron que trabajar fuerte para progresar, hacen hasta lo imposible para ofrecerles a sus hijos todo lo necesario y hasta más, con el fin de evitarles las fatigas y sufrimientos que a ellos les tocó vivir. Muchos de estos niños y jóvenes crecen como en una caja de cristal, totalmente protegidos y dependientes. Se convierten en personas duras de corazón, miedosas e incapaces de hacer compromisos serios por su vida y por los demás. Se avergüenzan del pasado de sus padres y hasta preferirían tener otro apellido de más tradición.
Este credo deuteronomista quiere mantener viva la memoria histórica en el pueblo. Para que el pueblo valore y agradezca la entrega de sus antepasados y la acción de Dios en él. Para que no desprecie a los más pobres, pues él mismo fue pobre y esclavo. Para que acoja a los forasteros, pues él fue forastero en otros países. Para que comparta solidariamente con los hambrientos, pues él también pasó hambre. Para que no se convierta en explotador, pues él también fue explotado. Para que en tiempo de crisis luche por estar mejor, pues la voluntad salvífica de Dios es la plena libertad y la felicidad para sus hijos.
Vale la pena que como personas, como familia y como pueblo, mantengamos viva nuestra memoria histórica. Que profesemos nuestra fe con toda convicción y elaboremos nuestros credos personales, familiares y comunitarios con nuestra propia historia de salvación.
El Salmo de la protección “mágica”.
Nuestra vida religiosa se limita muchas veces a la realización de algunas prácticas mágico religiosas, de las cuales esperamos respuestas prácticas para cumplir nuestros deseos. Hay santos para todos los gustos: Santa Lucía para curar los ojos, San Antonio para encontrar la pareja ideal y San Pancracio para conseguir trabajo. De San Judas Tadeo y de Santa Marta dicen que son para las causas imposibles…
Hay también muchas representaciones de Jesús a las cuales les atribuyen acciones milagrosas: El Señor de los Milagros, El Divino Niño, El Santo Ecce Homo, El Señor Caído, El humilladero, etc. De María, todas las que usted quiera y para todos los gustos. Además, de vez en cuando resulta algún “alma pía” despistada diciendo que la virgen se le apareció en una fuente, en una roca, en una pared vieja, en el pan que guardaba hacía 20 días, en una arepa, en un buñuelo, en fin… ¡no hay quien controle semejante locura! Hay asimismo oraciones para toda ocasión: la oración a la mano poderosa para lograr cosas maravillosas, a la sangre de Cristo que tiene gran poder, la del ánima sola para alejar a las personas indeseadas, el rosario a la misericordia, la coronilla de la virgen… en fin… Aquí hay de todo, como en botica.
Entre esas oraciones mágicas se encuentra el famoso salmo 91 que hoy proclamamos. Cuando era niño me la enseñó un anciano primo, en cuarto o quinto grado, que trabajaba en mi casa. En la espalda no le cabía una cicatriz más y tenía en sus brazos varias marcaciones con su nombre: Gratiniano Ramírez Villán. Me contó que lo habían marcado como marcan una res, cuando estuvo en la cárcel, considerado como un hombre peligroso pues le había tocado dar muerte a unos cuantos. Cuando me la enseñó me dijo que esa oración lo había protegido de tantos enemigos que había ganado por estar en malos pasos. Que la aprendiera y la rezara todos los días, sobre todo cuando caminara de noche para que no me picaran las culebras ni me comiera el tigre, y para dominar a todos los enemigos. Que era especial para alejar la mala suerte y atraer el amor; para dominar los malos espíritus, y en general para todo tipo de protección.
No es mi intención hacer burla de la piedad popular, ni pretendo decir que todas esas prácticas son totalmente falsas. Muchas personas se acercan a Dios y a su proyecto de vida por medio de estos recursos pedagógicos. Muchas personas después de una peregrinación a algún santuario transforman radicalmente su vida y caminan con Jesús. Muchos devotos de María y de los santos viven de manera auténtica su fe.
