Scalando : Misioneros Redentoristas

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Reflexiones

 

El tercer Domingo de Julio los Redentoristas celebramos al titular de nuestra congragación: Santí

Enlace permanente 10 de Julio, 2012, 21:48

 

Los Misioneros Redentoristas fueron fundados en 1732, por San Alfonso María de Ligorio en un pueblecito pequeño en el sur de Italia llamado Scala.  Bajo el amparo del mismo Redentor, hoy, aquel pequeño grupo de misioneros se ha convertido en una comunidad mundial con más de 5,000 miembros.  Esta comunidad misionera que ha heredado la espiritualidad y el celo de su fundador   celebra su fiesta titular del Santísimo Redentor.  Nosotros como comunidad celebramos con ellos el significado profundo del lema de la congregación:  “En El hay abundante Redención” (Sal 130).  El Evangelio de salvación que anuncian los Redentoristas por medio del trato cercano y cariñoso con la gente, hace visible el llamado de Dios mismo a todos los hombres y mujeres a una vida nueva por medio de la conversión. No es un Dios temible y castigador el que los redentoristas anuncian sino, un Dios que ha multiplicado los esfuerzos para darnos a conocer su amor y que finalmente “nos ha enviado su único hijo”. No para condenar el mundo, sino para que el mundo se SALVE por El.

“El Espíritu del Señor está sobre mí me ha enviado para anuncia la Buena Noticia a los pobres” (Lucas 4,18).

Moniciones: http://www.scalando.com/fiestascssr/santisimo-redentor-moniciones.htm

Lecturas: http://www.scalando.com/fiestascssr/santisimo-redentor-lecturas.htm

Homilía: http://www.scalando.com/fiestascssr/santisimo-redentor-homilia.htm

Moniciones: http://www.scalando.com/fiestascssr/santisimo-redentor-moniciones.htm

Lecturas: http://www.scalando.com/fiestascssr/santisimo-redentor-lecturas.htm

Homilía: http://www.scalando.com/fiestascssr/santisimo-redentor-homilia.htm

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Reflexión para el Sábado Santo: "La Gran Vigilia Pascual"

Enlace permanente 31 de Marzo, 2012, 14:48

Camino de fe: Comentando la Palabra
Triduo Pascual

Sábado Santo

Autor: B. Caballero                                                                        Fuente: www.scalando.com

Hazpara ver las lecturas del día

Lecturas del Antiguo Testamento.

Rom 6,3-11: Incorporados a Cristo por el bautismo. A - Mt 28,1-10: Ha resucitado y os precede a Galilea. B - Mc 16,1-8: El crucificado resucitó.

C - Lc 24,1-12: No está aquí; ha resucitado.

"La Vigilia Pascual"

1. Liturgia bautismal de la pascua. En el sábado santo celebramos durante el día la sepultura del Señor, y por la noche la gran vigilia pascual de la resurrección gloriosa del Señor, que constituye la cumbre de todo el año litúrgico. En las lecturas bíblicas de la Vigilia Pascual tenemos un resumen de toda la historia bíblica desde la creación, pasando por el éxodo y la pascua de Egipto, hasta culminar en la resurrección de Jesús.

La liturgia de la vigilia pascual, que comenzó a celebrarse en la Iglesia romana a mediados del siglo II, posee en su estructura actual una rica simbología bautismal que es el sedimento de muchos siglos de culto cristiano. Así, siguiendo el orden del ritual: el rito del fuego nuevo (s. IX), la procesión de la luz (s. XII), el cirio pascual (s. V), el pregón pascual (s. IV), la bendición del agua (s. V) y la fuente bautismal (s. II).

Esta marcada impronta bautismal de la pascua nos recuerda que nuestro nacimiento a la vida nueva con Cristo resucitado se realiza por la fe en él y por el sacramento del bautismo que nos incorpora al misterio pascual de Cristo, es decir, a su muerte y resurrección. Así lo expone la lectura apostólica (Rom 6,3ss). Los dos tiempos del bautismo en su liturgia primitiva: inmersión en el agua y emersión de la misma, simbolizan, respectivamente, la muerte al pecado y la sepultura con Cristo (inmersión), y la resurrección a la vida nueva con él (emersión).

 La liturgia bautismal más frecuente hoy día, con la sola infusión del agua, significa simultáneamente el lavado y perdón de los pecados y la vida nueva o adopción filial por Dios. Al realizarse así los dos movimientos – que son uno – de participación en la muerte y resurrección de Cristo, es decir, en su misterio pascual, queda el neófito incorporado a él y a su cuerpo social que es la Iglesia, la comunidad cristiana, el pueblo de Dios, el pueblo de la nueva alianza por la sangre de Jesús.

2. La vida nueva con Cristo resucitado. La gran fiesta cristiana es pascua de resurrección. Tan es así que el misterio pascual es lo que celebramos constantemente a lo largo de todos los domingos y fiestas del año litúrgico e incluso en la eucaristía diaria. La vigilia pascual, con el fuego nuevo y la luz del cirio, que representan a Cristo, expresa alegremente nuestra fe comunitaria en la liberación del hombre envejecido por el mal, mediante la creación del hombre y mundo nuevos en Cristo resucitado. Dios ha dado el primer paso en la resurrección de Jesús.

Cristo resucitado es el nuevo Adán que restituye al hombre, imagen del Dios de la vida, la dignidad perdida por el pecado. Desde entonces son posibles en nuestro bajo mundo la esperanza, la libertad, la alegría y la solidaridad humanas, porque Jesús resucitado establece y consolida el reino de Dios en la tierra de los hombres. Él nos posibilita la vida nueva de seres regenerados y redimidos del pecado, que es la antigua condición y la vieja levadura. Al tronco añoso de la humanidad pecadora, como al olmo viejo que cantó el poeta, le han nacido nuevos tallos en la primavera que es esta pascua florida de la resurrección de Cristo. “Es el Señor quien lo ha hecho; ha sido un milagro patente” (salmo responsorial).