El problema es cuando mi fe no va más allá de estas prácticas piadosas y cuando convierto los recursos pedagógicos en fetiches, y las oraciones en conjuros con atribuciones mágicas. El problema es cuando soy incapaz de seguir un proyecto de fe que comprometa mis intereses, mi trabajo y toda mi vida. El problema es cuando llevo una vida superficial, egoísta y mezquina, y utilizo la fe no como un medio para crecer como ser humano sino para sustentar mi mediocridad existencial.
¿Acaso es suficiente tener la casa llena de imágenes? ¿Rezarle a Jesús, a María y a los santos para que me ayuden, indican que soy una persona con una fe auténtica? “No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos” (Mt 7,21) ¿Porque tengo una inmensa Biblia sobre un gran atril en medio de la sala, abierto en el Salmo 91, soy un buen cristiano? En el evangelio que hoy leemos, el mismísimo diablo cita el salmo 91 para tentar a Jesús. “Finalmente lo llevó a Jerusalén, lo colocó en el lugar más alto del templo y le dijo: Si de veras eres el Hijo de Dios, tírate de aquí. Porque la escritura dice: `A sus ángeles dará órdenes para que te guarden´ y también `Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra`. (Sal 91,11-12)” (Lc Lc 4,9-11). Veamos cómo un texto de la Biblia puede ser utilizado de manera diabólica, para justificar actitudes malignas y perturbadoras para la vida.
Jesús, que vivía una fe auténtica y que de tonto no tenía nada, citó otro texto bíblico apropiado para el momento: “Está mandado: `No exigirás pruebas al Señor tu Dios` (Dt 6,16).” (Lc Lc 4,12).
El Salmo 91 sí es de protección y lo podemos orar con confianza para que el Señor nos proteja. Pero enmarcado dentro de un camino de fe que implique toda la vida. Veamos esta pequeña frase condicional: “Se puso junto a mí: lo libraré” (Sal 91,14ª). Ponerse junto a la otra persona es estar dispuesto a acompañarlo, a caminar con ella, a compartir la vida, a defender su causa. Esa fue la promesa que Jesús le hizo a sus discípulos en la despedida: “Yo estaré con ustedes hasta la consumación de la historia” (Mt 28,20). “Cuando venga el Paráclito que les enviaré desde el Padre, por ser él el Espíritu de verdad que procede del Padre, dará testimonio de mí… Les conviene que yo me vaya, porque mientras no me vaya, el Paráclito no vendrá a ustedes. Yo me voy, y es para enviárselo” (Jn 15,26.16,7). El Paráclito (parácleetos en griego), es el que está al lado de, junto a, para defenderlo, para consolarlo, para apoyarlo, para caminar con él. Es el protector, el abogado, el compañero, el amigo que nunca falla. ¿Estamos realmente al lado y del lado de Dios y de su causa? o, ¿buscamos una protección mágica alejada de todo compromiso con la causa de Dios?
“… lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé” (Sal 91,14b) Conocer, en la Biblia, es tener un contacto profundo, íntimo y duradero con la persona o el objeto conocido. Por eso la Virgen María, cuando el ángel del Señor le dijo que iba a tener un hijo, ella le respondió que no había conocido varón (Lc 1,26-34). El nombre es la identidad y la misión de una persona. Por ejemplo, Juan significa Dios es misericordia; Emmanuel, Dios con nosotros, y Jesús, el Salvador. Conocer el nombre de Dios es vivir constantemente en su presencia, dejarse conducir por Él y experimentar su salvación. Comprender que Él es Yahvé (en hebreo JHVH), es decir, el Dios que salva, el Dios que libera; el que ha sido, es y será: el “YO SOY” (Ex 3,14). ¿Conocemos realmente el nombre de Dios?
“Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré.” (Sal 91,15b.16b) Dios no nos promete librarnos de toda tribulación y de todo sufrimiento. Nuestra vida continúa y con ella los obstáculos, alegrías y dolores. Él nos promete estar a nuestro lado en la tribulación y no dejarnos tirados en medio de la más dura batalla. Glorificar es dar la salvación y reconocer la bondad que hay en las obras de una persona. Jesús es por excelencia el glorificado por Dios porque fue fiel desde el principio y porque con su vida dio gloria al Padre: “Padre, ha llegado la hora; ¡glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te dé gloria a ti” (Jn 17,1). ¿Damos gloria a Dios con nuestra vida y permitimos que Dios nos glorifique?
El Espíritu lo llevó al desierto
Más que un acontecimiento histórico, el evangelio de hoy nos presenta a Jesús sometido a la prueba, como todos los seres humanos. Esta experiencia no fue circunstancial sino existencial. Es decir, durante su vida Jesús experimentó las tentaciones.
El Espíritu fue quien lo condujo al desierto. Lucas resalta muchas veces a Jesús conducido por el Espíritu (Lc 1,35;3,22;4,1.18). Cabe aclarar que entendemos por Espíritu no como todo lo opuesto a lo humano, sino como la fuerza que dinamiza y da plenitud a la vida. El amor de Dios que acompaña al ser humano y es garantía de fidelidad y realización.
Allí en el desierto se encontró con Dios y con él mismo. Tuvo la oportunidad para experimentar las limitaciones humanas, el cansancio y el hambre. Allí en su llana realidad, experimentó la tentación. Las mismas tentaciones que tuvo el pueblo de Israel en el desierto, camino a la tierra prometida, en las cuales cayó débilmente (Ex 17,7; Dt 9,22). Con una gran diferencia: Jesús se mantuvo siempre fiel. Se comportó como el verdadero hijo de Dios y confirmó las palabras del bautismo: “Este es mi hijo muy amado en quien me complazco” (Lc 3,22b).
Aquí tenemos tres necesidades humanas convertidas en tentación: alimentación, mando y valoración. Tenemos una natural necesidad de alimentación. Jesús no se opone a la comida como satisfacción de una necesidad y como placer compartido en comunidad. Muchas veces compartió la mesa con todo tipo de personas; la misma eucaristía es una comida.
El problema es cuando la comida, así como la satisfacción de otras necesidades reales o creadas, las convertimos absolutas. Entonces buscamos a toda costa el placer por el placer, la primacía del confort y la comodidad. Nos volvemos esclavos de las últimas tendencias en todo, de las apariencias y del glamour de moda. Todo esto ahoga la vida familiar, el contacto personal y nos arrastra a llevar una vida plástica y carente de sentido. Jesús comprendió muy bien que la comida era importante, pero que no sólo de pan vivía el hombre.
Como una necesidad de autoafirmación queremos mandar sobre algo. El niño sobre sus juguetes, el joven sobre su computador, la ama de casa sobre su cocina, el pastor sobre su hato de ovejas, la señora soltera sobre su perrito, o el señor soltero sobre su gato. El problema es cuando para sentirnos vivos, necesitamos mandar y controlar hasta la más mínima movida de un catre. Cuando convertimos el mando en tiranía insaciable, muchas veces camuflado de amor de padres o de esposos; de amor por la causa de un país, de una institución o de una Iglesia: Mesianismo político o religioso.
Para el evangelio es claro que en ese momento histórico el poder político estaba totalmente corrompido y en manos diabólicas. Los gobernantes eran adoradores del diablo. Ese era el precio que pagaban por llegar al poder. “Luego le dijo: `Yo te voy a dar el poder sobre todos estos reinos y toda su gloria, porque a mí me pertenecen y se los doy a quien quiero. Si te arrodillas y me adoras, todo eso será tuyo`.” Jesús tuvo la tentación del poder, pero supo comprender que para ser un verdadero Hijo debía convertirse en servidor, como así lo hizo. “El Hijo del hombre no vino a ser servido sino a servir y dar su vida en rescate por muchos.” (Mt 20,28).
Todos necesitamos ser amados, valorados y tal vez admirados. Por algo García Márquez dijo: “escribo para que mis amigos me quieran”. El problema es cuando necesitamos que todos hablen bien de nosotros y que todo el mundo nos alabe para ser felices. Cuando aparentamos una sonrisa siempre fresca y ofrecemos una mano siempre abierta a todo el mundo, sin reconocer que a veces tenemos arrugada el alma y sin tener en cuenta que podemos estar haciendo pactos con el diablo. El problema se agrava cuando convertimos en enemigo a todo aquel que nos hace una crítica, lo calumniamos y lo perseguimos.
Jesús nunca actuó para que lo vieran y lo aplaudieran. Siempre se dejó conducir por el Espíritu y su móvil para actuar fue la misericordia. Compartió la mesa, dio pan a los hambrientos, enseñó con su palabra y su testimonio, curó los enfermos y corrigió el error, aunque sabía que con eso ganaría enemigos. Todo lo hizo siempre, siempre para servir, para liberar, para mostrar el camino de la salvación; nunca por prepotencia, nunca para mostrarse, nunca para dominar con su poder. Definitivamente, fue fiel hasta el final.
Ya estamos en la Cuaresma. Tiempo hermoso de cuarenta días para vivirlos con Jesús, iluminados por la fuerza del Espíritu. Para irnos al desierto de nuestra existencia y adentrarnos en nuestra historia personal, familiar y comunitaria. Para escudriñar nuestra naturaleza humana y revisar nuestras propias caídas e infidelidades. Para hacer nuestro propio éxodo salvífico y reconstruir nuestra vida, en apertura continua a los hermanos y al Padre Dios.
Tiempo hermoso para analizar cuantas caídas hemos tenido, cuantos caminos equivocados hemos tomado, cuántas injusticias hemos cometido y cuanto amor hemos dejado de dar. Para convertirnos, cambiar de camino y volver a la casa del Padre, como el hijo pródigo, que leeremos dentro de ocho días. Para reconciliarnos con el hermano, con el vecino, con la naturaleza y con nosotros mismos.
Tiempo hermoso para alejarnos de las ruidosas y tentadoras propagandas que nos invitan a un consumo desenfrenado, de espaldas a Dios y a los hermanos. Para superar los bajos impulsos de poder y aparecer que nos trastornan y nos hunden en una vida vacía. Para escuchar a la voz Dios manifestada en las personas que nos aman y caminan con nosotros, y su grito presente en los empobrecidos. Grito que nos cuestiona y nos invita a ponernos al lado de los que sufren, así como Él siempre está al lado de nosotros para conducirnos a una tierra que mana leche y miel. ¡Vivamos la cuaresma y ella nos ayudará a vivir mejor!
Para la oración Universal
Hoy vamos a responder “Te la expresamos, Señor”.
- Nuestra alegría por recordar, en la lectura del evangelio de hoy, que Jesús fue plenamente humano y experimentó nuestras mismas tentaciones… te la expresamos, Señor.
- Nuestra admiración hacia Jesús, que permanece como modelo de Persona Nueva, incorruptible, firme ante el mal, fuerte ante la tentación… te la expresamos, Señor.
- Que queremos preocuparnos no sólo por el pan, sino por toda Palabra que sale de tu boca… te lo expresamos, Señor.
- Que queremos tener un corazón incorruptible que, ni por todo el oro del mundo, sea capaz de vender su conciencia… te lo expresamos, Señor.
- Que no queremos “tentar a Dios, ni ponerte a nuestro servicio… te lo expresamos, Señor.
Que queremos vivir esta Cuaresma, como “tiempo litúrgico fuerte” que es, unidos a la comunidad cristiana dispersa por todo el mundo, en espíritu de reflexión, oración y compromiso, preparando la celebración anual de la Pascua… te lo expresamos, Señor.
Oración comunitaria
Dios, Madre-Padre nuestro, que en Jesús nos has dado un modelo de persona completa y lograda, en lucha contra el mal y plenamente humana, tentada pero victoriosa. Queremos seguir ese modelo de firmeza y fidelidad, de humanidad y fortaleza, de fidelidad a ti y a los hermanos. Te lo pedimos a Ti que vives y haces vivir, por los siglos de los siglos. Amén.