La pascua cristiana es el día en que actuó el Señor, es la fiesta de la fe y de ia vida inmortal, es el triunfo de la causa de Jesús, es la salvación del hombre, es el gran éxodo de la esclavitud del pecado y el comienzo de la gran marcha de liberación de la humanidad, que con Cristo camina en la esperanza presente y futura. Por todo ello, y por ser la victoria definitiva sobre la muerte, la pascua es la gran fiesta de la vida para todo el que cree en Cristo resucitado.

Pero todo esto tiene un precio para nosotros: colaborar personalmente con la gracia y la fuerza del Espíritu, muriendo con Cristo al hombre viejo. Por eso se nos propone hoy la conversión total: de mentalidad, corazón y conducta, como principio de una vida nueva. El cristiano, resucitado con Jesús, ha de aspirar a los bienes de allá arriba donde está Cristo y barrer de su vida el pecado, que es la vieja levadura de corrupción y de maldad. Sólo así seremos la masa nueva del pan ácimo pascual. 

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Reflexión para el Viernes Santo: Pasión y Cruz de Cristo

Enlace permanente 31 de Marzo, 2012, 14:45

Camino de fe: Comentando la Palabra
Triduo Pascual

Viernes Santo

Autor: B. Caballero                                                                        Fuente: www.scalando.com

El viernes santo es un día polarizado litúrgicamente en torno a la pasión del Señor y su muerte en la cruz

Hazpara ver las lecturas del día

Is 52,13-53,12: Fue traspasado por nuestras rebeliones. Heb 4,14-16; 5,7-9: Se convirtió en causa de salvación. Jn 18,1-19,42: Pasión de nuestro Señor Jesucristo.

"Pasión y Cruz de Cristo"

1. El secreto de la cruz es el amor. El viernes santo es un día polarizado litúrgicamente en torno a la pasión del Señor y su muerte en la cruz. Hoy se cumple el repetido anuncio de Jesús en los evangelios sobre su muerte violenta en Jerusalén. La pregunta es obvia: ¿Por qué tenía que ser así? La respuesta más profunda y válida solamente Dios puede darla, pues pisamos el terreno insondable de la voluntad divina y su proyecto eterno de redención realizado en Cristo.

Ni Dios Padre ni Jesús mismo quisieron el sufrimiento, la pasión dolorosa y la muerte violenta por sí mismas, pues son realidades negativas sin valor autónomo. La valía del dolor, pasión y muerte de Cristo radica en el significado que reciben desde una finalidad superior: la salvación del hombre, a quien Dios ama. Verdad central de nuestra fe: Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio Hijo.

Nos consta sobradamente la repugnancia natural de Jesús, como hombre que era, ante los sufrimientos de su pasión, tanto físicos: tortura, flagelación, coronación de espinas, crucifixión, como psíquicos: traición de Judas, precio de esclavo a su persona, negación de Pedro, deserción general de los discípulos, ingratitud del pueblo judío, odio de sus jefes religiosos. La “agonía” de Getsemaní es un prólogo suficientemente elocuente a este respecto.

Jesús, no obstante, acepta el plan del Padre: No se haga mi voluntad, sino la tuya. Éste es el motivo y la razón de la obediencia de Cristo: el querer del Padre, que es la salvación del hombre por el amor que le tiene. Jesús carga con la cruz de su pasión por fidelidad al Padre y por amor al hombre, es decir, por solidaridad con sus hermanos. El motivo parece doble, pero en el fondo es único, porque la voluntad del Padre es el amor y la salvación del hombre.

“Por nosotros y por nuestra salvación”, como decimos en el credo, es la razón teológica que nuestra fe nos descubre para explicar y en-tender toda la vida de Jesús desde la encarnación a su pasión, muerte y resurrección. La segunda lectura de hoy afirma: “Cristo, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna” (Heb 5,8s).

2. Amor con amor se paga. El misterio de la cruz en la vida de Jesús – y, por tanto, también en la nuestra – es revelación cumbre de amor, pues no hay modo más verídico de expresar amor que dar la vida por aquellos a quienes se ama. Pues bien, el poema sublime de amor que es la vida, pasión y muerte de Cristo pide de nosotros una respuesta también de amor. “Nosotros amemos a Dios, porque él nos amó primero. Pero si alguno dice: 'Yo amo a Dios', y aborrece a su hermano, es un mentiroso. Pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve” (1Jn 4,19s).

Creemos y decimos que la cruz es la señal del cristiano no por masoquismo espiritual, sino porque la cruz es fuente de vida y de liberación total, como signo que es del amor de Dios al hombre por medio de Jesucristo. El amor que testimonia su cruz es la única fuerza capaz de cambiar el mundo, si los que nos decimos sus discípulos seguimos su ejemplo.

Jesús pudo habernos salvado desde el triunfo, el poder y la gloria; es decir, desde fuera, como un superhombre. Pero prefirió hacerlo desde dentro de nuestra condición humana; ser uno más, demostrándolo a base de humildad, servicio, obediencia y renuncia, en vez de imponerse desde la categoría y el poder. Este segundo es nuestro estilo. Pero Cristo no vino para que le sirvieran, sino para servir; por eso, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz y la ignominia.

El Señor nos invita a seguirlo en la autonegación que nos libera, abrazando con amor la cruz de cada día, siempre presente de una u otra forma, y de la que inútilmente intentaremos escapar. Saber sufrir por amor es gran sabiduría. El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará, dijo Cristo. El secreto de la cruz de Jesús es el amor, y la única manera de entenderla y convertirla en fuente de vida es amar generosamente a Dios y a los hermanos. 

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Reflexión para el Jueves Santo Santo: "La Cena del Señor"

Enlace permanente 31 de Marzo, 2012, 14:41

Camino de fe: Comentando la Palabra
Triduo Pascual

Jueves Santo

Autor: B. Caballero                                                                        Fuente: www.scalando.com

Hoy es un día señalado en la vida de una comunidad cristiana. Jueves único en el año litúrgico

Hazpara ver las lecturas del día

Éx 12,1-8.11-14: La cena pascual judía.

1Cor 11,23-26: La cena del Señor.

Jn 13,1-15: El lavatorio de los pies.

"La Cena del Señor"

1. Institución de la eucaristía. Hoy es un día señalado en la vida de una comunidad cristiana. Jueves único en el año litúrgico. Si la celebración eucarística es siempre memorial de la muerte y resurrección del Señor, hoy lo es más si cabe. Este jueves requiere de nosotros una actitud y una celebración conscientes, como efecto de una fe alertada en circunstancias especiales. Durante cuarenta días (Cuaresma) nos hemos preparado a la pascua que hoy comienza con el triduo pascual, cuyo centro celebrativo es el misterio de la redención humana por la pasión, muerte y resurrección de Cristo.

El triduo pascual evidencia la unión inseparable que existe entre la teología de la cruz y la teología de la gloria, como se significa visiblemente en Jesús resucitado mostrando a sus discípulos las señales de la cruz en su cuerpo glorioso. Hoy celebramos la institución de la eucaristía por Jesús en la cena de despedida de sus discípulos, la víspera de su pasión. Tarde grávida de recuerdos, palabras de adiós, signos sacramentales y gestos de profundo sabor fraterno.

Entre los temas principales que destacan en la liturgia de hoy: eucaristía, sacerdocio ministerial y amor fraterno en la comunidad cristiana, el primero y determinante de los demás es la eucaristía, memorial de la pasión y muerte del Señor hasta que él vuelva de nuevo (2da lectura), y nueva pascua o banquete sacrificial del pueblo cristiano, que viene a sustituir a la cena pascual judía, memorial de liberación (lra lectura).

En la cena del Señor sitúan algunos teólogos el nacimiento de la Iglesia, pues es evidente que el mandato de Jesús “haga esto en conmemoración mía” origina la repetición de la eucaristía y, por tanto, la convocación permanente de la asamblea eclesial a través de los tiempos. Asimismo, ese mandato y deseo de Cristo de repetir su cena eucarística es posible en la comunidad gracias al ministerio sacerdotal de los obispos y presbíteros en continuidad con los apóstoles del cenáculo. 

Hoy es un día señalado en la vida de una comunidad cristiana. Jueves único en el año litúrgico2. Un testamento de amor. En el transcurso de la última cena, Jesús dijo a sus discípulos: “Me queda poco tiempo de estar con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen unos a otros como yo los he amado. La señal por la que conocerán que son discípulos míos será que se amen unos a otros” (Jn 13,33ss). El amor fraterno o mandamiento de Jesús aparece como signo visible de la comunidad cristiana. Será lo que la identifique ante el mundo. 

Hay dos gestos en la cena del Señor que apuntan al amor fraterno: el lavatorio de los pies de los apóstoles por Jesús y la mesa común en que se participa eucarísticamente y por primera vez su cuerpo y su sangre. Ambos gestos son expresión de servicio, amor y entrega por parte de Cristo e invitación para que nosotros hagamos lo mismo, pues para ambos aplica Jesús el mandato de repetirlos en memoria y a ejemplo suyo.

“Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amé hasta el extremo”. Sublime resumen e introducción. a estos dos gestos finales: lavatorio de los pies e institución de la eucaristía, que iluminan y dan sentido a toda la vida de Cristo, centrada en esa doble motivación: amor al Padre y amor a los hombres, sus hermanos, como principio, medio y fin.

El amor de Jesús no quedó en palabras, ni siquiera en esos dos signos: eucaristía y lavatorio de los pies, sino que pasó a la acción. Él dio la vida por sus amigos y por todos nosotros; y “nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”, hizo notar entonces Jesús. De hecho es el amor lo que da la perspectiva y la profundidad de campo al cuadro de la pasión y muerte de Jesús, en cuyas vísperas está él ya desde la cena del jueves santo.

En aquella tarde se realizaron dos entregas bien diferentes. Jesús se da a sus amigos en la eucaristía Este pan es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; este vino es mi sangre, derramada por vosotros. A esta donación sin reservas Judas responde con la traición, que el Señor ya conocía: Uno de ustedes me va a entregar.

Darse a sí mismo, como Jesús, o vender al hermano, como Judas, es la disyuntiva que constantemente nos plantea la vida. Nuestra opción de cristianos no puede ser otra que la de Jesús tal día como hoy: amar a los demás como él nos amé.

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Reflexión para el Miércoles Santo: un amor que no es amado

Enlace permanente 31 de Marzo, 2012, 14:35

Camino de fe: Comentando la Palabra
Semana Santa

Miércoles

Autor: B. Caballero                                                                         Fuente: www.scalando.com

Hazpara ver las lecturas del día

18 50,4-9a: “Pasión” del siervo del Señor.

Mt 26,14-25: ¡Ay del traidor!

"Un amor que no es amado"

1. La sombra del traidor. La primera lectura forma parte del tercer canto del siervo. En ella expresa éste su confianza en el Señor en medio de enormes sufrimientos, fruto de su fidelidad y de su empeño por la justicia, como le sucedió, por ejemplo, al profeta Jeremías. Se describe por adelantado la pasión del Mesías Jesús: “Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos”. Son las penalidades del justo perseguido, como recuerda el salmo responsorial en un clima de súplica y confianza en Dios: “Soy un extraño para mis hermanos... En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre... Pero el Señor escucha a sus pobres” (Sal 68).

En la escena evangélica de hoy, y a medida que nos aproximamos a la pasión de Jesús, va cobrando relieve la siniestra figura del hombre que será útil a los planes homicidas de los judíos. Es Judas Iscariote. Todo sucede en un clima de amistad traicionada y en el contexto de la cena pascual de Jesús con sus discípulos, es decir, en la primera eucaristía de la historia.