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Moniciones: V Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C
5 de Febrero, 2013, 0:38
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Moniciones para a Misa
Por Domingo Vásquez Morales, C.Ss.R.
Tiempo Ordinario
V Domingo
“Vocación al seguimiento de Cristo”
Lecturas:
- 1ra lect.: Is 6, 1-8
- Sal 137
- 2da lect.: 1 Cor 15, 1-11
- Evangelio: Lc 5, 1-11
10 de febrero de 2013
Monición de entrada
La liturgia del domingo pasado nos refería la vocación del Profeta Jeremías. Las lecturas de esta celebración, quinto domingo del tiempo ordinario, nos presentan otra vocación y sus respuestas generosas a la invitación de Dios. La Iglesia necesita que cada uno de nosotros cumpla el compromiso de su vocación cristiana y seamos testigos fieles de Dios ante los hombres. Celebremos con profundo recogimiento y alegría el día del Señor. Pónganse de pie para que recibamos, cantando con entusiasmo, a los ministros de esta celebración.
Primera lectura: Isaías 6, 1-2a.3-8 (Vocación del profeta Isaías)
La misión de Isaías no será fácil porque deberá profetizar la ruina de Israel y Judá en castigo a sus infidelidades. Dios purifica los labios del profeta para que pueda cumplir su misión. Escuchemos con atención.
Segunda lectura: I Corintios 15, 1-11 (Evangelio de Pablo, que recuerda su vocación)
San Pablo, que se considera indigno y pecador, pero no ha defraudado la gracia que le ha sido concedida, explica cuál ha sido el contenido de su predicación. Que esta lectura ilumine nuestro diario actuar para no defraudar la gracia que Cristo nos da. Presten atención.
Tercera lectura: Lc. 5, 1-11 (Vocación de los cuatro primeros discípulos de Jesús)
La lectura del Evangelio de San Lucas nos refiere una pesca milagrosa. Pedro se confiesa pecador. En cambio el Señor llama a Pedro y a sus amigos para hacerlos pescadores de hombres. No importa lo que haya sido nuestra vida pasada, el Señor perdona y olvida. Pero exige una conversión auténtica. Nos quiere ahora santos a su servicio. De pie, por favor; cantemos el Aleluya, para luego escuchar la Buena Nueva.
Oración Universal:
Por la Iglesia, santa y pecadora, purificada por el Espíritu de Dios y necesitada siempre de conversión, roguemos al Señor.
Por los que admiran Jesús de Nazaret y no han descubierto en Él al Dios santo y misericordioso, que trasciende a todos y está cercano a nosotros, roguemos al Señor.
Por los que trabajan, como los discípulos, pescando en el lago durante la noche: en la industria, en la tecnología, en los hospitales, en los servicios públicos, roguemos al Señor.
Por nuestros hijos, para que como los discípulos, sepan descubrir a Jesús, lo sigan y lo anuncien con valentía, roguemos al Señor.
Por nosotros, aquí reunidos; para que, acogiendo en nuestro corazón el Evangelio de Cristo, sintamos su fuerza liberadora, roguemos al Señor.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra Cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 515)
Es justo bendecirte, Padre, porque, como a los apóstoles,
Cristo nos llamó por nuestro nombre a su seguimiento por la fe.
Por el bautismo tú nos has incorporado al cuerpo de Cristo
y nos has hecho templos del Espíritu y miembros de tu Iglesia.
¡Gracias, Señor! Es hermosa nuestra vocación cristiana,
pero es también vocación totalizante: en cuerpo y alma.
Ilumínanos, Señor, con el Espíritu de tu verdad,
para que entendamos qué es ser discípulo auténtico de Jesús.
Y haznos fuertes para testimoniar los valores del evangelio
en medio de un mundo que prefiere el desamor y la mentira.
Así demostraremos que te pertenecemos para siempre.
Amén.