Las autoridades judías, después de decidir la muerte de Jesús, dieron orden de que el que conociera su paradero les informara. Pues bien, Judas se presta a ello y junto con los sumos sacerdotes tasa la vida de Jesús en 30 monedas de plata. El precio de un esclavo (Éx 21,32). Su incontrolada avaricia aboca a Judas a un final deplorable. Durante la cena Jesús desenmascara las secretas intenciones del traidor, porque él, como señor de la vida y de la muerte, es quien dispone de su propia “hora”. Pero todavía ensaya una última oferta de amistad para la conversión de Judas. Consternados los discípulos por el anuncio del maestro: “Uno de ustedes me va a entregar”, preguntan uno tras otro: “¿Soy yo acaso, Señor?” También Judas hizo la misma pregunta; y la respuesta de Jesús fue afirmativa, intentando hasta el último minuto recuperar al discípulo extraviado. Pero él no dio marcha atrás. 

A continuación el pan y el vino, signo ya del amor creador de Dios y de la vida que de él mana a través de Cristo, pasan de mano en mano, significando el propósito de Jesús de compartir con los suyos, y éstos entre sí, la vida que él vive con Dios Padre. Pues eso significa comulgar eucarísticamente: integración del hombre pecador en la vida de Dios mediante el cuerpo y la sangre inmolados de Cristo; pero no en solitario, sino en comunión con los hermanos. De esta “comunión” fue de la que se autoexcluyó Judas por su cuenta, participara físicamente o no de la eucaristía.

2. “El Amor no es amado”. El hecho de la traición de Judas es siempre impresionante, como lo debió ser especialmente para sus compañeros, los apóstoles, por realizarse precisamente en el círculo más íntimo y próximo al Señor. Ejemplo escalofriante que nos revela la profundidad del corazón humano, capaz de lo más noble: el amor y la amistad; y también de lo más vil: el odio y la traición. Todo ello fruto de la libertad del hombre, que Dios respeta escrupulosamente.

Si Dios acepta al hombre y a la mujer tal como son y confía en ellos, incluso en un traidor como hizo Cristo, debemos aprender nosotros la lección: aceptar como hermano a todo hombre y mujer, por viles que nos parezcan. La regeneración siempre es posible, porque la gracia de Dios es más fuerte que la miseria humana.

No somos nosotros quién para juzgar al traidor Judas, si bien Jesús hizo una observación terrible sobre él después de haberle ofrecido la última oportunidad: Más le valdría a tal hombre no haber nacido. Su caso debe hacernos reflexionar, porque en el fondo de nuestro corazón anida un posible santo o un posible traidor, La historia se repite aquí también. Hay incondicionales de Cristo y hay también falsos amigos, sin contar, obviamente, los enemigos declarados.

Este miércoles santo nos invita a la revisión de vida personal y comunitaria sobre nuestra respuesta a un amor inmenso que nos ha precedido, el de Dios, visible en Cristo. Un careo personal con el crucifijo nos será hoy más que provechoso. Los santos vivieron tan intensamente la hondura de este amor, que se abismaban en él. Un san Alfonso de Ligorio, por ejemplo, no sale de su asombro en las reflexiones de su libro La práctica del amor a Jesucristo. Y un san Francisco de Asís recorría montes y soledades repitiendo como fuera de sí: “El Amor no es amado; el Amor no es amado”.  

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Reflexión para el Martes Santo: un amor traicinado

Enlace permanente 31 de Marzo, 2012, 14:32

Camino de fe: Comentando la Palabra
Semana Santa

Martes

Autor: B. Caballero                                                                         Fuente: www.scalando.com

Hazpara ver las lecturas del día

Is 49,1-6: Te hago luz de las naciones.

Jn 13,21-33.36-38: Anuncio de la traición.

"Un amor traicionado"

l. En los preliminares de la pascua. La primera lectura de este martes santo se toma del segundo canto del siervo del Señor. En él se expone la misión que el siervo ha recibido de Dios ya desde el seno materno: proclamar la palabra del Señor, reunir a los supervivientes de Israel y ser luz de las naciones para que la salvación de Dios alcance hasta el último confín de la tierra. Tarea de salvación universal que  Cristo realizará en plenitud.

El pasaje evangélico de hoy, con el anuncio de la traición de Judas y de la futura negación de Pedro, se sitúa en los preliminares de la celebración de la cena pascual. Jesús está reunido con sus discípulos.  Acabado el lavatorio de los pies, y no sin estremecimiento, pasa a anunciarles la traición de uno de ellos. La perplejidad invade al grupo.  El discípulo amado, Juan, por indicación de Pedro, pregunta al maestro quién es. “Aquel a quien yo dé este trozo de pan untado. Y untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan entró en él Satanás”.

Aquel ofrecimiento del pan hecho por Jesús a Judas no dejaba de ser un signo de distinción, como invitándole a rectificar sus planes homicidas y rehacer una amistad rota por su ambición y resentimiento.  Todo fue inútil. Judas rechazó definitivamente el amor de Jesús. Entonces, Cristo le dijo: “Lo que has de hacer, hazlo enseguida”.

Cuando salió Judas de la sala era de noche, anota el evangelista con intención simbólica. El traidor es un ejemplo de las tinieblas sobre las que ha brillado la luz en vano, según dice el prólogo de san Juan. Judas es el que ama las tinieblas más que la luz, porque sus obras eran malas. Ha llegado la noche predicha por Jesús (Jn 9,4), la del poder de las tinieblas (Lc 22,53). Pero la larga noche que entonces se abatió sobre la tierra tendrá su aurora en el primer día de la semana, en la mañana de la resurrección.

2. La cruz y la gloria. Cuando Judas marchó, añadió Jesús: “Ahora es glorificado el Hijo del hombre y Dios es glorificado en él”. El evangelista Juan se refiere siempre a la muerte de Jesús en términos de glorificación: hasta veintitrés veces en su evangelio, por nueve en Lucas y Mateo y una solamente en Marcos. La muerte de Cristo encierra ya su gloriosa resurrección; por eso revierte también en gloria del Padre.

La teología de la cruz y de la gloria van unidas, como expone el apóstol Pablo en su himno cristológico de la carta a los Filipenses y que se ha leído el pasado domingo de Ramos: “Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el ‘nombre-sobre-todo-nombre’; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo; y toda lengua proclame: 'Jesucristo es Señor’, para la gloria de Dios Padre” (2,6-11).

Los apóstoles no entendieron del todo a qué se refería Jesús con su glorificación, pero algo sobrecogedor sospechaban cuando Pedro le pregunta: “Señor, ¿a dónde vas?... Daré mi vida por ti. Jesús le contestó: ¿Conque darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces”. Los discípulos no pueden seguir a Jesús en su camino hacia la muerte; no están preparados todavía. El silencio se espesa. Cristo puede ya comenzar su discurso de despedida.

3. Un amor traicionado y negado. Dos hombres que fallan: Judas y Pedro. Pero su pecado tiene origen diverso: en uno es la avaricia que odia, en otro la debilidad que ama. Y su final es muy distinto: Judas desespera, Pedro se arrepiente. Naturalmente, el que amaba conocía a Jesús mejor que el que odiaba.

Ni el plan traidor de Judas ni la generosidad impetuosa y fallida de Pedro influirán en el designio que está ya marcado por el Padre y aceptado por Jesús. Él había dicho: “Por eso me ama mi Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente” (Jn 10,17). Y en la cena comentó: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (15,13). Ésa es la misión de Jesús y del cristiano: amor que da vida a los demás.

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Reflexión para el Lunes Santo: fragancia que anticipa la Pascua

Enlace permanente 31 de Marzo, 2012, 14:24

Camino de fe: Comentando la Palabra
Semana Santa

Lunes

Autor: B. Caballero                                                                         Fuente: www.scalando.com

Hazpara ver las lecturas del día

Is 49,1-6: Te hago luz de las naciones.

Jn 13,21-33.36-38: Anuncio de la traición.

"Fragancia que anticipa la Pascua"

1. El siervo del Señor. La primera lectura de hoy se toma del primero de los cuatro cantos o poemas del siervo del Señor según el Segundo Isaías. Durante estos tres primeros días de la semana santa, como introducción al misterio de pascua, leeremos pasajes de los tres primeros cánticos del siervo. Esta misteriosa figura es tanto un individuo como el pueblo de Israel que él representa. En la tradición eclesial estos poemas del siervo han sido leídos con sentido mesiánico y cristo-lógico.

En el primer canto, que hoy leemos, el profeta describe al siervo como compasivo y manso, que no grita ni quiebra la caña cascada, pero que promueve tenazmente la justicia y la liberación de los oprimidos. Cristo es este servidor que Dios ha ungido con su Espíritu y hecho alianza de su pueblo, la Iglesia. Él será la luz de las naciones, abrirá los ojos a los ciegos y sacará de la prisión a los cautivos y de la mazmorra a los que vivían en tinieblas.

2. La unción de Jesús en Betania. La página evangélica refleja un momento de descanso de Jesús en casa de una familia a la que él quería mucho. Son sus amigos los hermanos Lázaro – a quien había resucitado –, Marta y María. Esta amistad sincera es un alivio para Jesús en medio del odio de sus enemigos. Si bien los adversarios no desisten en su empeño, y puesto que la resurrección de Lázaro era un hecho que hablaba por sí solo del poder divino de Cristo, “decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús”.

Faltaban seis días para la pascua. Mientras estaban cenando, “María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume”. Tal gesto es criticado por Judas Iscariote, alegando hipócritamente que el dinero que valía el perfume podría haberse dado a los pobres. Su valor calculado, trescientos denarios, venia a ser el salario anual de un trabajador. Realmente un despilfarro, según Judas. Pero no es que le importaran mucho los pobres, advierte el evangelista; si lo dijo fue “porque era un ladrón, y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando”.

Jesús hizo caso omiso de la crítica y, saliendo en defensa de María, concluyó: “Déjala: lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tendrán siempre con ustedes, pero a mi no siempre me tendrán”.

3. La fragancia de la pascua. Al narrar este mismo episodio – en sentir de los biblistas – el evangelista Marcos es más explícito y pone en boca de Jesús, al justificar el derroche de la unción, estas palabras: “Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Se aseguro que en cualquier parte del mundo donde se proclame el evangelio se recordará lo que ésta ha hecho” (14,8s). Jesús comprendió el detalle afectuoso y su significado más profundo como anuncio de su próxima muerte, sepultura y resurrección. El aroma que llena la casa adelanta ya la fragancia del amanecer del domingo de pascua.

Hasta aquí el plan de los guías religiosos de Israel, orientado a dar muerte a Jesús, se había estrellado contra el plan divino y el señorío de Cristo sobre su propio destino final. Pero a partir de ahora ambos planes van a coincidir, porque Jesús quiere. Él sabe lo que le espera. Se va de este mundo y vuelve al Padre cuando y porque él lo ha determinado, al aceptar amorosamente el plan del Padre para la salvación del hombre sumido en el pecado.

Como Cristo, también nosotros fuimos ungidos en el bautismo, que nos incorporó a su muerte y resurrección. La pascua se acerca, y en la vigilia pascual renovaremos nuestra fe y promesas bautismales, pues en la fe del bautismo radica lo más nuclear de nuestra identidad cristiana. Ahí está el punto de partida y el comienzo de toda nuestra existencia de creyentes.

En el bautismo fuimos sumergidos y sepultados con Cristo para morir al pecado, y también con él renacimos a la vida nueva de Dios, como hijos suyos, miembros de Cristo y de la Iglesia y hermanos de todos los hombres. La renovada fragancia pascual del bautismo debe llenar toda nuestra vida.