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En camino: V Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C
5 de Febrero, 2013, 0:31
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EN CAMINO
Tiempo Ordinario, ciclo “C”
V Domingo
Autor: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R. Fuente: www.scalando.com
- 1ra lect.: Is 6,1-8
- Sal 137
- 2da lect.: 1 Cor 15,1-11
- Evangelio: Lc 5,1-11
Dios Vs. los reyes
La profecía en Israel nació paralela a la corrupción de los jueces, la acumulación de tierra por parte de los ganaderos y el surgimiento de la monarquía (con el rey Saúl representante de los ganaderos). Los profetas defendían la soberanía única de Dios usurpada por los monarcas, quienes se tomaban la atribución de decir qué era bueno y qué era malo (Gen 3,5), quién debía vivir y quién debía morir. Se adueñaban del pueblo, su tierra, sus hijos y sus hijas (Jue 9,7s / 1Sam 8).
El texto de Isaías que leemos hoy, lo ubicamos en el año 740 a.C., fecha en la que murió el rey Ozías. Isaías, por haber sido un hombre cercano a la cohorte, conoció muy bien todo su movimiento y corrupción interna. El lujo excesivo y el gasto desenfrenado de los “hombres nobles”, mientras el pueblo pasaba necesidades.
El texto de hoy es una protesta contra el absolutismo de los monarcas. Todos los monarcas mueren tarde o temprano y con ellos su ambición, sus pertenencias y todo el poder que acumularon. El poder de Dios es eterno y siempre a favor de la vida. Al caer el rey Ozías, Isaías resalta de nuevo la gloria de Dios: “Vi al Señor en lo alto, sentado en un trono real. Con el ruedo de su mando cubría el piso del templo. Y lo escoltaban unos serafines que alternaban entre sí esta aclamación: “Santo, santo, santo es el Señor Omnipotente; llena está toda la tierra de su gloria.”
El profeta quiere presentar a Dios como el único Señor, el único digno de obediencia y el tres veces santo. El cántico del santo que entonamos en cada eucaristía, es utilizado también por el libro del Apocalipsis para afirmar la victoria de Dios sobre los “señores” de este mundo, que se erigen como absolutos, pero que tienen su fin para gloria de Dios y salvación de la humanidad: “Santo, santo, santo, es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, es y ha de venir”. (Ap.4,8b). “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios, Todopoderoso. Justicia y verdad guían tus pasos, oh rey de las naciones. ¿Quién no dará honor y gloria a tu Nombre, oh Señor? Tú solo eres santo, y todas las naciones vendrán y se postrarán ante ti, porque tus fallos se han dado a conocer”. (Ap 15,3b-4).
Qué bueno que cada vez que cantemos el Santo, en nuestras eucaristías reconozcamos a Dios como el único Señor, y detestemos a todos los señores que quieran adueñarse de lo que le corresponde a Dios y al pueblo. Que afirmemos el “derecho” de Dios y los derechos humanos, que luchemos contra todo tipo de esclavitud y a favor de la libertad para todos.
Vocación y misión
El concilio Vaticano II afirmó el carácter misionero de toda la Iglesia: “La Iglesia entera es misionera, la obra de evangelización es un deber fundamental del pueblo de Dios.” (Decreto Ad gentes, 35: AAS 58). Pablo VI lo confirmó en su exhortación apostólica “Evangelii Nuntiandi”: “Nosotros queremos confirmar una vez más que la tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia… una tarea y misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. (E.N. No 14)
El texto evangélico de hoy es un llamado al discipulado y un envío a la misión dentro de la iglesia. Tanto Lucas en su evangelio, como Pablo en su carta a los Corintios, reconocen la autoridad de Pedro. Lucas presenta a Jesús montado en la barca de Simón Pedro y utilizándolo como medio para llegar a la multitud. Pablo lo llama Cefas que quiere decir cabeza. Según Pablo, Pedro es la cabeza de la Iglesia porque fue el primero en vivir el acontecimiento pascual, o sea la experiencia de la resurrección de Jesús.