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“Quien reza se salva”, san Alfonso María Ligorio

Enlace permanente 2 de Abril, 2011, 10:50

“Quien reza se salva”,

san Alfonso María Ligorio

Discurso que el Papa Benedicto XVI ha dirigido a los fieles, continuando el ciclo de catequesis sobre los Doctores de la Iglesia, en la audiencia general celebrada en la Plaza San Pedro.

Ciudad del Vaticano, miércoles 30 de marzo de 2011.

 

Queridos hermanos y hermanas,

        hoy quisiera presentaros la figura de un santo Doctor de la Iglesia al que debemos mucho, ya que fue un insigne teólogo moralista y un maestro de vida espiritual para todos, sobre todo para la gente humilde. Es el autor de la letra y de la música de uno de los villancicos navideños más famosos de Italia: Tu scendi dalle stelle, además de otras muchas cosas.

        Perteneciente a una familia napolitana noble y rica, Alfonso María de Ligorio nació en 1696. Dotado de grandes cualidades intelectuales, con tan solo 16 años se graduó en derecho civil y canónico. Era el abogado más brillante del foro de Nápoles: durante ocho años ganó todas las causas que defendió. Sin embargo, su alma tenía sed de Dios y estaba deseosa de la perfección, así el Señor le hizo comprender que era otra la vocación a la que lo llamaba. De hecho, en 1723, indignado por la corrupción y la injusticia que viciaban el ambiente que lo rodeaba, abandonó su profesión –y con ella la riqueza y el éxito– y decide convertirse en sacerdote, a pesar de la oposición paterna. Tuvo maestros excelentes que lo introdujeron en el estudio de las Sagradas Escrituras, de la Historia de la Iglesia y de la mística. Adquirió una amplia cultura teológica, que comenzó a dar fruto cuando, algunos años después, comienza su labor de escritor. Fue ordenado sacerdote en 1726 y se entregó, para el ejercicio de su ministerio, a la Congregación diocesana de las Misiones Apostólicas. Alfonso inició la evangelización y la catequesis entre los estratos más bajos de la sociedad napolitana, a la que gustaba predicar, y a la que instruía en las verdades fundamentales de la fe. No pocas de estas personas, pobres y modestas, a las que se dirigió, a menudo se dedicaban a los vicios y realizaban acciones criminales. Con paciencia les enseñaba a rezar, animándolas a mejorar su modo de vivir. Alfonso obtuvo resultados excelentes: en el barrio más miserable de la ciudad se multiplicaban los grupos de personas que, al caer la tarde, se reunían en las casas privadas y en los talleres, para rezar y meditar la Palabra de Dios, bajo la guía de un catequista formado por Alfonso y por otros sacerdotes, que visitaban regularmente a estos grupos de fieles. Cuando, por deseo expreso del arzobispo de Nápoles, estas reuniones comenzaron a celebrarse en las capillas de la ciudad, estas tomaron el nombre de “capillas nocturnas”. Esto fue una verdadera y propia fuente de educación moral, de saneamiento social, de ayuda recíproca entre los pobres: esto puso fin a robos, duelos, prostitución hasta casi desaparecer.

        Aunque si el contexto social y religioso de la época de san Alfonso era muy distinto del nuestro, las “capillas nocturnas” son un modelo de acción misionera en el que nos podemos inspirar también hoy para “una nueva evangelización”, particularmente de los más pobres, y para construir una convivencia humana más justa, fraterna y solidaria. A los sacerdotes se les ha confiado un deber de ministerio espiritual, mientras que los laicos bien formados pueden ser eficaces animadores cristianos, auténtica levadura evangélica en el seno de la sociedad.

        Después de haber pensado irse para evangelizar a los pueblos paganos, Alfonso, a la edad de 35 años, entró en contacto con los agricultores y pastores de las regiones interiores del Reino de Nápoles, y estupefacto por su ignorancia religiosa y el estado de abandono en el que estaban, decidió dejar la capital y dedicarse a estas personas, que eran pobres espiritual y materialmente. En 1732 fundó la Congregación religiosa del Santísimo Redentor, que puso bajo la tutela del obispo Tommaso Falcoia, y de la que se convirtió en el superior. Estos religiosos, dirigidos por Alfonso, fueron auténticos misioneros itinerantes, que llegaron incluso a los pueblos más remotos, exhortando a la conversión y a la perseverancia en la vida cristiana sobre todo por medio de la oración. Todavía hoy, los redentoristas, esparcidos por tantos países del mundo, con nuevas formas de apostolado, continúan esta misión de evangelización. Pienso en ellos con reconocimiento, exhortándoles a ser siempre fieles al ejemplo de su Santo Fundador.

        Estimado por su bondad y por su celo pastoral, en 1762 Alfonso fue nombrado obispo de Sant'Agata dei Goti, ministerio que, dejó en 1775 por causa de las enfermedades que sufría, por concesión del Papa Pío VI. El mismo Pontífice, en 1787, exclamó, al recibir la noticia de su muerte, que se produjo con mucho sufrimiento, exclamó: “¡Era un santo!”. Y no se equivocaba: Alfonso fue canonizado en 1839, y en 1871 es declarado Doctor de la Iglesia. Este título se le concede por muchas razones. Antes que nada, porque propuso una rica enseñanza de teología moral, que expresa adecuadamente la doctrina católica hasta el punto de ser proclamado por el Papa Pío XII como “Patrón de todos los confesores y moralistas”. En su época, se difundió una interpretación muy rigurosa de la vida moral, quizás por la mentalidad jansenista, que antes que alimentar la confianza y esperanza en la misericordia de Dios, fomentaba el miedo y presentaba un rostro de Dios adusto y severo, muy lejano al revelado por Jesús. San Alfonso, sobre todo en su obra principal titulada Teología Moral, propone una síntesis equilibrada y convincente entre las exigencias de la ley de Dios, esculpida en nuestros corazones, revelada plenamente por Cristo y interpretada con autoridad por la Iglesia, y los dinamismos de la conciencia y de la libertad del hombre, que en la adhesión a la verdad y al bien, permiten la maduración y la realización de la persona. A los pastores de almas y a los confesores, Alfonso recomendaba ser fieles a la doctrina moral católica, asumiendo al mismo tiempo, una actitud caritativa, comprensiva, dulce para que los penitentes se sintiesen acompañados, sostenidos, animados en su camino de fe y de vida cristiana. San Alfonso no se cansaba nunca de repetir que los sacerdotes son un signo visible de la infinita misericordia de Dios, que perdona e ilumina la mente y el corazón del pecador para que se convierta y cambie de vida. En nuestra época, en la que son claros los signos de pérdida de la conciencia moral y –es necesario reconocerlo– de una cierta falta de estima hacia el Sacramento de la Confesión, la enseñanza de san Alfonso es todavía de gran actualidad.

        Junto a las obras de teología, san Alfonso compuso muchos otros escritos, destinados a la formación religiosa del pueblo. Es estilo es simple y agradable. Leídas y traducidas en numerosas lenguas, las obras de san Alfonso han contribuido a plasmarla espiritualidad popular de los últimos dos siglos. Algunas de estas son textos que aportan grandes beneficios todavía hoy, como Máximas Eternas, Las Glorias de María, Práctica de amor a Jesucristo, obra –esta última– que representa la síntesis de su pensamiento y de su obra maestra. Insiste mucho en la necesidad de la oración, que permite abrirse a la Gracia divina para cumplir cotidianamente la voluntad de Dios y conseguir la propia santificación. Con respecto a la oración escribe: “Dios no niega a nadie la gracia de la oración, con la que se obtiene la ayuda para vencer toda concupiscencia y toda tentación. Y digo, replico y replicaré siempre, durante toda mi vida, que toda nuestra salvación está en el rezar”. De aquí su famoso axioma: “Quien reza se salva” “Del gran Medio de la Oración y opúsculos afines”. Obras Ascéticas II, Roma 1962, p. 171). Me viene a la mente, a este propósito, la exhortación de mi predecesor, el Venerable Siervo de Dios Juan Pablo II: “nuestras comunidades cristianas tienen que llegar a ser auténticas 'escuelas de oración'”... “Hace falta, pues, que la educación en la oración se convierta de alguna manera en un punto determinante de toda programación pastoral” (Carta Apostólica Novo Millenio ineunte, 33 y 34).

        Entre las formas de oración aconsejadas fervientemente por san Alfonso, destaca la visita al Santísimo Sacramento o, como diríamos hoy, la adoración, breve o prolongada, personal o comunitaria, ante la Eucaristía. “Ciertamente –escribe Alfonso– entre todas las devociones esta de adorar a Jesús sacramentado es justo después de los sacramentos, la más querida por Dios y la más útil para nosotros... ¡Oh, qué bella delicia estar delante de una altar con fe.. presentando nuestras necesidades, como hace un amigo a otro con el que se tiene total confianza!” (“Visitas al Santísimo Sacramento, a María Santísima y a San José correspondientes a cada día del mes”. Introducción). La espiritualidad alfonsiana es, de hecho, eminentemente cristológica, centrada en Cristo y en su Evangelio. La meditación del misterio de la Encarnación y de la Pasión del Señor son frecuentemente objeto de su predicación. En estos eventos, la Redención es ofrecida a todos los hombres “copiosamente”. Y justo porque es cristológica, la piedad alfonsiana es también exquisitamente mariana. Muy devoto de María, Alfonso ilustra su papel en la historia de la salvación: socia de la Redención y mediadora de gracia, Madre, Abogada y Reina. Además, san Alfonso afirma que la devoción a María nos confortará en el momento de nuestra muerte. Estaba convencido que la meditación sobre nuestro destino eterno, sobre nuestra llamada a participar para siempre en la beatitud de Dios, así como la posibilidad trágica de la condenación, contribuye a vivir con serenidad y compromiso, y a afrontar la realidad de la muerte conservando siempre la confianza en la bondad de Dios.

        San Alfonso María de Ligorio es un ejemplo de pastor celoso, que ha conquistado las almas predicando el Evangelio y administrando los Sacramentos, combinado con un modo de hacer basado en una bondad humilde y suave, que nacía de la intensa relación con Dios, que es la Bondad infinita. Tuvo una visión realista y optimista de los recursos del bien que el Señor da a cada hombre y dio importancia a los afectos y a los sentimientos del corazón, además de la mente, para poder amar a Dios y al prójimo.

        En conclusión, quisiera recordar que nuestro santo, análogamente a San Francisco de Sales –del que hablé hace alguna semana– insiste en decir que la santidad es accesible a todos los cristianos: “El religioso por religioso, el seglar por seglar, el sacerdote por sacerdote, el casado por casado, el comerciante por comerciante, el soldado por soldado, y así hablando en todos los estados”(Práctica de amor a Jesucristo. Obras ascéticas I, Roma 1933, p. 79). Agradezcamos al Señor que, con su Providencia, suscita santos y doctores en lugares y tiempos diversos, que hablan el mismo lenguaje para invitarnos a crecer en la fe y a vivir con amor y con alegría nuestro ser cristianos en las sencillas acciones de cada día, para caminar en el camino de la santidad, en el camino hacia Dios y hacia la verdadera alegría. Gracias.

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La paradoja de nuestro tiempo

Enlace permanente 3 de Diciembre, 2010, 22:00

La paradoja de nuestro tiempo

Recibí esta carta escrita por un comediante, a lo mejor la escribió en un momento de seriedad, el comediante nos hace reír, pero quién lo hace reír a él.
Esta es una obra maestra. A lo mejor usted la ha leído, Si usted no la ha leído, tómese el tiempo para leerla. Si ya lo leyó, tómese el tiempo para releerla.  No se arrepentirá.
La paradoja de nuestro tiempo es que tenemos edificios más altos y temperamentos más reducidos, carreteras más anchas y puntos de vista más estrechos. Gastamos más pero tenemos menos, compramos más pero disfrutamos menos. Tenemos casas más grandes y familias más pequeñas, mayores comodidades y menos tiempo. Tenemos más grados académicos pero menos sentido común, mayor conocimiento pero menor capacidad de juicio, más expertos pero más problemas, mejor medicina pero menor bienestar.