La iglesia primitiva palestinense, simbolizada en la barca de Pedro, tenía miedo a salir de su tierra. Lucas quiere animar a su comunidad a arriesgarse y salir para anunciar el evangelio; a remar mar adentro, como dice el texto. Una barca está más segura en el puerto; pero las barcas no se hicieron para los puertos sino para cruzar los mares y llegar a otras orillas, cargadas de buenas nuevas, aun arriesgando su propia seguridad.
Pedro conducía la barca, pero la invitación fue para todos: Echen (en plural) las redes para pescar. Toda la Iglesia debía arriesgarse a la actividad misionera para que muchos seres humanos conocieran el Evangelio y descubrieran en ellos la salvación de Dios.
Pedro, y con él los líderes de la Iglesia palestinense, dudaban mucho y temían salir a otros sitios. Posiblemente ya lo habían intentado sin tener éxito. En estos casos el pesimismo invade los ánimos de los evangelizadores: “jefe (epistata - epistata), hemos bregado toda la noche y no hemos pescado, pero por tu palabra echaré las redes”. Si creemos en la Palabra de Jesús y nos arriesgamos, como lo hizo Pedro, no obstante las dificultades, seremos testigos de cosas maravillosas.
Es bueno resaltar que junto a la barca de Pedro había otra barca. No era la única. Como Iglesia necesitamos unirnos, pero también podríamos hacerlo con las otras barcas que igualmente siguen a Jesús y se comprometen con el trabajo evangelizador. Es necesaria la unidad, pero el unanimismo es muy peligroso. Con las otras barcas, es decir, con las otras Iglesias que buscan y siguen a Jesús con sincero corazón, además del mínimo respeto por la diferencia, podríamos buscar la unidad para convertirnos todos en verdaderos pescadores de hombres, comprometidos con la causa humana. Muchas veces las Iglesias cristianas se han preocupado más por defender instituciones, culturas, gobiernos y demás intereses personales, que no tienen nada que ver con el proyecto de Jesús. Es tarea de todos los cristianos trabajar por las causas más humanas y universales que beneficien a todos, como lo hizo Jesús.
Los nuevos caminos, los mundos desconocidos, los compromisos arriesgados, muchas veces nos hacen dar miedo. Vale la pena que hoy escuchemos la misma invitación de Jesús a Pedro y sigamos sus pasos: “‘No tengas miedo. De ahora en adelante pescarás hombres.’ Ellos sacaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y siguieron a Jesús.”
Oración
Santo, santo, santo, es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, es y ha de venir… Te reconocemos Padre Dios, como nuestro único Señor. Todos aquellos que se quieran imponer como absolutos de nuestra vida lo apartamos en tu nombre, porque sólo tú nos das la verdadera libertad.
Santo, santo, santo es el Señor Omnipotente; llena está toda la tierra de su gloria…te alabamos, te bendecimos, te damos gracias. Sólo para ti el honor, la gloria, la alabanza, la gratitud y la obediencia… sólo para ti nuestra completa sumisión y disponibilidad, todo lo que somos y tenemos en comunión contigo para continuar tu obra salvadora.
Señor Jesús reconocemos que a nosotros también nos da miedo despegarnos de la orilla, de nuestras seguridades, de nuestros intereses particulares. Reconoceos que también nos da miedo arriesgar y perder… pero hoy te manifestamos nuestra total decisión para escuchar tu voz y seguirte. Queremos arriesgarnos y lanzarnos al agua, remar mar adentro y convertirnos en servidores, en constructores de una nueva humanidad, en pescadores de hombres.
Cuenta con nosotros Jesús, cuenta con nosotros. Sabemos que hay muchas necesidades en nuestro mundo. Cuenta con nosotros y danos la fuerza de tu Espíritu para vencer todos los obstáculos. Para ser personas nuevas, renovadas en tu amor, totalmente libres para ti y para el Reino. Que nuestras familias y comunidades, se vean colmadas de tu bendición, de la vida abundante que procede de ti. Que seamos canales de bendición para todos y que experimentemos la grandeza de aquel que tiene la plenitud de la santidad y la comunica con amor a toda la humanidad. Amén.
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Comunícate conmigo: Neptalí Díaz Villán; C.Ss.R.
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