Bebemos demasiado, fumamos demasiado, despilfarramos demasiado, reímos muy poco, manejamos muy rápido, nos enojamos demasiado, nos desvelamos demasiado, amanecemos cansados, leemos muy poco, vemos demasiado televisión y oramos muy rara vez.

Hemos multiplicado nuestras posesiones pero reducido nuestros valores. Hablamos demasiado, amamos demasiado poco y odiamos muy frecuentemente.

Hemos aprendido a ganarnos la vida, pero no a vivir. Añadimos años a nuestras vidas, no vida a nuestros años. Hemos logrado ir y volver de la luna, pero se nos dificulta cruzar la calle para conocer a un nuevo vecino. Conquistamos el espacio exterior, pero no el interior. Hemos hecho grandes cosas, pero no por ello mejores.

Hemos limpiado el aire, pero contaminamos nuestra alma. Conquistamos el átomo, pero no nuestros prejuicios. Escribimos más pero aprendemos menos. Planeamos más pero logramos menos. Hemos aprendido a apresurarnos, pero no a esperar. Producimos computadoras que pueden procesar mayor información y difundirla, pero nos comunicamos cada vez menos y menos.

Estos son tiempos de comidas rápidas y digestión lenta, de hombres de gran talla y cortedad de carácter, de enormes ganancias económicas y relaciones humanas superficiales. Hoy en día hay dos ingresos pero más divorcios, casas más lujosas pero hogares rotos. Son tiempos de viajes rápidos, pañales desechables, moral descartable, acostones de una noche, cuerpos obesos, y píldoras que hacen todo, desde alegrar y apaciguar, hasta matar. Son tiempos en que hay mucho en el escaparate y muy poco en la bodega. Tiempos en que la tecnología puede hacerte llegar esta carta, y en que tu puedes elegir compartir estas reflexiones o simplemente borrarlas.

Acuérdate de pasar algún tiempo con tus seres queridos porque ellos no estarán aquí siempre.

Acuérdate de ser amable con quien ahora te admira, porque esa personita crecerá muy pronto y se alejará de ti.

Acuérdate de abrazar a quien tienes cerca porque ese es el único tesoro que puedes dar con el corazón, sin que te cueste ni un centavo.

Acuérdate decir te amo a tu pareja y a tus seres queridos, pero sobre todo dilo sinceramente. Un beso y un abrazo pueden reparar una herida cuando se dan con toda el alma.

Acuérdate de tomarte de la mano con tu ser querido y atesorar ese momento, porque un día esa persona ya no estará contigo.

Date tiempo para amar y para conversar, y comparte tus más preciadas ideas.
 
Y siempre recuerda:

La vida no se mide por el número de veces que tomamos aliento, sino por los extraordinarios momentos que nos lo quitan.

George Carlin.
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¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, ruega por Haití!

Enlace permanente 29 de Noviembre, 2010, 23:12

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, ruega por Haití!

Queridos Cohermanos, Hermanas, Asociados, y Amigos:
     Michael Brehl, C.Ss.R.  (Superior General)

Como todos ustedes saben, éste ha sido un año muy difícil para el pueblo de Haití. En enero, el terremoto devastó la región de Puerto Príncipe, y el proceso de reconstrucción es muy lento. Muchas personas siguen viviendo en tiendas de campaña y refugios improvisados. En Los últimos meses, Los huracanes y Las tormentas han traído más daño y sufrimiento. Ahora, la epidemia del cólera se está extendiendo y haciendo aún mayor el sufrimiento y el dolor.

En 1882, el pueblo de Haití imploró a Nuestra Madre del Perpetuo Socorro que acudiera en su ayuda durante una epidemia de viruela. Sus oraciones fueron escuchadas y Nuestra Madre del Perpetuo Socorro se convirtió en la Patrona de Haití. Al acercarnos al 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción, Los Obispos de Haití piden que se tenga un tiempo de intensa y ferviente oración a Nuestra Madre del Perpetuo Socorro a fin de que Ella venga en su ayuda durante la grave crisis que está ocasionando la actual epidemia de cólera.

En comunión con Los Obispos de Haití, con nuestros cohermanos Redentoristas y Madres Redentoristas en Haití, y con todas Las personas del país que sufren, pido a todos Los Redentoristas, Madres Redentoristas, Hermanas, Laicos asociados y Amigos que se unan en este tiempo de intensa y ferviente oración. Pido a todas Las iglesias redentoristas así como a nuestros santuarios y comunidades que tengan presente esta intención de manera especial durante la Novena de  preparación a la solemnidad de la Inmaculada Concepción. Así como hemos apoyado al pueblo de Haití mediante donativos, debemos apoyarlo también ahora a través de una gran comunión de oración y solidaridad que emerja del mundo entero.
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, ruega por nosotros!


     En el Redentor,
 
     Michael Brehl, C.Ss.R.  (Superior General)
                                                   

“¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, tu propio nombre inspira confianza.
Nos acogemos a Ti en nuestras necesidades y suplicamos tu ayuda.
Tú eres la gran Patrona del pueblo de Haití.
En este momento de aflicción, en solidaridad con nuestros hermanos y hermanas,
Pedimos el fin de la epidemia de cólera que asola a tus hijos.
Otórgales salud, consuelo y Paz.
Sostenlos en esta hora de oscuridad.
Ayúdales a reconocer la presencia del Dios-con-nosotros,
El Emmanuel, Tu Hijo y Nuestro Redentor”.


P. Gary Ziuraitis, C.Ss.R.
I Redentoristi
Direttore delle Comunicazioni
Via Merulana, 31
C.P. 2458 - PT 158
00185 ROMA . Italia
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